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El encuentro (Conquistando a mi tia 3)

en Amor filial

La verdad que me preocupaba la opinión de Susana sobre mi cita con su sobrino... Me tranquilizó mucho que, aún advirtiéndome de que tuviera cuidado, me deseara suerte en mi "caza". Mario me ponía muchísimo, era un capricho que me tenía obsesionada; es un chico de los que le gusta aparentar más de lo que son, seguro que estaba acostumbrado a estar con chicas de su edad a las que dejaría asombradas con su "capacidad" sexual. Fuerte, musculoso, de pelo rapado, buen culo. Todo un yogurin que iba para mi casa, para entregarse a mí.

Llegué a mi casa a prepararme para estar lista para su visita; me quité la ropa y me metí en la ducha; me puse una falda muy corta de estar en casa, y después de pensármelo poco, decidí quitarme el tanga que me había probado y quedarme sin ropa interior. Una camiseta de tirantes sin sujetador que al rozar mis pezones los hacía marcar en el nylon. Me perfumé adecuadamente y puse una botella de vino para enfriar.

Llaman al timbre. Es él. Mario estaba en mi puerta. Como un cordero que se mete en la cueva de la loba pensé. Le abría la puerta notando su sonrisa soberbia mientras sus ojos escrutaban mi cuerpo pareciendo follarme con ellos antes de entrar en la casa.

  • Hola, guapo, ya era hora de que te atrevieras a visitarme...- le espeté, devolviéndole la sonrisa.- Ya creí que me tenias miedo.
  • No, Marina, no tenía miedo... Lamento haber faltado ayer, pero tenía una promesa pendiente que no quería defraudar.-me dijo con un tono de voz meloso, a la vez que entraba en el recibidor y cerraba la puerta con un talón sin desviar la mirada de mis tetas y de mis ojos.
  • Vaya, vaya... Así que eres un chico que cumple con lo que promete, ¿eh?. Tendré que sacarte alguna promesa, para que no me rehuyas.

Llegamos al salón, donde dejé que se sentará primero para que pudiera observar mis muslos mientras yo me acomodaba. No estaba dispuesta a perder tiempo, y me acerqué mucho a él, con las copas en la mano llenas de vino.

  • Gracias, Marina- me sonrió dando un sorbo al vino rosado sin dejar de mirar mi cuerpo.
  • De nada, guapo, había que celebrar tenerte aquí.- le contesté mientras mi mano empezó a sobar su paquete directamente, como había dicho no quería perder el tiempo y quería demostrar que yo llevaba la iniciativa.

Dejé la copa en la mesa y con las dos manos, desabroché el cierre del pantalón de Mario, que me miraba guardando silencio con su copa en la mano. Me ayudó, levantando el trasero, a que pudiera bajárselos lo justo para sacar su miembro, aún semi erecto pero de un tamaño bastante respetable. Mientras con una mano cogía su copa y la dejaba en la mano, con la otra lo masturbaba lentamente, acercando mi boca a la suya atrapando esos labios en un beso húmedo. Mario introdujo su lengua tímidamente en mi boca; el pobre estaba cortado ante mi iniciativa, ya sabía yo que este chico era menos de lo que aparentaba. Su polla alcanzó un grosor descomunal y mis ojos casi se salen de las órbitas. Dios santo, que polla tiene el niño. Mordí su labio inferior abandonando su lengua, y comencé a bajar hacia su polla besando su pecho sobre la camiseta. Sin aguardar un momento empecé a lamer su capullo como si fuera un helado. El primer lametón le hizo temblar, lo que me hizo sonreír tímidamente.

