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Paraíso de Masoquistas (11)

en Sadomaso

La tercera noche junto a  su amada Luba, Nadia casi no pudo pegar ojo,  no podía quitarse de la cabeza la asquerosa sensación de follar con un puerco como Ahmed. Seguramente no había contado con eso cuando decidió entregarse para salvar a su amante. Ser la esclava de Ahmed durante más de un año entero ¡Eso sí que sería una horrible condena!, si al menos su amo fuera Ismail no serían las perras de Ahmed, o al menos no todo el rato,..... entonces, repentinamente se le ocurrió la idea.

- Eh tú, guardia, le dijo desde el interior de su jaula.Vete donde Ismail el verdugo y dile de mi parte que las dos lesbianas francesas estamos super calientes y que nos gustaría hacérnoslo con él.

El guardia la miró con una sonrisa lujuriosa y se sacó la polla de los pantalones.

- Qué pasa ¿no te basta conmigo?

- Vamos, haz lo que te digo.

El guardia se cabreó y dio un golpe en los barrotes de la jaula.

- ¡Qué te has creído!, ¿que soy tu criado?.

Nadia decidió cambiar de táctica.

- Vamos soldadito, no seas malo, a cambio del favor, ......si quieres, te la chupo.

- Eso es otra cosa y entonces le puso el pene a tiro.

Nadia le hizo una mamada lo más rápido que pudo y una vez le eyaculó encima, el tipo fue a llamar a Ismail.

Éste se demoró un poco, pero finalmente acudió

- Hola preciosa, dijo el gigantón mirando lujuriosamente a Nadia y  mostrándole unos elegantes zapatos de tacón, me dicen que me has llamado.

- Sí, estamos deseando que nos folle un tío de verdad y aquí no hay ninguno.

- Está bien boyera, pero esta vez sólo te quiero a ti, no a tu amiga,..... sácala de la jaula.

El guardia lo hizo y obligó a la joven a salir de la jaula, luego la cerró, dejando a la otra dentro.

Las dos amantes se miraron anhelantes, pero no pudieron impedir que las separaran.

- ¿Te gustan?, le dijo el verdugo mostrándole  los zapatos.

Nadia afirmó con la cabeza.

- Muy bien, dijo señalando una pequeña bolsa, pues ahora quiero que te los pongas y que te pongas guapa para mí. Diciendo esto, le soltó las esposas de una de las muñecas y Nadia pudo liberar sus manos.

La joven no se lo podía creer, en la bolsa había  un arnés de cuero negro con pequeñas anillas metálicas de esos que no tapan nada, unas medias, un lápiz de labios, un peine, un poco de colorete, otro juego de esposas, una cadenilla dorada con pinzas de cocodrilo y una ballgag. También le dieron un pequeño espejo.

Desde dentro de la jaula Luba  vio alucinada cómo Ismail se abrazaba a Nadia y ésta en lugar de rechazarlo se abrazó a su vez a él dándole un largo beso.

La verdad es que eso le molestó  pues el verdugo en ningún momento la forzó a que le besara.

- Vamos, date prisa y prepárate.

Nadia entendió lo que ese hombre quería, de modo que se peinó y se maquilló con rapidez pintándose los labios, luego se puso el arnés de cuero, las medias y los zapatos de tacón. Entonces se colocó frente a Ismail, separó las piernas y puso las dos manos en la nuca manteniendo la mirada en el suelo.

En cuestión de verdugos  Ismail era para Nadia mucho más deseable que Ahmed y ya que le gustaba  decidió que quería convertirse en su perra.

- Ya estoy, mi señor, haz conmigo lo que quieras, dijo entre escalofríos de placer.

- Dime tú que prefieres, esclava.

Nadia dudó unos momentos muy excitada, el verdugo le dejaba escoger su propia tortura.

- El,.... el  otro día trajeron a dos chicas gemelas y vi cómo las acostaron en un potro muy grande y hoy mismo han puesto a Luba en otro, yo nunca lo he probado, me pregunto si.....

- Ja, ja, el potro, buena elección preciosa, el potro pues, pero no esos que dices, voy a mostrarte otro mejor. Y ahora ponte la mordaza

Muy excitada Nadia cogió la bola de goma que era azul, seguramente para que hiciera juego con el carmín de los labios, y tras encajársela entre los dientes se cerró la correa tras la nuca cerrando la hebilla en el último agujero.

- Ahora esto y procura pellizcarte un buen trozo de carne voy a tirarte de ella.

