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Diario de un Consentidor (19: La prueba)

en Intercambios

Nos levantamos muy tarde al día siguiente, me dolía la cabeza y tenía la boca extremadamente seca por culpa del exceso de alcohol, Carmen no estaba mucho mejor y mientras ella se daba una larga ducha fría yo recordaba lo sucedido la noche anterior con otra perspectiva.

Me asombraba que me hubiera dejado llevar de tal forma hasta actuar de una manera que, ahora, me parecía totalmente vulgar, una cosa era una insinuación velada y otra muy distinta hacer una zafia exhibición de Carmen, me sentía con suerte porque ella no hubiese descubierto mis maniobras.

Con una acusada sensación de vergüenza me duché mientras Carmen se secaba el pelo.

Bajamos a la cafetería de la piscina, era pronto para almorzar y demasiado tarde para desayunar, ninguno de los dos teníamos estómago para un gran almuerzo por lo que nos tomamos unos zumos con un sándwich compartido y nos instalamos en la piscina al refugio de una amplia sombra.

Desde que había salido del apartamento escudriñaba los ojos de todos los hombres con los que nos cruzábamos buscando una señal que identificase al mirón nocturno; Creí ver sonrisas burlonas donde no las había, identifiqué miradas insistentes y, por fin, decidí abandonar esta actitud que me estaba poniendo nervioso.

Pero no podía, me sentía abochornado conmigo mismo y temía encontrarme de frente con quien había sido testigo de mi estupidez; Peor aún: temía exponer a Carmen a las miradas de ese individuo.

Lo últimos días de estancia pasaron demasiado rápidamente y estos pensamientos no me molestaron demasiado, pero no olvidaba y cada vez que me recordaba levantando la falda de Carmen para mostrar su culo, una intensa sensación de vergüenza me sacudía.

En Septiembre me llamó Carlos, no le esperaba ya después de dos meses; cordial como siempre, tras una conversación más profesional que personal me preguntó por Carmen, no hizo ninguna intención de pedirme sus teléfono como yo temía y me anunció su viaje a Madrid para Noviembre, quedamos en vernos y tampoco esta vez aludió a Carmen, lo cual me sorprendió mucho. Varias veces estuve a punto de preguntarle por Elena pero no quise darle pie a hablar de aquellos días en Sevilla.

Volvimos a la rutina diaria.

Un viernes a mediados de Octubre regresé muy tarde a casa, una reunión improvisada tras una comida con los socios del gabinete se alargó innecesariamente hasta las nueve de la noche; Avisé a Carmen a tiempo de que cambiara los planes que teníamos para salir de compras.

Cuando llegué a casa eran las diez menos veinte; me notaba terriblemente cansado después de una semana especialmente tensa y cargada de decisiones cuyo colofón había sido aquella velada en la que el alcohol había abundado algo más de la cuenta. Apenas terminamos de cenar Carmen propuso que nos fuéramos a la cama consciente de mi cansancio. Me quedé dormido al instante.

Unas manos en mi vientre me despertaron del sueño profundo; miré el reloj de la mesita, era la una de la madrugada, Carmen, pegada a mi espalda jugueteaba con sus dedos recorriendo mi vientre, mi pecho, pulsando mis pezones con sus uñas… esos juegos que tanto me encienden pero que aquella noche apenas conseguían de mi un placer que era más mental que físico. Me volví hacia ella e intenté corresponder envolviendo su pecho en mi mano, enseguida sentí la dureza de su pezón pero mi cuerpo apenas respondía; Carmen notó mi falta de respuesta.

  • "Vaya, vaya, voy a tener que mandarte a otra habitación y llamar a mi amante para que me consuele" – como un relámpago, mi cabeza se despejó en un instante, era la primera vez que Carmen tomaba la iniciativa en una de nuestras fantasías y, además, incorporaba matices que nunca habían aparecido; siempre nuestras historias eran "a tres", siempre estaba yo como participante además de nuestro invitado imaginario, pero en esta ocasión Carmen planteaba una idea nueva: ella mandaba, ella me excluía de la escena y se quedaba a solas con su amante; "Amante" era un concepto también nuevo, daba la idea de permanencia, de alguien estable cuando hasta ahora siempre imaginabamos alguien diferente.

