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Solos en casa (Cap 3: La creación de Alice)

en Amor filial

Cuando Marta se despertó ya entraba luz por su ventana; se había quedado dormida tras haberse masturbado y la puerta estaba entreabierta. Le dio morbo imaginar que su hermano la hubiera visto así… Se había levantado más tarde de lo normal y le dolía el cuerpo entero… Se levantó desperezándose con su pequeño pijama, levantando los brazos y abriendo la boca para bostezar.

Salió al pasillo para ir al baño para darse una ducha y vio que la puerta de su hermano estaba cerrada, lo que quería decir que aún dormía. Era, hasta cierto punto, normal porque Mario había bebido bastante más que ella y algo le decía que los últimos chupitos de tequila y sus consecuencias posteriores ayudaron a agotarlo más aún.

Abrió la puerta del dormitorio de su hermano con mucho cuidado y pudo observar a Mario tumbado en su cama bocabajo; solo llevaba un pantalón deportivo blanco puesto y dormía placidamente con la boca medio abierta. Marta se acercó al lado de la cama y se puso de cuclillas, con cuidado de no despertarlo. Se quedó observando a su hermano pequeño con una sonrisa de admiración… Se intenta reafirmar en que era totalmente lógico el amor que sentía por su hermano; quizás era el hecho de que nunca se había detenido a analizar la persona que vivía bajo su mismo techo. Amor de hermanos… Sólo eso, ¿verdad?

Acarició su cara y Mario movió su nariz y refunfuñó de forma graciosa y casi hizo reir a su hermana; Marta se levantó y salió de la habitación, echando una última mirada al cuerpo de su hermano y se fue a la ducha. Mientras se enjabonaba su precioso cuerpo desnudo, empezó a analizar todo lo que quería hacer hoy: quería hablar con Merchu y aclarar en su cabeza todo lo ocurrido con su hermano y, después por la noche, quería ir al concierto de su hermano sin que él se enterara. Sentía un cosquilleo en el estomago al saber que iba a ver tocar a su hermano; estaba emocionada y orgullosa… Todo por él.

Salió de la ducha y se lió en una toalla, dejando que su pelo se secara suelto; abrió la puerta del baño justo en el mismo momento que su hermano salía de habitación, pero se fijó en que llevaba una camiseta puesta.

-                          Buenas tardes, dormilón…- sonrió Marta viendo los ojos medio cerrados de Mario y su boca abierta por un bostezo.

-                          ¿Buenas tardes?- susurró Mario con la voz tomada por el reciente despertar.

-                          Bueno, son casi las una del mediodia.- dijo Marta riendo.- ¡Anda, date una ducha! Hueles a alcohol que apestas…

Mario entró en el baño sin decir ni una sola palabra más, mientras Marta iba a su cuarto a vestirse y llamar a Merchu por teléfono. Se sorprendió de la actitud de su hermano, como si la noche de antes no hubiera avanzado nada. Tan borracho no estaba para olvidar su conversación en la cocina… Ese extraño pasotismo de su hermano estaba llegando a molestarle; de hecho, ni siquiera había hecho el amago de mirarle el cuerpo con la toalla. Cogió su teléfono móvil y llamó a su amiga Merchu.

-                          Dime…- contestó con voz de sueño.

-                          ¿Estás dormida?

-                          Más o menos… Llegamos a las ocho de la mañana casi… Tú como te quedaste en casita…- protestó débilmente la chica.

-                          ¿Por qué no te vienes a mi casa a comer y nos salimos a la piscina?

-                          ¿Otra vez todas juntas?

-                          No, no… Por ahora solo te he llamado a ti.

Merchu se incorporó en su cama, donde estaba tumbada, y se quedó pensando en la invitación de Marta; su actitud del día anterior con algunas indirectas y este peculiar plan de quedar juntas en la piscina, cuando nunca lo habían hecho… ¿Puede que Marta supiera algo de su lío con Mario? Por una parte lo veía poco lógico porque la reacción que esperaba de ella, si se enteraba no era esa… Pero puede que sólo sospechara algo y quisiera confirmar sus ideas; Mario no podía haberle contado nada, pero al haberlo hecho en su casa, quizás había descubierto algo.

