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El Penal de los Lamentos 27

en Sadomaso

En el momento en que el alcaide y su prisionera salían de las mazmorras hacia el patio de la prisión pudieron oír el característico sonido del látigo y los gritos de una mujer que estaba siendo fustigada y cuyo eco rebotaba contra las desnudas paredes de los muros oyéndose claramente por todo el patio. Evidentemente se estaba llevando a cabo la flagelación diaria del Penal y las presas formaban en líneas regulares todas derechas, sin mover un músculo y asistiendo en silencio y disciplina al castigo.

El alcaide aguzó la vista al ver la figura de la joven rubia que estaba siendo flagelada sobre el patíbulo.

- Ah, es esa niña tan guapa del colegio que vino con la carta del director.

Efectivamente esa vez le había tocado precisamente a Lara que a pesar de que ya llevaba tres días entre los muros de la prisión acababa de  ingresar formalmente en la misma y lógicamente se le había condenado a recibir la flagelación de rigor que todas las internas debían sufrir el mismo día en que entraban en el Penal.

- Vaya, dijo el alcaide sorprendido, eso sí que es una novedad.

Alina miró hacia el patíbulo y vio a la pobre Lara atada de brazos y piernas al potro y con el cuerpo lleno de marcas de latigazos y brillante de su propio sudor. Esta vez no había sido Sánchez ni ninguno de los otros verdugos  el que había administrado los latigazos sino dos chicas semidesnudas que llevaban en ese momento unas botas de cuero largas, capuchón de cuero y arnés de cintas de cuero y anillas. Se trataba de Hanna y Patricia, las antiguas compañeras de colegio de Lara, que por idea feliz del juez se habían convertido en sus improvisados verdugos.

Una vez terminada la flagelación, los guardianes soltaron las ligaduras de Lara y ésta cayó desfallecida al suelo jadeando y en un baño de sudor, babas y lágrimas.

- Hola señor juez, dijo el alcaide que llevaba tras de sí a

Alina de la correa. ¿Es esto idea suya?

- Sí alcaide, como ve esas dos tienen madera de verdugo, no hay más que ver cómo le han dejado el cuerpo a esa pobre chica.

- Sí, dijo el director del colegio que también estaba presente, se ha perdido una escena ciertamente excitante alcaide. Tenía que haberle visto cómo gritaba y suplicaba la pobre muchacha, pero no ha perdido el sentido en ningún momento, a pesar de su frágil aspecto se nota que está en buena forma ¿Qué harán ahora con ella?, preguntó impaciente.

- La costumbre es llevarla al cepo y entregársela a todos los guardias de la prisión para que hagan con ella lo que quieran. Esta vez hay tortas para follársela, no me extraña con lo buena que está la niña.

Las propias Hanna y  Patricia la habían obligado a bajar del patíbulo y traían a Lara de los pelos y dándole empujones y puntapiés.

- Camina puta, ya verás la que te  espera ahora, ja, ja vas a hincharte a pollazos, le decía Patricia dándole de patadas.

- Un momento, ordenó el alcaide, traédmela aquí.

La pobre Lara compareció así ante el alcaide con el rostro cubierto de lágrimas y el cuerpo lleno de marcas de latigazos. La joven reaccionó tapándose sus vergüenzas pudorosamente ante esos tres hombres.

- Dime pequeña, dijo el alcaide, ¿se te ha curado ya el resfriado?. Y todos rieron.

- Por favor, señor, no me hagan más daño, por favor, soy, soy inocente, y la pobre muchacha se echó a llorar.

- Señor juez, dijo el director del colegio siguiendo con su fingimiento, quiero pediros que en la medida de lo posible se preserve a esta inocente criatura de la lujuria de los guardias, comprendo que tengais que seguir el procedimiento, pero tened en cuenta aún es muy inocente y virginal para que los hombres la tomen de esa manera tan brutal.

- Tenéis razón señor director, dijo el juez. Pero si dejamos lo del cepo  entonces tendremos que continuar con los castigos, vea cómo están los hombres,  si no les entregamos a la muchacha me arriesgo a un motín.

- NO, dijo Lara intentando cubrirse más con los brazos, no me castiguen, se lo suplico.

- Escoja usted mismo el castigo de su alumna, señor director, mandaré desocupar una de las cámaras de tortura.

- No, ha dicho usted que no la someterán a tortura hasta dentro de unos días.

- Está bien, entonces  que la crucifiquen aquí en el patio.

