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Pequeño hermano mio: Por ahora...

en Amor filial

                                               Manu

 

            Entré con paso decidido por la puerta del Moloko; cuando salí de casa, mi hermana Sandra aún estaba en la ducha y no quise despedirme. Preferí dejar en el aire el juego que habíamos empezado, siguiendo el consejo de Carmen que siempre me decía que las chicas nos gustan que las cosas se sugieran no se afirmen. También decía que a las chicas les gustaba siempre dar el último golpe; así que, dejando a mi hermana con la palabra en la boca, provocaba un nuevo encuentro.

            Adrián me saludó desde la barra, donde estaba pidiendo una copa; llegué a su altura justo cuando me estaba poniendo sobre la barra dos vasos de chupito.

-         Tomate uno, así vas calentando… ¿Qué horas son estás de llegar?.

-         Lo siento, tío… He salido esta mañana y por la tarde me he quedado dormido.- me excusé porque era verdad que llegaba casi uno hora tarde.

-         Vaya, ¿has estado con Catwoman?

Así llamaban a carmen desde una fiesta del instituto donde ella fue vestido de ese personaje de comic; creo que la escena de esa noche había provocado más corridas que la primera película porno de Jenna Jameson.

-         Se llama Carmen, y no… Está estudiando fuera…

-         O sea que has salido con otra tía…

Pensé un instante en mi hermana: su culo, sus piernas y, por supuesto, sus tetas…  Evidente, era una tía

-         Sí, otra tía…- dije con una sonrisa en los labios

-         Y, por supuesto, no me vas a decir quien es, ¿no?

-         Soy un caballero, ¿por quien me tomas?- le dije siguiendo con la broma sabiendo su reacción.

-         Vete a la mierda… Anda vamos, estamos allí atrás en la otra barra…- dijo mientras caminaba con dos copas en la mano.

Llegamos y vi que allí estaban Jesús, otro chico que no conocía y algunas de las chicas de aquella primera noche con Carmen.

-         Hey, tío… ¡Por fin llegas!- saludó a voces jesús que estaba ya bastante afectado por el alcohol.

Me sorprendía el cambio de actitud que habían tenido conmigo, desde que descubrieron que me había liado con su deseada Catwoman; no es que antes pasaran de mí, pero la estupidez de esta gente había hecho que crearan un halo de respetabilidad a mi alrededor.  Bueno, nunca estaba de más causar un poco de envidia entre tus colegas de clase, algo a lo que no estaba acostumbrado.

-         Es que ha quedado esta mañana con otra tía…- aclaró Adrián con una mano en mi hombro.

-         ¡No jodas! Joder, tienes que tener la polla en carne viva…- dijo Jesús provocando las carcajadas de todos.

-         Bueno ya vale, ¿no?- dije riendo y dándole un puñetazo cariñoso en el hombro a Jesús.

Seguimos un buen rato, tomando copas y haciendo esos estúpidos amagos que hacemos los tíos que creemos que sabemos bailar. Reíamos de cualquier tontería y, la verdad, empezaba a darme cuenta de que Carmen tenía razón en lo de que tenía que evadirme un poco…

-         Vaya, hola… ¿Tú por aquí?- escuché un voz que se abría paso entre las chicas que había al lado nuestra y a las que, la verdad, no estábamos prestando mucha atención.

Me fije bien y vi que era aquella chica que conocí en la barra, aquel primer día  de mi encuentro con Carmen en Moloko. Quizás por la tranquilidad del momento pude observarla mejor; aunque era más bajita que mi hermana y que Carmen, la verdad es que tenía un cuerpo precioso, con dos pequeñas tetas en forma de fresa que se encargada de insinuar bajo un sugerente escote. Un pelo negro, muy corto y alborotado, que resaltaban más aún unos enormes y expresivos ojazos negros y un culito respingón donde culminaban unas piernas tersas y firmes.

-         Ah, hola… Tu eras Sofi, ¿verdad?- dije recordando su nombre, algo para lo que soy particularmente bueno.

-         ¡Vaya que sorpresa! ¿Te acuerdas de mi nombre?- dijo sonriendo ante la sorpresa de mi memoria resolutiva.

-         Bueno, supongo que me caíste bien…

-         ¿Ah si? Pues faltó poco para que me mandaras a la mierda.- dijo en forma de reproche.

-         No fue así… Te dije que estaba esperando a alguien y era verdad…

-         Ah, si, es verdad… Carmen…- dijo poniéndose seria.

-         ¿La conoces?- dije sorprendido.

-         Bueno, si… La verdad que la conocemos casi todas. Es una chica muy guapa…

La envidia se reflejaba en sus ojos y en sus gestos… Aguanté la sonrisa al recordar la escena del beso de Carmen delante de ellas; fue una forma poco sutil de dejar cortadas a este grupo de chicas, menores que ella, que trataban de calentar a los chicos de mi clase.

-         ¿Es… Tu novia?- dijo mirando hacia el lado derecho como si no le diera importancia a la pregunta.

-         No, no… Novia es una palabra muy fuerte, ¿sabes? Sólo somos amigos.

-         Pero es mayor que tú, ¿no?

-         “El amor no tiene edad”- dije solemnemente poniendo una mano en mi pecho.

-         Idiota, jaja.- rió al ver mi gesto.

-         Creo que te debo una copa, ¿no?- dije ofreciéndole mi brazo para que me acompañara a la barra.

-         No… Me vas a dejar que te invite a ti, por portarme el otro día como una lagarta.- dijo cogiéndome del brazo.

-         Las señoritas no tienen que pagar…

-         ¿No me digas que eres uno de esos machistas incorregibles?

-         No, no… Te sorprenderías de las cosas que me hacen hacer algunas mujeres.- contesté mientras en mi mente se reproducían las imágenes de mis encuentros con Carmen y como me guiaba en la conquista de mi hermana.