-                          Vale, ¿a qué hora voy?- dijo Merchu dispuesta a dar el paso de descubrir las intenciones de Marta.

-                          Pues cuando quieras… Mi hermano ya se ha levantado y no lo molestamos.- dijo Marta para ver la reacción de su amiga al nombrar a Mario.

-                          Vale, pues me doy una ducha, me pongo el bikini y voy para tu casa…- dijo Merchu que no se dejó amilanar.

-                          Muy bien, adiós perra…- se despidió cariñosamente Marta.

Merchu se levantó de la cama con las dudas aún rondando su cabeza; su relación con Marta nunca había sido mala, pero siempre había tenido mucha mejor relación con Sara. Por eso le parecía extraño que la invitara particularmente a ella; pero estaba dispuesta a dar el paso, aunque había algo que la reconcomía. Cogió su móvil y mandó un whatsaap a Mario: “Nene, ¿tú le has contado algo de lo que pasó a tu hermana?”

Dejó en mensaje esperando la llamada, mientras preparaba su bikini y la toalla y abría el agua de la ducha.

Como siempre, la ducha de Mario duró casi veinte minutos; era una especie de ritual que al chico le gustaba cumplir: quedarse con los ojos cerrados bajo la ducha, sintiendo el agua chocar en su cara y en su cuerpo desnudo… Le ayudaba a despertarse, aparte de tener un momento para conectar consigo mismo. Ese día era importante para él, porque actuaba por primera vez en un concierto con su grupo… Ya había actuado en algunas fiestas con David, pero era la primera vez que enseñaría temas propios a un público… No se puede decir que estuviera nervioso, sino posiblemente impaciente; David se mofaba de él muchas veces por tomarse las cosas de la música tan en serio, decía que sufría demasiado antes, cuando era el que más disfrutaba tocando.

Tras enjabonarse y lavarse el pelo, salió de la ducha y no le importó pasar desnudo a su habitación, porque si su hermana había salido ya de la ducha, tardaba en arreglarse… Al entrar vio la luz de aviso del móvil parpadeando por la entrada de un mensaje de whatsaap… Leyó el mensaje de Merchu y se quedó blanco como la pared, porque no sabía a que venía eso. Trató de analizar la conversación con su hermana en la cocina, se excitó al recordar los detalles más morbosos, pero la pregunta de si había estado con Merchu la hizo con una seguridad de que ya sabía algo. Contestó rápidamente al mensaje: “Conéctate a MSN y hablamos y me cuentas”

Encendió su ordenador y entró en su cuenta de Messenger esperando a que la amiga de su hermana se conectara, mientras se secaba el pelo con una toalla y se ponía unos boxer de color negro. Cogió su guitarra y la sacó de su funda para tocar un rato, pero sin enchufarla. Al cada de un buen rato, Merchu se conectó:

-                          Hola, perdona pero tu contestación me ha llegado cuando estaba en la ducha.- se disculpó la chica.

-                          No te preocupes, loca… A mí me ha pasado lo mismo con tu primer mensaje. ¿Qué ha pasado?- preguntó Mario ansioso por conocer los detalles.

-                          No, nada… Sólo son ideas mías, pero ¿tú le has dicho algo de que tú y yo nos hemos liado alguna vez?

-                          No, no… Yo nunca. Yo te iba preguntar lo mismo cuando te viera.

-                          Yo te juro que no le he dicho nada, tengo más que perder que tú al decírselo.- se excusó Merchu.

-                          Merchu, ayer, cuando nos quedamos solos en casa mi hermana y yo después de la fiesta, me preguntó directamente si me había acostado contigo.

-                          ¿Y qué le dijiste?

