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El Penal de los Lamentos 23

en Sadomaso

Para no estropear los complementos de pony con los que las habían traído, Miguel les quitó todo a las dos ponies y las dejó totalmente desnudas. Las chicas se dejaron desnudar y atar y  tras unos minutos quedaron sólidamente uncidas a un pesado  yugo de madera. Miguel  les hizo meter la cabeza en un agujero circular y las manos se las puso en alto atadas al yugo a ambos lados de la cara. Asimismo  Miguel añadió un bocado de caballo como mordaza y les quitó los estimuladores de clítoris pues sólo quería usar el látigo con ellas.

- ¡Arre caballo!

SSSHhhhacckk

- MMMHHHH

- MMMMHH

El labriego les dio un latigazo a las dos a la vez en el culo y ellas contrajeron los glúteos, aguantaron el dolor e hicieron esfuerzos por caminar. Sin embargo la reja del arado estaba bien clavada en el surco y la tierra estaba un tanto seca, de manera que no pudieron dar ni un paso.

- ¡Vamos!, ¡venga!, y Miguel les dio impaciente otro latigazo y otro, pero ni por esas. Las chicas temblaban de rabia al recibir el doloroso picotazo de los latigazos, entonces hacían fuerza contra el suelo inclinando sus cuerpos hacia delante,  bufando  y tirando todo lo que podían pero no era suficiente.

- Señor cónsul, dijo frustrado el agricultor tras darles una docena de latigazos, ya le dije que no iba a ser posible, no tienen suficiente fuerza, ….además ya lo ve, el suelo  está muy apelmazado.

- Tonterías Miguel, lo que necesitan estas dos putas es más persuasión, ponles el estimulador en el sexo y ya verás cómo tiran.

- No, ya le he dicho que no me gusta ese método señor cónsul,…. más persuasión dice usted, dijo reflexivo..…bueno, quizá,… sí… ahora que lo dice no es mala idea.

Entonces Miguel se metió para la casa y salió con su teléfono móvil.

El tipo les hizo una foto a las dos chicas por delante y por detrás y se la enseñó al cónsul.

En la pantalla del móvil aparecían las dos muchachas rojas por el esfuerzo, despeinadas y llorosas,  y no dejaban de babear por la mordaza de manera que sus tetas brillaban y estaban surcadas de regueros de saliva. Cuando les sacó la foto las dos miraron a cámara con cara de circunstancias.

Entonces el labriego juzgó que la foto era buena y la mandó por whatsapp a un vecino.

Al de un rato el Cónsul vio que le respondían y el labriego esbozó una sonrisa de satisfacción.

- ¿Qué haces, Miguel?

- Buscar ayuda, señor cónsul, ahora verá.

Y mientras esperaba, Miguel volvió a coger el látigo para intentarlo otra vez con las esclavas, pero todo fue inútil. Las chicas recibieron  unos cuantos latigazos e hicieron todo lo posible por tirar del arado pero sólo consiguieron hacer un surco torcido y superficial de unos pocos metros.

Al de unos diez minutos apareció entonces una ranchera que venía a toda prisa y que derrapó al llegar. De ella se bajó un tipo vestido con pantalones de camuflage y chaleco encima de una camiseta también militar.

- Hola Ventura, ¿cómo estamos?

- Muy bien Miguel.

- Te presento al Cónsul Smith, es el dueño de las ponies.

- Encantado señor cónsul, ya había oído hablar de usted.  Permítame felicitarle por sus animales, son realmente bellas.

- Muchas gracias señor Ventura.

  

- Perdóneme un momento,…. y cogiendo un rifle de la camioneta el tal Ventura dijo. Venga vosotros, bajaos que no estamos de excursión.

De la parte trasera de la ranchera  bajaron entonces tres individuos que venían atados entre sí con esposas y grilletes.

- ¿Quiénes, quienes son?, dijo el cónsul confundido.

- Son tres convictos que están a mi cargo y trabajan en mis tierras, dijo el tal Ventura sin dejar de apuntarles.

  

- Son la ayuda que le decía señor cónsul.

- Pero, pero, no comprendo.

- Toma las llaves Miguel y desátalos, pero recordad que os estoy apuntando así que no hagáis ninguna estupidez.

- Tranquilo jefe, dijo uno de ellos mirando a las chicas con mal disimulada lujuria.

