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Diario de un Consentidor (6)

en Intercambios

A las ocho y media de la mañana salí de la habitación intentando no despertarla, puse el cartel de "no molestar" en la puerta y desayuné algo rápido en el buffet del hotel; al llegar al curso encontré a Carlos saliendo del aula

"¿Buenos días, iba a tomarme un café, ¿te vienes?" – por supuesto que iba, se me ofrecía la posibilidad de empezar el juego antes de lo previsto

"Pues si" – dije fingiendo un bostezo – "un café doble no me vendrá mal"

"¿Noche agotadora? – había entrado al trapo, le miré y sonreí con complicidad

"Siii, no se ni a la hora que volví al hotel" – había empleado el singular intencionadamente pero pareció no captarlo

"Se alargó la sobremesa, ¿mereció la pena?" - ¿Por dónde debía pillar ese comentario? No quería ir al grano inmediatamente

"Mereció la pena, si señor" – desvié mi atención hacia el camarero para pedirle otro sobre de azúcar ya que lo había derramado en la barra

"Me temo que hoy no vas a estar muy atento al curso, si veo que te duermes te doy un codazo"

"¡Si, por favor!" – Se hizo un silencio, era evidente que Carlos media sus palabras, pero también estaba claro que quería saber mas

"Que suerte haber venido a un sitio en el que conoces a gente, eso hace mas amenas las tardes… y las noches… ¿amigos de la facultad me dijiste, no?

"Si compañeros de aquella época con los que he mantenido algún contacto cada vez que vengo por aquí o van ellos a Madrid"

"O sea, que os juntasteis varias parejas" – me intentaba sonsacar y yo, claro está, me dejaba

"No, solo tíos… bueno, menos Carmen"- el anzuelo estaba echado, pero Carlos se movía con prudencia, posiblemente el frenazo que le metí el dia anterior le hacía ser cauto.

"¿Y no se aburrió entre tanto tío, ya sabes como son esas cosas, tanto fútbol, tanto coche, seguro que hablasteis de trabajo" – hice un gesto al camarero para pagar y detuve su intención de pagar los cafés

"Te aseguro que no se aburrió ni un instante" – le dije, intentando dar a mi mirada cierta dosis de intencionalidad, la suficiente para ser entendida pero menos de lo que lo haría evidente; Justo en ese momento comenzábamos a salir de la cafetería, fue entonces cuando consideré que debía cerrar el tema para mantenerle con cierta ansiedad – "¿Esta mañana tenemos la sesión con Álvarez, no?" – Carlos se dejaba conducir como un corderito, entendió el cambio de tercio y siguió mi conversación sobre el ponente de la mañana

Durante el coffee break me alejé de Carlos fingiendo hacer unas llamadas profesionales, pero marqué el número de Carmen, me respondió con rapidez

"Hola cielo ¿Qué tal la mañana?" – su voz sonaba alegre, distendida

"Bien cariño y tu: ¿escocidita?"

"Un poco, me dejaste destrozada ¿Y tu, no te has dormido en clase?"

"Poco me ha faltado" – esperaba que diera el primer paso, yo no iba a hablar nada de Carlos hasta que no lo hiciera ella – "¿Dónde estas?"

"Ahora mismo tomándome un café en una placita preciosa, estoy haciendo fotos" – la conozco bien y sabía que ella estaba siguiendo la misma estrategia que yo: esperar a que fuera yo quien comenzase a hablar de lo que ambos estábamos deseando.

"Bueno, pues te voy a dejar, ya tengo que entrar, un besito, ¿vienes a comer, no?"

"Si, a las dos… oye… ¿Y Carlos? ¿te ha dicho algo?" – había ganado el pulso

"Si le he dado a entender que estuvimos anoche con unos amigos, todo tíos y tu"

"¡Qué bruto! No te pases por favor"

"¿No me conoces? No me van las vulgaridades… zorra" – oí su risa a través del teléfono

"Bueno, pero no te pases eh?"

"Tranquila, no te estoy poniendo de putón, solo de puta"

"¿De puta eh? Te imagino fanfarroneando con Carlos por haberme llevado al huerto"

"Pues no lo había hecho, pero me acabas de dar una idea"

"¡Que cabrón!"

