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Campo de Concentración para Esclavas (4)

en Sadomaso

Capítulo 4 Los estudios de grabación

Tras dejar atrás el prostíbulo, Julia llevó el grupo hacia los estudios de grabación

- Bien, ahora vamos a ir a los estudios donde en este momento se están filmando tres películas distintas. Vuelvo a decir que ésta es la parte "fuerte" de la visita y como digo, es posible que alguien no pueda soportarlo así que si alguno quiere echarse atrás está aún a tiempo..... ¿Nadie? Muy bien síganme.

En el camino a los estudios, el grupo tuvo que recorrer buena parte del campo, de hecho, cuando se encaminaban hacia los estudios oyeron un lejano lamento de mujer. Julia lo reconoció perfectamente y consultó su reloj.

- Debe ser 27 que ya estará sufriendo sus primeros calambres. Lógico pues calculo que lleva casi una hora colgando de la cruz. Vamos hacia allá.

El grupo siguió andando guiado por los gritos y gemidos de 27, hasta que finalmente a lo lejos vieron la escabrosa escena. Una figura humana colgaba de una cruz de madera y no dejaba de debatirse. Los gritos desesperados y quejas de 27 siguieron y siguieron hasta que ella se dio cuenta de que tenía visita.

- Bajadme, por favor, bajadme de aquí, les dijo a los visitantes, no puedo más. Piedad, ama Julia, no volveré a hacerlo, por favor.

27 se estiraba y retorcía los miembros de su flexible anatomía intentando aliviar en vano sus sufrimientos. Para ese momento tenía agarrotados brazos y piernas y tenía intensos dolores en la espalda. Markus aún no la había flagelado, pero había colocado dos pinzas de cocodrilo en los labios de la vagina y los había enganchado por medio de unas gomas muy tensadas al dedo gordo del pie. Esto provocaba que cada vez que 27 se removía o agitaba se hería ella misma entre las piernas. Lógicamente la chica lloraba de dolor.

Como había previsto Yuka, 27 había sido crucificada en una crux hummilis. La cruz no mediría ni dos metros de alta y en ese momento 27 permanecía crucificada en la postura favorita de Markus, colgando de las muñecas con los brazos muy estirados en forma de "y" griega y las piernas dobladas como si estuviera en cuclillas. Era una postura muy estudiada que tendía a agolpar la sangre en las piernas y estiraba el torso de la esclava dificultando su respiración. Sin embargo, le permitía un cierto alivio si conseguía auparse sobre sus piernas. Sólo que teniendo como tenía los labia pinzados con aquellas odiosas pinzas de cocodrilo, cada vez que intentaba incorporarse, 27 veía las estrellas.

La joven apareció ante los visitantes muy nerviosa y respiraba a bocanadas cortas interrumpidas por lamentos del esfuerzo de estirar todo su cuerpo hacia los lados y cambiar de postura continuamente.

Delante de la cruz había una manta tirada en el suelo, en la que se disponían en desorden diversos instrumentos y cachivaches que Markus había traído para torturar a 27. Precisamente el verdugo había pedido a Yuka que le ayudara con el instrumental y ésta aceptó, de manera que tras limpiar, engrasar y ordenar diversos tipos de látigos sobre la manta, la pequeña nipona se estaba afanando en limpiar unas agujas hipodérmicas en alcohol y colocarlas en una caja al lado de una vela.

Ignorando el sufrimiento de 27, a la que de vez en cuando se atrevía a observar tímidamente, Yuka siguió ayudando metódicamente al verdugo sospechando que esos mismos instrumentos de martirio serían utilizados sobre su propio cuerpo al día siguiente.

- Hola ama, dijo levantando la cabeza cuando Julia y los demás se acercaron a ella. Entonces puso la postura de sumisión pero manteniéndose de rodillas.

- Sigue con lo que estabas haciendo. Bien, aquí tenéis a 27, no sé qué tiene la cruz que acentúa la belleza del cuerpo humano, pero viendo sus contorsiones ahora me parece que 27 tiene un cuerpo más bonito.

Al ver que Julia empezaba a hablar, Markus amordazó a la mujer de la cruz para que sus quejas no le molestaran en sus explicaciones .

- Gracias Markus. ¿Cuánto tiempo crees que aguantará la puta antes de desmayarse?.

- Hombre, no había pensado inyectarle ningún estimulante, pero la chica es fuerte y creo que durará al menos cuatro o cinco horas antes de perder completamente el sentido.

- Sólo lleva una hora y ya veis cómo sufre, o sea que podéis imaginar el suplicio que le espera. Supongo que eso os servirá como advertencia.

- ¿Podemos tocarla?, dijo uno de los chicos feos del grupo.

- Sí, por supuesto, pero nada de follártela. La puedes masturbar si quieres pero que no se corra sin mi permiso.

Los tres chicos se sonrieron entre sí y se acercaron a tocar a 27.

Entretanto Julia siguió con sus explicaciones.

