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Diario de un Consentidor (32)

en Intercambios

Las lágrimas brotaban entre incontenibles sollozos que convulsionaban todo su cuerpo, apoyada en la piedra del muro que da acceso a nuestra urbanización Carmen lloraba desconsoladamente.

El llanto cesó de improviso, en un instante toda la agitación que la sacudía dejó paso a una extraña calma que apagó el temblor que acompañaba sus sollozos anteriores, su respiración se fue normalizando, Carmen se irguió.

  • "No puedo entrar así" – dijo en voz baja, respiró profundamente varias veces, de nuevo su fuerza de voluntad la recuperaba antes de hundirse del todo.

Buscó en su bolso un pañuelo con el que secar sus ojos y pudo comprobar que el rímel surcaba su cara, se limpió como pudo en la penumbra del jardín ayudada por un pequeño espejo que le devolvía la imagen de una mujer desolada que no era ella y a la que rechazó visceralmente; Después, cuando creyó haber paliado las huellas de su llanto, en lugar de entrar por el portal lo hizo por el portón del garaje; accionó el mando que llevaba en el bolso y se dirigió directamente a la plaza que ocupo yo con mi coche; comprobó aliviada que aun no había regresado, entonces aceleró el paso y tomó el ascensor esperando no encontrarse con nadie.

Al entrar en casa se terminó de producir la transformación, la serenidad que la había invadido eliminó todos los síntomas de la ansiedad anterior, era como si nada hubiera sucedido, su cuerpo reaccionó como si un interruptor hubiera desconectado todas las alarmas que la habían mantenido en estado de stress durante toda la jornada, Carmen se movía por casa como si regresara de un día normal, como cualquier otro; Se quitó la ropa tarareando una canción y la guardó cuidadosamente, entró en el baño, orinó y se lavó en el bidet, cogió sus bragas del suelo y antes de echarlas al cesto de la ropa sucia las dobló, sus ojos se fijaron en la mancha dejada por la humedad que marcaba la parte interior, era la huella del abuso pero no la alteró. Se miró al espejo y se lavó la cara eliminando cualquier rastro del llanto. Su mente estaba en otra parte, decidiendo que hacer de cena, calculando cuantos días le quedaban para comprar los regalos de Navidad para las dos familias.

Cuando llegué a casa, quince minutos más tarde, nada había en ella que me pudiera alertar sobre lo sucedido, Carmen se mostró cariñosa y alegre como siempre, no podía imaginar por lo que había pasado, tan solo sus ojos me devolvían la imagen de una mujer cansada.

  • "¿Un día complicado?" – Carmen me miró, sus ojos sonrieron con desgana.

  • "Un poquito, la reunión de mediodía fue… bastante dura" – dejó la servilleta en la mesa. – "Estoy muy cansada, ¿no te importa recoger?" – salió de la cocina dejándome preocupado, cuando acabé de guardar los platos en el lavavajillas entré en el salón, no es habitual que Carmen se agote por un día más o menos cargado de trabajo, pasé hacia el baño y la vi sentada en su sillón preferido mirando la televisión con las piernas dobladas en el asiento, parecía tan absorta en la película que ni siquiera fingí demorarme antes de regresar a la cocina.

Nos acostamos pronto, fui yo quien lo propuse a la vista del agotamiento que parecía tener.

Carmen apenas durmió en toda la noche; era consciente de que aquella calma que sentía no era sino una defensa que le permitía no desesperarse por lo sucedido y mantenerlo oculto. Varias veces intentó recuperar de su memoria el horror que había sentido al notar aquellos dedos violentando su sexo pero apenas pudo recuperar unas vagas y difusas imágenes carentes de emociones. Un muro infranqueable le vetaba el acceso al recuerdo emocional de lo sucedido, protegiéndola del espanto que le produciría revivirlo.

Sus pensamientos estaban centrados en cómo afrontar el reencuentro con Roberto, tuvo una leve tentación de tomarse un día libre pero al igual que hizo tras aquel aterrizaje forzoso que vivió unos años antes, decidió que lo mejor era no demorar lo inevitable.

