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El Penal de los Lamentos (09)

en Sadomaso

Alina había caído en manos de Matías, el monstruoso carcelero del penal que la condujo a la cámara de tortura para pasar una larga noche con ella.

Una vez cerrada la puerta de acceso a las mazmorras los dos, prisionera y carcelero se quedaron casi a oscuras y en un silencio total. Así desnuda y aun empapada Alina estaba helada de frío, pero aún sintió que se le ponía la carne de gallina cuando el siniestro enano tiró de ella hacia las profundidades de la prisión.

- Vamos preciosa, ven a mi guarida, le decía el muy cerdo, y allí nos pondremos cómodos, pero mira bien dónde pisas, no queremos que una preciosidad como tú se caiga por las escaleras y se desnuque, ja, ja.

- ¿Quién quién eres tú?, dijo Alina totalmente acojonada bajando las escaleras de una a una y con mucho tiento.

- Soy Matías el carcelero, el novio de todas las presas que vienen aquí y el mejor amante del penal. No te preocupes, tú y yo nos llevaremos bien, hay tiempo de sobra para conocernos.    

- ¿Tiempo de sobra?, no será tanto, mañana mismo me liberarán  y me marcharé de este horrible lugar.

- ¿Mañana?, ja, ja, ja, ¡esa si que es buena!. Las prisioneras que el alcaide manda traer aquí abajo nunca vuelven  a la superficie antes de una semana, ja, ja, ja, ¡mañana!.

- Pero no puede ser, le digo que ha prometido liberarnos en 24 horas.

- Mira zorra, no hay más que verte para comprender que el alcaide se ha encaprichado de ti y eso significa que desea tenerte en su poder ahí abajo para hacer contigo,….bueno ya lo irás viendo, no quiero  ser tan cruel la primera noche.

- ¿La primera noche? pero, ¿a dónde me llevas? ¿a dónde conduce esto?

- ¿A donde va  a conducir? ¿no has oído al alcaide? A las mazmorras.

- Y ¿qué hay allí, qué hay en las mazmorras? ¿qué vas a hacer conmigo?.

- Ya lo verás tú misma, y ahora callate y no preguntes tanto si no quieres que me enfade y te de un tortazo.

- Alina enmudeció ante la amenaza.

Como no había mucha luz tardaron en bajar mucho rato la cincuentena de escalones y en medio del recorrido Matías volvió a abrir otra puerta y la cerró con llave tras pasar por ella.

El frío era creciente y el silencio total, aunque de vez en cuando se oía caer en un charco una gota de agua filtrada entre las grietas, Alina permaneció callada por miedo al carcelero pero seguía temblando y tiritaba de frío.

Finalmente llegaron a lo más profundo de los sótanos, la parte más baja de toda la fortaleza y entonces la bella muchacha vio aquel cartel que le puso los pelos de punta.

CAMARA DE TORTURA. LASCIATE OGNI SPERANZA VOI CH´ENTRATE

- Ja, ja es del Infierno de Dante, lo mandó poner el alcaide que le gustan estas chorradas. No sé qué habrás hecho, preciosidad pero debe haber sido muy malo para haber terminado con tus huesos aquí .

- Por favor, no…balbuceó Alina…

Y abriendo la puerta con su llave Matías arrastró a la aterrorizada muchacha dentro de la cámara de tortura como si fuera un demonio infernal.

El enano cerró la puerta tras de sí y entonces la joven pudo ver por primera vez aquella enorme cámara de los horrores donde le esperaban largas horas de sufrimiento. El fuego que crepitaba en una gran chimenea iluminaba fantasmagóricamente aquel gigantesco espacio donde se disponían los más variados instrumentos de tortura medievales.

La joven prisionera se quedó sorprendida de tanto horror y esa indecisión fue aprovechada por el enano para llevarla donde él quería. Antes de que ella se diera cuenta le había atado las esposas al eslabón de una cadena que colgaba del techo y riéndose burlonamente se alejó de ella y lentamente empezó a accionar una manivela.

- Eh, ¿qué haces? Dijo ella sintiendo que una fuerza le obligaba a subir los brazos por encima de su cabeza.

- Ja, ja, ja. ¿Tú qué crees?

