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Valentina, la chacha desnuda (15)

en Dominación

Antes de conducirla a la cámara de tortura, Markus se  llevó  a Gina a sus habitaciones y entró en ellas mientras mandaba a la chica que le esperara en la puerta de rodillas.

Unos minutos después salía él disfrazado como el verdugo de la película “Hostel” con mandil de cuero y todo.

Gina se sorprendió y asustó a un tiempo al verle pero cuando él tiró del collar le siguió como una perra sumisa.

Markus la condujo al garaje y al encender la luz vio el cártel que anunciaba que iban a entrar en la cámara de tortura. Por un momento ella dudó, pero tirando de la correa su verdugo la obligó a entrar en ese siniestro lugar. Una vez dentro y con una sonrisa sádica Markus cerró con llave para que nadie les molestara.

Fue entonces cuando ella vio lo que había estado haciendo Markus allí abajo todo el día.

- ¿Lo tenía todo preparado, no? Por eso me ha hecho tropezar, se atrevió a decir.

- Vaya, veo que tú te llevaste todas las neuronas de la familia, al menos no eres tan gilipollas como tu hermana. Claro que lo he preparado todo, desde que te vi en el teléfono móvil de tu hermana estaba esperando este momento.

Efectivamente, alli estaban las cámaras de video, focos de iluminación, el ordenador y una gran cruz de San Andrés con grilletes en sus cuatro extremos donde Gina iba a sufrir tormento durante horas. Asimismo, sobre la mesa se disponía ordenadamente una larga variedad de instrumentos de tortura.

- ¿Va, va a usar todo eso conmigo?, preguntó ella  mientras sentía que su sexo se humedecía por momentos.

- Sí, contestó él secamente, y tecleando el ordenador puso en marcha el chat.

En pocos segundos apareció la contestación.

- Hola Markus

- Ey hola Sam, ¿estás sólo?

- No, está aquí toda la familia, ¿quién es esa?

- ¿Quién va a ser? La nueva esclava de la granja, se llama Gina y es hermana de la tía a la que torturamos aquí mismo el otro día. Dentro de unos días os la llevaré a la granja para que la conozcáis en persona.

Gina le miró sin responder, pero se daba cuenta de que su hermana no le había mentido.

- Joder qué buena está, contestaron en la pantalla. Espero que nos dure más que la otra.

- Por supuesto que nos durará. Vamos esclava saluda a tus nuevos amos.

Gina estaba toda cohibida y se limitó a dar un breve hola. No sabía por qué pero de repente ser esclava de cuatro amos a la vez le hacía excitarse mucho.

- ¿Y qué vas a hacer con ella?.

- Bueno primero quiero que me la chupe delante de vosotros y luego jugaré con sus tetitas unas cuantas horas, ja, ja.

- Tiene buenas tetas aunque no tan grandes como su hermana.

- Ya le crecerán, sólo tiene 18 añitos y hasta esta mañana era virgen, pero con el tratamiento adecuado se le pondrán como a su hermana mayor. Esto lo dijo acariciando los pechos de la joven, Mmmh qué suaves son, no sabéis lo que os estáis perdiendo.

A Gina se le erizaron los pezones sólo con que Markus se los rozara con los dedos y el se los lamió, succionó y terminó dándoles breves mordisquitos.

- Eres un cabrón, haces esto para que nos muramos de envidia.

- Pues sí, así es, vamos chica arrodíllate y enseña a esos lo que es chupar una polla.

Markus se quitó el mandil  y se sacó su pequeño  pene para que ella se lo llevara a la boca,  pero un olor nauseabundo a orines  llegó a la pituitaria de la joven. Gina apartó la cara por un momento con un gesto de asco.

- Ja, ja, ja. No le gusta tu polla sucia, Markus.

- Ya lo sé que no, pero es una esclava y la chupará aunque no le guste, y diciendo esto la agarró del mentón enderezando su rostro.

Efectivamente, aunque le repugnaba, Gina sacó su lengua y se puso a lamer el pequeño pene de su verdugo con el gesto crispado de grima. La chica tuvo que  aprender a neutralizar su sabor a pis y semen rancio.

- Ja, ja, muy bien, ¡qué cosquillitas! como veréis la zorra aprende pronto. Tienes que saber que mis hermanos y yo nunca nos lavamos el pene, siempre nos lo limpia la chacha con la lengua, ja, ja.  

- Parece que no le importa tanto que tu polla huela a demonios Markus, es un poco cerda.

- Sí tienes razón, a partir de ahora la llamaremos “cerdita”, ….no,… mejor “lechoncita”.

- Ja, ja, buena idea.

Gina ni siquiera dejó de chuparle y lamerle mientras oía cómo le ponían ese humillante apodo.

- Así, así “lechoncita”, sigue así y pronto tendrás tu leche.

- Glp, glpp. Gina ya se había metido la polla en la boca pero al parecer no a gusto de su amo. De pronto éste la agarró del pelo y obligándola a incorporarse le metió dos hostias en la cara que hicieron que la chica echara todas las babas.

