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Diario de un Consentidor (10)

en Intercambios

Camino del hotel mi cabeza bullía bombardeada por ideas, pensamientos y sentimientos enfrentados; Me parecía imposible que en el transcurso de unos pocos días aquello que hasta ese momento había sido una fantasía erótica compartida con Carmen se estuviese convirtiendo en una realidad para la que dudaba que estuviésemos preparados. Intentaba decirme a mi mismo que eso era lo que llevaba deseando tanto tiempo, Carmen había besado a aun hombre, se había dejado acariciar, si tanto lo deseaba ¿por qué ahora estaba temblando de miedo?

Llegué a la habitación y golpeé dos veces en la puerta, Carmen abrió. Sus ojos me interrogaban, su rostro denotaba preocupación, ansiedad, vergüenza, quizás culpa.

Me acerqué a ella y la abracé, se refugió en mis brazos, apretándose a mí

"Mario, yo no se si…"

"Shhhhh, shhhhhh…." – la hice callar con suavidad, intentaba tranquilizarla, ya tendríamos tiempo de hablar.

Estuvimos abrazados mas de cinco minutos, sin movernos del hall, no conseguía evitar que mi mente me lanzase imágenes en las que Carmen se me aparecía abrazada a Carlos, besándose, la tenía en mis brazos pero en mi cabeza era él quien le acariciaba la espalda, quien la besaba; Cuando comencé a notar por su respiración y por la tensión de su cuerpo que se había calmado la separé de mi lo suficiente para mirarla a los ojos, estaba preciosa, le di un pequeño beso en sus labios y la llevé cogida de la cintura hasta la habitación, nos sentamos en la cama

"¿Quieres que hablemos?" – Carmen bajó la mirada evitando mis ojos – "Cielo, no pasa nada, si estás así por mi tranquilízate, no pasa nada"

"Esto se nos ha ido de las manos Mario, yo no tenía intención de…"

"Lo se, lo se, pero tampoco ha pasado nada irremediable" – me miró de una manera extraña, como si no me conociera, como si lo que acababa de decir le hubiera sorprendido.

"A ver Mario, me he besado con Carlos, nos hemos besado ¿lo entiendes?" – no estaba alterada, pero había un tono de reproche en su voz.

"¿Y? ¿significa algo? ¿Tiene mayor trascendencia que el simple hecho de haberte permitido un momento de… libertad? ¿Cambia tu vida, nuestra vida, en algo porque hayas besado a Carlos?" – lancé esos argumentos improvisados sin mucha convicción, sin tener la seguridad de que tuvieran algún sentido, sabía que en el fondo trasmitían algo de lo que yo pensaba pero quizás para Carmen no tuvieron el efecto que yo buscaba; Se revolvió con furia.

"¡Y todo por tu insistencia, por tu obsesión absurda! ¡pues ya lo tienes! ¿estás satisfecho?" – hizo una breve pausa y continuó sin esperar ninguna contestación por mi parte.

"No, claro que no estás satisfecho, no lo estarás hasta que consigas verme follando con cualquier tío ¿verdad?" – la dejé desahogarse, no estaba siendo justa conmigo pero no se lo reprochaba.

"¿Te estoy presionando? Vaya, lo siento, pensé que esto era un juego de los dos" – me levanté y cogí del minibar una tónica y un botellín de beefeater, me resultó incómodo no ofrecerle nada a Carmen pero no estaba el ambiente para cortesías – "No imaginaba que te estuviera forzando a nada Carmen, desde luego no era mi intención, creo que me conoces, siempre me ha parecido ver señales en ti que me hacían suponer… en fin, esto es absurdo, se acabó" – di por terminada la discusión, salí a la pequeña terraza y me acodé en la baranda.

¿Era posible que Carmen se sintiese presionada por mí? ¿Hasta ese punto me había cegado el morbo de la situación? Procuré hacer una nueva lectura de los momentos compartidos con ella imaginando, fantaseando y por mucho que lo intentaba no podía verme en el papel que Carmen me acababa de adjudicar; me sentía… ofendido por sus acusaciones.

"Lo siento" – me sobresaltó, no la había escuchado salir a la terraza; Me volví y la vi apoyada en el ventanal detrás de mi.

