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Diario de un Consentidor (13)

en Intercambios

Mis ojos seguían clavados en la imagen que me llegaba de mi mujer en brazos de Carlos. Intenté retrasar lo que pude el momento en el que la perdería de vista hasta la siguiente vuelta, me esforcé por grabar en mi memoria cada detalle de aquella trascendental escena: sus ojos cerrados, su cabeza ligeramente ladeada ofreciendo su cuello, dando facilidades para que los labios de Carlos encendieran el intenso placer que le provoca cualquier caricia en esa zona. Sus labios entreabiertos iban perdiendo tensión desdibujando la leve sonrisa que mostraban y convirtiéndola en un rictus de placer, excitación, preocupación y entrega.

Volví a mi al perderla de vista y fué solo entonces cuando me di cuenta de que mis manos acariciaban la espalda de Elena tal y como suelo hacer con Carmen mientras bailamos, nunca me había sucedido algo así, jamás bailando con amigas, con las esposas de compañeros he perdido el sentido de la realidad de esa manera; Noté el efecto del alcohol, la leve nube en la que me desenvolvía y lo achaqué a eso; Detuve mis caricias e intenté construir una excusa cuando noté el cuerpo de Elena pegado, sus muslos rozaban los míos, una y otra vez sin que ella hiciese nada por evitarlo, y sus manos en mi nuca haciendo que sus uñas marcasen surcos en mi cabello. Al notar el cambio en el movimiento de mis manos alejó su rostro del mío y me miró

"¿Sucede algo?" – sus ojos transmitían su excitación.

"Nada" – le sonreí y ella volvió a apoyar su mejilla en la mía, deseaba besarla.

Mientras tanto Carmen cedía al placer que le provocaba el roce de los labios de Carlos en su cuello, marcando su oreja, mordisqueando su lóbulo, recorriendo la forma tensa del músculo desde detrás de la oreja hasta la clavícula; Carmen no evitaba aquello, se dejaba hacer dominada por el placer, debilitada su razón por el alcohol; Cuando notó el cambio de rumbo de aquellos pequeños y continuados besos se enfrentó laxamente a lo inevitable, Carlos avanzaba por su mejilla, rozó la comisura de sus labios y al no encontrar resistencia, la beso con suavidad primero y con pasión después al sentir la entrega de mi mujer.

Yo seguía acariciando a Elena, sintiendo sus manos juguetear con mi cabello, aspirando el olor de su pelo, pensando en avanzar aun mas, en besarla, cuando algo inesperado detuvo mi intención y mis pensamientos: Frente mi, Carlos besaba a Carmen, mi mujer, mi corazón comenzó a latir descontroladamente, esa era la escena que tantas veces había imaginado, esa era la escena que había recreado en mi mente cuando Carlos me relató sus besos en el parque. Y ahora sucedía ante mí.

Una parte de mi veía como el mundo se derrumbaba a su alrededor, sentía un frío intenso que me acercaba a la nausea; La otra parte de mi, la que se excitaba con la fantasía de ver a Carmen follando con otros hombres, quería mas, no le bastaba con verla arrastrada por la seducción de Carlos, esa otra parte de mi no la quería pasiva ante el asedio de su pareja, quería verla tomando la iniciativa, deseaba ver ese gesto tan suyo cuando nos besamos, sus manos sujetando mi cabeza para que no me separe de su boca; deseaba ver esas manos sujetando el cráneo de Carlos, marcando sus uñas en su cuero cabelludo, moviéndolas ansiosas por sus mejillas antes de volver a retener su cabeza cerca de ella.

Sentí una mezcla de excitación, dolor, miedo y placer; Ver a mi esposa besando a otro hombre me produjo un impacto demoledor, mi razón me insultaba por consentirlo y mi pasión me arrollaba como un tren y pedía más.

El cuerpo de Elena se movía al compás de la música acariciando mi cuerpo. Carmen abrió los ojos justo cuando volvía a apoyar su mejilla en la de él, su mirada delataba su excitación, era pura lujuria lo que destilaban sus ojos, la sonreí y le lance un beso, ella me devolvió una breve sonrisa antes de perderla de vista, noté mi sexo erguido, no estaba seguro de la capacidad de Carmen para frenar a Carlos si éste le pedía mas; mi corazón golpeaba mi pecho. De nuevo mi atención se centró en el cuerpo de Elena cuyos movimientos en mi sexo erguido provocaban que mi erección no decreciese

"¿Puedo?" – dije justo antes de volver a tomar su lóbulo entre mis dientes, quería sumergirme en el placer que me brindaba Elena para mitigar el dolor y el miedo.

"¿Estás decidido a comerme hoy?" – de nuevo el doble sentido lanzado invitándome a seguirlo

"Hasta donde tu quieras"

"No te confíes Mario, yo también puedo morder

"No esperaba menos de ti" – dije al tiempo que depositaba un pequeño beso en su oído, Elena respondió apretándose a mi

"Si sigues con eso, me vas a matar"

"¿Si?" – dije al tiempo que volvía a besar su oído recorriendo cada pliegue – "¿Seguro? No me das pena"

Tenía de nuevo a Carmen frente a mi, sus ojos estaban llenos de pasión, me asustó su mirada, la reconocí, la he visto cientos de veces cuando el deseo es tan urgente que necesita que le haga el amor; Le lancé un beso y sin dejar de mirarla recorrí con la punta de mi lengua los pliegues de la oreja de Elena mientras mis manos se movían decididas hacia sus nalgas, los ojos de Carmen siguieron ese movimiento, luego me miró, entornó los ojos y me dedicó una leve sonrisa, como si le fallasen las fuerzas y apenas pudiera sonreír.

"¿Buscas algo ahí abajo?" – El comentario de Elena me sobresaltó, intenté evitar que lo notara y decidí huir hacia delante; Estaba dispuesta, mas dispuesta de lo que yo había buscado, noté el borde de su tanga en sus riñones, jugué con sus vértebras y dibujé el contorno del tanga.

"Ya lo encontré"

"¿Acaso dudabas de encontrártelo? No soy tan lanzada… así, de entrada"

"Eso que te pierdes" – no me reconocía, hacia años que no me relacionaba de esta manera con una mujer que no fuera Carmen

"He dicho de entrada"

"¿Y... una vez presentados? - Bromeé, Elena se separó para mirarme, su sonrisa era una aceptación del juego

"¿Me estás pidiendo algo?"

