miprimita.com

Los imposibles también existen (4: El capricho)

en Amor filial

            - ¿Quién es?- dijo el dj sin perder de vista a esa chica que bailaba en la pista.

            - ¿Quién es quién?- contestó Iván que trató de disimular su ensimismamiento con Sonia.

            - Pues la tía de la que llevas un rato colgado, no le quitas ojo de encima. ¡Joder, si ni siquiera te has metido tu raya!- sonrió el chico señalando la cocaína que había sobre la mesa de dj.

            - ¿Tanto se nota?- contestó con media sonrisa Iván sin apartar la vista de Sonia que no se había percatado de nada.

            - ¿Te la has follado ya? ¿O es un próximo objetivo?

            - No seas bestia, Adri… Es mi prima.

            - Sí ,claro… A una prima no se le mira así. ¿Miras  así a todas tus primas?

            Esa frase hizo que Iván mirara a Adri con sorpresa. ¿Miras así a todas tus primas? La pregunta hecha por su amigo sin ninguna maldad, rebotó en su cabeza como una pelota de ping pong; primero fue Carmen y ¿ahora Sonia? ¿En qué coño estaba pensando? Se alejó de la zona, ante los llamamientos de su amigo, para entrar en el aseo de caballeros donde se lavó la cara; miró su reflejo en el espejo y volvió a martirizarse por sus pensamientos libidinosos hacia su prima pequeña. Tenía que poner distancia con esas locas ideas y sentimientos. ¿Sentimientos? ¡No podía ser! Simplemente era uno más de los estúpidos caprichos que le arruinaron la vida. Y él estaba dispuesto a arruinar la suya, pero jamás a llevar al desastre a su prima.

            Salió del baño, aún con la cara mojada, y se encontró en la puerta del aseo de chicas a Sonia, que lo miró con sorpresa.

            - ¿Iván? ¿Qué haces aquí?

            - ¿Yo? ¿Qué haces tú aquí? Yo trabajo aquí.

            - Rubén me ha traído al sitio donde trabajas sin yo saberlo.

            - Rubén y tú…- dejó caer el chico mientras miraba los preciosos ojos de su prima que se desviaron a un lado.- Da igual, enana. Sabes que siempre te apoyaré en lo que decidas hacer.

            - ¡Vaya! Estás más simpático en el Sunset que en casa. Tendré que venir más.

            - ¡Iván!- en ese momento, una chica se agarró del brazo de Iván para llamar su atención.- Vamos tomate un chupito con nosotras.

            - Te dejo, estás muy solicitado. Nos vemos en casa.- dijo Sonia que besó a primo en la mejilla con suavidad.

            La chica entró al aseo de chicas mientras a su primo lo llevaban casi en volandas hacia la barra. Sonrió satisfecha, una vez oculta de la mirada de Iván. ¿Por qué se sentía así? ¿Por qué tenía la sensación de que su primo estaba celoso? Sentía culpable por mentirle porque Rubén no la había llevado a Sunset sin consentimiento; fue ella la que insistió en ver el local donde trabajaba su primo. Es como si, de repente, desde que durmió con él lo hubiera descubierto como hombre. Allí, entre sus brazos, se dio cuenta que quería ser protegida por él y que necesitaba cuidarlo. Por eso decidió no decirle nada de Carmen, ni recriminarle sus mentiras. Simplemente empezar de nuevo.

            Iván seguía en la barra mientras el camarero servía los chupitos a aquel grupo de chicas; no quitaba vista de la pista de baile, donde Rubén hablaba con otros chicos. Las miradas de los dos chicos se cruzaron y el amigo de Luigi se quedó petrificado. Como si fuera lo más normal del mundo, se acercó a la barra donde estaba Iván.

            - Hola, tío. Espero que no te moleste…- dijo Rubén sin saber muy bien como empezar la conversación.

            - Ya sabes, que haya invitado a salir a tu prima. Solo quiero que no pienses mal de mí.

            - No te conozco de nada, pero eres amigo de Luigi, ¿no?

            - Sí, bueno hemos coincidido en un par de fiestas. Luigi nos presentó.

