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Sakura y el Señor Ito (4)

en Sadomaso

-El señor Ito estaba maravillado de lo pronto que había adiestrado a Sakura. Tras hacerse un enema y quitarse el olor a orines del cuerpo, la joven había acudido obediente a su presencia limpia y perfumada. Ella misma se había esposado las manos a la espalda y en ese momento ofrecía arrodillada su ano bien abierto para que él se lo desvirgara. El señor Ito pensó con gusto que era agradable y halagador que ella lo hiciera voluntariamente y no sólo por chantaje

Ito se fue hasta ella y pasándole la mano por la raja se dio cuenta de que estaba muy caliente, entonces aprovechando sus dedos húmedos se los introdujo por el agujero del ano con cuidado y dulzura.

Sakura cerró los ojos y suspiró de gusto notando perfectamente cómo el hombre manipulaba con su dedo adentro y afuera de su culo. El señor Ito siempre se había preguntado qué se siente al dar por culo a una mujer, pero le intrigaba aún más saber que sentirían las mujeres al ser enculadas.

En buena lógica no tienen por qué sentir placer, pensó él, pero el caso es que Sakura si parecía disfrutar. La joven suspiraba muy agitada con los ojos cerrados.

Será psicológico, se dijo sin dejar de penetrarla con el dedo húmedo y notando cómo ella hacía fuerza atrapándoselo con el esfínter.

- Fólleme el culo, señor Ito, por favor, susurró la joven extasiada.

- ¿De verdad lo quieres? Quizá te haga daño.

- No me importa, quiero saber qué se siente, hágalo, por favor.

Ante tal disposición Ito ya se disponía a metérsela cuando de repente en pantalla apareció la propia Sakura con esas tres mujeres sádicas que la habían azotado en la tienda. Ambos se quedaron alelados viendo en la pantalla cómo después de desnudarla brutalmente entre bofetadas y tirones de pelo, las tres mujeres se quitaron también la ropa y una tras otra le hicieron que les comiera el coño. Sakura lo hizo sin aparente oposición pero las mujeres se portaban con ella con dureza y cuando flaqueaba o dudaba, se ganaba una patada en el trasero o un latigazo. Toda la escena se veía muy bien pues habían colocado la cámara de video fija sobre un trípode.

-Ven bonita, chúpamela mientras veo esto, dijo Ito volviendo al sofá completamente empalmado y sin poder apartar la vista de la pantalla.

Sakura miró también a la pantalla complacida y después se acercó gateando al sofa. Antes de hacerle la fellatio a su señor, le lamió el cuerpo y le mordisqueó sus pezones durante un buen rato como había hecho el día anterior.

-¿Le gusta lo que ve, Señor Ito?

- Mucho, mi niña, mucho, sigue, sigue chupando.

- Ahora es cuando me azotan, espero que le guste, y diciendo esto se dispuso a lamerle el miembro despacio, muy despacio mientras él disfrutaba de su tortura.

Efectivamente, la escena de bondage era sumamente excitante desde la perspectiva de un hombre. Las tres sádicas mujeres le ataron una barra de madera rígida a ambos tobillos y agarrándola por el centro a un gancho la elevaron hacia arriba gracias a un juego de poleas. Una vez que consiguieron que el cuerpo de Sakura colgara completamente boca abajo, le estiraron los brazos en vertical y le ataron las muñecas a un gancho del suelo.

Entonces una de ellas se la empezó a follar con un gran cirio mientras de lamía y mordía el clítoris, otra se puso a darle latigazos en el trasero y la espalda, mientras la tercera le ponía unas pinzas bien prietas en los pezones y estiraba de ellas con una cadena haciendo oscilar su cuerpo.

El señor Ito estaba disfrutando de verdad sintiendo cómo su esclava se la chupaba sin parar, dulce y cálidamente y oyéndola a la vez cómo gritaba desesperada en pantalla.

- ¿Te...corriste mientras.. te torturaban, pequeña? Acertó a decir.

Sakura gimió diciendo que sí sin sacarse el miembro de Ito de la boca.

- ¿Cuántas veces?

Sakura puso cuadro dedos derechos y dijo "cuatro" con la boca llena.

Tras un buen rato de follarla con él, la del cirio encendió la vela, se la insertó bien dentro del coño y dejó que la cera caliente se fuera derramando por la entrepierna y el vientre de la muchacha. La que le estaba jalando de los pezones ató la cadena a un gancho de la pared de modo que Sakura dejó de oscilar pero sus pechos se estiraron dolorosamente por su propio peso.