"¿Acaso me lo concederías?" – sus ojos maliciosos brillaron, yo improvisaba como jamás me habría atrevido a hacer.

"Prueba a ver" – Elena no se arredraba, me sentía excitado, ajeno por un instante a lo que Carmen vivía en ese mismo momento; Mi nuevo yo habló por sí solo.

"Puestos a pedir… me encantaría bailar contigo sin esto... " – acaricié el pequeño triángulo del tanga – "… y sin esto" - mis dedos tamborilearon sobre el broche de su sujetador, no sabía si había ido demasiado lejos; Ella me miró con todo el deseo brotando en sus ojos

"Supón por un momento que me vuelvo loca y te lo concedo, ¿Tú qué me darías a cambio?"

El final de la canción vino en mi ayuda, no tenía respuesta adecuada y dejé en el aire una sonrisa y una mirada que pretendían dar intriga al momento; Miré a mí alrededor y no vi a Carmen ni a Carlos, el corazón me dio un vuelco, miré a todos lados pero no los veía, Elena notó mi preocupación.

"Les he visto salir a los jardines, tranquilo"

"¿Cuándo?" – mi pregunta precipitada denotaba demasiada ansiedad, mas de la que un amante mostraría por una compañera de cama que se acuesta libremente con otros hombres. Sabía que mi actitud resultaba extraña, ya había provocado un comentario de Elena que casi nos delataba; Pero ahora toda mi atención estaba en localizar a mi mujer sin importarme la impresión que estuviera dando.

"No se, estábamos bailando, casi al final les vi salir hacia la terraza" – Elena había cambiado, sin llegar a estar molesta estaba visiblemente descolocada, de nuevo se veía desplazada, ya lo había estado con Carlos y ahora era yo quien la dejaba fuera de lugar. Sentí cierta empatía hacia ella y rectifiqué; No podía, no debía salir a buscarla, al menos con esta urgencia que me dominaba, intentaría rebajar la tensión y proponer mas tarde un paseo por el jardín.

"Bueno, supongo que no…"

"Venga, salgamos a buscarlos" – Elena me tomó del brazo y me condujo hacia el ventanal por el que ambos habían salido, me sentí descubierto ante ella, comencé a balbucear torpemente.

"No es necesario, no importa…" – Elena apretó mi brazo con decisión.

"Es igual, si no la encuentras vas a estar ausente toda la noche" – me avergoncé de mi conducta hacia ella, no se lo merecía

"Lo siento Elena"

"No importa, sabía a lo que venía" – se me rompió el corazón, me detuve bruscamente, ella me miró.

"Quizás al principio fue así, pero te aseguro que ahora no, tendrás que perdonarme estos excesos proteccionistas" – Elena bajó los ojos, comprendí que no debía ser fácil verse eclipsada por Carmen, ella no podía entender los motivos y por un instante estuve tentado de explicarle francamente la situación

"¿Ahora no? ¿Y ahora qué es? – Parecía dolida, me quedé mirándola, tan hermosa, un lujo para cualquier hombre. Por los altavoces Sam Brown comenzó a cantar una de las canciones preferidas de Carmen, pensé en ella y me convencí de que, en que en cualquier caso sabría protegerse.

"Ahora toca bailar esta maravilla de canción" – Elena se dejó conducir de nuevo por mi hasta la pista y rodeó mi cuello con sus brazos, de nuevo sentí el olor de su piel, el tacto de su mejilla en la mía, el movimiento de su cuerpo pegado al mío, Carmen estaba fuera, probablemente besándose con Carlos, quizás dejándose acariciar.

Y yo… yo me moría por salir a buscarla y al mismo tiempo deseaba a esta mujer que tenía en mis brazos, el desasosiego me mataba pensando en mi esposa y la excitación endurecía mi sexo en contacto con el vientre de Elena.

A cada vuelta miraba hacia el ventanal por donde habían desaparecido y cada vez la frustración era mayor al no verla aparecer. Quería rendirme, pedirle por favor a Elena que me dejara salir a buscarla, sin embargo el calido abrazo de esa mujer me ataba a ella como no recordaba que me hubiera sucedido antes.

…….

Los labios de Carlos torturaban de nuevo el cuello de Carmen y ésta, perdidas su defensas por el alcohol, se rendía al placer y se dejaba acariciar, aun podía notar la presión de aquellos labios en los suyos, aun sentía la turbación que le produjo la lengua de Carlos intentando invadir su boca; por el momento la batalla se había detenido pero era solo una tregua y pronto volvería a asediarla; Sabía que debía detener el avance de aquellas manos que acariciaban sus nalgas, sabía que debía parar esa caricia en su cuello, no se fiaba de ella misma, ya había aceptado sus besos, ¿qué vendría a continuación?.

Pensó en mí, en el placer que mostraban mis ojos viéndola en brazos de Carlos; En aquella época todavía no se había acostumbrado a que su entrega fuera motivo de placer y felicidad para mí, no lo entendía pero le halagaba y la excitaba.

Una mano mas abajo de su cadera, en el muslo, avanzando lentamente detuvo sus pensamientos

"Necesito beber algo" – dijo separándose de él

"¿Ahora?" – el tono de voz de Carlos era una súplica

"Si, por favor" – comenzó a caminar hacia la barra seguida de Carlos que pronto se puso a su nivel e intentó tomar su mano, Carmen la apartó sin decir palabra

"¿Qué sucede Carmen, te he molestado?" – no supo que contestar, ¿molestarla? ¡si estaba a punto de lanzarse a él como no había estado nunca antes! Sentía miedo, miedo de su propio descontrol, su respiración agitada, su corazón golpeando su pecho eran síntomas inequívocos, se reconocía en ese estado y tenía miedo.

"No Carlos, no es eso, por favor dame un poco de margen"

Habían llegado a la barra, se notaba algo mareada, inestable y prefirió pedir algo sin alcohol, pero Carlos se adelantó

"Una tónica con Bombay y Brugal con Coca, por favor" – Carmen iba a protestar pero se calló, Carlos se había aprendido bien su bebida favorita; decidió no apurarla en el resto de la noche.