            - No te preocupes, es mi prima. Solo cuida bien de ella.- dijo Iván con gesto falso de indiferencia cuando su corazón latía a mil dentro de su pecho.

            - Ok, tío… Te vas a sorprender, pero estaba algo asustado cuando me dijeron que era tu prima. Ya sabes, eres Iván el terrible.- dijo el chico con una sonrisa, mientras el primo de Sonia se sorprendía por ese mote.

            - Eso son habladurías; mientras no le hagas nada a mi prima, tus huevos estarán a salvo.

            - Vale, ni un problema.- dijo Raubén ofreciendo la mano a Iván para firmar el acuerdo.

            El chico observó esa mano ante él y tras unos segundos de duda la estrechó con fuerza para esbozar una sonrisa. Justo en ese momento, llegó Sonia que llegaba del aseo.

            - ¡Vaya! ¿Me he perdido algo?- dijo agarrándose del brazo de su primo.

            - Nada, solo hablaba con tu noviete.- contestó Iván sorprendiendo tanto a Sonia como a Rubén que se miraron entre sí.- Bueno, tengo que volver al trabajo; tomaros lo que queráis, estáis invitados.

            Iván se alejó tras darle un beso en la mejilla a su prima; sentía una sensación extraña e, incluso, estaba  algo molesto como si le arrebataran una propiedad. Pero había tomado la decisión de alejarse de ella y no volver a caer. Ella no era Carmen; de hecho, no quería tener otra Carmen en su vida.

            No pudo evitar sentir un escalofrío al notar los dedos de Rubén atrapando los suyos; Sonia levantó la mirada justo para encontrarse frente al chico que la había acompañado hasta la puerta de casa. La verdad no podía dejar de pensar que había sido una noche perfecta, pero temía estropearla.

            - Rubén, yo…

            - Lo sé, no digas nada. Solo quería tocarte, debes de dejar de hacer un mundo de cualquier gesto. Como dice Luigi, el mundo no se mueve mediante gestos, sino mediante actitudes.

            - Todo un poeta nuestro amigo.-sonrió la chica tratando de relajar la tensión del momento.

            - No te pido nada, Sonia. Solo te ofrezco salir de vez en cuando y pasarlo bien; sin compromiso y sin nada de nada.- dijo el chico mientras negaba con la cabeza.- No te voy a engañar y decirte que no me gustas, pero sabré esperar.

            - Yo tampoco te voy a engañar, Rubén. Y tengo que decirte, desde el principio, que es muy difícil que ocurra algo entre nosotros…

            - Chisstt- siseó el muchacho poniendo su dedo índice en la boca de la chica.- Peter Pan decía nunca digas, nunca jamás

            - Buenas noches, guapo.- dijo Sonia con una enorme sonrisa y besando en la mejilla al chico.

           

            La chica abrió la puerta y subió las escaleras tras quitarse los tacones que llevaba; nunca le había gustado ese tipo de calzado pero creyó conveniente ponerse elegante para su primera salida después de tanto tiempo. Introdujo la llave en la puerta con muchísimo cuidado de no hacer ruido y entró de puntillas; se sorprendió al ver una pequeña luz en el salón y a su primo Iván fumando un cigarro.

            - ¿Ya has llegado? ¿Tan tarde es?- dijo la chica alarmada mirando la hora.

            - No, no… Hoy he venido antes a casa, no me encontraba bien.

            - ¿Y eso? ¿Estás enfermo?- dijo Sonia acercándose a su primo y poniendo su mano en la frente.

            - ¡Estate quieta, pesada! ¡Estoy bien!- protestó Iván entre risas quitando la mano de la chica de su frente; no le gustaba la sensación que continuamente notaba al tacto de la enana.

            - Entonces, ¿qué te pasa?

            - Sólo estaba cansado. Hoy no me apetecía estar allí.

            - No será porque yo he ido a verte, ¿verdad?

            - No, enana. Me encanta que vayas a verme, aunque me ha sorprendido.

            - ¡Vaya! ¿Te encanta?- dijo la chica ilusionada por las palabras de su primo.