-                          Pues la verdad…

-                          ¿¿Quéeeee?? ¡Mario!- se quejó la chica.- Dijimos que solo fueron un par de polvos y que ella no se enteraría.

-                          Lo siento, lo preguntó con tanta seguridad que supuse que tú le habías dicho algo y no quería provocarla mintiéndole.

-                          Pues si yo no le dije y tú tampoco… ¿Alguien lo sabe?- preguntó Merchu, por si Mario había vacilado de ese polvo con algún amigo.

-                          No- contestó tajantemente Mario.

-                          Mario…- dijo Merchu, tratanto de presionar al chico por si se le había escapado algo.

-                          Merchu, creo que me conoces bastante bien como para saber que no le contaría nada a nadie… Además nuestro rollo es muy… extraño.

-                          Bueno, ya lo sé. ¿Extraño? Joder, pues cuando te corrías encima mía no decías lo mismo XD.- escribió Merchu, mientras Mario ponía los ojos en blanco.

-                          Para ya, loca…

-                          Me ha invitado a ir a la piscina a mí sola, creo que quiere sonsacarme información. ¿Qué le digo?

-                          La verdad…

-                          ¿Seguro? Pero, ¿con detalles?

-                          Eso lo dejo a tu elección.- dijo Mario.- Yo voy a salir ahora, así que estaréis solitas para las confidencias, jeje.

-                          Vamos, que me dejas el marrón a mí.

-                          Mas o menos… Bueno, loca…- escribió Mario que llamaba así a Merchu desde que se conocieron.- Me voy ya que he quedado con estos.

-                          Vale… Besos, guapo. A ver cuando nos “encontramos casualmente”.

Así fue como comenzó todo, con una chica de lenguaje vulgar y muy provocativo que lo sorprendió en una tienda de libros esotéricos; Merchu lo conocía de vista, por ser el hermano de Marta y entabló conversación con él… A Merchu le gustaba estar con ese chaval porque no era el clásico chico que la miraba con ojos desencajados por el hecho de llevar piercing o que le gustasen temas poco convencionales. Podía hablar con él, tener charlas sobre distintas cosas; nunca hubo citas como tal, simplemente, se encontraban en sitios comunes y tomaban un café o veían tiendas de ropa.

Para Merchu era como su pequeño universo particular; no quería, al igual que Mario, que nadie supiera nada de su amistad para que la gente no dijera cosas que no eran. La risa desbordante de ese chico cuando Merchu contaba alguna de sus anécdotas con chicos, le hacían sentir bien. Recordaba como le acompañó a hacerse el tatuaje, cuando el chaval no estaba muy decidido. Como le ayudó a elegir las alas que quería tatuarse por la letra “M” en japonés lo tenía muy claro; normal, en cierto modo, al llamarse Mario aunque Merchu se reía de él, diciéndole que era por ella, porque en el fondo estaba profundamente enamorado de ella. Mario sonreía con esa simpática sonrisa que hacía que Merchu se preguntara quien estaba enamorado de quien.

Mario se levantó de la silla del ordenador tras cerrar la sesión de MSN, s epusó un pantlón deportivo, una camiseta blanca y se dirigió a la habitación de su hermana; llamó a la puerta para no encontrarse ninguna sorpresa; la conversación con Merchu le había escamado, porque ya no sabía muy bien como había averiguado su hermana eso… Y, más aún, ¿por qué mostraba tanto interés? Para él era un arma de doble  filo, porque sentía que todo ese aura de “conquistador” hacía que su hermana se sintiera atraída por él y porque esa propia atracción le hacía sentir genial…

-                          Pasa…- escuchó la voz de su hermana al otro lado de la puerta.

Cuando entró en la habitación, encontró a su hermana de espaldas a él con la espalda totalmente desnuda y solo llevando la parte de debajo de un minúsculo bikini. Se tapaba las tetas con la parte superior el bikini, mientras miraba a su hermano girando la cabeza.

