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Sakura y el señor Ito (1)

en Sadomaso

Como todos los días desde hacía veinte años el señor Ito acudió aquella calurosa mañana a su trabajo. Ito era un hombre maduro de casi cincuenta años, bastante gordo, feo, medio calvo y con gafas de culo de vaso.

En ese momento llevaba su mono de trabajo viejo y raído. Esa era su tercera casa del día y el hombre estaba un poco cansado por el calor. Se trataba de una vivienda de lujo a las afueras de Tokio, un gran chalet con un enorme jardín y una piscina no menos grande. En eso consistía precisamente el tedioso trabajo de Ito: limpiar piscinas, barrer el suelo, cuidar del jardín, ocuparse de la basura, ese tipo de cosas que no les gusta hacer a los muy, muy ricos.

Los señores de la casa estaban fuera desde el día anterior pues iban a pasar unas largas vacaciones en EEUU, así que Ito abrió con sus propias llaves. Con pasos lentos, el hombre fue a buscar su instrumental y entonces fue cuando la vio.

-¡Qué preciosidad!, pensó Ito para sí. Aquella chica no debía tener más de dieciocho años. Pero ¿quién era?.

Tumbada en su toalla una bella joven en bikini miraba atentamente la pantalla de un ordenador portátil y no dejaba de escribir en él. Ella también se sorprendió al ver al jardinero pero no demasiado.

- ¡Señor Ito!, ¿cómo está usted?

- Perdone ¿la conozco?

La joven se levantó y le ofreció la mano.

- Soy Sakura, ¿no me recuerda?

Ito dudó un momento

- ¡La pequeña Sakura!, ¿cómo no?. Pero, cómo ha cambiado, parece mentira. Hace que no la veía....

-....Cuatro años, exactamente, desde que me fui a estudiar a Europa.

- Claro, claro, la pequeña Sakura, ...ya ha vuelto.

Los dos se saludaron ceremoniosamente bajando la cabeza y sonriendo. Ito no veía a Sakura desde que ella tenía catorce años y la recordaba con su uniforme de colegiala y una larga trenza siempre corriendo para ir al colegio

Sí, esa chica era Sakura, no cabía duda, pero no era la misma persona. La que tenía delante era una bella mujer de piernas largas y delgadas, un rostro precioso, grandes ojos color miel y pelo corto teñido de caoba. En ese momento sólo llevaba encima un pequeño bikini amarillo de braguita de esas que se atan con cordeles. Pero lo que más llamó la atención del señor Ito fueron los pechos de la muchacha. El sostén era muy pequeño y los triángulos de tela apenas tapaban las aureolas de sus pezones. Los pechos de Sakura, un poco crecidos para una chica de dieciocho años, temblaban bajo el sostén amenazando con salirse en cualquier momento. Ito los vio moverse y tuvo que hacer esfuerzos por disimular una involuntaria erección.

Los dos aún conversaron un rato hasta que Ito dijo que se le hacía tarde y que tenía que ponerse manos a la obra.

Por su parte, Sakura volvió a su ordenador.

Cada uno se dedicó a lo suyo durante un par de horas, sin molestarse entre sí. Sin embargo, Ito no podía evitar mirarla disimuladamente a cada rato. Sakura tecleaba y tecleaba casi de continuo tumbada sobre su toalla. Ese no era el lugar más indicado para escribir, por eso ella no dejaba de cambiar de postura sobre la toalla contorsionando su bello cuerpo.

Así pasaron el día. La presencia de la joven fue una agradable novedad para el viejo jardinero. A pesar de su edad, el señor Ito no se había casado y nunca había estado con una mujer. Su sexualidad se reducía a masturbarse viendo porno así que la situación le pareció deliciosa.

Cuando terminó su jornada el señor Ito se fue a su casa sin poder quitarse de la cabeza a la chica. De hecho cuando llegó a su pequeño apartamento ni siquiera necesitó porno para pelársela, bastó rememorar a la pequeña Sakura moviéndose sobre la toalla con su diminuto bikini.

Los días siguientes ocurrió lo mismo, Sakura siempre estaba en ese lugar y escribiendo en su ordenador sin parar, sola, sin amigas ni novios. Eso sí que era raro, pensó Ito, una chica de esa edad, allí sola, siempre con esos bikinis tan sexys. Es como si ella estuviera allí para él.

El caso es que cada día le excitaba más y no podía dejar de mirarla fugazmente. Ito no tenía claro si ella se daba cuenta. Quizá estaba tan ensimismada con lo que escribía que no era consciente de las miradas lujuriosas del cuarentón. Pero ¿qué demonios estaba escribiendo?, ¿una novela?.

Hubo un momento que Ito no pudo más y sacándose el miembro empezó a masturbarse oculto tras un seto.

