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Los imposibles también existen (5: El principio)

en Amor filial

Cuando la puerta del piso se abrió, toda la tranquilidad que se respiraba estalló en pedazos con la irrupción de ese torbellino llamado Edu; sus pequeños pies lo llevaron al sofá donde saltó sobre un sorprendido Luigi que acusó el golpe con un bufido.

- ¡Edu, no seas bestia!- dijo Sonia que, sin embargo, disfrutaba con la confianza que su hijo había cogido con el simpático compañero de piso.

- ¡No te preocupes, todavía no me ha ganado! ¡Arghhh!- gritó el italiano mientras hacía cosquillas al pequeño que se retorcía entre risotadas.

Pero a esas alturas la atención de la joven madre no estaba en la batalla entre los dos chicos del sofá, sino clavada en la figura que acababa de entrar por la puerta y que traía en la mano aquel viejo conejo.

- ¿Estás bien? Te veo muy serio.- dijo Sonia que comenzaba a conocer cada uno de los gestos de Iván.

- Nada, cosas de trabajo, no te preocupes…- matizó el chico, sin quitar un ápice de preocupación a la chica.- He pensado que tenemos que comprarle juguetes a Edu, ¿no? Este viejo conejo pide un descanso.

- Iván, estás cambiando de tema como siempre.

- ¿Qué te parece un camión de los grandes? Para que pueda tirarlo por el tobogán.

- ¡Iván!- volvió a interrumpir la chica con los brazos en jarra.

El chico miró a su prima con una pícara sonrisa, dándose cuenta que le encantaba sacarla de quicio. Abrió sus brazos muy lentamente y le indicó gestualmente que le diera un abrazo. Ella arrugó el entrecejo con sorpresa, pero ni en broma iba a desperdiciar una invitación así. Sus pechos se aplastaron contra el fornido cuerpo de su primo que la rodeó con sus brazos con dulzura.

- ¿Por qué no eres así de cariñoso más a menudo? ¿O es qué sigues tratando de cambiar de tema?

- Simplemente es que hay cosas que prefiero que no sepas, enana. Pero confía en mí, ¿vale?- dijo el chico rompiendo el abrazo pero sin dejar de mirar sus ojos.

- No puedo hacerlo si no es reciproco y nunca me cuentas nada, asi que quiere decir que tú no confías en mi.

- Te prometo que esta vez no voy a huir, pero esto no es una pizzeria en la que dejas la gorra sobre el mostrador y te despides. No es tan facil…

- En eso tiene razón.- dijo Luigi que escuchaba desde el sofá.

- ¡Cállate!- gritaron los dos a la vez.

- Vale, vale…

- ¡Vamos, Edu! ¡Hora de la ducha!- gritó Sonia haciendo que el niño saltará del sofá y se dirigiera al cuarto de aseo sin rechistar.

Los dos amigos se quedaron solos en el salón, e Iván se sentó pesadamente en el sofá. El chico de las rastas lo observaba mientras le mostraba una lata de cerveza para que bebiera.

- Cuando te quedas callado me das más miedo todavía.- sonrió Iván dando un sorbo a la cerveza.- ¡Joder, está caliente!

- Ya te dije un día que no volvería a preguntarte. Cuando quieras contarme algo, te escucharé.

- ¿Sabes quién es Salieri?

- Algo sé, ¿por?- dijo arrebatando la lata de cerveza para darle un trago.

- Me he follado a su mujer—soltó Iván.

Luigi escupió toda la cerveza que había en su boca para tener un tremendo ataque de tos.

- ¿¿¿Qué has hecho qué??? ¿Tú estás loco?

- ¡Hey! ¡Yo no sabía que era su mujer!- se defendió torpemente el chico.

- “Y ésta es toda mi defensa, señoria…” ¡No te jode!- protestó el italiano.- A ver, capullo. ¿Tú piensas con la cabeza o con la polla?

- Quiero dejar todo esto, pero se pone difícil.

- Te dije que se te iría de las manos. Empezar con traficar un poco para sacar pelas está bien; pero siempre pasa lo mismo… Después trabajar en Sunset, convertirte en uno de los camellos más respetados de la ciudad y ahora Salieri.

- Más bien su mujer.- sonrió el chico, provocando que Luigi le diera un cogotazo.

- Pues la verdad, follarte a la mujer del mayor traficante de la ciudad no es una buena forma de empezar a “dejar todo esto”.