Mi cuerpo reaccionó de inmediato y le seguí la historia –"¿si? Me vas a dejar ahí, en la otra habitación mientras follas?" - Ella hizo un mohín y comenzó a hablar mimosa

  • "¿Y qué voy a hacer si no? Hoy estás mansito y yo necesito un macho" – Aquella frase, totalmente nueva, fue como una descarga de adrenalina en mi cuerpo, me llamaba manso y en lugar de humillarme, -o además de eso -, me excitaba como pocas cosas lo lograban, necesitaba un macho, no un hombre ni un amante.

  • "Y cuando llegue, ¿le vas a decir que estoy en casa?"

  • "Yo no me pienso levantar, le abres tu y le traes hasta aquí, cornudín" – Una nueva descarga de emociones enfrentadas me dominó cuando escuché en su boca, por primera vez, como me llamaba cornudo aunque suavizándolo; acepté el envite y aposté más fuerte, sonreí mientras seguía acariciándola y le contesté

  • "¿Qué me has llamado?

  • "Cornudo, tu mujer necesita una polla y como tu estas flojito, me la voy a buscar por otra parte" - No veía sus ojos en la oscuridad pero no me fue difícil imaginar la expresión de su rostro, esa que en sus momento de mayor excitación me sobrecoge y me excita más que cualquier caricia, esa cara de puro sexo, de profunda lujuria que la transforma. No conseguí hilar una frase, pero Carmen estaba lanzada y siguió fantaseando, mostrándome su inédita versión de una fantasía que hasta ahora me había tenido a mí como principal guionista.

  • "Y mañana por la mañana, sales a comprar unos croissants, nos preparas café y zumo de naranja y nos lo traes a la cama, eso si: llama antes por si me está follando, no quisiera cortar en medio de un buen polvo" – Estaba a punto de estallar, aquello era más de lo que esperaba de Carmen, ahora ella tenía las riendas de una fantasía en la que me ponía no solo como cornudo sino como consentidor de ello, y me dejaba un papel de mansedumbre y sumisión, de servilismo humillante ante el hombre que follaba a mi mujer, papel que me desconcertaba por la tremenda excitación que me provocaba. Intenté improvisar, salir de mi estupor e incitarla para siguiera descubriéndome sus más profundos deseos.

  • "A ti no te gusta estar con la puerta cerrada, no me creo que vayas cerrarla esta vez" – Era mi forma de alejarla de un entorno irreal y forzarla a que hiciese su fantasía lo mas creíble para ambos; Hacerla crear una fantasía en la que hasta el último detalle fuese como la realidad haría que quizás, algún día…

  • "¿y quién te ha dicho que la puerta estará cerrada? Solo entornada pero aun así, llama antes de entrar" – replicó inmediatamente como si tuviese la imagen muy clara en su mente.

  • "Entonces, podré espiaros"

  • "Ni se te ocurra, si te veo le diré a mi chico que te eche" – el corazón me dio un salto y una descarga de placer me sacudió todo el cuerpo, estaba a punto de estallar e intentaba alargar el momento de subir sobre ella y follarla brutalmente. Llamaba "mi chico" al hombre que en su imaginación la poseía y además le incitaba a echarme, a mí, de mi propia alcoba. No pude aguantar más y comencé a moverme para situarme sobre ella, mientras Carmen me abrazaba con sus brazos y sus muslos siguió hablando sin más reparos.