- Como veis, 27 está sufriendo un tormento atroz porque ha desobedecido una orden, sin embargo, quiero que quede claro que en todo momento, cualquier amo o ama puede aplicar o mandar aplicar a una esclava el castigo que desee, por puro capricho o con razón justificada, eso es lo de menos.

Julia se acercó a la chica japonesa y le acarició la cabeza como si fuera una perrita.

- Así, por ejemplo, si firma el contrato de esclavitud, nuestra pequeña Yuka sufrirá mañana un tormento análogo y si conozco bien a Markus, mucho más duro y cruel que el que está experimentando 27.

Markus hizo como que no oía.

- Oh sí, con ayuda de un cóctel de estimulantes puedo prolongar la crucifixión de la chica japonesa diez o quince horas. Tiene un cuerpo pequeño y flexible y podrá auparse en la cruz con poco esfuerzo.

Yuka se volvió a excitar y avergonzar de que hablaran con tanta frialdad de su propio castigo y se refugió otra vez en la limpieza del instrumental de tortura.

Junto a las agujas hipodérmicas de tres centímetros también había pinwheels, pequeñas pesas con pinchos y consoladores para el coño y para el ano con superficie lijosa y abrasiva. En otra caja había un generador eléctrico y varios cables enrrollados junto a pinzas y dildos diversos así como una buena colección de pinzas: de la ropa, de cocodrilo, etc.

Yuka cogió una pinza de cocodrilo y disimuladamente se la cerró en la yema de un dedo. Le hizo tanto daño que se mordió la lengua para no gritar. ¡Y allí había como cincuenta pinzas de esas para ponérselas por todo el cuerpo!. Entonces cogió otra caja y abriéndola vio dentro otras agujas, esta vez de quince centímetros de largo. Las agujas eran muy puntiagudas y todas tenían mango de madera. Algunas estaban ennegrecidas y ensangrentadas a tramos. La joven asiática cogió una con la mano temblorosa y antes de meterla en alcohol oyó a Markus que decía.

- Limpia bien esas agujas, no quiero provocarte una infección en esos bonitos pechos.

Yuka comprendió por fin. Involuntariamente se llevó las manos a los pechos, y se mareó. Y sin que nadie se diera cuenta empezó a mearse de gusto y a tener un orgasmo que ella intentó disimular como pudo.

- Mh,...mmmhh, mmmhhh..

Los gritos de 27 le sacaron por fin de su ensimismamiento.

- Eh qué hacéis, esa puta se va a correr y no tiene permiso para ello.

Los chicos se vieron sorprendidos por la voz autoritaria de Markus y apartaron las manos de 27. Uno de ellos tenía los dedos de la mano manchados de flujo vaginal. Seguramente esos tres chicos fofos y freakys jamás habían tenido la oportunidad de acariciar a una mujer desnuda y desde luego nunca a una tan bella como 27, así que es normal que se entusiasmaran con su coño y de hecho casi le provocaron un orgasmo a base de tocarlo y acariciarlo.

- ¿Y tú, puerca?, ¿te ibas a correr sin permiso?, dijo Markus desenrrollando un látigo. A un gesto del verdugo, los chicos se apartaron unos metros, y un sonoro latigazo restalló sobre el cuerpo de 27.

- MMMMMMhhhhh.

El grito fue acompañado de un segundo latigazo y éste de un tercero.

- Así aprenderás

27 se retorcía ahora intentando evitar los golpes y su cuerpo realizaba una involuntaria danza en péndulo a uno y otro lado de la cruz.

Chass, chass, chass. Tres marcas rojas aparecieron sobre el vientre de 27, y luego otras tres a lo largo del muslo, otras tres en el trasero y tres más le cruzaron las dos tetas. El experimentado Markus era metódico dando latigazos.

- Noo, pod fav.....mmmhh,,, MMMMhhh. La esclava cerraba, los ojos derramando lágrimas y babas y cuando el dolor se lo permitía pedía piedad desesperada.

Todos los miembros del grupo se quedaron quietos, pero especialmente las chicas sintieron una profunda excitación, especialmente las que nunca habían visto una flagelación tan de cerca.

Yuka se levantó y se quedó muy quieta a pesar de que le entraron ganas de masturbarse para repetir su orgasmo.

Julia se acercó a ella.

- Mira cómo sufre ¿Aún deseas que ese cerdo de crucifique mañana?.

Yuka no le respondió

- A ti te hará eso y cosas peores. ¡Quince horas sufriendo en la cruz así!. Ni Jesucristo sufrió tanto como vas a sufrir tú mañana muchacha. ¿Lo has pensado bien?. Aún estás a tiempo de no firmar....

Yuka se quedó un rato mirándola y dudando y afirmó lentamente con la cabeza.

Julia la dejó por imposible

- Markus, estaríamos aquí horas disfrutando del espectáculo pero aún nos quedan muchas cosas que ver.

- Ven Yuka despídete de tu amo.