- NOOO, eso no.

-  Basta de remilgos lleváosla y crucificadla.  Sus dos compañeras seguirán torturándola después en la cruz.

Hanna y Patricia se llevaron a la llorosa joven hasta donde estaban las cruces de madera. Allí había varias cruces bajas enhiestas pero el alcaide sugirió usar una cruz alta para que todas las presas pudieran verla bien desde cualquier esquina del patio.

La cruz en cuestión estaba en ese momento en el suelo en espera de su víctima y Lara la miró con aprensión. Insistiendo en taparse dirigió una mirada de angustia al Director, pero éste no podía ni quería hacer nada  por ella.

- Acuéstate ahí zorra empollona, dijo Patricia.

- No, por favor, no quiero ¿qué vais a hacer?

Patricia le dio una hostia en la cara.

- Te he dicho que te acuestes, ¿no me has oído?.

Y tocándose el carrillo con la mano, la joven Lara se arrodilló llorando al lado de la cruz.

- Venga túmbate y abre los brazos, y como ella se demoró en hacerlo dos guardias la agarraron de los brazos y obligándola se los estiraron brutalmente a lo largo del madero corto.

Mientras la ataban a la cruz de brazos y piernas la joven no dejó de llorar y pedir piedad pero no por eso se la  concedieron.  En pocos minutos Lara estaba crucificada sobre los maderos. Desde el suelo la chica veía un corro de personas rodeándola y todos ellos la miraban con lujuria y deseo deleitándose de su bello cuerpo desnudo. La joven sentía tanta vergüenza que apretó inútilmente sus piernas para ocultar su sexo y viendo cómo le miraban las tetas cerró los ojos de vergüenza y torció la cabeza hacia un lado.

Entre tanto algunos empezaron a hablar de su cuerpo de una manera obscena.

- Mirad la mosquita muerta qué tetas tiene.

- Sí, tiene los pezones duros y arrugados, eso es que está cachonda perdida.

- Quizá prefiera la cruz a que se la follen los guardias, igual es una masoca.

- Abre los ojos zorra, mira lo que tenemos para ti.

Era la voz de Hanna y entonces la joven Lara vio cómo ella y Patricia traían sendos mazos y cada una de ellas un largo clavo negro en la otra mano.

- NOOOOO, NOOO ME CRUCIFIQUEIS POR PIEDAD, SEÑOR DIRECTOR, SEÑOR DIRECTOR TIENE QUE IMPEDIRLO

- Lo siento muchacha, ya ves que no puedo hacer nada, al menos sufre el martirio con entereza.

Entre tanto Hanna y Patricia se arrodillaron junto a las dos manos de Lara esgrimiendo los mazos y los clavos.

- No, no, noooooo os lo suplico, ¿qué vais a hacerme?.

- ¿Tú que crees zorra?, y las dos colocaron las puntas de los clavos en la palma de las manos de la chica.

- No, no así no, dijo el alcaide. Es en las muñecas, no en las manos y arrodillándose a su vez colocó el dedo en el punto exacto de la muñeca derecha. Poned la punta del clavo aquí.

Las dos chicas obedecieron  y colocaron las puntas en el sitio exacto pinchando la carne de de la pobre Lara.

Esta estaba a punto de la taquicardia sudando copiosamente y y pidiendo piedad desesperada.

- No, no, eso no, eso no, no lo hagáis, por piedad, decía venga a llorar.

- Vamos las dos a la vez, a  la de tres, Patricia dijo esto sonriendo a Hanna.

Las dos chicas levantaron los mazos amenazantes.

- Una, dos……y tres.

- NOOOOOO

Y las dos golpearon a la vez con los mazos pero no en la cabeza de los clavos sino en el borde de la madera.

Lara había  cerrado los ojos al gritar pero al no notar dolor los abrió confundida.

- Ja, ja, se ha meado de miedo, dijo Patricia, y todos se rieron pues efectivamente un reguero de orina se deslizaba en ese momento de la entrepierna de la joven mojando la madera de la cruz

- Ja, ja, se creía que lo íbamos a hacer de verdad y se ha meado de miedo, menuda pija.

- Preferirías estar con tu mamá, ¿verdad so puta?

- Venga dejad la broma y poned derecha la cruz, dentro de unas horas lo de los clavos le parecerá lo de menos.

Entonces las dos chicas se apartaron de  ella y dejaron que los guardias se ocuparan de izar la cruz. Para ello tuvieron que emplearse a fondo ocho fornidos guardianes pues al ser tan alta se necesitaba fuerza y habilidad para ponerla derecha.