La tercera cogió un látigo largo de cuero y empezó a darle latigazos más fuerte que antes. Como el látigo era muy largo, a cada golpe se enroscaba helicoidalmente en su cuerpo dejando tras de sí una marca blanquecina que se ponía roja en pocos segundos.

Como Sakura no paraba de pedir piedad desesperada ni de gritar, hubo un momento en que las mujeres decidieron amordazarla con una bola de goma.

Así estuvieron más de diez minutos turnándose con el látigo, y masturbándose disfrutando del tormento de la joven.

Al de un rato Ito ya no pudo más, tenía el miembro tieso como una estaca y de un tamaño enorme, entonces Sakura se lo sacó de la boca y tras sonreirle pícaramente se volvió ofreciéndole otra vez el ano y separando bien las nalgas con las manos.

Esta vez el Señor Ito no se hizo de rogar, con el miembro aún húmedo se lo alojó en el sumidero del ano y se puso a apretar hacia dentro.

Sería por eso y porque Sakura estaba relajada y dispuesta, pero la cosa no fue tan difícil como Ito creía que iba a ser y su grueso pene se fue abriendo camino milímetro a milímetro a través del agujero pequeño de la joven.

Sakura cerró los ojos y suspiró fuertemente intentando mantenerse relajada mientras sentía cómo su esfínter se tensaba y dilataba más de la cuenta. A la joven le entraron unas enormes ganas de hacer de vientre y eso le resultó placentero.

Ito no sabía muy bien para qué servía eso pero lo había visto en cientos de películas porno, asi que mientras la sodomizaba se puso a masturbarla.

Evidentemente, eso hizo que a Sakura le gustara mucho más, así ella misma se relajó y lubricó, y dejó que le abrieran el culo hasta un extremo sumamente doloroso.

- AAAAAAAHHHHH.

Sakura lanzó un largo gemido de dolor antes de correrse y pocos minutos después fue el propio Ito el que descargó dentro del recto de ella.

Cuando ambos terminaron, se besaron apasionadamente.

- ¿Te ha gustado preciosa?

Aunque le había dolido, Sakura afirmó orgullosa de haber perdido su virginidad en manos de su amo.

En realidad al señor Ito le había sabido a poco así que decidió volver a encularla inmeditamente, para ello la sacó al jardín y mientras ella esperaba esposada y desnuda fue a buscar unas estacas de madera.

Ya era de noche y los mosquitos estaban haciendo de las suyas, así que Sakura tuvo que darse un par de palmetazos en el trasero para auyentarlos.

Visiblemente impaciente, Ito apareció con las estacas, un martillo y unas sogas y rápidamente clavó seis estacas en la césped fresco del jardín. Sakura no adivinó al momento para qué era todo aquello. Sólo lo comprendió cuando Ito la amordazó con cinta aislante y la obligó a agacharse. El hombre le metió el cuello entre dos estacas muy juntas y se lo ató a las mismas obligándola a mantener la cara literalmente pegada a la hierba, después le ató las dos rodillas y los dos tobillos a las otras cuatro estacas.

La postura en que puso a la joven fue intencionadamente forzada, a cuatro patas, pero con la cara pegada al suelo y las manos esposadas tras el trasero con la orden de mantener las dos nalgas abiertas.

En esa postura, Ito volvió a sodomizarla, pero esta vez de una forma más brutal, sin masturbarla ni nada. Esta segunda vez fue menos placentera que la primera, Sakura se sintió simplemente "usada" por su dueño sin contrapartida ni placer de ningún tipo.

Encima cuando el hombre se alivió, le introdujo un dildo electrificado que se activaba con el sonido en su ano ardiente. El micrófono para activarlo se lo puso en la boca, pegado a la mordaza con cinta aislante y de forma un tanto salvaje se puso a darle con una vara en el trasero. A cada grito un tremendo calambrazo le sacudía el recto, por lo que Sakura no tuvo más remedio que callarse y aguantar el dolor de los varazos llorando en silencio.

El señor Ito le dio con verdaderas ganas, dejándole ocho horrendos verdugones que pronto se pusieron rojos y en relieve. Hecho esto tiró al suelo la vara y dejó a Sakura sollozando. El tipo se fue a leer más historias guarras de su esclava, dejándola allí más de cinco horas con la luz encendida a merced de los mosquitos y demás bichos de la hierba. La pobre Sakura ni siquiera se podía quejar por los picotazos, pues cada sonido que salía de su boca se convertía en un doloroso calambrazo.