Temía su reacción más que a Roberto, no podía mostrarse débil o derrotada, tampoco quería aparecer humillada, no tenía la seguridad de actuar como debía, al fin y al cabo eso era lo que había sucedido hasta entonces y lo que la había llevado a aquella situación; No se culpabilizaba, simplemente era realista, si ella misma no hubiera allanado el camino desde que Roberto le anunció el ascenso nada de esto habría sucedido.

Debió dormir tan solo una o dos horas; Cuando comenzó a sonar la música del radio despertador notó el cansancio acumulado pero se obligó a levantarse antes de que ninguna duda le asaltase.

Llegó temprano al gabinete, antes de lo habitual y entró directamente a su despacho, sentía los nervios agarrotando su estómago y se convenció de que no podía pasar la mañana encerrada; Cuando llegó a la máquina del café se encontró con Julia y varios compañeros, la conversación que mantenían murió tras los saludos, de nuevo sintió la distancia que se había interpuesto entre ella y sus antiguos amigos; Carmen es bastante más alta que todos ellos y por primera vez les miró como si su altura la hiciera superior, solo Julia intentó romper el frío momento.

  • "Ya estamos casi en Navidades…" – Carmen la miró en silencio mientras recogía el café, luego una débil sonrisa apareció en su cara.

  • "Gracias, Julia" – dijo antes de salir de allí y volver a su despacho.

A la una de la tarde no había tenido noticias de Roberto, le suponía en el edificio pero éste no la había llamado como de costumbre.

Al mediodía salió a comer, sola; Eligió una cafetería algo alejada de las que suelen frecuentar sus compañeros, se entretuvo con una ensalada que dejó casi intacta y mientras tomaba café pensó en Carlos.

Toda la ilusión por el encuentro había desaparecido, apenas faltaban veinticuatro horas y se dio cuenta de que si mantenía la cita echaría a perder algo que prometía ser especial, algo por lo que ambos habían estado trabajando casi un mes.

  • "Carlos, soy yo, cuando oigas este mensaje llámame" – cerró el móvil y lo guardó en su bolso

Estaba llegando al portal del gabinete cuando escuchó la llamada.

  • "Hola"

  • "Hola preciosa, dime ¿pasa algo? Tu mensaje no sonaba muy bien" – Carmen hizo una pausa, ¿cómo planteárselo sin que le pareciera una excusa?

  • "Lo siento, lo siento mucho, pero no creo que mañana sea el mejor día para que nos veamos, no estoy bien ¿sabes? Han pasado algunas cosas que me tienen… en fin, preferiría aplazarlo"

  • "Lo entiendo, no pasa nada, cuando tu creas que es el momento me lo dices…"

  • "No Carlos, no lo entiendes, mañana era el momento, no te estoy poniendo una excusa ni me lo he pensado mejor, es otra cosa"

  • "Está bien, tranquilízate, no sé lo que es pero lo que sea no puede ensombrecer nuestro encuentro, prefiero esperar" – Carmen se emocionó al ver la sintonía que había entre ellos.

  • "Gracias Carlos, siempre me sorprendes"

  • "Bueno, eso me alegra, espero sorprenderte muchas más veces"

  • "¿Aun puedes anular el billete? Me acabo de dar cuenta de que tenías todo preparado…"

  • "Da igual Carmen, no te preocupes por eso ahora"

  • "Te tengo que dejar ahora, te llamo mañana, un beso"

  • "Un beso, hasta mañana"

Durante la tarde estuvo preparada para la habitual llamada de Roberto a última hora, pero no se produjo, le escuchó hablar por el pasillo, pasó por su puerta con alguien pero no se detuvo; a las seis y media Carmen se marchó, aliviada y preocupada.

El gimnasio no consiguió evadirla de su preocupación; dos sentimientos corrían parejos por su cabeza, la esperanza de que se hubiera acabado el acoso de Roberto y el temor a haber perdido su ascenso; Ambas ideas la asediaban constantemente, con la primera se sentía descansar, con la segunda renacía la ansiedad por perder aquella oportunidad.

Estaba convencida de que no había sabido manejar a Roberto, sus erráticas reacciones habían dado pie para lo que sucedió a mediodía en el restaurante y más tarde en la oficina. Cada vez que recordaba el instante en que sintió su sexo invadido por aquellos dedos aparecía una inmensa vergüenza mezclada con una sensación física cercana al dolor, pero inmediatamente se borraba de su mente.