-         Buff, si me tomo esa frase literalmente, es bastante comprometida para una señorita como yo.

-         ¿No será que la machista eres tú?

-         ¡Oye!- protestó dándome un golpe en el hombro mientras llegábamos a la barra.

Pedimos una copa para cada uno y regresamos donde estaban los demás, pero quedándonos un poco separados para seguir charlando. Hablamos de multitud de cosas, desde los proyectos que teníamos para el futuro, como de lo que teníamos pensado para mañana mismo. La verdad que Sofi era una chica muy agradable y me divertía mucho con ella; de pronto, me dí cuenta que Carmen me había transformado en un chico mucho más abierto en el trato con las chicas. De ser un tío que apenas salía de su habitación, a tener una conversación con una chica preciosa sin necesidad de inventar historias para impresionarla.

-         ¿Sabes? Tienes algo especial…- me dijo parando de repente nuestra conversación.

-         ¿Ah sí?- pregunté extrañado y arqueando las cejas.

-         Sí, no sé… Llevas hablando casi una hora conmigo y no has intentado ningún acercamiento; de hecho, ni siquiera has echado ninguna mirada a mis tetas.

-         Bueno, si quieres las miro…- dije sonriendo.

-         No seas tonto… Ya sabes a lo que me refiero.

-         Sofi, no tengo porque querer follarme a todas las tías con las que hablo.

-         ¡Vaya! No sé si tomarme eso como un halago o como un desprecio.

-         Jajaja… No, mujer, me refiero a que hay tías que son trozos de carne y otras que vale la pena conocer.

-         Bonita reflexión… ¿Y se puede saber lo que soy yo?- dijo con los brazos en jarras.

-         Bueno, todavía no te he mordido…

-         Vaya, menos mal…

-         He dicho “todavía”…

Sonrió a carcajadas mientras me volvía a coger del brazo y se pegaba a mi cuerpo notando sus tetas pegadas  a mi brazo… Recordé una de las lecciones de Carmen en estos últimos meses: “Si una chica es la que busca el contacto físico es que está esperando a que tú des el paso… Semáforo en verde”. Esbocé una sonrisa al recordar las frasecitas de mi amante.

-         ¿De que te ries?- dijo mirando con esos ojazos negros.

-         Nada me he acordado de un estúpido chiste de semáforos?

-         ¿De semáforos? Joder, eres muy raro…

-         ¿Quieres otra copa? Antes me has invitado tú…

-         Bueno vale…- dijo ella yendo hacía la barra delante mía meneando ese pequeño culito.

Lección número dos de mi maestra: “Una chica nunca da la espalda a un chico por completo si no es porque quiere que el chico la mire… Y recuerda que, casi todas, lo notamos”

-         ¡Hey, parejita!- nos llamó Adrian.- Vamos a salir un rato a la terraza con sus amigas. ¿Vais a venir después?

-         Sí, ahora vamos que nos vamos a tomar una copa…- dijo Sofi que se había parado en seco y me había cogido de la mano para llevarme con ella.

Mientras íbamos para la barra, Adrian y Jesús me hacían gestos obscenos  a las espaldas de Sofi. Por un momento pensé que esa podía ser una de las razones por las que no se comían una rosca. Llegamos Sofi y yo a la barra y nos pedimos otras dos copas, a la vez que yo pedía dos chupitos de un licor bastante fuerte.

-         Vaya, ¿te vas  a beber esos dos chupitos?- dijo sonriendo con sarcasmo.

-         No, uno de ellos es para ti.

-         ¡Ni loca me bebo yo eso!- dijo haciendo aspavientos con las manos.

Entonces fue cuando todo empezó a complicarse; desde donde estaba, pude ver a Germán y sus amigos entrar en la disco y, por supuesto, mi hermana venía justo detrás con Lucía. Sandra venía guapísima, con una camiseta de tirantes de color blanco y una minifalda de tablas que dejaban a la vista sus piernas de ensueño… Desde la entrada, muy cerca de donde estábamos, me dí cuenta que trataba de localizarme con la mirada hasta que me encontró en la barra. Me hice el despistado como si no me hubiera dado cuenta de que la había visto; notaba su mirada, al mirar de reojo en su dirección, sin perder detalle de lo que yo hacía con Sofi… Había llegado el momento de dar el siguiente paso.

-         Entonces, ¿no te atreves a probarlo?- dije volviendo a mi conversación con la pequeña Sofi.

-         Tienes que estar malísimo, jaja… Pruébalo tú y, depende de la cara que pongas, lo probaré yo.- dijo mirándome indecisa.

-         De acuerdo…- le dije, para justo después beberme el chupito y tratar de hacer ningún gesto que delatara el amargo sabor de aquel licor.

-         ¿Está bueno?- dijo ella esperando ver una reacción más expresiva en mi cara.

-         ¿Quieres probarlo?- le dije tras tragarme todo lo que había en mi boca.

-         No sé…- dijo mirando algo dudosa el vasito que había sobre la barra.

Notando la mirada de mi hermana en mí, cogí de la barbilla a Sofí y, levantando su cara, la besé metiendo mi lengua en su boca muy despacio. Ella correspondió colgándose de mi cuello y suspirando mientras hacía el beso más profundo, hasta que nos separamos… Me miró sorprendida y  con una tímida sonrisa en los labios, sin saber que decir.

-         ¿A que no está tan malo?- le dije, limpiándole los labios de algo de saliva que había quedado sobre ellos.

-         Vaya, jaja… ¿Así le das de probar a todas los chupitos?- dijo aún un poco desconcertada.

-         Bueno, también tenía ganas de besarte, jaja.