- La chupas muy mal  “lechoncita”, te voy a enseñar cómo la chupan las cerdas en la granja, y diciendo esto cogió una cadena de la que colgaban tres pinzas de mariposa y le puso una pinza pellizcando el clítoris y luego las otras dos en ambos pezones.

Gina hizo un gesto de disgusto pero aguantó el dolor sin gritar.

- Y ahora de rodillas y esta vez chúpala bien.

La chica se metió la polla dentro de la boca esta vez sin dudar e intentó chuparla lo mejor que podía mientras Markus le daba órdenes dándole tironcitos con la cadena.

- Así, así, más adentro, así, ahora mantenla dentro de la boca. Asíiiii, zorra, qué gusto, joder.

Gina no supo por qué pero ese dolor moderado en sus centros sensibles le parecía una sensación maravillosa y muy excitante de modo que a medida que le  hacía la mamada se mojaba como una perra. También le ponía cachonda que le hubieran puesto un nombre tan humillante: “lechoncita”. En el fondo ya se sentía como una cerda, y eso también le gustaba.

La estimulación constante de las pinzas le hizo sin querer acelerar la felación y Gina movió su boca adelante y atrás vigorosamente de modo que Markus no tardó mucho en eyacularle dentro de la boca.

- Sí, joder, joder qué bueno, toma puta, toma y trágatelo todo. Y Gina lo hizo probando por primera vez el semen en su vida.

Una vez le eyaculó todo, la chica se lo tragó y para demostrarlo abrió la boca para que le viera la cámara. Gina aún no lo sabía pero allí en la granja una parte importante de su dieta diaria estaría formada por el semen de hombres y de animales.

- Bravo, bravo, lechoncita dijeron los del ordenador encantados con la que iba a ser su nueva esclava.

Markus la obligó otra vez a levantarse y entonces tras retorcerle un poco los pezones le abrió las pinzas de mariposa. La joven abrió la boca y cerró los ojos pero ahogó el grito de dolor a tiempo.

- Ja, ja, qué zorra masoquista, me encanta, le dijo mientras se los retorcía con los dedos para que volvieran a su forma original. Ella soportaba el dolor a duras penas y le hubiera querido mandar a la mierda con tanto pellizcarle y sobarle   los pezones, pero se aguantó.

- Bueno preciosa, y ahora viene lo bueno, y dándole la vuelta le soltó las esposas.

Ya libre Gina se acarició sus doloridos pezones aunque sólo pudo hacerlo un momento mientras Markus colocaba dos tacos de madera a los pies de la cruz de San Andrés.

- Venga ahora súbete a esos tacos y estira los brazos hacia arriba.

Ella obedeció y se dejó atar sumisamente a la cruz donde iba a sufrir tormento.

Entonces Markus le cerró los grilletes en ambas muñecas  y poniéndose de rodillas  le quitó los tacos de madera de manera que la joven quedó colgando de las muñecas. Entonces el verdugo estiró un poco hacia abajo ambos tobillos y cerró los grilletes de manera que ella quedó completamente estirada e inmovilizada con brazos y piernas extendidos a lo largo de los dos travesaños de la cruz.

El verdugo la miró un momento comprobando que los grilletes estaban bien cerrados y le mostró una ballgag de color rojo intenso.

- ¿Quieres decir algo a tus amos antes de que te ponga la mordaza?

Gina tragó saliva y para sorpresa de los hermanos dijo mirando a la cámara.

- Espero que mis amos disfruten de mi tortura y mis sufrimientos.

- Muy bien dicho “lechoncita”, ahora abre la boca.

Y Markus le metió la mordaza con un poco de brusquedad entre los dientes.

Hecho esto se puso otra vez el mandil  y tras dudar un momento cogió  un objeto de la mesa consistente en dos bastoncillos metálicos unidos entre sí por una corta cadena.

- ¿Sabes lo que es esto lechoncita?, le dijo poniéndoselo delante de la cara.

La chica negó sin poder evitar que le cayera la saliva sobre su torso.

- Se llaman “pinzas de garra de águila” y funcionan así, mira. Markus accionó una de ellas con el pulgar como si fuera una jeringuilla y la chica vio cómo salían de su interior cinco diminutos garfios de alambre.

Como buen sádico Markus quiso que su víctima se imaginara su efecto antes de ponérselos en su sitio, por eso sacó y metió varias veces los ganchitos como si fueran las patas de una pequeña araña.

Ella lo miraba con aprensión respirando profundo y en su mente imaginó perfectamente su doloroso efecto.

- Muy bien pequeña, ja, ja. Veo que has adivinado cómo se usan dijo el muy cerdo al ver los pezones de la chica totalmente erizados. Prepárate, esto te va a doler de verdad. Y sacando las garras enmarcó con ella el pezón izquierdo y lentamente se las fue cerrando en él.

- MMMMMMHHHH

El gemido y el gesto de dolor de la joven fueron suficientemente elocuentes.