Terminó la semana sin que Roberto tuviese ningún contacto con ella y la desazón había ido en aumento, estaba segura de haber perdido sus posibilidades en el gabinete y, aunque lo rechazó de plano, más de una vez detectó con indignación un breve pensamiento de pesar por haber provocado el enfado de Roberto, ¿cómo podía pensar eso?

… …

Durante el fin de semana se confirmaron mis intuiciones, ahora estaba seguro de que algo iba mal, no fue hasta el mismo Viernes en el desayuno, al preguntarle por la cita con Carlos, cuando me dijo que la había cancelado. No conseguí una explicación coherente, tan solo una serie de evasivas que me dejaron aun más preocupado.

Sin embargo ella intentaba aparentar una normalidad que yo estaba lejos de creerme, pasamos el fin de semana con mi hermana y mi cuñado en su chalet de la sierra porque Carmen insistió tanto que al final accedí a un plan que no me apetecía demasiado, era como si intentase evitar quedarse en casa sin hacer nada, era como si quisiera evadirse de pensar.

El lunes por la mañana me dijo que tenía unas gestiones en el Colegio y que saldría más tarde, se quedó acostada mientras yo me arreglaba, justo cuando me tomaba un zumo apareció por la cocina envuelta en su albornoz, su rostro reflejaba una noche de poco dormir.

Intentaba saber que le ocurría sin que se sintiese presionada, cuando le preguntaba se escudaba en una sonrisa forzada que intentaba tranquilizarme, así que desistí de mi intento de ayudarla.

Cuando se quedó sola, cogió el móvil.

  • "Andrés, buenos días, no sé si es buena hora…"

  • "Hola Carmen, que sorpresa… no te preocupes, estaba a punto de salir, dime ¿necesitas algo?"

  • "Pues si, por eso te llamo, quisiera verte, si es posible hoy mismo"

  • "¿Tan urgente es?"

  • "Me temo que sí, pero si no te es posible…"

  • "Por supuesto, pero me alarmas, ¿no me puedes adelantar algo?"

  • "Preferiría hablarlo contigo, en persona"

  • "De acuerdo; mira, ahora salgo a la facultad, de doce a una estaré libre, luego se me complica el día de nuevo, ¿te importa pasarte por mi despacho en la facultad?

  • "Claro, allí estaré, muchas gracias Andrés"

  • "De nada mujer, nos vemos luego"

Carmen pasó la mañana redactando la carta de dimisión que le iba a presentar a la persona que la había contratado y que, por lo que le había dicho Roberto, no estaba convencido del ascenso que éste había previsto para ella, durante todo el fin de semana estuvo analizando la situación, se encontraba en tierra de nadie, no podía regresar a sus funciones de antes, su orgullo no se lo permitía y entendía que el ascenso había sido artificialmente forzado por Roberto, - posiblemente para conseguir sus fines -, no tenía el respaldo ni de los socios, ni de Andrés; Se encontraba fuera de lugar y era el momento de comenzar una nueva etapa en otro sitio.

A las doce menos diez llegó al despacho de Andrés.

  • "Carmen, pasa, pasa, siéntate" – Andrés se había levantado para recibirla y tras darle dos besos la acompaño al asiento. "Bueno, tú dirás, me tienes toda la mañana en ascuas"

  • "En realidad no sé cómo empezar… en fin, he estado madurando una decisión y consideraba un deber anunciártela en primer lugar a ti, ya que fuiste quien confió en mí al inicio" – Carmen sacó un sobre de su bolso y se lo tendió a Andrés, él se quedó mirándola, con los codos apoyados en los reposabrazos del sillón y las manos cruzadas delante de su boca, sin hacer ni un gesto para recoger el sobre de su mesa, su expresión se había vuelto seria.

  • "Si es lo que creo que es, te pido que lo guardes y que hablemos de los motivos que te llevan a tomar esa decisión, y si luego continuas decidida, lo aceptaré"

Carmen se sintió confusa, no esperaba esa reacción, quizás una leve protesta tras leer su dimisión y poco mas, bajó los ojos para ocultar su desazón.