Ya liberados de sus grilletes, los tres convictos se fueron hacia ellas y las rodearon sonriendo y  mirándolas como lobos hambrientos.

- ¿Podemos jefe? Volvió a decir el que parecía el que mandaba. Al tipo le llamaban “Caracortada” en la cárcel por una fea cicatriz que había recibido en una pelea a navajazos.

- Adelante, os dejo, tocarlas un rato pero sin pasarse.

Y entonces los tres convictos se lanzaron sobre ellas como chacales hambrientos y aprovechando que estaban desnudas y maniatadas, empezaron a abrazarlas, tocarlas y besarlas como locos.

Por supuesto las dos chicas protestaron asqueadas de que esos cerdos malolientes les sobaran de esa manera.

- Ja, ja, hace años que no han visto ni tocado una mujer, dijo Ventura riendo sin bajar el rifle, no me extraña que se pongan así con esos dos bombones en pelotas.

- Pero Miguel ¿de qué va todo esto?

- Pues mire señor cónsul, como ve he cogido el móvil y le he mandado una foto de las ponygirls  a Ventura pues sabía que tenía a esos tres trabajando para él. A cambio de su ayuda, les he prometido que se las dejaría un par de horas. Ya ha visto lo poco que han tardado en presentarse.

- ¿Cómo?, me parece muy mal Miguel, ¿por qué no me has pedido permiso?.

- Señor cónsul, le recuerdo que me las ha alquilado para toda la tarde y puedo hacer con ellas lo que quiera, usted mismo lo ha dicho.

- Sí, Cónsul, dijo Ventura, además creo que le gustará lo que va a ver si es usted el hombre que creo. Relájese y disfrute del espectáculo, no se arrepentirá.

- No sé, dijo el cónsul mientras veía cómo los tres convictos abusaban impunemente de las dos chicas a pesar de que éstas se revolvían rabiosas e impotentes en sus ataduras. De pronto la idea le empezó a gustar.

- Bueno,…está bien,… accedo pero que no me las estropeen mucho.

- Venga vosotros, ya tendréis tiempo luego para follaros a esas dos yeguas, pero ahora hay que trabajar, y como no les hacían caso Ventura lanzó un tiro al aire.

- ¡Quietos he dicho! Paraos de una vez  u os llevo de vuelta a casa y tendréis que conformaros con haceros una paja.

Los convictos pararon al fin y “Caracortada” se fue hasta Miguel.

- Oiga jefe, ¿tendría unas cadenas y unos pinchos por ahí?

Miguel se metió para la casa y vino con varias sogas y unos tenedores de barbacoa gigantes.

Por su parte Ventura sacó una picana y un látigo de toros que tenía en la ranchera para tranquilizar al ganado y también para usarla con los convictos si hacía falta.

En realidad todas esas cosas eran evidentemente para usarlas en ese momento en los bonitos cuerpos de las yeguas.

Con toda tranquilidad Caracortada ató las sogas a los imperdibles que colgaban de los pezones y del clítoris de las dos muchachas y agarrando las sogas se las enrolló del brazo y empezó a tirar de ellas  con toda su fuerza.

- Venga putas, a caminar se ha dicho.

-MMMMMhHH

-MMMMHHHH

Las dos jóvenes sintieron como si les arrancaban los pezones de cuajo e hicieron un esfuerzo inhumano por caminar. Otro de los convictos empezó a hacer fuerza con el arado contra el suelo  mientras el tercero les pinchaba el culo alternativamente con el tenedor de la barbacoa.

- Venga caminad de una vez, les dijo hundiendo los pinchos del tenedor en las mullidas nalgas.

-MMMMHH

-MMMMHHH

Sometidas a tal salvaje  tratamiento, las dos muchachas lanzaron gritos inhumanos  pero al final el sistema resultó y el arado empezó a hacer el surco derecho y de forma continua.

El cónsul se quedó alucinado mientras Miguel y su vecino chocaban sus palmas riendo.

- ¿Lo ve Cónsul?, sólo faltaba la motivación conveniente, ja, ja.

- No lo puedo creer, lo han conseguido, mirad cómo avanzan, son lentas pero el arado funciona, ja, ja….. Perdone la pregunta Ventura ¿por qué crimen condenaron a sus convictos?

- ¿Esos? Les metieron veinte años por violar y torturar salvajemente a más de treinta chicas.