"Es igual, puede que tengas razón y no me he dado cuenta" – me desdecía de mis pensamientos, quizás porque intentaba acabar con la discusión, no soporto estar enfadado con ella. Carmen avanzó hacia mí y se acodó en la baranda a mi lado, no era el mejor momento pero no pude evitar que mis ojos se colasen por el escote ahuecado y se enganchasen a la imagen de sus pechos morenos apenas cubiertos por un ligerísimo sujetador de encaje blanco.

"No quise decir eso, tu no me has obligado a nada, pero cada vez que hemos hablado de esto te has puesto tan… no se, es algo que te excita de una manera… y eso me ha llevado a ir mas allá de lo que en realidad quería, te veía tan ilusionado que…"

"Pues no es eso lo que pretendía Carmen, si no es un juego de ambos, si tu no lo disfrutas como yo, ni me interesa ni me gusta"

"Es un juego de ambos Mario, ¿o crees que finjo cuando hablamos de eso en la cama? Pero tu lo estás viendo ya como algo mas que una fantasía, ya quieres algo mas y eso me sobrepasa" – estaba desinflado, en un momento toda la aventura que habíamos construido se desmontaba ante mis ojos.

"Entonces, será mejor que lo dejemos aquí" – se hizo un silencio durante el cual ambos continuamos mirando a la nada, luego me incorporé, teníamos que almorzar y yo debía volver al curso aunque malditas las ganas que tenía – "Venga, vamos a comer"

Entramos al comedor del hotel y comimos envueltos en un silencio incómodo que ambos intentamos superar en varias ocasiones forzando conversaciones artificiales que no sobrevivían a la segunda frase, cuando salimos del comedor caminamos lentamente hacia el hall

"¿Y qué hacemos con Carlos?" – Carmen vio mi gesto de extrañeza y agregó - "le acepté su invitación para cenar los tres esta noche" – la miré a los ojos sin pronunciar palabra pero me entendió inmediatamente y bajó los ojos; Aceptar esa cena era algo que había surgido de ella, sin presión alguna por mi parte, si se sentía tan molesta después de besar a Carlos ¿por qué había aceptado?

"Nada, le diré cualquier cosa, ya se me ocurrirá"

Habíamos llegado al hall y nos detuvimos, yo saldría hacia el curso y ella quizás se fuese a la terraza de la cafetería o se fuese un rato a la habitación

"Venga, me voy ya" – le dije al tiempo que me acercaba a ella para besarla.

Fue un beso frio, distante, que me dolió mas que si nos hubiesemos despedido sin besarnos, por su forma de bajar los ojos adiviné que a ella le había dolido tanto como a mi.

Salí a la calle buscando un taxi en la parada vacía o tras el semaforo que detenía el flujo de coches. Dos minutos más tarde circulaba por las calles de Sevilla rumbo al curso.

"Cuando pueda de la vuelta, volvemos al hotel" – mis palabras salieron de mi boca cuando apenas llevabamos cinco minutos rodando, cinco minutos en los que me había terminado de convencer de que no tenía ningun aliciente para mi asistir a la sesión de la tarde.

Llamé a la puerta de nuestra habitación, insistí un par de veces pero Carmen no respondía, imaginé que se había quedado en la cafetería del hotel y fui para allá. Nada más entrar la vi en una de las mesas cercanas al ventanal que daba a la calle, había pasado por la habitación a coger el libro que leía esos días y estaba enfrascada en la lectura, tenía el pelo recogido por una diadema y apoyaba su brazo izquierdo en el ancho brazo del sillón en el que estaba sentada. En la barra un hombre de unos cuarenta y tantos la miraba insistentemente sin que ella se hubiera apercibido. Intenté mirarla con los ojos de ese desconocido y vi a una hermosa mujer, muy atractiva, sentada indolentemente en aquel ancho sillón mostrando unas piernas largas y perfectamente torneadas y una figura esbelta, cuidada; En ese momento Carmen abandonó la lectura para estirarse a alcanzar la taza de café de la mesa, sus movimientos felinos, lentos y pausados añadieron mas atractivo a toda su figura ¿era mi pasión por ella lo que me llevaba a verla así? Miré al desconocido que la observaba y hallé el mismo deseo mezclado con admiración que yo sentía.

Volví la mirada hacia Carmen y me encontré con sus ojos sorprendidos por mi presencia, sonrió y eso fue la señal que me decía que la distancia absurda que nos había separado durante la comida se había disipado, me acerqué a ella y me agaché a besarla

"No podía irme al curso así, iba a perder la tarde y para eso prefiero perderla contigo" – sonrió y me besó de nuevo, me senté a su izquierda de frente a la barra; Busqué al camarero con la mirada.

