Hola, mi pequeña putita Nikki. ¿Qué tal? ¿Ansiosa por probar en tus carnes los delirios de mi imaginación perversa?
La curiosidad mató al gato, mi pequeña gatita. Y si pretendes indagar demasiado en la psique de tu Amo, encontrarás suplicios que tu ingenua cabecita sólo alcanza a adivinar antes de que los escalofríos rueden por toda tu piel.
Ya veo lo que voy a tener que hacer contigo, princesa. Puesto que no te atrevés a confesar abiertamente lo que anhelas, yo mismo iré a dártelo, y en una dosis bien cargada. ¿Podrás tragarlo todo? Lo dudo, pero eso da igual. Si tu boquita de putita suplica en algún momento que pare, la sellaré con una mordaza, cruzaré tu rostro con una bofetada y haré que tu coño, tu culo y el resto de tu cuerpo prueben lo que tus labios no se atreven a catar.
¿Un anticipo? ¿Por qué no? Puedo hasta ser generoso. Pero más te vale, puerca sumisa, que correspondas a este detalle con ABSOLUTA DEVOCIÓN o, simplemente, me olvidaré de ti.
Tú, tus tobillos y piernas atados por sogas, colgando boca abajo. Tu pelo cayendo hasta casi tocar el suelo. Estás excitada y aterrada. Tus brazos esposados a la espalda te duelen, y la sangre que se agolpa en tu cabeza te impide pensar con claridad. Desnuda por completo, expuesta a mis caprichos.
Me ves, sentado en un sillón enfrente tuyo, tomando un vaso y masturbándome, divertido por tu patetismo. Suplicas, pero sólo consigues que me ría de tus quejidos lastimeros. Entonces me levanto y dejo que lo que queda en el vaso caiga por tu pubis. Está frío, te estremeces. Los riachuelos gotean y se deslizan por tu cuerpo. Paso un dedo desde tus pechos a tu coñito,y allí lo meto un instante, notando tu excitación de perra. Mi pene está enorme por ti, deberías estar contenta, pero sólo puedes jadear y suplicar de nuevo. Eso me enfurece.
Cojo una regla de madera y doy dos golpecitos suaves en tu colita. Te empujo con la regla, de modo que tu cuerpo se balancee. Te duele el moverte. Y cuando, como un péndulo vuelves a columpiarte hacia mí, sin piedad comienzo a descargar golpes secos sobre tu espalda, nalgas, vientre y pechos. ¿Ya estás llorando? Ahorra tus lágrimas para cuando te suelte y debas agradecerme el trato especial que te doy chupando mi miembro, succionando mi leche.
Ya es suficiente. Mastúrbate leyéndolo, y dime lo que sentiste. Es una orden.
Un beso, mi esclava Nikki.