Cinco horas después Ito fue a soltarla pero antes se la folló por la vagina. Esta vez Sakura tuvo un orgasmo y esa noche volvió a dormir en la cama abrazada a su sádico jardinero.

Los días de esclavitud en manos del Señor Ito fueron todos de ese tipo. Mientras él exploraba sus más bajos instintos, ella se había convertido en un juguete complaciente y sumiso que disfrutaba y sufría a partes iguales.

El señor Ito follaba con ella cuándo y cómo quería y la grababa en múltiples ocasiones humillantes y sádicas con la cámara. Asimismo acondicionó el sótano, perfectamente insonorizado, como cámara de tortura, sometiendo a la bella joven a largas y dolorosas sesiones de bondage, electrotortura, látigo, cera, pinzamientos y todas los suplicios crueles que se le pasaban por la mente. Frecuentemente Sakura comprobaba entre gritos y orgasmos cómo su jardinero se inspiraba en sus propios relatos para castigarla.

Por lo demás, Ito tenía un extraño comportamiento con Sakura. Tanto se comportaba como un sádico sin piedad como le consolaba amorosamente cuando veía que ella flaqueaba. Lo que nunca le hurtaba era la posibilidad de que tuviera uno o diez orgasmos. De hecho le encantaba ver cómo se corría.

Por su parte, Sakura cada vez obedecía antes y mejor, ya no negaba nada al señor Ito e incluso se estaba acostumbrando al dolor y los castigos. Su cuerpo estaba permanentemente cubierto de marcas de látigo y a veces tenía los pezones y la entrepierna hinchados y visiblemente irritados. No era raro que la propia joven pidiera a su dueño que la castigara con más intensidad e incluso un día mientras él le afeitaba amorosamente la entrepierna, ella le confesó entre escalofríos su deseo de ser crucificada.

Durante cinco largos días Ito gozó a solas de su esclava. Al principio solía mandar correos electrónicos a su padre haciéndose pasar por ella para que no sospechara nada, pero finalmente la propia Sakura se ofreció a llamarle por teléfono ocultándole su aventura para que no se inquietara. Finalmente, al sexto día Ito decidió empezar a compartir a su esclava con sus amigos y familiares.

De este modo invitó a comer a tres de sus amigos del barrio, tres hombres mayores y vulgares como él. Les explicó que en ausencia de los dueños se había instalado en la lujosa casa y que allí se estaba dando la vida padre.

Estando los cuatro sentados cómodamente en el jardín apareció de repente Sakura y al verla, los tres amigos de Ito se quedaron de una pieza.

Sakura acudió ante ellos con una bandeja en la que llevaba unos aperitivos, cofia de doncella, guantes blancos, zapatos de tacón, medias negras de rejilla y un delantal blanco con puntillas que le tapaba malamente la entrepierna, el vientre y los pechos.

Sakura no llevaba nada más, de modo que por detrás, mostraba su cuerpo desnudo y la piel cosida a latigazos antiguos y recientes. Por supuesto, la joven llevaba un dildo en el ano elegantemente adornado con una cola de pelo lacio. Los pechos le brincaban libremente saliéndose por los laterales del delantal cada vez que andaba sobre sus tacones.

Con toda naturalidad, la joven preguntó sonriendo a los invitados qué bebidas querían tomar mientras éstos no acertaban a cerrar la boca.

Cuando Sakura se marchó a por las bebidas, Ito no les dio ninguna explicación ni respondió a sus preguntas, sólo les dijo que podían hacer lo que quisieran con ella y les advirtió que si querían volver allí a gozar de la esclava no podrían contar nada fuera de allí.

Es probable que a sus amigos no les gustara la respuesta, pero la verdad es que les dio igual, sobre todo porque pronto empezaron a abusar de ella. Al principio sólo se atrevieron a acariciarle las piernas y el trasero cada vez que se acercaba a ellos para servirles o cuando se agachaba a recoger alguna cosa. La reacción de Sakura cada vez que la sobaban era sonreir y dejar que la siguieran magreando, de modo que ellos cada vez se atrevían a más. Tras la comida que ella misma les sirvió y tras que sus invitados se atrevieran incluso a acariciarle la entrepierna y masturbarla, Sakura se metio a gatas bajo la mesa y les empezó a amenizar el té, el sake y la conversación comiéndoles la polla muy despacio. La joven se lo hizo a todos hasta que eyacularon en su cara y tras dejarles limpio el sable salíó de debajo de la mesa y rebañó los restos de semen que aún tenía en los labios, saludó sonriendo y se fue otra vez para la casa

Cuando volvió la muchacha vino completamente desnuda y ofreció unos látigos a sus invitados. Luego se puso ella misma una mordaza de bola e Ito la ató a dos postes con los brazos y piernas abiertos para flagelarla a placer. Los cuatro la azotaron hasta cansarse y después se la follaron aún atada.