La joven nipona adoptó la postura de sumisión.

- Adiós amo, esperaré ansiosa a que vengas a buscarme.

Markus ni le contestó, sino que siguió entretenido con el látigo.

A medida que el grupo se alejó hacia los estudios el ruido del látigo y los lamentos de 27 fueron cada vez más tenues y lejanos

- Pobre muchacha, comentó Daisy, no se lo merece.

- Sí se lo merece, dijo de repente Nicole, la esposa del matrimonio, es sólo una esclava.

Las chicas que la oyeron se quedaron pegadas.

- Eres una hija de puta, dijo Star, ojalá te lo hicieran a ti.

Julia ignoró estas discusiones y siguió haciendo de guía.

- "Campo de esclavas" está preparado para llevar a cabo muchas grabaciones a la vez, sobre todo al aire libre, pero por razones obvias preferimos grabar en estudio. A este respecto hay tres platos en funcionamiento permanente.

- El primero que vamos a ver simula una especie de garaje o hangar medio oxidado en la línea de los escenarios que se utilizaban en Insex. Y de hecho, en él se graban peliculas tipo Insex. El sistema siempre es el mismo, uno o varios verdugos se encierran en el plató con una chica (más raramente con dos) y allí ponen un reloj de cocina para marcar una hora de tiempo. Durante ese tiempo la chica ni siquiera tiene que actuar sino solamente soportar lo mejor que pueda los castigos que se le apliquen.

- El espectáculo es en vivo vía internet y, de hecho, los clientes pueden participar en el mismo por una módica cantidad de dinero. Incluso pueden interactuar sugiriendo en un chat diversos tipos de castigos y ataduras para que se apliquen a la esclava sobre la marcha.

- Pero, mejor veamos cómo lo hacen.

El grupo entró en el estudio, pero no pudo acceder hasta el interior, pues en ese momento estaban grabando y tuvo que verlo todo tras un cristal insonorizado.

En ese momento una pelirroja alta estaba siendo salvajemente atormentada por un sólo tío de unos cincuenta años y lógicamente ella gritaba desesperada. No hay que decir que la esclava estaba maniatada y desnuda como había venido al mundo mientras el verdugo estaba totalmente vestido, todo de negro con pantalones oscuros y un jersey también negro de mangas largas y cuello alto.

El verdugo actuaba sobre la joven con tranquilidad y sin aspavientos administrando el dolor fría y científicamente, completamente insensible a los gritos de dolor de ella y a sus insistentes peticiones de piedad.

La tortura consistía en ese momento en una combinación de tormento de senos y canning. La joven era guapa pero su cuerpo no era ni mucho menos perfecto, era de caderas anchas y tenía unos pechos grandes y caídos, no eran unos pechos bonitos pero sí muy adecuados para "trabajar sobre ellos".

Ella tenía que permanecer de pie, "temblando" en equilibrio con la planta de los pies descansando sobre la cúspide curvada, casi puntiaguda, de varios conos de madera. Estaba atada de pies y manos, con los brazos en la espalda atados a la cintura y los tobillos juntos.

El verdugo había colocado unas cintas de cuero en la base de los pechos de la chica y los había apretado con una correa hasta que los pechos semejaban globos azulados y los pezones se proyectaban como dos pitones puntiagudos. Entonces unió las dos correas entre sí por una cadena y enganchó ésta a otra cadena que colgaba del techo.

El resto fue fácil, el verdugo tiró de la correa y la pelirroja quedó medio colgando de sus tetas con el torso curvado hacia atrás y las plantas de los pies descansando inestables sobre los conos.

Podemos imaginar el tormento de la chica dividida entre cargar el peso de su cuerpo en los pechos o en la planta de los pies. El verdugo la mantuvo en esa posición el tiempo suficiente para que ella se desesperara sin conseguir ningún alivio, llorando y quejándose continuamente.

Además, el verdugo añadió a esto otros refinados entretenimientos como pasar lentamente un afilado pinwheel una y otra vez por la tersa piel de los pechos y especialmente por las enormes aureolas de los pezones o por el centro de éstos. A medida que el pinwheel recorría la tersa piel azulada de sus pechos la joven gritaba y sollozaba como si el tío le estuviera desollando. El verdugo estuvo un buen rato entretenido con eso, tras eso dejó el pin y directamente se puso a clavarle decenas de chinchetas en las tetas. La víctima no dejaba de llorar y babear y le hubiera dejado sordo con sus gritos si no hubiera sido convenientemente amordazada.

Repentinamente alguien pidió en el foro de internet que la joven fuera caneada en el trasero y en las piernas y en eso estaban precisamente cuando llegaron las visitas.

Para canearla el verdugo utilizó una vara flexible de fresno que utilizaba con bastante fuerza y decisión. El hombre le aplicába un varazo cada cinco o seis segundos que era respondido por un lastimero alarido de la esclava. Los golpes hacían aparecer inmediatamente verdugones horizontales y paralelos en las nalgas y en la parte posterior de los muslos, pero cuando éstos quedaron llenos de rayas rojas y moradas, el verdugo siguió con los gemelos, los tobillos, el empeine de los pies y la parte anterior de los muslos.

