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Valentina, la chacha desnuda (10)

en Dominación

Mientras la disfrazaba de perra, a Valentina le dio por pensar en los canes de Tom. Cierto que después de que le hubieran hecho aquel cunnilingus ya no le enseñaban tanto los colmillos pero le seguían dando un miedo atroz.

Ajeno a sus temores, Tom le puso el collar de perro y le cubrió la cabeza con el capuchón negro. Este simulaba un hocico corto delante de su cara pero dejaba unas estrechas aberturas para los ojos y la boca. En la parte superior tenía unas orejas de cuero con las puntas dobladas hacia delante semejando unas orejas de perro pachón. Tras cerrarle el capuchón con una cremallera Tom le puso la cola. Esta consistía en un corto rabo de silicona negra a juego con el capuchón  y se lo insertó en el orificio del ano gracias a una gruesa pera del mismo material.

Una vez disfrazada de perrita, Tom le hizo caminar a cuatro patas por toda la casa y le hizo comer de una escudilla de perro en la que había puesto su nombre  “Valentina”. La chica tuvo que comer directamente del suelo una sopa un tanto asquerosa que no le quedó más remedio que lamer hasta la última gota. Mientras comía aliviaba el ardor de sus pezones gracias a que depositó sus tetas directamente sobre las frías baldosas de la cocina.

Cuando terminó de cenar, su dueño la sacó a pasear al jardín. En todo momento Valentina fue forzada por Tom a comportarse como una perrita. Así tenía que caminar a cuatro patas, tuvo que aprender a ladrar e incluso tenía que mear como hacen los perros, es decir levantando la pata en los troncos de los árboles.

Como de costumbre, el tipo le grabó con el móvil  y luego siguió haciéndolo cuando hizo como que le enseñaba a dar la pata, revolcarse en el suelo o jugaba a tirarle un palo para que se lo trajera de vuelta con su boca.

Entre tanto, desde su jaula, los cuatro perros de Tom no parecían muy contentos del favoritismo del amo hacia la nueva pues no paraban de ladrar muy enfadados.

- Bueno, ya se va haciendo tarde así que te voy a llevar hasta la jaula de los perros para que puedas dormir.

Esa frase hizo que Valentina se pusiera a temblar de miedo.

- Por favor, señor, eso no, balbució.

- Las perras no hablan, y sin hacerle caso, su dueño agarró fuertemente la correa del collar y tiró de ella pero la chica ejerció cierta resistencia y se puso a ladrar y llorar como lloran los perritos. Esto hizo que Tom se enfadara y le diera un par de puntapiés.

- Vamos, no te resistas, he dicho que vas a dormir con los perros y lo vas a hacer. No temas, no te comerán.

Sacando unas llaves entre los ladridos histéricos de los canes Tom abrió la jaula donde los guardaba y obligó a la chica a entrar en ella cerrando la puerta posteriormente.

Eso provocó de inmediato los gruñidos de enfado de los cuatro canes. Los chuchos mostraron en todo momento que ella no era bien recibida y Valentina se quedó en la esquina opuesta de la jaula completamente aterrorizada y encojida mientras los cuatro chuchos se ponían en guardia contra ella.

Temblando de miedo, la chica hizo como que ponía postura de sumisión e incluso empezó a emitir ruidos como de perrita asustada. Eso hizo que los chuchos se callaran y torcieran la cabeza como si no supieran muy bien qué era lo que tenían delante. Por supuesto no consiguió engañarlos y volvieron a gruñirle y enseñarle los colmillos.

Tom miraba la escena divertido desde fuera de la jaula

- Vamos Valentina, ya sabes lo que les gusta, así que déjate de fingir y  abre las piernas, se lista por una vez en tu vida.

- Sí, sí señor, dijo ella, y entonces se dio la vuelta y tumbándose sobre su espalda  abrió las piernas todo lo que pudo mostrando su chocho a los canes.

- Vamos bonitos lamedle ahí, venga, vamos.

Y entonces uno de los perros bajó las orejas y acercándose a ella se puso a oler su entrepierna y acto seguido empezó a chupársela con avidez. Viendo que los chuchos se calmaban Valentina recurrió a esa táctica con los demás. Eso  le resultó con todos los animales menos con Tristán que evidentemente estaba celoso y cada vez más molesto.

Valentina hizo lo que pudo para contentarle y le mostró abiertamente su sexo pero no resultó.

- Vamos pequeña le dijo Tom desde fuera de la jaula. Es que Tristán es muy fogoso, mira la erección que tiene. Venga déjate follar por él e igual le convences.

Valentina se quedó quieta mirando a su dueño desde detrás de su capucha.

