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Paraíso de Masoquistas (03)

en Sadomaso

...El Coronel Ahmed entró en la celda donde tenían a Luba dispuesto a pasar un buen rato con ella. El muy cerdo entró casi desnudo y tras quitarse los calzoncillos cerró la puerta por dentro asegurando a su prisionera que así nadie les molestaría en toda la noche.

Solo de imaginarse lo que le esperaba, Luba gritó y agitó la cabeza histérica, intentando liberarse inútilmente de sus ataduras, pero su inútil esfuerzo sólo hizo que se cubriera de sudor mientras miraba jadeante a su verdugo.

- ¡Como una mariposa atrapada!, dio Ahmed sin poder contenerse, pero así estás más bonita ¡cómo te brillan las tetas! 

Seguro de su poder, el coronel Ahmed se acercó sonriente a su prisionera y arrodillándose ante ella se puso a acariciarla muy despacio ignorando sus gritos y protestas. Primero le tocó con cuidado como quien toca algo muy valioso y frágil, sin embargo, el contacto de la suave piel de la chica le dio confianza y el muy cerdo pronto dejó los remilgos, deslizó sus manazas por todo su cuerpo  y se puso  a lamerle aquí y allá. La muchacha vio entonces su  lengua gorda y repulsiva deslizándose sobre su piel como una asquerosa babosa.

Muerta de asco y de grima, Luba volvió a agitarse cerrando los ojos y gritando con todas sus fuerzas. Desesperada, intentaba escapar de los asquerosos dedos de ese cerdo. Al Coronel Ahmed ese  rechazo y repulsión no parecía importarle demasiado, seguramente estaba acostumbrado a provocar asco en las prisioneras a las que violaba.

- Mmmmh, le dijo sin dejar de tocarla y chuparla por todas partes, hueles muy bien y tu piel es tan suave como me imaginaba. Seguro que tus pechos son también muy sensibles,.... veamos. Y le lamió uno de sus pechos con toda la lengua.

- MMMMMHHHNNNOOO.

Tras lamer el pezón con la punta de su lengua repetidamente y comprobar su suavidad, ese puerco se había metido en la boca uno de los preciosos pechos de Luba y succionaba ávidamente como si fuera un travieso niño mamando. A pesar de los gritos y convulsiones de la bella Luba, Ahmed no paró de chuparle el pecho y para cuando se lo sacó de la boca ella tenía el pezón tieso y duro como una piedra. 

- Cómo se te ha puesto, dijo limpiándose la baba con el dorso de su mano, ya sabía yo que sólo eras una puta, ¡vamos no te hagas la estrecha conmigo!, sé que esto te gusta... y diciendo esto se puso a mamar del otro pecho para desesperación de la joven.

Luba volvió a gritar y agitarse de puro asco sobre todo cuando el cerdo de Ahmed acompañó sus lamidas con la mano, poniendo los dedos en su coño. Como si fueran las patas de una asquerosa araña, los hábiles dedos de Ahmed toquetearon los labios vaginales y el clítoris de la bella Luba haciendo que ésta terminara por excitarse contra su voluntad.

- No, no, de-je-me...

Lanzando un gruñido de aprobación, el Coronel sonrió al comprobar el estado del coño de Luba, mojado y caliente, y siguió y siguió acariciándole mientras le besaba y lamía la cara con toda su lengua. El aliento de ese puerco era fétido y Luba no dejaba de agitar y torcer su cabeza para escapar de su viscosa lengua. Eso parecía divertir aún más al militar que reía como un niño.

Tras un rato de masturbación, y muy a su pesar, la pobre Luba empezó a ponerse cachonda y es más...estuvo a punto de correrse.

De hecho cuando  estaba ya a punto Ahmed dejó de masturbarla y levantándose trabajosamente se puso en pie delante de ella poniéndole su gruesa polla a pocos centímetros de la cara.

Un olor intenso y desagradable invadió entonces la pituitaria de Luba que torció el rostro poniendo un indescriptible gesto de asco.

Entonces cuando pudo abrir los ojos, la prisionera vio el enorme glande gordo y brillante de Ahmed a pocos centímetros de sus ojos. Así de cerca  parecía un gusano enorme con un enorme ojo del que se deslizaba una viscosa y blanquecina lágrima.

- ¡Qué asco, pensó Luba!. Ese tío estaba a punto de eyacular y la polla le olía a rayos

- ¿Te gusta chupar pollas, zorra lesbiana?, le dijo él acariciándole “amorosamente” la cabeza.

Luba negó desesperadamente apretando los labios contra la bola de la mordaza y cerrando los ojos. Ni por todo el oro del mundo se la mamaría a ese cerdo.

- Ya sé que prefieres los coños, pero cuando hayas chupado unas cuantas  pollas habrás cambiado de opinión. Ahmed le dijo esto acariciándole la punta de la nariz con su polla y dejándole pringada la nariz y los labios de líquido preseminal.

La pobre Luba no paraba de temblar de grima.