  • "Y mientras desayunamos nos preparas el jacuzzi, ya sabes, ni muy caliente ni muy frio y cuando esté listo nos avisas cielo"

Había conseguido borrar de mi cuerpo cualquier vestigio de cansancio y el sueño se había esfumado, me encontraba a punto de estallar en un violento orgasmo, no quería acabar tan rápido pero sucedió lo inevitable y apenas sentí el cálido y húmedo interior de Carmen absorbiendo mi miembro descargué en ella sin poderlo controlar.

  • "Oh mi niño parece que se ha olvidado lo cansado que estaba eh? ¿y quién me desahoga a mi ahora, dime?" - Era un reproche dulce, suave, pero que me dejaba con un leve humillación ante la mujer que reclamaba un macho; Intentaba componer una respuesta cuando interrumpió mis pensamientos.

  • "Tendré que arreglarlo yo misma" – Me enloquecía verla masturbarse y cuando note como movía su mano hacia su pubis me incorporé hasta alcanzar la luz de la mesita y la encendí. Su rostro era la expresión más pura de lujuria y de sensualidad que jamás he visto, sus dedos se movían delicadamente entre sus muslos provocativamente abiertos, me arrodillé a los pies de la cama para mirarla mientras se masturbaba.

  • "Además de cornudo, eres un voyeur" – sus palabras me golpearon como si fueran electricidad, entorné los ojos y los abrí de nuevo cuando mi boca solo acertaba a pronunciar "si, si"

  • "cornudo… cabrón… eres un mirón… te gusta ver como tu mujer se masturba…" – yo tan solo decía "si" o afirmaba con la cabeza mientras mis ojos no se apartaban de su cuerpo y mi mano derecha se agarraba a mi pene semierecto y comenzaba a masturbarme.

  • "¿Así te vas a poner cuando me follen?" - Carmen elevaba las piernas dominada ya por el placer que se provocaba a si misma.

  • "si, así cielo"

  • "¿Te vas a masturbar mirando cómo me la meten?" Carmen había roto todos los límites que hasta ahora habían marcado su participación en nuestras fantasías.

  • "Y cuando se corra dentro de ti, quiero follarte yo enseguida" – Carmen se estiró como una gata al oír esto y murmuró algo ininteligible.

  • "Para sentirme llena, verdad? Que cabrón" – yo ya estaba de nuevo preparado para follarla, porque aquello no era hacer el amor, e intenté situarme pero me detuvo.

  • "no, cielo, ven aquí" – y me hizo acercarme de rodillas hacia su pecho, imaginé lo que quería y seguí masturbándome frente a su rostro, fui preparándome para acabar al mismo tiempo que ella mientras sus palabras nos encendían mas y mas y cuando vi el comienzo de su orgasmo exploté lanzando densos chorros a su pecho, a su cara, a su pelo, a su boca, que recogió con su lengua y sus dedos.

La miré, exhausta, sudando, manchada de semen, preciosa, su respiración agitada elevaba su pecho manchado de semen, movió perezosamente su mano hasta su pezón y recogió un goterón de semen que se llevo a los labios y saboreó lentamente.

  • "Pareces una puta" – sonrió con los ojos cerrados, yo estaba extasiado mirándola y entonces lo dije:

  • "Algún día te veré así, en esta cama, cuando ya se haya ido tu amante" – abrió sus bellísimos ojos y me miró profundamente.

  • "Estás loco amor"

  • "Por ti" – se hizo un largo silencio mientras ambos descansábamos el uno al lado del otro.

Me cogió desprevenido cuando la oí hablar de nuevo.

  • "No lo soportarías" - ¡aun estaba pensando en lo que yo había dicho! Eso me decía mucho de su estado interior, me hice el loco y fingí no saber de que hablaba.

  • "ya lo sabes, no creo que aguantases el verme con otro hombre"

  • "Me moriría de placer" – repliqué.

  • "No sabes lo que dices cielo, está bien una fantasía, lo pasamos bien, pero no confundas las cosas" – su tono sereno, casi serio me alertó porque se alejaba el clima que habíamos creado y en el que cualquier cosa era posible, ahora Carmen volvía a la sensatez. Intenté darle a mis palabras el mismo tono, casi solemne, que había empleado ella.