El jardinero estaba extasiado con la vista de aquella joven preciosa.¡qué piernas y qué trasero!, para un pajillero como Ito Sakura era como un sueño. Su pene se excitó por la masturbación y estuvo a punto de derramar su leche.

Sin embargo, repentinamente algo inesperado le hizo parar. Ella miró hacia todos los lados como para asegurarse que nadie le espiaba y al no verle se metió la mano bajo la braguita y empezó a masturbarse ella también con fruición.

Ito se quedó de piedra. La chica se puso a pajearse cerrando los ojos y gimiendo quedamente. De todos modos, sólo lo hizo unos segundos, de pronto se levantó de su toalla y se metió aprisa en la casa.

Profundamente intrigado, Ito se fue hacia el ordenador pero no pudo ver nada pues ella había tenido la precaución de cerrar el archivo. Acto seguido el hombre también fue hacia la casa y cautelosamente entró en ella. Sakura no estaba por ninguna parte y él se puso a buscarla en vano. Finalmente se dio cuenta de que ella estaba en el cuarto de baño con el pestillo echado.

Ito creyó oir un ruido dentro y apoyó la oreja a la puerta. Sí, era ella la que emitía esos suspiros. Lentamente Ito se sonrió y no tuvo más remedio que volver a sacarse el pene para acariciárselo. Su pequeña Sakura se estaba masturbando en el baño.

- Menuda guarrilla, quién se lo iba a decir, aquella colegiala......

De repente, recordó lo del ordenador, pero ¿qué estaba escribiendo que le ponía tan cachonda?. ¡Qué pena no poder verlo!. ¿Cómo que no?, Ito se pegó un palmetazo en la frente. ¡Sí, pero qué tonto, en el historial!, ...quizá aún le diera tiempo.

La curiosidad pudo más que la lujuria así que Ito se guardó el miembro e impaciente fue corriendo hacia el ordenador. Inmediatamente clicó en el historial, ahí al final aún figuraba un archivo de texto. Miró el título fugazmente y le sorprendió por lo inquietante: "La ejecución de Sakura".

El hombre lo abrió y justo aparecieron las últimas frases que la muchacha había escrito:

"El señor Tomonaga ordenó a sus samurais que trajeran a Sakura a su presencia. Ya llevaban tres días torturando y violando a la joven con elaborados bondages de sogas pero ella se negaba a confesar el paradero de su amante. Por fin había llegado el momento de cumplir la sentencia. El cruel señor de la guerra sonrió sádicamente al ver cómo traían a la bella joven, completamente desnuda y maniatada. Sakura tenía su piel marcada por el látigo y su rostro era testigo de los tormentos y abusos que su joven cuerpo había tenido que soportar en las mazmorras del castillo. No obstante la joven miró al frente sin mostrar miedo.

-¿Aún te empeñas en callar?

- Sí mi señor.

- No me dejas otra alternativa, serás ejecutada ahora mismo. No obstante, como tienes sangre noble te permito que elijas la forma de tu muerte. ¿Cual escoges?.

Sakura dudó entre escalofríos de excitación.

- Mi señor,.... deseo ser crucificada.

Tomonaga sonrió con sadismo.

- Muy bien, será como deseas lleváosla y crucificadla. Los samurais se la llevaron hasta el patio del castillo y allí la ataron a una cruz.

Mientras la crucificaban Sakura sintió una fuerte excitación en su entrepierna...."

La joven ya no había escrito nada más, Ito cerró el archivo temblando y fue a la carpeta de donde provenía. Aquello estaba lleno de archivos de texto con títulos similares: "El martirio de Sakura, Sakura en la mazmorra" y cosas parecidas. Muy excitado, Ito quiso abrir otro de esos textos, pero entonces oyó ruido y cerró la carpeta a toda prisa. El hombre tuvo el tiempo justo para alejarse del ordenador y hacer como que seguía trabajando limpiando hojas del suelo.

Ella le saludó con una sonrisa como si nada y se volvió a tumbar para seguir escribiendo.

Cuando volvió a su casa, Ito se derrumbó en el sofá. En el camino de vuelta había permanecido todo el tiempo empalmado, superexcitado por la pequeña Sakura y sus historias sadomaso.

- ¿Por qué escribirá eso? se preguntó...... Tengo que conseguir esas historias. Todas tenían su nombre.. ¿se imaginará acaso...?.

Repentinamente, a Ito se le ocurrió cómo podia hacerse con ellas: un pen, con un pequeño pen podía copiar toda la carpeta, sólo había que aprovechar un descuido de la chica. Pensando en esto fue a la calle a comprar un buen pen, sin embargo, después prefirió algo de más capacidad: un disco duro extraíble de 100 gigas.

Al día siguiente Ito volvió a trabajar a casa de Sakura. Como los días anteriores ella estaba tumbada en la toalla. Esta vez el bikini era incluso más atrevido, un tanga de cordel y un pequeño sostén. Cuando él llegó, Sakura estaba haciendo top less. Inmediatamente al oírle llegar se anudó el sostén aunque a Ito le dio tiempo a verle fugazmente los senos.