- ¿Qué me dice?

- Sí, los tres formaban una banda. Durante un año estuvieron secuestrando sin parar decenas de chicas muy jóvenes pero no pedían rescate ni nada parecido. En realidad se las llevaban a un sitio secreto que tenían y allí las tenían prisioneras durante semanas. Cuando se cansaban de violarlas y torturarlas de las maneras más perversas y crueles, las soltaban en medio de ninguna parte e iban a por otra. Y así hasta que les cogió la policía.  En cuanto han visto la foto de esas dos y les he dicho que se las podían follar,  casi se han vuelto locos y me ha sido imposible retenerles.

El cónsul se quedó alucinado, pero escuchando los gritos y gemidos de las dos ponygirls sintió que se le ponía dura y dejó que esos tres sicópatas siguieran torturándolas cruelmente.

Lentamente los convictos consiguieron que Lana y Rebeca araran surco tras surco tratándolas sin piedad.

Las chicas no paraban de llorar ni de soltar babas pidiendo piedad como locas, pero los convictos no sólo no aflojaban sino que tiraban de ellas con toda su fuerza ajenos a su sufrimiento. Al llegar al final del campo les hacían darse la vuelta y entonces  encaraban el siguiente surco entre más gritos y berridos. Dos horas tardaron las pobres muchachas en arar todo el campo y cuando se las volvieron a traer las chicas tenían el cuerpo cubierto de polvo y marcas de latigazos.

- Ja, ja, dijo Miguel, echadlas al pilón y quitadles toda esa porquería.

Los convictos obedecieron y tras desatarlas las echaron al pilón sumergiéndoles la cabeza en el agua.  Hasta que no consiguieron quitarles todo el polvo de la finca no las dejaron en paz, sólo entonces se las llevaron hasta el cónsul.

Las chicas le fueron presentadas empapadas y humilladas. Las dos rompieron a llorar por el maltrato recibido y se protegieron los castigados senos y el clítoris con las manos temblorosas pues les dolía como el infierno.

Al verlas así Miguel hizo ademán de abrirse la bragueta.

- Bueno zorras ahora empieza lo bueno, quiero que me hagáis una doble mamada.

Pero Ventura le detuvo.

- Eh, eh, un momento,  yo tengo que llevar a estos tres al penal antes de cuatro horas y les he prometido que les dejaríamos un buen rato con estas dos, tendrás que esperar tu turno.

- Pero,… protestó Miguel, aquí el que paga soy yo..

- Lo justo es lo justo, dijo el cónsul mirando burlonamente a Miguel.

- Está bien, dijo éste rabioso, que lo hagan pero que se den prisa.

Al oír eso, los tres convictos rodearon satisfechos a las muchachas que les miraban aterrorizadas y con lágrimas en los ojos sin dejar de taparse.

Caracortada se apresuró a abrazarse a Lana, le cogió las muñecas  con una de sus manos de hierro y cruzándoselas  a la espalda empezó  a sobarle las tetas con la otra mano dando a entender a los otros dos que tendrían que compartir a Rebeca.

- Oiga jefe, ¿no tendría un sitio más discreto?, dijo tras lamer los pechos heridos de la chica, a mis amigos y a mí nos gusta hacerlo sin testigos, así será como un vis a vis, ¿verdad preciosa?, y el cerdo de él obligó a Lana a morrearse con él mientras le retorcía uno de su pezones con los dedos.

- Igual se pueden arreglar dentro del establo, ¿no Miguel?.

- Además allí seguro que encontráis todo lo que necesitáis para pasar un buen rato con vuestras novias, ¿verdad?, les dijo Ventura guiñándole el ojo a Caracortada.

- Usted si que nos comprende jefe, venga zorra, tira para adentro, le dijo a Lana dándole un cachetazo en el culo.

Así pues los convictos desaparecieron dentro del establo con las dos chicas y cerraron la puerta para evitar molestos testigos.

Mientras esperaban las dos horas Miguel sacó unas sillas a sus invitados y un poco de vino.

Al principio no se oía nada pero al de un rato aguzando el oído se podía oír muy tenuemente los alaridos y las desesperadas peticiones de piedad de las dos chicas.

- ¿Qué cree que les están haciendo ahí adentro?, dijo el cónsul muy excitado.

