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Infiel con mi cuñada (2)

en Hetero: Infidelidad

Esta es la continuación del relato "Infiel con mi cuñada"; para entender algunas cosas del relato no será necesario leer la primera parte, pero muy recomendable...

Después de aquella noche, mi cuñada y yo nos volvíamos a encontrar a menudo los fines de semana en el chalet, en visitas esporádicas, pero nunca teníamos tiempo de hablar de lo sucedido, ya que nuestras parejas estaban delante. Las miradas y las sonrisas de Carmen, mi cuñada, me hacían entender que no estaba molesta por lo que pasó, aunque de verdad en mi mente no estaba el volver a repetirlo, porque lo veía demasiado arriesgado. Pero no podía quitarme por las noches los recuerdos de su culo desnudo recibiendo mis pollazos y como ella se mordía el labio para no gritar.

El hecho de que el Mundial continuara, hacía que quedáramos, como la otra vez, para todos los partidos en casa de mis suegros; pero, no se porqué, evitaba sentarme a su lado como hacía siempre; disfrutábamos de las victorias de España por separado... Así pasamos ante Paraguay y Alemania. Y llegamos a la final contra Holanda...

El partido era de infarto y los holandeses cortaban toda la ofensiva española con juego duro; mientras, conforme el partido se ponía más emocionante, mi cuñada se acercó por la banda para entrar en el área y sentarse a mi lado, casi en boca de gol... Me miró a los ojos, me sonrió de forma pícara:

  • ¿Me puedo sentar , nene?
  • Si, claro...- le dije apretando su pierna al sentarse, como gesto de conformidad.

Como siempre, la gente de alrededor veían nuestros gestos con total naturalidad, porque por mucho que diga la gente, es muy difícil de creer que dos personas con tanto en juego, se líen. Vimos la final como otro partido cualquiera de antes del "incidente"-gestos, caricias, apretones- y los nervios hacían que estuviéramos más pendientes de la pantalla que de nosotros. Mientras las copas iban cayendo y toda la familia disfrutaba de un ambiente genial ya que, al ser sábado, al día siguiente no trabajaba nadie y podíamos desfasar un poco.

Llega el final del tiempo reglamentario; nos vamos a la prorroga y nos preparamos para emociones fuertes. Voy a la cocina a preparar unas copas para el marido de mi cuñado, mi suegro y para mí y detrás mía entra Carmen.

  • Nene, ¿Estas bien? Mira lo del otro día está pasado, ¿vale? Podemos seguir como siempre si quieres.- me dijo acercándose ami espalda y acariciando mis hombros.
  • Si, me alegra de que todo se arregle , lo siento, no se lo que nos pasó, fue una locura. Y te juro que...- trataba de excusarse soltando lo que llevaba dos semanas guardando, cuando ella me estampó un beso con lengua en la boca.
  • Me encantó, fuiste bestia, como me gusta. Sabía por lo que me contaba mi hermana que eras un bestia en la cama y me encantó probarlo.

Oyeee!! ¡Que ya ha empezadoooo!! nos gritó mi suegro desde el jardín donde la zona de la piscina donde teníamos instalada la televisión.

  • Ya vamoooos- contestó mi cuñada- Anda, vamos que nos perdemos el final...

Así empezamos a ver la prorroga, pero mi mente ya estaba más en el morreo que me había dado mi cuñada que en el partido. En esta parte, mi novia se puso a mi lado y me pellizcaba por los nervios y yo jugueteaba con ella... Entonces ocurrió: Torres centra al área, rechaza un defensa holandés pero lo recoge Cesc que pasa en profundidad a Iniesta y... GOOOOOOOOOOOLLLL... ¡Somos campeones del mundo de fútbol!. La alegría se desborda, mi novia me besa intensamente. Mi cuñada recibe los achuches de casi todos los tíos de la reunión y se acerca ami y me abraza sintiendo sus tetas pegadas en mi pecho.

Seguimos con la fiesta hasta altas horas de la madrugada, con alcohol, risas, bailes y bromas entre todos. Nosotros nos quedamos en casa de mis suegros, porque el chalet nos queda bastante lejos de la zona de Madrid donde vivimos; pero mi cuñada y su marido se marcharon porque ella no tenía ropa para quedarse y su marido tenía al día siguiente partido de padel con unos amigos.

Esa noche mi novia pagó el calentón que tenía de mi cuñada. Cruzando las piernas alrededor de mi cintura recibía los envites que daba, fuertes y secos; pero era tanto su cansancio que no logré correrme antes de que ella agotada me pidió que parasemos. Había sido peor el remedio que la enfermedad, porque me tiré toda la noche con una erección de caballo.

A la mañana siguiente, como estoy acostumbrado a madrugar mucho, me levanté para ayudar a mi suegro a recoger el estropicio de la fiesta del día anterior. Antes pasé por la ducha donde me hice una paja brutal. Descargue toda la leche acumulada en tres lefazos largos que me pringaron las piernas, el pecho y toda la placa de ducha. Me vestí y ayude a mi suegro hasta que el resto de la familia se levantó. Me estaba dando un baño en la piscina, haciendo algo de deporte, cuando mi novia se acerca ala piscina con el móvil en la mano.

  • Cari, ¿puedes ir a recoger a mi hermana, que se quiere venir a bañarse?
  • ¿Cómo?- puse cara de fastidio para disimular- ¿Y Germán no puede traerla?
  • No llega del partido hasta después de comer y quiero que mi hermana se venga antes, porfaaaa...- me suplicaba mi novia- Que si no tendrá que bajar mi padre.
  • Bueno, dile que si que ahora voy y dile que es una pesada...- sonreí quitándole dramatismo a la situación.
  • Vale... Jajaja... Nene, dice que cuando te coja te vas enterar...- me transmitía divertida mi novia lo que su hermana le decía.