- Bueno, solo tengo que solucionar un poco las cosas; parece ser que esa mujer se ha encaprichado de mí y me ofrece trabajo directo con Salieri.

- Y supongo que el trabajo no consistirá en lavarle el coche o acompañarla al dentista, ¿verdad?- ironizó el chico de las rastas que trataba de poner un punto de humor a la situación.

- No tengo ni idea…

- Bueno, no te metas en líos. Pero sobre todo, no metas en líos a nadie.

- ¿Qué quieres decir?

- Iván, sabes perfectamente de quién te estoy hablando.

El chico se limitó a asentir con un gesto de preocupación porque, si bien no quería huir nunca más, tampoco podía hacer pagar a otros sus propios errores.

- Sabes que te agradezco un montón que me prestaras la pasta para montar el grow shop, pero te lo iré devolviendo poco a poco.- digo Luigi tratando de animar al muchacho.

- No digas tonterías, tendrías que ahorrar mil años para eso y sabes que entre nosotros nunca ha importado el dinero.

- ¿Y qué piensas hacer ahora?

- Pues volveré a la universidad, me quedan tres asignaturas por aprobar y ahora tengo algo ahorrado para la matricula.

- ¡Vaya! Al final va a resultar que tenía razón y no era mala idea convencerte de que Sonia se quedara. Te está reeducando…

Justo en ese instante, Sonia salió del baño con el pequeño Edu de la mano que, semidesnudo, corría hacia la habitación. Los dos chicos se callaron al verla aparecer con esa camiseta de tirantes y empapada de luchar con el niño en la bañera.

- ¿Sabéis que es de la mala educación callarse cuando una persona entra en la habitación? Puedo pensar que estabais hablando de mí.- dijo la chica mientras secaba sus manos en una toalla.

- ¿Y crees que hablaremos algo malo de ti? ¿Tienes miedo?- dijo Luigi con una sonrisa perversa.

- ¿Quién sabe? Sois hombres, tan estúpidos como insondables.- dijo la chica mientras caminaba hacia su habitación.- Y haced el favor de dejar de mirarme el culo.

Los dos amigos se miraron sorprendidos, pues era totalmente cierto que sus miradas estaban clavadas en su trasero.

Rubén entró en la tienda mientras Luigi colocaba nueva mercancía en una de las estanterías. Las tareas de ambos estaban bien definidas en el negocio; Luigi se ocupaba de la gestión con proveedores y el almacén mientras Rubén atendía al público. Y es que toda la simpatía y capacidad de conversación del italiano quedaban en nada ante gente desconocida.

- ¡Hey, tío! Ya es casi hora de cerrar. ¿Por qué no dejas eso para mañana y nos tomamos unas cervezas?- dijo Rubén, que no era apreciado por sus ganas de trabajar precisamente.

- ¡No seas vago, tío! A lo mejor, si me echas una mano acabamos esto antes.

A regañadientes, Rubén se limitó a sacar productos de la caja para darselos a Luigi que los colocaba tras etiquetarlos. Había uno de esos silencios que Luigi interpreta tan bien; una pregunta en el aire que el chico no se atrevía a hacer.

- ¿Qué tal está Sonia? ¿Te dijo algo de mí?- soltó Rubén sin levantar la cabeza.

- Vaya, ¿así que es eso?- sonrió Luigi, negando con la cabeza.- ¿Qué tiene que decirme? ¿Pasó algo el sábado que yo no sepa?

- No, no… Bueno, no lo sé. Pero creo que me dio a entender que poco a poco, podríamos…

- ¿Eso te dio a entender o eso quisiste entender?- puntualizó el chico sin dejar de colocar los botes que Rubén le daba.

- Sólo creo que puedo tener alguna oportunidad.

- Rubén, tío. Sonia no es un ligue. Sonia no es una de esas tías de las que te enamoras durante un par de meses y las dejas tras haberte corrido en cada agujero de su cuerpo.

- Cualquiera diría que te gusta a ti.- bromeó su compañero con sonrisa cómplice.

- No digas gilipolleces, aunque está muy buena pero ya sabes que a mí me gustan más…

- Gordas.

- Corpulentas, capullo.- dijo Luigi dando un golpe en la nuca a su amigo.- Me refiero a  que, primero, es mi compañera de piso y es madre. Y segundo, y lo más imporatante, es la prima de Iván.

- ¿Tengo de tener miedo de ese capullo?- dijo Rubén con gesto despreocupado, mientras Luigi lo miraba con los ojos abiertos como platos.- ¡Vamos, Luigi! Sabes muy bien a que se dedica ese tío. Es casi un matón, casi me amenazó en el Sunset por acercarme a su prima.