- Pues no lo sé, pero no me gustaría estar en la piel de esas dos niñas, esos tres bestias son unos obsesos del sexo y la tortura y llevaban años en dique seco. Supongo que se estarán resarciendo con creces.

- ¿Cómo así pueden salir de la cárcel?, ¿puede usted sacarlos cuando quiera?

- Más o menos dentro de un orden. Es un programa de reinserción o algo así, ¿Por qué?

- Mmmmh, se me está ocurriendo algo, dentro de tres días voy a montar una fiesta en mi finca y el plato fuerte será la crucifixión y suplicio de esas dos.

Ventura abrió mucho los ojos.

- ¿Crucifixión, dice usted?

- Por supuesto, Miguel y usted están invitados

- Miguel se sonrió pues imaginaba lo que pasaba por la mente del vicioso viejo.

Cuando se cumplieron las dos horas y los gritos y el sonido del látigo seguían sonando desde dentro del establo Miguel que no podía más instó a interrumpir a los convictos.

- Déjeles dos horas más dijo Ventura agarrándole del brazo, al fin y al cabo llevan   mucho tiempo sin disfrutar del sexo.

- Del sexo y de la tortura, ¿acaso no  oye los gritos?.

- Bueno, eso no es cosa mía, les dejamos dos horas más y luego entramos a ver qué hacen con ellas.

De este modo alargaron significativamente el despiadado tormento a que estaban siendo sometidas las dos ponygirls por parte de esos demonios.

Finalmente al de dos horas decidieron entrar en el establo y lo que encontraron dentro dejó muy impresionado al Cónsul.

Los tres convictos estaban completamente desnudos como sus víctimas y a esas alturas habían decidido cambiar de pareja pues Caracortada estaba con Rebeca y los otros dos con Lana.

El sádico Caracortada tenía a la pobre Rebeca solidamente atada a un banco y la estaba sometiendo a la tortura del ahogamiento. Para ello le cubría la cara con un trapo que empapaba con agua provocando una angustiosa sensación de ahogamiento en su víctima, mientras lo hacía el tío estaba fumando y a juzgar por las marcas en el cuerpo de Rebeca estaba usando el cigarro para otra cosa. Por si todo eso fuera poco Caracortada le había puesto  un brasero encendido a medio metro por debajo de los pies tras untar éstos de grasa.

Entre tanto el espectacular cuerpo de Lana colgaba cabeza abajo  con las piernas y los brazos atados con sogas muy tirantes y formando una gran equis con su cuerpo. En torno al torso le habían colocado alambre de espino muy prieto y las tetas las tenía azules y turgentes debido a sendos torniquetes en la base de las mismas con los que se las habían estado martirizando. Fijándose bien se podían ver dos gruesas alfileres clavadas en la punta de los pezones que habían usado para martirizarla  atrapándolos con tenazas candentes que en es momento se encontraban en un brasero. En ese instante uno de los convictos tenía la polla metida la boca de la joven hasta la garganta mientras el otro echaba gotitas de cera hirviendo en sus labios vaginales.

Los crueles torturadores interrumpieron lo que estaban haciendo pero el cónsul se sentó en una silla y les animó.

- Seguid, seguid, con lo que estáis haciendo, no os preocupéis de nosotros, y ellos le obedecieron.

Pronto las dos muchachas volvieron a gritar y llorar al reanudarse el tormento.

Mientras disfrutaba de la cruel escena el cónsul miró a Ventura y le dijo.

- Me gusta mucho cómo actúan, son mejores verdugos que mis dos criados que ya es decir. Quizá vuelva a necesitar los servicios de sus tres convictos. ¿Podría traerlos a mi casa el día de la crucifixión?...

………………….

- ¿Sí?, ¿señor alcaide, es usted?

- El mismo,…. soy R. E., ..dígame, ¿con quién tengo el gusto?

- Mire, soy el director del colegio de Rebeca, ya sabe,… la sobrina del juez.

- Ah sí, encantado, diga, dígame.  

- Como sabe, hace cuatro días dos de nuestras alumnas ingresaron en el Penal de los Lamentos. El señor juez en persona vino a detenerlas al colegio  acusadas de relaciones ilícitas, corrupción y prácticas inmorales. En mi propio despacho las dos  confesaron sus crímenes y se las llevaron esposadas al penal.

- Sí, estoy enterado, el señor juez me ha puesto al corriente..

- Entonces también le habrá contado la promesa que me hizo.