  • "Es largo de contar Andrés, te aseguro que lo he meditado mucho antes de tomar esta decisión"

  • "No lo entiendo Carmen, no logró comprender que ha podido pasar para que precisamente en estos momentos, cuando tu carrera en el gabinete va a dar un giro trascendental, cuando todo tu trabajo de estos años va a dar su fruto… de verdad, no consigo entenderlo"

Carmen no pudo evitar un gesto de sorpresa, Andrés vio la confusión en su cara y cambió de tono, intuyó que algo estaba ocurriendo, se acodó en la mesa.

  • "¿Qué está pasando que yo no sé?" – Carmen volvió a desviar la mirada.

  • "Digamos que… diferencias irreconciliables con alguna persona del equipo"

  • "Carmen, por favor, puedes hablar conmigo con claridad, creo que me lo merezco"

Tenía razón, Andrés siempre se había comportado con ella magníficamente, aunque no participaba a diario en el devenir del gabinete, en aquellas ocasiones que en las que hablaban sentía que tomaba en consideración sus ideas.

  • "Estos últimos meses han sido duros para mi, he intentado estar a la altura de lo que Roberto me exigía de cara a aspirar a la dirección del nuevo departamento…" – Carmen observó un leve gesto de extrañeza en el rostro de Andrés, empezó a sospechar algo, pero continuó – "quizás no he sabido encajar con él, puede ser, lo cierto es que creo que esto no va a ir a mejor y tampoco quiero que el empeño que ha puesto Roberto en apadrinar mi candidatura ante ti le perjudique…" - la duda que crecía en su interior la hizo lanzar una sonda – "…por lo que sé tampoco tu lo ves claro. Es mejor así, Andrés, libero a Roberto de continuar apostando por mí y a ti de una decisión que contradice la opción de Roberto".

Andrés se levantó de su asiento y caminó hacia la librería situada a su izquierda, tomo una carpeta, la ojeó y la volvió a dejar en su sitio, luego se volvió a sentar.

  • "Te ruego, por favor, que me cuentes al detalle lo que Roberto te ha trasmitido sobre tu ascenso" – ante el gesto de desagrado de Carmen, insistió – "Carmen, es muy importante, mucho, que yo sepa tu versión del proyecto."

Reflexionó unos segundos, aquellas palabras reforzaban su intuición de que algo no encajaba, la actitud de Andrés era sorprendente; Decidió acceder y contarle todo.

Andrés no la interrumpió en ningún momento, Carmen intentó dejar una imagen limpia de Roberto y por eso evitó mencionar los abusos y el acoso al que se había visto sometida, en parte también porque no se sentía del todo limpia de responsabilidad.

Cuando acabó de hablar, Andrés bajó la vista y se quedó en silencio mirando al escritorio, luego activo el interfono.

  • "Ana, por favor, cancele el almuerzo y mis compromisos de la tarde, gracias" – luego se dirigió a ella.

  • "Carmen, te voy a pedir dos cosas, la primera es que confíes en mí, la segunda es que guardes esa carta un día más, solo un día, ¿de acuerdo?"

  • "Andrés, entiendo tu interés, pero…"

  • "Mañana por la mañana nos reunimos tu y yo en el gabinete para zanjar este tema, en un sentido o en otro, pero antes debes conocer mi versión de los hechos ¿no crees?

  • "Claro, por supuesto"

  • "Dejémoslo entonces así" – dijo levantándose, Carmen le imitó – "vete a casa, tómate el día libre, y no es una sugerencia, es una orden, hoy no quiero verte en el gabinete cuando vaya" – la acompañó hasta la puerta cogiéndola del brazo, antes de salir le dio dos besos y le dijo: - "Confía en mi, Carmen"

Salió del despacho totalmente confusa, la reacción de Andrés le había dado que pensar, no encajaba su interés en retenerla con la idea que le había transmitido Roberto, además su insistencia en conocer los detalles de la propuesta que le había hecho le confirmaban que Roberto no había jugado limpio. Los cambios de planes de Andrés y su inesperada visita al gabinete le indicaban que algo iba a pasar.

Llamó a Ángela y comieron juntas, evitó entrar en detalles pero su amiga notó su preocupación, Carmen le habló de dificultades en el tema del ascenso y logró salvar la situación.