- ¿Iván te amenazó?- se sorprendió el italiano que, si bien sabía que la actitud de su amigo no era la misma en el Sunset, nunca amenazaría a nadie sin motivo.

- Bueno, no me amenazó pero me advirtió.

- Normal, es su prima. Pero es buen tío, pero admitó que a veces puede ser un poco tonto; solo te aconsejo una cosa, no vayas por ese camino…

- ¿Qué camino?

- Desacreditar a Iván para ganarte a Sonia. Nunca lo conseguirás, esa chica adora a su primo. Y ahora, ponte guapo que viene para acá.

- ¿Sonia?- preguntó Rubén con gesto de sorpresa.

- Sí, iba a recoger a Edu del colegio y lo iba a traer aquí para irse a trabajar.

- ¿Ha encontrado trabajo?

- Bueno, está probando en la cafeteria Maite, aquí al lado.- dijo Luigi haciendo referencia al establecimiento donde desayunaban muchas mañanas.

- La tendremos cerquita.

Sonia entró en la tienda con una sonrisa en la cara; se la veía contenta y eso gustaba a Luigi que había desarrollado un cariño especial por esa chica. El niño venía cogido de su mano y con un uniforme de colegio infantil con un parche cosido en el codo con la bandera de Jamaica –cortesía de su tío Luigi- y su pequeña mochila colgada en la espalda.

- Buenas tardes, señoritos. Creí que ya estaríais de cervezas…

- No me ha dejado, la idea era esa.- dijo Rubén señalando a Luigi.- Pero te estábamos esperando; las cervezas saben mejor contigo.

- Eres un adulador insoportable.- bromeó Sonia poniendo los ojos en blanco.

- Creo que la señorita no tiene mucho tiempo para cervezas. No querrás llegar tarde a trabajar en tu primer día, ¿no?

- Está bien… ¿Te ocupas tú de Edu?- pidió la chica poniendo morritos.

- No te preocupes, el enano y yo vamos a tomar una coca cola y a jugar al parque, ¿a que sí?- dijo Luigi poniendo la mano abierta para que el niño contestara con una sonora palmada.

- Y tú y yo tenemos una cerveza pendiente.- sonrió señalando a Rubén con su dedo índice y saliendo de la tienda sin darle tiempo a contestar.

Sonia comenzó a caminar mientras colocaba los pequeños auriculares en sus oídos y activaba el mp3. La canción Rather Be de Clean Bandit comenzó a sonar haciendo que los pasos de la chica se adecuaran al ritmo de la canción.

When I am with you

(Cuando estoy contigo)

There´s no place i´d rather be

(No hay otro lugar en el que prefiera estar)

No, no, no place i´d rather be

(No, no, no hay otro lugar en el que prefiera estar)

Estaba en el momento de su relación con Iván en el que buscaba significado a cada una de las canciones que escuchaba; tenía que analizar con detenimiento cada uno de los gestos de su primo y no dar más importancia de la que realmente tenía. Luigi le había dado un consejo muy valioso, porque Iván hacía un esfuerzo por parecer entrañable con ella, pero eso no significaba que los sentimientos que comenzaban a aflorar en ella fueran correspondidos. Debía ordenar su vida antes de complicar la de otro; en eso estaba convencida de que ambos tenían muchas cosas que solucionar antes de dar paso alguno; algunos miedos y no pocos deseos… Pero ese abrazo de ayer…

- ¡Piensa, chica!- se gritó a sí misma, haciendo que las personas que caminaban a su loca la observaran alucinada.

Empezaba una nueva vida, con ese trabajo que le daría una pequeña independencia; porque sus prioridades no habían cambiado y, si no quería volver al pueblo, debía conseguir un empleo para independizarse de Luigi y de Iván. De repente, con el rabillo del ojo, vio a su primo Iván sentado en una parada de autobús justo en la otra acera de la avenida por la que ella andaba; se sorprendió de la casualidad y, aunque iba con el tiempo justo para llegar al trabajo, quiso cruzar para saludarlo. Pero, en ese instante un lujoso coche se detuvo ante la parada de bus y, tras una breve charla, Iván subió al asiento de atrás; los cristales tintados impedían que Sonia viera el interior del vehiculo, pero torció el gesto con desconfianza. “Ambos tenían muchas cosas que solucionar” se repitió como un mantra.