- ¿Promesa, qué promesa?

- Bueno,… cuando vinieron a detenerlas me dijo que yo podría ir a verlas a la prisión cuando quisiese.

- ¿Venir a verlas?, me temo que le han informado mal señor director, las detenidas no pueden recibir visitas.

- No,… bueno, ….en realidad no sería una visita normal,…. sería más bien  para comprobar con mis propios ojos en qué condiciones cumplen su condena y cómo las castigan. Tenga usted en cuenta que en cierto sentido me siento responsable de la educación de todas mis alumnas y quiero asegurarme que se aplica con ellas todo el rigor que dicta la ley. Eso serviría sin duda para dar ejemplo al resto  para que lleven  una vida honrada y decente.

- Oh, esté tranquilo por eso, si están presas en el penal tenga por seguro que estarán recibiendo el castigo que merecen. Debe saber señor director que todas las prisioneras que ingresan en el Penal de los Lamentos son sometidas a un régimen especial de interrogatorios durante las primeras semanas de internamiento.

- No lo sabía, ¿y en qué consiste dicho régimen?.

- Es un procedimiento habitual y rutinario perfectamente legal. Aunque puntualmente puede estar presente un juez, las presas son entregadas a los verdugos que tienen carta blanca para hacerles confesar todos sus crímenes. También se busca que denuncien a sus posibles cómplices o simplemente que nos informen de otras criminales o depravadas como ellas para así detenerlas y traerlas a la prisión.

- ¿Y cómo consiguen hacerles confesar?

- Bueno…, ya se lo puede imaginar,… los verdugos del penal  son expertos en interrogatorios y tienen métodos muy variados. En casos normales el régimen de interrogatorios  consiste en sesiones diarias de cuatro o cinco horas en las cámaras de tortura.

- ¿Me está diciendo que sus verdugos llevan interrogando y torturando desde hace cuatro días a mis dos alumnas a razón de cuatro o cinco horas diarias?

- No, en realidad  esto ocurre en circunstancias normales pero el caso de sus alumnas es un poco especial. Se trata de dos jóvenes especialmente pervertidas y masoquistas que soportan bastante bien el tormento. En su caso el juez ha decidido aumentar la duración e intensidad de los interrogatorios.

- ¡Qué me dice!

- Sí, han sido  severamente castigadas por los verdugos del penal durante cuatro días con sus noches. Se les aplica tortura en sesiones de ocho horas con descansos igualmente de ocho horas en celdas de aislamiento. Las celdas son pequeños habitáculos donde apenas se puede revolver un cuerpo humano. Se les mantiene a oscuras y maniatadas y se les somete a temperaturas extremas. Es una técnica que permite que pierdan la noción del tiempo y que caigan en la desesperación pero ni por esas, no han querido denunciar a ninguna compañera….

- Me deja de piedra alcaide….¿dice que son masoquistas?

- Sí, es muy extraño, cuando las torturan gritan y suplican como las demás, pero además muestran una intensa excitación sexual, se diría que en el fondo les gusta lo que les hacen los verdugos….

El director tragó saliva mientras sentía una creciente erección.

- Esas dos jóvenes tienen una lujuria insaciable, señor director, además es difícil refrenar a los verdugos cuando tienen a su merced chicas tan jóvenes y bellas completamente desnudas y maniatadas. Ja, ja, no paran de follarlas entre castigo y castigo. Esta misma mañana he visto  cómo las llevaban a una de las cámaras de tortura  cinco de los verdugos más sádicos y lujuriosos del penal y me dicen que aún las tienen allí a pesar de que ya han pasado más de diez horas.

El director empezó a experimentar una prometedora erección sólo de imaginarse lo que esos pervertidos estaban haciendo con sus bellas alumnas.

- Señor alcaide, sé que no es habitual, pero si me lo permite….. quisiera visitar el penal,…. ya sabe, ….me gustaría ver cómo las torturan, espero que no le parezca nada raro.

- No, en absoluto, no me parece extraño, lo comprendo,… yo también las he visto desnudas y son dos zorras de primera, comprendo perfectamente que quiera ver de cerca lo que les hacen.

- Ejem, yo

- No, no tiene que excusarse señor director,  son sus antiguas alumnas y…

- ….Además quizá  yo podría ayudar en los interrogatorios, especialmente en lo que se refiere a denunciar a otras alumnas. Las conozco y sé cuáles son sus debilidades.