¿Que diría Susana si me viera con la polla de su sobrino querido a escasos centímetros de mi cara...? Seguí lamiendo el tronco de su polla que, aunque me pareciera imposible seguía poniéndose cada vez más dura y mas gruesa y ya me costaba trabajo abarcarla con mi mano. La metí en mi boca saboreando el liquido preseminal; como un caramelo, llenándola de saliva y escurriéndola hasta el fondo de mi garganta. Bufff, me costaba trabajo, al tener que abrir las comisuras de mis labios hasta el tope, pero no iba aquedar mal delante de este crío, yo que me consideraba una de las mejores felatrices de toda mi época universitaria. Mamé ruidosamente, tratando de abarcar ese rabo que estaba mojando mi coñito solo de sentirla en mi boca. Mario jadeaba y suspiraba pero no decía nada, con los ojos entrecerrados sintiendo como, seguramente la mujer mas experta que había tenido.

Poco a poco fue moviendo su mano, acompañando mi cabeza en el sube y baja sobre su polla, marcándome el ritmo para alcanzar su placer. Descubrí que me gustaba la sensación de que un chico joven tomará el control de la situación. Su otra mano fue acariciando mi espalda, desde mi cuello hasta mi trasero. Lo cogió con fuerza, subiendo la falda y descubriendo que no llevaba ropa interior.

  • Ummm, Marina, no llevas nada debajo... Y quien bien la chupas, puta... Ahh, ¿te gusta comer pollas?- me decía entre suspiros; sus palabras groseras me estaban poniendo a mil, este hijo de puta estaba sacándome de mis casillas.

Me hizo girar en el sofá, abriéndome las piernas y sin dejarme sacar la polla de mi boca, empezó a comerme el coño en un fantástico 69. Fue notar su lengua en mi clítoris y sentir como una descarga eléctrica atravesaba mi columna. Lamía, mordía y exploraba cada rincón de mi sexo haciendo que una sensación de euforia me invadiera. Nunca me habían comido así; este crío era un tío hecho y derecho.

  • Jodeeeer, cabróooon...- tuve que gritar sacándome la polla de mi boca para coger aire ante el primer amago de orgasmo que me venía.- ¿Quien te ha enseñado a comerlo así...? Dioooooos...

Su única respuesta era afanarse, más aún, en ese delicioso cunnilingus que, ahora si, me provocó un orgasmo que mojó toda su cara; mientra no dejaba de pajear su enorme polla. Cuando notón que, por la corrida, estaba perdiendo fuerzas, salió de encima mío, tirándome boca abajo en el sofá, con el culazo en pompa. Antes de que pudiera reaccionar, noté algo muy gordo entrando en mi coño, lentamente pero sin ningún tipo de duda.

  • Ahhhhhhhhh, jodeeeer, Mario que pollaaaaaa...- grité para después morder el cojín que tenía delante mía, al ver como echando todo el peso sobre mi culo, la metía hasta hacer tope con sus huevazos.
  • Toma. Zorra. ¿Tenías ganas de que te follará?- exclamaba mario, pareciendo un tío totalmente desconocido al amable chico que nos acompañaba al gym por las mañanas.
  • Siiii, follame, desgraciado.... dame duro, ¿eso es todo lo que sabes hacer?... lo picaba yo, tratando de no aparentar ser la victima de una atraccion.

Como espoleado por mis palabras, me cogió de la cintura y empezó a follarme, a un ritmo tan bestial, que me corrí dos veces en los primeros cinco minutos; ¿como tenía este chaval tanto aguante?. Plaf, plaf plaf plaf . Sus cojonazos chocaban con mi redondo culo, haciendo un ruido similar al de unos azotes. A mí se me nublaba la vista y las palabras salían atropelladas de mi garganta... Insultándole, tratando de que me diera más fuerte, porque me estaba pegando el mejor polvo que me habían echado en mis 42 años de vida.

  • Que bien me follas... Eres un cabronazo... No sabe tu tía lo que se pierde!!!...- le picaba, lo que parecía hacer efecto, porque sus fuerzas se redoblaron al escucharme nombrar a Susana.

Y es que yo estaba segura, absolutamente, que el chico se sentía muy atraído por su tía Susana; no había nada más que observar como la miraba en el gym... No sabe lo que se pierde dije para mí, sintiendo llegar otro orgasmo.