"Me alegro que hayas vuelto, yo tampoco me he quedado bien" – la cogi de la mano , ella dejó el libro sobre el brazo del sillón

"Siento lo que ha pasado cariño, lo ultimo que quiero es hacerte sentir mal"

"No ha sido culpa tuya, estaba nerviosa y dije cosas que no pensaba"

"Pues ya está, olvidémoslo, vamonos a ver Sevilla ¿quieres?" – Carmen no respondió, se quedó pensativa durante un breve instante y luego me miró.

"Mario, si lo intentamos olvidar, si hacemos como que no ha pasado nada, nos estaremos equivocando y tarde o temprano tendrá que salir" – tenía razón

"Entonces, ¿qué quieres hacer?"

"Justo lo que tu querías cuando llegaste: hablarlo, quiero contarte lo que ha pasado y por qué ha pasado"

"Nos subimos arriba?" - Carmen asintió con la cabeza, en ese momento llegaba el camarero al que habia avisado antes, le pagué la cuenta y nos fuimos a los ascensores; Cuando entramos en la habitación me descalcé y me quité la camisa, el aire estaba puesto y la temperatura era agradable pero había pasado suficiente calor todo el dia como para necesitar aligerarme de ropa, Carmen hizo lo mismo y se despojó de la blusa y de la falda quedando en ropa interior, mientras se descalzaba yo me quité el pantalón; Nos sentamos en la cama.

Carmen se abrió a mi, me contó lo que sintió al recibir la llamada, sus absurdas dudas al vestirse, la turbación que le produjo el primer beso inesperado, su incapacidad para convertir en gestos las ordenes que le enviaba a su cuerpo… Su sinceridad, su transparencia me asombraba y a medida que me contaba hasta el último de sus pensamientos me sentía profundamente amado por esa mujer que no tenía ningún lugar oculto para mí.

"Hacía menos de diez minutos que tu te habías ido cuando sonó el teléfono de la habitación; supuse que era alguien del hotel porque ¿quién nos iba a llamar ahí?, cuando reconocí la voz de Carlos… no se Mario, no me lo esperaba, fue como si se hubiese colado en nuestra habitación ¿me entiendes? Encima yo estaba secándome el pelo, andaba desnuda… te parecerá ridículo pero estaba tan nerviosa como si me estuviese viendo" – agitó la cabeza negando alguna idea que le había venido – "¡que absurdo! Tenía que haberle dicho que no, que tenía cosas que hacer, no se, algo. Pero a medida que hablábamos… yo desnuda, hablando con él… era una sensación…"

"Excitante, ¿verdad?" – me miró a los ojos

"Si, como si estuviese haciendo algo prohibido. De pronto me encontré haciendo y diciendo cosas que jamás he hecho" – no entendía a qué se refería y mi expresión de sorpresa le hizo explicarse – "Estaba coqueteando Mario, sin darme cuenta, sin ninguna intención pero lo estaba haciendo" – agachó la cabeza, como si se arrepintiese de ello.

"¿Qué hiciste cielo, cómo coqueteaste?" – me miró, fue a hablar y de nuevo agachó la cabeza, al fin continuó.

"Le dije que tardaría, que me estaba secando el pelo, y el dio por supuesto que no estaba vestida y yo…" – de nuevo huyó de mi mirada, la tome por la barbilla e hice que me mirase, mi intención era tranquilizarla y sin palabras conseguí que me entendiera – "le seguí el juego Mario, coqueteé, empezó a intentar adivinar qué es lo que llevaba puesto y yo le seguí el juego, hasta que quedó claro que hablaba con él totalmente desnuda"

"¿Y te gustó?" – intentaba cuadrar la historia que me había contado Carlos con su versión, la excitación me dominaba por momentos, era algo indescriptible, mucho mas intenso y potente que cualquier otra experiencia que hubiese vivido antes. Mi esposa me relataba como había coqueteado con otro hombre y yo me moría por saber más. Carmen tardó aun en contestar, como si estuviese evaluando sus sensaciones.

"Fue algo tan… diferente, parecía un juego inocente, sin embargo estaba dando pie a que Carlos pensase… no se." – Carmen se debatía por poner en orden sus emociones, intentaba dominar la excitación que le había provocado aquel juego y encerrarlo bajo las reglas de cordura, sensatez y decencia que se suponía que debían haber evitado aquello.