- Buenos días, señor Ito dijo ella un poco contrariada.

- Buenos días señorita Sakura, no se preocupe que no la molestaré, usted haga como que no estoy. Mientras le saludaba muy ceremoniosamente, Ito vio dos pinzas de la ropa en la toalla. De hecho, si hubiera llegado diez minutos antes se las hubiera visto colocadas en los pezones.

El hombre volvió a saludar e inmediatamente se fue a hacer sus cosas. Esta vez no tuvo que esperar mucho. Sakura estaba especialmente inquieta y pronto desapareció dentro de la casa.

Un poco nervioso, Ito esperó unos segundos y entonces se fue al ordenador. Esta vez la chica le dio más tiempo, pues Sakura estuvo más de diez minutos masturbándose en el cuarto de baño. Con manos temblorosas Ito exploró la carpeta del día anterior y se dio cuenta de que estaba incluida en una carpeta mayor titulada "sado" que pesaba casi sesenta gigas. Allí había algo más que textos, pero no podía perder tiempo escogiendo, había que hacerlo rápido y decidió copiarlo todo en su disco extraíble.

Un poco nervioso y excitado el hombre contó los minutos que tardaba en descargarse todo rezando para que ella no saliera antes de tiempo. Mientras tanto abrió el texto que la chica estaba escribiendo en ese momento. Era el mismo texto del día anterior, pero tenía más páginas. En ellas Sakura relataba su propia crucifixión y su lento y cruel suplicio en la cruz. Lo último que había descrito era cómo le retorcían los pezones con unas tenazas y luego le colocaban unas pesas pinzadas en ellos.

Justo cuando la carpeta se había terminado de descargar Ito oyó un ruido y tuvo que sacar el disco extraíble por las bravas con riesgo de cargárselo. Otra vez pudo alejarse del ordenador a tiempo de modo que Sakura no sospechó nada.

Ella volvió a sonreírle, se arregló el sostén con un rápido movimiento que hizo brincar sus pechos y se tumbó en la toalla dándole la espalda.

- Es curioso, pensó Ito, al ver el cuerpo desnudo de Sakura describiendo esa sugerente curva con su trasero y su espalda. Mi presencia no le incomoda. Yo diría que está intentando ponerme cachondo.

Ito estaba un poco preocupado de haber estropeado el disco duro. Además estaba impaciente por verlo, así que le dijo a la joven que ese día se iría un poco antes y que recuperaría el tiempo otro día.

Sakura no puso ningún reparo, de hecho se alegró de poder estar a solas y desnudarse tranquilamente mientras seguía con su historia sadomasoquista.

Por su parte a Ito se le hizo eterno el viaje de vuelta. Si el disco estaba roto sería una gran decepción..... El hombre no se podía quitar de la mente ese trasero precioso. Lo que daría por acariciarla.....Una carpeta con sesenta gigas, ¿habría videos de ella misma?. Ito rezó para que así fuera...... Así no se saca un disco, no se perdonaría de haber estropeado los archivos.... Sin embargo, cuando por fin llegó a su casa, se apresuró a encender el ordenador y conectó el disco extraíble. ¡Bingo!, funcionaba a la perfección. Casi compulsivamente Ito copió toda la carpeta "sado" a su propio disco duro y en unos minutos se puso a navegar por las intimidades de la pequeña Sakura.

En aquella carpeta había un poco de todo. Había algunas películas y fotografías además otra carpeta titulada "los secretos de Sakura". Ito dejó esta carpeta para el final. Las fotos y el resto de los videos iban todo de lo mismo: sesiones de bdsm más o menos duras, todas ellas protagonizadas por mujeres haciendo de esclavas y hombres dominantes. Además Sakura debía tener alguna fijación con la crucifixión pues muchos vídeos y fotos trataban esa temática.

A Ito no le hizo falta ver todo para hacerse una idea de las morbosas preferencias de la joven. Sin embargo, lo mejor lo había dejado para el final.

La carpeta titulada "los secretos de Sakura" tenía otras tres carpetas en su interior: una con textos, otra con fotos y otra con videos.

Ito imaginó de qué iban los videos y fotos, pero antes quiso echarle un vistazo a sus historias.

Al parecer la joven Sakura era una escritora muy prolífica pues había escrito más de treinta historias en su joven vida y todas estaban protagonizadas por una mujer que tenía su mismo nombre y cuya descripción física coincidía con la suya. No hacía falta ser muy lista para darse cuenta que la misma Sakura deseaba protagonizar sus propios relatos. ¿Y de qué iban éstos?. Todos eran monotemáticos, casi obsesivos. Sakura se situaba a sí misma como una sacrificada heroína en diferentes épocas y escenarios. En un momento de la trama era invariablemente capturada por hombres sádicos y crueles que la sometían a violaciones y suplicios brutales descritos con todo lujo de detalles. De forma un tanto irreal, la joven se imaginaba a sí misma teniendo continuos orgasmos mientras la torturaban, signo de que nunca había experimentado nada de eso en la realidad.