  • Me corrooo, Marinaaaa...- me anunció Mario entre gritos; y dándome la vuelta con una facilidad pasmosa, como una muñeca, me acercó la polla a la cara, donde empezó a correrse a potentes latigazos.

Yo abría la boca recibiendo su descarga, algunas de las cuales fueron directamente a mi garganta. Mi cara, mi pelo, mis tetas. Joder que potencia tenía el niñato. Cuando acabó de correrse, no pude evitar que me la metiera en la boca y que me follara la boca, provocándome arcadas de lo profundo de sus envites, hasta que perdió totalmente la erección. Después se tumbo en el sofá, detrás mía, recuperando el aliento los dos.

  • Joder, nene, como me has puesto, jaja- le sonreí con la cara llena de leche a la vez que recogía algunos restos con el dedo y los llevaba a mi boca.
  • Dicen que es bueno para el cutis- me contestó en tono sarcástico.
  • Venías cargadito, ¿eh?... Bufff después de esto vas a necesitar una semana de reposo,.
  • Ah, ya te has cansado, creí que una mujer como tú me aguantaría más.- me picó, mientras sorprendida venía como su polla se estaba poniendo dura pegada a mi culo.

Solo tengo que deciros que Mario llegó a mi casa a las cuatro de la tarde y se fue sobre las diez de la noche. No sé cuantos polvos echamos ni cuantas veces me corrí... Él se corrió tres veces, la ultimo de ellas mientras hacíamos otro sesenta y nueve a la vez que me metía, el muy cabrón, dos dedos en mi culo.

Antes de marcharse, me pidió permiso para poder darse una ducha. Mientras estaba en la ducha y yo descansaba en el sofá, pues no podía ni mantenerme en pie, sonó un mensaje en su móvil, que estaba encima de la mesa... El remitente "Tita Susi". La curiosidad me pudo y lo cogí:

Tenemos que hablar... ¿te quedas esta noche a dormir conmigo, amor?. Necesito que me folles

Joder con la mosquita muerta de Susana, pensé. Y conmigo haciéndose la remilgada y está encoñada de su sobrino. En esas estaba que no noté llegar a Mario.

  • ¿Que haces con mi móvil, Marina?- me dijo, desnudo y secándose la cabeza con una toalla. No parecía enfadado, ni molesto por el hecho, así que contesté con toda naturalidad.
  • Has recibido un mensaje de tu tía y lo he abierto creyendo que estaba preocupada por ti.- dije aparentando inocencia.
  • ¿Ah si? ¿Y que dice?- me dijo sonriendo, sabiendo que el contenido de ese mensaje podía ser una bomba.
  • Dice que necesita que la folles esta noche.- le solté... Sin paliativos. A ver su reacción. Pero, el muy cabrón, no cambió un ápice la expresión de su rostro.

Guardó silencio, sin borrar esa sonrisa de su cara; se acercó al sofá y se sentó, de nuevo, a mi lado, tocando mis muslos los cuales, como un resorte, abrí. Buscó mi coño con su mano y empezó a masturbarme.

  • Estas mojada, cariño... ¿Te ha excitado saber que me follo a mi tía?- me susurraba mientras, sin parar de pajearme, me daba besos en la boca.- ¿te gusta fantasear?

Yo no contestaba con palabras, pues lo miraba excitadísima... Simplemente asentí. Él comenzó a bajar, sentándose en el suelo y colocándose entre mis piernas echo su cálido aliento en mi coñito, haciéndome estremecer.

  • Cierra los ojos, cariño. Porque confías en mí, ¿verdad?- me seguía susurrando, a lo que yo con los ojos ya cerrados le asentí.- Pues muy bien, imagina que es mi tía la que te está haciendo esto.

Y dicho esto, comenzó a comerme el coño, suavemente... En menos de diez segundos me corrí como un animal...

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