- Ja, ja, te lo dije, ¿qué tal? ¿te gusta?

Y ella le respondió que no insistentemente con los ojos llenos de lágrimas.

- En realidad importa poco que no te guste, ahí va el otro.

Y la chica abrió mucho los ojos cuando vio cómo las pequeñas garras de alambre se hincaban en la delicada piel de su pezoncito.

- MMMMMMHH HH

Esta vez Gina tembló de rabia y se retorció literalmente mientras sus ojos se ponían en blanco  y un pequeño chorro de pis se deslizaba entre sus piernas. Durante unos segundos la chica sintió que perdía la cabeza y la consciencia, pero al final aguantó.

El dolor era terrible y creciente y la muchacha miró sus pezones enjaulados por esos pequeños alambres que se clavaban profundamente en su carne y se echó a llorar desesperada.

- Vaya, parece que hemos encontrado tus límites, y en lugar de quitárselo Markus se puso a jugar un ratito con la cadena y luego dejó que la web cam grabara cómo la joven se debatía y berreaba de dolor para regocijo de sus hermanos.

- Vamos lechoncita, le dijo Markus mientras le acariciaba el clítoris con los dedos, tienes que aprender a aguantar el dolor, ten en cuenta que allá en la granja sufrirás torturas todos los días.

Gina intentaba sobreponerse al dolor desesperadamente, pero éste era cada vez más intenso e insoportable, a pesar de eso su sexo no paraba de destilar flujo vaginal a medida que ese hombre la masturbaba y en realidad estaba progresando lentamente hacia un orgasmo intenso. De hecho a pesar del dolor, la chica se corrió echando babas a raudales y venga a retorcerse en la cruz.

Markus sonrió satisfecho al notar los estremecimientos de su sexo pero en lugar de parar siguió y siguió  masturbándola hasta enlazar un segundo orgasmo.

Mientras tanto en otro lugar de la casa Tom había encendido el ordenador y se había conectado al mismo chat. El hombre se limitó a ver la escena de lo que ocurría en ese momento mientras su obediente Valentina follaba con él encaramada en la silla.

- Mira a tu hermanita Valentina, mira cómo la tortura ese bestia de Markus, es una zorra masoquista, ja, ja, será una buena esclava allí en la granja.

- Pero, pero señor, mi hermana no quiere ir a esa granja infecta,  quiere quedarse aquí.

- Eso es lo que tú dices, yo no lo tengo tan claro, mírala, y diciendo esto siguieron follando.

Mientras tanto Gina seguía sufriendo su castigo lenta y desesperadamente pues los minutos en ese trance se le hacían siglos.

Desde que la había visto esa mañana Markus rabiaba por empezar a entrenar los pechos de su nueva esclava, por eso le dejó puestas las pinzas de garra de aguila un buen rato y cuando finalmente se las quitó entre gritos, los pezones de la joven parecían dos diminutas granadas y eran una impresionante fuente de dolor.

La siguiente tortura consistió en una flagelación con un látigo de colas terminadas en nudos, Markus empezó a propinarle latigazos y le marcó la parte delantera del cuerpo con marcas rojizas. Aunque la joven aguantó relativamente bien la flagelación, gritaba mucho más alto cuando las colas del látigo “acariciaban” sus ya sensibilizados pezones.

Tras eso y con la piel llena de marcas rojas, el verdugo le pasó un pinwheel por todo el cuerpo y nuevamente consiguió arrancar alaridos de ella cuando los pinchitos recorrían sus pezones por la mitad aplastándolos e introduciéndolos dentro de la carne.

Luego le llegó el turno a los succionadores de plástico. Estos eran pequeños tubos en los que gracias a una pera de plástico se podía hacer el vacío. Markus aprovechó las babas que le caían a la chica por la boca y las utilizó para humedecer la abertura del primero colocárselo en el clítoris y luego hacer el vacío. Tras esto gracias a la pera succionó el órgano de la muchacha hasta dejarlo erecto y alargado.

Nuevamente la joven Gina se debatía de sufrimiento retorciéndose en la cruz, pero eso no paró a Markus que le succionó igualmente ambos pezones de manera que éstos se veían a través de los tubos de plástico alargados varios centímetros a partir de su tamaño original.

El hombre dejó que los succionadores hicieran su trabajo y, mientras esperaba, no permaneció  ocioso sino que se dedicó a darle toques de picana.

- MMMMHHH, MMMMHHH

Nuevamente Gina gritó como una descosida cuando después de un cuarto de hora de toques de picana, Markus literalmente le arrancó los succionadores tirando de ellos.

- ¡Qué bruto eres Markus!, le dijeron sus hermanos por el chat.

Efectivamente a la muchacha le habían quedado sus sensibles apéndices enrojecidos e hinchados. Diabólicamente Markus pasó a la siguiente fase de la tortura. Esta consistía en colocarle anillos de goma muy prietos gracias a un elastrator. Este era una herramienta que usaban en la granja para castrar cerdos colocándoles en la base de los testículos  gomas muy tiesas color verde esmeralda. El problema es que aquí su destino no eran los testículos sino la base del clítoris y los pezones de la chica.

