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Senda sinuosa (I: las de Majadahonda)

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¡Hola! Esto, querido lector, no es un relato normal. No lo leas de principio a fin porque si lo haces no te enterarás de nada. Tienes que ir eligiendo las opciones que te dan, para así construir una historia que es cada vez diferente. Cada párrafo está precedido de un número que lo identifica. Busca el párrafo que te sea señalado en las opciones y... ¡verás lo que sucede!

 

Eres Pepe, un joven a punto de dejar la adolescencia. Tus hormonas están aceleradas y te piden sexo a todas horas. Tu único objetivo es fornicar, meterla en caliente, mojar el churro... ¿entendido? ¿O es que no estás harto de machacártela pensando en la compañera de clase, la rubita de tetas impresionantes que no te hace ni puto caso? Seguro que sí.

Es triste, pero empiezas tu aventura erótica sobre tu cama, terminando de limpiarte con un gurruño de papel higiénico la manchada de tu última pajilla. Suena el teléfono.

¿Te levantarás a cogerlo y ver quién es el desgraciado que te ha interrumpido en el momento más placentero del día? Si es así ve al punto 2

¿Te quedas tirado en el catre, haciendo tiempo para recuperarte y poder meneártela otra vez, ignorando el teléfono? Si es así ve al punto 1

Punto 1

Al cabo de unos segundos cesan los insistentes pitidos del teléfono. Terminas de limpiarte el semen del estómago y te echas una siesta. A la media hora vuelves a despertarte. Coges la primera revista porno que encuentras, una de lesbianas, y te dispones a pelártela mirando el póster central. Dos titis, una rubia y la otra morena se montan un 69. Pero no puedes ni siquiera meterte la mano en el calzoncillo porque vuelve a sonar el teléfono. Hecho una furia, y con la picha más tiesa que el palo de una escoba, te levantas para contestar. Ve al punto 2.

Punto 2

Dígame... –

¡Pepe! Oye, que hemos pillado cacho con las guarras de Majadahonda. –

¡No me jodas! –

El que ha llamado es Edu, un colega del instituto. Hablas con él un rato y quedáis en la parada del autobús dentro de una hora. Si es verdad que van a ir las chavalas de Majadahonda, merece la pena prepararse para un eventual polvo. Te duchas, metes un condón en la cartera y te arrepientes de haberte masturbado. Si alguna de las chicas cae en tus garras, tal vez tengas un gatillazo por salido y pajero.

Se te ha hecho un poco tarde y vas corriendo para el lugar de la cita. Pero, para tu desgracia, o para tu disfrute, quién sabe, te cruzas con una vecina. Es una mqmf (una madre que me follaba), paseando al perro. Lleva unas mallas que resaltan su culete respingón. Tendrá ya cerca de cuarenta años, pero está como un tren. Al pasar a su lado te saluda con una sonrisa libidinosa. ¿Qué haces?

Si intentas ligarte a la guarrona de tu vecina, a pesar de que sabes que tus colegas podrían no esperarte, ve al punto 3

Si prefieres ir con tus colegas y que le den por el culo a la madurita, ve al punto 6

Punto 3

Hola, Sole. ¿Qué tal está? –

Muy bien, José. ¿Y tú? ¿Sigues tan cachondón? –

¿Por qué dice eso? –

Sin previo aviso Sole, la vecina, se te echa encima, haciendo que se ha tropezado. Aprovecha para echarte mano al paquete. Estás cachondo y se da cuenta. Te guiña un ojo y te susurra que, en vez de masturbarte tanto, podrías hacerle una visita y darle un repaso.

Desde que me divorcié, me siento tan sola... –

Eso tiene solución, Sole. Estoy yo para lo que mandes. –

Mmmm... ¿En serio? –

Te empieza a mordisquear la oreja, viciosa. Se ve que a esta loba le va la carne tierna y juvenil más que a un tonto una tiza.