-                          Llegas en el momento justo; ayúdame a anudarme esto, por favor.- dijo Marta, que sabía perfectamente que estaba poniendo nervioso a su hermano.

-                          ¿Vas a bajar a la piscina?- preguntó Mario mientras trataba de anudar el bikini de su hermana y sus ojos se fijaban en su bonita espalda y su culo respingón que marcaba la braguita del traje de baño.

-                          Sí, va a venir Merchu, ¿sabes quien es?- dijo irónicamente Marta.

-                          Desde luego, te encanta jugar conmigo…- dijo Mario sonriendo mientras terminaba de anudar el bikini.

-                          ¿Quieres bajar con nosotras?- dijo dándose la vuelta Marta, dejando ver lo poco que esa prenda tapaba sus pechos.

-                          ¿Con Merchu y contigo?- dijo el chico que desvió la mirada de los pezones marcados de su hermana.- Ni de broma, no sé a quien le tengo más miedo. Vas a hacerlo, ¿verdad?

-                          No sé a que te refieres.- dijo Marta mirando a Mario.

-                          Interrogar y sonsacar a Merchu.

-                          ¿Por quien me tomas?- rió Marta mirando con simpatía a su hermano.

-                          Por una curiosa… Bueno os dejo solas, tengo cosas que hacer…- dijo Mario cogiendo, por un momento, el culo de Marta con una mano lo que la dejo petrificada.- ¡No seas mala con ella!

El chico salió de la habitación mientras Marta trataba de asimilar el primer atrevimiento físico que su hermano había tenido con ella; todo iba demasiado rápido pero no podía negar que le gustaba… No sabía en que acabaría ese juego, porque en su cabeza no podía creer que esto llevara a algún sitio, pero le excitaba el saber que su hermano pequeño era tan distinto a como ella creía.

Mario salió unos minutos después de su casa y Brau lo estaba esperando con el coche en la puerta; se montó en el asiento del copiloto, mientras su amigo ponía el coche en marcha.

-                          Has tardado un huevo.- se quejó Brau sobre el escandaloso volumen del equipo de música del coche en el que sonaba Liar de Il Niño

-                          Me he entretenido con mi hermana.- dijo el chico, sabiendo que Brau no perdería la oportunidad de algún comentario.

-                          Oye tío, tu hermana está…

-                          Brau, ¿quieres seguir teniendo dientes?- cortó con sorna, Mario.

-                          Vale, vale…

-                          ¿Cómo te fue ayer con Sara?

-                          Nada, estuvimos de fiesta pero poco más… Estuvimos hablando mucho, porque Lukas estuvo todo el rato con esa chica bajita…

-                          Elisa…

-                          Eso…- confirmó el conductor.- Y Jesé de pesado con Merchu.

-                          ¿Ah si?

-                          Sí, pero como siempre… Ese chaval no se va a comer una mierda, porque es demasiado atento con la tía.

-                          Y hay que ser más desagradable y malo, ¿verdad?- dijo con sarcasmo Mario.

-                          A mi me funciona.

-                          Sí, ya veo… Te pasaste toda la noche hablando con Sara y no lograste nada.

-                          Porque no quise.

-                          Brau, hazme caso…- aclaró Mario.- Sara no es otra tía cualquiera, ella te ganará en todos los aspectos. No te lo tomes como un reto pero: “cuando tu vas, ella viene de allí…”

-                          ¿Sabes? Me gusta esa tía…

Mario miró a Brau, porque juraría que era la primera vez que escuchaba, del chulo y payasete del grupo, una declaración así… Después miró hacía su ventana para sonreír sin ofender al chico.

-                          A todo esto, ¿dónde están los demás?- cambió de tema el hermano de Marta.

-                          En el local de ensayo; hemos quedado para comer juntos y después ir a las pruebas de sonido.

El chico guardó silencio pensando en el concierto en el que, con todo el lío de su hermana, Merchu y lo demás, no había pensado en las últimas horas. Se dio cuenta que su hermana hacía incluso que se relajara y disfrutara del momento.