Justo cuando Iván subió la parte de atrás del coche, éste se puso en marcha de inmediato. Meredith agarró su barbilla y lo besó con ansia sin que el chico opusiera resistencia pero si algo de reticencia; un cristal tintado separaba la parte trasera de la zona del chofer, como en las limusinas que sólo había visto en las películas de Hollywood.

- Estás muy serio, ¿qué te pasa?- dijo la mujer mientras besaba su cuello y su mano sobaba la bragueta del muchacho.

- Pues estoy expectante por saber las condiciones de mi nuevo trabajo.- contestó Iván dejándose tocar.

- ¿Puedo hacer algo para que te relajes?- sonrió Meredith abriendo el botón del pantalón y sacando la polla del chico.- ¡Vaya! ¿Aún no está dura? Voy a pensar que no te gusto… Bueno, da igual; me encanta que se ponga dura en mi boca.

Sin mediar una sola palabra más, la mujer del mayor traficante de la ciudad se agachó sobre el regazo de Iván y se tragó todo su rabo para comenzar una suave mamada. Sin prisas, como si fuera dueña del tiempo y de aquello que llenaba su boca; y, en cierto modo, lo era.  El chico echó la cabeza hacia atrás y exhaló un suspiro sin poder evitarlo; verdaderamente esta mujer era una diablesa del sexo y sabía que hacer en cada instante. Cerró los ojos y solo escuchaba los sonoros chupetones que Meredith daba a su polla mientras sentía la saliva escurrir por sus huevos.

- ¿Ves? Ya está dura…- dijo la mujer con una traviesa sonrisa mientras pajeaba la durísima polla que había sacado de su boca.- Pero hay algo en ti que me está decepcionando.

El chico la miró frunciendo el ceño, porque no creía que fuera el momento de hablar de decepciones.

- Quiero tu rabia… No te ofendas pero ya tengo suficientes muñecos con los que follar; adoro la fuerza con la que me follaste en el coche; ese fuego en tus gestos.

- Yo no…

- ¿No? ¿Quizás he contratado al chico que cuidaba de ese niño en el parque?

- No nombres al crío.- dijo el chico muy malhumorado.

- Pues ya sabes lo que tienes que hacer…

Iván agarró del pelo a la mujer y la atrajo de nuevo a su polla; Meredith casi sufre una arcada al notar el glande bloquear su garganta, pero ella misma lo había provocado. El chico comenzó a mover sus caderas, follando literalmente la boca de la mujer. Cuando ella intentó zafarse, Iván la agarró por la nuca para continuar con ese particular castigo, para soltarla un instante después. La mujer subió la cabeza buscando aire y sacando el miembro de su boca.

- ¡Joder, me vas a matar!

- ¿Ahora quieres que te pida perdón?- dijo Iván sin levantar un ápice su voz.- Quieres jugar duro, yo solo sé follar duro.

Sin que la mujer lo esperara, el chico arrancó los botones de su blusa dejando el sujetador de encaje negro al descubierto. Aquellas soberbias tetas aparecían de nuevo ante sus ojos; comenzó a besar su cuello y morder sus pechos mientras la mujer acariciaba su pelo. Comenzó a subir aquella falda  de tubo de ejecutiva hasta su cintura y apartó el tanga a un lado, para sentarla sobre él. Meredith notó el duro rabo del chico rozando la entrada de tu coño y, agarrándolo con fuerza, se lo clavó hasta los huevos.

- ¡Uffff! ¡Este es el fuego que quería!- dijo la mujer abrazaba a Iván.

Él se limitó a agarrar el trasero de la mujer y comenzar una follada salvaje como si fuera una muñeca de trapo; ella no podía dejar de gemir con fuerza a cada penetración que eran autenticas puñaladas de carne.

- ¡Que polla! ¡Sigue, sigue…! ¡Joooooder! ¡Vas a hacer que me corra enseguida, cabrón!- gritaba la mujer fuera de sí.- ¡Córrete dentro de mí, quiero tu leche!

- Todavía te queda que sufrir…- sonrió Iván echándola sobre el asiento del lujoso coche y colocando sus piernas en sus hombros.

Las embestidas se hicieron salvajes mientras la mujer gritaba y apretaba sus pechos; él estaba descontrolado tratando de sacar toda la rabia acumulada, como si hubiera perdido todo el miedo que sentía por el marido de aquella posesiva mujer. La polla entraba hasta el fondo con fuerza una y otra vez. Una y otra vez. Se inclinó sobre ella para morder uno de sus pezones mientras sentía como la corrida de la mujer, entre grandes gemidos, mojaba sus huevos.