- ¡Para, para de una vez!, pero el enano no paró sino que siguió accionando la manivela hasta que Alina quedó con los brazos completamente estirados sobre su cabeza y con los pies de puntas.

- Eres toda una princesa, hacía tiempo que no tenía una como tú aquí abajo, dijo el carcelero admirando el perfecto cuerpo de la mujer ahora expuesto y disponible.

Matías seguía riéndose como un diablo cuando trajo una barra de hierro como  de un metro de larga dotada de grilletes en sus extremos y obligándole a separar las piernas le colocó los grilletes en los tobillos. Por último cogió cada extremo de la barra y los ató con sendas sogas a dos anillas que había en el suelo a varios metros una de la otra.

Mientras tiraba de las sogas para ponerlas tensas, el carcelero babeaba deleitandose de su bella prisionera a la que no podía dejar de mirar.

Por su parte Alina permanecía silenciosa pero muy inquieta ante todos esos preparativos y fue en ese momento cuando reparó en una cámara de video sobre trípode que usaban para grabar las sesiones de tortura.

- ¿No me irás a hacer daño, verdad? ¿por qué me atas de esta manera?..... De todos modos no me puedo escapar de aquí,…….. responde.

- Claro que no preciosa, por supuesto que no puedes escapar, ahora eres mi prisionera, sólo mía……

- ¿Qué quieres decir? ¿qué significa eso?

- Bueno como me has caido en gracia te lo voy a explicar. Mañana por la mañana vendrán el alcaide y sus secuaces a aplicarte tormento y lo harán durante un  tiempo indeterminado: dos horas, tres, cinco, diez. Seguramente cuanto antes te decidas a decir lo que ellos quieren oír, mejor para ti pues terminarán antes y sufrirás menos…..bueno, en teoría.

La joven le escuchaba tragando saliva y con ganas de orinar.

- Los días siguientes no sé lo que ocurrirá, quizá te dejen descansar o quizá te vuelvan a torturar para obtener más información, es posible que sólo quieran divertirse  ¿quién lo sabe? Al alcaide le gusta probar todos los instrumentos de esta sala con la misma prisionera y como ves hay muchos, je, je, no me gustaría estar en tu piel.

Alina se puso a llorar y pedir piedad desesperada.

- A mí no me llores, yo no puedo hacer nada por evitarlo y aunque pudiera no lo  haría.

- Por favor…

- Lo que quería decirte es que las largas horas en que el alcaide y los verdugos te dejen en paz vendrá lo mejor pues entonces será mi turno y serás enteramente mía, como esta noche. Ja, ja, ja.

- ¿Pero qué significa eso?, ¿qué quieres decir?

- Que yo también tengo derecho a divertirme y además tengo permiso del alcaide para hacer lo que quiera con las prisioneras aquí abajo, ¿no lo sabías?, ¿cuánto tiempo llevas en la prisión?.

Alina comprendió en ese momento que se había convertido en el juguete sexual de ese monstruo y un escalofrío de terror recorrió todo su cuerpo.

- No serás capaz, no te acerques a mí, eres un ser repulsivo.

- ¿Qué no?, y el enano se acercó a Alina y le empezó a acariciar las piernas que ella tenía en ese momento abiertas y estiradas

- No me toques, dejame, dejame.

- Hmmm, te huele mucho el sexo y yo llevo tres días sin hembra, además mira cómo me has puesto, zorra. Y diciendo esto se sacó su verga al aire para que ella lo viera. Puede que el tipo fuera un enano pero tenía un instrumento más grande de lo normal, una polla larga y curvada hacia arriba como un cuerno.

- No, no, socorro.

- No grites, estúpida, aquí nadie puede oirte, relájate y piensa que estás en tu luna de miel, y mientras le decía esto el enano se puso a lamerle los muslos por su cara interior acercándose cada vez más a su entrepierna.

- Fuera de ahí, me das asco,  cerdo ¿me oyes?.

La joven se agitaba histérica tratando de liberarse tal era su grima.

- Estas siendo muy mala conmigo y luego te voy a tener que castigar pero por el momento voy a darte la bienvenida como merece una diosa como tú. Y diciendo esto empezó a comerle el chumino lenta y cuidadosamente.