-                          ¡Ah! Y tu hermana está buenísima…- dijo Brau al llegar al local de ensayo, y haciendo que Mario sonriera porque era ella la que estaba en su cabeza en ese momento.

Marta se tumbó en una de las hamacas mientras entregaba a Merchu un coctel margarita, para beber mientras charlaban y tomaban el sol; su amiga estaba preparada porque sabía que aquello era una encerrona para sacarle información. Y Mario le había dicho que dejaba a su elección lo que quería contarle. El hecho de que Marta fuera tan sutil y no montara un escándalo significaba que le interesaba lo que había pasado entre su hermano y ella… Bueno, quizás era el momento de que Marta conociera al ese “tímido” chico que vivía bajo su mismo techo.

-                          ¿Te importa que me quede en tetas?- dijo Merchu sin esperar respuesta y quitándose la parte de arriba. Sus dos pezones llevaban dos piercing lo que atrajo la mirada de Marta que, sin pensárselo se quedó en topless también.

Merchu sonrió porque sabía que los ojos de la chica habían ido a sus tetas y su destape tenía que ver algo más con la sensación de querer ponerse a la altura. La verdad que las tetas de Marta eran más grandes y bonitas que las suyas, con pequeño pezón rosado y una aureola mediana. La actitud de Marta era como si tuviera celos de que su hermano estuviera con una chica lo que Merchu veía, hasta cierto punto, normal por el instinto protector de una hermana.

-                          ¿Por qué no empiezas ya?- preguntó Merchu con los ojos cerrados bajo las gafas oscuras mientras tomaba el sol.

-                          ¿Qué empiece qué?- dijo Marta que sospechaba por donde iban los tiros.

-                          Marta, guapa… Somos mayorcitas, no sé como pero sabes que he tenido algo con tu hermano…- mintió Merchu que, aunque no sabía como lo había descubierto de primeras, sí sabía que se lo había confirmado Mario.

-                          Bueno, sí que sé algo pero supongo que es cosa vuestra y…

-                          No digas tonterías; eres igual que Sara y ya me extraña que no me hayas llamado hecha una furia.- dijo la chica incorporándose sobre sus codos y haciendo que sus hermosas tetas se sacudieran.- ¿Qué quieres saber?

Marta seguía mirando al cielo como si no hubiera escuchado a Merchu pero, unos segundos después, giró su cabeza hacía su amiga y sonrió:

-                          Mira la verdad es que me ha sorprendido descubrir que mi hermano no es… No es lo que yo esperaba.- esbozó una sonrisa.

-                          Bueno, en parte sí lo era.

-                          ¿Cómo?- preguntó Marta que no entendía nada.

-                          Te contaré todo si me dices como descubriste que nos habíamos liado.

La hermana de Mario miró sin saber bien que hacer; por un lado tenía miedo de abrirse tanto a Merchu, con la que nunca había tenido tanta confianza como con Sara, pero por otro lado se moría de ganas de saber todo sobre ellos.

-                          Ví tus fotos… Sé que te las hiciste en su habitación… Lo demás me lo dijo mi hermano. De todas formas, no eres la primera.- dijo Marta tratando de bajarle los humos a su amiga.- ¿Sabes que ha estado con siete chicas?

Merchu se puso a contar con los dedos de sus manos y pensando en los nombres de las chicas, lo que sorprendió a Marta que no esperaba esa reacción. ¿Sabía que su hermano había estado con tantas tías? ¿Qué nivel de confianza tenía Mario con Merchu?

-                          Pues puede que sí, que sean seis o siete…- dijo Merchu, para cambiar de tono inmediatamente.- ¿Te ha enseñado él las fotos?

-                          No, no… - rió Marta orgullosa de haber preocupado a Merchu.- Digamos que tenía curiosidad por ver el ordenador de mi hermano mientras se duchaba.