- ¿Dejarse follar? No estaría insinuando…Pero, pero señor…

- Te he dicho que no puedes hablar, además me has entendido perfectamente perra, date la vuelta y ofrécele tu sexo para que te monte.

A regañadientes Valentina lo hizo, se puso de rodillas e inclinando el torso hasta el suelo ofreció sus orificios para que Tristán se la follara, pero claro,…. eso no funciona así,…. su sexo no olía a lo que tenía que oler.

- Ja, ja, parece que no le gustas, vamos que no eres su tipo, se rió Tom grabando a Valentina mientras ella se ofrecía inútilmente al perro.

- Mira Valentina, vas a tener que convencerle de otra manera. ¿Por qué no se la chupas un poco y así le animas?

- ¿Qué?

- Que te he dicho que las perras no hablan, vamos, obedece y chúpasela si no quieres que te vuelva a llevar a la cámara de tortura.

Esa amenaza convenció a Valentina que tímidamente intentó acercarse al perro en postura de sumisión, pero éste le respondió violentamente rebelándose contra ella  e incluso llegó a herirla con sus dientes. El perro se puso tan agresivo que Tom tuvo que entrar en la jaula para que no atacara a su sirvienta.

- Vamos, Tristán, ven Tristán bonito, sí, sí, le dijo mientras el chucho chupaba sus manos moviendo la cola. Ven túmbate aquí, así, tranquilo, así, buen perro.

- Y tú ven aquí, esclava, hazle una mamada a Tristán y te lo ganarás para siempre, ya verás ja, ja.

Valentina se acercó entonces y vio el pene de color intensamente rosa del perro.

- Vamos, chúpaselo, le gustará.

A la chica le daba un poco de aprensión y asco, pero después de todas las cosas que había tenido que hacer tampoco ejerció mucha resistencia a eso.

- Vamos puta, a ti te gusta comer pollas, ¿qué más te da que sean de perro?

Y la chica empezó a lamer el pene del perro, primero con aprensión y luego con más confianza.

Al principio Tristán tuvo conatos de rebelión pero su dueño le mantuvo tumbado y calmado. Poco a poco el chucho empezó a calmarse a medida que sentía esas caricias en su polla.

- Vamos, vamos perrita, sigue, lo estás haciendo muy bien. Y Valentina siguió haciendo la mamada al perro. Al de un rato había pasado de la lengua a metérselo en la boca. El chucho  se resignó finalmente y se quedó muy quieto mientras ella insistía con su polla metiéndosela cada vez con más decisión en la boca. Y así estuvo varios minutos moviendo la cabeza arriba y abajo.

- Venga, venga, so viciosa, deja de chupar y ponte a cuatro patas que se la has puesto a reventar a mi chico.

Valentina volvió a obedecer sumisamente y se agachó ofreciendo de nuevo su trasero al perro y separando sus nalgas con los dedos todo lo posible.

Tristán estaba otra vez nervioso  y excitado y empezó a lamer las piernas y el culo de Valentina pero ya no le gruñó. Nuevamente fue Tom quién instruyó al perro para que montara a la chacha e incluso ella le ayudó a introducirle el pene en su vagina con sus manos. Instintivamente el perro empezó a culear.

- Así, así se hace, mi rey, decía Tom vamos follatela, follatela, ja, ja..

Evidentemente aquello no era como un pene humano pero la chica sintió la agradable fricción de esa carne dura y ella misma empezó a gemir de placer.

- La sientes dentro, ¿verdad zorra?, eso es lo único que te importa.

Valentina ni siquiera respondió…

Y tras unas pocas sacudidas el chucho empezó a eyacular dentro y fuera del coño de Valentina descargando su lefa totalmente excitado.

- Así así muy bien, le dijo Tom acariciándolo, venga puta, límpiale bien con la lengua que no le quede ni una gota.  Y ella lo hizo….

De este modo la chacha Valentina bajó otro peldaño en su degradación al convertirse en la novia de los perros de su amo.

A cambio, eso le permitió ganárselos y pasar así a formar parte de su pequeña familia canina.

Los cuatro días siguientes Valentina durmió todas las noches con los perros de Tom follando con ellos hasta hartarse. Ya no le gruñían nunca sino que su reflejo natural era lamerle y mover la cola cada vez que se acercaba a ellos. Por supuesto cuando su amo no la veía, la chacha ofrecía su entrepierna a los chuchos para que le comieran el coño bien comido y la montaran todas las veces que quisieran…..

Durante los días siguientes Valentina siguió trabajando de chacha y se esmeró en sus tareas cotidianas hasta tal punto que al amo le costó encontrar motivos para castigarla.

Aparte de tener que trabajar desnuda, Tom decidió que Valentina debía llevar siempre cadenas y otro tipo de restricciones pues le gustaba verla como una verdadera esclava. Para eso le compró unos grilletes dorados  bastante elegantes. No pesaban mucho pero sí restringían los movimientos de la muchacha y hacían que las tareas dirarias se le hicieran un poco más penosas.