En ese momento, una mano se posó en mi hombro y me dí la vuelta con una ligera idea de quien podía ser.

-         ¿Estás bebiendo chupitos?- dijo mi hermana con gesto enfadado, sabiendo perfectamente que su mosqueo no venía precisamente por el alcohol.

-         Sofi, te presento a mi hermana mayor Sandra…- dije viendo que la pobre chica se temía que le pasara como la otra vez con Carmen, pero cambiándola por otra tía no menos espectacular.

-         Encantada…- dijo Sofi, encogida de hombros sin atreverse a dar ni un paso.

Mi hermana la miró con indiferencia, lo que la verdad que más que gustarme me molestó bastante; ¿Quién coño se creía para mirar a una chica así? Me echaba la bronca por no tratar de normalizar mi relación con el subnormal de su novio y ella hacía lo mismo.

-         No bebas mucho, anda…- me dijo tratando de cambiar su gesto, al ver mi cara de desaprobación con su actitud.; después me dio un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de los labios.

-         Vale… Pero luego me invitas a algo, ¿no?- le dije sonriendo, mientras se alejaba con Lucía, que había permanecido callada a su lado.

Me miró con cara de asesina para después hacer un gracioso esfuerzo para transformarla en una forzada sonrisa…

-         Búscame luego y te invitaré… Adios, nena, cuídamelo o…- dijo a Sofi haciendo un gesto, moviendo su mano lateralmente, como si la fuera a azotar si me trataba mal.

Cuando se marchó, la pobre Sofi no sabía donde meterse; estaba roja como un tomate y un poco impresionada por la aparición de mi hermana. Tengo que admitir que, en contra de lo que esperaba, no me sentía demasiado bien por la situación en la que había puesta a la pobre Sofi… No es que no me apeteciera besarla, pero quizás me había precipitado por el simple hecho de molestar a ami hermana; y eso había hecho que Sandra tratara de forma algo cruel a esa chica, que no lo merecía. Me dí cuenta en ese instante, que el juego que yo tenía con Carmen no era valido con otras chicas, porque podía causarles dolor. De hecho, pensé en que nunca me había preguntado como se sentiría Carmen al jugar a esto conmigo.

-         Siento como te ha tratado mi hermana…

-         No pasa nada… Ha sido un poco extraño, parecía una novia celosa…

-         Es muy protectora, pero es buena chica; seguro que ha discutido con su novio y está un poco enfadada…- la justifiqué sabiendo perfectamente que aquello había sido un autentico ataque de celos.

-         Madre mía… Eres el hermano de Sandra y el rollete de Carmen, bufff- decía flipando y agitando su mano derecha.

-         Vaya, también conocías a mi hermana…

-         Solo de vista, pero da miedo en persona…

-         Jajaja… ¿Otro chupito?- le dije como forma de cambiar de tema.

-         ¿Esa es la única excusa que se te ocurre para besarme?-me dijo cogiéndome de la cintura.

-         Tengo otras…

Reímos los dos, lo que hizo que se calmara un poquito la tensión provocada por mi hermana… Poco a poco, empecé a olvidar mis remordimientos porque, al fin y al cabo, solo estaba conociendo a una chica que resultó ser muy agradable y con la que podría compartir una buena noche. Carmen siempre me había dicho que tenía que ser más frío con las chicas; que me abría demasiado a ellas y podía dar impresiones equivocadas, si sólo buscaba pasar el rato. ¿Ser más frío? No sabía hacer eso…

Mientras charlábamos, decidimos salir a la zona de terraza donde estaban nuestros amigos, aún sabiendo que en esa zona, también estaría mi hermana. Me invadía una sensación extraña porque, todo lo que había pasado aquella mañana con ella, me había hecho albergar esperanzas de que en algún momento pudiéramos romper esa barrera; pero por otro lado, ella estaba allí con su novio y, en ningún momento, había hecho un amago de romper su relación con él.

                                                           Sandra

 

-         Joder tía, como te pasas, ¿no?- me decía Lucía mientras salíamos a la terraza.

-         ¿Yo? ¿Qué he hecho?- dije mirándola aún un poco molesta por lo ocurrido con Manu minutos antes.

-         Pues como has tratado a la chica esa… No sé a que venía eso.

Guardé silencio unos segundos,  pensando en alguna excusa convincente que darle a mi amiga Lucía; sabía que había pocas salidas para explicar mi actitud, pero el hecho de encontrar a Manu morreándose con otra tía delante mía me había hecho enfurecer. Vosotros diréis que ya lo había visto, incluso follando, con Carmen… Quizás tengáis razón, pero todo lo que había sucedido esa mañana entre nosotros me tenía un poco descolocada. Creí que había conseguido atraer la atención de mi hermano. Pero, bien pensado, no tenía derecho alguno a reprocharle nada porque era yo la que trataba de mantener las distancias.

-         No me gusta que beba alcohol y, además, estaba esa tía guarreándole.- mentí como excusa para justificarme.

-         Pues a mi me pareció que era Manu quien le metía la lengua hasta la traquea…- dijo Lucía arqueando las cejas.

-         Bueno ya está… No quiero hablar de eso, ¿vale? Ya es mayorcito para saber donde mete la polla.- dije enfadándome de nuevo.

-         Vale, vale… Pues entonces mejor vámonos a dentro de la disco, porque tu hermano y su amiguita acaban de salir aquí.

Busqué con la mirada a mi hermano y estaba con esa tía pero esta vez junto a un grupo de amigos. Lo vi charlando con ellos mientras tomaba una copa con sus amigas a algunos metros; en ese momento me percaté de lo injusta que estaba siendo con él… Manu sólo estaba tratando de hacer lo que me había dicho esa mañana: conocer a otras tías para poder olvidarme… Pero la pregunta era si yo quería que se olvidara de mí. ¡Joder! Menuda estupidez; había sido yo quien lo había empujado a eso y ahora me moría de celos de verlo con otra. Ver como besaba delante de mí a aquella tía hizo que recordara el beso que me dio meses atrás… La mejor experiencia de mi vida.

