Mi querida... vaya, olvidé el nombre. ¿Será porque desde el primer momento me gustó humillarte llamándote PUTA?
Pronto estaré contigo. Quizás antes de que te llegue esta carta incluso. No me extrañaría nada que mientras te obligo a besar mis mocasines, el cartero deslice por la ranura el sobre que contiene estas palabras. Si es así, me divertiré haciéndote leerla de rodillas, en voz alta, corrigiendo con bofetadas tu pronunciación. No es que me disguste el dialecto argentino, ¡ni mucho menos! Pero cualquier excusa es buena con tal de cruzar violentamente esa carita.
Espero que lleves el celular encima todo el tiempo, pues aún no sé a qué hora llegaré a Buenos Aires. Me fastidiaría sobremanera escuchar algo parecido a "el teléfono movil al que está llamando está apagado o fuera de cobertura". ¡Pensaré incluso que mi esclava se lo ha sacado del culo donde lo lleva siempre, en modo vibración, esperando que su Amo la llame! ¡No aceptaré ninguna excusa!
Pero... relájate, mi amor. Sé ser clemente, e incluso dulce, cuando mi amante lo merece. Nuna me has visto antes, y eso hará que sea un poco indulgente. Prefiero que primero me desees, anticipándote al temor que más tarde sentirás por mi. Un temor reverencial.
Imagíname. Alto, fuerte, pelo castaño, barba corta y espesa. Te miro, te desnudo casi, con dos ojos verdes. Mi voz varonil, grave, perentoria, te seduce. Y en el café Gardel, ya casi puedes sentir los escalofríos que mis manos provocarán en tu piel, tus pechos y tus caderas.
Será todo rápido, pasional. En apenas unas horas te esforzarás por saberlo todo de mi, intentando alejar tu cuerpo del suplicio. No lo lograrás. Soy un misterio, una sombra intangible, una luz cegadora. Me iré y me llevaré tu respiración conmigo de vuelta a España.
"¿Qué me hará mi amo?"
"Lo que me plazca"
"¿Le gustaré?"
"Oh, sí esclava, sí. Tu dolor me encadena con más fuerza que cualquier correa, atadura o esposa brillante de metal."
Al final todo será recuerdo. Uno veleidoso, sucio, pero imborrable a menos que te arranques la marca del muslo con mis iniciales, hecha con hierro al rojo vivo.
Me servirás. Me obedecerás. Me amaras. Me odiarás. Me volverás a amar. Y con cada azote en tus pechos, repetirás mi nombre, como si en el se concentrara todo tu universo. Puede que sea sólo un día pero... en menos tiempo se gestó el bigbang y ¡ya ves lo que dio de si! Yo, humildemente, me propongo ser para ti un nuevo y dolorosísimo comienzo. Todos los partos duelen, y este, en el que toda tú serás la matriz, no será la excepción.
Querida esclava, ¿no lo oyes? Me acerco. ¡Coge el teléfono!
...
Dedicado a Susi