- ¡Hijo de puta me vas a dejar marcada!- gritó la mujer, a la que se le cortó la voz al notar como Iván se corría a borbotones dentro de su coño.

Los dos cuerpos se quejaron inmóviles, mientras respiraban agitados para recuperar el aliento. Las gotas de sudor de la frente del chico mojaban la cara de la mujer que lo miraba con una sonrisa.

- Contratado…- susurró la mujer mientras mordía con delicadeza el labio de Iván.- Has pasado la prueba con nota.

- Entonces, ¿ya no trabajo en el Sunset? ¿En esto consiste mi trabajo?

- No, cariño.- rió Meredith con suficiencia.- Yo elijo a chicos que mi satisfacen y mi marido los contrata.

- ¿Y qué ocurre cuando te cansas del capricho?

- Mi marido se ocupa de sacar la basura.

- ¡Vaya! Muy alentador…- dijo el chico, convencido de que con eso no se refería a una carta de despido.

- No pierdas ese fuego y no pasará nada.

El coche llegó a un chalet a las afueras de la ciudad; sorprendentemente era bastante más sobrio de lo que esperaba el chico, como si no quiera mostrar ostentación alguna. La gran cancela de hierro se abrió de par en par sin que el coche tuviera que aminorar la velocidad; dos enormes perros corrían tras el coche que se dirigía a la puerta principal de una enorme casa de dos plantas, cuya fachada parecía más un complejo de oficinas que un acogedor hogar.

- Ya hemos llegado.- dijo Meredith, mientras trataba de arreglar el desaguisado de su blusa y cubrir sus desnudos senos.- ¿Sabes que la blusa que has roto vale 800 euros?

- Lo siento, pediste fuego. Te quemaste.- dijo Iván con una seguridad en su voz que encantó a la mujer.

La mujer salió del coche y un enjuto hombre con el pelo recogido en una coleta pareció sorprenderse de ver así a la señora de la casa, pero no hizo ninguna replica. Iván salió por la otra puerta del coche a la misma vez que salió el viejo chofer que lo miró con cara de sorpresa; quizás había escuchado el espectáculo del asiento de atrás.

- Ten cuidado, chico…- le susurró al pasar por su lado.

Iván tragó saliva sabiendo que no tenía más remedio que seguir a Meredith aunque su cabeza le pedía que saliera corriendo; pero tenía pocas posibilidades, se había metido él solo en la boca del lobo. Por primera vez en todo el día pensó en Sonia; ¿de verdad se había planteado hacerla parte de este tipo de vida? Porque las personas no cambian… Y él era esto.

Al entrar en aquella casa, todo lo que aparentaba ser el exterior se esfumaba en su interior, con un gran hall con el suelo de mármol y unas enormes columnas que servían que sujeción al techo. Iván sonrió imaginando que era una metáfora de la vida de los habitantes de la casa que, como Meredith, simulaban ser personas decentes y formales mientras en su interior se perdían en perversiones.

- Entra en esa sala mientras voy a cambiarme.- dijo Meredith que se perdía por una de las puertas laterales dejando al chico en la entrada de un salón.

Empujó la puerta con cuidado para entrar en, lo que le sorprendió, ser una pequeña habitación. Lo que parecía ser una retransmisión de un partido de futbol resonaba en una enorme pantalla de televisión; justo enfrente, vestido con un bata de seda, estaba un hombre cincuentón que observaba el partido con un vaso de whisky en su mano. Su pelo canoso estaba peinado hacia atrás y unas gafas de vista pero con los cristales tintados tapaban buena parte de sus rasgos.

- ¡Con esta defensa, nunca conseguiremos ascender!- gritó el hombre con una voz ronca sin prestar atención al invitado.- ¿Te gusta el futbol, hijo?

Iván se quedó perplejo de que el hombre no hubiera reaccionado de otra manera ante una inesperada visita como la suya.

- Sí, señor.- dijo Iván, un poco incómodo por la situación.

- Siéntate aquí. Pero, ¡ni se te ocurra decirme como quedaron!- gruñó Salieri mientras daba unos golpes en el sofá en el que estaba.

El chico se dio cuenta que el partido que veía era en diferido pero, para mayor sorpresa, correspondía a la Segunda División; no entendía tanto de futbol como para saber como habían quedado los dos equipos que jugaban.