- Dejame, dejame te digo.

Pero el enano no paró sino que siguió chupando y lamiendo con su lengua carnosa e inesperadamente larga. El muy cerdo le lamió los labios externos de la vagina durante un buen rato y poco a poco le metió la lengua dentro de la raja y se la recorrió de arriba abajo una y otra vez muy despacio pero con insistencia.

- Por favor….por fa…

- Ja, ja, ja, qué fácil eres, te mojas más y más según te chupo tu sexo, ya verás,  estos días aquí abajo seremos muy felices y te provocaré más orgasmos de los que has tenido en toda tu vida con esos amantes guapos y jóvenes que has tenido ahí fuera.

Efectivamente el enano le siguió haciendo un cuidadoso cunilingus mientras ella se debatía inútilmente colgada a medio metro del suelo. Alina no quería sentir placer a manos de un ser tan repujnante pero a pesar de su resistencia no pudo evitar correrse cuando el enano se puso a masajearle el ano  con sus dedos acompañando su cunnilingus con el masaje anal.

- Ahh, aahhhh, ahhh.

La pocha de Alina besó la boca de Matías con repetidos estremecimientos lo cual hizo que el enano riera de gozo. Desde su punto de vista pervertido, las especiales circunstancias del penal hacían que él, el deforme enano al que ninguna mujer miraba, tuviera oportunidad de convertirse en el mejor amante que podían tener decenas de bellas prisioneras dentro de esos muros.

Inmediatamente de experimentar el orgasmo Alina escondió la cara avergonzada de que el carcelero deforme le hubiera hecho gozar mucho más que las decenas de guardias que se la habían follado en el cepo.

Entonces el carcelero se fue satisfecho a por un taburete que colocó justo delante de la mujer y escogiendo unas tenazas y subiéndose a la banqueta puso la cara  a la misma altura que la de Alina.

- Bueno y como vamos  a ser amantes todos estos días ahora te voy a dar un beso de bienvenida.

Alina pudo ver de cerca la cara de ese monstruo y apartó la suya a punto de vomitar. Por nada del mundo le daria un beso a semejante adefesio. Efectivamente Matías era repulsivo, tuerto, viejo y calvo, además tenía la boca desdentada y el aliento le olía a rayos.

- No quieres besarme ¿verdad?. Al principio ninguna quiere, por eso tengo que retorcerles las tetitas con esto para convencerlas. Vamos, no seas tan arisca y dame un beso, ya te acostumbrarás y entonces será maravilloso.

Alina seguía resistiéndose y negándose por lo que al final Matías tuvo que pellizcarle los pezones  con la tenaza y retorcérselos una y otra vez hasta que se rindiera.  La joven ya los tenía muy castigados por los dragones así que no fue capaz de resistir por mucho tiempo esa tortura y finalmente aceptó besarse con él aguantando el asco como pudo.

- Ja, ja, te ha costado menos que a la mayoría, eso significa que eres más puta, dijo el enano metiendo bien la lengua y besándose a tornillo con la chica que seguía intentando sacarse eso de la boca como si fuera una apestosa babosa. Alina luchaba freneticamente por liberarse del repugnante beso hasta que no tuvo más remedio que morderle la lengua.

- AAAAAYYY, puerca, ¿qué has hecho? Dijo el enano llevándose la mano a la boca.  Y como reacción le plantó una hostia en la cara. ¡Gata salvaje, yo te enseñaré!

Entonces el enano se bajó muy enfadado del taburete y volvió a subir a éste con una mordaza. Su prisionera luchó fieramente para evitar que el enano le amordazara pero tras mucho resistirse consiguió metérsela bien en la boca y anudarla a la nuca. Después bajó y le quitó la barra de los pies pero como tenía las dos sogas relativamente tensas Alina no pudo juntar las piernas.

Hecho esto el vengativo carcelero castigó a su prisionera por lo del mordisco de diversas maneras. Primero empezó dándole de latigazos por todas partes usando un largo látigo de toros, especialmente en su entrepierna. A cada latigazo el látigo se enroscaba en el cuerpo de Alina o en sus muslos y al tirar de él el enano dejaba una marca rojiza y sanguinolenta. Ante esa inesperada flagelación Alina se retorcía de dolor como un gusano en el anzuelo y gritando como una posesa.