"Salgamos al jardín, el ambiente está muy cargado con tanto humo, te vendrá bien tomar un poco de aire fresco" – su tono serio, alejado de ese otro Carlos bromista y guasón, le hizo coincidir en que realmente necesitaba un poco de aire puro y menos ruido. Se dejó guiar por la mano que sujetaba su talle, ¡era tan agradable! Si recuperaba espacio, si no volvían a bailar como antes podría controlar aquello y no ir mas allá de lo que ya había cedido.

Al salir al jardín, el contraste del silencio de la noche y el olor a césped mojado le devolvió parte de la estabilidad que le faltaba, comprendió que allí dentro estaba algo aturdida por la mezcla del alcohol, el humo y el ruido. Caminaron despacio, sintiendo la mano en su talle, en silencio, con los vasos en la mano, hasta llegar a una balaustrada de piedra que daba a las piscinas, el reflejo de la luna en el agua formaba caprichosas formas cambiantes; se acodó en la baranda y tomó un sorbo de su vaso.

"¡Espectacular!" – la exclamación de Carlos la hizo volverse hacia él, su mirada estaba clavada en su culo que se marcaba perfectamente en la postura que había adquirido al volcarse sobre la balaustrada. Por un momento sintió la urgencia de cambiar de postura pero la laxitud que le debía al alcohol y su orgullo impidieron que se moviese; Se sintió fuerte al no ceder ante aquel conato de pudor y tomó otro sorbo de su vaso.

Entonces sintió la mano de Carlos ascender desde su cintura por su costado hasta rodear sus hombros; estaba a unos centímetros de ella.

¿Mejor?" – su voz apenas era un susurro, al fondo se oía el sonido apagado de la discoteca

"Si, mucho mejor" – dijo mostrando una sonrisa en su rostro; Se sentía bien, mas tranquila, mas despejada y con una falsa sensación de control; Era una noche agradable, aun le zumbaban los oídos por el exceso de volumen en la discoteca; Carlos depositó un breve beso en su mejilla y en ese instante, cuando mas distraída estaba, sintió sus dedos que cobraban vida y comenzaban a jugar con el tirante de su vestido, Carmen volvió su rostro hacia él para detenerle y entonces le vio con sus ojos clavados en el escote ahuecado, Carlos captó la mirada de Carmen y, como un chiquillo cogido en falta, se disculpó.

"Sabía que me pillarías, tenía que haberme ido de ahí antes, pero me sabía a poco" – su excusa tan pueril la hizo sonreír y eso le hizo sentirse autorizado, volvió sus ojos a su escote sin ningún pudor, sabiendo que ella le observaba.

"¿Qué haces?" – dijo Carmen con tono fingidamente serio, le halagaba ser objeto del deseo de Carlos y esa sensación dominaba sobre el pudor. El efecto purificador del aire fresco había sido pasajero y de nuevo notaba los efectos del alcohol.

"Mirar una obra de arte... bueno, dos" – Carmen no pudo reprimir la risa, le observó mientras él dejaba que su mirada se colase por su escote, un disparo de placer recorrió su vientre.

"¿Por tan poco te pones así?" – Carlos, que seguía jugando con el fino tirante del vestido, lo cogió con dos dedos y comenzó a deslizarlo hacia fuera muy lentamente

"Quizás así no sea tan poco ¿no crees?"

"Estate quieto" – su tono no fue convincente, ella misma se dio cuenta, no hizo ni un gesto para detenerle y Carlos lo captó; Siguió deslizando el tirante lentamente, aun no había alcanzado el umbral de su hombro tras el cual caería por su brazo.

"No te creo princesa, no quieres que me detenga" – Carmen miró hacia abajo, la luna llena bañaba de blanco pálido sus pechos, comprendió que desde su perspectiva Carlos podía ver mas de lo que ella había supuesto; debía parar aquello pero de nuevo se sentía paralizada, inmóvil, incapaz de detenerlo aun.

Aun, aun, esa era la trampa, la excusa, ‘aun’ significaba que lo pararía… mas adelante, aunque mas adelante de nuevo se diría "aun".

"¿Sabes? Hace días que quiero preguntarte algo" – Carmen le miró intrigada

"Depende de tu pregunta, así será la respuesta" – no podía dejar de sentir la mano en su hombro arrastrando lentamente el tirante de su vestido, se sentía relajada, algo inestable aun, le gustaba la sensación de ver el deseo tan explicito en los ojos de Carlos, no veía peligro, estaban en un lugar público ¿qué podía pasar? Recordó los besos en el parque, el roce de su mano en sus muslos… un escalofrío le recorrió la espalda. Le gustaba el juego, más de lo que en principio se esperaba.

"Desde aquel día que hablabas con Mario… ya sabes, sobre la fiesta en casa de vuestros amigos… cuando se fue y te quedaste con ellos…" – Carmen se inquietó, no deseaba entrar en una mentira que se le podía ir de las manos. – "…de verdad que no consigo quitarme de la cabeza la imagen de ese momento"

"Dicho así parece mas de lo que en realidad fue" – Carlos acariciaba su hombro y recorría su brazo con suavidad, pensaba que debía incorporarse, hacer algún gesto que detuviera aquello pero por alguna razón no se movía.

"¿En serio? No me dirás que pasaste la noche charlando, o…" – la estrechó levemente contra él, Carmen sintió como su cuerpo cedía sin mostrar ninguna tensión – "…durmiendo tranquilamente en una cama, tu sola"

"Tienes razón, no te lo voy a decir"

"Peor para ti, eso me confirma mis sospechas, además, te voy a torturar hasta que confieses tus pecados" – Carmen sonrió ante la broma

"La imaginación es libre, puedes pensar lo que quieras y, en cuanto a lo de la tortura… no te va resultar fácil"

"Nunca te he tenido por una chica fácil, me gustan los retos, me motivan y no voy a parar hasta conseguir lo que quiero" – la miraba intensamente a los ojos al pronunciar aquella frase que significaba mucho mas de lo que las palabras decían. Carmen estaba inquieta, se sentía asediada pero era una sensación agradable, intensamente agradable, se dio cuenta de que la mano de Carlos reposaba en su cintura ligeramente adelantada de modo que las yemas de sus dedos casi rozaban su vientre

"Pues en este caso, te vas a quedar con las ganas, no pienso hablar si no es en presencia de mi abogado"

Dime solo una cosa: ¿No era la primera vez que estabas con ellos, verdad?" _ Carmen entendía de sobra el sentido que Carlos le daba a esa expresión pero evitó contestarle

"Claro que no, han venido algunas veces a Madrid y hemos salido juntos… con Mario" - Carlos sonrió

"Te escabulles, eres como un pez intentando escapar, eres escurridiza, pero te tengo bien sujeta" – Carmen sintió la mano apretando su cintura, adelantándose hasta posarse sobre su ombligo, Carlos se había movido hasta situarse ligeramente por detrás de ella que quedó apoyada en su pecho, de espaldas a el.