Nadia cogió la cadenilla dorada y tras inspeccionarla unos segundos, ella misma se pellizcó los dos pezones con los dedos para que se le pusieran dudos. Mientras lo hacía miraba lascivamente al verdugo, la joven se demoró un poco jugando con sus sensibles pechos y siguió mirando con deseo a Ismail,  al que se le puso tiesa sólo con eso. Entonces una vez duros y empitonados se pinzó los pezones intentando disimular el dolor.

Ismail le sonrió sin contestar.

- Y por último ciérrate tu misma las esposas.

La chica obedeció otra vez y tras cruzar los brazos  a la espalda se cerró ella misma las esposas en la otra muñeca y con gran habilidad, corrió el cerrojo.

Una vez atada y amordazada por sí misma, Nadia respiró profundamente y ya que se le había entregado en cuerpo ahora se entregó también en alma a Ismail.

- Muy bien, preciosa, y ahora ven conmigo

Ismail tiró de la cadenilla y Nadia sintió ese maravilloso relámpago de dolor cuando te tiran ligeramente de los pezones y siguió a su amo taconeando como una perrita fiel.

En realidad el verdugo quería llevarla a una de las cámaras de tortura, pero no lo hizo directamente sino que antes decidió recorrer toda la prisión para que todos pudieran ver a su bella perrita y rabiaran de envidia.  

De hecho Ismail la paseó y exhibió por todas partes: por las habitaciones de los guardianes, por el comedor, la cocina, las duchas, el patio. En todos esos sitios había guardias que al ver a la mujer dejaban lo que estaban haciendo y se quedaban medio embobados por tanta belleza. La esclava les miraba a todos desafiante y orgullosa mientras Ismail sonreía satisfecho por el efecto.

Al pasar por el cuerpo de guardia, Nadia provocó cierto revuelo, pues los soldados pensaron que Ismail les llevaba a esa tía buena para pasar un buen rato con ellos. Sin embargo, cuando se enteraron de que no iba a ser así al final se quedaron todo frustrados y protestaron por la decepción.

- Bueno, me habéis dado pena,  dijo Ismail, podeís tocarla un poco si queréis.

Entonces los ávidos guardianes se acercaron a la bella Nadia y se pusieron a acariciarla por todas partes.

La joven cerró los ojos y sintió con gusto cómo todas esas manos la tocaban por todas partes. A esas alturas y después de exponerse así ante tantos hombres Nadia estaba mojada y muy caliente.

Los tipos la acariciaron cada vez con menos recato y con tanta avidez que en un momento dado incluso empezaron a meterle mano en la entrepierna.

-Eh, eh, ya basta, dijo Ismail al ver que se animaban demasiado y tirando de la cadena reclamó a su prisionera.

Nadia ahogó un grito cuando le tiró de los pezones  y dando un traspiés siguió nuevamente a su amo con sumisión. De hecho mientras caminaba con esos tacones tan altos, movió el culo un poco más de la cuenta para que todos esos supieran lo que se iban a perder.

Por fin pasaron por las “pajareras” donde cinco muchachas desesperadas pidieron  piedad a Ismail sin resultado alguno. En realidad cuando vieron a Nadia de esa guisa imaginaron a dónde la llevaba y enmudecieron sabiendo que a ella le esperaba algo mucho peor.

Efectivamente en unos minutos estaban en el temible pasillo donde se alineaban las cámaras de tortura. A medida que se acercaban a aquel terrorífico lugar Nadia sentía una excitación creciente y el corazón le latía más aprisa. Con los nervios llegó a dar más de un traspiés con los tacones.

Pasaron  al lado de una par de mujeres colgadas que esperaban su turno, pero Ismail lo había previsto y había reservado la cámara n. 8. de modo que Nadia no tuvo que esperar. Al pasar por las demás mazmorras, la joven se dio cuenta de que había actividad dentro de todas ellas, pero no le dio tiempo a mirar dentro.

Entonces el verdugo abrió la n. 8 y su invitada entró en el interior. Nadia se quedó extrañada al ver el aparato que había en el centro de la sala. Parecía una extraña máquina metálica formada por engranajes y largueros de acero. En un lateral tenía una rueda metálica y terminaba en cuatro bastidores con grilletes. Sí que parecía un potro, pero Nadia nunca había visto uno igual.

Ismail cerró la puerta por dentro y cegó el ventanuco.   