A las tres y media de la tarde de nuevo estaba sola, no podía aparecer por el gabinete y tampoco quería encerrarse en casa, necesitaba evadirse; Acabó en el Corte Inglés donde gastó una par de horas, luego pasó por casa, se cambió de ropa, cogió su bolsa de deportes y se dirigió al gimnasio

Nada más entrar en la sala de ciclo la vi pedaleando, me acerqué caminando despacio, quería llenarme con su imagen, el pelo recogido en una cola de caballo oscilando con cada pedaleo, su espalda desnuda apenas cubierta por el top amarillo, el brillo del sudor realzando sus vertebras, Y sus nalgas, sus preciosas nalgas subiendo y bajando al ritmo de los pedales.

Al acercarme observé la preocupación reflejada en su rostro, cuando me vio su cara se transformó en una sonrisa artificial que pretendía ocultar los nubarrones que pasaban por su mente, fingí no darme cuenta y la besé antes de ponerme a pedalear a su lado.

…..

Al entrar en el gabinete a la mañana siguiente Carmen notó cierto revuelo, había una actividad inusual en recepción, varios grupos se disputaban la única fotocopiadora, el habitual ambiente relajado de la primera media hora se había convertido en una febril ir y venir.

  • "Perdona!" – le dijo la recepcionista para llamar su atención, le tendía un sobre, Carmen lo cogió y se encaminó a su despacho.

Andrés convocaba una reunión de todo el personal de la empresa a las dos y cuarto del mediodía en los salones del restaurante donde solía celebrarse aquellos eventos que requerían más espacio del que se disponía en el gabinete. Supuso que había algo más porque esa citación no justificaba el movimiento que había observado al llegar.

Diez minutos más tarde, la voz de la secretaria de dirección la reclamó por teléfono.

  • "Pasa, Andrés te está esperando" – le dijo al llegar, Carmen avanzó hacia la puerta pero Diana se levantó y fue quien golpeó con los nudillos, se oyó un "¿si?", Diana abrió una rendija y se asomó. – "Carmen está aquí"

  • "¡Pasa, pasa!" - Diana se retiró dejándole paso y Carmen entró; oyó la puerta cerrarse tras de sí,

Andrés avanzaba hacia ella con esas grandes zancadas que le caracterizaban, "zapatones" le llaman en broma por su tamaño de pie y por su forma de caminar.

  • "Me alegro de que estés aquí, no estaba nada seguro de que no fueras a dar la espantada antes de tiempo" – su tono era jovial, lo más alejado de alguien dispuesto a aceptar una dimisión.

Carmen estaba perpleja, desde su reunión del día anterior la inquietud inicial se había convertido en curiosidad ante las dudas que se le planteaban sobre la verosimilitud de la oferta de Roberto; Tras su relato a Andrés no había podido obtener de éste una confirmación, lo que la llevaba a suponer que Roberto había inventado, o al menos había exagerado, el alcance de su ascenso, si eso era cierto su posición en la empresa era insostenible, seria evidente para el propio Andrés el interés oculto de Roberto para hacer algo así y ella quedaría salpicada ante la sospecha de su connivencia.

  • "Ante todo, quiero darte las gracias por haber acudido a mi antes que a nadie, eso nos ha ahorrado algún disgusto y mucho papeleo innecesario. Quiero comunicarte oficialmente que la adjudicación del nuevo departamento a tu persona fue una decisión personal mía, que en absoluto ha estado nunca en cuestión y que está decidida hace ya dos meses, tan solo esperaba que todo el proceso que hace viable la nueva dimensión del gabinete se consolidase, nunca me ha gustado lanzar las campanas al vuelo prematuramente"

Carmen no podía creer lo que estaba escuchando, sintió como se le helaba la sangre en las venas

  • "Tan solo Roberto compartía conmigo esa información… digamos, privilegiada, le pedí que fuera él quien te informara y ayudara para que tuvieras tiempo de ponerte al día en temas que hasta ahora no has tenido que manejar" – Andrés se removió en el asiento visiblemente incómodo ante lo que iba a decir – "…Creo que Roberto ha equivocado su función… incluso se ha extralimitado… pero tengo la esperanza de que el daño no sea irreparable y confíes en mi palabra, en ningún caso tenías que demostrar nada…" – su rostro se tornó serio y la miro a los ojos antes de continuar – "…ni hacer nada para ganarte algo que ya tienes ganado con tu labor estos años" – se arrellanó en el sillón como si hubiera dejado atrás una fuerte tensión – "En cualquier caso, tu departamento reportará a Luis, que se hace cargo de la coordinación de todo el trabajo clínico del gabinete y en lo referente a docencia e investigación hablarás conmigo directamente"

Terminó de hablar, era evidente que había concluido pero Carmen aun estaba intentando asimilar lo que había escuchado. Su rostro debía estar delatando las emociones tan contradictorias que pasaban por su cabeza.