"Estate quieto" – se revolvió débilmente pero Carlos no estaba dispuesto a ceder terreno

"No hasta que me digas cuántos fueron" – sentía la caricia en su vientre, moviéndose por su estomago, bajando de nuevo hasta su vientre, apretando sus tensos abdominales, una vez creyó sentir el roce de la mano en la parte inferior de sus pechos; Estaba excitada, se sentía muy excitada, quería jugar un poco mas, solo un poco mas antes de acabar con aquello y proponer volver a la sala.

"¿Cuántos?" – su voz sonó mimosa, no había tenido la intención pero se oyó a si misma y se sorprendió.

"¿Dos? ¿tres? ¿Más quizás? ¿varios a la vez o eso es mucho para ti?" – un destello de placer la envolvió, se imaginó a si misma rodeada de varios hombres, todos desnudos, acariciándola, dejándose tocar y besar por todos, dedicándose a varios de ellos mientras otros a los que no veía la tocaban; Sintió la tentación de fantasear e inventar una historia para él.

"Tres" – se arrepintió nada mas pronunciarlo, ahora estaba abocada a continuar la mentira, comprendió que estaba yendo demasiado lejos y rectificó al tiempo que se separaba de él y comenzaba a caminar – "… cuatro, veinte, doscientos ¿pero qué te crees?"

Carlos avanzó hasta situarse a su lado y la cogió de la mano.

"Así que tres?" – No estaba dispuesto a abandonar el tema.

"¿Y por qué esa cifra y no las otras?"

"Porque ‘tres’ lo dijiste sinceramente, te salió del corazón, luego cambiaste, te arrepentiste e intentaste escabullirte de nuevo, por eso me quedo con tres" – Carmen sonrió, era un buen observador y en parte la había descubierto. Su sonrisa no paso desapercibida para él – "¿ves? Tenia yo razón, fueron tres" – Carmen rompió a reír, nerviosamente. – "Ahora dime, ¿cómo fue? primero fue con uno de ellos, seguro, con el que mejor te llevas, luego… posiblemente se unió otro,…" - Carlos sugería una escena que Carmen, curiosa por saber hasta donde llegaba su imaginación, no negaba – "…quizás os vio entrar en alguna habitación y le pudo el morbo y se aventuró a entrar ¿verdad?" – Carmen se mantenía sonriendo, si afirmar ni negar – "o puede que ya sepan que te van los tríos… las orgías…" – Carlos buscaba en sus ojos una respuesta que no llegaba

"¿Me crees capaz de esas cosas?"

"De lo que estoy seguro es que no te quedaste con ellos esa noche jugando al parchis" – ambos rieron, Carmen se sentía excitada siendo la protagonista de esa historia.

"Al parchis no"

"A las prendas, seguro que si" – Carmen le miró y estalló en una risa que Carlos aprovechó para cogerla por la cintura y atraerla hacia si, la beso en la boca ahogando su risa; Carmen, sorprendida por aquel beso inesperado no reaccionó y se dejo besar, a medida que el beso se hacia mas intenso se dejo llevar y rodeó su cuello con sus brazos besándole con deseo, ahora era ella quien besaba, quien tomaba la iniciativa; Sintió una de las manos de Carlos acariciar su glúteo, noto como bajaba hacia su muslo mas allá del límite del vestido y como subía por debajo de su falda hasta posarse en su nalga desnuda.

"Carlos, no, por favor" – apoyó sus antebrazos en el pecho Carlos para separarse, pero el la sujeto con fuerza y de nuevo la beso mientras su mano no abandonaba su presa, Carmen volvió su rostro mirando a su alrededor – "puede venir alguien, por favor" – el esfuerzo por separarse de él hizo que su muslo quedase rodeando el de Carlos que lo avanzó entre los de ella, el contacto con su miembro erguido actuó de disparador de toda la tensión acumulada, de nuevo miró a su alrededor, le miró a los ojos y le besó apretando su nuca con sus manos, los dedos de Carlos se movían por su culo con avidez, buscando lugares donde perderse, de nuevo Carmen tuvo un atisbo de sensatez, o de miedo y le rogó que la dejara.

Carlos sacó su mano de debajo de su falda pero no soltó su cintura

"¿Mejor así?" – de nuevo busco su boca pero Carmen le evitó

"Suéltame por favor" – su tono ya no era débil y Carlos comprendió que debía ceder si no quería estropearlo todo, la ambigüedad de Carmen, sus repentinos cambios le desconcertaban; La soltó y comenzó una disculpa

"Lo siento, no quería…"

"Déjalo, volvamos dentro" – Carlos no insistió mas y caminaron juntos en silencio hasta el interior de la sala donde el ruido y le humo de nuevo los envolvió, Carmen me buscaba entre la gente pero no me localizaba

"Vamos a por algo frío" –de nuevo la tomó de la mano para dirigirla a la barra pero ella se soltó y le siguió algo retrasada; Mientras él pedía en la barra Carmen se empeñaba en localizarme; Carlos le llamó la atención.

"Salgamos fuera otra vez, estaremos mejor" – en su mano llevaba una botella de cava y dos copas, Carmen le miró sorprendida

"No pensarás que con todo lo que he bebido me voy a pasar al cava"

"Busquemos a Mario y a Elena, espera, voy a por dos copas mas" – la idea le pareció perfecta, necesitaba encontrarme, quería irse de allí, acabar con aquello antes de que tuviera que arrepentirse de algo, además estaba preocupada, no sabia que estaba pasando entre Elena y yo.