Mientras maldecía y la insultaba, el enano le dio de veinte a treinta latigazos con toda su rabia.

Al finalizar el castigo Alina estaba agotada y cubierta de sudor a pesar del frío, entonces Matías accionó la manivela para subir el cuerpo de su prisionera medio metro más arriba y luego fue a buscar un siniestro mueble que empezó a empujar hacia ella con estrépito.

Alina empezó a negar desesperada cuando vio el tormento que se le venía encima que no era otro que “cabalgar” sobre un pony español. Este era un caballete de cuatro patas sobre las que situaba  una cuña de madera bastante afilada. Con un ruido de mil demonios el enano lo empujó hasta ponerlo entre las piernas de Alina y después fue soltando poco a poco la manivela hasta que la muchacha se vio obligada a que todo el peso de su cuerpo presionara su entrepierna contra la cuña de la madera.

- MMMMHHHH

- ¿Estás cómoda, zorra?, por morderme ahora vas a pasar toda la noche ahí subida. Dentro de unos minutos estarás suplicando que te baje de ahí pero no lo haré, así aprenderás.

Alina comprendió que la única manera de aliviar el incipiente dolor de su entrepierna era hacer fuerza con los brazos hacia arriba.

- Ja,ja, pronto de cansarás, y ahora voy a mostrarte los instrumentos con que te atormentarán mañana como me ha ordenado el alcaide.

Para terror de la muchacha el carcelero fue disponiendo delante del pony una mesa en la que colocó por orden diferentes tipos de látigos, tenazas, garras de gato, férulas para los pechos, peras vaginales, aplastapulgares, garras de las brujas y otros horrores semejantes. De todos modos, la mejor manera de mostrarle el funcionamiento de esos muebles que estaban dispersos por la sala: potros, silla de bruja, cama de judas;  fue ponerle un video. En él aparecían sesiones  de torturas realizadas anteriormente en ese lugar.

De este modo, Alina pasó toda la noche sufriendo el doloroso suplicio del caballete mientras veía una larguísima variedad de martirios aplicados a otras mujeres en esa misma sala. Así se haría idea de lo que le esperaba.

El último aditamento para que la joven pasara una noche de pesadilla fue colocarle unos pernos de batería de coche mordiendo su pechos. Dichos pernos estaban conectados a una batería por unos cables. Sin embargo el sistema para administrarle las descargas eléctricas no podía ser más rudimentario pues se trataba de un reloj despertador de cuerda de los antiguos. El carcelero había colocado cuatro tornillos: a las 3, a las 6, a las 9 y a las 12, conectados a uno de los pernos. El otro cable estaba conectado al minutero que gracias a una pequeña lengüeta de metal cerraba el circuito cada 15 minutos. Dicho de otra manera, que Alina recibía una potente descarga eléctrica en sus prominentes pechos cada cuarto de hora y ella podía ver cómo el minutero se acercaba lenta e inexorablemente a los cuartos sin poder hacer nada por evitarlo.

- Ja, ja, esto te ayudará a permanecer despierta. Y diciendo esto el enano bostezó y se estiró. Entonces salió de la cámara de tortura cerrando por fuera y se marchó a dormir a una de las mazmorras mientras Alina le miraba aterrorizada pidiéndole piedad y perdón por haberle mordido.

…………………………..

Tras dejar a Alina al cuidado del carcelero Matías, el alcaide pasó varias horas inspeccionando la prisión tras las cuales fue a buscar a Rebeca a la cámara n.12. Supuso que la aspirante a esclava  habría sido testigo de cómo se las gastaba ese animal de Sánchez y pensó que habría recapacitado. Efectivamente al asomarse al ventanuco vio al verdugo en plena faena y tocó con los nudillos. Sánchez se volvió contrariado pero al ver quién era le franqueó la entrada  y volvió a cerrar la puerta por dentro.