Vamos a mi casa. –

¿Irás a su casa a tirártela como una bestia? Ve al punto 4

¿Prefieres montártelo en tu propia casa? Ve al 5

Quizás todavía alcances a tus colegas en la parada del autobús. ¿Harás eso? Ve al 6

Punto 4

De acuerdo. En tu casa. –

Puede que las chicas de Majadahonda estuvieran como un queso, pero... más vale pájaro en mano que ciento volando. Decidido a beneficiarte a tu madura vecina Soledad, la acompañas a su casa. Es bastante más grande que tu apartamento. Está decorado en plan salvaje. Una piel de oso hace de alfombra, las tapicerías de los sofás son de piel de leopardo... En fin, que todo indica las tendencias ninfómanas de Sole.

Ponte cómodo, niño. –

No me llames niño. –

No te preocupes. dentro de una rato dejarás de serlo. –

Si con eso no te excitas, es porque ya no puedes estarlo más. Te abres los botones de la camisa y te recuestas sobre uno de los sofás mientras ella va a ponerse más ligera de ropa. Cuando vuelve te quedas de piedra: lleva un bikini de piel de tigre. ¡Igual que en tus fantasías con ella! Corre hacia ti y se te echa encima. Te devora a besos, llegando a morderte en el cuello en su arrebato pasional.

¡Te comería vivo! –

Con mucha destreza te quita los pantalones y calzoncillos. Tú la ayudas quitándote la camisa. Por fin desnudo, dejas que te cabalgue. Su chocho es cálido y acogedor. Se nota que no es la primera polla que recibe, pero eso te da igual. Ver como bota sobre ti y poder meterle mano en su trasero perfecto es todo lo que necesitas. Pero no logras correrte. A pesar de tener sus tetas a la altura de la boca, a pesar de clavártela por el coño un rato largo, a pesar de poder magrearla toda entera, no te corres. Tal y como temías, has tenido un gatillazo. Sole, harta de que no la empapes de leche, te echa de su casa muy enfadada. Me temo que no ha salido todo tan bien como esperabas... Fin.

Punto 5

¿No podríamos hacerlo en mi casa? –

Bueno... Si tú quieres... –

En el ascensor le aprietas las nalgas y ella te deja que le beses los pechos. Jadea cuando le pasas la lengua por encima de los pezones. ¡Está muy caliente! Pero ocurre una desgracia: ¡tus padres han venido a verte! Nada más abrirse la puerta del elevador te encuentras con sus asombradas caras.

Pero... ¡José! –

Upsssss... –

Vaya, parece que todavía eres un nene de papá... –

Soledad te da un último azote en el culo y se va a su casa. Tu padre te intenta sacar, a escondidas de tu madre, que todavía no da crédito a lo que ha visto, el piso de la vecina para ir a "hacerle una visita". Definitivamente no ha ido todo demasiado bien. ¡En fin...! Fin.

Punto 6

No sabes por qué, pero te da mala espina la vecina. Está buena, es verdad, pero un sexto sentido te dice que si vas con ella, hay grandes probabilidades de que algo salga mal. Podrías tener una visita inesperada de su ex, o que los vecinos os pillaran montándooslo en el ascensor, o que ella resultara ser una pervertida. Quizás te espose a la cama y te dé latigazos para excitarse, para luego cabalgarte hasta dejarte sin semen... Bueno, quizás eso último no sería tan malo, pero decides no arriesgarte.

Tengo un poco de prisa, vecina. Otro día hablamos. –

Llegas a la parada del autobús. Tus amigos están allí ya.

Joder Pepe, creíamos que te habías rajado. –

¿Rajarme yo? Nunca, compañeros. –

Os montáis en el bus y partís, de cacería. Queda media hora para la cita con las chicas de Majadahonda. ¿Valdrán la pena? O, traducido para tus instintos fornicadores: ¿serán unas golfas devoradoras de hombres o unas mojigatas santurronas que no sabrían qué hacer con un pene entre las piernas?

De repente llaman al móvil de uno de tus colegas.