- Supongo que serás el nuevo empleado de Ana…- dijo el hombre sin quitar la vista del televisor tras sus enormes gafas de ancha montura.

El nombre despistó un poco al muchacho hasta que recordó que era el nombre real de esa mujer a la que él conocía como Meredith.

- Debes tener cuidado con ella, es como una mantis religiosa; usa a los hombres a su antojo y después se deshace de ellos.- sonrió Augusto mirando a Iván por encima de las gafas.- Así que trabajas en Sunset…

- Sí, señor.

- Mira chico, si quieres que nos llevemos bien es mejor que comiences a perderme un poco el respeto; tu éxito en la relaciones sociales dependerá de lo en serio que te tomes estas cosas.- dijo el hombre apagando el televisor con el mando a distancia.

- Creí que quería ver el partido; si quiere me marcho y vuelvo después.- dijo Iván un poco descolocado por la situación.

- ¡Son unos desgraciados! Si yo fuera el presidente, los hacía arrodillar en el campo y le daba un tiro en la nuca a cada uno.- dijo el narcotraficante dando un sonoro manotazo en la mesa pequeña que había al lado, asustando al muchacho con la sentencia.- Tranquilo, chico. ¡Solo bromeaba!

- Lo siento, no estoy acostumbrado a…

- ¿A estas bromas?- completó la frase Augusto.- Mira, los negocios son cuestión de confianza y de hacer simple lo difícil. Dime una cosa, ¿te gusta tu trabajo?

- ¿De relaciones públicas en el Sunset? Si le digo la verdad, me aburre un poco porque no ejerzo labores de relaciones públicas…

- Pasas cocaína, de eso ejerces.- senteció el hombre con una sonrisa.- Chico, la vida de una personas se basa en las prioridades a las que se someta. No me sirve de nada que alguien diga “no estoy a gusto aquí”. ¡Ahí tienes la puerta! ¿Entiendes?

- Supongo…

- La gente que trabaja para mí, no son marionetas… A no ser que quieren serlo. A mi me sirve un hombre motivado, por propia lógica rinde más y genera más beneficios. El miedo no es un buen motivador, pero la confianza sí. ¿Cuánto tiempo llevas follándote a mi mujer?

- Yo… Yo no…- tartamudeó Iván sin saber muy bien que responder.

- Recuerda, confianza.

- Una semana, pero solo han sido dos veces.

- Tienes que tener una buena polla para que te haya traído aquí solo con dos polvos. Seguirás follándotela hasta que yo te lo diga; es bueno tener a una mujer de ese tipo entretenida… Algunas quieren joyas y la mía quiere pollas.

El chico se sintió asqueado por el trato vejatorio de aquel hombre hacia las mujeres; pero verdaderamente Meredith era tal y como su esposo la había escrito.

- Vives en la Barriada de Lavapiés, compartes piso con un chico con rastas que tiene una tienda de esas de semillas de cannabis y esas mierdas…- dijo el hombre mientras servía un vaso de whisky al muchacho.- Ahora vive con ustedes una chica con un crío… Es muy guapa, la verdad.

- Ella no tiene nada que ver en todo esto.- dijo Iván en un arrebato de furia mientras quitaba la botella de las manos de Salieri que sonrió satisfecho.

- ¡Tienes huevos, chico!- exclamó el hombre poniendo su vaso para que fuera el chico quién le sirviera.- Me gusta tu forma de ser; por ahora vas a ocuparte de mi mujer, y vendrás aquí cuando yo te lo pida.

- ¿Ya no trabajo en el Sunset como relaciones públicas?

- La pregunta es: ¿quieres trabajar en el Sunset como relaciones públicas?

- Sí, pero me gustaría poder tomar mis propias decisiones en el negocio.

- Sólo con una condición…

- ¿Cúal?

- Dejarás de meterte cocaína; no quiero yonquis trabajando para mí.

Iván se quedó perplejo ante la petición del hombre que traficaba con esa droga en la ciudad, pero se parecía lógico al fin y al cabo. Los negocios son confianza, como bien decía, y no un adicto no es digno de la confianza de nadie.

Justo en ese instante entró Meredith en la habitación; venía vestida con un corto pijama y una finísima camiseta que marcaba sus enormes tetas. Caminaba como una pantera a punto a atrapar a su presa.

- ¿Qué te parece mi nueva adquisición, cariño?