- Así nadie nos molestará preciosa, ¿sabes lo que es esto?, dijo palmeando el potro.... Nadia dijo que no con la cabeza. Es un “backbreaker” un “rompe espaldas”, me lo han traido hoy mismo. Funciona con esta rueda. Y accionando la rueda los largueros se levantaron como por arte de magia formando una curva joroba.

A Nadia no le hizo falta mucho más para comprender.

Ismail le sonrió y quitándose la camiseta de camuflage dejó al aire su torso intensamente musculado  y brillante de sudor. Entonces se acercó a Nadia y le quitó la mordaza. Nuevamente el gigante se besó con ella y Nadia no le rechazó. Tras un largo beso con lengua Ismail se separó de ella y tras quitarse los pantalones y quedarse totalmente desnudo se sentó en una silla.

- Ponte en cuclillas y acércate esclava.

Eso le recordó a Ahmed, pero esta vez la orden era mucho más agradable. Así pues Nadia lo hizo, dobló las dos piernas y dando unos torpes pasos a causa de los tacones  se acercó hasta ponerse entre las piernas de Ismail.

El hombre ya tenía el miembro tieso y el glande hinchado y brillante. No hacía falta que le pidiera nada, la joven sabía lo que tenía que hacer.

Entonces Nadia le miró a los ojos con deseo y sacando su lengua se puso a lamer delicadamente la punta de la polla sin dejar de mirarle. Como decimos, Nadia era una experta feladora así que se la chupó al verdugo como éste no recordaba que se lo hubiera hecho ninguna otra prisionera. A pesar de la incómoda postura, Nadia se demoró un rato largo lamiendo el gruego pene de Ismail con todo cuidado y delicadeza sin metérselo en la boca. Y sólo cuando el tipo lo tenía muy sensibilizado se lo metió de una sola vez hasta las pelotas y lo mantuvo dentro de su boca durante más de veinte segundos. Ismail sintió un calor húmedo muy agradable en su pene y llegó a suspirar de gusto.    

Nadia sonrió para sus adentros y entonces inició una intensa y lenta mamada que duró más de cinco minutos. Mientras se la hacía, la inteligente Nadia pensaba en que después del “trabajo” que le estaba haciendo, Ismail reclamaría sus favores frecuentemente y no dejaría que cualquiera se la quitase así como así. “Si se lo chupas bien será tuyo para siempre”, ese era el lema de Nadia.

De hecho, el verdugo  estaba en la gloria, sin embargo en un momento dado ella interrumpió tan dulce felación  y dejando escapar un hilo de semen y baba le dijo.

- Mi señor, ponme en el potro y tira de mis pechos mientras te la mamo, por favor, tengo ganas de que me veas sufrir.

Ismail nunca había tenido una esclava como Nadia que adivinara sus sádicos deseos de esa manera y estuviera dispuesta a cumplirlos por propia voluntad. Sin embargo le hizo caso al instante, con una llave le soltó las esposas y entonces Nadia  se quitó los zapatos y las medias.

- ¿Quieres que me quite también el arnés, mi amo?

- No, te favorece mucho, déjatelo.  

Por supuesto, la chica obedeció y sin decir más se acostó sobre el potro y estiró brazos y piernas colocándolos cerca de los grilletes y facilitando así el trabajo del verdugo.

Ismail notó perfectamente la profunda excitación de su esclava mientras le ataba de pies y manos, entonces una vez inmovilizada accionó la rueda y el “rompespaldas” cambió de forma en cuestión de segundos.

- AAAAAAAHHHH

El blanquecino cuerpo de Nadia se adaptó perfectamente al ingenio y ella quedó con la espalda completamente curvada hacia atrás y los brazos y piernas estirados al límite. Un intenso dolor le llegó de las extremidades y la columna mientras su cabeza colgaba libremente. La sangre se le acumuló en el cerebro y la joven sintió un cierto mareo. Por la postura en la que estaba quedó en un estado de indefensión total que le produjo una honda excitación.

Por su parte Ismail estaba totalmente empalmado pues el precioso cuerpo de la joven quedó aún más realzado por el estiramiento, entonces se puso otra vez delante de su cara y tirando de la cadenilla repetidas veces estiró los pezones una y otra vez.

Eso fue suficiente para que la esclava obedeciera y nuevamente el verdugo cerró los ojos de gusto al sentir el inconfundible cosquilleo en su pene. La bella Nadia, a pesar de estar cabeza abajo se puso a lamerle la polla como antes y al de un rato ya se la volvía a mamar con ganas.