La amiga de Marta guardó silencio como si le hubiera sorprendido la confesión de la chica; estaba tranquila porque Mario no había roto ese vinculo de confianza, pero no entendía como una hermana podía espiar el ordenador de su hermano.

-                          ¿Sueles espiar el ordenador o las cosas de tu hermano?

-                          ¡Hey, no me juzgues!- dijo ofendida Marta.

-                          ¡Claro que te juzgo! ¿Cómo crees que se lo tomará Mario si se entera de esto?

Marta se quedó callada analizando las palabras de su amiga; como siempre, no se había detenido a pensar en las consecuencias de sus actos… Puede que Mario se enfadara si se enteraba que había mirado en su ordenador, porque ella lo haría si fuera al contrario.

-                          No le dirás nada, ¿verdad?- suplicó Marta poniendo una mano en la pierna de au amiga.

-                          No le diré nada, llevo tiempo sin hablar con él… Somos amigos, no pareja.

-                          ¿Sabías que habían sido siete?- dijo Marta interesada en los detalles más intimos.

-                          Bueno, desde que lo conozco sé de cuatro o cinco… O sea que no creo que sea muy descabellado.

-                          Pero, ¿desde cuando os conoceis?

-                          Pues principio de este curso, más o menos.

-                          ¿¿Quéeee?? ¿¿En menos de un año se ha calzado a siete tías?

-                          Tiene potencial, ¿eh?- dijo Merchu riendo a carcajadas.

-                          No me puedo creer que ese enano…

-                          ¿Folle tanto?- completó la frase Merchu riendo.

-                          ¡Cállate, guarra!- dijo Marta no pudiendo evitar morderse el labio en un claro gesto de excitación que Merchu captó enseguida..

-                          Un momento… ¡Te pone!

-                          Pero, ¿qué dices? ¡Es mi hermano, por dios!- mintió Marta.

-                          No me refiero a él, me refiero a la situación; al saber que el enando, como tú lo llamas, se ha follado a todo lo que ha pillado.

-                          Sí… Bueno, no… ¡Joder, no sé!

-                          Tranquila, ¿sabes? Creo que el morbo es uno de las cosas más incontrolables del mundo… Todo el mundo es victima del morbo en algún momento.

-                          ¿Estás insinuando que mi hermano me da morbo?

-                          No sé, aunque eso sería la hostia, ummm…- dijo Merchu mordiendo su labio.- ¿Nunca has visto videos de incesto?

-                          ¡Mi hermano no me da morbo! ¡Eso no es natural!

-                          ¿No te da morbo saber? ¿No quieres saber como me folló tu hermano?

Marta miró a su amiga con la cara desencajada y desvió la mirada al suelo, mientras Merchu reía de la expresión de Marta.

-                          ¿Eso es un sí?- susurró acercándose al oído de su amiga Marta.

La hermana de María cruzó las piernas, llevo su barbilla al pecho y, mirando a los ojos de Merchu, asintió… Su amiga se incorporó y sonriendo de forma morbosa, dijo:

-                          Está bien… Erase una vez…

******

                                      Descubriendo a Mario

Tengo que admitir que llegué a sentir una profunda atracción por ese chico tímido y distante que me desconcertaba con sus ideas. Nunca había conocido a un chico que, a su edad, tuviera las cosas tan claras; ni una anécdota para parecer interesante a mis ojos. La confianza que me daba sin parecer buscar nada a cambio, como cuando me hizo que lo acompañará a hacerse el tatuaje.

Nunca salió una conversación sobre sexo ni sobre chicas, cosa que me extrañaba mucho, porque la verdad que no evitaba el contacto con algunas chicas que lo saludaban; fue, quizás, aquel día cuando todo comenzó… Estábamos sentados en un parque jugando a las cartas, porque tu hermano es un adicto a pasarse las horas muertas en el césped del parque, cuando se acercó una chica a nosotros.