- Ana, me has traído un diamante en bruto- dijo el hombre levantándose del sofá para acercarse a su mujer y besarla en la mejilla.- Quiero que te arrodilles y le comas la polla.

- ¿Q…qué?- tartamudeó la mujer.

- Cariño, quién juega a ser imprescindible se arriesga a convertirse en innecesario.- sonrió Salieri mientras se sentaba de nuevo en el sofá.

Meredith se arrodilló con cara de pocos amigos ante un estupefacto Iván; sacó su polla del pantalón y comenzó a chuparla con esa ansia que la dominaba. El chico mientras tanto no dejaba de pensar en la extraña personalidad de ese peligroso hombre que estaba a su lado observando como su mujer le comía la polla a un extraño… La lengua de la mujer recorría sus huevos para volver arriba y devorar de nuevo su rabo; él trataba de disimular lo agitado de su respiración.

- ¡Joder! ¡Tienes una polla enorme!- dijo Salieri, mientras Iván sonreía avergonzado; no sabía como había llegado a aquel pozo de depravación.- Córrete en su boca… Hazlo.

Iván quería acabar cuando antes con este juego y agarró por la cabeza a Meredith, follándole la boca. Comenzó a sentir como se iba a correr y, cerrando los ojos, comenzó a jadear con fuerza. Y entonces ocurrió. Sin saber porqué, y por primera vez en su vida, la imagen de Sonia tomó el lugar de Meredith e Iván no pudo evitar gritar al correrse en la cálida boca de aquella mujer… Mantuvo los ojos cerrados mientras los latigazos de caliente leche bajaban por la garganta de su imaginaria prima. La vergüenza dio paso a la excitación. La curiosidad al deseo.

Sonia abajó del taxi justo en la puerta del piso y se apresuró a buscar las llaves dentro de la mochila que llevaba; no había querido ni cambiarse el uniforme de la cafetería y ese pantalón de nylon se pegaba a su trasero como una segunda piel.

- ¿Cómo te ha ido el día?- escuchó la voz de su primo justo detrás suya lo que le dio un susto de muerte.

- ¡Iván! ¿Estás loco?

- Lo siento, no quise asustarte.- dijo su primo dándole un beso en la mejilla y abriendo él mismo el portal con su llave.- ¿Acabas de salir de trabajar?

- Sí, ocho horas; no es mucho, pero debo acostumbrarme al trato con el público.

- ¿Tú? ¿Miss simpatía de las fiestas del pueblo?- bromeó el chico con su mejor sonrisa.

- Ya sabes, algún chico que se pasa de listo y toca más de la cuenta.

- Con ese pantalón es normal que quieran tocar…

- ¿Tú también?- sonrió la chica llevando más lejos ese extraño juego de provocación  a la espera del ascensor.

- Tengo más derecho que otros… Soy tu primo.

- ¡Vaya! Touché… Además ya me has metido en tu cama.

- Error, las dos veces entraste tú sin que te lo pidiera.

Los dos primos quedaron mirándose fijamente hasta que el ruido del ascensor al llegar abajo los sacó de ese incómodo sopor. Ambos entraron en el pequeño habitáculo donde el espacio se hizo más estrecho entre ellos.

- Tenemos problemas que solucionar, y esto es el principio…- dijo Sonia, recordando lo que había estado pensando en esa tarde.

- No volveré a consumir más cocaína.- dijo el chico en un susurro.

- ¿Ves? Es un buen principio. Yo encontré un trabajo.

- También lo es.- asintió Iván agarrando la mano de su prima.- Será un camino difícil y quizás no soy como tú esperas.

- Nadie dijo que fuera fácil.- dijo Sonia abriendo la puerta del ascensor que ya había llegado a su planta y caminando hacia la puerta del piso.

Iván salió muy despacio y quedó parado un momento viendo avanzar a esa niña que había vuelto del pasado para poner su vida cabeza abajo. Deseaba tanto poder abrazarla y besarla… Pero ni tan siquiera se atrevía a decirse que durmiera de nuevo con él para volver a sentir ese momento de paz.

- ¡Está bien, dormiré contigo, pesado!- dijo Sonia con una sonrisa mientras le guiñaba un ojo antes de entrar en el piso.

Efectivamente. Su vida cabeza abajo.

(CONTINUARÁ)

Mas de kiosquero

Compañeros de piso. Capítulo uno.

Compañeros de piso (Prólogo)

Entre caperucitas y lobos (Cap 5: El problema)

Entre caperucitas y lobos (Cap 4: El tobogán)

Entre caperucitas y lobos (Cap 3: ¿Jugamos?)