¿Sí? ... ¡Coño Paco, qué pasa! ... ¡No me jodas! ¿Ahora? ... Bueno, bueno, yo se lo digo... Venga, ya te llamo. –

¿Quién era? –

Paco, el de Toledo, que ha venido a Madrid y se va a ir de putas y quería saber si nos apetecía acompañarlo... –

¿Adónde? ¿A la Casa de Campo? –

No, no. A un puti de la carretera de La Coruña. –

¿Irás de putas con Paco, un granuja y salido de lo peor? Si es así, ve al punto 7

¿O seguirás con tu determinación de tirarte a las de Majadahonda? Entonces ve al 10

Punto 7

Vámonos de putas con el Paco. –

Vale... Ahora le llamo. –

En media hora os plantáis en el burdel. Es una casa grande, de más de tres pisos. En la entrada se ve un cartel que dice: "Prohibida la entrada a menores de 20 años"

¡Me cago en la leche! Ninguno tenemos la edad. ¡Qué pifia! –

Tranquilo hombre, que aquí no miran el carné. Lo ponen sólo por cuestión legal. Para que no les pongan una multa por no avisar... –

¿Qué podemos hacer? –

Podemos intentar pasar con nuestros carnés. Si quieres arriesgarte ve al punto 8.

Tal vez haya una puerta trasera por la que colarse. Siempre la hay en este tipo de tugurios. Si crees que así es ve al 9.

Punto 8

En fila india os disponéis a cruzar el umbral. El gorila de la puerta os mira con cara de mala leche, pero no pone objeciones a la hora de dejaros pasar. Dentro hay una barra de bar, un escenario para los striptease y una escalera que va arriba para montárselo con las putas. Hay un ganado bastante interesante. Negras, rubias, morenas, asiáticas incluso, todas buenísimas. Van vestidas con casi nada de ropa, si acaso un top y una minifalda. Alguna está directamente en pelotas. Parece el paraíso.

¡Cómo nos vamos a poner! – dices, frotándote las manos.

Pero no puedes ni acercarte para ver mejor a las fulanas, ya que el portero, secundado por otros dos armarios, os cogen del pescuezo. Os han tomado el pelo. En un callejón te meten una somanta de palos por listillo, como a tus colegas.

Venga niños, a la guardería. – se mofa el puertas.

Terminas en el hospital. Para colmo de males te han escayolado hasta los cojones, y la enfermera, que es una cachonda, no para de mimarte para provocarte una erección y que chilles al notar que se te clava en el yeso. ¿Realmente horrible, verdad? Maldices tu suerte. Por una vez te gustaría que te atendiera una celadora vieja y seca, como un higo, pero en vez de eso te ha tocado una rubia peligrosa que se entretiene poniéndose las medias a tu lado, que lleva el uniforme cortísimo, enseñando el liguero, y que continuamente te da besitos para "que te pongas mejor cuanto antes". Terminarás tus días desquiciado, más salido que le pico de una plancha y eyaculador precoz... Fin

Punto 9

No encontráis la puerta trasera, pero sí una ventana a la que podéis trepar. Una vez dentro, os veis rodeados por una legión de golfas, todas ellas guapas y ansiosas de sexo.

Bueno, chavales. ¡Suerte! –

Os desperdigáis por dentro del local y cada uno se empareja con la que más le gusta. A ti te toca una mulata impresionante. Metro setenta, esbelta, melena rizada, y vestida con un provocador body negro que realza todos sus encantos.

¿Estás solo, mi niño? –

Ya no. –

Tomáis una copa, charláis de tonterías, de lo que te gustaría hacerle y al final, tras pagar la tarifa (lo único malo de Danae, que así se llama), te la llevas a una habitación en el piso de arriba.

Déjame que te desnude. –

Haciendo un insinuante baile, te va quitando la camisa, los pantalones, los calzoncillos... Cuando te quita un prenda besa la piel que aparece en su lugar. Eso te pone muy cachondo. Luego ella te hace un striptease privado, que tu contemplas extasiado tirado en la cama. Como una Venus de piel azabache, se acuesta a tu lado y te hace el amor. Nunca te habías sentido tan excitado. Probáis diferentes posturas: ella encima, tú encima, de lado... Y en todas encuentras un placer enorme. Por fin te corres sobre sus pechos, pues lo último que os ponéis a hacer es una cubana, su especialidad. Ni siquiera necesito cinco minutos para conseguir que el frotamiento de tu polla con sus pechos te provocara el mejor orgasmo de tu vida.

A la salida encuentras a tus compañeros. Todos están contentos y saciados para un par de días. Te dices a ti mismo que ha merecido la pena y que las de Majadahonda tendrán que esperar. Pero como no todo el monte es orégano, dos semanas después tienes que ir al médico por unos intensos picores en el pene.