"Un beso cielo, hasta luego, te quiero"

"Te quiero"

Volví al aula cuando aun no había comenzado la sesión, Carlos fumaba en una esquina del hall

"Bueno, por fin localicé a Carmen, no sabía donde andaba"

"¿Y está bien, no?"

"Estupenda, salía del hotel, de dormir un poco" – Carlos intuyó que le estaba dando cuerda

"Debe ser incansable"

"Lo es, agota a cualquiera y aun sigue… pidiendo guerra" – ambos reímos y nos separamos un poco de un grupo que se había formado cerca

"Bueno, siempre se pueden pedir refuerzos – Decidí aceptar el envite y aposté fuerte, de nuevo el morbo dominaba sobre mi sensatez

"Acaba con los refuerzos, te lo digo yo" – Carlos me miró sonriendo

"¿Tan… salvaje es?" – la llamada al aula me ayudó a no derrapar, no se adonde me podría haber conducido esa conversación si hubiera durado algo mas.

A las dos en punto se dio por cerrada la sesión y comenzamos a recoger las cosas, fui yo quien dio el primer paso.

"Espero a Carmen ¿te vienes?" – esta vez ni lo dudó

"Claro, como no"

Bajamos las escalinatas y allí estaba, con una camiseta negra ajustada de manga corta, un vaquero y unas zapatillas de deporte, se había recogido el pelo en un moño alto, estaba preciosa, apoyada en un mojón de piedra, su camiseta dejaba a la vista un piercing de oro en el ombligo que le había regalado unos días antes del viaje.

"¡Joder, no aparenta mas de veintiuno o veintidós" – dijo Carlos al verla

"Se cuida un montón, va al gimnasio a diario, también baila… no para" – bajaba las escaleras lentamente, intentando alargar ese momento en el que Carmen no se sabía observada y que daba pie a mas confidencias entre Carlos y yo

"¿Tiene familia?"

"¿Niños? No, ni tiene intención"

"Así esta de buena" – dijo Carlos rompiendo otra barrera conmigo, yo acepté el acercamiento

"¿Esta buena verdad?" – hablar así de Carmen me producía una excitación increíble

"Lo que me queda a la vista… si, como un tren"

"Y lo que no ves, mejor aun" – a medida que daba pasos en la franqueza con Carlos el placer era mayor; La intensidad de las sensaciones que tenía y la facilidad con que estaba asumiendo esta situación me desconcertaban.

Al llegar abajo, Carmen levantó los ojos de la revista que leía y sonrió al vernos, se levantó de su asiento y se acercó a nosotros

"Mira que sois tardones, llevo aquí diez minutos o mas" – le dio dos besos a Carlos que, esta vez sin ninguna duda, se acercó excesivamente a ella, la tomó de la cintura, buscando tocar su piel desnuda y la mantuvo unos segundos mientras la miraba de arriba abajo

"Estas preciosa, ¿cómo lo haces?" – Carmen no se apartó y sonrió

"¿Hacer qué?"

"Estar tan… perfecta" – Carlos y yo reímos con cierta complicidad que no pasó desapercibida para Carmen, la sustitución que acababa de hacer de la palabra ‘buena’ había provocado nuestras risas; Antes de que Carmen preguntase la causa intervine

"Tus sacrificios te cuesta, verdad?" – dije acercándome a ella y besándola en la boca, Carmen se dejó besar sin ese pudor que otras veces la había hecho acortar mi beso – "¿Comemos?"

Caminamos charlando hacia la zona donde había varios restaurantes, Carmen iba en medio de los dos cogida de mi brazo y, como el dia anterior, Carlos intentaba acaparar su atención. De pronto Carmen se dirigió a mí.

"Esta mañana has madrugado, cuando regresé al hotel ya te habías ido" – me quedé helado, Carmen lanzaba al tapete un órdago, le había pedido que me sorprendiera y desde luego que lo acababa de conseguir. Me pilló tan de sorpresa que tardé en reaccionar, jamás hubiera pensado que Carmen fuera capaz de… En ese momento, vi por el rabillo del ojo la expresión de Carlos, por su cabeza estaban pasando mil imágenes y mil expectativas: si esta mujer era capaz de dejar a su amante y pasar la noche con otros hombres, quizás él tenía muchas mas posibilidades de las que pensaba; Todo estaba sucediendo en fracciones de segundo aunque a mi me pareció una eternidad hasta que conseguí hilar una respuesta, la miré a los ojos, tenía una preciosa expresión de niña traviesa.

