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Paraíso de Masoquistas (07)

en Sadomaso

Cuando vio que le traían a la prisionera, el Coronel se removió en su silla y la miró con atención. En realidad aún no se había acostumbrado a ver a todas aquellas bellezas desnudas y maniatadas.

El teniente llevó a Nadia delante de la mesa de Ahmed.

Este apartó los papeles que tenía delante y la miró atentamente recorriendo su impresionante anatomía con los ojos.

La joven Nadia le miró a su vez desafiante. Estaba un poco alterada y cachonda por todo lo que había visto. Los pervertidos  de Francia que sometían a Luba y Nadia  a sesiones de BDSM parecían hermanitas de la caridad comparadas con todos aquellos sicópatas de El Kemed.

Entonces Ahmed hizo un gesto circular con el dedo y el teniente hizo bruscamente que la joven diera la vuelta para que el coronel pudiera verla bien.

- ¿La han limpiado como es debido?, preguntó sin poder apartar los ojos del trasero de  ella mientras la polla le crecía bajo los pantalones.

- Sí señor.

- A ver, inclina el torso hacia delante, que te veamos bien.

Nadia lo hizo sin resistirse.

- No está mal, ahora separa las nalgas con las manos.

La chica  lo hizo de inmediato mostrando con toda naturalidad sus orificios íntimos.

- Esta zorra está cahonda, ¿es que alguien la ha tocado ya?

- No señor, creo que se ha puesto así sólo de ver cómo torturan a las otras.

- ¿Ah sí? Ya veremos cuando se lo hagan a ella. Muy bien, ahora vuélvete e incorpórate.

Nadia estaba roja, pero sólo por la postura. Muchas mujeres se hubieran sentido humilladas y avergonzadas por ser tratadas de esa manera, pero para Nadia la humillación era sinónimo de placer.

- Las piernas bien separadas zorra, le dijo el teniente palmeándole entre  los muslos.

Ella obedeció inmediatamente.

Ahmed se maravilló de su sumisión, se notaba a la legua que Nadia era una esclava entrenada.  Sin embargo seguía mostrando una actitud altiva y desafiante.

- ¿Nombre?.

- Ya lo sabe, ahí mismo tiene mi documentación.

- Nadia Rurik, pero aquí pone que eres ciudadana francesa.

- Es cierto, mis padres eran ucranianos, pero yo nací en Francia.

- ¿Sabes cuál es la pena en este país por lesbianismo?

El teniente Mahmud se extrañó al oír aquello.

- Pero señór sólo la hemos detenido por indecencia.

- Cállese teniente, ¿te reconoces en esta foto?.

El Coronel enseñó a Nadia una fotografía en la que aparecían ella y Luba en la playa nudista besándose apasionadamente. La joven recordó inmediatamente esa foto y le halagó que Luba la conservase consigo.

- ¡Luba!, ¡entonces la tienen aquí!,¿dónde está?

- Tranquila muchacha, pronto te llevaremos con tu amante. Esa foto es prueba suficiente de que tu amiga Luba y tú sois lesbianas, ¿por qué has venido aquí? ¿acaso has venido a rescatarla?

El teniente se rio de la salida de Ahmed, pero enmudeció ante la resuelta respuesta de la joven rubia.

- No soy tan ingenua verdugo, lo que pasa es que la amo y quiero correr su misma suerte, ya sé que es imposible que un cerdo como tú entienda eso.

El coronel Ahmed frunció el ceño.

- ¿Su misma suerte?, ¿acaso no sabes lo que te espera?, ¿es que eres masoca?.

- Tú lo has dicho, cerdo, me gusta el dolor.

Los dos hombres se miraron.

- Es como una epidemia, señor, cada vez tenemos más de éstas.

- ¿Sabes a cuanto asciende la condena por lesbiana?, entre seis meses y dos años.

- Me da igual, puto sádico, llevame con Luba.

- Es dura esa Luba, y tú pareces de la misma pasta, llevo varias semanas intentando que firme un papel  sin conseguirlo.

- ¿Qué le has hecho?

- De todo, lo mismo que te voy a hacer a ti si no firmas esto.

Ahmed le enseño un documento a Nadia y ésta lo leyó de cabo a rabo.

- Si firmo este papel quedaré completamente a tu merced, ¿te crees que soy tonta?

- No, pero imagino que tendrás un límite, todas lo tienen.

- Pruebame, dijo Nadia desafiante.

Los dos militares se quedaron otra vez estupefactos al oírla.

- No se puede negar que tienes valor, muchacha, eso me gusta,.... así será más divertido..... Muy bien llevala con su amante y dile a Ismail que lo prepare todo para mañana: tres pacientes. Estas dos lesbianas y la otra zorra que detuvieron con Luba, veremos cuánto soportan antes de firmar.

El teniente Mahmud se quedó decepcionado.

- Señor, ¿por qué no empezamos el “tratamiento” con esta zorra ahora mismo?. Ismail y yo la dejaremos suave en unas horas.

- No teniente, dijo Ahmed guiñándole el ojo. Dejemos que las dos lesbianas pasen juntas esta noche y...... reflexionen sobre lo que les espera.