            - O sea… No es que me encante de…Tu me entiendes…

            - Jajajaja, ¿te has puesto rojo?- rió a carcajadas la chica que no esperaba esta faceta tan vergonzosa del orgulloso Iván.

           

            Sonia comenzó a hacer cosquillas a su primo, como recordaba que él hacía cuando era pequeña, pero se sorprendía por la poca predisposición al juego por parte del chico. Como quién acaricia a un armadillo que se esconde en su coraza.

            - ¿Cómo estás?- preguntó Iván tratando de calmar a su prima.

            - Un poco borracha, pero nada grave.- sonrió ella con ese gesto que iluminaba la habitación.

            - No deberías beber tanto.

            - ¿Me estás riñendo por beber? ¿Tú? ¿De verdad quieres que hablemos de consumo de sustancias?

            La acusación de la chica pilló por sorpresa al joven que no esperaba esa claridad; en verdad, no se sentía orgulloso de su adicción porque sabía lo que Carmen pensaría de ello. Desde la llegada de Sonia, se había dado cuenta que el espiral en el que se hallaba inmerso no le llevaba a ningún lado; fue como una hostia en mitad de la cara, un encuentro con un pasado que le recordaba que, por muy drogado que estuviera, no podría borrar los errores.

            - Sonia, yo…

            - Bah, cállate. No te voy a recriminar nada, tú sabrás…- dijo la chica encogiéndose de hombros.- Creo que eres lo suficientemente inteligente para saber lo que está bien y lo que está mal; además, tú deberías cuidar de mí y no al revés, eres el mayor.

            - Eres incorregible.

            - Pero me adoras.- dijo la chica besando a Iván en la mejilla.

            Nuevo silencio incómodo para el chico.

            - Bueno, me refiero a que cómo te sientes. ¿Estás feliz?- preguntó Iván sin mirar a la cara a su prima.

            - Digamos que no puedo quejarme, teniendo en cuenta mi circunstancia. Madre soltera, en un ciudad desconocida y sin mucha perspectiva de futuro.

            - Me ha dicho Luigi que tienes pensado trabajar. ¿Por qué no me has dicho nada?

            - ¡Vamos, Iván! Nunca estás para hablar contigo; vuelvo a decirte que no tengo nada que recriminarte pero no eres lo que se dice un buen compañero de piso.- sonrió la chica con su afable gesto.

            - Me recuerdas a tu hermana…- dijo Iván mirando por primera vez a su prima a los ojos que no pudo disimular la impresión que eso le causó.

            - Muchas gracias, pero creo que no me ves como a ella.- matizó Sonia haciendo una mueca de desagrado que sorprendió al chico.

            ¿Su prima se le estaba insinuando? Quizás llevaba demasiado tiempo confiado en la superficialidad de los encuentros sexuales de una noche para darse cuenta de esas señales.

            - No creas que lo digo en el buen sentido. No al menos totalmente.- dio Iván un golpe en el cogote a su prima.- Tendemos a santificar a las personas cuando mueren y no se pueden olvidar sus defectos.

            - Estás siendo muy duro hablando de Carmen.

            - Escúchame, ¿quieres?- protestó el chico tapando con su mano la boca de Sonia.- Adoraba a tu hermana, no te puedes imaginar cuanto. Pero tenía la manía de evitar los problemas simplemente ignorándolos, como tú acabas de hacer.

            - ¿Eso crees que hago yo?- dijo la chica un poco ofendida.- Que yo sepa no soy la que se oculta trabajando hasta la noche en ese pub lleno de mierda.

            - ¿Lleno de mierda?- sonrió Iván arqueando las cejas.

            - ¡Sí! ¡La misma mierda que te metes por la nariz!- gruñó Sonia que se había levantado y lo observaba con los brazos en jarra.

            - ¿Quién coño te ha dicho eso? ¿Ese Rubén?- dijo su primo frunciendo el ceño.

            - ¿Qué vas a hacer? ¿Le vas a pegar? ¿Así hace las cosas Iván el terrible?

            - Para no tener nada que recriminarme, lo estás haciendo muy bien.- bromeó el muchacho en un gesto que descolocó a la chica.