-                          ¡Mario! ¿Qué tal?- lo saludó la chica haciendo que tu hermano se levantara, visiblemente nervioso.

-                          Pues bien, pasando el rato… Te presentó a Merchu, es una amiga.- dijo Mario, lo que sonó a justificación delante de aquella chica que, sin dejar de ser verdad, tengo que admitir que me sentó mal.

La chica en cuestión podía tener nuestra edad, llevaba el pelo muy corto y vestía con un pantalón ancho y una camiseta de tirantes, que no ocultaban unas bonitas curvas. La expresión de su cara denotaba que le encantaba haberse encontrado a tu hermano y, puedo asegurar, que le estaba tirando los tejos. Una vez presentadas, yo me volví a sentar mientras ellos hablaban de temas banales y la chica me miraba como juzgando la posible relación que tuviéramos. No tardó mucho en irse, despidiéndose de tu hermano con un beso en la mejilla, muy cerca de los labios. No pregunté nada sobre el tema de conversación entre ellos ni sobre de qué conocía a esa chica, lo que parecía llamar la atención de tu hermano.

-                          ¿No piensas preguntar?- dijo con un sonrisa en los labios.

-                          No, creo que a estas alturas me contarás lo que quieras contarme… Supongo que será un antiguo amor.- dije con ironía.

-                          ¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?- soltó tu hermano mirando al cielo mientras se tumbaba en el césped y provocando mi sorpresa.- Es el título de una película, creo.

-                          ¿Sexo? Estás insinuando que tú y ella. Yo creí que tú nunca… O sea nunca me has contado…

-                          Nunca me has preguntado…

-                          Lo estoy haciendo ahora.- le dije ya más curiosa.

-                          ¿Cuál es exactamente la pregunta?

-                          ¿Te has follado a esa tía?- solté como una puñalada; vale, lo sé, las buenas formas no son lo mío.

-                          Pues sí, me la he follado pero no me gusta hablar de eso.

-                          ¿Sabes una cosa? Eres el tío más raro que conozco.

-                          Pero me adoras…- dijo con una pícara sonrisa.

-                          Sabes que sí.

Sé que puede que te extrañe este nivel de confianza, pero te juro que hasta ese momento solo era una amistad basaba en aficiones comunes y en algunas cervezas y porros en el parque. Pero, ya sabes como soy, y en cuanto escuché la palabra “sexo” relacionada con tu hermano, algo cambio en mi percepción de las cosas.

Me contó que a esa tía la había conocido en un foro de internet y que habían quedado un par de veces solo para follar; sí, yo también flipé porque no me esperaba eso de Mario. Pero me interesó la historia, y me contó que se la  había follado en los baños de un pub… Sí, sí ¡en los putos baños de un pub! ¿Te imaginas a tu hermanito con los pantalones en los tobillos y dándole caña a una tía? ¡Vale, vale, perdona no quería ser tan bestia pero ya sabes lo que me pone a mí todo eso.

La cosa es que una cosa llevó a la otra y, tengo que admitirlo, me lo llevé a mi casa y echamos unos de los mejores polvos que me habían echado en las últimas semanas; no te voy a engañar, no es que fuera un experto pero tiene una buena polla… Perdona, ya sé que no quieres detalles, pero lo que tu hermano sí traía de fábrica es una lengua que me hizo correrme dos veces sin bajarse los pantalones.

Esa experiencia dio paso a que me encaprichara de él, porque nuestras conversaciones ya incluían temas sexuales; sabes que siempre he tenido vocación de psicóloga y me encantaba saber que es lo que a los tíos les ponía. Hablábamos de sexo y nos estuvimos acostando durante un tiempo, pero sorprendentemente sin que Mario cambiara su actitud conmigo lo que me gustó, ya sabes que yo nunca he querido complicarme. Veía que eran sus propias inseguridades lo que le llevaban a ser de esa forma y a ligar solo por Internet y poco más.