De un vistazo el alcaide se hizo cargo de la situación pues vio esas decenas de agujas largas y finas clavadas en los pechos de Yulia y la chapa metálica aún caliente en la que ahora se calentaban un par de tenacillas. La joven Yulia respiraba profundamente destilando babas de su mordaza y miraba al alcaide con una mezcla de lujuria y desafío como si pidiera más guerra. Es increíble que esa mujer fuera la misma que minutos antes berreaba durante el suplicio. Por su parte el alcaide dedujo el cruel tormento que la sobrina del juez había tenido oportunidad de ver y se le puso dura imaginándoselo.

Bastante excitado, el alcaide se acercó a la bella Yulia para ver de cerca las marcas de la tortura y tranquilamente se puso a acariciarle la entrepierna masturbándola muy despacio.

- Parece que nuestra amiga masoquista está sufriendo más de lo que creía. Bueno, querida, esto no es nada, acostada en el potro todo esto te parecerán meras caricias.

Yulia apartó la cara en señal de desafío.

- ¿La piensa someter al suplicio del potro? dijo Sánchez repentinamente excitado, ¿puedo encargarme yo?.

- Sí, eso era lo que venía a decirte, aún puedes jugar con ella unas horas pero luego déjala descansar pues mañana tendrás que llevarla temprano a los sótanos para interrogarla junto a su amiga.

Sánchez sonrió con sadismo y Yulia siguió mirando al alcaide con desafío pero al mismo tiempo se fue rindiendo a la masturbación pues el director siguió dándole instrucciones al verdugo sin dejar de acariciarle la entrepierna.

- Escoge a tres de los verdugos más hábiles y ven tú con ellos. Mañana necesitaremos emplearnos a fondo con estas dos para que nos cuenten qué cojones han venido a hacer a esta prisión.

- Sí señor aplicaré toda mi ciencia en ellas, no se preocupe.

- Sí gringa, no me mires así, dijo el alcaide sin parar de masturbarla. Sabemos que no sois turistas sexuales  y que habéis venido a este país a cometer horrendos crímenes. Los verdugos se encargarán de que soltéis la lengua y nos lo contéis todo. ¿Verdad Sánchez?.

- Delo por descontado señor, dijo sonriendo sádicamente.

Lejos de mostrar miedo Yulia empezó a retorcerse de placer y se hubiera corrido si el alcaide hubiera insistido.

- Sí, ja, ja, ¿de modo que te gustan los museos de tortura?, veremos si mañana te gustan tanto cuando formes parte de uno. Ja, ja, ja.

Tras burlarse de su víctima el alcaide se limpió la mano en su muslo y fue hasta donde Rebeca, la sacó de la jaula y poniéndole otra vez  el capuchón infamante de cerdo se la llevó de la cámara de tortura.

Entre tanto Sánchez se había puesto unos gruesos guantes para no quemarse las manos y cogió de la chapa las tenacillas de metal que ya tenían las puntas al rojo vivo. Se acercó con ellas a Yulia y se las mostró burlonamente haciendo girar las muñecas. Yulia miró aterrorizada el metal candente y se puso a negar con desesperación. Entonces el verdugo   agarró con las tenazas  los dos extremos de una de las agujas que Yulia tenía ya clavadas en sus pechos y dejó que las leyes de la física siguieran su curso.  

Cuando salieron de la cámara el alcaide volvió a mirar hacia el interior por el ventanuco y vio que Yulia tenía el rostro desencajado de dolor y que debía estar gritando desesperadamente a pleno pulmón.

Sin preocuparse más de las sádicas diversiones de Sánchez, el alcaide se llevó a Rebeca a sus habitaciones. Dos puertas más allá de su despacho tenía un pequeño y cómodo apartamento donde vivía y quiso que la pequeña Rebeca durmiera con él esa noche. En cuanto entraron le quitó el capuchón y se puso a besarse con ella  mientras acariciaba su juvenil cuerpo con pasión. Era una pena que Rebeca tuviera que permanecer virgen según los dictámenes de su tío el juez pues si no la hubiera desvirgado allí mismo con gusto.

- Dime Rebeca, ¿has visto lo que ese bestia le ha hecho a esa chica?

- Sí

- ¿Podrías soportar tú torturas tan crueles?

- No, no creo,…. nadie podría.

- Entonces imagino que estarás dispuesta a abandonar,…ya sabes que le darás una gran alegría a tu tío si lo haces.