Julia sonreía sádicamente y sentía envidia del verdugo y del placer que estaba experimentando por atormentar tan cruelmente a esa desdichada. No obstante en ese momento le reconfortó pensar que Ingrid tenía unos pechos aún más abultados y mucho más bonitos que Julia podría atormentar a placer al día siguiente. ¿El día siguiente?, no podía esperar tanto, tenía que pedir al director que le permitiera llevarse a Ingrid esa misma noche a la casa grande.

Esto lo pensó mirándola a los ojos y después a las tetas lo que hizo que la chica danesa se protegiera instintivamente los pechos cruzando los brazos por delante. Julia tenía la habilidad de transmitir lo que pensaba sólo con su mirada, e Ingrid no era ninguna ingenua o sea que al ver lo que ese bestia le estaba haciendo a la pelirroja, se hizo una idea de lo que le esperaba a ella misma en manos de un ama sádica como Julia.

De hecho, Julia también sorprendió a tres o cuatro chicas más que estaban haciendo lo mismo en ese momento y sin quererlo se protegían sus pechos cruzando delante los brazos. Otras más torcían el gesto o directamente apartaban la mirada de la tremenda escena de tortura que se estaba desarrollando delante de sus ojos.

No obstante Julia advirtió que alguna no tenía exactamente esa actitud, en concreto Marsha. Al contrario, la bella joven se estaba acariciando los pezones disimuladamente por encima de la camiseta.

- ¿A alguna de vosotras le pone cachonda esto?. Dijo de pronto

Marsha se sobrasaltó por la pregunta de Julia y dejó de acariciarse como una niña a la que le pillan comiendo golosinas.

- Postura de sumisión esclava, ¡ahora!.

Marsha obedeció y al realzar las tetas sus pezones la delataron, pues los tenía muy crecidos y excitados.

Julia se acercó a ella y lentamente le levantó la camiseta con una sonrisa cruel.

- Joder muchacha, tienes los pezones arrugados como pasas.

Julia le dijo eso acariciando los pezones de la joven con la punta de su fusta de cuero.

Marsha cerró los ojos y se estremeció entreabriendo los labios.

Ingrid la miró con odio y con envidia.

- Dime esclava , le dijo Julia bajando otra vez su camiseta. ¿Te cambiarías ahora mismo por esa tía de ahí dentro?

Marsha respondió desafiando y provocando a Julia...por si había suerte.

- Sí, creo que sí me cambiaría por ella, pero yo no gritaría tanto.

Esta afirmación la oyó Malasaña, un sádico verdugo hispano que esperaba su turno para la siguiente sesión y que intervino de improviso.

- ¿De modo que no gritarías? Ven aquí que quiero verte bien.

Marsha no pudo evitar que Malasaña le cogiera de la mano y la arrastrara al centro de la sala donde todos la pudieran admirar.

- Mirad qué maravilla tenemos aquí, chicos, nada menos que "Miss Cerda del Campo de Esclavas". ¿Puedes quitarte la ropa para que te veamos mejor?

Marsha miró a Julia como pidiendo permiso y ésta asintió. Sin más Marsha se quitó la camiseta y después se desabotonó la falda mirando a Malasaña con ojos desafiantes. Este ni se inmutó sino que cruzó brazos y piernas mirándola fríamente y calculando lo que podía hacer en una hora sobre ese cuerpo de modelo sin estropearlo demasiado.

Marsha se incomodó de que la mirara así y como no sabía muy bien dónde poner las manos se cubrió su entrepierna, aunque no por eso desobedeció la orden de darse la vuelta que le hizo Malasaña con un movimiento circular de su dedo.

- A ver qué te parece, Julia, dijo Malasaña sin dejar de examinar a Marsha. Te apuesto 500 pavos a que esta tía grita antes de diez minutos de empezar con ella.

- Te conozco muy bien, Malasaña, estará soltando alaridos al de dos minutos.

- Eres una cobarde, está bien, voy a rebajarlo, apuesto a que no aguanta cinco minutos sin gritar y me comprometo a no dejarle ni una sola marca visible en el cuerpo durante toda la sesión.

- No, no, déjalo es una apuesta perdida.

- Lo dicho, eres una cobarde.

- Yo acepto la apuesta.

Malasaña se quedó sorprendido al oír a Marsha.

- Me juego mi veinte por ciento de la sesión a que aguanto diez minutos sin gritar, ...¿eh tío bueno?. Y diciendo esto le puso una mano en el paquete y le dio un pico en los labios.

- ¿Cómo te atreves?

Malasaña reaccionó brutalmente cogiéndola de la melena y obligándola a agacharse tirando bien del pelo.