            - A ver, primito. No te estoy recriminando nada; porque me has dejado claro que no quieres que sea nadie en tu vida para hacerlo. Pero no me pidas que no diga la verdad; sé que te metes esa mierda, sé que el pub donde trabajas es uno de los puntos donde más se trafica en la ciudad… ¡Bah, déjalo!

            Sonia se levantó hastiada de discutir con un muro; tuvo que hacer esfuerzos para mantenerse en pie por su embriaguez y se dirigió a su dormitorio. Iván miraba la espalda de su prima, y bufó para exhalar el aire de sus pulmones.

            - Yo no he dicho que no quiero que seas nadie en mi vida… Eso no es verdad.- susurró el chico, haciendo que Sonia se detuviera antes de entrar.

            - No se trata de eso, se trata de si tú quieres ser alguien en la vida de nadie.- replicó ella sin mirar atrás y entrando en su cuarto.

            Como dice el cantautor, el portazo sonó como un signo de interrogación; dejó tantas preguntas sin respuestas en el aire… Iván se dio cuenta que su prima era bastante más madura de lo que creía. Apagó la colilla del cigarro en el cenicero y se dirigió a su cuarto. Se quitó la camiseta y se echó en la cama, tapándose tan solo con la sábana; cruzó los brazos tras su nuca y cerró los ojos en un vano intento de conciliar el sueño. Pasaron los minutos perdido en el más absoluto silencio, hasta que un ruido en la puerta de su habitación lo sacó de su sopor.

            - Perdóname, no quería hablarte así…- dijo Sonia desde el umbral de la puerta, apoyada en el marco, con ese short que usaba de pijama y cabizbaja.

            Iván tragó saliva porque algo empezaba a cambiar en su cabeza; en ese instante se dio cuenta que no miraba a su prima de la forma que debiera.

            - ¿Puedo dormir contigo otra vez?- musitó la chica mirándolo con ojos implorantes.

            Siempre, quiso gritar Iván aún sabiendo que jugaban con fuego; trataba de autoconvencerse de que no era lo correcto y, por la actitud de ella, sabía que era reciproco. Pero la conciencia es como los castillos de naipes: muy bonitos de mirar pero estúpidamente frágiles… Solo un gesto; Iván abrió las sabanas de su cama para dejar un sitio a Sonia.

            Para ella, el calor del cuerpo del chico era como el de una vela que atrae a la polilla. Se acurrucó en sus brazos dándole la espalda, pero adelantando las caderas para que su culo no rozase el bulto de Iván. Como si luchara con una terrible atracción terminó por darse la vuelta quedándose a centímetros de los labios de  su primo. Los dos se miraban con la respiración agitada.

            - Yo…Yo…- susurró la chica, con un incontrolado tartamudeo.

            - Cállate, no digas nada. Mejor vamos a dormir, ¿vale?- dijo Iván, luchando con sus demonios y dándole un suave beso en la nariz.- Date la vuelta y duerme.

            Sonia se giró de nuevo y adelantó la cadera para evitar el roce; pero, de repente, ese beso le quemó la piel con retraso… Su garganta se secó y sus ojos se humedecieron. Sin pensarlo demasiado, echó el trasero hacia atrás y hasta pegarlo al boxer de Iván.

            El chico la abrazó desde atrás para acercarla más aún. Se relajaron juntos. Volvió el aroma.

Sonia no recordaba haberse quedado dormida; fue cuestión de segundos. Ahora estaba sola en la cama y miró con tranquilidad a la mesilla que había junto a ella; vio que eran las once de la mañana. Se sobresaltó porque Edu ya estaría despierto y se incorporó nerviosa y salió al salón. Allí estaba Luigi devorando un pizza mientras la observaba con una sonrisa.

- Como vuelvas a salir con ese short, vamos a tener un problema.- dijo el chico mientras mordía un trozo de pizza.

- ¿Qué estás haciendo?- preguntó Sonia obviando la broma del chico.

- Desayunar.

- ¿Pizza?

- Soy italiano.

- ¡La madre que te parió!- rió la chica poniendo los ojos en blanco.- ¿Dónde está Edu?

- Ha ido con tu primo al parque.