- MMMMMMHHMMMMMHH

Esta parte de la tortura fue especialmente brutal pues la joven Gina se debatía en la cruz inútilmente por soltarse de sus ataduras mientras esas gomas presionaban con tal fuerza que la joven pensaba que le iban a amputar sus pezones. La chica ponía los ojos en blanco venga a soltar babas desesperada e impotente pues no podía hacer nada por evitar esa horrible sensación.

- ¿Duele verdad?, dijo Markus mirándola con todo su cuerpo brillante de transpiración y saliva. Pues esto te va a doler aún más y encendiendo una vela el hombre se puso a calentar la punta de un alfiler y con ella empezó a pincharle por las partes más sensibles de su cuerpo haciendo que la joven llorara y gritara a pleno pulmón.

- MMMMMHHHHHH

La pobre Gina ponía los ojos en blanco estremeciéndose y retorciéndose de dolor mientras Markus le traspasaba sus pezones erectos con agujas calientes.

Los tormentos siguieron lentamente y sin piedad y la muchacha siguió siendo castigada sin descanso durante unas ocho horas…… Y todo por dejar caer una bandeja….

Los dos días siguientes Gina recordó cada momento de su tortura a manos de Markus y cuando nadie le veía se masturbaba a escondidas  rememorando cada una de las sensaciones experimentadas durante la misma.

Ahora la joven estaba dividida entre seguir siendo la esclava de Tom junto a Valentina y que ese sádico la llevara a su granja y la convirtiera en el juguete sexual de él y de sus pervertidos hermanos…...

Por fin llegó el día de la fiesta y tras prepararlo todo concienzudamente y trabajar como mulas, las dos hermanas recibieron de punta en blanco a los más de veinte invitados. Para ello se vistieron, si es que eso se podía llamar vestirse, de la siguiente manera: zapatos color negro brillante y tacón alto y fino como de diez centímetros, medias de rejilla negra sostenidas por ligas de puntillas blancas, culo al aire con el coño bien depilado y el tapón anal en su sitio y bien a la vista entre las nalgas, minifalda negra muy corta con pequeño delantal para ocultar mínimamente el potorro, corsé con sujetador sin copas que enmarcaba y realzaba los pechos desnudos y unas pequeñas campanillas doradas colgando de pinzas que pellizcaban los pezones. Las campanillas habían sido idea de Markus que afirmó que así harían un agradable sonido al caminar.

Por último las dos chachas llevaban delicados guantes blancos con las puntas de los dedos al aire, abrazaderas blancas, collar con sus nombres: “lechoncita” para Gina y “conejita” para Valentina. Así los invitados podrían llamarlas cuando precisaran sus servicios. Por último, en la cabeza llevaban  la cofia.

Antes de vestirse así, las dos se lavaron y peinaron el pelo tras darse suavizante quedándoles unas sedosas melenas que les caían hasta media espalda y  que brillaban a la luz de las velas. También se maquillaron, se pintaron los labios y cubrieron su cuerpo de un agradable perfume.

Los invitados llegaron en coche por el garaje y las doncellas eran las encargadas de darles la bienvenida y llevar su equipaje a sus respectivas habitaciones a medida que iban llegando. Los recién llegados  eran hombres de mediana edad y todos ellos aficionados al bondage por lo que quedaron encantados con semejante bienvenida. Algunos de ellos eran conocidos de Valentina como Harry y Bob, los dueños de la sex-shop y ella creyó recordar además a un par de clientes a los que tuvo que satisfacer en aquel bukake que se vio obligada a hacer allí.

En realidad la muchacha desconocía que todos los presentes ya la habían visto en sus respectivos ordenadores o dispositivos móviles protagonizando diferentes escenas de bondage, follando con los perros o crucificada en el jardín.

- Mira Lechoncita, este es Sam dijo Markus presentando a su hermano.

- Encantada ¿qué tal está señor?, dijo ella haciendo una leve genuflexión, pero el hermano de Markus no respondió sino que se la quedó mirando con mal disimulado sadismo. El tipo tenía la misma pinta de garrulo que Markus, pero era algo más alto y corpulento y tenía una cara de bestia que echaba para atrás.

Eso sin embargo no arredró a la brava muchacha sino que la excitó aún más.

- Ordeneme cualquier cosa que necesite, le dijo, estoy aquí para su servicio y su placer, y diciendo esto se volvió y se  separó con la mano una de sus breves  nalgas mostrando bien sus agujeros cuidadosamente depilados y brillantes de humedad y el tapón anal en su sitio.

El tal Sam esbozó una sonrisa sádica

Tras instalarse adecuadamente en la gran casa, los invitados se vistieron de gala  con chaleco, chaqueta  y pajarita y cuando ya estaba anocheciendo las doncellas les sirvieron unas copas y aperitivos en el jardín. Este había sido iluminado al efecto con bonitas farolas y centros de velas protegidas por lámparas esféricas de vidrio.