- Acepto la apuesta zorra, le dijo con rabia a pocos centímetros de su cara. Mañana mismo vendrás aquí y te estaré torturando durante una hora entera. Si aguantas diez minutos sin gritar te pagaré toda la paga que reciba por este servicio. Ahora ya puedes vestirte, ahí tienes tus ropas, le dijo tirándola al suelo.

Marsha no le contestó, y ni siquiera recogió sus ropas, sino que se acercó otra vez hacia Malasaña.

- ¿Puedo deciros algo mi amo?, dijo tras adoptar la postura de esclava.

- Ese tono me gusta más, ¿qué quieres?.

- Sólo quiero pedir perdón humildemente por lo de antes y para demostrarlo me gustaría besar y lamer sus botas.

- Está bien, te lo permito, pero no creas que por eso voy a ser más blando contigo.

Marsha se arrodilló y poniendo los brazos a la espalda se puso a lamer delicadamente las botas de Malasaña.

Éste la miró complacido y permitió que ella se demorara unos segundos lamiendo sus botas.

- Ya está bien, me las estás llenando de babas, le dijo él apartándola con el pie, y entonces salió de allí con una gran erección.

Marsha se vistió por fin feliz de encontrar un tío más sádico que su novio.

- Bueno, y después de esta tierna escena vamos a seguir la visita, dijo Julia resoplando su flequillo.

Mientras salían las rezagadas del grupo aún pudieron ver cómo el verdugo cogió a la pelirroja del plató y quitándole los pivotes de madera de los pies la dejó colgando en vilo de sus propias tetas. La joven gritó y gritó desesperada oscilando como un péndulo hasta que se desmayó.

Entonces Violet, la jovencita de pelo rojo se acercó a Julia.

- Señora, yo también quiero que me traigan aquí.

- ¿Mañana mismo?

- Sí, si es posible.

- ¿Te ha gustado lo que has visto?.

- Me he puesto muy cachonda señora.

- Pues mañana mismo podrás experimentarlo en tus propias carnes, Malasaña se ocupará también de ti

Violet sonrió agradecida.

- Gracias, señora.

Julia levantó la voz.

- En realidad todas las esclavas del campo terminan pasando tarde o temprano por este plató. Hay siete verdugos experimentados aparte de mí misma, y podemos hacer entre doce y quince películas de éstas por día, pues tienen muy buena salida en internet. Eso significa que cada esclava pasa por esta cámara de tortura una vez cada diez días aproximadamente. No obstante hay algunas esclavas muy bellas y masoquistas que gustan tanto al público y a los verdugos que se han convertido en "asiduas". Éstas pasan por estas experiencias una vez cada tres o cuatro días. De hecho, en esta sala contigua tenemos a las chicas que están esperando a que empiece su sesión.

El grupo entró y más de uno se quedó con la boca abierta al ver a cinco chicas colgando boca abajo del techo como si fueran murciélagos. Todas estaban maniatadas y amordazadas, y nadie parecía ocuparse de ellas.

Julia se acercó a una de ellas y le hizo oscilar como si fuera una res colgando en la carnicería.

- Aquí esperan su turno las siguientes esclavas una media de dos o tres horas así colgadas. Ya habréis comprobado que en este campo no tenemos piedad con las esclavas así que hemos puesto un altavoz para que puedan oír cómo gritan y lloran sus compañeras en el plató, aunque no puedan ver lo que les hacen. De hecho, estas desgraciadas ignoran hasta el último momento el tipo de tortura que van a sufrir.

Las mujeres colgadas intentaron decir algo pero sólo se escaparon murmullos incomprensibles de su boca a los que nadie hizo caso.

- No obstante tienen que estar guapas para la sesión, dijo Julia, así que antes tienen que pasar por maquillaje. Por aquí, por favor.

Las esclavas y el público pasaron entre las chicas colgadas sorteando sus cuerpos.

Julia entró en la sala de maquillaje donde en ese momento estaba la siguiente víctima a la que estaban peinando. Era una morena de piel muy blanca que curiosamente estaba vestida con una falda corta de cuadros y una camisa blanca atada con un nudo por delante.

Los demás se sorprendieron de ver a una esclava con ropa.

Julia explicó que a veces se contaba la ficción de que la esclava había sido raptada o había acudido por su propia voluntad al sórdido garaje. Eso permitía añadir algo de tensión sexual al guión, pues el verdugo se ocupaba entonces de ir desnudando poco a poco a la esclava cortando sus ropas con una tijera o una navaja y haciendo así anticipar al público el morbo de la sesión.

- ¡43 te toca, la otra ha perdido el sentido!, dijo una voz, y la chica se encaminó resignada a la sala de tortura.

Tras esto el grupo siguió visitando los estudios.

- Lo que habéis visto tiene mucho público y sacamos bastante de ello pero en el Campo nos enorgullecemos sobre todo de nuestras superproducciones, sobre todo las de temática histórica. Se trata de proyectos ambiciosos y de gran calidad en los que siempre vamos a más. Son menos rentables pero es una de las cosas que nos diferencian de los demás.