- Sí, estoy seguro de ello…

- Por otro lado yo quisiera tomar una parte más activa en los interrogatorios …no sé si  me entiende….

- Claro que sí, usted no quiere limitarse a mirar, quiere ponerles la mano encima a esas dos depravadas y disfrutar de sus cuerpos como hacen los verdugos, ¿verdad?. Bueno, las tendrá completamente  a su disposición si paga lo que valen.

El director tardó nos segundos en contestar indignado.

- ¿Pagar?, el juez me prometió que sería gratis.

Por toda respuesta el alcaide lanzó una carcajada

- ¿Gratis?, Señor director, por si no lo sabe, en esta prisión no manda el juez, yo soy quién da las órdenes, así que si quiere venir a abusar de una de sus dos alumnas tendrá que pasar por taquilla como todo el mundo…. Y si quiere a las dos a la vez le saldrá el doble de caro, ja, ja.

El director se cabreó de verdad.

- ¡Eso no es justo, ya tienen entre sus garras a tres muchachas de mi colegio. Le recuerdo que yo mismo se las he proporcionado y bien que se aprovechan de ellas en ese prostíbulo que tiene montado!.

- Señor director usted no nos ha proporcionado nada, sus ex alumnas son delincuentes y por  eso han acabado con sus huesos en esta prisión y justamente por eso les espera una larga y dolorosa condena…, lo dice la ley.

- Puede que sí pero ahora se han convertido además en las esclavas sexuales de decenas de sádicos y pervertidos como usted,…. bueno pues yo también quiero gozar de esos placeres…..si no es así protestaré donde haga falta.

- Bueno, bueno, no se sulfure, señor director, si se pone así quizá podamos llegar a otro tipo de arreglo….

- ¿A qué coño se refiere ahora?

- Bueno, como ha dicho, su colegio está lleno de chicas jóvenes y bellas….y muchas de ellas ya han llegado a la mayoría de edad. Desgraciadamente Hanna y Patricia no han denunciado todavía a ninguna así que….

- No le comprendo.

- Pues está bien claro, proporciónenos otras chicas que incumplan las leyes y a cambio podrá gozar de las dos esclavas y de todas las que nos traiga. Por cada chica que traiga tendrá entrada libre a la prisión  durante, pongamos…..tres meses.

- Pero, pero, ¿cómo le voy a proporcionar otras alumnas?. ¿Bajo qué acusación?

- Se sorprendería de los delitos que llegan a confesar las reas en esta prisión cuando se les somete al tratamiento adecuado.

- Me está usted diciendo que…

- Sí, creo que me ha entendido usted perfectamente.

- Pero ¿sería usted capaz de encarcelar a una inocente?

- No crea, ninguna de esas zorritas es completamente inocente. Estoy seguro que todas las alumnas de su colegio tienen algún crimen que confesar. Además muchas  de ellas son putas masoquistas en potencia y sólo esperan la oportunidad para convertirse en putas  de verdad. Mándeme otra más de sus zorras y sólo será cuestión de tiempo que  los verdugos consigan hacerle confesar lo que sea, no creo que todas tengan tanto aguante como éstas.

- Alcaide, yo….

- Recuerde, traigame al menos una chica y tendrá las puertas del penal abiertas, pero procure que merezca la pena, no me conformaré con cualquier cosa….. Y si me lo permite tengo muchas cosas que hacer. Sí,…. ahora que lo pienso voy a inspeccionar ahora mismo como martirizan a sus dos ex alumnas, le mandaré una foto con el móvil, ja, ja,………. adiós.

El director masculló una palabrota. Ese cerdo del alcaide le había dejado con una erección de caballo. Desde que había castigado a esas dos muchachas masoquistas en su despacho y las había visto desnudas, el director no se las podía quitar de la cabeza,………….. el prieto trasero de Patricia adornado por ese tapón anal, las redondas tetas de Hanna erizadas de chinchetas…. y se masturbaba compulsivamente pensando en el momento que podría visitarlas en la prisión y participar en sus torturas.