-         No pasa nada… Tienes razón, Lucía. Quizás tendría que ir a pedirle perdón a la chica.

-         Ni de coña… Tú no te mueves de aquí que conozco tus arrebatos…- dijo agarrándome del brazo.

Mientras, Germán estaba jugando al futbolín con sus amigos sin prestarme la minima atención. Mi hermano era el hombre más atento con las chicas y yo estaba con el novio más despegado del mundo. Genial, ¿verdad? En ese momento vi como la chica se dirigía al servicio con una de sus amigas y lo vi claro.

-         Voy al baño, ahora vengo…- le dije a Lucía que bailaba al ritmo de una canción de Black Eyes Peas.

-         Te acompaño.- dijo muy decidida

-         No, déjalo… Quédate aquí si quieres.

-         He dicho que te acompaño y punto…- dijo sonriendo.- Se lo que vas a hacer y no te lo voy a permitir.

-         Vale, como quieras… Pues acompáñame pero no vas a evitar que hable con esa tía.

Lucía se quitó de mi camino haciendo un gesto gentil con el brazo como dándome paso hacía los aseos. Le sonreí y me dirigí hacia ellos con paso decidido; pasé justo por al lado de Manu, que me miró con un gesto simpático.

-         Me debes una invitación, hermanita.- dijo cogiéndome de la cintura y haciendo que la piel se me erizara.

-         ¿Para eso es para lo único que me quieres?- le dije al oído aprovechando el sonido de la música y que Lucía estaba lejos.

-         Si supieras para lo que te quiero, no te acercabas a mí delante de gente.- soltó como un hachazo y me beso en la mejilla.

Proseguí mi camino, bastante desconcertada por la naturalidad con la que mi hermano me había soltado eso. Desde esa mañana estábamos bastante más atrevidos el uno con el otro y tengo que admitir que me gustaba ese juego.

Llegamos al baño y estaba bastante lleno de chicas frente a los tocadores de los espejos retocándose el maquillaje, pero ni rastro de la chica y su amiga. Miré a Lucía como diciéndole que no la encontraba y ella me contestó con la cabeza señalando al fondo del aseo. De uno de los reservados acababa de salir la chica que se colocaba bien la falda mientras charlaba y reía con su amiga.

Cuando me vio casi en la puerta, le cambió la cara  a la pobre y me di cuenta de la situación tan incomoda que estaba creando. ¿De verdad quería hacer eso? De hecho, ¿qué pretendía hacer? ¿Pegarle? ¿Abroncarla?... La actitud de la chica me tranquilizó un poco porque, en ningún momento, hizo gesto alguno de buscar la confrontación; fue ella misma la que vino a mi encuentro.

-         Hola Sandra…- dijo un poco cohibida pero echándole un par de ovarios.

-         Hola… ¿Cómo sabes como me llamo? ¿Te lo ha dicho mi hermano?- dije un poco más relajada pero sin dejar de mantener las distancias.

Lucía miraba la situación junto a la amiga de la chica; las dos un poco pendientes por si tenían que saltar sobre nosotras.

-         No, no… Te conozco… Mira quería pedirte perdón si he hecho algo que te haya molestado, yo…- dijo mirando al suelo con un gesto de sumisión.

En ese momento, se me cayó el mundo al suelo; estaba amenazando a una chica menor que yo, por el simple hecho de que se había enrollado con mi hermano. Y lo peor es que la chica no tenía pinta de ser mala persona y trataba de justificarse ante una persona que la mirada con cara de sicaria.

-         ¿Cómo te llamabas?- dije para romper un poco la tensión del momento.

-         So…Sofi.- dijo algo intranquila.

-         Bien, Sofi… No te preocupes, sólo quería pedirte perdón como te he tratado antes con mi hermano…- dije sacando las palabras como si las estuviera pariendo mientras Lucía y la amiga me miraban con cara de asombro.

-         Ya sé que quizás estés enfadada porque como Carmen es amiga tuya y ahora me ves a mí con tu hermano- soltó provocando un gesto aún más desencajado en la cara de Lucía

-         No, no… Déjalo, no es eso…- trataba yo de pararla para que no metiera más la pata delante de Lucía, que no sabia nada de la relación entre Carmen y mi hermano.

-         De verdad, Sandra… Manu me ha dicho que no son novios que sólo se han enrollado un par de veces y ya está… Yo no quiero problemas con nadie, sólo estamos pasando una buena noche los dos.

Joder, joder, joder repetía una y otra vez en mi cabeza. Había metido la pata hasta el fondo; ahora Lucía se estaba enterando de que Carmen y mi hermano estaban liados y todo por mi culpa. Si me hubiera estado quietecita en la terraza y no hubiera ido con intención de arrancarle la cabeza a Sofi, no habría pasado nada.

-         Ya está, Sofi…- la callé, poniéndole la mano en la boca, para que dejara de soltar burradas que comprometieran, más aún, a Carmen y Manu.- No pasa nada, sólo acepta mis disculpas y pásalo bien con mi hermano, ¿vale?

-         Va… Vale…- contestó cuando retiré la mano de su boca.

Dí media vuelta y me marché de los aseos con Lucía acelerando el paso detrás de mí para poder alcanzarme.

-         Lo sabías, ¿verdad?- dijo poniéndose justo a mi altura una vez en la terraza.

-         ¿El qué?- dije disimulando.

-         Sabías que Carmen se había liado con tu hermano, ¡y no me has dicho nada…!- dijo un poco enfadada pero con tono de broma.