Lara gritó todo el tiempo aterrorizada pues sentía que su cuerpo se deslizaba por el plano inclinado del madero a medida que iban alzándolo y finalmente cuando la cruz estaba casi erecta sintió como que se caía al vacío. Sólo las sogas que la sostenían al madero lo impidieron

Cuando la base de la cruz entró en el hoyo hecho al efecto una fuerte sacudida golpeó todo su cuerpo y ella volvió a gemir de  nuevo. Los guardianes calzaron entonces la base de la cruz con cuñas de madera y piedras y una vez terminada la operación se alejaron para admirar su obra.

El perfecto cuerpo de Lara quedó así expuesto a la vista de todos con la cabeza a casi tres metros de altura colgando exageradamente de los brazos  y con las piernas ligeramente flexionadas. Esta era una postura estudiada para causarle un atroz sufrimiento a medida que pasaran las horas.

Por el momento la chica miraba desde lo alto de la cruz avergonzada de mostrarse desnuda y totalmente expuesta delante de toda esa gente que no dejaba de mirarla ni reírse de ella. Especialmente se reían de su sexo pelado y húmedo de su propia orina.

Muerta de vergüenza la chica intentó juntar las piernas y ladearlas al tiempo que escondía la cara en uno de sus brazos.

- Pobrecita, mírala qué pudorosa.

- Ja, ja, dejadla un par de horas así, pronto se le acabará el pudor.

En principio a Lara la tendrían colgando de la cruz durante tres o cuatro horas mientras los guardias se follaban a Hanna y Patricia a sus pies. Sin embargo, tras ese tiempo los verdugos prepararían el instrumental de tortura y sus dos compañeras de colegio se ocuparían de atormentarla hasta que ella no pudiera más.

Por eso tras deleitarse unos minutos de la vista de la bella Lara crucificada el alcaide se excitó lo suficiente como para llevarse a Alina a sus habitaciones para entretenerse con ella.

Fue de camino cuando le llamó la atención una inusitada animación entre los guardias de las torres orientales de la fortaleza. Esa parte daba directamente al mar  y las olas rompían con violencia  bajo sus gruesos muros.

De repente se oyó claramente un disparo de rifle.

- Eh ¿qué pasa ahí?

- Alcaide venga, tiene que ver esto, dijo un guardia desde su torre.

- ¿Qué pasa?

- Es el general que está pescando, no se lo pierda.

- ¿Pescando?

- Sí, está pescando tiburones, venga alcaide.

De pronto se oyó otro disparo y a esto siguieron unos aplausos y un coro de voces de aprobación.

- Venga, vamos, y el alcaide subió por las escaleras de una de las torres tirando de Alina que tuvo que seguirle a toda prisa.

Cuando asomaron por la trampilla de la parte superior de la torre una fuerte brisa que venía del mar impactó directamente en el cuerpo desnudo de la chica y le hizo temblar de frío. Sin embargo, la joven tembló también por aquello que vio.

Como decimos, la bahía donde se erguía la fortaleza estaba plagada de tiburones y Alina pudo contar en ese momento no menos de tres enormes escualos gracias a las aletas triangulares que se movían fuera del agua.

De repente vio cómo el general apuntaba con su rifle a uno de los tiburones que se acercaba hacia él a toda velocidad y le metía un tiro en su lomo.

- ¡El muy cabrón usa cebo humano!, exclamó el alcaide.

En ese momento los acompañantes del general tiraron de una pértiga con todas sus fuerzas y sacaron de un tirón fuera del agua el cuerpo de Yulia, un segundo antes de que el enorme tiburón la atrapara con sus fauces.

- ¡Por poco!, dijo el general, y sus acompañantes le rieron la gracia con aplausos y vivas.

- Ese monstruo debe medir tres o cuatro metros de largo, le dijo el alcaide a Alina, si le llega a pillar de lleno le arranca la cabeza a tu amiga.

Alina pudo ver aterrorizada el cuerpo desnudo de Yulia que colgaba boca abajo del extremo de una larga pértiga. En la prisión solían usar esta pértiga para levantar a mano grandes pesos que traían en chalupas o pequeñas barcazas hasta la isla, fundamentalmente  víveres, pero el general le había encontrado otro uso más imaginativo.

Yulia colgaba de sus pies y tenía los brazos atados a la espalda. La pobre muchacha tosía y escupía agua medio ahogada y muerta de terror pues había estado a punto de ser pasto de ese monstruo marino.