Ahora le pedían que les proporcionara otra víctima a cambio pero ¿cómo podría hacerlo?, desde lo de Hanna y Patricia el director había realizado varios registros en las habitaciones de las internas con la secreta esperanza de encontrar cualquier cosa ilegal: un porro, un juguete sexual, una revista porno,….. Así podría acusarlas de algo y castigarlas él mismo en su despacho, pero todo había sido en vano, al ver cómo habían detenido a sus compañeras, todas las chicas se libraron muy mucho de que les pillaran con algo que las pudiera comprometer. ¿Cómo podía ahora llevar al penal a una chica inocente?

De repente al de unos minutos le llegó un mensaje del alcaide a su móvil y en el mismo una fotografía. El director la abrió y se quedó de una pieza. En ella aparecía Hanna totalmente desnuda y aparentemente crucificada en una estructura de madera. Tras ella a varios metros detrás se encontraba Patricia también desnuda y aprisionada en una jaula antropomorfa cuyos hierros presionaban sus carnes como si fuera un grill. La pobre muchacha  estaba atada y amordazada con una ballgag roja y tenía un gesto angustiado mientras veía inerme desde dentro de la jaula cómo torturaban a su compañera.

Fuera de plano se veían partes de cinco hombres desnudos que seguramente en ese momento estaban abusando de las chicas.

El director se sacó su miembro de los pantalones y empezó a masturbarse mientras ampliaba con los dedos la foto para ver mejor lo que le estaban haciendo a su antigua alumna. Al ampliar la foto se dio cuenta de que más que crucificada Hanna colgaba en estrapado de los codos doblados tras un vástago horizontal. Las muñecas y tobillos estaban atados entre sí por unas cuerdas muy tirantes de manera que la chica tenía las piernas exageradamente dobladas sobre sí mismas y cabalgaba en ese momento sobre un enorme dildo bien metido en su sexo. La cara la tenía grotescamente retorcida hacia arriba con otro dildo metido en la boca. Este último le servía además de mordaza.

- Joder, ¿qué le están haciendo esos..? dijo el director mientras se masturbaba lentamente

Por fuerza esa postura tenía que ser enormemente dolorosa pero además el director pudo apreciar cómo salían unos reveladores cables de ambos dildos signo de que estaban usando descargas eléctricas con su preciosa víctima. De todos modos, lo peor se lo estaba llevando en ese momento Hanna en sus prominentes senos. Los verdugos se los habían masajeado con aceite de manera que se veían brillantes y muy turgentes. Además unos segundos antes le habían  colocado unos anillos de goma de castrar cerdos en la base de sus pezones y por si eso no fuera suficientemente cruel, en ese momento se los estaban torturando con una picana eléctrica.

En la foto se veían perfectamente los gruesos lagrimones cayendo del rostro crispado y enrojecido de la pobre muchacha, y el gesto de pánico de Patricia que veía indefensa cómo esos bestias torturaban salvajemente a su compañera.

Al director se le empezó a poner dura y a alargar mientras se masturbaba compulsivamente,… de  repente alguien llamó a la puerta de su despacho.

- Señor, director, sonó una voz femenina, señor director, ¿se puede?

- Un momento, dijo él mientras se apresuraba a guardarse el miembro dentro de sus pantalones……Adelante, pase.

Entonces por la puerta apareció un rostro angelical.

- Lara,… ah es usted.

-¿Le molesto?

- No, no, de ninguna manera,  pase y cierre la puerta.

Lara era probablemente la mejor alumna del colegio y también una de las más atractivas. Era una chica rubia, mediana estatura y delgada con una cara preciosa y unos ojos azul cielo. Aparte de ser una empollona, Lara era la delegada de clase y al contrario que Rebeca y sus dos ex amantes, su conducta siempre había sido intachable.

- Siéntese y dígame qué se le ofrece.

El director intentó disimular su estado aunque siguió medio empalmado al tener tan cerca a esa belleza.

La chica se sentó y cruzando las piernas con toda naturalidad mostró involuntariamente una porción de sus muslos a ese hombre bajo la faldita del colegio.

- Señor director, vengo en nombre de toda la clase. Ya hace cuatro días que la policía se llevó de aquí a nuestras compañeras y no sabemos nada de ellas. ¿Sabe usted algo? ¿Cómo se encuentran?, ¿las tratan bien?

El director pasó con el dedo disimuladamente la foto del martirio de Hanna mientras se deleitaba de la visión de las piernas de la muchacha que tenía delante.