Es gonorrea... ¿Dónde la has estado metiendo últimamente? –

Bueno, podría haber sido peor, ¿no? Fin

Punto 10

Jamás en tu vida habías dado tantos pares de besos en la mejilla a chicas.

Jodeeee... ¿Ha quedado alguna chica en Majadahonda? –

Ya estáis, por fin, con las chicas que os habían citado. A algunas ya las conocías de otras veces. Otras son amigas de ésas conocidas. En total 12 hembras para 5 machos. ¿Cómo os lo vais a montar? Es la pregunta que te ronda la cabeza. Después de un rato de bailotear en la discoteca donde os metéis todos, y de echarle el ojo a unas cuantas, calibras tus posibilidades de clavársela a alguna. Descartando las que tus colegas ya han decidido atacar (otra cosa será que tengan éxito), éstas son tus posibilidades:

Puedes intentar hacerte a Matilde. Es la más fea de las que podrías tirarte sin vomitar. Además la conoces, pero te da un poco de mal rollo sus gafas de culo de vaso y su aspecto de muñeca pepona. Si aún así quieres probar suerte con ella, ve al punto 11.

Emma, la extranjera, tiene una virtud y un defecto. La virtud es lo buena que está. Es una nórdica de las de Torremolinos: alta (1,80 o más), delgada, con unas piernas de vértigo y un aire hippie. Incluso lleva un piercing y un tatuaje en el ombligo. El problema es que no habla demasiado bien el castellano. Si te lanzas a por ella, ve al punto 12.

También, si estás realmente salido y te crees capaz de ello, puedes intentar montártelo con dos. Emma parece liberal, lo suficiente como para aceptar la proposición si logras que la entienda. Mariló también podría prestarse a ello, porque la conoces de hace tiempo y sabes que le gustas, y que con tal de acostarse contigo quizás no le importaría compartirte con otra. Matilde podría aceptar, presa de la desesperación de ver que no se desprende de la virginidad. Si quieres montártelo con Matilde y Mariló, ve al 13. Si crees que hay más posibilidades en la combinación Mariló- Emma, ve al 14. Si Matilde te parece que combina mejor con Emma, ve al 15. Y si te arriesgas a motártelo con las tres... ¡hazte una gayolas, acaparador!

Mariló es una vieja amiga. Es guapa y tiene un buen cuerpo, además de ser divertida y buena persona. Quizás demasiado buena... Si te decides a intentarlo con ella, ve al 16, pero te advierto que podrías terminar en un sitio inesperado...

Por último está Alicia. Es la primera vez que la ves. Va de gótica y no habla demasiado. ¿Te va ese rollo? Puede que te dé una sorpresa. Si pruebas suerte con ella, ve al 17.

Hay una opción más... Pero es algo absurda. ¿Y si fueras un buen chico y no intentaras follarte a nadie esta noche? No hablo de una vida de castidad, pero tal vez el sexo no sea lo que llene tu vida. Si piensas así ve al 18.

Punto 11

Haciendo de tripas corazón, tras asumir el riesgo de que podrías morir de un infarto al despertarte al lado de una chica tan fea como Matilde, te vas a por ella. La tratas bien durante toda la noche, pero no disminuye su apariencia de pardilla por más copas que te tomas. Sólo de imaginártela desnuda te dan arcadas. Ella se da cuenta y te pregunta:

¿Qué te ocurre, Pepito? –

Nada... Estoy un poco triste. –

Consigues disimular bastante bien tu desasosiego por lo que se avecina. llegará un momento en que tendrás que decidir si te vas a casa y te olvidas de fornicar por hoy, o si te intentas tirar a este monstruo, digo... a Matilde. Por fin determinas hacer lo segundo. ¡No puedes defraudar a tus compañeros y ser un rajado! ¡Ellos esperan que des lo mejor de ti! Ya sólo te queda un consuelo en tu desgracia: dirán que has muerto como un valiente.