- Todo lo contrario, señor alcaide, cada vez estoy más convencida de que quiero ser esclava el resto de mi vida, preferiblemente esclava de mi tío, pero si no puede ser, de usted o de otra persona. Eso sí, quisiera que fuera  un amo exigente y perverso y que me castigara todos los días.

- Vamos a ver Rebeca, si fueras mi esclava de verdad una de las primeras cosas que haría sería entregarte a Sánchez o a tipos como Sánchez para que te hicieran lo mismo que le han hecho a Yulia. ¿Es eso lo que quieres?

- Como mi amo tendrías perfecto derecho y yo sólo podría aceptarlo y sufrir para darte placer.

Al decirle esto la chica buscaba los labios del alcaide con ganas de que siguiera besándola.

- Me parece que no tienes remedio, contestó él confundido, mejor vamos a dormir.

Antes de acostarse, el alcaide se desnudó completamente para gozar toda la noche la calidez y suavidad del cuerpo de la joven Rebeca. Ésta a su vez durmió pegada a él con los brazos esposados a la espalda y con la orden de despertarle temprano.

Mientras conciliaba el sueño, el sádico director de la prisión planificaba los pormenores del interrogatorio de esas dos periodistas entrometidas. Seguramente el alcaide tuvo dulces sueños imaginando  los placeres que iba a experimentar martirizando a esas dos  mujeres esculturales, aunque no pudo recordarlo después. Sin embargo, al despertar por la mañana sintió una caricia, suave y húmeda en su pene que él confundió con sus propios sueños. En un momento dado el hombre abrió los ojos y efectivamente vio la cabeza de su esclava Rebeca moviéndose cadenciosamente arriba y abajo.

- Buenos días esclava

- Buenos días mi amo, ¿has dormido bien? dijo ella sacándose el miembro de la boca sólo unos segundos y después siguió la mamada con toda naturalidad.

- Muy bien preciosa, sigue con lo que estás haciendo pero despacio, no quiero correrme todavía.

El alcaide dejó que ella se lo siguiera haciendo un rato más, pero de pronto se dio cuenta de que tenía ganas de orinar. De este modo cogió a Rebeca de los pelos y la llevó hasta el wc.

- La primera obligación de la esclava por la mañana es atender a su amo en sus necesidades fisiológicas, y diciendo esto levantó las dos tapas de la taza y señalando con el dedo le ordenó: limpia el borde con la lengua.

Rebeca arrugó la nariz de asco.

- Vamos, ¿no me has oido?, hazlo.

A pesar de sentir repugnancia, Rebeca se arrodilló pero aún dudó en lamer la cerámica que parecía tener en su superficie gotas amarillentas más que sospechosas.

- Te da asco ¿no?, ahora verás

El alcaide se impacientó y cogiéndola de la nuca le metió la cara bien dentro de la taza y la mantuvo dentro del agua unos segundos sacándola acto seguido.        

Rebeca se puso a toser escupiendo lo que había tragado. Entonces miró  sumisamente al alcaide y sacudiendo su pelo empapado dijo con lágrimas en los ojos.

- Perdón por desobedecerte mi amo.

- Luego te impondré tu castigo, ahora obedece.

Esta vez la chica no dudó y aunque seguía muerta de asco lamió todo el borde de la taza con la lengua.

- Eso está mejor, esclava, vas aprendiendo, ahora siéntate delante de la taza, inclina hacia atrás la cabeza  y abre la boca que me quiero mear.

Nuevamente ella le hizo asquitos y él le tuvo que dar una bofetada.

- ¿No me has odio? Abrela desobediente.

- Se, se lo diré a mi tío, dijo ella entre lágrimas,  pero de la misma se arrepintió de haberse comportado como una niña y aceptó  abrir la boca.

- No se lo dirás porque te gusta demasiado ser esclava, zorra.

Y diciendo esto el alcaide se empezó a mear en la boca de Rebeca. El líquido amarillento y cálido le empezó a entrar en la boca a la chica y ella puso un gesto de asco y aunque aguantó unos segundo cuando no pudo más torció la cabeza a un lado  de manera que parte del pis le impactó en la cara y se empezó a deslizar por su cuerpo desnudo como una película dorada.