- ¿De modo que no me la vas a chupar?

Luba volvió a negar con todas sus ganas.

- Bien, eso lo veremos ahora mismo.

Entonces Ahmed se fue hasta una mesa y encendió un cigarrillo, dio una calada  y acercándose a la joven le dijo.

- ¿Te han quemado alguna vez con un cigarrillo encendido?.

La pobre Luba volvió a negar y protestar e hizo esfuerzos por liberarse pero nuevamente todo fue inútil.

Entonces con toda tranquilidad, Ahmed dio una intensa calada y cuando la punta del cigarro se puso incandescente, le tocó con él  en el vientre.

- MMMMMHHH. La joven gritó de dolor mirando a Ahmed desesperada e incrédula.

- Duele, ¿verdad? .

- MMMMHHHH.

Probablemente Luba dijo alguna palabrota o insultó al sádico coronel, pero a éste le dio igual y volvió a quemarle con la punta  del cigarro.

- MMMMHHHM, MMMMMHH

- Ahí duele aún mas, ¿verdad preciosa?, voy a descubrir con esto cuáles son las partes más sensibles de tu cuerpo hasta que aceptes chupármela, tú verás..

- MMMMMMHH, MMMMMHH

Ahmed utilizó la punta del cigarro para quemarle en la parte interna de los  muslos, luego pasó a las tetas, después en los costados, entre las costillas y en los sobacos, luego otra vez en las tetas, cerca de las aureolas de los pezones.... un poco por todas partes menos en la cara. Lo hizo despacio pero sin piedad. Cuando se le apagaba la punta daba otra calada hasta ponerla rojo brillante y volvía a tocarle con ella donde se le antojaba. Por experiencia Ahmed sabía que un cigarrillo bien utilizado podía ser un efectivo método de tortura.

Por su parte, Luba gritaba y temblaba de rabia cada vez que la punta incandescente tocaba su piel desnuda, aunque también eso le puso cachonda. No era la primera vez que jugaban con un cigarro sobre su cuerpo.... De hecho, a Ahmed le sorprendió que la chica resistiera tanto.

- Así podemos estar horas zorra dijo con el cigarrillo entre los dientes, pero si quieres que pare me la tendrás que  chupar, tu decides.

- Ffsssshh.

Esta vez, Ahmed le apagó el cigarro en el labio de la vagina que estaba húmedo lo cual aminoró el efecto de la quemadura, a pesar de eso Luba volvió a gritar como una loca.

Entonces para su desesperación la joven vio cómo el coronel encendía otro cigarro. Ahmed se acercó a ella para seguir el juego y Luba cerró los ojos resignada a sentir otra de esas dolorosas quemaduras.

- MMMMMMHHHH.......

La chica tenía más resistencia aún de lo que ella misma hubiera pensado. Más de media hora de tortura y cinco cigarros le costaron a Ahmed doblegar por fin su voluntad. Tras ese tiempo, brillante de sudor,  lágrimas y babas, Luba accedió por fin a lo que le exigía ese cerdo.

De este modo, triunfante,  el coronel Ahmed se apresuró a quitarle la mordaza para dejar su boca libre y que le hiciera la deseada mamada.

Liberada de la mordaza de goma a Luba le costó un poco hablar, escupió y dijo.

- ¿Por qué,..... por qué me hace esto?, ¿dónde está María?, preguntó entre jadeos.

- ¿Tu amiga lesbiana?, pronto te reunirás con ella.

- No somos lesbianas

- Sí que lo sois, zorra, no había más que ver cómo os acariciabais el otro día en el hotel, además el teniente Mahmud os pilló in flagranti, no te servirá de nada negarlo.

Luba sabía que eso era cierto.

- ¿Qué, qué van a hacernos?

- Como ya os he dicho ahí fuera, seréis juzgadas y condenadas.

- ¿Condenadas?, ¿por qué? ¿a qué?

- Entre seis meses y dos años de prisión, eso prescriben las nuevas leyes para las lesbianas.

- ¿Queeeé?

- Lo que has oido, zorra. ¿toda una vida, verdad?

- No puede ser, somos ciudadanas extranjeras, tenemos derechos.

- Ya lo sé, por eso vas a firmar este papel en el que te declaras culpable y renuncias a tus derechos, así cumplirás tu condena en esta prisión,.......,  creo que vendré a visitarte y follaré contigo todos los días, ¡cómo me pones zorra!.

Ahmed le dijo eso acariciando sus muslos hasta la entrepierna.

- Ni lo sueñe, ....un año entero en manos de sádicos como usted.....

- Sí, eso mismo, estarás en mis manos, serás mi perra durante un año entero, será maravilloso, .....pero no serás para mí solo, no creas, de vez en cuando te entregaré a los verdugos y a los otros guardias para que te hagan lo que quieran.

- No firmaré.

- Sí, al final firmarás, no te quepa duda, ya ves que sólo me ha costado media hora convencerte para que me la chupes. Imaginate las cosas  que estoy dispuesto a hacer para tenerte un año entero en mi poder. Sin embargo, eso será lo de menos.