Así Valentina solía llevar un collar de hierro en el cuello y grilletes en muñecas y tobillos, éstos se unían entre sí por delicadas cadenas. Una cadena de unos quince centímetros de larga unía los dos tobillos y le obligaba a desplazarse a pasitos cortos y torpes. Esta se la puso pues le gustaba ver cómo temblaban sus carnes obscenamente al moverse por la casa. Asimismo la cadena que unía el cuello y los pies era lo suficientemente corta para obligarla a desplazarse ligeramente agachada como signo de sumisión.

Para las muñecas, Tom alternaba  una cadena más larga para que ella se pudiera valer mejor con otra mucho más corta que le obligaba a juntarlas como si las tuviera esposadas y atadas al cuello. Esto restringía muchísimo su movilidad y hacía que cualquier tarea fuera mucho más penosa, pero Tom juzgaba que las cadenas realzaban mucho la belleza de su cuerpo desnudo.

Frecuentemente Valentina permanecía también amordazada mientras trabajaba. Unas veces  era un dildo en forma de polla bien metido hasta la garganta, otras una ballgag o un bocado de caballo.

En ocasiones también le ponían una claustrofóbica capucha de cuero o una mordaza de cuero con un agujero redondo en la boca. En este último caso Tom colocaba en el agujero un tapón de goma similar al de un lavabo y usaba la boca de la esclava para mearle dentro cuando lo necesitara de manera que la chacha  servía de orinal humano en cualquier lugar de la casa.

Asimismo siempre llevaba el tapón anal llenando el orificio trasero como signo de propiedad de Tom, de hecho, al de unos días le cambió el cristal tornasolado del tapón anal por otro con sus propias iniciales.

En la cavidad vaginal Valentina acostumbraba llevar alojados una gran variedad de juguetes como bolas chinas, vibradores  o estimuladores que Tom accionaba con un mando a distancia. Con frecuencia la chacha acababa tan cachonda que ella misma se acercaba a su señor con cualquier pretexto para que se la follara.

Para los sensibles pezones de la muchacha  su dueño tenía también variedad de aditamentos: pequeñas pinzas de las que colgaban cascabeles, una cadena que unía los dos pezones entre sí, o los dos pezones y el clítoris. Así Tom siempre sabía por dónde andaba su criada al oír el suave ruidito de los cascabeles o las delicadas cadenas.

Aunque acentuaban su belleza a ojos de un sádico como Tom, todas esas restricciones no le facilitaban para nada el trabajo. Lógicamente a Valentina se le solían caer cosas al suelo o no hacía bien sus tareas. Cuando esto ocurría era castigada con unos latigazos, normalmente de cara al espejo y con los brazos atados y bien estirados por encima de su cabeza.

Ella tenía miedo al castigo pero también lo añoraba. Esos pocos latigazos que recibía frente al espejo le terminaron gustando y en el fondo le sabían a poco. Entonces ella se sorprendía a sí misma deseando que su dueño la volviera a llevar a la cámara de tortura para una sesión más larga y cruel pero no tenía valor para pedírselo. De hecho a veces Valentina rompía cosas a posta o hacía las cosas mal para provocar su castigo pero ni por esas…… La excusa se la dio finalmente el jardinero….

Johnny, el viejo jardinero ya llevaba semanas trabajando junto a la chacha calentorra  y  últimamente iba todo quemado de ver a esa tía desnuda todo el rato por la casa. Era un poco tímido así que normalmente se limitaba a cascársela espiándola cuando realizaba sus tareas. Sin embargo, un día reunió el valor necesario, se tomó una pastillita azul y le salió al paso en una esquina apartada del jardín cuando ella iba a tender la ropa.

- Eh, preciosa, ¿a dónde vas con tanta prisa? Le dijo viendole mover el culo a pasitos cortos a causa de las cadenas.

La chica se sorprendió de verlo pero no temió nada pues tenía a Johnny por un viejecito pacífico y bueno. Por eso cuando de repente se abrió el mono y vio su polla toda tiesa y dura se llevó una gran sorpresa.

- Pero, pero, señor Taylor, ¿qué está haciendo?.

- Vamos preciosa, llevo veinte años sin pegar un polvo, ¿no quieres pasar un buen rato conmigo?

Hasta ese momento el viejo Johnny no le había atraído en ese aspecto pero al ver ese pedazo de miembro duro y turgente con las venas gordas recorriendo esa piel de ébano, Valentina sintió deseo de metérselo en la boca.

- Nunca, nunca se la he chupado a un negro dijo ella mostrando sus dientecillos de coneja.