  • "Andrés, yo…" – sonó titubeante, nerviosa

  • "No digas nada ahora Carmen, no tienes nada que explicar, solo acepta las disculpas del gabinete y las mías personales y di que aceptas el puesto"

Carmen bajó los ojos, o bien sabía lo que había tenido que soportar o lo suponía, los rumores que habían circulado sobre Roberto y ella sin duda habían llegado en las últimas horas a oídos de Andrés, en cualquier caso se sintió avergonzada como nunca.

  • "Acepto, por supuesto, gracias por tu confianza Andrés no sé cómo.." – la interrumpió

  • "Solo quiero que sigas en la línea que has mantenido todos estos años, estoy convencido de que mi decisión es correcta".

Se despidieron en la puerta, Carmen tenía ganas de abrazarle, de abrirse a él como un padre y contarle el desasosiego y la tensión que había vivido esos meses, pero se contuvo y tan solo le dio las gracias de nuevo intentando que no se le notaran las ganas de romper a llorar que tenía. Antes de salir se volvió de nuevo a él

  • "¿Es oficial?"

  • "¡Cierto, se me olvidaba!" – la volvió a hacer entrar y cerró la puerta – "Se lo comunicaré a los socios dentro de una hora y luego, en la reunión de mediodía, se hará oficial"

Carmen recorrió la distancia que la separaba de su despacho conteniendo la euforia que la invadía, miraba a su alrededor y las caras que veía le indicaban que las filtraciones se habían disparado; paso por la puerta cerrada del despacho de Roberto y por primera vez no sintió la inquietud que la había invadido aquellos meses cada vez que estaba apunto de atravesarla, inquietud que había intentado ocultarse a si misma pero que ahora reconocía.

  • "Mario, llámame en cuanto puedas, es importante" – me encontraba fuera de mi despacho donde me había dejado olvidado mi móvil.

Pasó la mañana resolviendo sus asuntos diarios, envuelta en una oleada de alegría como no recordaba en mucho tiempo, abrió el Messenger pero me encontró fuera de línea. Entonces tomó el móvil y marcó el número de Carlos, se dio cuenta de que ya no necesitaba buscarlo en la agenda del teléfono, se lo había aprendido.

  • "Buenos días princesa, que madrugadora"

  • "Tengo buenas noticias y quería compartirlas con alguien" – dijo ella, su tono sonó tan alegre que no paso desapercibido para Carlos

  • "Vaya, te noto mucho mejor, no sabes el peso que me quitas de encima" –le halagó que su estado de ánimo pudiera afectarle, sabía que no exageraba

  • "¿Tanto te importa que yo esté bien o mal?"

  • "Ni te lo imaginas, he vivido estos días como si… no sé, a veces me daba cuenta de lo sombrío y tristón que estaba, sin ganas de hacer nada y cuando pensaba en la razón me daba cuenta de que estaba en tu preocupación, en tu tristeza" – Carmen sintió un profundo cariño al escuchar estas frases, se sentía tan mimada…

  • "Pues alégrate, lo que me preocupaba el jueves ya es historia y me acaban de confirmar en mi nuevo puesto"

  • "¡Eso es genial! Enhorabuena cariño, te lo mereces…" – era la primera vez que Carlos la llamaba ‘cariño’, por un segundo le pareció que era demasiado pero un extraño cosquilleo la invadió ante la novedad de escuchar otra voz distinta a la mía llamándola así, hubiera protestado en otras circunstancias pero calló - "¿habrá que celebrarlo, no?"

  • "Cuando quieras" – su corazón palpitó mas fuerte al pensar en el encuentro aplazado.

  • "¿Estás segura? No tengo prisa"

  • "No seas tonto, cuando pase Navidad, si puedes venir, lo celebramos"

  • "Eso está hecho, una buena comida con sobremesa sin prisas, ¿puede ser?"