- Bueno, quizá ciertos proyectos sean un poco exagerados. Por ejemplo, Markus está obsesionado desde hace tiempo con filmar una película de hora y media basada en un cuento de Jacques Lapin titulado "La llegada". Se trata de una historia de la antigua Roma en la que hay que crucificar nada menos que a 150 esclavas, o sea, a todas las del campo. Es una locura y tendríamos que contratar a personal extra así que no podrá hacerse.... Bueno quizá se conforme con crucificar a cincuenta esclavas, se lo sugeriré así..... Sin embargo, también hay otros proyectos que de hecho, se están llevando a la práctica.

- Así, por ejemplo hemos sacado unas películas con formato de documental dramatizado sobre los métodos de tortura a lo largo de la Historia de la Humanidad. Creo que hoy están grabando uno dedicado a los "Suplicios Chinos". Vamos a verlo.

Al acceder a la sala contigua al estudio de grabación, los visitantes no pudieron evitar un murmullo de admiración y sorpresa, pues el decorado era espectacular y muy colorista. Este representaba un edificio chino medieval en forma de pagoda, delante del cual se encontraban más de veinte extras que hacían de soldados, pueblo, jueces, ayudantes y verdugos, todos vestidos con aparatosas ropas de época Evidentemente, entre éstos había extras y actores de rasgos chinescos, pero por supuesto no podían faltar las ocho esclavas chinas que había en ese momento en el Campo y que para contrastar con el resto estaban desnudas y maniatadas.

Lo que se escenificaba en ese momento era cómo los verdugos torturaban a cuatro de ellas para hacerles confesar algo, mientras las otras cuatro esperaban su turno llorando, arrodilladas en el suelo delante del juez con un cepo de madera cuadrado que aprisionaba su cabeza y brazos.

Cada una de las cuatro chicas que estaba siendo interrogada estaba siendo sometida a una tortura diferente. Una tenía todo su cuerpo colgando en vilo de su cuello sostenida por la mandíbula mediante dos listones de madera. De la cabeza y el cuello colgaba el resto de su cuerpo al que además habían colgado sacos de arena. Evidentemente, el estiramiento de las vértebras del cuello debía proporcionar unos dolores terribles a la mujer como revelaba su gesto crispado.

A unos pocos metros había otra chica que estaba siendo sumergida boca abajo en una cabina transparente llena de agua. Los espectadores observaron conteniendo el aliento cómo la joven permanecía con la cabeza bajo el agua más de dos minutos debatiéndose angustiada por respirar. Después la subían tosiendo y expulsando el agua, y rápidamente era otra vez sumergida.

Otra chica estaba siendo obligada a rotar como un cilindro sobre una cama llena de pequeños pinchos

Sin embargo, era la cuarta la que se estaba llevando la peor parte pues estaba sentada en una silla y le habían atado los dedos de las manos a las abrazaderas de la silla de manera que un verdugo le iba introduciendo bajo las uñas astillas de bambú.

- En este caso, dijo Julia, las torturas son reales aunque sea una película. Fijaos por ejemplo cómo la de las astillas tiene el rostro desencajado de dolor. Estas películas han sido muy elogiadas por su realismo, sin embargo, no siempre puede ser así. De hecho, en el guión de esta misma película pone que el juez condena a las ocho a morir mediante el "suplicio de los mil cortes".

- ¿Qué es eso?.

- Es un tipo de tortura refinada que han aplicado los chinos hasta el siglo XX y que en mi opinión sólo ha sido superada en crueldad por brutalidades tales como el Toro de Faralis, el desollamiento en vivo o por la inmersión de la víctima en un líquido hirviendo.

- Para el "suplicio de los mil cortes" se atará a las chicas a cruces en aspa. Entonces el verdugo cogerá una navaja muy afilada e irá cortando trozos pequeños de carne a la víctima hasta que esta muera. Como podéis imaginar, el proceso puede alargarse durante horas y es realmente atroz. Evidentemente, aquí no vamos a cortar a las chicas en trocitos, sino que recurriremos a efectos especiales, maquillaje y montaje.

- Sin embargo, no podemos esperar que la víctima actúe de manera convincente como si realmente le estuvieran aplicando el suplicio, por ello mientras se simulan los cortes hay que torturarla de verdad, ....pero de otra manera.

- ¿Y cómo se hace eso?, dijo Shirley con el corazón latiendo a todo trapo.

- No es tan difícil, se puede usar una fuente de calor que se pueda activar con una resistencia eléctrica o con descargas eléctricas aplicadas directamente, depende del tipo de reacciones que se quieran conseguir en la víctima. Lo único difícil es ocultar los dispositivos a la cámara. De hecho, lo más práctico es introducir a la víctima una resistencia o un dildo electrificado en la vagina o en el ano y disimular los cables. Cada vez que quieres que la esclava grite le aplicas una descarga eléctrica, y si quieres que se lamente continuamente, lo mejor es una resistencia e irla calentando poco a poco. El resultado es bestial. Bueno ¡que os voy a decir! ya tendréis ocasión de comprobarlo vosotras mismas cuando protagonicéis una de estas películas.