"Pues no he madrugado tanto, poco mas o menos como ayer, al ver que no llegabas baje a desayunar y me vine" – comenzaba a recuperarme de la sorpresa y me logré enganchar a su argumento, quería saber hasta donde era capaz de llegar – "Te perdí de vista sobre las dos y media y a eso de las tres, como no te localizaba, me fui, supuse que te dejaba en buenas manos" – el corazón me latía con fuerza, vi como brillaban los ojos de Carmen, estaba excitada, ambos nos sabíamos observados por Carlos, ambos sabíamos la idea que éste se estaba construyendo de Carmen.

"En buenísimas manos" – me seguía sorprendiendo, estaba desinhibida, metida en su papel, disfrutando a tope, si creí por un momento que con mi subida de su apuesta la iba a derrotar estaba equivocado; apenas había tenido tiempo de asimilar su frase cuando iba mas allá con la siguiente – "Estábamos en la planta de arriba, Jaime, Esteban.. alguno mas que no recuerdo y yo, podías haber subido"

Me resultó cómico: nombraba a nuestros amigos mas cercanos, supongo que para no inventar unos nombres de los que se olvidaría fácilmente. En ese momento Carlos era un juguete para nosotros, Carmen y yo vivíamos esa escena intensamente, lanzándonos un envite cada vez mas alto, mi objetivo era ella y yo lo era para Carmen; Y Carlos, tan solo era un elemento más del juego que ayudaba a elevar el morbo.

"Sabes que no me gusta molestar, te vi bastante ocupada antes de desaparecer y preferí dejarte tranquila" – Carlos seguía nuestra conversación casi con la boca abierta, su expresión de excitación y de sorpresa era todo un poema.

Durante la comida se mostró seductor sin resultar pesado, nuestra conversación le había hecho mella, ahora miraba a Carmen de otra manera, menos respetuosa quizás, mas directa, ya no era simplemente la amante de su compañero de curso, ahora era una tía que no tenia reparos en acostarse con dos, tres, cinco hombres, Carmen no se había dado cuenta de este cambio, se la veía relajada, cómoda, incluso cuando los ojos de Carlos se detenían excesivamente en su pecho; en alguna ocasión, mientras Carmen hablaba, él mantenía sus ojos clavados en los de ella, de una manera que en cualquier otra situación yo mismo habría cortado de raíz.

Pero allí no éramos un matrimonio, Carmen era un ligue que me había traído a Sevilla a escondidas de su marido y ver como era asediada por aquel hombre que la consideraba un polvo posible me tenía en un estado de permanente tensión sexual.

Cuando estábamos en los cafés recibí una llamada del gabinete que me obligó a abandonar la mesa durante unos minutos; A pesar de mi impaciencia mi jefe me entretuvo con su clásica verborrea inacabable. Aquella noche Carmen me relató lo que sucedió en mi ausencia.

Al levantarme y salir del comedor para evitar el ruido del ambiente, Carlos se debió sentir con el campo libre para intentar avanzar con Carmen.

"Bueno Carmen, ¿qué te está pareciendo Sevilla?" - dijo al tiempo que se acercaba ligeramente a ella

"La verdad es que es una ciudad preciosa, ya la conocía pero no había tenido ocasión de recorrerla con tanta tranquilidad" – estaba acodada sobre la mesa, Carlos se acercó algo mas y ella estuvo dudando si echarse hacia el respaldo para tomar distancias, pero la idea de ver mi reacción cuando entrase y les viese así de cerca la hizo mantenerse; Se sentía halagada al ver el efecto que causaba en Carlos aunque al mismo tiempo se sentía inquieta, era la primera vez que jugaba sin tenerme cerca.