-         No… Bueno, sí lo sabía… Pero ellos querían mantenerlo en secreto. De todas formas sólo se han acostado un par de veces- mentí para tratar de quitarle importancia al asunto.

-         ¿Se lo ha follado? ¿Carmen se ha follado a tu hermano?- dijo sonriendo y agitando sus manos.- Que hija de puta… Con lo bueno que está…

-         ¡Lucía, por dios! ¡Que es mi hermano!- exclamé para tratar de apartar de mi mente las imágenes de los polvos entre esos dos.

-         Ya puede ser tu hermano o el Papa santo de Roma, pero que está tremendo lo tienes que saber hasta tú.

-         ¿Y yo que sé? Es mi hermano…- mentí mientras sentía como me ardía el pecho de aguantar la compostura.

-         Así que Manu es el famoso yogurin…- mencionó Lucía con gesto de sorpresa.

-         ¿Yogurín?

-         Sí, un día Carmen me contó que se había tirado a un yogurin, un jovencito que la había hecho flipar… Y resulta que era Manu, jajaja… Joder…

-         Bueno, ya vale de cachondeos, ¿no?- la corté riendo y tratando de evitar el tema.

Seguimos bebiendo y bailando en la terraza, pero mis ojos no perdían de vista a mi hermano que de nuevo estaba, muy acaramelado, con Sofi; no podía evitar sentir esa sensación de celos. La verdad que no prestaba mucha atención a lo que me rodeaba, y la pobre Lucía llevaba un rato hablando sola porque apenas le prestaba atención, limitando a  asentir con una forzada sonrisa en los labios.

La llegada de su hermano Lucho, que había dejado de jugar al futbolín con mi novio y sus amigos, me permitió estar un poco más relajada.

-         ¿Cómo están las dos chicas más guapas de toda la discoteca?- dijo Lucho al que se le notaban algunas copas de más, porque no era normal que superara ese timidez.

-         ¿Ves? Esto es un hermanito entrañable, jaja…- rió Lucía mientras se cogía de la cintura de su hermano.

Ojala pudiera yo tener gestos tan naturales con Manu, sin despertar ese quemazón en mi pecho; me pregunté que porque no me acercaba más a mi hermano y lo tocaba, lo acariciaba… Supongo que al principio sentiría esa excitación casi inaguantable, pero con el tiempo se calmaría, ¿no?.

-         Oye, Sandra ¿Te pasa algo?- dijo Lucho sin dejar de lado a su hermana.

-         No, nada…

-         Oye, si es por Germán… Pasa de él, hoy tiene un día tonto; ya sabes como se pone cuando pierde en algo, jeje.

-         Luis, no es por eso…- aclaró Lucía que llamaba a su hermano siempre por su nombre de pila.- ¿Podemos pedir tu opinión?

-         Si, claro…- dijo Lucho sin saber muy bien por donde venían los tiros, igual que yo.

-         Mira la chica que está con Manu… ¿Está bien?- dijo pegando la cara al hombro de su hermano.

Lucho dejo de mirar mi escote un momento, lo que como siempre me gustó, para mirar en la dirección que le indicaba su hermana. Tardó unos segundos en contestar, como si estuviera haciendo un análisis pormenorizado de la chica en cuestión.

-         Chiquita pero matona… Está muy buena.- dijo provocando nuestra risa.

-         ¡Luis! ¿Cómo hablas  así, tío?- le riñó su hermana pero sin poder aguantar la risa.

-         ¡Joder! Me habéis dicho que os diga se está buena o no… Y, bueno… Tiene un polvo.

-         ¡Ya vale!- siguió su hermana.

-         Bueno no os enfadéis.- añadió Lucho aguantando el pellizco de Lucía.- Las hay mucho mejores…

Al decir esto, volvió a mirarme de reojo; no sé si Lucía se percató de la situación pero me excitó de sobremanera la forma en la que Lucho me estaba tirando los tejos… Quizás era por el hecho de que el hermano de mi amiga siempre había sido un chico muy cortado con las mujeres, y eso que sabíamos que se había llevado a la cama a unas pocas, y hoy estaba totalmente desinhibido por la bebida.

Mientras dos amigas más del grupo se acercaban a nosotros, siguiendo Lucho con sus bromas, mi mirada volvió a fijarse en mi hermano y su ligue, que en ese momento se separaban de su grupo cogidos de la mano hacía la salida de la discoteca… No sé en que estaba pensando en ese momento, pero reaccioné de una forma que no esperaba.

-         Lucía, voy un momento al ropero que me he dejado el móvil en el bolso, ¿vale?

-         Ok, estaremos aquí fuera…- contestó guiñándome un ojo, sin saber muy bien si es que se había dado cuenta de mis intenciones y me estaba cubriendo.

Me dirigí hacia la puerta de salida entre la muchedumbre que había en la terraza; al salir la puerta, estaba un poco desorientada y, por un momento, perdí de vista a Manu y Sofi. Pero enseguida los volví a encontrar con la mirada: iban agarrados y se dirigían a un parque que hay justo al lado de la discoteca que las parejas usaban para buscar un poco de intimidad… ¿Cuántas veces había follado con Germán en ese parque en los últimos meses?

-         Joder…- dije quedándome parada, observando como la parejita se alejaba entre los arbustos de los jardines, sin saber que los estaba viendo.

No sé que fuerza me empujó, pero creo los propios celos que sentía hicieron que mis pies a caminar y entré en el jardín detrás de ellos. En aquellos jardines había bastantes parejas y algunos grupos de personas haciendo botellones, por lo que tampoco era tan extraño verme caminar sola por allí.

-         ¡Hey Sandra!- escuché un voz a mis espaldas que me dejó petrificada por si alguien conocido me veía en esa situación.