- Piedad, piedad, por favor, gritaba desesperada tras vomitar cierta cantidad de agua y cuando pudo recobrar el aliento.

SSSHHAAAACKKK

- AAAAYYYYYY

En ese momento la joven Yulia recibió un latigazo con un látigo de cola metálica que le produjo una herida fina y larga que empezó a sangrar.

- Ahí vuelve, dijo el general apuntando con su rifle al tiburón, metedla en el agua y esta vez apurad hasta el final.

Los hombres volvieron a sumergir la mitad superior del cuerpo de la joven en el agua de manera que ésta se tiñó rápidamente de rojo por la herida del látigo. La sangre atrajo nuevamente al tiburón y éste se acercó a toda velocidad hacia la desafortunada chica, mientras los disparos del general herían inútilmente su gruesa piel.

Esta vez los hombres apuraron efectivamente hasta el último momento  y la joven prisionera se salvó por centímetros de que el escualo la engullera entre sus afilados dientes.

Alina tenía el corazón retumbando en su pecho. Utilizar una mujer viva como cebo para pescar tiburones era cruel y monstruoso.

- Ja, ja, dijo el alcaide acariciando su cuerpo desnudo, es buena idea cazar tiburones con cebo humano. Cuando el general acabe con tu amiga lo haremos contigo.

- No, por favor.

De pronto el alcaide miró a Alina y una sádica idea se le ocurrió de repente.

- No, he cambiado de opinión, en realidad lo del tiburón sería una muerte muy rápida para ti, hay cosas mucho peores como vas a comprobar ahora mismo.

- ¿Qué qué quiere decir?

- Atadla a la horca.

Y dos guardianes la tumbaron en el suelo y tras pasarle las manos atadas bajo sus piernas se las pusieron por delante y las ataron al extremo de la horca situada en el centro de la torre.

- ¿Qué, qué van a hacer conmigo?, dijo Alina temblando de miedo.

- Ahora lo verás, ja, ja. Y tras atarla con los brazos en alto a la horca los guardias le ataron a su vez una gran bola de plomo a los tobillos.

El alcaide se sacó una ballgag del bolsillo y le dijo mientras acariciaba su cuerpo.

- Como te decía, querida, hay algo mucho peor que ser devorada por un tiburón y es ser devorada por pájaros.  Estos no te matan de una sola vez sino poco  a poco.

La joven le miró aterrorizada.

- Las gaviotas y cormoranes que viven en esos acantilados que ves enfrente son muy voraces y tienen unos picos afilados y duros, ¿lo sabías?, y ahora abre la boca, preciosa.

- NO, NO; MMMMHH

Y el cruel alcaide le encajó la mordaza de bola entre los dientes apretándosela bien a la nuca.

La joven siguió protestando histérica pero el alcaide no se alteró lo más mínimo.

- Colgadla, ordenó.

Y girando la horca sobre su eje suspendieron a la pobre Alina fuera de las almenas de la torre y con cuidado  dejaron caer la bola de plomo que lógicamente al caer al vacío estiró el cuerpo de la joven en una dolorosa sacudida.

- MMMMMMHHHH

El dolor en sus articulaciones fue similar al provocado por el potro de tortura y la joven quedó colgada de sus brazos, fuera del muro de la torre con el abismo bajo sus pies y las olas rompiendo contra las rocas más de cien metro bajo ella.

El frío era helador por efecto de la brisa marina y agitaba el pelo de la muchacha que colgaba desnuda y con el cuerpo completamente estirado.

Sonriendo empalmado el alcaide cogió un palo largo trenzado de alambre de espino y le dio varios toques  a Alina provocando pequeñas heridas aquí y allá que pronto empezaron a sangrar. Hecho esto los hombres se apartaron unos metros a la otra punta de la torre y la cosa fue sólo cuestión de unos minutos.

En ese tiempo apareció la primera gaviota que se posó sobre una almena y se quedó quieta a pocos metros del cuerpo de Alina a la que le caían pequeñas gotas de sangre aquí y allá.

La joven vio cómo el pájaro se acercó poco a poco y se puso a gemir y gritar histérica lo cual detuvo al animal unos minutos. De pronto una segunda gaviota se posó en el otro lado, y una tercera empezó a sobrevolar contra el viento y a planear  a pocos metros de la muchacha.