- Procura que no se derrame, zorra, lo que caiga al suelo lo vas a tener que recoger con la lengua.

Rebeca obedeció y esta vez tragó todo el resto de orina, y cuando su amo terminó por fin se metió la polla en la boca y se la limpió completamente de orines.

- Así , así, muy bien, dijo dejando que Rebeca siguiera mamándosela un buen rato aunque no quiso eyacular todavía, asi que se la sacó y señaló la ducha a su esclava.  Ahora mientras me visto te das una ducha y luego me preparas el café, le dijo mientras le soltaba las esposas y le volvía a esposar con las manos por delante.

Un cuarto de hora más tarde Rebeca salió de detrás del mostrador de una cocina americana con una bandeja en la que le traía el desayuno a su dueño incluida una taza humeante de café.

- Tú también vas a desayunar conmigo, le dijo el alcaide sentado junto a una acogedora mesa-camilla con mantel y todo. Sirve leche en una escudilla y deshaz unas galletas. Ella le obedeció pero cuando se disponía a dejar la escudilla encima de la mesa su amo le paró.

- No esclava, tú comes en el suelo como una perrita buena……eso sí, sólo puedes usar tu lengua, no he visto ninguna perra que coma con las manos.

Rebeca obedeció sumisamente, depositó la escudilla a los pies de su amo y se agachó todo lo que pudo para lamerla mientras su dueño le palmeaba el trasero.

- Así, buena chica.

Entonces el alcaide se llevó la taza a los labios y se quemó de lo caliente que estaba.

- MMMMhhh, estúpida, me has puesto el café demasiado caliente, ¿ves?

- Perdón mi amo, yo no quería.

- Ahora voy a tener que castigarte. Incorpora el torso y pon las manos en la nuca.

Rebeca obedeció inmediatamente muy azorada y entonces el alcaide cogió una cucharada de café muy caliente y se la vertió por el pecho izquierdo.

- AAAAAYYYY

Rebeca se quejó de dolor al sentir el líquido caliente quemándole el pecho, pero mantuvo la postura. Entonces su dueño le echó una segunda cucharada por la teta derecha y luego hizo lo mismo sobre los muslos y el ombligo.

La joven aguantó el dolor esta vez sin gritar pero evidentemente aquello quemaba de veras como reflejaban las lágrimas que se deslizaban por sus bellos ojos.

- Eso es lo que ocurre por ser tan torpe, y ahora agachate y muéstrame el culo. Ella obedeció nuevamente y entonces el alcaide le echó todo el resto de la taza por el trasero.

- AAAAAYYYYY

Esta vez la joven tuvo que lanzar un alarido liberador pues el café caliente le escaldó la piel. Cuando se incorporó, el alcaide vio sus ojos llenos de lágrimas y algo apiadado de sus sufrimientos le dijo que volviera a ducharse pues el agua fría le aliviaría.

- Perdón mi amo, siento haberte servido tan mal, dijo ella enjugándose las lágrimas y encaminándose hacia el baño, no lo volveré a hacer.

Tras el desayuno  el alcaide volvió a preparar a  Rebeca para pasearla por la prisión, lo primero que hizo fue quitarle las esposas y poner en su lugar un collar rígido de metal brillante al que se unían dos grilletes para las muñecas también rígidos de modo que la muchacha tenía que llevar las manos delante de la cara de forma similar al cepo de violín medieval.

Luego le puso unos grilletes en los tobillos unidos unidos entre sí y al cepo por una corta cadena de manera que si ella quería desplazarse tenía que andar muy encorvada o en cuclillas. Después le volvió a poner el gorro infamante de cerda, una mordaza de araña abierta y le introdujo por el agujero del ano un pequeño dildo que asemejaba por fuera  una cola de cerdo enroscada.

Como último aditamiento Rebeca sintió cómo el alcaide le ponía una pinza en la lengua y sacándola de la boca tiró bien de ella y la conectó por medio de una triple cadenilla muy tirante a otras dos pinzas que mordieron sus pezones.

De este modo Rebeca salió de las habitaciones del alcaide andando a pasitos cortos muy encorbada y con la lengua fuera.