Las dos jóvenes se movían entre los grupos de invitados con gracia y donaire exhibiéndose orgullosas en sus breves ropas. La realidad es que más que ridículas estaban bellísimas, los altos tacones realzaban sus largas piernas y el tintineo de las campanillas acompañaba sus cadenciosos movimientos de odaliscas.

Por supuesto al de unos minutos los hombres no se conformaron con mirar y poco a poco empezaron a acariciarlas y a tocarlas.

Ante los tocamientos ellas se limitaban a sonreir y se dejaban hacer con sumisión como les había enseñado su amo, pero Tom se cuidó muy mucho de que nadie se pasara de la raya al menos hasta después de la cena.  Por el momento es como si esas breves ropas las protegieran  de las sádicas y libidinosas cosas que esos sádicos les harían si estuvieran completamente desnudas.

Tras el aperitivo, las chicas sirvieron la cena en el comedor principal respetando exquisitamente todas las reglas de la etiqueta. Por su cara se veía que Tom estaba satisfecho de cómo estaba resultando todo y Valentina le dirigió un par de sonrisas discretas con complicidad.

De todos modos el alcohol empezó pronto a hacer efecto en los invitados y algunos empezaron a propasarse con ellas. Así por ejemplo aprovechaban el momento en el que se acercaban a servirles o a retirar algún plato o cubierto y entonces les sobaban el trasero e incluso la entrepierna. También les daban pellizcos o tiraban de las campanillas haciéndoles daño en los pezones.

Ginebra y Valentina tuvieron que soportar estoicamente esos tocamientos y pellizcos, y con gran habilidad evitaron tirar nada o hacer ningún mal movimiento ni mal gesto mientras los invitados cada vez se atrevían un poco más con ellas.

Así transcurrió la cena sin más incidentes y cuando terminaron, Tom sugirió que fueran todos al jardín, delante de la piscina donde  podrían disfrutar de sus copas, sus puros y de otros entretenimientos que les habían preparado.

Nuevamente cuando todos los hombres estaban ya cómodamente sentados, aparecieron las dos hermanitas con un mueble bar con ruedas y sirvieron a los invitados los combinados y otras bebidas que pidieron.

Decididamente algunos comensales ya se animaban demasiado y querían pasar a mayores con ellas. Por eso Tom se vio obligado a intervenir salvando a Valentina de las manazas de esos buitres.

- Un poco de paciencia amigos, las doncellas se van a cambiar ahora mismo y van a traer sus juguetes, entonces estarán completamente a vuestra disposición y os satisfarán en todas vuestras necesidades.

Todos respondieron con risas cómplices.

Efectivamente las dos muchachas desaparecieron y tras unos minutos volvieron a comparecer.

Al verlas algunos invitados se pusieron a silbar y aplaudir pues Gina y Valentina venían ahora completamente desnudas exceptuando los tapones anales y los collares con sus nombres. Valentina traía un carrito lleno de juguetes, es decir diferentes aparatos de tortura, mordazas y restricciones, mientras que Ginebra traía varios látigos en la mano.

Las dos chicas dejaron todo delante de los invitados y entonces se exhibieron ante ellos en  postura de sumisión una al lado de la otra con las piernas abiertas y las manos en la nuca.

Esa forma de exponerse era para que los invitados pudieran compararlas entre sí y decidieran cuál de las dos les gustaba más. Como eran hermanas, se parecían mucho e incluso tenían cuerpos de formas muy similares. Eran prácticamente de la misma estatura y de formas delgadas y sensuales sólo que la mayor tenía los pechos algo más grandes.

Luego se dieron la vuelta y mostraron su espalda larga y delgada mientras se acariciaban lentamente  las nalgas con las manos como si estuvieran reproduciendo una coreografía que hubieran estudiado. Gina tenía el trasero un poco más pequeño y magro que su hermana mayor pero las dos tenían grupas dignas de la mejor yegua.

Tras un buen rato mostrando sus traseros las dos se volvieron a dar la vuelta y mirando a los invitados con cara de vicio se erizaron los pezones pellizcándoselos repetidamente con sus propios dedos  y tras lamerse las manos se empezaron a masturbar con las piernas bien abiertas. De este modo dieron a entender que estaban preparadas para el sexo y sólo entonces volvieron a  poner postura de sumisión.

Cuando cesaron los silbidos y los aplausos Gina se atrevió a hablar.

- Mi hermana y yo estamos muy honradas de servir a los invitados de nuestro amo como ellos deseen. Por eso a partir de ahora pueden  disponer de nuestro cuerpo como quieran. También hemos traido estos instrumentos para que los usen con nosotras y disfruten de nuestro tormento. 

- Muy bien dicho pequeña zorra, dijo un señor gordo y calvo que fumaba un enorme puro. Llevo todo el rato preguntándome cómo son esos tapones que lleváis metidos en el culo. Como tenéis cara de zorras anales  seguro que son muy grandes. Quiero que os los quitéis y nos los enseñéis.