Esta última fue la primera en atacarla y tras un horrible graznido le dio un picotazo en el ombligo. Alina gritó de dolor y se sacudió gritando lo cual espantó al animal.

Pronto otras dos gaviotas se posaron sobre la horca y poco a poco perdieron su timidez pues empezaron a atacar y picotear el cuerpo de la joven que gritaba y se agitaba todo lo que podía.  Al principio esos asquerosos bichos huían ante las reacciones de la muchacha  pero llegó un momento en que los pájaros dejaron de asustarse y se cebaron en su cuerpo.

Lógicamente la chica empezó a gritar de dolor pues era como si le estuvieran hiriendo con mil cuchillos.

Estaban ya cuatro pájaros picoteándola a la vez y causándole heridas y cortes con sus picos cuando el alcaide los espantó con su palo. Si no lo hubiera hecho la joven hubiera sido lentamente devorada por las aves. De hecho ahora tenía algún reguero de sangre más recorriendo su cuerpo.

Alina miró angustiada al alcaide y le pidió piedad tras su mordaza pero como respuesta recibió varios golpes más del palo trenzado de alambre de espinos en sus muslos y en su culo lo cual le provocó nuevas heridas y nuevos gritos.

Hecho esto el hombre volvió a retirarse unos metros para que los pájaros siguieran haciendo su tétrico trabajo.

De hecho esta vez las gaviotas tardaron menos en aparecer y lo hicieron en mayor número. Una docena de ellas se congregó  y menos tímidas que la primera vez se cebaron a placer sobre el cuerpo de Alina mientras ésta gritaba y se agitaba histérica ante la idea de ser devorada por los pájaros. De hecho en un momento dado una gaviota se posó sobre uno de sus  pechos con la clara intención de sacarle un ojo y Alina sólo consiguió salvarlo in extremis cerrando los ojos y apartando la cabeza.

Esta vez lo que salvó a la joven fue un enorme cormorán que   atacó a las gaviotas y las hizo huir entre agitados aleteos y espeluznantes graznidos.

En realidad el cormorán quería toda esa carne para sí solo y una vez espantó a sus competidores clavó su garras palmeadas en el muslo de la joven le metió un picotazo en el culo que le hizo ver las estrellas.

- MMMMMHHH

El alcaide le dejó darle tres o cuatro dolorosos picotazos y volvió a espantar al pájaro. Luego siguió con ese sádico juego una hora más.

Al de un rato volvieron la gaviotas en gran número y luego el cormorán que aceptó compartir con ellas el festín. Sin embargo R. E volvió a espantarlos y entonces aparecieron unos cuervos lo cual le sorprendió mucho.

- Vaya, nunca había visto de éstos por aquí. Seguro que huelen que se van a practicar ejecuciones en el penal.

Si los picos de gaviotas y cormoranes eran destructivos, los de los cuervos eran como navajas como pudo comprobar Alina a la que hicieron varias heridas más graznando como aves del infierno mientras ella gritaba y rogaba por su vida.

El alcaide sabía que los cuervos eran menos escandalosos pero en el fondo más voraces y eficaces. No en vano los asociaba a los cadalsos donde estas aves carroñeras solían devorar los restos de los ajusticiados.

Muy interesado por el trabajo de los cuervos esta vez el alcaide les dejó que picotearan el cuerpo de la pobre Alina un poco más y sólo les espantó cuando ella perdió la consciencia y dejó de gritar y agitarse.

Mientras tanto, a varios metros por debajo se seguían oyendo los disparos del general que por supuesto no consiguió matar al tiburón y cuando se aburrió ordenó que soltaran a Yulia para llevarla a la cámara de tortura donde le esperaba Sánchez con sus agujas candentes.

Asimismo el alcaide ordenó a los guardias que dieran por finalizado el tormento de Alina y que la descolgaran y llevaran a la enfermería para curar sus heridas.

Entre tanto, R.E. se fue a sus habitaciones a dormir la siesta sin ningún remordimiento. Horas después, cuando se despertó el muy sádico, bajó al patio donde Lara seguía sufriendo el suplicio de la crucifixión a deleitarse de su tormento.  

El castigo ya iba para tres horas tiempo suficiente para que la pobre muchacha experimentara las terribles consecuencias del mismo a pesar de su juventud y de que no pesaba mucho.

Al ver al alcaide la joven le dirigió una mirada de angustia y le rogó desesperada que le bajaran de la cruz. De hecho llevaba rogando y llorando un buen rato pero ninguno de los presentes se apiadaba de ella.