  • "Si, pero invito yo"

  • "Naturalmente, tu eres la nueva jefa de departamento, seguro que te han pegado un buen empujón en tu nómina" - bromeó

  • "Si lo que pude ver es cierto, es más que un empujón"

Charlaron un buen rato, ninguno de los dos tenía la mas mínima intención de abreviar aquel dulce momento

  • "No me quedará más remedio que abrazarte y felicitarte con un beso, o dos, o…"

  • "Claro y que nos aplaudan en plena estación de Atocha ¿verdad?"

Bromeaba para disimular la emoción que le provocaba el anuncio de unos besos inevitables, de unas caricias para las que apenas tenía excusa.

Se despidieron sin ganas, demorando el momento de colgar; luego, sintió una profunda sensación de paz, una alegría intima, emocionada, una sensación de plenitud, de que todo volvía a encajar en su vida, incluso Carlos.

No sabía cuando tiempo llevaba parpadeando el Messenger, pulsó sobre el aviso y apareció la ventana con mi nombre

  • "¿Estás ahí?"

  • "Hola?"

Mis insistentes mensajes intentaban atraer su atención a la pantalla, la suponía absorta en su trabajo o al teléfono.

  • "Hola, ya estoy"

  • "¿Cómo estás, cosita?"

  • "Acabo de hablar con Andrés, me ha confirmado el puesto"

  • "Que alegría, estarás contenta, no?"

  • "Mucho, no estaba nada segura"

  • "Lo he notado, este fin de semana has estado bastante ausente, aunque disimulas como una verdadera actriz"

  • ":-) "

  • "¿Y Roberto, que te ha dicho?" – Carmen no había vuelto a acordarse de él y mi comentario vino a reavivar el malestar que sentía al pensar en Roberto y todo lo que le recordaba.

  • "No está por aquí, al menos no le he visto"

  • "Bueno, pues vete haciéndote a la idea de seguir trabajando con el codo con codo" – no sé bien a qué vino ese comentario, no tenía ninguna intención, tampoco le di importancia pero el efecto que provocó en Carmen fue una intensa irritación hacia mí por ahondar en algo que quería evitar a toda costa"

  • "Olvídate de Roberto, ahora dependo jerárquicamente de Luis"

  • "Me alegro, así te libras de él, ¿es lo que querías, o no?" – debió sonarle a insinuación aunque no era esa mi intención, tardó en contestar

  • "Sigues ahí?"

  • "Si, sigo aquí, ahora te tengo que dejar, tenemos una reunión a las dos para anunciar los cambios y tengo que preparar algunas cosas"

  • "No me has contestado" – ignoraba lo que había sucedido con Roberto, yo continuaba excitándome con las imágenes en las que los veía follando.

  • "Me jode mucho que insinúes eso Mario, ni es el momento adecuado ni es la fantasía que quiero volver a escuchar" – noté su enfado y me di cuenta de que había patinado

  • "Lo siento, solo bromeaba"

  • "No importa, pero no sigas por ahí nunca mas ¿vale?" – jamás se había dirigido a mí con esa rotundidad.

  • "Vale" – aquello me preocupó seriamente, intuí que algo grave había sucedido entre ellos dos, algo que no me había contado.

  • "¿Nos vemos en el gimnasio?" – su frase intentaba suavizar su dureza anterior

  • "Claro y me dejaré atar a las barras para que me flageles" – Carmen sonrió con pena al leer esto, pensó que había sido demasiado dura conmigo y que yo buscaba su perdón

  • "Lo pensaré, la idea de azotarte no es tan descabellada" – evité buscarle el lado erótico a la escena y me despedí.

…..

  • "Por favor, si me atendéis un momento…"

Andrés intentaba hacerse oír ante un auditorio repleto de conversaciones; Cuando por fin los murmullos se apagaron comenzó.

  • "Muchas gracias a todos, intentaré retrasar vuestro almuerzo lo mínimo posible. Os hemos convocado hoy, de una manera un tanto atípica, pero me he visto obligado a adelantar esta reunión dado que en los últimos días estaban corriendo rumores que había que zanjar; por varias vías me habían llegado algunos de estos rumores y considero que lo mejor es atajar estas cosas cuanto antes" – Andrés tomó el vaso de agua y forzó una pausa.