Era una amiga de la facultad, Pili, que aunque no salía en el mismo grupo que nosotras. Tenía muy buena relación con Carmen y conmigo; se alejó de nuestro grupo al echarse un nuevo novio, porque hace tiempo había estado con Lucho.

-         Ah, hola Pili…- contesté en voz baja, para tratar que Manu no reconociera mi voz si estaba cerca de mí, porque hacía un rato que lo había perdido de vista.

-         ¿Qué haces por aquí sola? ¿Estáis de botellón por aquí?- me preguntó a la vez que me daba dos besos en las mejillas.

-         N…No. Estoy sola…- dije muy nerviosa lo que, desde luego, no ayudaba a quitarme de encima a mi amiga.

-         Vaya… ¿Qué te pasa? No me digas que has vuelto a discutir con el gilipollas de tu novio…- dijo sacando conclusiones de mi cara descompuesta.

Sin saber muy bien que decir, asentí… La verdad que no importaba mucho mentir, porque como os habréis dado cuenta a lo largo de esta historia, Germán no era santo de devoción de muchos de mis amigos.

-         Te he dicho mil veces que dejes a ese tío… Solo piensa en él y en su polla- dijo abrazándome y yo echando la cabeza en su hombro haciendo un papel digno de un Oscar de Hollywood.

-         Bueno, solo quiero dar un paseo y despejarme un poco…- le dije tratando de seguir mi camino.

-         ¿Quieres que vaya contigo?- me dijo ella con gesto comprensivo.

-         No, no… De verdad, muchas gracias… Solo quiero estar sola.- musité dándole otros dos besos y alejándome de ella.

-         ¡Bueno, luego llégate y te invito a un vodka, tenemos botellas de sobra…!- dijo mientras veía como me iba parque adentro.

El encuentro con Pili había hecho que definitivamente perdiera de vista a mi hermano y su amiga… Estaba allí, en mitad del parque, sin saber muy bien adonde ir. Me dirigí a uno de los bancos que había en el parque justo delante de unos arbustos; subí las piernas al banco, abrazándome las rodillas quedándome acurrucada. La verdad en ese momento no me importaba mucho que, con la minifalda de tablas que llevaba puesta, estuviera mostrando casi todo a cualquiera que pasara por delante del banco en el que estaba sentada.

Aquella zona era bastante tranquila y no pasaba casi nadie, porque la zona de más jaleo la había dejado hace un rato atrás en mi infructuosa búsqueda. Me paré a pensar en lo absurdo de la situación: ¿qué quería encontrar en ese parque? ¿De verdad me apetecía ver a mi hermano en brazos de otra tía? Entonces empecé a escuchar unos lejanos gemidos y la sangre se me heló; justo a mis espaldas a unos cinco metros, entre los arbustos, una pareja estaba follando sin ningún reparo en que alguien los oyera… Por supuesto, un cosquilleo me recorrió la espalda porque tenía la convicción de conocía a la pareja.

Me puse de rodillas y comencé a acercarme a través de los arbustos, pero sin perder de vista a mis espaldas el banco, para tener una vía de escape en caso de emergencia. Retiré algunos arbustos y confirmé mis sospechas: eran mi hermano y aquella chica… ¡Joder! Me estaba haciendo una experta en ver a mi hermano follando con otras tías…

Manu estaba sentado apoyado en un gran alcornoque escondido entre grandes matorrales; Sofi estaba subida a horcajadas sobre él y muy despacio se iba metiendo y sacando aquella polla. Gemía cada vez que bajaba su cuerpecito, para meterse aquel trozo de carne; parecía una muñeca de porcelana que fuera a romperse de un momento a otro.

-         ¡Dios, Manu…! ¡Me vas a matar…!- decía mientras trataba de recuperar la compostura.

Mi hermano, que supongo que tenía la misma sensación que yo de la fragilidad de su pareja, guardaba silencio y se limitaba  a mirar como Sofi lo cabalgaba… Yo allí mirando la escena, y mojando ya el tanga, y la tonta esta no era capaz de metérsela entera. Cuando estaba pensando eso, vi como Manu cogiendo del culo a su rollete, la apretaba contra su polla haciendo que le entrara hasta los huevos.

Sofi se quedó con la boca abierta y rígida, mientras mi hermano la dejaba un instante quieta, para que se acostumbrara a la longitud. A esas alturas de la historia, yo tenía una mano metida entre mis muslos, y éstos apretados en uno contra el otro frotándose, mientras me mordía el labio inferior para no hacer ningún ruido.

-         ¿Te duele?- preguntó Manu con una voz suave.

-         Un poco… Ufff…- gemía Sofi sin moverse ni un centímetro- Por favor, no la saques… O soy capaz de matarte…

Joder con la mosquita muerta pensé, hace un rato parecía que no había roto un plato en la vida y ahora está encajando un pollazo.

-         Despacio, tranquila… Así…- decía mi hermana mientras hacía rotar las caderas de Sofi que exhalaba aire como si la estuvieran maltratando.

-         ¡Joooooder! ¡Que bueno!- exclamó agarrándose al cuello de Manu y besándolo de forma ardiente.

Mi excitación llegó a un limite en el momento en que la amenaza de un orgasmo se hacía palpable, haciendo que un pequeño gemido escapara de mis labios, casi inaudible pero…

-         ¿Qué ha sido eso?- exclamó Sofi, con los ojos como platos y quedándose de nuevo quieta sobre la polla de mi hermano

-         ¿El que, nena? No he oído nada…- intentaba calmarla Manu que agarrado a sus caderas intentara que su amante no parara de moverse.

-         He escuchado un ruido, Manu…

-         Mujer, no somos la única pareja que hace esto en este parque.- decía mi hermano que ahora si estaba quieto y mirándola a los ojos.