De todos modos el morbo y la imaginación de la muchacha era enorme. Ito tuvo que masturbarse de lo excitado que estaba al leer aquello.

Sólo leyó una historia completa y trozos de cinco o seis más. No quiso leer más pues el hombre estaba impaciente de ver también las fotos y los videos. En cuanto abrió la carpeta de las fotos aparecieron las miniaturas de las mismas. Efectivamente eran fotos de Sakura que ella misma u otra persona le había hecho.

Esta vez Ito no se pudo contenerse y empezó a eyacular. Según el contador allí había más de quinientas fotos y Sakura salía en casi todas total o parcialmente desnuda. Estaba claro que a la joven le gustaba exhibirse ante la cámara como su madre la trajo al mundo, pero es que en algunas fotos aparecía además follando con alguna amiga europea o chupándole la polla a un hombre blanco. Incluso en otras fotos Sakura se exponía maniatada con un elegante shibari, es decir, un aparatoso bondage de cuerdas, completamente desnuda y con una ballgag bien encajada entre los dientes.

Al ver las fotos de bondage a Ito se le volvió a poner dura como una piedra. -No hay nada más sexy que una jovencita atada-, se dijo.

Ya era hora de ver los videos.

En la carpeta había quince videos y esta vez Ito pasó horas viéndolos pues en todos ellos salía la bella joven. Eso le dio la idea.......

Al día siguiente Ito volvió a casa de Sakura, otra vez impaciente, pero esta vez de llegar a su trabajo.

Para variar, esa mañana Sakura estaba donde siempre, en la toalla y con el ordenador. Esta vez estaba un poco más recatada, con un bañador rojo de cuerpo entero pero muy sexy.

- Buenos días, saludó sonriendo al señor Ito.

- Buenos días señorita, mire esto por favor. Ito le dio un pen y Sakura lo cogió un tanto extrañada.

- ¿Qué es esto?

- Vealo usted misma en su ordenador.

Diciendo esto Ito se alejó de ella e hizo como que se ponía a trabajar.

Intrigada, Sakura conectó el pen, sólo había un archivo y lo abrió. En cuanto se disparó el video a la joven se le heló la sangre en las venas. Ella misma aparecía en su habitación de Londres grabada por su webcam. Sakura cruzó la puerta de su habitación acompañada de dos chicos blancos. Sin más, empezó a besarse con ellos y en pocos minutos estaban los tres desnudos y follando. Sakura les chupó la polla y después se dejó hacer un cunnilingus. Después sacó unas esposas y un látigo de un cajón e invitó a que la ataran y le azotaran. El video era más largo, pero Sakura ya se lo conocía de memoria.

Ito vio venir hacia sí a la chica hecha una fiera. Muy tranquilo y seguro de lo que estaba haciendo le encantó ver como le temblaban los pechos bajo el bañador.

- ¿Qué significa esto?, dijo ella mostrando el pen.

Ito siguió limpiando la piscina como si no pasara nada.

- Me gusta mucho ese video, contestó sin más. Está usted preciosa señorita.

- Le he dicho que qué significa esto. ¿Es que no me ha oído?

Sakura estaba fuera de sí.

- Es que..... es que ayer copié su disco duro señorita, lo tengo en mi casa a buen recaudo.

- ¿Qué?. Sakura temblaba de rabia. Todas sus fotos, todas sus historias, sus confesiones, todo en manos de ese.......

- ¿Cómo se ha atrevido? Se lo diré a mi padre.

- No creo que lo haga señorita. Tendría que explicarle qué hay en esos archivos y no creo que le gustara mucho....... Además yo podría colgarlos en internet..... Imagínese lo que pasaría.

A Sakura le dio un escalofrío de terror sólo de pensarlo. Su padre era desde años el gerente de una importante empresa. Si se supiera que su hija era una sucia masoquista sería su ruina. El honor de la familia era una cosa muy importante y en los negocios eso se tenía muy en cuenta.

- Está bien, dijo Sakura comprendiendo el chantaje. ¿Cuánto quiere por destruir esos archivos?

- No quiero dinero.

- Entonces ¿qué?

Ito no habló de la misma sino que dudo un instante, la belleza de Sakura era mayor ahora que estaba alterada. Los pezones se le marcaban perfectamente bajo la tela del bañador. ¡Cómo le gustaría chuparlos!

- Vamos, diga qué quiere.

- Verá señorita, yo nunca he estado con una mujer y usted es tan guapa.....

A Sakura le dio un escalofrío de terror y de asco.

- ¿Está loco?, ¿Con usted? ni lo sueñe.