Todos rieron muy excitados al oir esas palabras y las dos chicas ni siquiera dudaron en cumplir la orden. Es más, para que todos lo vieran mejor se dieron otra vez la vuelta para que vieran como los dildos al salir les dilataban el culo de forma exagerada.

Las dos chicas gimieron de placer al sacarse los tapones y todo el mundo pudo ver cómo sus juveniles y flexibles esfínteres volvían a su ser en segundos.

Entonces las dos chicas se pusieron muy derechas mostrando orgullosas que los tapones metálicos habían salido inmaculados de sus culos pues esa mañana se habían limpiado a conciencia a base de varios enemas.

- Que se los metan en la boca, dijo Harry que ya estaba un poco chispa.

Ellas miraron los objetos con un poco de aprensión pero nuevamente obedecieron y se dispusieron a hacerlo, pero entonces Markus les detuvo.

- No, así no, que cada una saboree el tapón de la otra.

- Sí, ja, ja, buena idea.

Y las chicas se cambiaron los tapones y se los metieron en la boca saboreando así cada una el culo de su hermana.

- ¿Están ricos zorras?, ja, ja.

Y todos rieron para humillación de ellas.

- Venga ahora que muestren bien la retaguardia, a ver cómo les ha quedado el culo.

Entonces las dos jóvenes les dieron otra vez la espalda y agachándose con las piernas abiertas les mostraron sus culos a todos esos pervertidos e incluso se separaron bien las nalgas con las manos para mostrar bien sus intimidades.

- Mirad qué zorras, las dos tienen el coño brillante.

- Están así desde que saben que van a recibir unos latigazos.

- Son unas zorras masoquistas.

- Bueno, pero primero vamos a ver qué tal follan.

- Esperad, esperad, dijo Tom, está todo preparado. Primero las hermanitas nos van a ofrecer un lésbico y así se preparan sus orificios la una a la otra.

- Sí, ja, ja,, excelente idea.

Tom puso música y las dos se pusieron a bailar en plan erótico. Como ninguna de las dos sabía bailar muy bien, se vieron obligadas a humillarse a sí mismas realizando una ridícula danza sin gracia y acariciándose el cuerpo como si fueran stripers. Así danzaron lo mejor que sabían haciendo arabescos con sus bellos cuerpos lamiéndose sus propias tetas o dándose palmadas en el culo entre los silbidos y gritos de los hombres.

Poco a poco empezaron a tomar contacto entre sí y a acariciarse como si fueran gatas en celo mientras seguían esa danza ridícula al ritmo de la música. Y por último  se abrazaron la una a la otra y empezaron a besarse sensualmente entre sí sin dejar de serpentear con sus cuerpos desnudos.

A los veintitantos hombres se les puso como una piedra viendo las guarradas que hicieron las dos hermanas delante de ellos. Mientras se daban un morreo eterno con lengua, las dos se abrazaron entrelazando sus muslos y frotando sus tetas entre sí.  

Luego se separaron y Valentina levantó los brazos ofreciendo sus senos a su hermana. Esta se los lamió y succionó como si estuviera mamando y terminó dándole mordisquitos que provocaron unos sensuales quejidos por parte de Val. Luego se cambiaron las tornas y fue Gina la que dejó que su hermana le comiera las tetas.

Algunos hombres empezaron a masturbarse abiertamente.

Lógicamente tanto besarse y lamerse una a la otra las dos hermanas lesbianas acabaron todas cachondas en el suelo y practicaron cunnilingus y beso negro sin freno, precisamente para excitarse y lubricarse sus orificios mutuamente.

Probablemente ambas acabaron a punto de tener un orgasmo pero Tom  les frenó antes de que eso ocurriera.

- Basta ya zorras, les dijo dándoles puntapiés. Y agarrándoles del pelo les hizo incorporarse entre ayes y quejidos.

Al momento las dos pusieron postura de sumisión y así se quedaron.

- Bueno, y ahora vamos a hacer un juego, dijo Tom divertido. Los invitados os vais a dividir en dos equipos de diez y estas dos putas os la van a chupar sin ayuda de sus manos uno tras otro hasta que os corráis en su boca. La primera que termine de exprimir las diez pollas que le toquen y se trague todo lo que salga de ellas tendrá derecho a flagelar a la otra.

- Bravo, bravo, y todos aplaudieron mientras iban formando los dos equipos.

Tom y Markus les habían esposado los brazos a la espalda con dos juegos de esposas uno en muñecas y otro en codos y así se arrodillaron cada una delante de un invitado para hacerle una mamada sólo con su boca y con su lengua.

Las dos muchachas se afanaron en su trabajo oral pues ambas querían hacer de verdugo.  Como a veces ocurre entre hermanas, estaban picadas una con la otra. Valentina le echaba en cara a Gina el bestial tormento que había tenido que pasar por ella, mientras que Ginebra estaba resentida porque su hermana hubiera querido apartarla de los placeres de la esclavitud en casa de Tom. El caso es que ardían de deseo por darse de latigazos la una a la otra. No les importaba si lo hacían   delante de todos esos cerdos.