- ¿Ah no?, pues alguna vez tiene que ser la primera. Vamos chica anímate, y hazme un buen trabajo que estoy muy necesitado.

Y dejando la cesta de la ropa en el suelo la chacha se puso en cuclillas  y agarrándosela con una mano se la empezó a oler.

A la tía le dio la risa.

- Huele igual que la de los blancos dijo la muy imbécil.

- Pues mira ahora a ver a qué sabe.

A la chica le dio otra vez la risa y tocándola con los labios empezó a lamerla suavemente  mientras hacía dedos con la otra mano.

- También sabe igual, y de la misma se la metió en la boca cerrando los ojos de gusto.

Vistas las circunstancias a Johnny no le importó mucho el comentario racista de la chacha tonta y disfrutó como un loco de la mamada de esa jovencita que podría haber sido su nieta.

De hecho el hombre se la dejó chupar hasta el final casi sin moverse y en pleno éxtasis. Ya ni recordaba la última vez que le habían hecho una felación y esa preciosidad la chupaba de primera, venga a lamer y lamer sin descansar un segundo y masturbándole al mismo tiempo.

- Te gusta ¿eh pequeña? El hombre hilaba las palabras con dificultad,….. chupa….. chupa despacio,… no tengas prisa….  nadie te la va a quitar…..bonita.

El viejo cerraba los ojos de gusto pero también le gustaba verla desnuda, esas tetas grandes y mullidas que tropezaban todo el rato con sus piernas y ese culo de melocotón que se le adivinaba al final de su espalda.

- Así, así preciosa, sigue así, joder qué bien lo haces niña,…..vamos, vamo…. sigue…

Valentina disfrutó también enormemente de la mamada pues ya estaba hecha a las felaciones y esa era probablemente la mejor polla que se había llevado a la boca. La chica sentía perfectamente las pulsaciones de Johnny en torno a sus labios y temió que al abuelote le diera un infarto del esfuerzo que estaba realizando su corazón. Sin embargo no ocurrió así, pues como en sus mejores tiempos tras mucho chupar y chupar, el hombre se puso a gemir y le eyaculó una buena carga en la cara, dejándosela toda pringada de semen pastoso. La chica recibió cuatro o cinco disparos de abundante lefada blanca y caliente y luego se puso a lamerle despacio limpiándole con la lengua y aprovechando los últimos estertores del orgasmo hasta que el viejo empezó a calmarse.

- ¿Le ha gustado, señor Taylor?, dijo ella sonriendo. Para variar ese señor la trataba bien, le acariciaba la cabeza amorosamente y le decía cosas bonitas así que Valentina se dijo en  ese momento que se la chuparía siempre que se lo pidiera. ¡Menudo cipote calzaba el abuelito!, ¡quién lo hubiera dicho!.

- Me..ha gustado mucho..pequeña, dijo él sintiendo las últimas sacudidas mientras ella no dejaba de masturbarle y limpiarle las gotas de esperma pasándole la lengua por el prepucio.

Sin embargo ahí se rompió el idilio, pues en el momento en que el jardinero terminaba de eyacularle en la cara acertó a pasar Tom.

- Valentina, ¿qué estás haciendo?, dijo gritando desde lejos ¿quién te ha dado permiso, so guarra?.

La chica se incorporó sorprendida y puso la postura de sumisión  de la misma.

- Perdón señor, la culpa la he tenido yo, dijo Johnny subiéndose la cremallera apresuradamente.

- No lo  creo, seguro que ha sido esta zorra que está caliente todo el día y anda provocando a todo el mundo. Para eso quería que le quitara la mordaza, será…. ¿qué tienes que decir, so puta?.

A la joven aún le caía  un hilo de lefa de la barbilla.

- El tiene razón señor, la culpable he sido yo, sabía que Johnny andaba por aquí y vine a escondidas para seducirlo  con la excusa de colgar la ropa.

El negro se quedó alucinado al oirla mentir.

- Entonces reconoces que mereces un castigo, ¿no?

Ella dijo que sí con la cabeza.

- Muy bien, vamos a la cámara de tortura, zorra, dijo Tom agarrándola brutalmente del brazo. Hoy te voy a tener varias horas allí.

- Perdón señor, dijo ella soltándose y arrodillándose, ¿puedo pediros un favor humildemente?

- ¿Qué quieres puta?

- Quisiera ser castigada por él, ¿puede ser?, dijo señalando a Johnny.

Tom se quedó de piedra por la petición.

- ¿Tú quieres hacerlo, Johnny?

El jardinero se quedó parado y poco le faltó para empalmarse otra vez sin pastillita ni nada.

- Oh, sí señor, me encantaría. ¿Qué tengo que hacer?