Así salí de la piscina, me sequé; mi novia me besó, agradeciéndome que fuera a por su "hermanita mayor". Me puse una camiseta de tirantes, dejándome el bañador y cogiendo el coche me dirigía casa de mi cuñada. Llamé al portero automático tras aparcar el coche por la zona:

  • Sube...-
  • me dijo mi cuñada a través del interfono.

Sabía que esto era una invitación a algo más y esbocé una sonrisa. Mientras subía en el ascensor tengo que admitir que me colocaba la ropa bien; miraba mis dientes, ensayaba posturas y, inconscientemente , preparaba mi polla que empezaba atener una erección. Cuando se abrieron las puertas del ascensor, en la puerta de su piso estaba ella... Guapísima, morbosa. Apoyada en el marco d ella puerta con un pantaloncito de pijama que dejaba poco a la imaginación y una camiseta sin sujetador que marcaban sus pequeños pezoncitos. Con el dedo me indicaba que me acercará y yo, como un sonámbulo me dirigía hacía la trampa.

Entré y cerré la puerta detrás de mí y ,sin más, me abalancé a por ella, comenzando a comernos la boca con furia; nuestras lenguas luchaban por llegar más profundo, el sabor de su saliva inundaba mi garganta. La cogí en brazos y, con sus piernas alrededor de mi cintura y sin dejar de besarnos, nos tiramos en el sofá del salón... Le quité la camiseta casi arrancándosela, mientras ella gemía fuerte aprobando mi actitud. Me comí esas tetas que soñaba comerme desde que la conocí, mordiendo sus pezones mientras ella chillaba de la mezcla de dolor y placer. Ella empujaba mi bañador hacía abajo dejando salir mi polla. Me bajé y, esta vez sí, arrancando el pantaloncito, empecé a devorarle el coño a lengüetazos fuertes, ya que la muy zorra no llevaba nada debajo del pijama.

No había palabras, como la otra vez funcionábamos por impulsos. Ella me agarraba del pelo y gritaba, a la vez que dos dedos entraban en su coño y mi lengua jugueteaba con su clítoris. Sus piernas me entrelazaron la cabeza y, mediante una llave más típica de una pelea que de un polvo, me dío la vuelta en el sofá quedándose ella encima con su coño en mi cara. Comenzó a frotarse contra mi cara como una loca y gimiendo fuera de sí y yo creí que me ahogaba, pero el sabor de su coño me tenía a mil. La levanté a pulso por sus piernas y la coloque a la altura de mis caderas con la punta de mi polla a la entrada de su coño; ella misma se colocó a la altura correcta y con su mano orientando mi rabo se lo metió hasta los huevos, sentada sobre mí... Se quedó un momento quieta con mis 19 cm metidos en su coño, pero antes de que recuperará el aliento, la agarré del culo y le marqué el ritmo jugando con su cuerpecito como quería. Ella rápidamente recuperó la fuerza para cabalgarme como un animal... Plof, plof, plof, plof. Creí que me iba a reventar los huevos de la fuerza que imprimía a sus trotes. Bufidos, gritos, gemidos, eramos dos bestias disfrutando de un polvazo. Ella me mordía los hombros y me tiró del pelo al sentir llegar su primer orgasmo que la dejó deshecha.

Pero, por supuesto, no habíamos acabado... me la quité de encima la tumbé en el sofá y me metí entre sus piernas, volviendo a follármela. Mis manos en sus caderas y dando fuertes pollazos que la hacían gritar más. Os juro que no se como aguantaba tanto; en mi vida había durado tanto un polvo a ese ritmo, pero la adrenalina del momento me hacía tener la polla como una piedra. Mi cuñada me miraba con los ojos abiertos y su boca vociferando insultos, lo que me daba más morbo. Yo la cogí del cuello, cosa que parecía gustarle, porque se corrió a los pocos minutos otra vez.

Mis huevos hervían y sabía que estaba a punto de correrme, así que poniendo sus piernas sobre mis hombros y haciendo la penetración más profunda, aceleré el ritmo. El sonido de mis huevos chocando con su culo llenaba toda la habitación. Ella gritaba a la vez que yo, sabiendo que los vecinos nos podían oír, pero nos daba igual. Y, por fin, empecé a correrme dentro de su coño y juró que no había echado tanto leche en mi vida. Seguía dando fuertes pollazos mientras me vaciaba. La saqué rápido y con la polla aún goteando se la acerqué a la boca.

  • Eso no, nene, que a mi marido no se lo hago, no me gusta...- se negó con las primeras palabras que salieron de su boca desde mi llegada.
  • Yo no soy tu marido y a mí si me gusta...- le contesté con un tono que me sorprendió a mi mismo y tirándole del pelo y obligándola a abrir la boca, le metí la polla en la boca que ella mamó después de unos segundos de duda.

Después de descansar un poco y vestirnos nos montamos en el coche y nos dirigimos a casa de sus padres. Paramos a hacer una compra para tener una excusa de porqué habíamos tardado tanto y llegamos a la casa. Mi novia recibió a su hermana con un abrazo y la tarde fue fenomenal.

Después de esto ya no hemos podido evitar la relación: Mi cuñada y yo somos amantes. Nos vemos a a escondidas; follamos como locos, porque solo queremos sexo. Por lo demás seguimos teniendo la misma relación que hace unos meses, pero más tranquilos, porque sabemos que al día siguiente vamos a poder desfogarnos el uno con el otro. Ah... A mi cuñada ahora le encanta comer pollas.

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