Salieron de nuevo hacia el jardín, esta vez se dirigieron hacia la piscina, un silencio incomodo se había instalado entre ellos, siguieron el sendero que bordeaba el ancho de la piscina cuando al fondo, tras unos árboles, Carmen identificó el vestido de Elena, iba a decírselo a Carlos pero las palabras se le helaron en la garganta: Elena estaba tumbada en el suelo y yo, incorporado sobre un codo, la acariciaba. Sintió un frío intenso en la espalda. Carlos nos había visto también y se detuvo.

"Será mejor no molestarles ¿no crees?" – una intensa rabia se apoderó de Carmen, una rabia irracional, un despecho profundo, no quería sentirse engañada pero no podía evitarlo.

"Tienes razón, mejor no les molestamos" – Carlos debió adivinar las emociones de Carmen y pensó la manera de aprovecharlas en su beneficio.

"Ven, vamos a sentarnos allí" – dijo señalando un lugar alejado de donde estábamos nosotros, Carmen le siguió, aun enfurecida; El lugar era una especie de pequeña plaza rodeada de aligustre perfectamente cortado y árboles, alrededor cuatro bancos de madera y mas allá, en otra placita una fuente enviaba sonidos de agua, Carlos dejó las copas y la botella en el banco y se sentó al lado de Carmen que intentaba sobreponerse a las emociones que sentía.

Pensaba que no tenía derecho a enfadarse, se sentía extraña ante tal arranque de celos, pero no podía evitarlo; una cierta sensación de haber sido manipulada la invadía, ¿la había dejado sola con él para poder ligarme a Elena? Sus pensamientos fueron interrumpidos por Carlos al descorchar ruidosamente la botella, escanció dos copas y le ofreció una a ella, tenia la boca seca y la apuró casi de un trago, Carlos la imitó y vació su copa volviéndolas a llenar, Carmen no prestaba atención a lo que ocurría, su mente seguía perdida en la escena que había visto.

"Que noche mas estupenda verdad? "

Carmen le miró e instantáneamente regresó de su tormenta interior; aquel hombre intentaba acostarse con ella, la había besado, acababa de tocarle el culo bajo su falda y no había hecho nada para impedirlo.

Y pensó que yo estaba intentando follarme a otra mujer mientras ella hacia esfuerzos por frenar a Carlos ¡pero que imbécil había sido! Se sintió estúpida, amargamente estúpida.

Sonrió a Carlos y bebió de su copa.

"Es una noche preciosa, si" – Carlos intuyó algún cambio en Carmen y volvió al ataque

"Al final no me has dicho si me estaba equivocando mucho o poco en mi versión de tu fiesta" – Carmen le miró en silencio, sopesando lo que debía hacer y hasta donde quería hacerlo.

"No te equivocabas demasiado" – respiró hondo, bebió de nuevo y dejó que Carlos rellenara su copa.

"¿tres?"

"tres"

"¿juntos?" – Carlos se acercó a ella y rodeo sus hombros con su brazo

"Los tres, no" – Carmen notó su tono de voz sugerente, le había surgido sin pensarlo pero una vez descubierto no lo evitó

"El primero solo y luego se os unió otro amigo, verdad?" – Carmen sintió con la cabeza

"Dime…" – Carlos se acercó a su rostro, su mano jugueteaba otra vez con su tirante – "… ¿qué se siente estando con dos hombres a la vez? - Carmen improvisó, se basó en las fantasías que habíamos tenido en alguna ocasión

"Poder, pero también indefensión…"

"Indefensión… maravilloso" – Carlos buscó su boca y ella se dejó besar - … dime, mientras uno de ellos te… follaba, ¡que hacías con el otro’", Carlos pronunció esta frase sin dejar de besar su mejilla y su sien, Carmen sintió como se le erizaba el piel, la trataba sin respeto, le hablaba como a una cualquiera.

"¿Tu que crees?" – estaba mas excitada que nunca, se sentía libre de prejuicios y no pensaba en nada mas que en Elena tumbada en el césped y yo casi encima de ella.

"¿Lo adivino?" – Carlos seguía besando su cuello, su mano estaba sobre sus muslos acariciándolos, siguiendo con sus dedos la hendidura que formaban ambos muslos pegados el uno al otro; Carmen no contestó, estaba vencida contra el respaldo del banco, apoyada en el brazo de Carlos, dejando que su boca castigara su cuello, la sensación de la caricia en sus muslos era excitante, suave, agradable. – "… dime, ¿intento adivinarlo?"

"Prueba" – los labios de Carlos recorrían su cuello, Carmen había vencido su cabeza hacia atrás y sintió aquellos labios avanzar por su garganta, los dedos de Carlos intentaban sin éxito profundizar entre sus muslos.

"Creo... que… mientras te follaban…" – esa palabra provocó en Carmen un estallido de placer – "… tu, seguro que tu… tenías otra polla en tu boca" – el lenguaje directo que estaba empleando Carlos la excitaba aun mas, sintió como su dedos presionaban mas intensamente entre sus muslos y sin darse cuenta cedió dejando que se colasen entre ellos, Carlos besaba su hombro, su cuello su garganta – "¿fue así?" – Carmen callaba – "dímelo, ¿fue así?"

"Si!" – su voz sonó convertida en un gemido, la mano de Carlos acariciaba la parte interna de sus muslos que habían terminado por relajarse y ya no ejercían ninguna presión

"Lo sabia! Sabía que te gusta, debes ser muy buena mamando" – Carmen estaba ebria, la mezcla del cava le había hecho efecto sin que ella se diese cuenta, Carlos continuaba besándola mientras su mano acariciaba sus muslos ya sin resistencia y la otra mano deslizaba el tirante de su vestido.

Sintió en su brazo el roce del tirante al caer y notó como la tela que cubría su pecho comenzaba a vencerse por la gravedad, sabía que no iba a quedar desnuda, sabia que su pecho erguido detendría la caída de la tela, ese sería el momento de acabar con aquello, pero aun… aun necesitaba la emoción, el riesgo que suponía la tela a punto de caer.

 

"Ya está bien ¿no? Ya lo has conseguido" – le regañaba como a un niño caprichoso

"Aun no" – Carlos sonreía dulcemente, Ella esperaba ver en su rostro una expresión de lujuria, sin embargo se encontró con dulzura, con ternura y eso la desarmó.