- Vamos señorita, lleva días exhibiéndose casi desnuda para mí.

- Eso es mentira ¿qué se ha creído?. está gordo y es feo, nunca me lo haría con usted.

Normalmente Ito era un hombre amable y tranquilo pero de repente el rechazo y esas palabras le volvieron medio loco.

Sin mediar palabra, le cogió del brazo y haciéndole una llave se lo retorció a la espalda. Con la otra mano la agarró del pelo y se la llevó para dentro de la casa.

- ¿Gordo?, ¿feo?. Ahora verás puta.

- ¿Adonde me lleva?, déjeme.

Sakura protestó pero no ejerció mucha resistencia. Ito arrastró a la joven hasta el interior de la casa y una vez allí la llevo por unas escaleras hasta el sótano.

Primero tuvo que abrir una puerta de madera y tras encender la débil luz de una bombilla bajó con ella por unas escaleras a trompicones.

- Déjeme, por favor, ¿qué me va a hacer?.

La joven intentó soltarse pero fue inútil.

Al final de la escalera había una pesada puerta de hierro, Ito la abrió e hizo entrar a Sakura dentro con cierta brusquedad. Tras encender la luz y cerrar la puerta la joven sintió frío y miedo y se protegió los pechos con los brazos. Aterrorizada retrocedió unos pasos. A esas alturas se le habían bajado los humos.

- No me haga daño, haré lo que quiera, señor Ito.

Por toda respuesta, Ito le dio la vuelta violentamente y obligándola a apoyarse contra la pared le empezó a dar nalgadas con toda su fuerza.

- Ay, ay, no ¿qué hace?

-Toma puta, toma, esto te gusta ¿no?, pues toma.

- Ay, qué daño, déjeme, no quise insultarle, déjeme.

- Toma otra y otra, puta así aprenderás.

Ito descubrió que le gustaba darle en el culo a su prisionera así que siguió y siguió azotándola con toda la mano hasta que a Sakura se le pusieron rojos los mofletes del culo.

Cuando por fin le dejó, Sakura se llevó las manos al culo y se lo acarició con lágrimas en los ojos.

- Lo siento señor Ito, perdóneme por insultarle.

- Está bien, ¿me obedecerá a partir de ahora?

Sakura dudo un momento y luego afirmó con la cabeza.

- Está bien, ahora quiero que ponga las manos en la nuca y se quede quieta mientras le toco.

- No, eso no. Ella negó llorando.

- Le he dicho que me obedezca, no lo repetiré.

Ito le obligó a subir las manos y ella no las bajó.

Extasiado y fuera de sí, el hombre se deleitó mirando a la joven sin atreverse a tocarla. El bañador resaltaba aún más su anatomía y sus curvas. Sakura tenía la cabeza baja y estaba a punto de llorar pero siguió manteniendo la postura.

-¡Que vergüenza!. Si sus padres vieran en qué se había convertido en esos años. En el fondo merecía esos azotes, pensó ella.

Repentinamente un pequeño cosquilleo la devolvió a la cruel realidad. Ito se puso a acariciarle los pezones por encima de la tela del bañador.

- No ¿qué hace?, déjeme.

Normalmente a Sakura le encantaba que le hicieran eso, pero no ese hombre asqueroso.

- Estate quieta. Te gusta, ¿verdad putita?, noto cómo se te ponen duros. Vamos, reconócelo, di que te gusta.

El señor Ito siguió y siguió acariciándole los pezones y en un momento dado se puso a retorcerlos con los dedos.

Sakura cerró los ojos y empezó a suspirar.

Más confiado, el hombre le metíó los dedos por dentro de la tela pasándolos una y otra vez arriba y abajo. Sakura tenía los pezones tiesos y en punta.

- Vamos di que sí, dí que te gusta, susurró él echándole el aliento.

La chica luchó y se resistió pero al de un rato afirmó con la cabeza.

- Eso está mejor ¿Quieres que te los chupe?.

- No, eso no.

- ¿Prefieres que le mande unas fotos a tu papa? ¿esas en las que te lo montas con la rubia?.

Sakura bajó los ojos negando con la cabeza.

- ¿Entonces?

La joven no respondió, sino que se limitó a bajarse los tirantes del bañador. Sin atreverse a mirarle a los ojos Sakura se despegó la tela poco a poco dejando sus senos al aire.

A Ito se le puso dura como una piedra. Y más cuando Sakura volvió a poner las manos en la nuca sin que él le dijera nada. La joven tenía las aureolas de los pezones llenas de arruguitas. Ito no sabía muy bien qué significaba eso, pero lo intuyó.

Lenta, muy lentamente, retiró la tela del bañador descubriendo el vientre plano de Sakura aunque por el momento no quiso quitárselo del todo.