"Y anoche… fiesta, ¿no? Estarás agotada" – sonrió con malicia

"Bueno, nada mas llegar al hotel me di una ducha y me metí en la cama"

"Y esta vez sola" – Carlos lanzó este comentario intentando darle a su voz un tono sugerente, Carmen se quedó helada pero reaccionó con aplomo, su rostro se volvió serio y le miró duramente, Carlos no pisaba terreno firme y entendió que había metido la pata; intentó arreglarlo como pudo

"Lo siento, lo siento, eso ha estado fuera de lugar, es que a veces no me resisto a bromear con algún juego de palabras" – ella entendió perfectamente su excusa porque eso es algo muy habitual entre nosotros, aun así el comentario le parecía extremadamente ofensivo… para un mujer decente, pensó; Por un momento analizó su papel en esta historia y comprendió que ambos habíamos dado pie para que intentara una jugada de ese tipo. Carlos interpretó su silencio como enfado y continuó excusándose.

"Discúlpame Carmen, no tenía mala intención, solo ha sido una broma estúpida, nada mas" – parecía sinceramente desolado, quizás porque veía peligrar sus avances con ella

"Hagamos como que no has dicho nada ¿de acuerdo?" – Carmen relajó un poco su tono serio

"De acuerdo: rebobinamos y cortamos esa escena; A ver, tu dijiste que llegaste al hotel, te duchaste y te fuiste a la cama y entonces yo digo…" – Carlos exagero una expresión de derrota – "Joder Carmen, es que solo se me ocurren cosas… muy X" – Carmen cayó ante el encanto casi infantil de Carlos y sonrió

"Déjalo, déjalo que lo vas a estropear mas" – Carlos de nuevo se acercó a ella

"Es que no puedo dejar de imaginarte haciendo eso" – Carmen arqueó las cejas ante la ambigüedad de su frase

"¿Eso?" – Carlos pareció caer en la cuenta de lo dicho

"Vaya, es que no doy una hoy, me refería a que cuando me decías que te duchaste y te metiste en la cama… ¡mujer es que es inevitable ponerle imágenes a esa frase!" – Carmen sonrió relajada, se sentía deseada, cortejada, se sentía acosada por un hombre que se comportaba con la libertad que le daba saberla infiel, Carlos notó el cambio en su actitud y siguió jugando sus cartas.

"El otro ‘eso’ al que has pensado que me refería… en fin, me callaré para no tener que mentir"

"¿Y tu que sabes lo que yo he pensado?" – El la miró con incredulidad en sus ojos

"Carmen, no seas mentirosa, si vieras la cara que se te ha puesto cuando lo he dicho…" – sonrió y contagió a Carmen.

"Sobre ese ‘eso’… no suelo hablar"

¿Estaba coqueteando? Recordó que yo se lo había dicho aunque ella no se reconocía haciéndolo, pero en ese momento se dio cuenta de su tono de voz, de la intencionalidad de sus frases, de cómo jugaba con el deseo de Carlos

"¿Ni con Mario? ¿Tampoco lo hablas con él?"

¿A qué se refería? ¿A sus supuestas aventuras con sus amigos? Si iban por ahí las fantasías de Carlos quiso darle carrete.

"Mario y yo lo hablamos todo"

"¿Todo Carmen? ¿incluso lo de anoche?"

"¿Qué supones que pasó anoche?" – Se sentía extrañamente segura, dominaba la situación; Carlos se echó hacia atrás en la silla y abrió las manos como mostrando una evidencia

"¿Me permites que repita, con mis palabras, lo que hablabais antes Mario y tu?" – Carmen asintió – "A ver, si no he entendido mal, os fuisteis juntos a una fiesta" – matizó al ver el gesto de ella – bueno, una fiesta, una cena, algo así, con unos amigos, creo que tu eras la única mujer, ¿me equivoco?" – Carmen negó con la cabeza, le divertía conocer qué idea se había hecho Carlos – "… La cosa se alarga, y a eso de las dos Mario te ha perdido de vista, ¡no!, antes de eso, Mario te ve… ¿cómo dijo?, muy ‘ocupada’ con algunos de vuestros amigos" –hizo una pausa mirándola, esperando alguna explicación – "Veo que no me vas a dar pistas, en fin, si me permites ser sincero y me prometes no enfadarte conmigo, te cuento lo que yo he entendido por estar muy ocupada"