Un tanto contrariado, el teniente se volvió a llevar a Nadia de allí. Esta vez el comportamiento del coronel le había parecido muy raro. Con lo buena que estaba la nueva y ni siquiera la había tocado, y eso que Ahmed solía “estrenar” a todas las nuevas. Al salir de su despacho le pareció incluso que Ahmed sonreía enigmáticamente.

Nuevamente Nadia tuvo que recorrer pasillos donde se cruzó con más guardias y prisioneras, algunas de ellas haciendo mamadas o siendo folladas por uno o varios guardias a la vez. En un corredor pudo ver las “pajareras”, éstas eran cinco jaulas de castigo consistentes en nichos rectangulares de la pared formados por dos planos oblicuos y cerrados por rejas. Las cinco chicas condenadas a dichas jaulas sufrían un perverso castigo pasivo, pues la peculiar forma de los nichos les impedía sentarse, ponerse en cuclillas o estar de pie.  Nadia no pudo dejar de reparar en sus gestos de desesperación pues las muchachas ya llevaban varias horas allí y pedían por favor que las dejaran salir. Por último llegaron a las jaulas donde dormían  la mayor parte de las reclusas.

El número de jaulas había aumentado, pero el ritmo de ingreso de prisioneras era tan alto que ni aún así daban a basto. Dormir en esas cubículos era un tormento en sí mismo pues se trataba de claustrofóbicas jaulas de hierro de las siguientes medidas: 2 x 0,8 x 0,6 m.. Normalmente una reclusa hubiera estado muy incómoda en una de esas jaulas, pero es que encima las hacían dormir de dos en dos, totalmente desnudas y con las manos atadas o esposadas a la espalda para evitar que se masturbaran.

- ¡Nadia!

Luba se llevó la sorpresa de su vida cuando vio aparecer a su querida Nadia desnuda y maniatada en manos de aquellos bestias y en aquel lugar infernal. De repente se dio cuenta de su error, y enmudeció, pero poco podía ya ocultar.

- Aquí tienes a tu novia, boyera, ha venido a rescatarte, debe ser muy tonta pues ha venido aquí por su propia voluntad, ja, ja.

Los guardias abrieron la jaula donde tenían a Luba y tras sacar a su compañera de celda, metieron a Nadia junto a ella. Las dos jóvenes se tuvieron que acomodar como pudieron dentro de ella, piel contra piel  y en cuanto las dejaron solas empezaron a besarse como locas.

- Nadia, mi amor, menos mal que estás aquí, ¿pero cómo?, ¿cómo has dejado que te....?

- Chhhst, eso no importa ahora, Nadia bajó la voz y le habló en susurros. Menos mal que te he encontrado, no había manera, al final no he tenido más remedio que entregarme a estos cerdos.

Las dos jóvenes no dejaban de besarse en la boca mientras hablaban.

- No debiste hacerlo Nadia, estos tipos son unos sádicos, no sabes las cosas que te van a hacer para que firmes ese dichoso documento.

- Tú no has firmado ¿verdad?.

- No, por supuesto que no, pero si siguen así, sé que acabaré cediendo.

- ¿Te han torturado muy fuerte?

- Todos los días. Los guardias vienen a buscarme y me llevan donde ese cerdo del Coronel Ahmed. Él mismo se encarga de administrarme tormento, pero antes siempre me folla.  Al principio me resistía, pero ya estoy completamente emputecida y sólo soy un juguete en sus manos.

- Pero si es un sapo asqueroso.

Luba estaba avergonzada de confesarle aquello.

- Estaba sola y tenía miedo, Nadia, el rato que paso follando con ese cerdo es el único momento mínimamente placentero, casi deseo que me lo haga, menos mal que ahora estás tú aquí.

- Escucha Luba, tengo un plan, van a sacarnos de aquí.

- ¿Qué?, eso no es posible.

- Baja la voz y confía en mí. Antes de salir de Francia me hice implantar un dispositivo electrónico en un empaste. Para accionarlo ni siquiera necesito los dedos, sólo tengo que hacer fuerza con la mandíbula en el punto indicado.

- ¿Y de qué servirá eso?

- El plan era que en cuanto te encontrara accionaría el  dispositivo, éste enviará una señal por satélite que revelará nuestra posición.

Luba le miraba incrédula.

- He pagado mucho dinero a un mercenario para que nos libere y lo hará en cuanto sepa donde nos tienen. No te preocupes, mi amor, tiene gente preparada para esto.

Nadia se había entrenado para accionar el dispositivo electrónico de modo que al morder en el punto indicado lo puso en funcionamiento. Inmediatamente una señal apareció en el ordenador de Frederick Vouillé.

- Ya está, dijo éste sonriendo satisfecho mientras un punto parpadeante aparecía en un mapa electrónico. Frederick hizo zoom sobre el mapa y poco a poco de fue definiendo en su pantalla la inconfundible planta del Krak.....

- Ahora sólo tenemos que esperar, mi amor.

Nadia dijo esto y acto seguido se puso a besar a su amante.

- ¡Cuánto te he echado de menos, preciosa!, y a  pesar de las estrecheces e incomodidades de la jaula, las dos lesbianas pasaron toda la noche besándose y haciendo el amor valiéndose de sus muslos y acariciándose las tetas entre sí.  Por supuesto, nadie las liberó esa noche y las dos durmieron pegadas una a la otra unidas por su propio sudor.

(continuará)

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