-         Pero es que ha sonado muy cerca…

-         Pues sería una rata, supongo.- bromeó Manu haciendo que Sofi casi resacara la polla para salir corriendo medio desnuda.

-         ¡Joder que asco! ¡No me digas eso!- dijo mientras mi hermano la agarraba de nuevo para que se fuera a ir.

-         Tranquila, ¿vale? Estoy aquí contigo. Solos. Ni ratas ni nadie nos va a interrumpir, ¿ok?- aclaró Manu acariciándole el rostro.

-         Va… Vale…- sentenció Sofi, que cogiéndose del cuello de mi hermano volvió a cabalgarlo de forma suave y pausada.

Desde el incidente, yo me había quedado petrificada con la mano entre mis muslos y sin querer hacer ningún ruido que me delatara. Cuando la pareja comenzó a follar de nuevo, fue andando de rodillas hacía atrás muy despacio, tratando de no hacer ruido. Llegué hasta el banco donde me había sentado antes y comencé a caminar hacia la discoteca otra vez justo cuando los gemidos de Sofi, ya eran notorios en todo el camino. No sé porque una sonrisa se dibujó en mi cara, como si quisiera que mi hermano le demostrara a esa chica como se folla.

Me senté en otro banco mas alejado, por si salían de su escondite no me fueran a sorprender y me coloqué la falda bien y me limpie las rodillas de tierra. Recuperé el aliento, con el tanga empapado de mis jugos; no había llegado a correrme y tenía unas ganas locas de hacerlo… Volví a levantarme, diez minutos después, y avancé por el camino hasta la zona donde antes estaba Pili que se había marchado pero seguían allí sus amigos. Pero entre ellos estaban también Lucho, Lucía y Germán.

-         ¿Se puede saber donde coño te has metido?- me gritó acercándose a mi y agarrándome del antebrazo con fuerza.

Yo me quedé helada; la reacción de Germán no era muy distinta a le de otras veces, pero es que esta vez sí es verdad que no tenía justificación. ¿Cómo podía explicarle que me había ido de la disco en la que estábamos para ir  a un parque donde las parejas van a echar un polvo?

-         Hey tío, suéltala, ¿vale?- dijo Lucho muy serio cogiendo a Germán del otro brazo.

-         Vale, vale…- se calmó un poco Germán que a pesar de todo nunca había sido un valiente al enfrentarse solo con otros tíos.- Pero, estoy esperando a que me digas que coño haces en este parque… ¿Con quien estás?.

-         Conmigo… Ha venido conmigo…

Creo que la cara de todos fue un poema, al escuchar la voz de mi hermano a mis espaldas; yo me quedé tan sorprendida como todos y me giré para verlo como llegaba a paso renqueante como si estuviera mareado. Llegó a asustarte de veras.

-         Me he mareado ahí dentro y he salido a dar un paseo para potar… Y mi hermana me ha visto en la entrada y ha venido conmigo.

-         ¿Y por qué coño no me has avisado?- decía aún fuera de sí German, sin soltarme el antebrazo.

-         Yo que sé, Germán… Mi hermano estaba malo y no pensé mucho en lo demás.- me justifiqué siguiendo la historia de Manu que ya estaba junto a mí.

-         Eso te pasa por hacerte el chulito bebiendo… Bien que te dijo tu hermana que no bebieras tanto- dijo Lucía dándole más credibilidad al cuento, sin pretenderlo.

Germán pareció calmarse un poco al ver que todo encajaba y que la escenita de celos que había montado no tenía justificación alguna; aún así me soltó el brazo con fuerza y desprecio. No le gustaba que le dejaran en evidencia delante de nadie. Yo seguía pensando en como había llegado Manu hasta nosotros, donde se había dejado a Sofi y como se atrevió a encubrirme de esa forma, sin saber muy bien donde había estado… ¿O es que lo sabía?

Germán andaba hacía la discoteca con Lucho al lado que seguía tratando de calmarlo; Lucía se cogió de mi brazo, acariciando la señal que me había dejado mi novio de apretarme el antebrazo. Mi hermano estaba quieto de pie, viendo como nos alejábamos.

-         ¡Germán!- llamó Manu desde lejos delante de todo el mundo a mi novio que se giró para verlo.- Perdón por no haberte avisado... Culpa mía.

-         Vale…- contestó mi novio con desgana y bastante desagradable.

-         Pero vuelvas a agarrar así a mi hermana, te arrancó el brazo de cuajo…

Germán se quedó blanco; pero no fue el único, Lucía y yo de piedra y solo Lucho esbozó una pequeña sonrisa ante el atrevimiento de Manu. Mi hermano junto a mi que me habíia quedado parada igual que todo el grupo y ya estaba a la altura de Germán. No, por favor, por favor me repetía una y otra vez, porque no quería que se pegaran.

-         Pero sin malos rollos, ¿eh?- le dijo riendo y forzando a Germán a que le diera la mano.- ¡Anda! invítame a una copa, que ya estoy mejor.

Germán sonrió, quizás más por no quedarse cortado delante de sus amigos que por darle la razón a Manu, y cogiéndolo del hombro se dirigieron juntos a la discoteca, con Lucho al lado. Yo todavía no podía mover las piernas del temblor que tenía.