- Lo que quieras, latigazos, electrodos, en la cámara de tortura tienes de todo. Es tuya hasta que se haga de noche, así que en ese tiempo castígala como te plazca. También te la puedes follar todo lo que quieras y como quieras, bueno….pero con precaución,… no creo que sea bueno para tu salud.

- Pues sí, en eso tiene usted razón, mi médico me ha dicho que no puedo tomar más de una pastilla de estas al día, si no podría ser peligroso, pero…ahora que lo pienso,…¿podría hacerme también un favor a mí?.

- ¿Cuál?

- Hoy es el cumpleaños de mi sobrino Ahmed y nunca le he podido hacer un regalo decente. Estoy seguro de que le encantaría encargarse de la chacha a él y a sus amigos.

- ¿Tú sobrino y sus amigos?, ¿Estás seguro?

- Por supuesto patrón. Ellos manejarán el látigo mejor que yo y seguro que a sus veintipocos no tendrán ningún problema de erección. Sería un bonito regalo de cumpleaños, ¿no cree?.

- A ver, depende, ¿Cuántos amigos son?

- No muchos, vendrían él y tres o cuatro más.

Tom reflexionó unos momentos.

- Bueno, está bien, llámalos, dijo tras pensarlo un poco.

- Gracias señor, Johnny empezó a marcar en su  móvil.

- ¿Ahmed?,…..feliz cumpleaños chaval,…. oye ya sabes dónde trabajo ¿podéis veniros tú y tus amigos?....Es una sorpresa…. ¿Media hora?,…. vale os espero.

Escuchando todo eso Valentina sintió un gran calor y placer en la entrepierna mientras las últimas gotas de semen le caían por la barbilla.

- Y tú zorra, no te quedes ahí parada, termina de tender la ropa y luego vete a limpiarte bien por dentro y por fuera que hoy te espera una buena.

- Sí, sí señor

Y Valentina se fue dando pasitos cortos y ridículos a causa de sus cadenas.

Tres cuartos de hora después vinieron Ahmed y cuatro amigos suyos. El propio Johnny fue el encargado de abrirles la puerta.

- Hola Ahmed y compañía, feliz cumpleaños.

- Muchas gracias tío, joder qué mansión, no sabía que trabajabas en  un palacio.

- Pues sí, no se está mal aquí, además el jefe es muy bueno, precisamente le he pedido un pequeño favor y me lo ha concedido sin dudar un momento……… El jardinero estaba todo orgulloso, su sobrino era su debilidad y nunca había podido hacerle un regalo en condiciones…..

- Tengo un regalo de cumpleaños para ti….bueno y para tus amigos….creo que os va a gustar.

- ¿Qué es tío?

- A ver cómo os lo explico,…. el dueño tiene una criada,… se llama Valentina, es guapísima  y es más o menos de vuestra edad.  Además tiene unas ……y el hombre se puso las dos manos delante del pecho, bueno ya la veréis. Los chicos se miraban entre sí sin entender. …….Johnny decidió ir al grano. El caso es que ella se ha portado mal y el dueño me ha pedido que sea yo quien la castigue, pero yo estoy un poco mayor para esas cosas así que se me ha ocurrido que podéis encargaros vosotros de ella.

Los chicos se miraron otra vez entre sí.

- Oye, ¿nos estás tomando el pelo?, ¿qué es eso de que tenemos que castigar a una tía? ¿de qué va esto?

Johnny se quedó sin saber qué decir, no esperaba esa respuesta, pero en esto apareció Tom.

- Que pasa, ¿no os lo creeis?.

- Mire señor, estos son mi sobrino y sus amigos.

Los chicos le saludaron.

- ¿Cinco al final?, bien, Valentina ya está esperándoos en la cámara de tortura, podéis empezar cuando queráis con ella.

- ¿Cámara de tortura?, pero ¿qué es esto?. Mira tío, a mí todo esto me da mal rollo.

Tom sacó el móvil y les mostró la foto que le hizo días antes desnuda y atada a la portería.

Al verla los chicos se quedaron con la boca abierta.

- Mirad ésta es Valentina, es mi criada pero también es mi esclava. Ella misma se ha entregado por su propia voluntad y el caso es que hay que castigarla ahora mismo. A tu tío  se le ha ocurrido que podéis encargaros vosotros pero si no os atrevéis ya me ocupo yo.

Entonces intervino uno de los amigos de Ahmed.

- Eh, eh, pare el carro, ¿dice que tiene a esta piba desnuda y atada ahí dentro?.

- Sí.

- ¿Qué es? ¿Una especie de masoca o algo así?

- Sí, se puede decir que sí.

- Y ¿a qué se refiere con eso del castigo?

- Pues eso, que podéis hacerle lo que queráis todo el resto del día. Os la podéis follar los cinco todas las veces que queráis y luego podéis darle unos latigazos o lo que se os ocurra.  