  • "Lo primero que debo anunciar es que las gestiones que se llevaban a cabo para la ampliación de capital han finalizado con éxito…" – los murmullos crecieron y Andrés esperó unos segundos a que se apagaran – "… esto nos permite afrontar una nueva etapa con los medios necesarios para que nuestra estructura se adapte a los requerimientos de la nueva situación…"

Andrés siguió hablando en términos financieros, Carmen se desligó del discurso, estaba inquieta, buscaba a Roberto con la vista pero no lo localizaba, le preocupaba su encuentro con él.

  • "…Dicho esto, paso a anunciar la nueva estructura directiva del gabinete, en primer lugar se crea un nuevo departamento…" – Carmen sintió que el corazón se le encogía, esperaba ver las reacciones de sus compañeros mientras Andrés desgranaba los objetivos y áreas de actuación del departamento– "… y estará bajo la dirección de Carmen R" – las miradas se volvieron hacia ella que se mantuvo inexpresiva, pudo ver el fondo de esas miradas, de alegría en Julia y en algunos otros, miradas de compromiso en otras personas y algunos cuchicheos de los que movían los peores rumores. – "… como ya sabéis Carmen ha cumplido una etapa realmente fructífera en los años que lleva con nosotros y estoy seguro que desde su nueva función responderá con brillantez a los retos que se nos avecinan"

Sintió alguna palmada, se volvió a dar las gracias a quienes la felicitaban.

  • "Algunos ya conocéis al decisión que ayer me comunicó Roberto G. de tomarse un año sabático para ampliar estudios en Boulder…" – Carmen escuchó la noticia sorprendida, imaginó que la reunión del día anterior tenía que haber sido muy dura para llegar a una salida consensuada de este tipo – "…le echaremos de menos hasta su vuelta, mientras tanto Luis F. asume la totalidad de la coordinación del área clínica…"

Andrés siguió desgranando el nuevo organigrama pero su mente estaba en otra parte, se había librado de Roberto, su situación en el gabinete quedaba libre de presiones incómodas y su futuro profesional quedaba lanzado.

Al término de la reunión, Andrés la reclamó desde la mesa de los socios.

  • "¿Tienes algún compromiso para el almuerzo? Me gustaría que vinieras con nosotros"

  • No hay problema Andrés" – intentaba mantener la serenidad pero estaba eufórica.

Sin embargo, durante el almuerzo y el resto del día no pudo apagar una vaga sensación incomoda, difícil de identificar, que contrastaba con la satisfacción que sentía.

Había terminado una pesadilla que nunca debió comenzar y que dejó en Carmen unas huellas que la marcaron profundamente, mucho más de lo que en apariencia creyó ella misma y que solo el tiempo transcurrido me ha permitido asociar con hechos y conductas aparentemente ajenas a aquello. Si Sevilla supuso un peldaño en la transformación de Carmen, Roberto y su acoso afectaron de una manera cualitativamente importante en la forma en que Carmen afrontaría en adelante el sexo, el erotismo y los juegos que ambos compartíamos.

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Diario de un Consentidor 90 - La profecía cumplida

Diario de un Consentidor 89 - Confesión

Diario de un Consentidor 88 - El principio del fin

Diario de un Consentidor 87 Lejos, cada vez más...

Diario de un Consentidor 86 - Desesperadamente

Diario de un Consentidor 85 - Mea culpa

Diario de un Consentidor - 84 Ruleta rusa

Diario de un Consentidor - 83 Entre mujeres

Diario de un Consentidor -82 Caída Libre

Diario de un Consentidor - 81 Cristales rotos

Diario de un Consentidor 80 - Sobre el Dolor

Diario de un Consentidor 79 Decepciones, ilusiones

Diario de un Consentidor 78 Despertar en otra cama

Diario de un Consentidor (77) - Descubierta

Diario de un Consentidor (76) - Carmentxu

Diario de un Consentidor 75 - Fundido en negro

Diario de un Consentidor (74) - Ausencia

Diario de un consentidor (73) Una mala in-decisión

Diario de un Consentidor (72) - Cosas que nunca...

Diario de un Consentidor (71) - De vuelta a casa

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