La sumisión de Nadia le era tan excitante como la felación en sí, Ismail sólo tenía que tirar un poco de la cadenilla y ella obedecía mansamente aumentando el ritmo de la mamada. Así estuvieron un buen rato hasta que Ismail decidió penetrarla.

El tipo sacó su pene enhiesto de la boca de Nadia dejando un rastro de baba y fue a buscar un capuchón de cuero. Entonces se lo puso en la cabeza y como ni siquiera tenía aberturas para los ojos la dejó completamente cegada.

Accionando el potro Ismail hizo que el cuerpo de la joven se estirara aún más y se doblara la espalda más intensamente.

- MMMMMMHHH

El gemido de dolor de ella fue suficientemente elocuente.

El hecho de estar a ciegas aumentó su sensación de indefensión y ella se preguntó muy excitada a qué nueva tortura pensaba someterla su sádico amo. En realidad no tuvo que esperar mucho más pues Nadia sintió de repente un agudo quemazón en su ombligo y tembló sorprendida. Entonces reconoció esa sensación, su verdugo le estaba echando cera caliente, pero esta vez, gota a gota,...... como a ella le gustaba.

De pronto, mientras seguía echándole gotas de cera aquí y allá, Ismail empezó a penetrarla.

- MMmmmhhhh, mmmmmh

Pronto unos tenues gemidos provenientes de la capucha acompañaron los movimientos del verdugo que siguió follando con Nadia lentamente pero sin pausa. Por supuesto siguió echándole cera líquida, de modo que al de un rato, buena parte de su cuerpo estaba cubierta de motas rojas sólidas.

Cuando se cansó de echarle cera caliente, Ismail pasó a otra cosa, sacó su pene enhiesto de la cálida vagina de Nadia y cogiendo un extraño bastón eléctrico con punta de plástico se puso a tocarle con él por todas partes. Cada vez que le tocaba la piel el aparato se encendía, se oía como un zumbido y Nadia se estremecía espasmódicamente soltando un tenue grito.

Ismail se lo pasó por los pechos, por los costados y por los muslos y finalmente le abrió los labia y se lo metió en la vagina provocándole una intensa y larga descarga.

- MMMMMMMH

A cada toque de ese bastón eléctrico Nadia gritaba y temblaba  por el calambrazo.

Tras jugar un poco más con su prisionera Ismail le quitó la cera a latigazos y seguidamente la preparó para torturarle un poco más con la electricidad. Para ello le puso un perno en la cadenilla que llevaba sujeta a los pezones y el otro se lo puso en el clítoris.

- MMMMMHH

Nuevamente Nadia volvió a gritar cuando sintió cómo el perno le mordía el clítoris  y no dejó de debatirse sobre el potro desesperadamente. En esto Ismail le soltó una descarga y ella se puso tiesa temblando sin poder controlar los músculos a causa de la electricidad.

La descarga eléctrica duró unos segundos y entonces cuando ella estaba jadeante y respirando en profundidad sintió cómo Ismail la volvía a penetrar. Aún estaba con el pene del verdugo follándola cuando otra descarga eléctrica volvió a tensar sus músculos mientras la joven volvía a temblar espasmódicamente.

Ismail  rio complacido pues notó parte de la descarga en propio pene mucho más aminorada que ella. Así siguió follándosela y provocándole descargas eléctricas en el cuerpo hasta que Nadia se corrió de gusto. Ismail tampoco tardó mucho en correrse sobre el torso de la chica....

Cuando se cansó de follarla y torturarla durante cerca  de cuatro horas, Ismail abrió la puerta de la mazmorra  y se marchó de allí. Nadia se quedó sola sobre el potro durante varios minutos y entonces oyó ruido de varias personas que entraban y se acercaban a ella. Mientras le quitaban el gorro de cuero una serie de manos le acariciaron por todo el cuerpo y entonces se dio cuenta de que estaba rodeada por los mismos a los que había  dejado con un par de narices en el cuerpo de guardia. Estaban todos desnudos.....

Esos tíos se habian quedado con las ganas y por eso  no tardaron en seguir follando a Naida sobre el rompeespaldas, uno por el coño y otro por la boca. Uno por uno, los ocho guardias se la follaron cada uno dos veces y le dejaron el cuerpo como recién salido de un bukkake.  

Sólo tras esto decidieron soltarla del potro  y tras quitarle el arnés, la llevaron de vuelta a su jaula a patadas y nalgadas. Luba se alegró de que le trajeran a su amante sana y salva.

(continuará)

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