Al día siguiente los visitantes volvieron e Ito les permitió meterse con ella en la cama uno por uno. Tras hacerlo les volvió a servir la cena como doncella. La jornada acabó en la "camara de tortura" con una demostración de las nuevas habilidades del Señor Ito con los aparatos eléctricos.

Dos días después, el señor Ito ordenó a Sakura que se vistiera con unos jeans y una camiseta y la mandó a casa de su sobrino Aoi con un maletín y una carta.

Aquélla era la primera vez que Ito dejaba a la joven salir sola a la calle. Seguramente, el primer día ella hubiera hecho algo por liberarse del jardinero pero a esas alturas aquello ya había dejado de ser un chantaje y la joven era esclava por su gusto y voluntad. De hecho, ni siquiera osó desobedecer al jardinero, no miró lo que llevaba en el maletín ni por supuesto se atrevió a leer lo que ponía en la carta.

"Haz todo lo que te ordene Aoi", recordó la joven que le había dicho Ito.

Tras tres transbordos en metro, Sakura llegó a casa de Aoi muy excitada y llamó a la puerta, cuando le abrió se sorprendió con agrado. Aoi era un chico de su edad y bastante atractivo.

-¿Sí?

La joven no acertó a hablar a la primera.

- Me..., me manda su tío, Ito....quiero decir, el señor Ito, para traerle un regalo.

Y diciendo esto, le alargó el maletín.

Aoi estaba un poco confundido

- ¿Esto es para mí?

- Sí, es un regalo, esto.... feliz cumpleaños..., además tiene esta carta que le manda su tío.

Aoi abrió el sobre mirando a los ojos a Sakura, le parecieron unos ojos muy bonitos y se preguntó qué haría esa preciosidad llevando recados de su tío el jardinero.

Una vez abierta la carta, el joven la leyó y luego se quedó mirando a Sakura sin dar crédito a lo que leía.

- ¿Esto es en serio? ¿O se trata de una broma?

- ¿Qué?..., ¿qué pasa?

- Toma, será mejor que la leas tú misma.

"Querido sobrino. Antes que nada, feliz cumpleaños. Sé que nunca he podido hacerte un regalo bonito pero este año va ser distinto. Con esta carta te mando a Sakura que imagino te gustará, ella es mi regalo, es mi esclava y te la dejo todo el día para que hagas con ella lo que quieras. Ya verás, es muy complaciente y sumisa y le encanta el sexo. Además en el maletín hay un montón de juguetes para que la tortures, a ella le gustará. Pero recuerda,..... sólo hasta la medianoche.

Sakura le devolvió la carta y bajó la mirada sumisamente disimulando un escalofrío de placer.

- ¿Y bien?

- La carta lo dice bien claro, puedes hacer conmigo lo que quieras.

- ¿Es verdad que eres la esclava de mi tío?

- Sí

- No me lo puedo creer, una chica preciosa como tú con ese carcamal ¿Y haces todo lo que te manda?

- Sí

- No me lo creo

- Pruébame, hoy soy tuya. A Sakura no le costó mucho decir eso, Aoi era realmente atractivo, no como su tío y le halagó que la considerara preciosa

- Entonces ¿Harás todo lo que yo quiera?

- Sí hasta medianoche,... sí, todo lo que tú quieras.

- A ver, no sé...

- ¿Quieres que me desnude para ti?

- Sí, bien, quítate la camiseta

Sakura lo hizo inmediatamente, quedándose en tetas. La joven subió los brazos y los puso en la nuca.

- ¿Te gusto?, dijo ella sonriéndole pícaramente.

Aoi sintió que se empalmaba, al principio pensó que aquello era una broma pesada, pero era de verdad y Sakura tenía unos pechos preciosos. El hombre pensaba que esas cosas sólo ocurrían en las películas porno.

- ¿Qué, qué son esas marcas que tienes en la piel?

Sakura bajó la cabeza avergonzada.

- Son marcas de latigazos.

- ¿Qué?

- A tu tío le gusta azotarme, tú,.... tú también puedes hacerlo si quieres.

Aoi no daba crédito a lo que oía

-¿Y a ti?. ¿te gusta que te azoten?

- Sí,..., me duele pero me pone cachonda.

Sakura respondió sin cambiar de postura pero con la cabeza baja con un poco de vergúenza, Aoi le gustaba y no se sentía del todo cómoda confesándole que era masoquista. ¿Qué pensaría él de ella?.