"¿Qué crees que podía pensar Carlos mientras le dabas a entender que estabas desnuda?" – mi frase la sobresaltó, me miró a los ojos buscando enfado o malestar, pero solo encontró una sonrisa en mi rostro.

"Pensará que suelo hacer esas cosas con cualquiera" – su rostro adoptó una expresión de inocencia preciosa, por cuanto no era algo fingido.

"No es nada nuevo Carmen, tu misma le has dado a entender que te has acostado con todos nuestros supuestos amigos de Sevilla, ¿no es así?" – Vi aparecer el rubor en su rostro, tuve que contenerme para no abrazarla y besarla, estaba tan bella…

"Claro, es verdad, debe suponer que esto es normal para mi" – se quedó por un momento pensando y de pronto comenzó a hablar alterada – "y luego, ¿Qué habrá pensado cuando no…" – detuvo su frase y yo evité forzarla

"Vamos, cuéntamelo en orden"

"Ahora pienso que me debía haber vestido de otra manera, me puse la mini vaquera, ya sabes" – afirmé con la cabeza – "y la camiseta roja, en ese momento era lo que me apetecía ponerme, no tenía por que alterar mi forma de vestir por el hecho de que estuviese él" – se quedó pensativa, luego me miró y rectificó – "No, no es cierto, me puse un montón de cosas antes de decidirme por esa ropa, estaba nerviosa, como una chiquilla, ¡Dios, que ridícula!" – se mortificaba a sí misma, se estaba castigando, no podía permitirlo.

"Deja esos reproches, no te juzgues, deja tan solo que fluyan tus recuerdos de cómo sucedió, sin criticas, solo cuéntalo como fue" – Carmen respiró hondo y continuó

"Bajé al hall y le vi sentado en los sillones que hay cerca de la entrada, a la izquierda, cuando nos fuimos a dar dos besos hizo un gesto raro, pensé que nos íbamos a chocar y al volverme… me plantó un beso en la boca" – me miró, yo le hice un gesto para que continuara, mi corazón latía con fuerza, escuchar el relato de su boca era mucho mas intenso, mas fuerte que cuando me lo había contado Carlos – "Lo primero en lo que pensé es que quizás nos hubiese visto alguien del hotel, fíjate que bobada,…" – la interrumpí, necesitaba saber otra cosa antes de que continuara.

"Ya, pero… ¿que fue lo primero que sentiste, antes de esa censura, antes de pensar nada?" – Sabía a lo que me refería, mis trabajos sobre el pensamiento preverbal en niños y su reflejo en el adulto, trabajos en los que ella me había ayudado, Carmen sabía perfectamente lo que le estaba preguntando: las sensaciones no adulteradas aún por el lenguaje, la percepción pura, sin palabras, antes de las palabras, eso es lo que quería saber, qué había sentido en el instante mismo de ser besada, justo antes de ser atacada por la educación, la cultura, las normas, las reglas. Carmen analizó durante unos instantes las escenas que se le venían a la cabeza.

"Nuevo. Era una sensación diferente, era un beso diferente, distinto, no se si me explico"

"Perfectamente; ¿Y luego?"

"Luego, vino la sorpresa, el enfado por haberme engañado, me sentí torpe por no haberlo previsto, no se, fue todo muy rápido"

"Sigue"

"Pensaba tomar un café con él, quizás en el propio hotel y luego despedirnos, pero tenía el coche en la puerta y pretendía que me fuera con él, cosa que yo ni por asomo pensaba hacer; pero casi no hubo ocasión de discutirlo, al salir le habían puesto una multa y consiguió que la grúa no se lo llevase, entonces cuando le dije que no… no se que pasó, le vi tan… abatido, todo le había salido mal, no se… pensé que no pasaba nada por aceptar, primero le dije que aparcara el coche y que volviera, luego… me monté, quizás no debía haberlo hecho…" – detuvo su autocrítica al ver mis gestos de advertencia – "El caso es que fuimos al Parque Maria Luisa…" – esperaba con ansiedad su versión de lo sucedido, Carmen dudaba - "Se estaba bien, hacia una mañana estupenda, íbamos caminando, charlando… era todo tan agradable… de pronto noté que me cogía la mano y… no supe reaccionar, tenía que haberme soltado pero no lo hice, no se por que, Mario, lo he estado pensando desde que volví…" – de nuevo le hice un gesto para que dejara los reproches a un lado – "era emocionante, no lo puedo definir de otra manera, sabía que podía pararlo cuando quisiera, que nadie me forzaba ni me obligaba y eso quizás fue lo que me hizo mantener aquella situación, no pensé que se me fuera a ir de las manos…además, me sentía… es extraño, era algo incoherente, pero… sentía como si te estuviese engañando pero al mismo tiempo sabía que no, que cuando te lo contase, no me ibas a hacer ningún reproche, mas aun…" – me miró directamente a los ojos – "sabía que te gustaría – afirme con la cabeza sonriendo – "era extraño, esa doble sensación de… casi culpa por una parte y de libertad por otra ¿me entiendes? Era como estar saltando continuamente entre dos estados de animo, entre dos actitudes opuestas, culpa, remordimiento y libertad"