Ella cerró los ojos entre cachonda y asqueada. El frío y la dentera le pusieron la piel de gallina y de repente la joven notó algo mojado y frío en su vientre. Era la lengua del señor Ito que en ese momento recorría muy lentamente su vientre hacia arriba en dirección a sus pechos. Casi seguido las dos manos de Ito le palparon los dos senos a la vez y se los acariciaron con suavidad. La lengua ascendía inexorable dejando su rastro de baba mientras sus pulgares le volvían a estimular los pezones. Sakura estaba muerta de asco pero siguió sin bajar las manos.

- Qué maravilla, pensó en sus adentros el señor Ito cuando sus dedos acariciaron los pezones de la chica. La pìel de la aureola era suave como el ante y parecían tener vida propia. Para Ito todo eso era nuevo pero era una persona paciente y minuciosa así que no quiso apresurarse. Su lengua llegó por fin al pecho derecho y tras realizar la curvatura llegó hasta el sensible pezón de la chica.

- Aaaah.

Sakura suspiró de gusto cuando su captor se puso a lamerle su pezón con cierta insistencia. Ito sonrió complacido, no hacía falta ser joven y guapo para hacer vibrar a una mujer.

Sakura se había resignado a que ese tipo la violara así que cerró los ojos y se imaginó que era uno de esos guapos universitarios ingleses con los que había hecho el amor en Londres.

Cada vez más desinhibido, el señor Ito pasó de un pezón al otro chupando y succionando obsesivamente como si quisiera sacar leche. Sus manos acariciaban ahora los costados de la joven deleitándose de su suave piel y de la curvatura de su cintura.

Todo ello duró un buen rato en que ella se dejó hacer y acariciar sin resistencia. Sin embargo, en un momento dado, Ito se incorporó y alejándose un paso sacó una soga de un bolsillo del mono.

- Pon las manos hacia adelante y junta bien las muñecas.

-¿Que va hacer?

- Obedece

- No me ate, no necesita atarme, haré lo que usted me diga.

- He dicho que obedezcas.

Sakura se puso a llorar pero puso las manos como le decía Ito

- Por favor, seré buena, no me ate.

Huelga decir que el hombre no le hizo ni caso, cogió la soga y se puso a atarle las muñecas muy juntas. Ito era bastante hábil con los nudos así que no tardó mucho en atar las muñecas con fuerza, muy apretadas y juntas. Entonces echó el otro extremo de la cuerda por encima de una gruesa conducción que había en el techo y tirando de él obligó a Sakura a estirar los brazos hacia arriba. El señor Ito tiró y tiró hasta que la chica quedó con el cuerpo totalmente estirado y los pies de punta. Entonces ató el extremo de la soga a una anilla y la dejó colgando.

Ante la vision de la chica estirada Ito estuvo a punto de sacarse el miembro y masturbarse, pero no lo hizo. Sakura temblaba y su excitación le hacía parecer aún más bella. Los senos de Sakura eran perfectos, se dijo Ito. Ni muy grandes ni muy pequeños y se agitaban a cada pequeño movimiento que ella hacía.

No obstante la visión no era perfecta. Había que desnudarla del todo.

- ¿Qué me va a hacer ahora?

Sakura le miró con ojos de cordero degollado e Ito no tuvo muy claro si la pregunta era para que no le hiciera nada o para que sí se lo hiciera.

No obstante se puso un dedo en la boca ordenándole silencio y despacio, muy despacio se puso a quitarle el bañador. Primero descubrió completamente su trasero pequeño y respingón y finalmente lo despegó literalmente de la entrepierna. Al despegar el bañador se dio cuenta de que estaba mojado y un extraño olor ascendió hasta su nariz.

Sakura no sólo no impidió que la terminara de desnudar sino que cooperó levantando una pierna tras otra.

Ya completamente desnuda Ito se arrodilló con la cara delante de su entrepierna y acariciándole con las dos manos las nalgas aún enrojecidas acercó la nariz a hasta el coño de Sakura y aspiró profundamente su aroma.

El señor Ito sentía que se hallaba en el cielo, ese trasero redondo que acariciaba con sus manos le recordó un gran melocotón, suave como la seda y al mismo tiempo tieso y prieto. Por su parte la entrepierna de Sakura estaba completamente depilada a la moda de occidente lo cual le agradó mucho. La chica sólo tenía un poco de pelo oscuro coronando el monte de venus, pero la nariz de Ito no se topó con ningún obstáculo cuando recorrió la raja de abajo a arriba.

El hombre creyó oir otro gemido de placer, pero ni siquiera hizo caso sino que se concentró en ese olor que le extasiaba.

Repentinamente Ito le dio la vuelta y separó las nalgas con las dos manos. Ante su vista apareció la cloaca de la muchacha. Un círculo de piel de color amarronado y arruguitas radiales. Sakura también lo llevaba depilado.

La joven sintió una vergüenza inmensa de que ese hombre que la había conocido de niña le estuviera explorando el ano. Eso era demasiado íntimo.