Por su parte, el joven nunca se había visto en otra igual. De repente se le ocurrió mirar en el maletín y al vaciar el contenido le entraron sudores fríos.

Poco a poco extendió el contenido sobre una mesa y a medida que lo sacaba, Sakura se iba poniendo más y más caliente.

Aoi colocó ordenadamente unas esposas, una ballgag, un pinwheel, un pequeño gato de colas, dos trampas para ratones, una vela, un consolador con vibrador, ...

- ¿Qué es esto?, dijo Aoi al sacar un pequeño aparato con cables.

- Es una picana eléctrica.

-¿Para qué, para qué es todo esto?

- Para atarme y torturarme,.... si así lo deseas

- ¿Qué has dicho?

- Que puedes utilizar todo eso para torturarme, estás en tu derecho.

- Vamos a ver, si todo esto es una broma dile a mi tío que es de pésimo gusto, ¿cómo voy a hacerte daño?.

Sakura se empezó a desabotonar los pantalones.

- No es una broma, ¿puedo quitarme los pantalones?

- A.. adelante.

 

La joven se quitó los pantalones quedándose en pelotas.

- ¡Ven tócame los pechos! ¿sabes que tengo duros los pezones desde que he visto esas trampas para ratones?

Sakura le cogió de la mano y se la llevó hasta su pecho para que se lo acariciara.

- Es verdad... y ...y ¿por qué los tienes duros si puede saberse?.

- Los tengo duros sólo de pensar que un tío bueno como tú me va a poner esas ratoneras en los pezones ¿por qué no lo haces?, Sakura dijo esto susurrando

Aoi estaba empalmado con la boca de Sakura hablándole a pocos centímetros de la suya

- De acuerdo.

Aoi cogió una ratonera y la abrió. El muelle estaba tenso así que no le fue fácil hacerlo, sin embargo, terminó poniéndosela y aprisionando uno de sus pezones.

Sakura cerró los ojos y abrió la boca ahogando un gemido de dolor.

- ¿Te, te duele?

- Mucho,, pero también... me gusta.

Aoi estaba alucinado.

- ¿Quieres que te la quite?

- ¿Tú quieres quitármela o quieres ponerme la otra?

- Quiero ponerte la otra. A Aoi ya le estaban saliendo los instintos.

- Yo sin embargo deseo que me la quites, de verdad que duele mucho,... casi no soporto el dolor... y me la quitaré si no me esposas las manos. Sakura se dio la vuelta y le ofreció las manos cruzadas a la espalda.

Esta vez Aoi no dudó, le esposó las manos y entonces encontró los labios de ella.

- Dame un beso precioso, lo estás haciendo muy bien, susurró ella, ...ahora ponme la otra,...prometo no gritar., y si grito, ponme la mordaza.

Aoi y Sakura se besaron un buen rato. Ese chico le encantaba y Sakura se entregaba a él completamente desinhibida, ojála Ito se la regalara a ese joven.

A Aoi también se le habían pasado los remilgos, decididamente hay pocos hombres que se resistan a algo así cuando se lo ponen en bandeja. Por eso cogió la otra ratonera y abriéndola un poco con el dedo dijo.

- Prepara el otro pecho esclava.

Sakura obedeció y ofreció la punta de su seno dejando que Aoi le cerrara otro doloroso pellizco.

- UUuuuuh

A pesar de que llevaba días de entrenamiento Sakura aún no aguantaba bien que le pinzaran los pezones con eso. De hecho se los estaba sensibilizando tanto que el más pequeño roce le ponía a cien.

Otra vez se besaron lamiéndose como dos posesos.

- ¿Por qué no te quitas la ropa? Le dijo de pronto Sakura en un aliento, me gustaría mucho follarte.

Aoi le hizo caso de la misma, se sacó la camisa, los pantalones y la ropa interior. Gracia a Dios no se dejó los calcetines.

Sakura estaba cachonda perdida viendo a ese chico completamente desnudo, ya llevaba tiempo con ganas de hacérselo con alguien guapo.

Tras comerse a besos durante un buen rato, Aoi un poco fuera de sí hizo que Sakura reclinara su torso sobre la espalda de un sofá y le penetró la vagina por detrás.

Aoi follaba con Sakura animosamente y ella encontraba doble placer pues sus pechos brincaban atrás y adelante con las ratoneras puestas. El dolor en sus pezones cada vez era más insoportable, pero eso mismo le provocó un orgasmo incluso antes de que Aoi se corriera dentro su vagina.

