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Manual básico de Mitología sexual 4

en Parodias

Manual básico de mitología sexual

"La creación del mundo"

Hete aquí que al principio no había nada a lo que pasarse por la piedra. Todo era vacío, oscuro, como un ojete infinito que esperase una buena polla. El ojete se llamaba Caos, y la polla que lo llenó... Eros. ¡Ah el amor!

De Caos y Eros, se ve que por la sodomía, no salieron hijos muy normales. La más la más, fue la Madre Tierra. Le encantaba que le metieran cosas dentro, a la muy guarra, y uno de sus hijos, Urano, tras llenarle las muchas cavernas a golpe de pene celeste, la embarazó no poco. No queráis ni imaginaros la cantidad de leche que bombeó este cachondo en su voluptuosa madre. ¡Terrible! No os digo más que, si hubiera hecho marcha atrás, el mar sería blanco.

Urano no asumió su paternidad demasiado bien. Prefería follar sin compromiso. Y aunque Gea, la Madre Tierra, alegue que lo que hizo lo hizo para no reventar, en realidad lo hizo para tenerlo atado en corto, al díscolo hijo-amante. Sea como sea, Urano fue encerrando todos los hijos ,que tampoco eran un dechado de belleza (esta vez debió ser por el incesto), sobre todo los primeros, que sólo tenían dos ojos, incluyendo el del culo, llamados Cíclopes, y los gigantes de cien manos, que se dieron, por supuesto al onanismo propio, ajeno e incluso más allá.

La última remesa de hijos, los Titanes, al menos tenían pinta de... bueno, que no eran unos monstruos. Pero corrieron la misma suerte que sus hermanos mayores. Al último de ellos, Cronos, no le hizo ni puta gracia aquello de vivir dentro de mamá, y conspirando con ella vía cordón umbilical, tramaron la ruina de Urano.

Gea, que para esas cosas era más fina que el pellejo de una mierda, se emperifolló bien, se cepilló los jardines del pubis y los sobacos, y en una palabra, se vistió de pilingui, y atrajo a su hijo, el mayor.

-Yujuuuuu, Uraaaaano.... ¿me la metes por el ano?-

Con este volcánico reclamo, Urano vino corriendo, y no se pispó de que Cronos andaba al quite. Y en cuanto iba a meter la firmamental tranca entre dos hermosas colinas, salió el otro de la ingle de mamá, y con una hoz que habitualmente usaba para rasurarse los pelos del culo, le cortó lo que cuelga a su malhadado padre.

Aparte de demostrar así su carácter español, Cronos echó mano a las criadillas y tras contemplarlas un rato replanteándose su heterosexualidad, y comprobar que por el ojal no le cabría semejante monstruo de falo, las tiró tan lejos como pudo. Lo que es la envidia.

Urano, maltrecho y eyaculador precoz, la debió cascar en aquel lance, pero su esperma dejó no poco recuerdo en la espuma del mar, donde fue a caer junto con todo el tronchaco.

Dicen, pero yo soy reacio a creérmelo, que de aquella espuma nació Afrodita. Pero a mí, el que una tía salga ya hecha, derecha y topetable de la corrida de un maromo... Más bien me figuro que, saliera de donde saliera, ya por aquel entonces andaba Afrodita por ahí. Y le pilló el pajote bostezando, ni más ni menos. En cualquier caso, fue la primera mujer que apreció los beneficios faciales de un buen bukkake.

Los titanes, libres, se casaron entre ellos. Y Cronos, muy ibérico, como decíamos, se lió con su hermana la Cibeles, diosa del madridismo, que como recuerdo al episodio de su viejo, luce el blanco seminal con mucho orgullo: ¡válgame la masculinidad exacerbada!

Pues bien, a Cronos le iban los remakes, pero en vez de reintrouterar a sus hijos dentro de Rea Cibeles, sospechando que ésta podría luego confabular con ellos, lo que hizo fue jalárselos él mismo. ¡Menudo atracón pedófago! Nada menos que cinco lechones se echó al colato.

Salvóse, porque sino, adiós buenas la historia, el último otra vez. ¡Hay que estar más avispado, Cronos! El benjamín, Zeus, fue ocultado por su amante madre, que le dio un pedrolo bien gordo envuelto en pañales a su marido en su lugar. Debía ser bastante miope, Cronos, ya por estas fechas. Pobre, se le habría metido la arena de los relojes en el ojo cuando miró su mejor marca de fagocitación de bebés...

Zeus fue espabilado ya desde retoño, el jodío. Libaba teta cosa mala, y lloraba aposta para que le dieran mimos y los apretujaran contra los virginales pechos. Tuvieron incluso que comprar una cabra para... en fin, para todo. Y cuando estuvo bien crecidito y hermosote, lo mandaron corriendo de vuelta con su madre, antes de que empezara a devolverles, a la cabra y las ninfas, toda la leche que le habían dado hasta ese momento. ¡Pufff!

Acaba ya la historia, otro día continuará. Zeus volvió disfrazado de camarero, o de gogo, y su padre, que no distinguía ya más con los ojos buenos que con el del ano, ni se pispo de que le echó droja en el colacao. Se puso malísimo, echó la pota, y esto ya sí que es para mear y no echar gota, entre tropezoncillos, pirulas y vinacho, salieron vivos y coleando (bien pronto empezarían a culear) los cinco zagales que se comió. Zeus se alió con sus dos hermanos, y aunque la primera idea fue jugarse el trono a un strip-mus, en cuanto se les pasó la borrachera, decidieron descogotar a su viejo, hacerse con el poder del Olimpo, y en cuanto se asentaron en él, empezar a mirar con ojillos libidinosos y el falo inhiesto a cuanta diosa, mortal o bicha se paseara por delante.

p.d: por supuesto, Zeus tampoco hizo ascos a liarse con sus hermanas. Pero al menos tuvo líos con muchas más, lo cual le honra (por raro que parezca)

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