- ¿Eres virgen? Le dijo él acariciando la suave piel del esfínter.

- Sí, soy virgen....por favor

-¿Por favor qué?, ¿por favor que te encule?, o ¿por favor que no te encule?

- Por favor, por ahí no.

De repente Sakura notó algo raro pero no desagradable. Intentó torcer la cabeza y vio al señor Ito con la cabeza metida entre sus nalgas. El muy cerdo le estaba lamiendo el agujero del culo. Repentinamente le puso la otra mano dentro de coño y con los dedos empezó explorar bien adentro.

- Aaaaah.

Sakura tensó y arqueó todo su cuerpo temblando como una hoja.

- Aaaah, por favor, déjeme....aaahh, ....qué gusto. Sakura hablaba entre suspiros incoherentemente.

- Señorita Sakura, está usted perdida de jugos, voy a tener que limpiarla con la lengua.

Probablemente uno de los deseos ocultos del señor Ito había sido siempre comerle el coño a una jovencita, así que le dio otra vuelta repentina y haciéndole separar las piernas empezó a meterle la lengua muy adentro de la raja.

- Aaaaaah.

Sakura se retorció más aún cuando la lengua del señor Ito recorrió muy despacio su raja de abajo a arriba y terminó levantando y soltando su clítoris. A la segunda pasada Ito sintió que los labios vaginales de la chica estaban más tiesos y crecidos y a la tercera el clítoris de Sakura había aumentado significativamente de tamaño.

Los gemidos de Sakura eran cada vez más altos y evidentes lo cual complació al pervertido jardinero. Además, cuando ya llevaba un buen rato con el cunnilingus, el señor Ito aprovechó que aún tenía los dedos perdidos de jugos vaginales y acariciando con ellos el esfínter del ano se lo fue abriendo poco a poco. Ito se sorprendió de su propia habilidad, lo hizo tan despacio y con tanto cuidado que Sakura sintió como su esfínter se relajaba y el dedo de Ito le entraba hasta dentro casi sin querer.

Repentinamente el señor Ito sintió cómo todo el cuerpo de la joven y especialmente su coño temblaba y se estremecía. Uno,.. dos,.... tres,.... cuatro espasmos y ella se puso a gritar como una loca. No era muy normal que las chicas japonesas de su edad dijeran tantas palabrotas, pero Sakura había pasado varios años en Europa y allí algunas chicas juraban en arameo cuando tenían un orgasmo.

- Menuda boca, señorita Sakura, dijo Ito con la cara empapada. Estará de acuerdo en que tendré que darle unos latigazos.

La joven se quedó de una pieza mirando al hombre sin dar crédito a lo que oía, pero cuando éste volvió a enterrar su cara dentro del coño, puso sus ojos en blanco y volvió a estremecerse de gusto. Ito volvió a la carga lame que te lame y esta vez Sakura no tuvo que esperar tanto para tener otro orgasmo. Mientras le llegaba dulcemente la joven se repitió las palabras del señor Ito una y otra vez.

- Latigazos,.... oh sí.

Cuando la chica se corrió por segunda vez el señor Ito estuvo a punto de limpiarse la cara con la manga pero entonces se le ocurrió una idea. Aún no la había besado.

Con la polla a reventar, el hombre se incorporó y rodeándola con los brazos hizo amago de besarla.

Eso sí que no.

Sakura apartó la cara asqueada. Por nada besaría en la boca a ese sapo.

- Vamos, bésame, preciosa, no seas arisca.

- No, no, no, déjeme, no.

Esta vez de nada le valieron las amenazas, simplemente a la chica le daba demasiado asco.

Entonces Ito reparó en un cesto de pinzas de la ropa y tuvo una idea. Con un rictus de sadismo cogió un par de pinzas y volvió a abrazar a Sakura.

- Vamos, dame un beso niña, pero ella apartaba la cara negándose con todas sus fuerzas.

Ito cogió una de las pinzas y acariciando con la punta uno de los pezones de la chica se lo estimuló hasta que se puso duro entonces y con lentitud se dispuso a cerrarlo. Sakura cerró los ojos muerta de deseo. Eso de pinzarse los pezones con pinzas de la ropa era uno de sus placeres favoritos. No obstante esa era la primera vez que se lo hacía otra persona.

Repentinamente sintió una aguda presión y un dolor intenso como si alguien le aplastara la punta del pezón.

- Aaayy

Sonriendo con sadismo Ito comprobó la sensual reacción de ella al dolor y se puso a juguetear con la pinza.

- No, no, por favor, no haga eso.

Ito siguió un ratito y entonces decidió ponerle la otra pinza.

- ¿Me va a dar un beso ahora señorita?.

La pobre Sakura bastante tenía con soportar el dolor. Normalmente aguantaba unos segundos con las pinzas puestas pero la presión de éstas iba a más y no a menos.

- ¿Me va a besar sí o no?.