"No me voy a enfadar… espero" – su excitación crecía por momentos, era la primera vez que alguien la trataba abiertamente como una… ¿puta?, Carlos, envalentonado por su actitud receptiva acercó la silla un poco y bajo el tono de voz

"Cuando Mario ha dicho que te había visto muy ocupada… en fin Carmen, comprenderás que…" – estaba tanteando mientras elegía las palabras, ella tenía media sonrisa en su cara – "te imaginé quizás bailando, quizás sentada en un sillón, rodeada de algunos de vuestros amigos…" – bajo aun mas su voz y acercó su rostro, ella no pensaba retroceder, continuaba sonriendo y su mirada se había vuelto profunda, sugerente, firme, esa mirada que surge de lo mas profundo de mi mujer en los momentos de intensidad emocional, esa mirada que cautiva y que hace perder la cabeza, y Carlos no fue una excepción

"¡Dios, mataría por esos ojos!... en fin, lo que quería decir es que te imaginé muy ocupada, si, en brazos de uno de tus amigos, o de varios…" – Carlos pronunciaba estas frases con cautela, comprobando el efecto que causaban antes de proseguir, Carmen por su parte se mantenía impasible, sin dar pistas, con un esbozo de sonrisa en sus labios – "…disfrutando del momento, quizás bailando con uno mientras te besa y acaricia este cuerpo de diosa" – sus ojos bajaron directamente a sus pechos –"o quizás… rodeada por varios de tus amigos dejándote querer, mientras los demás se mueren de envidia… esperando su turno" – Carlos calló esperando el veredicto de Carmen, había arriesgado mucho y su expresión denotaba, además de deseo, preocupación por la posible reacción, ella lo sabía y evitó exteriorizar lo que pensaba. Tras una pausa que para él debió ser una tortura, Carmen dijo

"Vaya, veo que tienes una imaginación muy fértil"

Mi entrada en el salón interrumpió la conversación; según entré les vi tan cerca el uno del otro que el corazón me dio un vuelco, la expresión de Carmen mirándole era de pura sensualidad ¿qué había pasado? Estaba ansioso por poder hacer un aparte con ella y que me contara, maldije a mi jefe por alejarme de esta escena, aunque pensé que si no me hubiera ausentado quizás no se habría dado la circunstancia para lo que había sucedido, fuera lo que fuese, Carmen me vio acercarme y Carlos, al notar su mirada, volvió su rostro hacia mi e instintivamente se separó.

"¿Interrumpo algo?" – deliberadamente empleé la misma frase que Carlos había utilizado el dia anterior en un momento similar a éste

"Estábamos conociéndonos un poco mejor, ¿verdad Carmen?" – Estaba claro que Carlos no me consideraba un rival sino casi un cómplice frente a ella ¿Tan claras habían sido mis alusiones y mis comentarios?

Abandonamos el restaurante y como el dia anterior, nos acompañó hasta la puerta, una vez allí, tome a Carmen por la cintura y la besé en la boca una, dos veces

"Luego te veo cielo"

Cuando me separé de ella, Carlos se acercó y la tomó también por la cintura y la besó en la mejilla, prácticamente en la comisura de sus labios.

"Hasta luego Carmen, ha sido una delicia charlar contigo"

"¿Te recojo en el hotel?" – aquella frase era una excusa para acercarme de nuevo a ella y lanzarle una intensa mirada de amor

"Hablamos mejor, quizás salga a dar una vuelta" – entonces, le devolví el golpe de sorpresa que me había dado a su llegada

"¿Has quedado?" – le guiñé un ojo

"No, quizás luego les llame, ahora quiero descansar un ratito, estoy destrozada" – era increíble, no retrocedía jamás, no conseguía ponerla en un apuro.

 

Subimos la mitad de las escalinatas en silencio, yo intuía que Carlos preparaba algo, al terminar la escalera, se detuvo y se volvió hacia mi

"Mario, ¿te puedo preguntar una cosa, en confianza?" – un cosquilleo recorrió mi espalda

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