- ¿Con Iván?

- No conozco a ningún otro primo tuyo; te puedo asegurar que con éste tengo bastante.

La chica se quedó bastante sorprendida y se dirigió a su habitación a vestirse; con tranquilidad cogió ropa interior y se dispuso a entrar en la ducha de la habitación de su primo.

- ¿Por qué directamente no te llevas tus cosas a su habitación?- dijo con sorna el italiano mientra seguía devorando la pizza y observaba la televisión.

- ¡Ey! No ha pasado nada entre nosotros…

- ¿Ah no? Entonces, ¿por qué no duermes conmigo esta noche?- rió spaghetti haciendo que Sonia se quedara callada.- El problema no es si ha pasado algo, es si quieres que pase algo.

Sonia no sabía que decir porque sentía como si Luigi fuera capaz de leer sus pensamientos; por supuesto que empezaba a pensar que podía haber algo con Iván. De hecho, los últimos gestos de su primo le daban esa sensación. Pero, ¿era lo correcto? Eran familia al fin y al cabo, pero eso era más un impedimento que una ventaja –sin detenerse a analizar los problemas morales que pudiera conllevar- porque una ruptura o un desengaño significaría perderlo como primo.

- ¿En qué piensas?- dijo Luigi que sonrió al ver a la chica tan meditativa.

- A veces no sé si me animas a hacer cosas o tratas de evitar que las haga.

- Bueno, quizás solo trate de que las pienses. Y ahora vete a la ducha; hueles al perfume de Iván…

Ella se olió a sí mismo tratando de confirmar la aseveración de su compañero, mientras éste estallaba a carcajadas. La chica se dirigió hacia la ducha y se detuvo de repente para mirar a Luigi.

- Luigi, ¿crees que hago mal?- dijo la muchacha compungida.

- Primero, contéstame a una cosa. ¿Te estás enamorando de tu primo?

- El amor está sobrevalorado…

- Soniaaaaa…- insistió el chico ante la evasiva respuesta.

- ¡No lo sé, Luigi! Joder, esto no tenía que pasar… Yo esperaba…

- ¿Qué esperabas? Mira, vienes a nuestra casa y sabías perfectamente que esto podía ocurrir, porque creo que hace tiempo que sientes devoción por tu primo.- razonó el italiano, con una postura de autosuficiencia.- Pero, como tú dices, el amor está sobrevalorado. Debes conocer algo más que el ideal que tienes hecho de él.

- ¿Hay algo que deba saber?

- No te preocupes, lo que tienes que saber seguramente es bueno. Ahora, ¡vete a la ducha!- gritó Luigi lanzando un cojín que golpeó en la espalda de la chica que se perdía hacia la ducha.

Iván se limitaba a observar al pequeño Edu jugar con su viejo conejo de peluche, mientras permanecía sentado en el banco de aquel parque. No dejaba de observar a aquel crío como si buscara algo que le recordara a su padre; algún tipo de gesto parecido al de aquel capullo que había violado a su prima. Se sentía culpable por todo aquello, porque su huída había incidido en la vida de muchas otras personas. Carmen, Sonia, sus padres… Como tantas veces había hablado con Luigi, el pasado no desaparece tan solo con no hablar de él; las vivencias pasadas son el sustento de los hechos futuros y deberíamos tenerlas en cuenta como lecciones valiosas. Y el pasado era Carmen, pero el presente era Sonia; ya no podía negar que su corazón se aceleraba al tener a la enana cerca, pero en su cabeza seguía dando vuelta si estaba haciendo lo correcto o no.

            - ¡Vaya! No sabía que tenías un crío…- escuchó una voz que le resultó muy familiar.

            - ¿Meredith?- se sorprendió el chico al ver a aquella espectacular mujer con la que estuvo follando hace unas noches, pero que ahora parecía una persona totalmente distinta.

            Una falda de tubo justo por encima de la rodilla y un traje chaqueta perfectamente abotonado; su pelo recogido en un coleta alta y maquillada  de forma más suave que aquella noche. Aún así, un generoso escote daba una ligera idea del animal enjaulado que había dentro.