Y ante la nueva negativa de ella Ito se puso a estirar de las dos pinzas a la vez y a retorcerlas con saña.

- AAAAAYYY, AAAAYYY, no, se lo ruego, no haga eso, ¡que daño!.

La joven gritó y gritó, pero Ito no consiguió doblegarla, no obstante le dio un lametón en el carrillo y se limpió la cara contra la de ella dejándola manchada de sus propios jugos.

Hecho esto, Ito salió del sótano dejándola sola.

- No, no me deje aquí, al menos quíteme las pinzas, por favor.

Ito cerró la puerta y los gritos de Sakura se hicieron más débiles. El hombre subió las escaleras y tras cerrar la segunda puerta comprobó que no se oia nada de nada. Sonriendo, pensó para sí que ese sótano le serviría como cámara de tortura.

El señor Ito estuvo dando vueltas por la casa durante un buen rato y finalmente encontró lo que buscaba. Entonces volvió donde su pequeña prisionera se seguía debatiendo entre gritos de dolor.

- Por favor quíteme las pinzas quítemelas, no lo soporto más.

- De acuerdo, se las quitaré, señorita, pero con la condición de que hable con su papá. Esto se lo dijo enseñándole su propio teléfono móvil. ¿Lo hará?

Sakura miró el teléfono dudando...

- Sí, pero quíteme esto, me duele mucho, quítemelo.

Ito le quitó una pinza y entonces Sakura lanzó un grito de dolor, entonces Ito le quitó la segunda pinza pero tirando cruelmente de ella y esta vez Sakura gritó aún más fuerte. Mientras le masajeaba los pezones la joven no dejó de gritar y agitarse pidiendo por favor que dejara de hacerlo, pero Ito no le escuchaba sino que se limitaba a darle instrucciones de lo que tenía que decir a su papá.

Sakura obedeció y tras hablar un rato con su padre le dijo que tenía un problema en la batería del móvil y que quizá en las próximas semanas sería mejor comunicarse con él por e-mail.

Su padre estuvo de acuerdo y ambos se despidieron.

- Ha estado muy convincente señorita, dijo Ito apagando el móvil y sacando la batería. Dígame, sus padres estarán casi un mes fuera del país. ¿espera la visita de alguien?.

Sakura se quedó callada, tenía que inventar algo.

- Sí dijo de repente, unas amigas de Europa.

- Miente.

Sakura bajó la cabeza, claro que era mentira. Nadie tenía por qué pasar por aquella casa en un mes. Ella no tenía amigos ni familiares en Tokio y la chica del servicio había cogido sus vacaciones. El único empleado era el propio señor Ito.

Mientras hablaba, Ito sacó otra soga y se puso a atarle los dos tobillos entre sí.

Sakura se puso a suplicar prometiendo otra vez que le daría dinero si la soltaba. También le prometió que no se lo diría a sus padres si la liberaba pero Ito no le hacía ni caso, sino que se limitaba a asegurar los dos tobillos entre sí.

Acto seguido la empezó a amordazar con cinta aislante.

Sakura sudaba de miedo. ¿Qué le iba a hacer ese hombre?. No pretendería secuestrarla durante un mes entero.

Ito no se pudo reprimir y volvió a acariciarla e incluso para terror de ella hizo como que la besaba en la boca a través de la cinta aislante.

Entonces se alejó de Sakura y sonriendo con sadismo cogió una manguera que estaba enrrollada y enchufada a una fuente. Ito abrió la llave y empezó a duchar a Sakura con agua fría. La joven gritó y se agitó intentando impedir que le diera en la cara directamente, pero por lo demás Ito no paró hasta dejarla empapada.

Cierto que era verano, pero en ese sótano hacía un frío gélido y la chica empezó a tiritar.

- Bueno señorita, tenemos por delante casi un mes para conocernos mejor. Si es buena conmigo y me obedece prometo no publicar sus fotos y sus videos. ¿Me obedecerá?

Sakura afirmó con lágrimas en los ojos.

- Así me gusta, ahora la voy a dejar sola un par de horas y me voy a leer algunas de sus historias. ¿De verdad que le pone cachonda pensar que la torturan?.

Sakura mintió negando ostensiblemente.

- Nuevamente me miente. Bueno no importa, en sus historias encontraré inspiración, ya vera lo pasaremos bien. De todos modos, antes de irme no quiero que se aburra.

Para terror de Sakura Ito cogió las pinzas de la ropa y se las volvió a poner en los pezones.

El hombre la dejó gritando y agitándose como una loca, apagó la luz dejándola a oscuras y cerró la puerta por fuera.

Los gritos de Sakura apagados por la mordaza eran casi imperceptibles en las escaleras y tras cerrar la puerta de arriba ya no se oía nada.

Ito se fue hasta la cocina y tras coger unas bebidas se sentó ante el ordenador de Sakura para disfrutar de sus historias.

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