No era para menos que la joven rogara piedad de continuo pues Lara sentía en ese momento agudos dolores y calambres en brazos, piernas y espalda. Cada vez le costaba más respirar y tenía una tremenda sed.

Puede que encima de las almenas la brisa marina fuera heladora, pero allí en el centro del patio el sol pegaba de pleno y la sensación térmica estaba cercana a los 35 º centígrados.

De hecho, ya habían permitido retirarse a las reclusas y el escaso público que contemplaba la escena se resguardaba en ese momento del tremendo calor bajo un par de sombrillas.

Hanna y Patricia estaban satisfaciendo oralmente al director del colegio y al juez mientras éstos contemplaban cómodamente sentados el suplicio de la muchacha y degustaban bebidas heladas gracias a una neverita que se habían agenciado.

- Vamos chupad con más ganas si no queréis ocupar su lugar, dijo el director a las dos chicas que se afanaban en comerles la polla lo mejor que sabían.

Por supuesto Lara ya había comprendido a esas alturas la burla del director y entonces estuvo segura de la jugarreta que le había preparado así como de que él y no el alcaide había sido su violador. Por supuesto le maldijo una y mil veces desde la cruz pero sus insultos sólo provocaron las risotadas y burlas de los presentes.

R. E. se acercó entonces a Lara y le acarició los muslos y el culo. La joven estaba llena de marcas de latigazos que ahora picoteaban las moscas y su piel estaba roja del sol y al mismo tiempo brillante de transpiración.

Al notar la caricia en sus muslos la joven volvió la cabeza y le dijo.

- Pie…dad,…señor al..caide, bajen….me por fa…vor, no….pue…do…más.

Se notaba que la muchacha tenía enormes problemas para respirar y si seguía así tardaría pocas horas en morir. Había que hidratarla y ponerle un apoyo para que pudiera respirar mejor.

De este modo, el alcaide mandó a un guardia que le diera de beber con una esponja empapada en agua en el extremo de un largo palo.

El hombre lo hizo y ella sacó la lengua lamiendo ávidamente la esponja húmeda.

- Gra…,cias…, gra…cias, dijo la joven tras empaparse bien los labios y tragar todo el agua que pudo de la esponja.

Entre tanto el alcaide había cogido un objeto de la panoplia y como de costumbre se puso erudito.

- ¿Sabes lo que es un cornu  querida?, le dijo mostrándole un largo falo curvo de látex engarzado en una placa metálica.

Lara lo miró sin comprender.

- Es para que puedas respirar mejor, sólo que te lo tendrás que meter por uno de tus orificios. Tú misma decidirás por cuál te gusta más.

Esto provocó las risas de los que contemplaban la escena.

Entonces Lara comprendió y apartó la cara muerta de vergüenza.

Uno de los guardias había traído un taladro eléctrico y en unos minutos habían colocado el falo en su sitio justo detrás de la espalda de Lara.

Entonces dos guardias cogieron a la muchacha de los muslos y la auparon para que pudiera ensartarse el falo en su vagina pero el alcaide les detuvo.

- No, ¿qué hacéis,?, tened piedad de ella y lubricad antes el falo y su sexo. Vosotras, venid para acá.

Hanna y Patricia se acercaron dejando lo que estaban haciendo y por orden del alcaide usaron sus bocas, Patricia para  lubricar el cornu y Hanna el sexo de Lara.

Las dos chicas eran tan putas que ni siquiera dudaron en hacerlo

- No, no, por..favor, …eso no, dijo la joven Lara entre gemidos, pero Hanna le separó bien las piernas con las manos y siguió y siguió haciéndole un cunnilingus hasta que su caverna se empapó  de su propio flujo.

- Ja, ja, ¿veis?, así nuestra pequeña Lara disfrutará más de su crucifixión y nos dará un buen espectáculo.

Las chicas se retiraron y ahora sí los guardias levantaron su cuerpo y con cuidado empezaron a penetrarla el coño con el cornu  hasta que éste tocó la pared profunda de éste.

- AAAAAHHHH

La joven gimió al ser penetrada por ese grueso y largo falo y sintió que buena parte de su peso recaía ahora sobre su sexo. En realidad eso sólo cambiaba la fuente del dolor, pero al menos podía respirar.

- Cuando no puedas soportarlo más dínoslo y te lo meteremos por el culo zorra, ja, ja.