- ¿Qué.... qué  quiere decir?

Ahmed sonrió diabólicamente sin dejar de masturbarse lentamente.

- ¿De verdad que quieres saberlo?

- Sí, dígamelo, ¿qué ha querido decir?.

- Aparte de la pena de prisión las leyes dictan penas corporales, ya sabes,....tortura.

- ¡Pero eso va en contra de los derechos humanos!.

Ahmed prosiguió sin hacer caso de sus palabras.

- Y lo mejor es que la tortura  se os aplicará en público, sobre un patíbulo y delante de la gente para que  vean cómo berreáis,..... Además dado que vuestra condena será larga se os podrá aplicar el suplicio varias veces: una vez al mes, cada dos semanas, una vez a la semana ¿quién sabe?..., y eso sin contar las torturas que sufriréis en la prisión, ......a diario. Ya verás, al final me suplicarás que te folle sólo para que los verdugos te dejen en paz un rato.

Luba se quedó sin habla al oír aquello, si firmaba le esperaba una larga y dolorosa condena, un infierno mucho peor que aquello de lo que había pretendido escapar.

- Bueno puta ahora ya sabes lo que eres y lo que te espera, así que  basta de chacharas y empieza a chuparme la polla, ah y no pares hasta que me corra en tu boca.

- Ni lo sueñe, cerdo, no se la chuparé ni firmaré ningún papel, puede quemarme con el cigarro todo  lo que quiera, pero no conseguirá nada de mi.

La propia Luba se sorprendió de su repentino valor.

- Ya veo que eres una puta difícil, pero no importa, así será más divertido.

El Coronel Ahmed no se alteró lo más mínimo por la negativa de su víctima. En su lugar se fue hasta la mesa y fue desenrrollando los cables de los electrodos sin dejar de mirarla.

- ¿Qué, qué va hacer con eso?

- ¿Tú que crees, encanto?

Ahmed terminó de desenrrollar los cables ante la atónita mirada de su prisionera, seguidamente se acercó a  Luba y vertiendo un poco de pomada en los dedos se la distribuyó por los pechos hasta que los dejó aún más brillantes.

- ¿Qué, qué es eso?. A la joven le temblaba la voz temiendo lo peor.

- Es una pomada conductora de la electricidad, así será más divertido, ja, ja, ja.

- ¡No!, la muchacha respiraba agitadamente mientras el sudor volvia a perlar su piel y los esfínteres se le aflojaban de puro miedo.

Acto seguido Ahmed  le colocó en cada pezón unos pequeños cilindros metálicos forrados con resistencias de hilo de cobre y los apretó por medio de unos tornillos. Mientras la preparaba para la tortura, el coronel estaba visiblemente excitado pues no recordaba haber aplicado descargas eléctricas a una mujer con pechos tan bonitos como Luba. Tras colocarle esas resistencias le puso un perno de cada color en cada una de ellas y encendió un pequeño aparato con el que le administraría las descargas.

La joven miraba todos esos preparativos sin saber qué decir, sudando y respirando agitadamente. Además del miedo, las insistentes caricias de Ahmed le habían puesto cachonda. De hecho cuando terminó de prepararla para la tortura el experimentado verdugo lo notó por el olfato. Efectivamente a algunas les pasaba eso.

- ¿Te estás poniendo cachonda, verdad?, le dijo y entonces le pasó la mano por el sexo sacándola toda mojada. Ja, ja, menuda zorra masoquista, qué suerte tengo, dijo secándose la mano contra su cara.

- Cerdo, asqueroso, déjame.

Luba intentó soltarse otra vez, pero nuevamente en vano.

- No preciosa, ni lo sueñes, ya no eres la zorra de tu amiguita, ahora eres del todo mía y además voy  a disfrutar de tu tortura. Sin embargo, no quiero que me dejes sordo con tus gritos así que, ya que no me la vas a chupar, te voy a tapar otra vez esa boquita tan sucia.

- NO, no socorrrmmmmmh

Esta vez el puerco de Ahmed no utilizó la bola de goma sino que amordazó a Luba con sus repugnantes calzoncillos. Venciendo su rabiosa resistencia a la fuerza, el sádico coronel se los metió en la boca y luego se la selló con cinta aislante.

- Ja, ja, no me los he cambiado en una semana así que me imagino que estarán sabrosos, le dijo a la joven mientras ésta se debatía entre arcadas de asco.

El verdugo se sentó entonces junto a la mesa del transformador y se estuvo un rato masturbando viendo a Luba intentando soltarse desesperadamente.

- Bueno, preciosa, dejémonos de bromas y vamos allá, ¿preparada, lista?, ¡ya!....  

- MMMMMMMHHHH:......

La física de la electricidad se impuso, Luba tembló espasmódicamente mientras un chorro de orina se escapaba de entre sus piernas y sus bonitos ojos se ponían en blanco..........

(continuará)

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