Después de follar, los dos jóvenes se sentaron en el sofá sudando y jadeando y se volvieron a besar. Aoi reparó de repente en los senos, Sakura ya tenía las puntas azuladas.

- ¿Te duelen?, dijo moviendo las ratoneras con los dedos.

Sakura afirmó frunciendo el gesto.

- Te los voy a quitar.

Aoi cogió uno de las ratoneras y liberó el pezón

- MMmmmmh

A Sakura le dio un pinchazo de dolor, que ya le era muy familiar.

Aoi inspeccionó el pezón deformado de la joven, tenía dos marcas rectas arriba y abajo y fue recobrando su color y forma poco a poco. Lo mismo le ocurrió al otro. Lentamente se puso a curarla con la lengua.

Ay, ay sigue, sigue así, me gusta mucho, sigue.

Con Sakura allí delante desnuda y maniatada Aoi recuperó su erección en pocos minutos, miró los objetos de la maleta y luego miró a la joven sonriendo con crueldad. ¡Aquel sí que era un bonito regalo!

Diez minutos después Sakura se encontraba encima de su cama atada y amordazada y completamente desnuda. Aoi la había atado boca abajo y con los brazos y piernas estirados y abiertos fuertemente atados con sogas a las patas de la cama.

El joven se despachó a gusto dándole en el trasero con su cinturón con toda su fuerza. A cada golpe, Sakura gritaba como una posesa mientras el trasero se le iba poniendo rojo. En undescanso, sudando y empalmado Aoi marcó en su teléfono móvil el número de sus mejores amigos uno a uno y les invitó a que fueran a su casa para celebrar su cumpleaños con su nuevo juguete.

Acto seguido se la volvió a follar por detrás.

Cinco de los amigos de Aoi acudieron llevándose la agradable sorpresa de verla atada a la cama de esa guisa. Según llegaban, Aoi les ofrecía bebidas y les invitaba a que flagelaran a la esclava o la follaran, lo que prefirieran. Los muchachos se fueron emborrachando poco a poco mientras le golpeaban y abusaban de ella.

Tras dejarle el trasero ardiendo después de más de dos horas de castigo, Aoi la desató y le invitó a que se la felara a sus invitados, cosa que ella hizo con sumisión. Ese día la joven experimentó el placer de la doble y la triple penetración acto en el que volvió a correrse.

De todos modos, como ella veía que esos chicos no tenían experiencia con el sado les explicó con todo lujo de detalles cómo utilizar la picana eléctrica, el pinwheel y la cera caliente sobre su cuerpo y luego les sugirió que le ataran a la cama, esta vez boca arriba y que tuvieran la precaución de amordazarla para que sus gritos no molestaran a los vecinos. Como no podía ser de otra manera, Aoi y sus amigos hicieron lo que decía. La ataron a la cama boca arriba y la torturaron ignorando sus gritos y súplicas.

Varias horas después, físicamente agotada y con todo el cuerpo marcado, Sakura se vistió, recogió sus aparatos y a las doce se despidió de su anfritión y sus amigos con un beso y deseándoles que hubieran disfrutado de sus sufrimientos. Los jóvenes le pidieron que se quedara, pero las órdenes de Ito eran muy claras.

Cuando llegó de vuelta a casa, Sakura se desnudó e informó a Ito de que había encontrado placer en otras manos. Ambos estuvieron de acuerdo en que eso merecía un nuevo castigo, Sakura pasó esa noche atada a un árbol del jardín después de soportar una dura flagelación de su dueño. Aoi fue a visitarles al día siguiente para dar las gracias a su tío y disfrutar otro día más de la esclava.

Ya faltaban pocos días para que los padres de Sakura volvieran a Tokio, sin embargo, antes de terminar su período de esclavitud, la joven recibió de Ito otro misterioso encargo.

Esta vez permitió que Sakura se vistiera con zapatos negros, medias blancas por debajo de la rodilla, y minifalda de cuadros plisada con vuelo. Por encima la joven pudo ponerse una camisa beige con botonadura por delante y sin apenas escote. Eso sí, por debajo no llevaba nada, ni sostén ni bragas. Ante la extrañeza de ella, Ito le dio una dirección y le advirtió que una furgoneta negra la recogería allí. Ella debería montarse y no hacer preguntas. Además le advirtió que no debía decir nada si antes no le preguntaban y que debería obedecer en todo lo que le mandaran.

La joven Sakura acudió a la cita entre temerosa y excitada. De hecho le tocó esperar más de tres horas en la calle hasta que llegó la dichosa furgoneta.