- Eh alcaide, le dijeron jocosamente algunos guardias al cruzar el patio, ¿a dónde lleva hoy a la cerda?.

- A las letrinas, ¿a dónde si no?

Efectivamente el alcaide llevó a Rebeca a las letrinas de los guardianes y una vez dentro encadenó su cepo a una barra que unía dos urinarios de manera que quedó de rodillas encajada entre dos de ellos.

- ¿Quérias ver pollas, no pequeña zorra?, pues esta mañana te vas a hinchar de ellas, así aprenderás a no hacer asquitos a la orina de tu señor. Y diciendo esto le escribió sobre el ombligo la expresión “urinario humano” por si acaso a alguno no le había quedado claro.  

Como media, cada mañana pasaban por allí más de 50 ó 60 guardianes y al ver a la esclava con la boca abierta la mayoría no se conformaron con mearle dentro……..

         

(continuará)

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Paraíso de Masoquistas (07)

Paraíso de Masoquistas (06)

Paraíso de Masoquistas (05)

Paraíso de Masoquistas (04)

Paraíso de Masoquistas (03)

Paraíso de Masoquistas (02)

Paraíso de masoquistas (01)

El Mariscal del Infierno (y 11)

El Mariscal del Infierno (10)

El Mariscal del Infierno (09)

El Mariscal del Infierno (08)

El Mariscal del Infierno (07)

El Mariscal del Infierno (06)

El Mariscal del Infierno (05)

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El Mariscal del Infierno (03)

El Mariscal del Infierno (02)

El Mariscal del Infierno (01)

Silvia la sádica (13)

Silvia la sádica (11)

Silvia la sádica (10)

Silvia la sádica (09)

Silvia la sádica (08)

Silvia la sádica (07)

Silvia la sádica (06)

Silvia la sádica (05)

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Silvia la sádica (03)

Silvia la sádica (02)

Silvia la sádica (01)

El secuestro de mi mujer

Club X (y 3)

Club X (02)

Club X (01)

Castigo de dos novicias impuras (y 5)

Castigo de dos novicias impuras (4b)

Castigo de dos novicias impuras (4a)

Castigo de dos novicias impuras (3)

Castigo de dos novicias impuras (2)

Castigo de dos novicias impuras (1)

Sakura y el Señor Ito (5)

Sakura y el Señor Ito (4)

Sakura y el señor Ito (3)

Campo de Concentración para Esclavas (14)

Sakura y el señor Ito (2)

Sakura y el señor Ito (1)

Campo de concentración para esclavas (13)

El Sacrificio

Campo de Concentración para Esclavas (12)

Campo de Concentración para esclavas (11)

Campo de Concentración para Esclavas (10)

Campo de Concentración para Esclavas (9)

Campo de Concentración para Esclavas (8)

Campo de Concentración para Esclavas (7)

Campo de Concentración para Esclavas (6)

Campo de Concentración para Esclavas (5)

Campo de Concentración para Esclavas (4)

Campo de Concentración para esclavas (3)

Campo de Concentración para esclavas (2)

Campo de Concentración para esclavas (1)

Alba (6)

Alba (5)

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Alba (1)

Este profe sí que sabe

Vacaciones de Semana Santa (y 5)

Vacaciones de Semana Santa (4)

Sadismo en el internado

Quien tiene una amiga tiene un tesoro (y 04)

Quien tiene una amiga tiene un tesoro (03)

Quien tiene una amiga tiene un tesoro (02)

Quien tiene una amiga tiene un tesoro

Model Call (02)

Model Call

Esclavas Crucificadas (8 y final)

El Capitán Trueno. Sigrid en peligro

Esclavas Crucificadas (7)

Esclavas Crucificadas (6)

Esclavas Crucificadas (5)

Esclavas Crucificadas (4)

Esclavas Crucificadas (3)

Esclavas Crucificadas (2)

Esclavas Crucificadas (1)

El Museo (6 y final)

El Esclavo (2)

Vacaciones de Semana Santa (3)

El Esclavo (1)

Vacaciones de Semana Santa (2)

El Museo (5)

Vacaciones de Semana Santa (1)

Otra vez Heidi

El Museo (4)

El Museo (3)

El Museo (2)

El Museo (1)