Ni que decir tiene que la escena de las torturas chinas dejó a las mujeres aterrorizadas y esta vez ninguna se presentó voluntaria para protagonizar semejantes, escenas. Tampoco hacía falta, pues en el tiempo que estuvieron en el campo todas sin excepción tuvieron que pasar por experiencias semejantes.

En el siguiente estudio se estaba grabando una película de estética medieval muy poco original. Lo típico en estos casos: una sórdida mazmorra y un enorme potro de tortura en el centro sobre el cual se encontraba atada la actriz que representaba a la víctima. Rodeándola había cuatro verdugos encapuchados y calzados con botas altas pero por lo demás completamente desnudos como ella.

Era evidente que los habían elegido por sus cuerpos fornidos y esculturales y por las enormes trancas que calzaban. Los tipos tenían unos torsos musculosos de amplios pectorales depilados que brillaban que daba gloria verlos, el vientre musculoso y el trasero respingón y musculoso. Esta vez las chicas del grupo empezaron a ponerse cachondas de verdad con tanto chulazo en pelotas.

- Supongo que esto os gusta más ¿verdad?, dijo Julia. Puedo oler desde aquí vuestros coños empapados. Alguna de nuestras esclavas ha tenido tanto éxito que ya se ha convertido en una auténtica pornstar del BDSM, dijo Julia. Este es el caso de Bobbi que es la chica que se encuentra sobre el potro. Bobbi se ha reenganchado cuatro veces, de manera que lleva ya cerca de un año en el campo. Sólo tres o cuatro chicas llevan tanto tiempo con nosotros y ninguna se ha hecho tan famosa.

Bobbi era una morena de melena rizada, era guapísima y tenía unos preciosos ojos castaños. En ese momento todo su cuerpo estaba estirado en el potro, tensionado al límite de brazos y piernas. Su delgado y flexible cuerpo brillaba bañado por la luz cambiante de las antorchas y flotaba en vilo a diez centímetros por encima de la tabla.

- Ese nivel de estiramiento es real, comentó Julia, no creáis que es fingido. En una ocasión a una chica le estiraron tanto en el potro de tortura que se pasaron y le desencajaron un hombro. Hubo que parar y tuvo que intervenir el médico para volver a encajárselo. Tras accidentes como éste solemos tener más cuidado, pero estoy segura que en este momento a Bobbi le han estirado tanto los músculos de su cuerpo que le cuesta incluso respirar.

Efectivamente el cuerpo de Bobbi estaba tan estirado que todos sus huesos y tendones se marcaban perfectamente a través de su piel brillante de sudor y marcada de latigazos y pequeñas quemaduras. Como había dicho Julia, Bobbi respiraba con mucha dificultad, angustiosamente, mientras dos verdugos resoplaban apretando aún más las ruedas del potro.

- Yo creo que lo que no le deja respirar es ese pedazo de polla que tiene metida en la boca, dijo el hombre cincuentón

Julia se sonrió.

- Sí eso tampoco ayuda.

Efectivamente, aparte de estirada al máximo, y con la cabeza doblada hacia atrás, Bobbi estaba siendo penetrada por dos pollas descomunales, por la boca y por el coño a la vez. Los dos verdugos bombeaban adentro y afuera, adentro y afuera sobre los dos extremos de su cuerpo, una y otra vez como si ella estuviera empalada en un enorme falo.

Esta vez todas las candidatas a esclavas sintieron una inmensa envidia de Bobbi y todas sin excepción desearon estar en manos de esos cuatro cachas que estaban dándole caña a una mujer sola. Las chicas hicieron serios esfuerzos por no masturbarse allí mismo.

En pocos segundos uno de los verdugos sacó la polla de la boca y regó con su semen la cara de Bobbi. Esta empezó a gemir sonoramente y de repente soltó un alarido cuando uno de los verdugos le atrapó un pezón con las tenazas y se puso a retorcerlo.

- Aaaaaaaggghh

- Habla de una vez, confiesa que intentaste envenenar al rey.

- No, no lo hice, ¿por que no me creeis?.

- Ayyyyyy no aaay, por favor, eso no

La chica volvió a gritar cuando le atenazaron el ombligo y se lo retorcieron hasta que salió una pequeña gota de sangre.

- ¿Veis que buena es?, dijo Julia, es capaz de recordar el diálogo y actuar incluso cuando la atormentan de esa manera.

- No, no, no eso no, piedad yo no he hecho nada.

Bobbi gritaba ahora al ver cómo un verdugo sacaba un hierro al rojo de un brasero. Y cuando el verdugo se lo acercó al costado gritó histéricamente.