  • "Estoy seguro Carmen, estoy seguro de ti y de mi, deseo verte follar con otros hombres, deseo compartirte, deseo que me mires a los ojos mientras tus amantes acarician esos pechos que han sido solo míos, mientras besan esos labios, mientras penetran ese coño estrecho y cálido que ha sido solo mío, deseo ver como tomas en tus manos otras pollas y disfrutas de las diferencias, deseo ver cómo te arrodillas delante de tus amantes y les haces una mamada como solo tú sabes hacer… mirándome a los ojos." – mas no se podía decir. Callé y esperé. Carmen seguía con los ojos cerrados pero su respiración había cambiado.

  • "¿Quieres que me comporte como una…"

  • "Como una puta, si, quiero que seas mi puta" – me asusté por lo que acababa de decir, algo que ni siquiera me había permitido verbalizar en mi cabeza, esperé asustado su respuesta.

  • "Repítelo" – dijo escuetamente sin que pudiera adivinar qué emoción sentía; calculé el riesgo, no estaba seguro de la intención de Carmen, era una apuesta arriesgada, pero la jugué.

  • "Quiero verte actuar como una puta, y creo que tu también lo deseas, estoy seguro, es más: se que ahora se te está empapando el coño de solo pensarlo, solo que los miedos, las normas y los prejuicios te impiden reconocerlo" – tomé aire y, ante su silencio, continué – "lo que yo te propongo es que rompas con todo eso y por una vez intentes saber qué se siente al ser libre, totalmente libre, libre de vergüenzas, de reproches, de culpas, libre de guardar tu reputación, libre de tu educación, libre totalmente, solo inténtalo y dime que sientes, luego regresa a la vida diaria donde todas esas cosas siguen siendo necesarias"

Carmen conocía mis trabajos teóricos sobre la influencia del aprendizaje en la percepción y en la toma decisiones, no era ajena a mi interés por estos temas, ella sabía bien de qué le estaba hablando. Calló durante un instante, como si estuviese pensando qué responder, me miró varias veces antes de hablar.

  • "No lo soportarías" – se limitó a decir.

  • "Pruébame" – se hizo un silencio denso, interminable. Yo seguía a su lado, sentado en la cama, mirando ese cuerpo hermoso, envidiable, deseado por cualquiera que la mirase. Sus ojos estaban clavados en los míos, intentando descubrir en ellos si hablaba en serio, aunque a estas alturas ya lo sabía.

  • "Y por qué crees que yo puedo desear hacer una cosa así?"

  • "Niégalo, dime que no te excita la idea y no te vuelvo a hablar de esto jamás" – estaba seguro de que no me mentiría pero además esperaba que la opción de no volver a tratar el tema, aunque solo fuese en el nivel de la fantasía, no estuviese en sus planes. Calló y retiró su mirada de la mía, estaba acorralada y no iba a dejar pasar la oportunidad.

  • "Niégalo" – insistí, se revolvió en el lecho, como luchando consigo misma.

  • "A ver, me excita, ¿cómo no? Pero ¿te das cuenta de los riesgos? ¿Y si damos con un psicópata? ¿Y si me enamoro y te dejo?" – sin darse cuenta, se había situado en el día después lo cual equivalía a dar por sentado el postulado principal: que se acostaba con otros hombres; Ella se dio cuenta al mismo tiempo que yo o quizás fue el brillo en mi mirada lo que me delató, entonces reaccionó rápidamente – "¿pero que estoy diciendo? ¿Tú me crees capaz de acostarme con el primer tío que se nos ponga delante solo por satisfacer tu fantasía?"