¿Decías algo? –

No, no... –

Miras de refilón a la cara a Matilde. Parece un extraterrestre. Los ojos le ocupan todo el cristal de las gafas, que los agranda como una lupa. Sonríe, alegre sin duda de que un chico le haga caso. Piensas que, si sobrevives hasta que llegue el momento de acostarse con ella, puedes ponerle la bandera de España encima de la cabeza y "¡Todo por la patria!". Por fin llega el momento de marcharse. La acompañas a casa. En el portal te pide que pases un momento. Te va a violar, lo sabes. En un arrebato de cordura intentas resistirte, mintiendo:

No quiero precipitarme contigo... Para mí eres muy especial. –

Pero tus palabras tienen el efecto contrario al que esperabas. Emocionada, Matilde se abraza a ti y te arrastra adentro. Por fortuna no enciende la luz. Así sufrirás menos.

Ahí está la cama. Túmbate. –

Lo haces y rezas tus oraciones. Es mejor pasar al otro barrio con la conciencia tranquila. Pero mientras lo haces notas que Matilde te ha bajado la bragueta. Tu pene está algo fláccido, pero con un par de sacudidas violentas te lo pone tieso. Y se lo mete en la boca. Vaya, no lo hace mal. ¡Nada mal! Se está aplicando con tu polla, como si le fuera la vida en ello. Cuando estás suficientemente erecto, se te sube encima y te monta un rato. ¡Vaya con la fea! Se lo está pasando en grande, y tú, la verdad, también. Además no ves, en la oscuridad, más que su silueta. Puedes imaginarte que es cualquier otra chica.

¡Ahhhhh, ahhhhhh! –

Gime igual que una golfa. Folla igual, la chupa igual... ¿Que más da que sea más fea que un callo malayo? Cuando se cansa de fornicarte, vuelve a succionártela, con más ganas que antes. Te corres y te duermes. Pero, tal y como sospechaste, su visión al desertar resulta letal. Ves su cara, sin lavar, con las gafas del tres por cinco, y el aliento cantándole cosa mala. La impresión es demasiado fuerte y con un suspiro, la palmas. Fin

Punto 12

Emma, efectivamente, no entiende ni papa de español. Ríe cuando le dices palabrotas igual que cuando le cuentas un chiste. Pero da igual. Consigues comerle los morritos y te la llevas al baño. Allí, sentado en el cagadero, le haces un dedo. Ella pasa su pierna por encima de tu hombro y te enseña el chichi. Huele un poco a pescadazo. Como no te entiende, se lo dices sin miedo. Ella sonríe. Gime y gime. Eso es lo único que comprendes.

Pruebas cosas con ella. Le metes un dedo por el culo. Le chupas los dedos de los pies. Le lameteas toda la cara. ¡Todo le gusta! Es como una muñeca hinchable de carne y hueso. Pasas un rato cojonudo con ella, haciéndole más cochinadas. Le metes un hielo de un cubata en la raja y luego se lo chupas, le mordisqueas los pezones, la insultas todo lo que quieres... Y ella nada, impasible. Al final te decides y la penetras, aunque poniéndote el condón, porque piensas que si a ti te ha dejado hacerle tantas guarradas, ¡váyase usted a saber si no las ha hecho, ésas u otras peores, con otro tío antes!

Terminas, te aprietas el cinto y te largas, pensando en lo raras que son la vida y las mujeres. Has cumplido como un campeón, pero no sabes por qué, esperabas algo diferente... Te encoges de hombros y piensas que es cuestión de tiempo encontrar lo que tu pene busca. Fin

Punto 13

Matilde y Mariló charlan junto a la barra. Enseguida te unes a su discusión.

Yo pienso que sólo hay que hacer el amor con el chico que más te guste. –

Eso son bobadas. Tienes que aprovechar cualquier oportunidad para llevarte a la cama a cualquier amigo. –

Intervienes y dices, con mirada traviesa.

¿Y por qué no ambos? –

¿Cómo? – dicen Mariló y Matilde al unísono, muy atentas.

Les explicas a la pareja de borrachas que la solución es acostarse con dos tíos. Se ríen y dicen que eso es muy complicado siendo las chicas muchas más... al menos en esta ocasión.

Entonces al revés. Un chico y dos chicas. –

¡Qué aguililla! –

Al final logras engatusarlas para llevártelas a ambas a la cama. Te desnudan y te hacen el amor por turnos, primero Matilde y luego Mariló, que se pone celosa al ver a otra chica encima tuyo. Pero Matilde está ansiosa de sexo y empieza a sobarle los pechos a Mariló mientras ésta te monta. Se besan, y verlo te produce tal excitación que te corres. Ambas se echan sobre tu pene chorreante para compartir el semen. Te duermes feliz viendo como se pasan tu leche de unos labios a otros. La verdad, no ha estado nada mal. ¡Pero que nada mal! Fin.

