Someteré a esta perra en 30 minutos o en media hora.
Estaba allí, de pie y serena, con su vestido de noche, el chal y el pelo peinado, liso, cayendo con suavidad por sus hombros.
-Denisse, al trasluz pareces... no sé, como una criatura mágica.-
Eso dije yo, pensando ya en mi primer paso: música, lenta.
-¿Ah, sí?- respondió simplemente, como queriendo ponerme a prueba.
Pues lo lleva claro, no hay más halagos. Sólo el comienzo de una erección inexorable. Pongo el cd: ¿chill out?. Y apago la luz del salón, dejando sólo la del hall encendida. Ella no me ve, pero yo a ella sí. No le gusta eso, a pesar de que es muy hermosa. Tiene el cuerpo perfecto para una esclava, esbelto, hecho para comprobar la horrible tensión que en huesos, músculos y tendones puede aplicar un potro de tortura, por ejemplo. También posee los rasgos de una yegua lista para ser domada hasta, mediante la adición de bocados, freno, correajes, una bonita pluma y una frondosa cola hincada en su culo (entre otras cosas cuyo nombre técnico quita lirismo a la descripción), convertirse en una adorable ponygirl.
Da unos pasos hacia mí, y en ellos deduzco un titubeo de miedo que me llena de satisfacción.
-Estos zapatos... me están matando.- comenta Denisse, y echa una risa nerviosa.
No tiene ni idea de cual es el juego, pero algo intuye. Estupendo, más diversión para este desafío personal. Seguro que cuando termine con ella su linda cabeza no deja de pensar (y es que otra cosa no podrá hacer sino pensar, inmovilizada por un vestido de nudos y cuerda en un estrecho calabozo, hasta que desee usarla), en que:
"Pudiste echarte atrás, Denisse. Te estábamos advirtiendo y no nos escuchaste. Ahora, te mereces lo que te pasa. ¿No? Pues haremos que incluso te guste."
Bailamos en la oscuridad, y me siento subyugado momentánemente por su mirada. Leo en sus ojos que es inteligente, muy lista. En cómo mide sus gestos hay años de buena educación. Pero... necesita cambiar de profesores, no sé si me entiendes, querido lector.
Lo más importante es que me desea, tanto como yo a ella. No tendré que recurrir a la violencia, ni al cloroformo, ni a dejarla inconsciente con la pistola eléctrica. Usaré la dseducción hasta llevarla a mi terreno, y en cuanto esté esposada al cabecero de mi cama... ¡Vaya, si ya la estoy besando!
-Mmmmm.... Qué bien besas.-
-Qué bien eres besada.-
Me pisa, traviesa, con su agudo aguijón. Gimo; que crea que soy débil me interesa. Acaba de darme la excusa para justificar lo que le haré. A mí no me hace falta, pero sí a ella. Son así algunas esclavas... las estás fustigando y en vez de suplicar clemencia, se preguntan el por qué. Pues peor para ella si al final es así, porque le diré esta absurdo motivo:
-Puerca, esto es una venganza. Por todos aquellos que suspiraron por ti, que te amaron, que besaban por donde pisabas, y lo más que les concediste fue... una picadura de tu aguijón. Ya no volverás a jugar con él, preciosa, si no es para divertirme. Y ahora, a lo tuyo, ¡suplica a tu amo que se apiade de ti!-
El mapa erógeno superficial de su cuerpo no es ningún problema. Ya son muchos años de experiencia esclavizando a muchachas como para saber justo donde hay que tocar, y si no funciona, dónde hay que probar, hasta dar con la sinfonía de besos y caricias y alguna palabra inspirada que te abra... sus piernas. Una mujer abierta de piernas es vulnerable a ciertos "toques de imaginación".
-Uuuuhhh.... qué morboso.-sonríe, acostada ya sobre la cama cuando le enseño las esposas.
-No te importa,¿verdad?- comento, midiendo el tono de interés en mis palabras. Se lo piensa y...
-No. Jijiji, de hecho creo que es... "sexy".-
Vale, vale, no es que haya tocado la guitarra del cuerpo de esta sumisa como un virtuoso. A decir verdad la conozco de hace ya tiempo. El suficiente como para haberme aventurado a probar suerte con ella. Hay que estar minimamente seguro de que cuando llegas a este punto de "no retorno" la presa no se te va a echar atrás. No porque en el mismo momento en que se niega no tenga más recursos (algunos verdaderamente convincentes) para limar sus escrúpulos lo suficiente como para que permitan que sus delicadas muñecas se vean clausuradas por el brillante metal de las esposas.
Clic
¡Bienvenida a mi reino!
"Es mi día una caída
por un pozo de paredes desconchadas.
Y la noche fue arañada
para constreñir mi vida
en una jaula, un pasadizo,
sus sueños son mi mazmorra.
¡Doy gracias al que me hizo,
al amo de esta puta zorra!"