Sintió como la mano que acaba de retirar su tirante comenzaba a acariciar su hombro desnudo, haciendo círculos cada vez mas amplios, sentía su aliento cerca, muy cerca, demasiado cerca, Carmen estaba paralizada, en tensión, incapaz de moverse, seguía mirándole, sintiendo, solo sintiendo; Los dedos que la torturaban recorrieron su clavícula, Carlos le hablaba pero apenas percibía lo que le decía, se acercó mas a ella para poder dar margen a su brazo y que pudiera alcanzar su garganta con la mano, se sentía abrazada por él, rodeada por su brazo que lanzaba su mano hacia su garganta; aquel cosquilleo en su cuello, subiendo a la parte inferior de su mandíbula la estaba excitando mas de lo que podía soportar, escuchó su propia respiración agitada e intentó silenciarla para que Carlos no la oyera, pero era imposible de ocultar; echó la cabeza hacia atrás sin pensarlo y enseguida recupero su postura, eran estos signos de su estado emocional, signos de su excitación demasiado evidentes para no ser captados por un hombre; Carlos deslizó lo dedos por su clavícula hasta volver al hombro y de nuevo emprendió el camino de vuelta hacia su cuello, pero esta vez descendió por debajo del hueso que se marcaba en su piel, apenas faltaba unos pocos centímetros para que rozase su pecho. Al mismo tiempo la mano que acariciaba el interior de sus muslos avanzaba ejerciendo una leve pero continua presión hacia fuera para separarlos, Carmen era consciente de lo que sucedía pero era incapaz de reaccionar a la multitud de sensaciones que recibía. Carlos acariciaba su hombro y se deslizó por su brazo, al bajar de su hombro rozó su pecho cubierto aun por la tela y provocó un respingo en Carmen, bastó ese roce para que el triangulo que cubría su pecho y que mantenía un equilibrio inestable se derrumbara hasta detenerse en la prominencia de su pezón, ahora si tenía el pecho semidesnudo ante él, los dedos de Carlos continuaron a caballo entre su hombro y su pecho rozando ahora su piel desnuda, Carmen cerro los ojos quería sentir pero no quería que avanzase mas, quería detenerle pero quería sentir…

Carlos dobló su dedos para rozarla ahora con sus uñas, los arrastró por la parte superior del pecho de Carmen, una, otra, otra vez, tenía que notar en su mano la respiración agitada; sus dedos llegaron a la hendidura que separaba ambos pechos, regresó hacia atrás hasta su hombro, cerca de su axila y volvió con fuerza renovada, con osadía acrecentada y traspasó ese limite cruzando al otro pecho aun cubierto por el vestido, Carmen callaba y Carlos al sentirse cada vez mas aceptado deslizó sus dedos hacia su garganta para a continuación bajar en vertical dejando que la yema del dedo medio recorriera el valle entre sus pechos, Carmen respiraba cada vez mas agitadamente, entonces Carlos deslizó levemente sus dedos por debajo de la tela qu cubría su pecho izquierdo, Carmen balbuceó una insegura negativa que él ignoró – "Shhh" – la mandaba callar con un susurro, estaba tan cerca de ella, su rostro rozó su cabello y se quedó ahí besando su mejilla mientras su mano comenzaba a rozar la tela vencida, a punto de despeñarse desde su pezón, Carmen sabía lo que vendría si no lo detenía ya mismo;

Pero no hizo nada.

La caricia en sus muslos cada vez era mas profunda, a cada paso que avanzaba presionaba para separarlos y estos obedecían dejando el camino libre a su avance.

Entonces sucedió. Sintió el roce de un dedo en su pezón, suave, ligero, sin apenas presión, una caricia con la yema del dedo que disparó sus emociones y soltó toda la tensión acumulada; Como si aquello hubiera sido una señal, Carlos adelantó su otra mano hasta tocar la húmeda prenda que cubría su sexo; Carmen dió un salto al sentirlo e inició una negativa, cuando escuchó mi voz a su espalda acercándome

 

"vaya al fin os encontramos" – Carmen se separó bruscamente de Carlos y, aun de espaldas, se colocó el tirante, se irguió precipitadamente y se levantó del banco volviéndose hacia nosotros. Lo que vi fue la imagen de mi mujer visiblemente alterada.

…..

 

Mis manos reposaban en los riñones de Elena, sintiendo el balanceo de sus caderas al bailar, No podía dejar de pensar que esta balada era una de las preferidas de Carmen "you'd better stop before you tear me all apart…" cantaba Sam Brown mientras Elena pegaba sus pechos a mi cuerpo, mientras mis manos acariciaban la promesa de sus nalgas, mi excitación crecía a medida que Elena se daba mas a mi y mi imaginación me brindaba imágenes de Carmen y Carlos besándose en el jardín. Elena me miró, con el rostro casi rozando el mío.

"Aun no me has contestado" – no sabía a lo que se refería, sonrió y entonces caí – "si acaso me volvía loca, ya sabes"

"Primero debería comprobarlo antes de negociar" – me miró intensamente, estaba casi pegada a mi, bastaría un ligero avance y mis labios tocarían los suyos, entonces recorrí ese breve trayecto y sentí sus labios cediendo a mi presión, adaptándose a mi boca; ¿Cuánto duró? No sabría decirlo, solo se que cuando la canción terminó Elena abrió los ojos y me dijo

"Pídeme algo de beber, voy al aseo" – por su tono intuí que iba a cumplir mi improvisado deseo; estaba tan excitado que apenas podía ocultar el bulto en mis pantalones, pero no me importaba, nada me importaba, caminé hacia la barra y fue entonces cuando me di cuenta de que me había olvidado de Carmen; Y fui consciente de que igual que yo deseaba acostarme con Elena era probable que Carmen deseara acostarse con Carlos.

Si es que no lo estaban haciendo ya; De pronto recordé horrorizado las habitaciones que Carlos había reservado cerca de allí, el pánico me invadió, era esa sensación fatalista de lo inevitable, el vértigo de haber perdido la última oportunidad de cambiar el rumbo de los acontecimientos.

Pedí Ron con coca para mi y tónica con ginebra para ella, no recordaba qué había bebido antes y me decanté por pedirle la bebida favorita de Carmen.