-         Joder, con tu hermanito…- dijo Lucía agarrándome del brazo y haciendo que fuera tras ellos rumbo a la discoteca también- Está bueno y además no veas los huevos que le echa, jaja…

Yo miraba la escena sin saber muy bien que decir ni que hacer… La situación me superaba y me dí cuenta que tenía que poner fin a todo esto, porque cada estaba más obsesionada con mi hermano y eso no podía traer nada bueno…

                                                           Manu

 

Cuando Sandra llegó a casa yo llevaba un rato, metido en mi habitación… Nos habíamos tomado una copa juntos en la discoteca, pero decidí marcharme para casa. Una cosa era hacer el papel de cuñado comprensivo y otra muy distinta aguantar las gilipolleces del novio de mi hermana.  Si no hubiera sido porque Carmen siempre me recomendó no enfrentarme abiertamente a Germán, le habría dado de hostias por sujetar así a mi hermana. Me había conectado un rato para ver si Carmen estaba conectada para contarle todo lo que había pasado este día.

Había cumplido parte de sus recomendaciones, al salir con otras chicas y que mi hermana me viera, aunque quizás lo había llevado demasiado lejos. Sofi era una chica muy agradable, pero no era mi hermana y no veía bien jugar así con las personas; después de follar tras unos matorrales en el parque, la acompañé hasta el otro extremo del jardín donde la recogería su padre.

Encima estaba el tema del tremendo dolor de huevos que tenía, porque Sofi se obsesionó con los ruidos que había en el parque y, al final, cortó antes de que pudiera correrme. Decidí volver a la discoteca para despejarme un poco y ver si me tomaba una última copa con Adrián y Jesús…

Fue entonces cuando me encontré con la escena de la pelea entre mi hermana y Germán. No me desagradaba la parte de que mi hermana discutiera con ese subnormal, pero estaba viendo a Sandra pasarlo bastante mal y intenté servirle de coartada. Seguramente habría salido con Lucía a ver a alguna de sus amigas y Germán había reaccionado con los celos de siempre. Os puedo asegurar que cuando al final amenacé a Germán por haber agarrado a mi hermana, lo hice con todas las consecuencias; pero la cara que puso mi hermana me hizo recordar, de nuevo, la frase de Carmen: “Nada de enfrentamientos directos con Germán… Es subnormal pero, hasta que tu hermana decida lo contrario, es su novio…”

Estaba pensando yo en mis cosas, cuando la puerta de mi habitación de abrió. Mi hermana asomó la cabeza tímidamente a mi habitación.

-         ¿Estás dormido?- dijo en voz muy baja como temiendo despertarme.

-         No, ¿que quieres? ¿te pasa algo?- le dije incorporándome algo preocupado por si había pasado algo más con Germán en mi ausencia.

-         Nada, sólo que…- susurró sin terminar la frase.

-         Sandra, en serio, dímelo…

-         Sólo que si podía dormir contigo esta noche…- dejó caer dejándome helado.

Tardé unos segundos en reaccionar, en los que dí tiempo a que mi hermana hiciera el amago de volver a su habitación.

-         Sandra…- la llamé antes de que se marchara.

Asomó de nuevo su cabeza a mi habitación; con un gesto de levantar las sabanas para hacerle hueco a mi lado le di mi consentimiento. Ella esbozó una preciosa sonrisa y entró en mi habitación, cerrando la puerta tras de sí muy despacio para no despertar a mi madre. Al estar cerrando la puerta dándome la espalda, pude ver que solo llevaba puesto un pequeño pantaloncito de pijama que no dejaba nada a la imaginación; sus dos cachetes estaban perfectamente marcados, haciéndome dudar incluso que llevara ropa interior.

Se giró hacia mí, y la camisetita que llevaba no llegaba más abajo que su ombligo, enseñando el vientre más plano y hermoso que he visto en mi vida. Se metió en mi cama muy despacio, dándome la espalda y haciendo que la abrazara como hacíamos cuando dormíamos juntos tras la separación de nuestros padres. Como entonces, metí mi mano bajo su camiseta para acariciar su espalda tratando de no pegarme mucho a ella para que no notara la tremenda erección que tenía.

-         Gracias…- dijo con voz de sueño.

-         Pero no que acostumbres que esta cama es muy pequeña…- bromeé sin dejar de acariciar su espalda.

-         No me refiera a eso, tonto… Lo digo por cubrirme esta noche en el parque…- dijo como avergonzada.

-         No pasa nada… No sé a que venía eso, pero no tiene que hablarte así… Porque no estabas con otro tío, ¿no?

-         ¿Qué dices? ¿Estás tonto?- dijo malhumorada y tratando de levantarse.

-         Perdona, perdona… No tiene que hablarte así y punto.

-         Mas arriba…

-         ¿Qué?

-         Que me hagas cosquillas en la espalda, más arriba…

-         Ah, vale.- dijo subiendo la mano casi hasta sus hombros y dándome cuenta que no llevaba sujetador.

-         Oye, Manu… No estaba con ningún chico en el parque; me gustaría que te quedara claro, es muy importante para mí.- dijo con una cadencia de voz que me hizo estremecer.

-         No tienes que darme explicaciones, te creo…

Sandra se arrimó a mi, aún de espaldas; por fuerza tuvo que notar mi polla dura en su culo y se quedó quieta pero no dijo nada. De hecho se colocó de forma que mi polla descansaba, perfectamente sobre su culo. ¡Joder! Y yo con ese dolor de huevos… Pero me había prometido que nunca daría yo el primer paso.

Cogió mi mano e hizo que rodeara su cintura para posarla en su barriga, tocando su ombligo. Mi polla iba a reventar, estando más pegada aún a ese culo que me volvía loco.

-         Buenas noches, Manu…- dijo dejando escapar un suspiró y colocando bien su cabeza en mi almohada.

-         Buenas noches, hermanita…- le dije besándole el cuello desde atrás.

Creo que la noté temblar entre mis brazos al notar mi beso; pero como yo aguantó la tentación… Me quedé dormido al rato, porque aunque os suena raro que pudiera aguantar el impulso de mis calzoncillos, tenía entre mis brazos a la persona que más quería en este mundo. Y eso me bastaba… Por ahora.

(CONTINUARA)

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