- ¿Y a ella le gusta?

- Pues no sabría decirlo, en el momento grita y suplica pero creo que en el fondo le gusta pero eso es lo de menos. Mirad, abajo en la cámara de tortura  hay una gran variedad de juguetes de bondage y sado, qué ¿os animáis?

- Di que sí Ahmed, le dijo otro de sus amigos más que animado, no perdemos nada con verla.

- Venga, díganos donde está.

- Venid conmigo.

Y unos minutos después Ahmed y sus cinco colegas se llevaron una sorpresa mayúscula.

- JO…. DER

Efectivamente Valentina les estaba esperando desde hacía media hora, atada, desnuda  y amordazada en la habitación del sótano. La chica estaba atada en la misma postura que la primera vez con los brazos y piernas muy abiertos y con una ballgag en la boca.

Delante de ella Tom había puesto la televisión con la grabación de su primera sesión de tortura de modo que Valentina se veía a sí misma gritando y llorando mientras recibía una buena tanda de latigazos.

Cuando vio entrar a esos cinco negrazos a la chica le dio un vuelco el corazón y al mismo tiempo se puso toda cachonda.

Por su parte los chicos se la quedaron mirando como si nunca hubieran visto a una mujer, pero pasada la sorpresa inicial se fueron acercando a ella sonriendo con sádica lujuria.

Al ver la grabación en la pantalla y los instrumentos de tortura dispuestos ordenadamente sobre una mesa, Ahmed y sus amigos empezaron a creerse que aquello iba de veras y que de algún modo les había tocado la lotería.

- ¿Puedo jefe?, dijo Ahmed antes de tocar a Valentina con sus manazas.

- Por supuesto que puedes, como digo podéis hacer con ella todo lo que queráis y durante el tiempo que se os antoje. Ah también os he dejado ahí una nevera llena de cervezas, y para que estéis más a vuestras anchas cerraos la puerta por dentro. Así si grita no tenéis que preocuparos pues fuera no se oye nada.

Y Tom y Johnny cerraron la puerta y salieron de la cámara de tortura mientras veían como Ahmed y otro de sus amigos empezaban a sobar el cuerpo desnudo de la muchacha. Ante esas caricias Valentina se retorció de placer y cerrando los ojos dejó que las babas cayeran de su boca libremente.

Los chicos acordaron quitarse la ropa inmediatamente para disfrutar más de la joven y empezar a follársela sin más ceremonias. Así pues, en su segunda sesión de tortura en aquel lugar Valentina se encontraba, rodeada de cinco negrazos desnudos más o menos de su edad y con unas impresionantes vergas que dejaban la de Johnny a la altura del barro. Al principio empezaron a follarla así como estaba, uno por delante y otro por detrás mientras sus amigos bebían cerveza y ponían el hip hop en sus móviles a toda pastilla.

Doblemente penetrada la joven gritaba de dolor y placer mientras los chicos se turnaban de dos en dos. Cierto que al principio se conformaron con follar pero pronto pasaron a aplicarle suplicios chinos.

Puede que para el jardinero Johnny, Ahmed y sus amigos sólo fueran unos chicos, pero en realidad eran cinco pandilleros bastante violentos y sádicos que no se podían creer lo que les estaba pasando. Nada menos que una chica blanca con cuerpazo de estrella porno en sus garras. Todas las horas que pasaron con ella en la cámara de tortura las aprovecharon a tope.  No pararon de flagelarla, pincharla con pinwheels, punzones, quemarla con cigarros encendidos, pellizcarle con alicates, darle toques de picana y un largo etc.

A Valentina lo de Tom le parecieron caricias comparado con lo que le hacían esos cinco, sobre todo porque casi todo el rato la torturaban dos o tres a la vez

Mientras la atormentaban, esos cinco bestias le obligaban a follársela por el agujero grande y por el pequeño y hacerles una mamada tras otra.

- ¿Querías pollas negras?, dijo Tom mientras veía toda la escena de bondage en el ordenador de su despacho, pues te vas a hinchar, puta.

Al de dos horas de tenerla así decidieron desatarla pero sólo para esposarle los brazos a la espalda. A pesar de sus ruegos y súplicas, la pusieron de rodillas y entonces se le colocaron todos ellos alrededor y le hicieron una lluvia dorada echándole por encima toda la cerveza que ya se habían bebido.

Tras dejarla perdida de meados le obligaron a felársela a todos hasta que convirtieron aquello en un asqueroso bukkake.

Luego la ataron boca arriba tumbada sobre  la mesa y se la follaron por la vagina y por la boca mientras le echaban cera fundida en el torso gracias a un tocho de cera y un soldador.