Eso provocó más lloros y gemidos desesperados en la muchacha, mientras Hanna y Patricia volvían a arrodillarse delante de los hombres para seguir mamándosela.

Por supuesto todos los congregados empezaron a reírse de la joven Lara que ahora parecía haber sido penetrada por la propia cruz como si ésta fuera un gigante bien dotado con los brazos abiertos.

- Miradla, no sé si gime de dolor o de placer.

Efectivamente en ese momento Lara permanecía con los ojos cerrados y la cabeza dirigida al cielo con todos sus músculos en tensión y su clítoris y pezones tiesos y duros como piedras. El cornu llenaba su sexo y era tan grueso que abultaba su orificio de una manera ciertamente obscena.

Tras un buen rato con el falo metido en su vagina  Lara empezó a sentir un fuerte dolor e hizo fuerza con brazos y piernas para levantar su cuerpo unos centímetros  y así aliviar la presión del falo sobre el cervix. Sin embargo tras permanecer  con los bíceps en tensión y  temblando durante un par de minutos se rindió y el falo la volvió a penetrar hasta dentro.

- AAAAAHHHHH

La joven volvió a gemir de dolor para deleite de sus torturadores.

Nuevamente la muchacha rogó y rogó que la bajaran de la cruz pero como nadie le hacía caso  decidió que se tenía que sacar ese falo de dentro fuera como fuera. De este modo reunió sus escasas fuerzas y levantándose otra vez sobre sus piernas lo consiguió tras varios intentos.

Si el cornu dejara un espacio un poco más ancho podía haberse sentado sobre él a horcajadas, pero su cintura no cabía entre el cornu y el madero por lo que Lara al principio intentó evitarlo echándose a un lado y a otro, lo cual era agotador y doloroso.

Después intentó posar el muslo o una de sus nalgas sobre la punta redondeada del falo, pero eso terminaba doliendo como el infierno. Lo último que le quedaba era lógicamente dejarse empalar el orificio trasero y la pobre muchacha virginal no tuvo más remedio que hacerlo.

- AAAYYY; AAAYYY

Lara gritó de dolor cuando el cornu le presionó el esfínter del culo, haciendo las delicias de su público.

- Ja, ja, ya sabía yo que una zorra así no iba a tardar en dejarse encular.

- ¿Te gusta por el culo, puta?, le dijo Patricia acercándose a la cruz.

Y Lara permaneció un buen rato con el recto bien clavado en el cornu. Le dolía mucho pero eso le permitía aliviarse de otros dolores que se le hacían igualmente insoportables.

- Bueno, zorra, has tardado menos de lo que yo creía en disfrutar de la sodomía, dijo entonces el alcaide, ahora vamos a ver cómo te follas el palo por el agujero pequeño. Y cogiendo una picana amenazó con ella a Lara y casi por sorpresa le dio un calambrazo en el ombligo.

- AAAAAYYYY

Lara gritó al sentir cómo se convulsionaba su ombligo y sacudió todo su cuerpo.

Inmediatamente el alcaide le dio otro calambrazo en una de sus tetas y luego en la otra aprovechando que la chica las tenía totalmente indefensas así con los brazos abiertos.

- IIIIAAAYYY, AAAYYYYYYY, MIS PECHOS, NOOOO

La joven gritaba y se agitaba a cada calambrazo y en efecto eso le hacía mover su entrepierna de forma involuntaria con lo que el efecto era sodomizarse a sí misma sin control.

- Así, ja, ja, folla por el culo, dijo el cruel hombre, sin parar de darle toques de picana por todo su cuerpo: en los costados, el ombligo, las piernas y muy insistentemente en su sexo..

- AAYYY, AAAYY, Lara gritaba y gritaba sin control haciendo movimientos espasmódicos entre las risas y burlas de los testigos.

- Te gusta ahí, ¿verdad zorra?, le dijo el alcaide dándole cortas descargas en los labios vaginales y luego metiéndole la picana dentro de la vagina.

- IIIIAAAAAAYY YY  NO MÁS NO MÁS NO PIEDAD.

- El alcaide siguió torturándola a placer con la picana ahora le dio una par de toques en el clítoris haciendo que ella brincara como un resorte hasta el punto de que se sacó el culo del cuerno.

- Vamos puta, vuelve a meterte eso por el culo, vuelve a metértelo o te meto un calambrazo en medio del coño.

Y Lana obedeció volviendo a sodomizarse a sí misma.

- AAAAAYYYY

- Agradécemelo, seguro que terminas teniendo un orgasmo.