"y seguiste de la mano de el" – quería centrarla en el relato.

"Si, seguí de su mano, el seguía hablando, decía que parecíamos una pareja, que cualquiera nos tomaría por matrimonio, luego me cogerle de la cintura y me cogió por los hombros… yo estaba como ausente, como si no fuera yo, era como si lo estuviese viendo desde fuera… " – era la típica disociación, la misma que le sucede a muchas personas abusadas, adoptar la actitud de espectador como formas de defensa. - "…podía haberme soltado, debía haberlo hecho, pero era como si estuviese paralizada. Le dije que se estaba pasando y fue cuando me besó. " – Carmen detuvo su relato.

Tenía todo mi cuerpo en tensión, notaba la sangre bombear en mis sienes y mi cabeza no cesaba de lanzar mensajes incoherentes, incompatibles; miedo a perderla y a continuación deseo de verla con él, inseguridad por nuestra diferencia de edad e inmediatamente excitación por ser espectador de su entrega, humillación al imaginarla dejándose tocar las piernas y morbo por lo que podía haber pasado… no conseguía ordenar mis deseos ni mis prioridades.

No la interrumpí mas, la deje volcar todo lo que había acumulado en ese día, cuando acabó se quedó mirándome, como si esperase un veredicto, me acerqué a ella y la besé largamente, un beso sin final con el que le quería trasmitir mi amor, mi agradecimiento, mi apoyo total.

"¿Qué piensas de todo esto?" – quería saber, necesitaba saber mi reacción.

"Estoy contento, es lo que te quería decir cuando llegué, no has hecho nada malo, es Carmen, la de siempre, la que ha controlado una situación complicada, todas esas dudas y vacilaciones que me cuentas, estoy convencido de que no han aparecido en tu rostro ni en tus gestos, me hubiera gustado verte pero se que has mantenido el aplomo y la firmeza como si nada de ocurriera en tu interior"

"Ya Mario, pero quiero saber qué es lo que sientes, he besado a otro hombre, le he permitido que me acaricie, ¿qué sientes?" – intenté pensar la respuesta, busqué mis emociones recreando la imagen que me había construido mientras me contaba como se besaron, entonces noté la tensión en mi sexo y desvié mi mirada de los ojos de carmen hacia el bulto que presionaba contra mi slip, Carmen siguió la ruta de mis ojos y cuando volvimos a mirarnos elevé las cejas por toda respuesta; Carmen rompió a reír liberando la tensión acumulada y me contagió, nos abrazamos y caímos hacia atrás en la cama, ella se movió hasta quedar de lado recostada mi brazo.

"¿Así que esta es tu respuesta? – dijo acariciando el bulto aprisionado bajo el slip.

"Un gesto vale mas que mil palabras, dicen" – me besó.

"Tradúceme… este gesto a palabras" – Carmen había cambiado; Todo su conflicto dejaba paso de nuevo a la mujer sensual y provocadora, intenté jugar esa carta.

"Ese gesto significa que me hubiera encantado poder veros sin que me vierais, poder estar ahí cuando te besó y, mejor aun, cuando tu le besaste, me hubiera gustado ver como te cogía de la mano y ver como tu no hacías nada por separarte, daría cualquier cosa por ver el momento en que te empezó a acariciar el muslo, ver tu cara en ese momento… no se cielo, me parece todo tan… excitante…" – Carmen acariciaba suavemente mi sexo que crecía con rapidez, sentía su respiración en mi costado.

"¿De verdad te habría gustado verme besando a otro hombre?"