Los imposibles también existen (6: Apariencias)

Los imposibles también existen (4: El capricho)

Los imposibles también existen (3: La pecera)

Entre caperucítas y lobos (Cap 2: ¿Un lobo?)

Entre caperucítas y lobos (Cap 1: La boda)

Solos en casa (Cap 9: Simplemente, Marta)

Solos en casa (Cap 8: Miedos y costumbres)

Solos en casa (Cap 7: ¿Lo sabías?)

Solos en casa (Cap 6: Día de convivencia)

Solos en casa (Cap 5: Un, dos, tres... Emitiendo)

Solos en casa (Cap 4: De conciertos y confesiones)

Solos en casa (Cap 3: La creación de Alice)

Solos en casa (Cap 2: ¡Tequila!)

Solos en casa (Cap 1: ¿Que me estás haciendo?)

El principe de los picaros (Cap 14: Desenlace)

El principe de los picaros (Capitulo 13: ¿Dónde?)

El principe de los picaros (Cap 12: Desastres)

El principe de los picaros (Capítulo 11: Daños)

El principe de los picaros (Cap 10: Decisiones)

El principe de los picaros (Cap. 9: Determinación)

El principe de los picaros (Capítulo 8: Desdicha)

El principe de los picaros (Capítulo 7: Dudas)

El principe de los picaros (Capítulo 6: Dolor)

El principe de los picaros (Capítulo : Doctrina)

El principe de los picaros (Capítulo 4: Dilema)

La calma y la furia

El principe de los picaros (Capítulo 3: Deseos)

El principe de los picaros (Capítulo 2: Desafio)

El principe de los picaros (Capítulo 1: Destino)

El principe de los picaros (Prólogo)

El primero en... (Epilogo)

El primero en... (Morir: Capitulo 10. Final)

El primero en... (Arriesgar: Capitulo 9)

El primero en... (Huir: Capítulo 8)

El primero en... (Confesar: Capitulo 7)

El primero en... (Sucumbir: Capítulo 6)

El primero en... (Perder: Capítulo 5)

El primero en... (Leer: Capítulo 4)

El primero en... (Descubrir: Capítulo 3)

El primero en... (Jugar: Capítulo 2)

El primero en... (Fantasear: Capítulo 1)

El primero en... (Conocer: Prólogo)

Regreso a casa (epílogo)

Regreso a casa (capítulo 12: Soluciones)

Regreso a casa (capítulo 11: Pasado y futuro)

Regreso a casa (capítulo 10: Grilletes del alma)

Regreso a casa (capítulo 9: Consecuencias)

Regreso a casa (capítulo 8: El error)

Regreso a casa (capítulo 7: Verónica)

Regreso a casa (capítulo 6: La consecuencia)

Regreso a casa (capítulo 5: Encuentros)

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Pequeño hermano mío: Tú y yo es nosotros

Pequeño hermano mio: Por ahora...

Pequeño hermano mío: El tiempo no todo lo cura...

Pequeño hermano mío: Dudas

Pequeño hermano mío: Cuando el rio suena...

Pequeño hermano mio: Cosquilleo

Pequeño hermano mío: Carmen, ¡cuentamelo ya!

Mi querido vecino

Reencuentros y recuerdos (y 3)

Reencuentros y recuerdos (2)

Reencuentros y recuerdos (1)

Verdades que duelen (Parte 2 de 2)

Verdades que duelen (Parte 1 de 2)

Miradas (Parte 2 de 2)

Miradas (Parte 1 de 2)

Mi hermanazo Marcos (El final del final)

Mi hermanazo Marcos (Jugando con fuego)

Mi hermanazo Marcos (la historia sigue...)

Breves historias de morbo: Vacaciones de verano

Breves historias de morbo: Al salir de trabajar

Mi hermanazo Marcos (el desenlace)

Mi hermanazo Marcos (2)

Mi hermanazo Marcos

Despedida de soltera (y 3)

Vacaciones en Tenerife (3 y fin)

Vacaciones en Tenerife (2)

La Despedida de soltera (2)

Vacaciones en Tenerife

La Despedida de soltera

Infiel con mi cuñada (2)

La visita de mi sobrino (2)

La visita de mi sobrino

Conquistando a mi tia (el desenlace)

El encuentro (Conquistando a mi tia 3)

Conquistada por mi sobrino

Infiel con mi cuñada

Conquistando a mi tía