Dos tipos se bajaron de la parte delantera y la miraron de arriba a abajo como dos lobos hambrientos.

- Eres Sakura ¿verdad?

- Sí.

- Ven conmigo.

Uno de los hombres abrió la puerta de atrás de la furgoneta e invitó a Sakura a subirse. Se trataba de un habitáculo amplio pero sin ventanas, con sendos bancos en los dos laterales. Sakura dudó un momento antes de entrar, pues sentadas en los bancos había cuatro chicas jóvenes y al parecer tenían las manos atadas a la espalda.

Empujada por el hombre, Sakura subió por fin y tras esposarle las manos a la espalda, ella misma se sentó junto a una chica morena y menuda de pelo largo. Las dos se miraron a los ojos y un poco avergonzadas de estar atadas bajaron la mirada.

El hombre cerró la puerta por fuera y cuando se montó otra vez en la furgoneta, ésta se puso en marcha.

El viaje duró bastante, y la joven Sakura tuvo tiempo suficiente para fijarse en sus acompañantes, a su izquierda estaba esa joven menuda que seguía con la cabeza baja y de vez en cuando le lanzaba miradas furtivas. Esa chica le gustaba, le parecía guapa y muy agradable. Sin embargo, todo aquello era humillante. Era difícil mantener el tipo con las manos atadas a la espalda delante de desconocidas y hacer como que aquello era normal. A la izquierda en su banco mismo había otra muchacha pero Sakura no se fijó mucho en ella además estaba tan avergonzada que ocultaba el rostro continuamente. Enfrente había dos chicas muy jóvenes vestidas con el uniforme del colegio, al contrario que las demás, las dos estaban muy excitadas y no paraban de decirse cosas al oído y reirse. Sakura se preguntó qué edad tendrían, quizá dieciocho, pero ella no podría asegurarlo.

Finalmente, tras más de media hora en silencio, Sakura se atrevió a hablar y en susurros dijo algo a la compañera de su izquierda.

- Hola, me llamo Sakura.

- Yo, Keiko.

- Eres muy guapa.

- Gracias, tú también.

Las dos se pusieron rojas de vergüenza y volvieron a enmudecer. Tras un buen rato, Sakura volvió a decir algo

- ¿Qué, qué es todo esto?

Keiko la miró muy extrañada y siguió hablando a susurros.

- Cómo, ¿no lo sabes?

- ¡Silencio ahí atrás, si no os calláis tendremos que amordazaros!

Sakura se quedó con la duda, pues Keiko obedeció a los hombres y no se atrevió a decir nada más.

Tras otra media hora de viaje, la furgoneta debió entrar en un garaje, paró y se volvió a abrir la puerta. Las cinco chicas se quedaron pegadas por lo que vieron. Una mujer de más de cuarenta, bellísima y muy elegante tenía a su pies a una jovencita de menos de veinte completamente desnuda, atada mediante un complejo bondage de cuerdas y amordazada con una ballgag.

Dado que la chica no podía moverse, los dos hombres la cogieron en volandas y la metieron en la furgoneta depositándola a los pies de las otras.

Las chicas oyeron a la mujer hablando un rato con los hombres pero no entendieron lo que decían. Finalmente se dirigió a la que evidentemente era su esclava y palmeándole en el trasero le dijo.

- Adios, perrita. A ver cómo te portas. Si no resultas elegida ya sabes lo que pasará

La joven sólo pudo responderle con un pequeño gesto de sumisión y una afirmación muda.

Esta vez uno de los dos hombres se quedó con ellas en la parte de atrás mientras el otro iba a la cabina y la furgoneta volvía a arrancar.

El tipo era un individuo bastante feo y vulgar, llevaba una especie de mono negro y sonreía con lujuria a las jóvenes. De pronto de sus bolsillos sacó varias ballgags.

- Me han mandado aquí para haceros un examen, pero como sois tan charlatanas os voy a poner esto antes de examinaros, a ver tú, abre la boca.

Sakura obedeció y dejó que el hombre la amordazara, ¿examinarnos? le hubiera gustado que alguien le aclarara qué era todo aquello, pensaba mientras le encajaban la bola enntre los dientes, pero Ito le había prohibido hacer preguntas. Ninguna de las otras cuatro chicas se resistió a la humillante mordaza, así que en pocos segundos estaban las cinco con la boca llena y bien calladitas.