  • "Nuestra fantasía" – corregí – "Y si, creo que en las circunstancias adecuadas, con la persona adecuada y la preparación adecuada… follarías con otros hombres" – no le di oportunidad de rebatirme – "y además, no lo harás por satisfacerme a mi" – sus ojos mostraron una expresión de interrogación – "lo harás por ti, para conocerte, por probarte que eres capaz, por saborear lo ilícito, lo clandestino, lo prohibido, lo harás porque en lo más profundo de ti te gustaría ser hembra además de mujer, por todo eso y también por mí, lo vas a hacer" – contraatacó ironizando.

  • "Qué fácil es para ti teorizar, tu pones la reglas y me dices como debo romper con mis prejuicios, ¿y los tuyos? ¿serías tú capaz de romper tus más profundos prejuicios? – no estaba seguro a lo que se refería.

  • "¿Qué quieres, que me acueste con mi secretaria?" – Intuía que no iba por ahí, pero esta vez la sensación de acoso la tenía yo y no iba a aventurarme. Sonrió sabiéndome pillado.

  • "Demasiado fácil cariño, no están ahí tus prejuicios de macho, lo sabes bien, hay cosas más difíciles de afrontar para ti" – no concretaba, estaba buscando que diera yo el paso pero no iba a entrar en ese juego.

  • "Así que lo que quieres es que yo recorra un camino paralelo al tuyo… venga, pon las condiciones y firmamos un pacto.

  • "Yo no he dicho que vaya a hacer nada"

  • "Tampoco has dicho que no lo vayas a hacer" – Durante un tiempo que me pareció eterno, Carmen estuvo pensando la contestación, yo aguante el silencio. De repente me miró a los ojos y respiró hondo.

  • "¿Alguna vez has imaginado como será estar con otro hombre? Sí, claro que si lo has pensado, seguro" – Mi intuición había acertado, sabía que atacaría por ahí; dudé un instante y eso le dio fuerzas. – "venga, no lo pienses tanto, ambos sabemos la respuesta" – sonrió y sonreí.

  • "Así que… eso quieres? ¿quieres verme con un tío?

  • "Quiero ver si solo predicas o eres también capaz de asumir tus teorías" – había dejado de sentirse presionada y ahora era ella quien presionaba, supuse que eso le daba seguridad, la seguridad de que todo volvería al terreno de la fantasía.

  • "De acuerdo" – no sabía bien lo que estaba diciendo pero la consecuencia inmediata de esta frase en Carmen había merecido la pena, de nuevo la vi acorralada – "Voy a comenzar a planteármelo, en serio, voy a cuestionarme mis ideas sobre esto, a cambio…" - Carmen abrió mas los ojos y me miró, no había miedo en sus ojos pero si algo parecido – "…a cambio te pido que hagas tu lo mismo, que te lo plantees como algo posible, incluso como algo probable, que cuestiones tus miedos, tus recelos, tus pudores… que te sitúes en cómo vivirías el día después" – le ofrecí la mano en señal de compromiso, se quedó mirándola. Ignoró mi mano y se quedó pensativa.

  • "Vas demasiado rápido, sigo pensando que no soportarías verme follando"

  • "Te equivocas

  • "No podrías aguantarlo"

  • "Pruébame" – ella hizo el amago de comenzar a hablar pero se detuvo, de pronto sus ojos se iluminaron, una sonrisa nació en sus labios y dijo

  • "De acuerdo, voy a ponerte a prueba" – su silencio siguiente me dejó sin recursos y ella lo notó, alargó su silencio para saborear su triunfo y al final habló – "Voy a probarte que no soportas no saber, no controlar, no ser el director de esta historia, voy a probarte que mi autonomía en esto te va a desquiciar, no serás capaz de aguantar más de… ¿quince días, te parece bien?"

  • "¿quince días de qué? Aun no has dicho cual es la prueba – argumenté yo

  • "La prueba ha comenzado ya, si la aceptas" – estaba desconcertado pero afirmé con la cabeza.

  • "¿Y si paso la prueba?" – sus ojos adquirieron de nuevo esa expresión sensual que me puede.

  • "Si pasas la prueba, cariño, a lo mejor habrás conseguido ya lo que quieres de mi, quien sabes

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