Carmen, Carmen, ¿estaría ya desnuda sintiendo a Carlos dentro de ella? ¿Estarían haciendo el amor? Imaginé la escena, cómo se mueve buscando las caricias que le gustan, su forma de agarrarse a mi espalda, de doblar sus piernas y cruzarlas por detrás de mi, su manera de montarme colocándose sobre mi polla y dirigiéndola con su mano, dejándose caer…

Vi caminar a Elena hacia el guardarropa y entendí que iba a dejar su ropa interior en el bolso; A los pocos minutos la vi avanzar hacia mi, erguida, caminando con elegancia y sensualidad, noté un movimiento en sus pechos que delataban su desnudez, la sonreí y me devolvió la sonrisa.

"Gracias" – le dije tendiéndole la copa, ella se hizo la sorprendida

"¿Por qué?" – le seguí el juego

"Por cumplir tan bien mis deseos"

"No se a que te refieres" – quería jugar

"Estás desnuda" – mis palabras la excitaron, se miró el vestido

"Diría que no" – sonreía, la miré en silencio, estaba decidido a tener a esa mujer.

"Voy a comprobarlo"- sus ojos mostraron un fingido escándalo, la llevé a la pista de baile y comenzamos a bailar de nuevo, totalmente pegados

Mis manos se dirigieron sin titubear a sus nalgas y no encontraron rastro de su tanga

"Mucho mejor así, tienes un culo precioso que no se merece que lo escondan" – escuché su risa en mi oído – "veamos que mas me encuentro, o mejor dicho, qué me dejo de encontrar" – deslice mi mano derecha horizontalmente desde su nalga a su muslo, apretándolo, deseándolo, un gemido escapo de su garganta, entonces subí lentamente mi mano por su cadera, arrastrando deliberadamente su vestido.

"Cuidado, me vas a desnudar aquí mismo" – susurró en mi oído depositando a continuación un beso

"No me importaría, pero mejor buscamos otro lugar" – mi mano seguía subiendo por su costado acariciando, palpando cada curva, hasta llegar a su axila, comencé a acariciarla con la yema del dedo pulgar. Sus movimiento se habían vuelto mas sensuales, respondiendo al placer que le provocaba con mis caricias, su aliento calido en mi cuello revelaba sus excitación, deslice mis dedos hacia el nacimiento de su pecho, hasta el borde del vestido y un gemido ahogado acompaño mi gesto, avancé aun mas hasta colocar mi mano en su pecho y sentí el mullido tacto libre del sujetador.

"Delicioso"

"¿Te gusta?"

"Me gustará"

"Nos están viendo"

"Déjalos que sufran" – sonrió – "ya quisieran ellos estar donde estoy yo"

Terminó la canción, nos separamos aun cogidos de la mano, sin dejar de mirarnos, me acerque a su oído

"Esto solo ha sido un comprobación previa, necesitaré algo mas detallado"

"Pero no aquí, salgamos al jardín"

 

El golpe del frescor de la noche me despejó, algo inesperado, algo no buscado por mi había sucedido: llevaba a mi lado a una hermosa mujer dispuesta a darme todo; Quería imaginar que Carmen disfrutaba del asedio de Carlos y expulsaba de mi mente la posibilidad de que estuviese incomoda, intentaba crear un marco en el que pudiera relajar mi vigilancia y dedicarme a esta mujer que me buscaba claramente.

Recorrimos un camino delimitado por seto bajo hasta una fuente, vimos algunas parejas sentadas en los bancos charlando, fumando, besándose, ninguna eran ellos, nos desviamos hacia un camino de tierra que continuaba entre los árboles y nos detuvimos en un claro oculto de la vista desde la discoteca, al frente, mas allá de los árboles, se distinguía una enorme piscina y en su lado mas alejado una balaustrada de piedra que relucía por el resplandor de la luna; Elena se arrodilló en el césped, comprobando si estaba húmedo para no mancharse.

"No te sientes sobre el vestido, lo puedes manchar" – sonrió con picardía y se levantó el vestido antes de dejarse caer sobre su muslo izquierdo que quedó desnudo ante mi.

"Está frío!" – protestó pero para entonces mi boca ya sellaba la suya haciéndola vencerse sobre su espalda, su cabeza reposaba en mi brazo y comencé a acariciar su pechos por encima de la ligera tela, Elena me abrazaba mientras mi hambrienta mano recorría su estomago ávida de sensaciones.

El tacto me devolvía impresiones nuevas, su carne cedía a la presión de mi mano con otra tensión que me recordaba que ese cuerpo no era el de Carmen; Siempre me ha gustado acariciar su vientre, sentir la dureza de sus abdominales en mi mano, subir a su estomago y bajar casi hasta su pubis sintiendo cada músculo, cada ondulación; Ahora las sensaciones que mi mano obtenía eran ajenas a mi experiencia con Carmen y mi cuerpo reaccionaba intensamente. Escuchaba su respiración agitada cerca de mi cuello y al no reconocerla mi excitación aumentaba con fuerza.

Bajé el tirante y liberé su pecho que brilló bajo la luna, me detuve admirando su forma, algo mas grandes que los de Carmen, bien formados, con una areola mayor y mas oscura; Me sentí observado por ella, su mirada reflejaba ternura mientras me veía admirarla, baje mi rostro y besé su pezón que se endureció aun mas en mi boca, mi mano comenzó a vagar por su vientre hasta llegar a sus muslos semiabiertos, busqué el borde del breve vestido y cuando sentí la desnudez de sus muslos que se abrían a mi paso comencé a avanzar arrastrando el vestido con mi mano que alcanzó su calido sexo; Elena gimió, su voz sonaba diferente a Carmen y esa diferencia actuó como un potente afrodisíaco en mí; Su mano se agarrotó en mi cabello al sentir mis dedos invadiendo su húmedo interior, entonces la urgencia nos asaltó a ambos y nerviosamente me subí sobre ella mientras sus manos intentaban sin éxito desabrochar mi pantalón, cuando al fin lo logramos ella tomó mi polla en sus manos y la guió hasta situarla en sus labios, de nuevo mi atención se centró en la novedad, no reconocía esa forma de sujetar mi erguido miembro y de nuevo se disparó la excitación; Una leve presión bastó para deslizarme en su empapado coño. Todo estaba siendo tan rápido, era una sensación nueva, distinta, no había estado con ninguna mujer desde mi divorcio.

Excepto Carmen. La imaginé tumbada en alguna habitación cercana, sintiendo caricias nuevas en su cuerpo desnudo.