- Oh sí, precisamente hace unos minutos he estado hablando con el alcaide de la prisión  y me ha asegurado que están teniendo una atención especial hacia ellas, no tiene por qué preocuparse querida. Sus compañeras están en buenas manos.

- Me tranquiliza señor director dijo ella echándose la melena rubia y lacia hacia atrás. Como sabe, dirijo la Liga Escolar de la Decencia y francamente nos preocupa el estado de Hanna y Patricia. Sé que son unas descarriadas y deben recibir su castigo pero aún así merecen ser tratadas con respeto y francamente el Penal de los Lamentos….

- ¿Qué ocurre con el Penal?

Lara se agitó incómoda en la silla y descruzó las piernas para volverlas a cruzar bajo la atenta mirada del director.

- Se oyen muchas cosas sobre ese lugar y luego está el hecho de que los guardianes y celadores sean todos hombres. ¿No se propasará algún desalmado con ellas?

- ¡Señorita!

- No hay más que ver cómo se las llevaron señor…esposadas y semidesnudas…cada vez que lo pienso me entran unos tremendos sofocos. ¿Les habrán dado ropas decentes en la prisión?....me, me da escalofríos pensar que las han dejado con aquellas ropas…si hay algún pervertido entre los guardianes puede perder el control y…. no quiero ni pensarlo.

El director sonrió para sus adentros  de la aparente candidez de la muchacha y tuvo que disimular para que ella no se percatara de cómo le miraba las piernas, su miembro no solo no cedía sino que cada vez lo tenía más duro.

- Alguien debería comprobar que todo está en orden y que las tratan bien. ¿Sabe cuándo podremos verlas?

- ¿Verlas?, no le comprendo.

Lara se volvió a echar el pelo para atrás pues éste no hacía más que caerle por delante de la cara.

- Sí, imagino que se les podrá visitar allí en la prisión, las compañeras de clase me han dicho que quizá pudiéramos ir a verlas algunas de nosotras y comprobar que se encuentran en buen estado.

De repente mientras Lara hablaba una siniestra lucecita se encendió en la mente del director.

- Claro, una visita, no le entendía….una visita…. sí, sí, es buena idea… bueno,….de hecho,…. podría ser hoy mismo.

Lara enarcó las cejas con sorpresa.

- ¿Hoy? ¿me lo dice de verdad?

- Sí, ¿por qué no?..... Vamos a hacer una cosa, ahora mismo le preparo una carta de presentación dirigida al alcaide de la prisión y usted misma la lleva al penal. En ella le expresaré su preocupación por sus compañeras y no dude que con esa carta le permitirán visitarlas hoy mismo.

Lara sonrió alborozada.

- ¡Qué bueno es usted, señor director!

- El único problema es que tendrá que ir usted sola.

- ¿Sola?, ¿a la prisión?

- Compréndalo, las visitas sólo están permitidas en casos muy especiales, si va más de una persona no creo que le permitan pasar.

- No sé, me da un poco de reparo ir sola.

- Si pudiera la acompañaría pero lamentablemente estoy muy ocupado.

- Es que….

- Vamos señorita, usted misma me lo ha pedido y creo que tiene toda la razón, es necesario comprobar en primera persona que sus compañeras son tratadas con decencia.

- Es cierto, pero es que sola….

- Venga, no desaproveche la ocasión, como ve me he prestado a ayudarla sin tapujos…..además no tenga miedo, usted es una buena chica y no tiene nada que temer.

- Bueno, ..está, está bien,….. iré.

- Muy bien, pues le preparo la carta y usted la lleva en un sobre cerrado. Mire vamos a hacer que usted misma solicita la visita, así que firme esta hoja en blanco, yo la rellenaré. Ah y asegúrese que se la entrega personalmente al alcaide.

- De acuerdo dijo ella estampando su firma sin sospechar nada, ¿me pongo ropa de calle?.

- No,…dudó un momento el director…. en este caso le permito que vaya con el uniforme del colegio, así será mejor, tendrá un aire más oficial, no sé si me comprende.

- Sí tiene usted razón, muchas gracias señor director, es usted muy bueno.

Según salió Lara, el director esbozó una sonrisa de lujuria, cogió el móvil y escribió un mensaje para el alcaide.

“Le mando a la prisión lo que usted me pidió e imagino que será de su gusto, llegará en un par de horas por su propio pie. Lea la carta que lleva y ahí tendrá el motivo para detenerla. “

Continuará…..

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