Punto 14

Como a Emma no le puedes explicar lo que quieres hacer, se lo expones a Mariló. Se queda muy pensativa, y en sus ojos crees leer algo de decepción. Al fin y al cabo eres su mejor amigo y no le gusta demasiado la idea de compartirte.

Bueno... podemos probar. – termina asintiendo.

Os lleváis a Emma a tu casa y allí lo preparas todo para agasajar a las dos chicas. Bebida, sábanas limpias y todo lo demás. Cuando terminas y vuelves al salón, Emma está desnuda ya. Es una preciosidad. Mariló coge una copa y te observa. Está celosa. Te besa. Sabe a sidra. Pero no puedes dejar de mirar a Emma. Está sentada y os mira a ti y a Mariló con atención. Se empieza a masturbar. Mariló te quita la camisa. Nota que tienes un bulto enorme debajo del pantalón.

Estás muy caliente, Pepe. –

Dejas que te desnude. Te parece surrealista la escena: tú con la mirada fija en una chica que se hace un dedo en el salón de tu apartamento y que no para de mirar como la chica que más colada está por ti te quita toda la ropa y se pone a pajearte.

Dame tu esencia, José. –

Termina por conseguir que eyacules encima suyo. Pero no te fijas en ello. Estás hechizado por Emma. Nunca habías imaginado una situación así, ni en tus fantasías más perversas.

Quiero que le comas el conejo, Mariló. –

¿Qué? –

Yo ya estoy saciado. Ahora quiero que le chupes la raja a Emma. –

Mariló se rinde a la evidencia: no eres su chico ideal, sólo un cerdo pervertido. Se levanta y te da una bofetada. Luego le dice en suizo, o la lengua que hable Emma, que se van. Emma sonríe estúpida, se viste y se va. No te duele la bofetada, pero te sientes extraño. Te vas a la cama y te preguntas si todo lo que ha pasado no será un sueño... Fin

Punto 15

Matilde mira de arriba abajo a Emma. También es la primera vez que la ve. Luego te hace prometer que te la tirarás a ella pase lo que pase esa noche. Lo prometes y las metes en el coche.

¿Dónde podemos hacerlo? –

En el descampado de detrás de mi casa. – sugiere Matilde.

El sitio está vacío. Cuando llegas, te dan ganas de mear y tienes que ausentarte. Una vez satisfecho, vuelves al coche para encontrarte una imagen de película porno: Emma le está comiendo todo el potorro a Matilde. La chica jadea. Se le han caído las gafas. Sin ellas no parece tan fea, aunque sigue teniendo cara de muñeca pepona. Pero cuando te acercas para participar te aparta.

Bah. Ya no te necesitamos. Ésta guarra sabe mejor que cualquier chico darme placer. –

Pero si me habías hecho prometer que te follaría... –

¿Ah sí? Bueno, nene, otra vez será... Ahora déjanos en paz. Hazte una paja y no molestes.... ¡Ahhhh! ¡Qué gusto! –

Emma está concentrada en introducir su lengua en los labios vaginales de Matilde. Ni siquiera puedes largarte con el coche. Así que mirando la escena lésbica te masturbas. Te acuerdas del póster central de la revista porno que guardas debajo de la cama. Allí también se lo montaban dos chicas entre ellas. Lo que ahora estás viendo es algo más movido y con sonido, pero sigues en la dinámica del "verás pero no catarás"... ¡Ni con las feas y ninfómanas te lo montas ya! Fin

Punto 16

Has escogido la peor opción de todas. Mariló no sólo no acepta tu sucia proposición de llevártela al catre cuanto antes, sino que te promete que no volverá a quedar contigo nunca. Bueno, quizás esto se explique por la cara de cerdo creído semental que tenías cuando se lo has pedido. Además, que dijeras que "no tengo nada mejor que hacer que acostarme contigo", no mejoró mucho la situación. Has quedado en ridículo delante de tus colegas, por creer que puedes jugar con los sentimientos de una chica. Aunque también has conseguido confirmar con tu experiencia que las mujeres sólo pueden ser amigas o amantes, pero no ambas cosas... Salvo honrosas excepciones... Fin