Elena terminó de descubrir sus pechos para que pudiera besarlos mientras me movía en su interior y luego rodeó mi cuello con sus brazos; sus caderas seguían mi ritmo con fuerza; nada era igual, ninguna de las sensaciones que recibía eran familiares y cada vez me encontraba mas excitado.

Porque esa era la realidad, me sentía mas excitado que nunca o, al menos, no recordaba el momento en el que estuve tan excitado como ahora.

Busqué su lengua con la mía y un gemido de placer acompañó la caricia de ambas lenguas que se buscaron con hambre. Mis sentidos estaban atentos a cada detalle, el aroma de su aliento me excitaba de una manera animal, el sabor de su boca, el olor de su pelo… todo conectaba directamente con mi polla endurecida hasta el dolor.

Era todo tan rápido, había tanta urgencia en aquel acto que nos impedía pensar, ambos nos deseábamos con furia y con furia follábamos, no era este el momento de delicadeza, aquello era puro instinto animal.

Golpeaba su pubis con el mío con fuerza escuchando sus gemidos en cada envite, aumentando el ritmo hasta que sentí como explotaba en su interior.

Me quedé echado sobre ella, notando los últimos espasmos de mi polla mientras Elena me besaba repetidamente en el cuello.

Me tumbé a su lado no sin antes colocarme la ropa, ella se arreglo como pudo el vestido y ambos nos quedamos mirando el cielo, sintiendo el vértigo del infinito que se abría ante nuestros ojos.

"Me debes algo mas elaborado" - dijo de pronto; la miré y ambos sonreímos.

"Por supuesto, esto solo ha sido un anticipo"

"¿Cuándo te vas?" – dijo incorporándose, yo la seguí y ambos nos levantamos del césped intentando adecentar nuestras maltrechas ropas, sin pensarlo le ofrecí un paquete de kleenex que llevaba en el bolsillo, imaginé que lo necesitaría al no llevar bragas, ella me miró agradecida y dudó un segundo antes de meter su mano entre sus piernas y limpiarse el coño, me miró mientras repetía la operación con un segundo pañuelo, fue un gesto excitante, vulgar, grosero y lascivo pero que en ella resultó tremendamente hermoso.

"Pasado mañana"

"Vaya!" – su tono fue de fastidio, comenzamos a caminar sin rumbo, cogidos de la mano, pensaba como volver a verla sin engañar a Carmen pero me parecía del todo imposible

Torcimos al final de un sendero y fuimos a dar a una pequeña plaza con una fuente blanca, al otro lado en la siguiente plaza reconocí a Carmen de espaldas vencida sobre el hombro de Carlos besándose con él. Se me heló la sangre en las venas, un ahogo me impedía hablar; Elena me miró, su expresión de preocupación me hizo entender que mi rostro debía ser demasiado expresivo de mis emociones.

"Ahí están" – dijo Elena, no respondí, mi mirada estaba congelada en ellos, tras unos segundos reaccioné

"Si, por fin los encontramos" – Miré a Elena intentando aparentar normalidad

"No se si debo decir esto..." – Elena dudó – "… pero creo que no debiste animar a Carlos si no estabas seguro de lo que hacías, y perdóname si me meto en donde no me llaman" – fingí sin éxito una despreocupación que estaba lejos de sentir

"¿Por qué? No pasa nada, ella es libre de…"

"Vamos Mario, por favor, lo que mas me molestaría de esta velada es que me tomases por tonta" – se produjo un silencio denso en el que Elena esperaba alguna reacción por mi parte, pero mi silencio acabó de impacientarla – "Venga, vamos a reunirnos con ellos y acabemos con esto, por favor" – comprendí que la magia que había existido entre ambos se acababa de hacer añicos, rodeamos la plaza para poder llegar a la zona donde estaban ellos, caminamos en silencio, Elena ya no tenia nada que decir y yo era conciente de que cualquier cosa que dijese ahora ya no tenia sentido.

Bordeamos los árboles y entramos en la explanada a cuyo frente estaban el banco donde aun continuaban abrazados, absolutamente juntos, con sus cabezas pegadas y el brazo de Carlos situado de tal forma que pensé que su mano tenia que estar forzosamente en su pecho.

Cuando estábamos a unos metros de distancia vi el hombro desnudo de Carmen, el corazón se me aceleraba por momentos, Carlos abalanzado sobre ella, sus cuerpos pegados. Noté un gesto en Carmen, una especie de espasmo incontrolado e imaginé…

"Vaya, al fin os encontramos" – lancé en voz alta para anunciar nuestra llegada y evitarle una situación aun mas violenta a Carmen si en realidad estaba sucediendo lo que yo imaginaba. Su reacción me confirmó mis temores y su forma de colocarse el tirante me lanzó un mensaje de clandestinidad, de ocultación. Carlos se volvió indolentemente, con un leve gesto de fastidio en su rostro, Carmen se quedó aun un momento de espaldas y cuando se volvió… ¡Dios, vi un gesto de culpa que jamás había visto en ella!

"¿No estabais bailando?" – dijo Carlos visiblemente molesto por la interrupción.

"Ya ves, nos hemos cansado el uno del otro y venimos a cambiar de pareja" – dijo Elena en un tono sarcástico mirando a Carlos, éste notó algo y calló, Elena se dirigió a Carmen – "te cambio a Mario por Carlos, está deseando volver a estar contigo" – no esperó respuesta, se colgó del brazo de Carlos y le dijo – "Anda, invítame a algo fresco y baila conmigo" – Carlos me interrogó con la mirada y yo evité responderle, tomé a Carmen del brazo y la conduje por la vereda que acaba de recorrer con Elena, escuché los pasos de ellos alejándose hacia la discoteca, imaginé que Elena le contaría mi conducta, pero me daba igual, aquello tenía que pararse como fuera.

Caminamos un momento en silencio hasta que nos sentimos alejados de ellos

¿Cómo estás?" – hubiera querido preguntarle otras cosas, pero no sabía como enfocarlo sin que pareciese un interrogatorio, Carmen se mantuvo en silencio un momento antes de contestar

"Aturdida, he bebido demasiado y no me sienta bien, me gustaría irme" – evitaba contarme, pero yo necesitaba saber

"¿Qué ha pasado?" – Carmen tenía la mirada perdida al frente

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