            - ¿Me puedo sentar contigo?- dijo la mujer indicando el sitio vacío en el banco.

            - Claro, es un parque público…- dijo Iván, un poco incómodo por la situación.

            - ¿Te da vergüenza? El otro día me estabas follando como un animal y ahora te ruborizas por tenerme a tu lado…- dijo la mujer sacando un paquete de tabaco y ofreciendo uno al chico antes de colocar otro en sus labios.- Llámame Ana, ese es mi nombre.

            - Supose que Meredith no era un nombre muy común.- sonrió el chico mientras aceptaba el encendedor ofrecido por la mujer.

            - Bueno, soy una mujer respetable que vive en una posición social demasiado decorosa para ir follando por ahí con cualquier niñato.

            Iván miraba de reojo a Edu que seguía jugando con su peluche sentado en el césped sin prestar mucha atención.

            - O sea que tu marido no sabe de tus jueguecitos con niñatos.

            - Digamos que deja que me divierta siempre y cuando no llame demasiado la atención.

            - Esta ciudad cada vez me parece más loca; será un ricachón aburrido de la misma mujer… Quizás él hace lo mismo.

            - No creo, además tú lo conoces muy bien.

            - ¿Conozco a tu marido?- arqueó las cejas el muchacho con sorpresa.

            - Salieri, Augusto Salieri.

            Ese nombre golpeó en el cerebro de Iván como si se tratara de un puñetazo de un boxeador de peso pesado. Salieri era el mayor traficante de la ciudad y el absoluto propietario del Sunset; por mucho que otros pequeños traficantes creyeran tener un pequeño territorio, con total seguridad la cocaína que vendían había salido de Salieri. Tuvo la ocasión de verlo en persona una vez, en una fiesta privada en el Sunset; era un hombre orondo con una prominente barriga y el pelo cano peinado hacia atrás para cubrir una pronta calvicie. Siempre llevaba un enorme puro habano en su boca, como si se esforzara en demostrar que era el arquetipo típico de viejo ricachón sobre el bien y el mal.

            - Joder, me he follado a la mujer de Salieri…- dijo Iván con un leve sonrisa en los labios.

            - No, yo elegí que me follaras y me ha encantado; quiero que trabajes para mí. Tenerte a mi alcance cuando lo necesite.

            - Verás, creo que quiero dejar todo esto… Cambiar de vida.

            - ¿Cambiar de vida? ¿Y como piensas mantener tu nivel de vida? ¿Trabajando en un Macdonalds? Tienes potencial para ser algo más que un vulgar camarero… Mucho más.

            - ¿Y si estoy bien donde estoy?

            - Creo que no me has entendido, chico. Soy la mujer de Augusto Salieri y consigo todos mis caprichos. Y tú eres, ahora mismo, el mayor de ellos.- dijo la mujer besándolo en la mejilla.- Nos vemos el viernes en Sunset… Adios, Edu.

            El chico se quedó perplejo por la seguridad que demostraba esa mujer en sí misma; y comenzó a asustarse cuando se dio cuenta que en ningún momento había dicho el nombre de su sobrino en voz alta.

(CONTINUARÁ)

Mas de kiosquero

Compañeros de piso. Capítulo uno.

Compañeros de piso (Prólogo)

Entre caperucitas y lobos (Cap 5: El problema)

Entre caperucitas y lobos (Cap 4: El tobogán)

Entre caperucitas y lobos (Cap 3: ¿Jugamos?)

Los imposibles también existen (6: Apariencias)

Los imposibles también existen (5: El principio)

Los imposibles también existen (3: La pecera)

Entre caperucítas y lobos (Cap 2: ¿Un lobo?)

Entre caperucítas y lobos (Cap 1: La boda)

Solos en casa (Cap 9: Simplemente, Marta)

Solos en casa (Cap 8: Miedos y costumbres)

Solos en casa (Cap 7: ¿Lo sabías?)

Solos en casa (Cap 6: Día de convivencia)

Solos en casa (Cap 5: Un, dos, tres... Emitiendo)

Solos en casa (Cap 4: De conciertos y confesiones)

Solos en casa (Cap 3: La creación de Alice)

Solos en casa (Cap 2: ¡Tequila!)