Valentina gritó y gritó al recibir indefensa esa cascada de cera liquida que le abrasaba todo su torso. Cuando tenía la parte delantera cubierta por una costra de cera se la quitaron a latigazos y vuelta a empezar y así tres veces.

Las siguientes torturas consistieron en pasarle por la piel cepillos de puas de acero muy despacio dejando un rastro de arañazos en el torso, el ombligo y los muslos, mientras tanto le quemaban las plantas de los pies con cigarros encendidos.

Llevaban ya cerca de cuatro horas con Valentina y por el momento se les habían vaciado las pelotas así que decidieron entretenerse un rato jugando.

- Eh patrón, dijo Ahmed tras salir del sótano e ir a buscar a Tom, ¿tiene unos dardos?

- Sí, ahí mismo en el salón.

Y Ahmed los cogió.

- Eh, que te dejas la diana.

- No se preocupe patrón, nosotros mismos la pintamos abajo, ¿tiene pinturas?

- Sí supongo que sí, pregúntale a tu tío.

- Vale, y el chico se fue a buscarlo.

Tom no entendía por qué querían pintar la diana pero lo comprendió al de poco a través de la pantalla.

- Joder, ¡qué cabrones!, mira qué diana se han buscado.

Efectivamente la diana se la pintaron en el trasero de la propia Valentina, los tipos la ataron de rodillas en posición fetal  y la cara pegada al suelo y pintaron unos círculos de colores en las nalgas con una puntuación en cada uno.

Tras eso la pandilla de Ahmed se puso  a una distancia de unos metros y mientras seguían bebiendo cerveza se divirtieron jugando a los dardos en el trasero de la chacha.

Valentina gritaba como loca cada vez que  uno de esos odiosos dardos se le clavaba en sus carnosas nalgas y los pandilleros reían a carcajadas y se daban palmadas de felicitación cada vez que acertaban en los círculos del centro.

- ¡Diana!, ja, ja, diez puntos, dijo Ahmed tras acertarle entre las dos nalgas muy cerca de la aureola del ano.

- MMMMMHHH

Valentina gritó de dolor con lágrimas en los ojos y todo su culo tembló mientras iba asimilando el dolor.

- Menuda inyección que te ha puesto el médico ¿eh puta?, ahora me toca a mí.

- MMMMMHHH

- Joder que puntería, otra diana, ja, ja.

Tras clavarle los dardos se los desclavaron entre más gritos y berridos y vuelta a empezar.

La salvaje jauría se cebó con la chacha y tras jugar a los dardos un buen rato volvieron a recuperar sus fuerzas lo que supuso volver a tomarla, pero esta vez lo hicieron sólo por la boca.

A Valentina la hicieron ponerse en cuclillas no sin antes obligarle a cabalgar sobre un dildo erecto bien clavado en el ano y le ataron los brazos por encima de su cabeza. En esa posición se la follaron por la boca los cinco hombres volviendo a rematar la faena con una nueva meada sobre su cuerpo.

Hecho esto volvieron a colgarla en el mismo sitio que al principio pero  esta vez boca abajo con las piernas abiertas y los tobillos atados a la viga del techo. Los brazos los tenía  atados a la espalda. Entonces le pusieron dos pinzas en los pezones y tirando de una cadena la hicieron oscilar en el aire mientras le volvían a repintar la diana  del culo y le tiraban dardos. Esta vez era más difícil pues su cuerpo estaba en movimiento.

Tras la segunda tanda de dardos  esos tipos no paraban de torturarla echándole gotas de cera caliente entre las piernas y la follaban  por la boca tirando de las pinzas de los pezones.

Valentina estuvo en poder de esos cinco individuos durante cerca de ocho horas en las que no pararon de alternar torturas y penetraciones. Por su parte, ella no dejó de gritar ni de llorar en los cortos intervalos en que tenía la boca libre.

Cuando ya se despedían, Tom quiso gratificarles con unos pavos por lo bien que lo habían hecho. Además lo tenía todo grabado y no dudaría en compartirlo con su grupo.

- Qué Ahmed, ¿os ha gustado el regalo?

- Y tanto tío, ¡menuda guarra!, no dejaba de gritar y pedir que paráramos pero creo que usted tiene razón, en el fondo le gusta.

- Bueno muchachos, les despidió Tom, hasta otra.

- Gracias patrón.

- Oye, por cierto, preguntó cuando ya se iban ¿puedo volver a llamaros para que os ocupéis de ella cuando esté muy cansado para castigarla?

- Pues claro tío, será un placer.

- Gracias, adios.

Lo que no sabía Tom es que durante su castigo Valentina también había tenido unos cuantos orgasmos.

Al día siguiente la chacha contó su experiencia a la persona con la que solía hablar por whatsapp y le juró que en el futuro haría lo posible porque volvieran Ahmed y sus amigos a darle caña…..