Enseguida comprendió Sakura qué era eso de "examinarlas". El tipo se arrodilló delante de una de las colegialas y sin más preámbulos se puso a acariciarle los muslos con las dos manos hasta que empezó a levantarle la falda. La joven no sólo no se resistió sino que abrió bien las piernas y ahuecó su trasero facilitándole el trabajo. Sakura vio entonces que la chica no llevaba ropa interior al igual que ella y que tenía la entrepierna depilada. El tipo le separó los labios vaginales con los dedos y chupándose el dedo índice empezó a metérselo por la raja y acariciarle los labia y el clítoris. La jovencita cerró los ojos y se puso a gemir de placer dejándose hacer.

Parece que al resto de sus acompañantes no les molestaba mucho que esa escena se produjera en su presencia, al contrario, más bien todas ellas se estaban poniendo muy cachondas ante ese tipo de examen. Sakura, sin embargo, nunca había presenciado nada semejante, nunca había estado en presencia de otra chica atada ni había visto a un hombre follarse a una mujer en su presencia.

Tras jugar con su coño un buen rato, el hombre se puso a desabotonarle la camisa y como no llevaba sujetador la desnudó en un santiamén dejando al aire dos pechitos de adolescente apenas desarrollados. Ni que decir tiene que se puso acariciarlos y chuparlos mientras la masturbaba hasta casi provocarle un orgasmo.

- Muy bien, la siguiente, dijo el hombre tras disfrutar un rato de la joven, y entonces se ocupó de la otra colegiala de una forma similar.

Al de unos minutos las dos estaban siendo masturbadas a la vez por ese individuo que les metía y sacaba el dedo índice de la vagina. Las dos jóvenes gritaban como posesas diciendo que no parara mientras babeaban por sus mordazas y sus cuerpos temblaban de excitación. Sakura no sabía a donde mirar y creyó ver que Keiko la miraba a ella misma con deseo.

- Menudo par de putas, mañana sí que gritaréis, y ahora por detrás. Violentamente las hizo darse la vuelta y Sakura pudo ver cómo las dos colegialas se arrodillaban y él les penetraba el ano con sus dedos.

El resto del viaje fue muy largo, pues aún duró tres horas, pero Sakura estaba como en una nube y perdió la noción del tiempo. Pacientemente vio cómo ese hombre "examinaba" a sus compañeras una por una dejándola a ella para el final. Pudo ver cómo Keiko se corría a pocos centímetros cuando el hombre se puso a masturbarla mientras le lamía sus pechos redondos y blanquecinos como tiernas frutas.

Sakura no entendía aquello, âdónde las llevaban?, ¿estaría Ito allí?, la muchacha estaba tan a sus cosas que ni siquiera se percató de que después de Keiko el hombre empezaría a abusar de ella misma.

- ¿Y tú qué ojos bonitos? Le dijo mirándola con avidez. Te he dejado para el final porque me pareces la mejor de todas, de todos modos vamos a ver lo que escondes ahí debajo.

El hombre le desabotonó la camisa y al sacar sus pechos al aire hizo un gesto de admiración. Sakura se empezó a poner muy caliente.

- Joder qué tetas, qué preciosidad. Inmediatamente se puso a acariciarlas y a pellizcarle los pezones. Sakura empezó a retorcerse de placer y el tío siguió y siguió, se arrodilló y mientras le lamía los pezones le metió la mano en la entrepierna y empezó a masturbarla como a las demás.

La pequeña Sakura tampoco puso ningún impedimento y tampoco le importó tanto que las demás miraran cómo alcanzaba el orgasmo.

- Mira cómo me has puesto, le dijo el tipo poniéndose de pie. Su erección era tan evidente que se percibía incluso a través del grueso mono de trabajo. Y sacándose el miembro dijo.

- Tú me la vas a chupar, ¿vale?

Sakura se quedó un momento quieta, pero entonces hizo un leve gesto de asentimiento.

- Buena chica, y el tipo le quitó la mordaza acercándole la polla a la boca.

- ¿A dónde nos llevan?, dijo ella en cuanto se vio libre de la mordazay antes de empezar la felación.

El hombre puso la misma cara de extrañeza que Keiko había puesto unos momentos antes.

- Ah pero ¿No lo sabes?

- No

- Deberías saberlo, todas estáis aquí voluntariamente.

- A mí me ha mandado venir mi amo, pero no me ha contado nada.

- Comprendo, bueno, siendo así tu amo querrá darte una sorpresa, así que no estoy autorizado a decírtelo, pero no te preocupes, mañana temprano lo entenderás. Sakura creyó ver en ese hombre un gesto de puro sadismo y un escalofrío le recorrió el cuerpo.

- Y ahora...basta de preguntas y chupa "ojos bonitos".

(Continuará)

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