"Si amor, y que me mirases a los ojos mientras le besabas"

Carmen no respondió, continuaba acariciándome, siguiendo con sus dedos toda la longitud de mi miembro erguido, yo aguantaba la caricia, no quería precipitarme, deseaba que siguiera siendo ella quien controlaba el ‘tempo’

"Me tocó los muslos, le dejé hacerlo"

"¡Dios, cómo me hubiera gustado estar allí, que lo hiciera delante de mi!" – empecé a acariciar su pecho con suavidad, apenas un roce por encima del sujetador, su pezón reaccionó al instante.

"Mario…" – intuí una nueva confidencia.

"Dime cariño" – tardó varios segundos en continuar.

"Me masturbé al llegar aquí, en la ducha" – me incorporé de un salto apoyándome sobre el codo y la miré, el corazón me latía con fuerza, si su reacción a las caricias de Carlos la habían llevado a masturbarse todo empezaba a encajar y su enfado anterior cobraba sentido: estaba en lucha consigo misma mas que conmigo; Ella evitaba mis ojos pero tome su barbilla y la hice mirarme.

"¿Pensando en él?" – afirmó con la cabeza y de nuevo intentó escapar de mirada pero no se lo permití – "¿Qué pensabas, cuéntame"

Carmen me describió sus fantasías, las imágenes que la asaltaron en la ducha; A medida que me contaba, su caricia en mi sexo aumento en intensidad, yo mantenía una presión suave sobre su pecho, dibujando con la yema de mi dedo el contorno de su abultado pezón, Carmen había quedado boca arriba, fui deslizando el tirante del sujetador hasta lograr liberar su pecho izquierdo de la copa.

Estaba emocionado, absurdamente emocionado, un nudo atenazaba mi garganta, me abracé a ella, con fuerza, intentando ocultar las lágrimas que pugnaban por brotar, ¿qué me pasaba?; cuando me separé, Carmen me miró a los ojos, no pude ocultarle por mas tiempo la humedad que los arrasaba.

"Por qué" – su mirada era tierna, destilaba dulzura al preguntarme, hice como que no la entendía.

"¿Por qué?"

"¿Por qué te pones así al saber que me he masturbado por otro? Es como… si me premiases" – su voz denotaba confusión, extrañeza

"Eres mi sueño hecho realidad"

"¿Tan importante es para ti esto?"

"Que surja de ti, que lo hayas hecho sin presiones, sin coacción… si, es maravilloso, si".

Carmen se quedó pensativa, nos miramos largamente, sin hablar, dejando que nuestros ojos expresaran nuestras emociones.

"Te excitó besarle" – no se lo preguntaba, lo afirmaba.

"Si"

"Te excitó que te tocara" – ya no evitaba mi mirada, había traspasado ese punto en el que la excitación la dominaba.

"Si, mucho"

"Y deseas que vuelva a suceder" – no respondió, me miraba profundamente como si quisiera adivinar el efecto de su respuesta, la hostigué – "Deseas volver a besar a Carlos"

"Si"

"Sí, ¿qué?" – Carmen no dejaba de mirarme pero no respondía – "Dime qué es lo que deseas"

"Quiero volver a besarle" – volvió el rostro, huyendo de su confesión.

Llevé mi mano hacia su costado, intentando llegar al cierre de su sujetador y ella se volvió ligeramente hacia mi para que lo alcanzase, cuando lo solté saqué el tirante de su brazo derecho y abandoné la fina pieza entre los dos, aun enganchado a su brazo izquierdo, recogí con la palma de mi mano su pecho y Carmen suspiró cerrando los ojos, su mano seguía torturando mi polla a través del slip, sus dedos recorrían toda su longitud, jugando con la punta del glande que se había liberado parcialmente de la piel, pronto surgió una mancha de humedad en el slip que se extendía a medida que mi excitación aumentaba, Carmen la notó y cogió con sus dedos la cinturilla del slip iniciando un movimiento hacia abajo, imposible de conseguir sin mi ayuda, me apoyé con mas fuerza en el codo y elevé la cadera mientras con mi otra mano arrastraba la prenda hacia abajo, termine de liberarme con los pies y Carmen continuó con sus caricias.

"Os miraré mientras te besa, él sabe que no me molesta que lo haga"

"¿Lo sabe? ¿habéis hablado?