La chica estaba cada día más caliente y se ofrecía constantemente a su dueño haciendose la encontradiza con él por la casa para que hiciera el amor con ella o la castigara. Asimismo los pocos días que Johnny acudía a la casa,Valentina se apresuraba a encontrarse con él para limpiarle el sable. Las atenciones orales de esa jovencita le hicieron volver a una segunda juventud e incluso en una ocasión el vejete se animó a metérsela haciéndole disfrutar también a ella. Cada vez que iba al super de compras Valentina también se las ingeniaba para montárselo con el guapo dependiente llevara suficiente dinero o no….y luego estaban los perros con los que pasaba la noche.

Un día tras ir a buscarla a la perrera por la mañana, Tom advirtió a Valentina que ese día tendrían visita y que se tendría que adecentar a conciencia pues no quería que una inútil como ella le avergonzase delante de sus amigos.

- Sobre todo limpiate bien el agujero del culo, no quiero que mi invitado tenga sorpresas desagradables.

- Sí, sí señor.

A Valentina no le hizo ninguna gracia que vinieran extraños a romper la cotidiana intimidad con todos sus amantes pero igualmente obedeció, se duchó, se lavó el pelo y se limpió bien por dentro y por fuera. También  se depiló bien la entrepierna y las axilas  y por último se maquilló ligeramente.

Antes de comparecer ante su dueño para que le diera el visto bueno, Valentina sacó otra vez su teléfono móvil que tenía escondido y escribió algo nerviosamente iniciando una nueva conversación de whatsapp. Por supuesto alguien le respondió al momento.

Mientras escribía  a toda velocidad,  la chica estaba atenta no fuera que Tom la descubriera con el teléfono. Por fin terminó la conversación y volvió a dejar el móvil en el escondrijo del WC.

Una vez terminó se presentó ante Tom que estaba en su despacho para que le diera el visto bueno  y éste advirtió maravillado que ella estaba guapa a rabiar pero como de costumbre no sólo no la piropeó sino que aprovechó para humillarla.

El hombre se puso a grabar con el móvil antes de empezar a darle caña.

- Dime puta ¿Te has limpiado bien el culo como te dije?

- Sí, señor.

- A ver, enséñamelo.

Valentina  le dio la espalda sin dudar un segundo, se agachó y se separó las nalgas con las dos manos.

El tipo hizo un zoom en la zona que estaba perfectamente depilada. Como de costumbre le brillaban los labios vaginales pues exhibirse así a la cámara le hacía mojarse.

- Venga, ahora métete un dedo y como no salga inmaculado te acordarás de ésta.

La chica obedeció nuevamente sin dudar,  se metió el dedo índice de la mano derecha hasta la tercera falange y tras hurgar un poco lo sacó impoluto.

- Vaya, sí que te has esmerado, dijo Tom haciendo un zoom sobre el dedo húmedo, por lo visto te has convertido en una auténtica zorra anal, ¿no es cierto?

La joven se puso toda roja y bajó la mirada.

- ¡Qué excusa tan excelente eso de ser esclava! ¿verdad?

- ¿Por qué dice eso el señor?

- Pues eso, que se nota a la legua que eres una guarra y una viciosa y que te has buscado eso de meterte esclava como excusa para hacer todo tipo de guarradas con hombres o con perros, la verdad es que te da igual.

- Si el señor lo dice. Valentina estaba otra vez roja de vergüenza, ese tipo de humillaciones delante de la cámara le dolían mucho más que los latigazos, pues ella sabía que había un montón de pervertidos mirando en ese momento, quizá el mismo que iba a venir a casa.

- Pues claro que lo dice el señor, así que tú te callas, no había más que verte el otro día con el sobrino de Johnny y con sus amigos, parecías una cerda en celo gritando de placer, y ahora ven aquí que te voy a dar el toque final.

Entonces le puso los  grilletes dorados en cuello, muñecas y tobillos, todos ellos unidos entre sí por la delgada cadena. Además Tom le metió el consolador anal y le puso zapatos de tacón  negros, medias blancas de rejilla, cofia de doncella, gargantilla, muñequeras y liguero todo ellos de encaje blanco y negro y a juego.

- ¿Ves? Así estás más guapa, venga date la vuelta que te veamos por detrás.

Tom la siguió grabando de esa guisa mientras ella se sentía doblemente humillada y ridícula con esos aditamentos de doncella que no le tapaban nada.

De pronto sonó el telefonillo y Tom apagó el móvil.

- Ah, ahí está precisamente ábrele la puerta. Permanece callada y no digas nada a menos que él te pregunte. Obedécele en todo y no hagas estupideces. ¿Has entendido?.

- Sí señor.

Continuará

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