Así pues las dos chicas desnudas y maniatadas se pusieron a mamar todas esas pollas en una singular competición mientras esos hombres beodos y medio enloquecidos aprovechaban para abusar de ellas sobando su suave piel de hembras jóvenes, acariciar de forma obsesiva sus generosos pechos e incluso acariciarles sus coños y culos sin ningún recato.

La competición de mamadas duró más de una hora y al final Gina se dio más arte,  de manera que consiguió sacarle a su hermana casi una polla y media de ventaja.

- Ya tenemos ganadora, dijo Tom cuando la chica exprimió el décimo miembro. La chica recibió en pleno éxtasis cuatro o cinco disparos de lefa templada en su cara que ya estaba perdida del esperma de nueve hombres distintos.

A esas alturas las dos chicas estaban cubiertas de semen de  la cara a los pies por lo que tras dedicarles un aplauso, los hombres las cogieron de los pelos y las tiraron a la piscina brutalmente para quitarles todo eso de encima.

Las dos chicas salieron de la piscina echas una sopa pero casi inmediatamente Gina asumió perfectamente su nuevo papel de verdugo y se llevó a Valentina de los pelos hasta una de las porterías de futbito. Sin embargo, los encargados de atar a la chacha imbécil fueron los hombres pues Gina no era experta en nudos.

Valentina quedó en pocos minutos perfectamente maniatada a la portería con los brazos en alto estirados por encima de su cabeza y las piernas dolorosamente abiertas y atadas a ambos postes. Por último la propia Gina cogió una mordaza de bola de goma y se la metió bien dentro entre los dientes anudándosela a su nuca.

La joven entonces se dirigió a donde estaban los látigos y tras dudar un rato escogió un bullwhip.

Al hacerlo Markus se sonrió por la aparente candidez de la chica pues imaginó que no sabría manejarlo. Sin embargo para su sorpresa Gina dio un par de latigazos en el aire y de la misma le propinó un latigazo a su hermana Valentina que hizo vibrar hasta la última fibra de su cuerpo

SSSSHAAAAACCCKKK

- MMMMMHHHH

- Toma puta, dijo Gina entre dientes y echando el látigo hacia atrás le dio otro latigazo que se enroscó en el cuerpo desnudo de su hermana.

SSSSHAAAAACCCKKK

- MMMMMHHHH

En el segundo latigazo, el fino cuero se enroscó en las piernas y la entrepierna de Valentina y al tirar de él arañó la delicada piel de la joven cortándola fina y limpiamente.

- MMMMMHHHHH

Valentina se retorció de dolor con los ojos en blanco, pero el siguiente latigazo no se hizo esperar.

SSSSHAAAAACCCKKK

- MMMMMHHHH

Y el látigo rodeó el torso de Valentina como si fuera una serpiente.

Tom y Markus se miraron alucinados de la habilidad de Gina con el látigo, evidentemente no era la primera vez que lo manejaba.

Así pues Ginebra castigó a Valentina con más de treinta latigazos para el placer de los invitados de Tom y luego para seguir dándoles gusto dejó el látigo y se puso a lamer con su propia lengua las heridas de su bella hermana sin que nadie se lo ordenara.

Valentina lloraba viendo como su hermanita lamía sus heridas  pero se dejó hacer y al final tuvo un intenso orgasmo cuando tras hacerle un abrigo de saliva, Gina se empeñó en comerle la entrepierna durante más de diez minutos seguidos.

La orgía terminó esa noche cuando los invitados se follaron a las dos. Valentina fue penetrada vaginal y analmente sin que ni siquiera la liberaran de sus ataduras mientras Gina se afanaba en mamar todas la pollas que se le ponían a tiro mientras cabalgaba sobre el pene enhiesto de Sam que se mantenía tumbado en el suelo y levantaba a la chica cogiéndola de sus caderas.

A pesar de que la orgía duró hasta altas horas de la madrugada, al día siguiente las chachas tuvieron que levantarse temprano mientras todos esos cerdos dormían la mona, y poner en orden toda la casa y los restos de la fiesta. Para cuando los invitados despertaron, Valentina y Ginebra llevaban trajinando cuatro horas y dejaron la casa limpia como una patena.

Luego sirvieron un abundante desayuno vestidas de doncellas  porno y tras esto Tom les encargó que limpiaran los coches de los invitados completamente desnudas lo cual fue un espectáculo al que los hombres acudieron como espectadores. El lavado de los coches no fue muy efectivo pero naturalmente acabó en otra orgía.

Por la tarde Tom las metió maniatadas en la jaula de los perros. Valentina mostró ante el público su intimidad con la jauría   y enseñó a su hermanita a practicar la zoofilia con los canes. Como decimos Gina no tuvo ningún problema en hacerlo y no quedó detrás de Val, pues se puso a practicar felaciones con los chuchos o se dejó lamer el coño e incluso follar con ellos con mucha más facilidad que ella.