Entonces el alcaide cogió otra picana y tras ofrecer las dos a Hanna y Patricia les ordenó que siguieran torturando a Lara sin piedad.

Nuevamente las dos dejaron de chupar pollas y obedecieron de mil amores.

El alcaide se sentó entonces a la sombra y cogió una cerveza fría para seguir disfrutando del espectáculo.

- Dígame, señor juez, dijo elevando la voz por encima de los gritos desesperados de la joven, ¿qué piensa hacer con esas dos?.

- Voy a utilizarlas para recuperar a mi sobrina Rebeca.

- ¿Cómo?

- Ya lo verá alcaide.

- No sé lo que tiene en mente pero no se lo aconsejo, señor juez, sólo hay una manera de recuperar a su sobrina y es convirtiéndose en un amo despiadado, creo que eso ya lo sabe.

- Lo sé, pero no estoy dispuesto a ello, Rebeca nunca tendrá bastante y siempre pedirá más y más y así hasta que se me vaya la mano y no quiero ser responsable de su muerte.

- ¿Entonces?

- Tampoco me gusta que otro lo haga por mí, o que sea la esclava de otro. No duermo desde hace días pensando en lo que ese viejo asqueroso de Smith le estará haciendo a mi Rebeca……. Esas dos me ayudarán a recuperarla.

- En fin, señor juez, usted verá….. ¿Y usted? Le dijo al director del colegio ¿ha disfrutado suficientemente de sus alumnas?.  El juez se las quiere llevar, ya lo sabe.

- Bueno, en realidad tengo que volver a mi colegio, no puedo ausentarme más, el caso es que….

- ¿Qué?

- Hay una profesora muy joven llamada Ane Marie con unos pechos que no me puedo quitar d ela cabeza, me gustaría traerla aquí pero no se me ocurre cómo, no hay manera de pillarla en ninguna falta.

- Cómo se complica usted la vida, señor director, haga una denuncia anónima y el juez extenderá la orden de detención.

- ¿Bajo qué cargos?

- Eso da igual, invénteselo, los verdugos harán que confiese lo que queramos, ¿verdad juez?

- Sí, en realidad deberían acabar aquí  todas la putas de su maldita escuela que pervirtieron a mi querida Rebeca, dígame el nombre y ahora mismo curso la orden de detención….

Entre tanto Hanna y Patricia siguieron atormentando a la pobre Lara durante un par de horas más hasta que la joven estaba tan agotada que permanecía desfallecida colgando de sus brazos y sin poder sacarse el cornu del trasero.

Juzgando que podía ser peligroso seguir, el alcaide ordenó descolgar a Lara de la cruz y él mismo se la llevó en brazos hasta la cámara de tortura y se la entregó a Matías con orden de que la custodiara durante tres días y durante ese tiempo le mostrara el instrumental de tortura antes de que bajaran a interrogarla.

La muchacha estaba inconsciente así que no se dio cuenta de nada, pero cuando horas después se despertó creyó estar en el infierno. Lo primero que vio fueron las piedras de la bóveda y las sombras fantasmagóricas sobre ellas producidas por la cambiante luz del fogón. De pronto se dio cuenta de que  estaba atada y acostada sobre una mesa o algo así. Entonces volvió  la cabeza y vio que a su lado se encontraba el viejo y desdentado carcelero completamente desnudo.

- Hola preciosa, le dijo Matías acariciándole las tetas, veo que ya has despertado.

- ¿Dónde, dónde estoy?

- En la cámara de tortura del Penal de los Lamentos, ja, ja.

- ¿Qué?, y Lara intentó soltarse de sus ataduras mientras levantaba nerviosa la cabeza.

- Es inútil, no puedes soltarte, vendrán a interrogarte dentro de tres días así que el alcaide me ha encargado que te muestre cómo funcionan los instrumentos de tortura.

- No, no por favor.

- Mira precisamente vamos a empezar por este mismo ¿Sabes cómo funciona el potro?, …¿no? antes de hacer el amor contigo te voy a hacer una pequeña demostración, ja, ja.

Y el viejo Matías se agarró a los mandos del cilindro y haciendo fuerza con el pie en la mesa empezó a tensar el ingenio  mientras la joven gritaba desesperada.

- No, no, no lo haga.

- Grita lo que quieras pequeña, nadie puede oírte aquí abajo.

- NO LO HAGA, POR EL AMOR DE…..AAAYYY PIEDAAAAAGGGGGHH….

Continuará

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