"Ya te lo conté: Aquí, para él, no eres ni mi esposa, ni mi novia ni nada, tan solo una amiga que se acuesta conmigo, tiene el campo libre" – me di cuenta del alcance de mi palabras y maticé para tranquilizarla – "hasta donde tu y yo queramos" – sus caricias me ponían difícil alargar aquello, intentaba no sucumbir a su ataque pero Carmen había dejado de acariciarme con las yemas de los dedos y ahora rodeaba mi polla con su mano ejerciendo un movimiento lento y continuo, me estaba masturbando; yo no quería precipitarme, necesitaba seguir hablando, Carmen movía imperceptiblemente sus muslos en un gesto de llamada que yo no estaba dispuesto a contestar, aun no.

"¿Tiene el campo libre? ¿eso le has dicho?" – su voz se ahogó por la emoción que le provocaba esa frase.

"Con esas misma palabras y con el mismo matiz: hasta donde tu quieras"

"Y si resulta que quiero" – no podía saber si lo que decía era fruto del deseo o una prueba que me lanzaba, quise ser prudente.

"Sin prisas cariño, si ocurre, si quieres mas, date un momento, vete al lavabo, respira hondo y piénsalo, yo estaré a tu lado en todo caso, pero es tu decisión"

"Nuestra, es nuestra decisión"

Su mano iba aumentando el ritmo poco a poco, sentí como mi propia humedad había empapado toda mi polla arrastrada por la mano de Carmen y la imagine mojada por mi deseo; Pareció adivinar mis pensamientos porque en ese mismo instante acercó la mano a su rostro y aspiró profundamente, sus dedos brillaban, me miró a los ojos con autentica lujuria y se llevó dos dedos a su boca, cerró los ojos saboreando y volvió a mirarme; Me vuelve loco, sabe perfectamente como arrebatarme, me provocaba deliberadamente pero tenia que aguantar, aun tenia que aguantar un poco mas; Frotaba levemente su muslos, necesitaba mi mano ahí, pero no podía responder a sus estímulos, quería demorar ese momento.

"Lo se amor, esto es algo de los dos, pero los pasos los decides tu, tu eres quien decide hasta donde, cuando… y con quien" – no podía aguantar mas, baje mi mano resbalando por su vientre y ella abrió sus muslos mucho antes de mi llegada, me encontré su braga totalmente mojada, su voz se había convertido en un susurro.

"No quiero acostarme con él, Mario, no quiero"

"No lo harás, confía en mi" – hundí la braga en su sexo, recorría toda la hendidura marcando la braga con su flujo y cada vez que empujaba hacia dentro su voz se interrumpía.

"No me fío de mi, si me lanzo, si no controlo tu vas querer mas también" – no estaba seguro de mi propia capacidad para controlar una situación así, pero se lo prometí.

"Cariño, te prometo que no permitiré que te acuestes con él hoy"

"Hoy" – repitió ella.

"Es lo único que tenemos: hoy, lo único que nos debe preocupar"

Sentí el orgasmo antes de que pudiera evitarlo, mi polla comenzó a lanzar chorros de semen entre espasmos, que alcanzaron su vientre y su estomago, ella emitió un ‘Ooh!’ y aumento el ritmo de la masturbación, luego, mientras yo metía mi mano por dentro de su braga, extendió mi semen por toda su piel, en cuanto mis dedos rozaron su clítoris comenzó a convulsionarse y estalló en medio de un gemido intenso y prolongado.

En la ducha, mientras nos enjabonábamos, volvió pedírmelo.

"Mario, por favor, no nos equivoquemos" – la besé sintiendo reaccionar mi sexo

"Te lo prometo, no quiero que esto se convierta en algo que nos haga daño"

Eran las seis cuando terminamos de ducharnos, al salir del baño vi una llamada perdida de Carlos en mi móvil, se lo enseñé a Carmen, era el momento de la decisión: contestar esa llamada suponía ponerla en brazos de Carlos, ver sus avances, sus roces, quizás sus besos, nos poníamos de nuevo en el límite, en esa zona resbaladiza en la que podía pasar cualquier cosa.

"¿Qué hacemos?" – ambos nos solapamos con la misma cuestión, dejé que ella decidiese

"Llámale" – sus ojos brillaban, de nuevo sentí un ahogo en mi pecho, unas sensación de riesgo; Nos miramos en silencio durante unos breves segundos, dejando que nuestros ojos dijeran lo que las palabras no se atrevían a decir; inicié el camino a la terraza para salir a hablar, pero me detuvo – "quédate, quiero oír lo que le dices" – no sabía si no se fiaba de mi o simplemente quería escucharlo.