Punto 17

Hola... ¿Alicia, no? –

Sí... ¿qué quieres? –

Desde luego no le dices "pasarte por la piedra", aunque lo piensas. Alicia parece una chica segura de sí misma y algo arisca. Te lo va a poner difícil. Por el momento te dedicas a observarla. No es que te atraiga su look de Morticia Adams, pero está bastante bien. Es morena, bajita, y tiene muy buen cuerpo, aunque no tan espectacular como el de Emma. Lo que más te molesta es la cantidad de maquillaje que lleva, en tonos blancos y negros exclusivamente, menos los labios, que son azules. Te preguntas a qué sabrán si los besas...

Tienes un aspecto curioso. –

Es para provocar un poco, para transgredir. –

Ahhhh... ¿Provocar qué? –

A los chicos. Les da morbo. ¿A ti no? –

Bueno... Me resulta diferente, atrevido... –

Consigues entablar una conversación seria y profunda sobre la moda. Lo que sea por hacértela. Pero en un instante de sinceridad, le confiesas:

La verdad, me gustaría acostarme contigo. –

Alicia debe haber oído cosas así antes, porque no se sorprende.

Mmmm... Bueno, si sólo es un casquete rápido, vale... Me apetece. –

Al parecer, Alicia folla cuando quiere. Toma el sexo como algo normal, nada extraordinario. En el fondo te gustaría pensar así, y que no fueras un obseso sexual. Pero lo eres. Cuando el bar queda vacío vais, morreándoos cada cierto tiempo, hasta un callejón cercano. Allí te pide que la des por el culo, "por transgredir un poco". Te calas el preservativo y se la metes en el ano. Te duele un poco, pero se te pasa enseguida en cuanto empiezas a taladrarla. Alicia se acaricia los pechos mientras la enculas. Tardas un poco en correrte. Tiras el condón, lleno de leche y algo pringoso, en un rincón y esperas a que Alicia se recomponga el vestuario.

¿Me acompañas a casa? Vivo aquí cerca. –

De acuerdo... ¿Qué tal he estado? –

Creo que no habías dado antes por detrás a ninguna chica. –

Pues no, la verdad... Tenía ganas de hacerlo. ¿Cómo lo has sabido? –

Por cómo te movías y me agarrabas. Los primerizos siempre te clavan las uñas.-

Ahhh... Perdona. –

No te preocupes, no me has hecho daño... Bueno, aquí es. Gracias por venir hasta aquí. –

De nada. Y bueno... no sé. Lo de hoy, ha sido un poco raro para mí. –

Alicia se te quedó mirando un rato. Luego te dio su teléfono para si querías llamarla otro día y te despidió con un beso en la mejilla.

Tenemos que conocernos más. Me caes bien. Adiós. –

¿Quieres mirar al futuro? Está bien... os veo a los dos de novios, yendo a conciertos de heavy metal y bebiendo cerveza. Fin

Punto 18

Pensemos un momento... ¿Es el sexo algo esencial? ¿Estar con una chica (o chico) es lo más importante? ¿Se puede vivir sin amor?

Todas esas preguntas te zumban en la cabeza. Sereno, tranquilo, ves a tus amigos, ves chicas guapas, ... Quizás no tengas que comerte la cabeza pensando en ello. Hay más cosas. Eres un ser humano, eso seguro. Vives en sociedad. Y eres un hombre. ¿Por qué te has puesto reflexivo? No es que divagues en ríos de metafísica sobre el amor humano, pero te das cuenta de que no es todo tan sencillo como te querían hacer creer. Estás madurando como persona. Quizás sea eso...

Por favor, ¿me pones un vodka con lima? ...¡No, espera! Me voy a dar el gustazo... Batida de coco con piña, por favor. –

La camarera sonríe y te sirve lo que has pedido. Dando largos sorbos, ajeno a cualquier otra cosa que no sea tu copa o el bello cuerpo de la camarera, que es un encanto, pasas un buen rato filosofando sobre las relaciones humanas. Fin

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