- No, NO, NOOOO

El grito terminó en un largo y lastimero alarido en el cual todo el cuerpo de la joven tembló como si le estuvieran administrando una descarga eléctrica, al final de unos interminables segundos Bobbi enmudeció y su cabeza cayó muerta.

- Se ha desmayado, dijo un verdugo agarrándola del cabello mojado.

- Despertadla con agua fría, dijo otro, habrá que empezar otra vez..

Esta vez Shirley intervino.

- ¿Hierros al rojo vivo? ¿es que están ustedes locos?.

- Es un truco, periodista, aquí no quemamos a nadie con hierros candentes, a lo sumo utilizamos pequeños punzones o agujas con la punta incandescente. Sepa usted que los hierros sólo se utilizan en casos excepcionales.

Entretanto, en el estudio los verdugos estaban destensando el potro y a medida que lo hacían, el cuerpo de la joven se depositaba sobre la tabla.

- ¿Se, se ha desmayado de verdad?, se atrevió a preguntar Star.

- Seguramente, igual se han pasado un poco con la descarga.

Inmediatamente los verdugos lanzaron un balde de agua fría sobre la muchacha y Bobbi se despertó desorientada.

Uno de los verdugos esgrimía una pera vaginal.

- Habla de una vez si no quieres que usemos esto.

- Os he dicho que no he hecho nada, ¿es que nadie va a creerme?.

- Pues ya que no va a hablar al menos que su boca sirva para algo.

Otro verdugo le agarró del pelo y le metió su verga hasta la garganta.

- Bueno ya hemos visto bastante, dijo Julia, y ya se está haciendo muy tarde.

Los visitantes estaban terminando la visita y estaban más que impresionados por todo lo que habían visto. Shirley intentó sacar sus propias conclusiones pero estaba confusa. Por un lado las esclavas eran humilladas y tratadas brutalmente de forma constante y gratuita. Cuando las torturaban todas gritaban y lloraban, sin embargo ninguna excepto Angelica se arrepentía de nada. Algunas incluso como Yuka o Marsha habían pedido expresamente pasar por uno de esos horribles suplicios sin más tardanza.

La periodista no entendía nada, pero su curiosidad era mucha, así que tendría que profundizar más o el reportaje no valdría gran cosa.

Sumergida en estos pensamientos Shirley no se dio cuenta de a dónde le guiaban sus pasos. Por eso se llevó una sorpresa cuando de repente vio lo que tenía delante.

- Y aquí tenéis a las "esclavas condenadas" oyó decir a Julia.

Enfrente mismo se erguía lo que a primera vista parecía un horrendo patíbulo. Efectivamente se trataba de una plataforma situada a casi dos metros de altura sobre la que había varios postes y en tres de ellos había tres mujeres arrodilladas y encadenadas por el cuello y los brazos. Las tres tenían la espalda y el trasero horrendamente despellejados por el látigo signo de que habían sufrido una cruel flagelación. Estaban amordazadas y aparentemente resignadas a su suerte de modo que ni se inmutaron al ver a los visitantes.

- Os traigo aquí precisamente para que os sirva de advertencia, esclavas, dijo Julia. Estas tres han sido desobedientes y han incumplido gravemente las reglas del campo.

- ¿Qué han hecho exactamente?, preguntó Shirley horrorizada de ver las marcas del látigo en la espalda.

- Esas dos han intentado escapar del campo y esa otra ha sido sorprendida masturbándose, por eso están siendo castigadas y por eso lo seguirán siendo en los dos próximos días, el tribunal ya ha dictado sentencia.

- ¿Qué les va a ocurrir?

- Por lo pronto ha quedado anulado el contrato que firmaron, pero para resarcirnos de los daños que han causado, su estancia en el campo se prorrogará otros tres meses y esta vez sin cobrar nada. Además, dentro de dos días sufrirán un tormento especial a la vista de todas las esclavas del centro para que sirva como ejemplo.

Julia explicó en qué consistiría el castigo con todo lujo de detalles disfrutando del efecto que sus palabras producían en las candidatas a esclavas

- Primero se les torturará de varias maneras en público y después se les colocarán anillos de hierro en clítoris y pezones con agujas al rojo vivo y sin anestésico de ningún tipo. Por último serán marcadas con la palabra "esclava" en la parte superior del trasero con un hierro candente.

Muchas de las chicas se estremecieron de horror al oír esto pero ninguna dijo nada. Si alguna tenía dudas, lo de la condena tendría que convencerla para no firmar. Eso al menos pensaba Shirley. ¿O no era así?

-Muy bien, añadió Julia. Y si nadie tiene más preguntas doy por terminada la visita. Agradezco a los visitantes su presencia y les recomiendo que terminen su estancia en nuestro prostíbulo, también tienen la tienda donde pueden adquirir películas con un diez por ciento de descuento.

La gente agradeció a Julia y se fue marchando.

- Y vosotras, esclavas, seguidme, ha llegado el momento de firmar.

(continuará)

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