Solos en casa (Cap 1: ¿Que me estás haciendo?)

El principe de los picaros (Cap 14: Desenlace)

El principe de los picaros (Capitulo 13: ¿Dónde?)

El principe de los picaros (Cap 12: Desastres)

El principe de los picaros (Capítulo 11: Daños)

El principe de los picaros (Cap 10: Decisiones)

El principe de los picaros (Cap. 9: Determinación)

El principe de los picaros (Capítulo 8: Desdicha)

El principe de los picaros (Capítulo 7: Dudas)

El principe de los picaros (Capítulo 6: Dolor)

El principe de los picaros (Capítulo : Doctrina)

El principe de los picaros (Capítulo 4: Dilema)

La calma y la furia

El principe de los picaros (Capítulo 3: Deseos)

El principe de los picaros (Capítulo 2: Desafio)

El principe de los picaros (Capítulo 1: Destino)

El principe de los picaros (Prólogo)

El primero en... (Epilogo)

El primero en... (Morir: Capitulo 10. Final)

El primero en... (Arriesgar: Capitulo 9)

El primero en... (Huir: Capítulo 8)

El primero en... (Confesar: Capitulo 7)

El primero en... (Sucumbir: Capítulo 6)

El primero en... (Perder: Capítulo 5)

El primero en... (Leer: Capítulo 4)

El primero en... (Descubrir: Capítulo 3)

El primero en... (Jugar: Capítulo 2)

El primero en... (Fantasear: Capítulo 1)

El primero en... (Conocer: Prólogo)

Regreso a casa (epílogo)

Regreso a casa (capítulo 12: Soluciones)

Regreso a casa (capítulo 11: Pasado y futuro)

Regreso a casa (capítulo 10: Grilletes del alma)

Regreso a casa (capítulo 9: Consecuencias)

Regreso a casa (capítulo 8: El error)

Regreso a casa (capítulo 7: Verónica)

Regreso a casa (capítulo 6: La consecuencia)

Regreso a casa (capítulo 5: Encuentros)

Regreso a casa (capítulo 3: Conociéndose)

Regreso a casa (capítulo 4: Ante todo, sinceridad)

Regreso a casa (capítulo 2: Volver a sentir)

Regreso a casa (capítulo 1: Prólogo)

El curso (y 4)

El curso (3)

El curso (2)

El curso (1)

Pequeño hermano mío: Y vivieron felices.(Epilogo)

Pequeño hermano mío: Viviré para hacerte feliz

Pequeño hermano mío: Tú y yo es nosotros

Pequeño hermano mio: Por ahora...

Pequeño hermano mío: El tiempo no todo lo cura...

Pequeño hermano mío: Dudas

Pequeño hermano mío: Cuando el rio suena...

Pequeño hermano mio: Cosquilleo

Pequeño hermano mío: Carmen, ¡cuentamelo ya!

Mi querido vecino

Reencuentros y recuerdos (y 3)

Reencuentros y recuerdos (2)

Reencuentros y recuerdos (1)

Verdades que duelen (Parte 2 de 2)

Verdades que duelen (Parte 1 de 2)

Miradas (Parte 2 de 2)

Miradas (Parte 1 de 2)

Mi hermanazo Marcos (El final del final)

Mi hermanazo Marcos (Jugando con fuego)

Mi hermanazo Marcos (la historia sigue...)

Breves historias de morbo: Vacaciones de verano

Breves historias de morbo: Al salir de trabajar

Mi hermanazo Marcos (el desenlace)

Mi hermanazo Marcos (2)

Mi hermanazo Marcos

Despedida de soltera (y 3)

Vacaciones en Tenerife (3 y fin)

Vacaciones en Tenerife (2)

La Despedida de soltera (2)

Vacaciones en Tenerife

La Despedida de soltera

Infiel con mi cuñada (2)

La visita de mi sobrino (2)

La visita de mi sobrino

Conquistando a mi tia (el desenlace)

El encuentro (Conquistando a mi tia 3)

Conquistada por mi sobrino

Infiel con mi cuñada

Conquistando a mi tía