"Carlos, he visto tu llamada" – por mi tono adivinó que hablaba con el contestador – "si oyes esto llámame" – me giré hacia ella, su expresión tenía un matiz de impaciencia – "estará hablando, seguro que llama"

La observé mientras se vestía, pensé que los niveles de decisión que surgían en ella en sus momentos de mayor excitación siempre venían acompañados de retrocesos una vez que se calmaba; Era lo lógico, pero también había observado que su punto de retorno nunca era el mismo desde el que había partido justo antes del clímax, siempre quedaba algo, un poso de deseo que se iba acumulando y que la hacía avanzar casi imperceptiblemente.

Este proceso no es nuevo para mi; Como todo en la naturaleza, desde la neurona hasta el cambio climático, los grandes saltos se producen por pequeñas acumulaciones que alcanzan un umbral el cual, una vez sobrepasado, hace que el salto cuantitativo y cualitativo sea exponencial, brutal; La neurona acumula pequeñas cargas eléctricas y solo cuando alcanza su umbral de excitación es cuando se dispara provocando un pico extremo; Las continuas agresiones del ser humano a la biosfera están a punto de alcanzar el umbral de no retorno, (si no lo han alcanzado ya), a partir de ese momento el cambio climático será drástico e irreversible; igualmente en clínica observo a diario los pequeños avances y retrocesos de mis pacientes, siempre acumulativos, hasta que un día se produce el insight, el paciente parece descubrir una nueva visión del problema, de su problema, y hace suyos los argumentos del terapeuta que hasta ese momento no dejaban de ser palabras huecas para él; En ese momento el cambio, o la sanación como se quiera decir, es inmediato.

Yo esperaba que los pequeños cambios que iba observando en Carmen llegarían algún día a alcanzar ese umbral a partir del cual asumiría como suya una forma diferente de ver las relaciones sexuales y las relaciones conmigo, esperaba que ese día asumiera mi concepto abierto del sexo y de las relaciones de pareja y disfrutásemos ambos del sexo con terceros como una forma mas de desarrollar nuestro amor. Sabía que si Carmen cruzaba ese umbral ya nada la detendría, no calculaba los riesgos, solo veía un horizonte de felicidad y sexo compartido, Tenía buenas razones para pronosticar que la nueva Carmen que surgiría de esa transformación sería intensamente sexual, libre, procaz, seductora, libertina, obscena, inagotable y abierta a cualquier clase de experiencia.

El tiempo acabaría por darme la razón.

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Diario de un Consentidor 101 El regreso (2)

Diario de un Consentidor 100 El regreso (1)

Diario de un Consentidor - 99 Juntando las piezas

Diario de un Consentidor 98 - Tiempo de cambios

Diario de un Consentidor 97 - Virando a Ítaca

Diario de un Consentidor 96 Vidas paralelas

Diario de un Consentidor 95 El largo y tortuoso...

Diario de un Consentidor 94 - Agité la botella

Diario de un Consentidor 93 Un punto de inflexión

Diario de un Consentidor 92 - Cicatrices

Diario de un Consentidor 91 - La búsqueda

Diario de un Consentidor 90 - La profecía cumplida

Diario de un Consentidor 89 - Confesión

Diario de un Consentidor 88 - El principio del fin

Diario de un Consentidor 87 Lejos, cada vez más...

Diario de un Consentidor 86 - Desesperadamente

Diario de un Consentidor 85 - Mea culpa

Diario de un Consentidor - 84 Ruleta rusa

Diario de un Consentidor - 83 Entre mujeres

Diario de un Consentidor -82 Caída Libre

Diario de un Consentidor - 81 Cristales rotos

Diario de un Consentidor 80 - Sobre el Dolor

Diario de un Consentidor 79 Decepciones, ilusiones

Diario de un Consentidor 78 Despertar en otra cama

Diario de un Consentidor (77) - Descubierta

Diario de un Consentidor (76) - Carmentxu

Diario de un Consentidor 75 - Fundido en negro

Diario de un Consentidor (74) - Ausencia

Diario de un consentidor (73) Una mala in-decisión

Diario de un Consentidor (72) - Cosas que nunca...

Diario de un Consentidor (71) - De vuelta a casa

Diario de un Consentidor (70)

Diario de un Consentidor (69)

Diario de un Consentidor (68)

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Diario de un Consentidor (19: La prueba)

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