Por último, por la noche sirvieron otra elegante cena y nuevamente las dos chicas  protagonizaron un show  de latigazos, sólo que esta vez las dos muchachas fueron flageladas a la vez por Markus y su hermano Sam.

Nuevamente el show de bondage nocturno lo hicieron en el jardín, pero esta vez lo iluminaron con antorchas para darle un aire más tétrico y teatral.

Por sugerencia de Markus las dos chicas recibieron los latigazos  cabalgando sobre un pony español en cuya parte superior habían colocado una barra de metal doblada y con cuña que previamente habían electrificado.

Las jóvenes sólo podían evitar el contacto de la electricidad con su delicado sexo manteniendo los pies en puntas. Sin embargo, eso era difícil pues aparte de ponerles yugos rígidos de metal en muñecas y cuello, Markus les había colocado pinzas dentadas en pezones y lengua. Dichas pinzas las había unido entre sí con finísimas cuerdas muy tirantes. Eso hacía que al menor movimiento cada una de las chicas se hiriera a sí misma y a su hermana en las partes más sensibles de su cuerpo. Por ello ambas estaban obligadas a  permanecer muy quietas, temblando y sudando sobre las puntas de sus doloridos pies.

En esa postura los invitados dieron rienda suelta a todo tipo de torturas sobre los cuerpos desnudos de las dos chachas: así les dieron latigazos a placer, toques de picana, les pusieron decenas de pinzas de la ropa y clips sujeta papeles pellizcando su carne. Luego se los arrancaron de la piel con más latigazos y varazos. Incluso al final, cuando ya llevaban tres largas horas torturándolas, les pincharon con pinwheels y agujas cuya punta calentaban sobre una vela.

Lógicamente a cada pinchazo o latigazo las mujeres se sacudían hiriéndose a sí mismas. Además cada vez que perdían pie su entrepierna se estrellaba contra la cuña electrificaba. Ambas no dejaban de mirarse entre sí con odio y rabia por ser tan débiles y por no parar de moverse provocando brutales dolores  una a la otra.

Así las tuvieron otra hora más atormentándolas hasta que ellas ya no pudieron más……….

Finalmente pasó ese excitante fin de semana y los invitados se marcharon con los coches sucios y llenos de brillos, pero las pelotas vacías y contentos del placer y los servicios proporcionados por las dos chachas complacientes de Tom.

Asimismo ese mismo día Markus anunció a Gina que sus hermanos estaban impacientes de conocerla..

La chica había pasado  la noche anterior en la cama con Markus que le obligó a que se metiera en la bañera con él como había tenido que hacer Valentina. Después en la cama le exigió todo tipo de cosas que ella satisfizo con obediencia. A la mañana siguiente ella le escuchaba de rodillas en postura de sumisión mientras él miccionaba desnudo delante de la taza del baño.

- Preparate porque esta misma mañana, mi hermano Sam y yo te vamos a llevar  a la granja de cerdas, le dijo sin más miramientos. 

Ella ni afirmó ni negó, simplemente se dejó hacer. Una vez terminado de mear se apresusró a limpiar el pene con su propia lengua y Sam sustituyó a Markus delante del wc.

- Vamos despídete de tu hermanita, le dijo Sam de forma más brutal aún, a partir de ahora sólo serás una sucia esclava.

Como decimos, la bella joven tenía sentimientos encontrados pues si bien estaba muy excitada intentando imaginarse la vida de esclavitud que le esperaba en la granja, también estaba entristecida de separarse de su hermana y de aquella mazmorra de lujo en que se había convertido la casa de Tom. De todos modos se dejó llevar sin siquiera manifestar sus deseos. Había descubierto que le gustaba ser esclava y que otros decidieran por ella.

- ¿Cómo la llevamos?, dijo Markus delante del coche.

- En el maletero,….. y así como está, no hace falta ponerle ninguna ropa.

- Al menos habrá que atarla y amordazarla.

- Vale, en postura de hogtied y con una capucha en la cabeza, se la quitaremos cuando ya esté en la granja.

Gina escuchaba todo eso muy excitada, de pronto Markus sacó unos grilletes, una mordaza de bola y una capucha de cuero negro que le cubría toda la cabeza y la cegaba completamente.

Sin siquiera le dieran la orden, Gina les dio la espalda y cruzó las manos para que empezaran a atárselas.

Sin embargo cuando se disponían a maniatarla ocurrió algo inesperado,….. algo con lo que nadie contaba.Tom recibió una llamada telefónica que cambió las cosas radicalmente.

El hombre llamó a  sus dos chachas al despacho y también a los hermanos granjeros.  

- Me ha surgido un problema, dijo. Mis socios de Japón dicen que tengo que ir allí urgentemente para solucionar ciertas cuestiones de negocios. La cosa es bastante seria de modo que tendré que estar fuera al menos un par de semanas….. El hombre miró a Valentina y luego a los hermanos,…… tendréis que ocuparos de ella en ese tiempo…… no hay otra solución.

Continuará

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