Él decía que había algo que lo bloqueaba, que no quería dar ese paso a delante por qué trataba de olvidar a alguien; supongo que una antigua novia, porque me dijo que aunque lo intentó sabía que lo suyo era imposible… Así que el desengaño amoroso de tu hermano me dio una idea: yo le enseñaría a superar ese bloqueo con las mujeres… Sí, ya sé que dirás que algo buscaba a cambio; pues, no siempre una mujer tiene la suerte de tener un amante y amigo a su disposición y poder moldearlo a su gusto. ¡Hey tía, no soy una guarra! Sólo aprovecho mis oportunidades…

                           ****************

-                          O sea, me estás diciendo que ahora tengo en casa a un semental entrenado por ti, que se folla a todo lo que pilla aunque parezca una mosquita muerta.- dijo Marta sorprendida a la vez que algo enfadada.- Juega con esas tías…

-                          Bueno, no es eso exactamente. No las utiliza, y eso es lo que me gusta de él. Se mueve por ámbitos donde las chicas saben lo que buscan.

-                          ¿Cómo que las chicas saben lo que buscan?

-                          Pues sí, tía. Me resulta asqueroso que las tías seamos más machistas que los propios tíos. Cuando una tía busca sexo sin complicaciones, somos las primeras en llamarla guarra, zorra y todo lo que se nos ocurre.- dijo indignada Merchu.

-                          Yo no te estoy juzgando, guapa. Pero comprenderás que no me haga mucha gracia que te estés follando a mi hermano a mis espaldas.

-                          Eso me da igual, porque hace tiempo que no hacemos nada; seguimos siendo amigos pero con el tema del grupo y que yo he estado de exámenes, ya no quedamos…

Eso pareció tranquilizarla un poco, sin saber por qué… Pero Marta tenía que admitir que la relación tan especial que Merchu tenía con su hermano, despertaba en ella unos celos increíbles. Siempre había sabido que su amiga tenía una idea peculiar sobre la sexualidad y que la vivía como un aspecto más de sus aficiones, pero nunca hubiera imaginado que su hermano se prestara a ese “entrenamiento”.

-                          Te voy a enseñar una cosa pero me tienes que jurar que no le dirás nada a Mario.- dijo Merchu que ya colaboraba con Marta más por morbo que por otra cosa.

-                          ¿Qué es?

-                          Vamos a tu habitación.- dijo la chica dejando la piscina y entrando en la casa con una desconcertada Marta detrás de ella.

Subieron a la habitación de la chica y Merchu se apresuró a encender el ordenador; Marta se sentó en la cama, cerca de la silla donde su amiga se conectaba a Internet, sin saber muy bien que pretendía.

-                          ¿Qué estás buscando?- dijo impaciente Marta, que seguía con las tetas al aire al igual que su amiga.

-                          ¡Chissst! Calla, no seas pesada…- dijo su amiga tecleando una dirección.- Te presento al gran secreto de tu hermano…

En la pantalla aparecieron las fotos de algunas mujeres que, sin mostrar la cara, enseñaban sus tetas y algunas algo más; pero, sobre todo, fotos de muchas pollas en primer plano… Sí, sólo salían pollas, entre alguna foto de algún que otro torso musculazo y poco más.

-                          ¿Qué… Qué es esto, Merchu?- dijo Marta sin dejar de mirar la pantalla.- ¿Y qué tiene que ver con mi hermano?

-                          Digamos que me encanta ver a tu hermano aquí…- soltó Merchu, girandose para ver a su hermano.

-                          Pero esto es una página de web cam… ¿Mi hermano trabaja enseñando su polla?

-                          ¡No, no! Son cam gratuitas, la gente entra por el morbo de mirar o enseñar… Verás te voy a  enseñar.

Merchu abrió una ventana dentro de esa página para meter un nombre de usuario y una contraseña. La web reconoció el nombre de Barbarella usado por Merchu y le dio la bienvenida.

-                          Bueno, ¿estás lista?

-                          Sigo sin entender nada…- decía Marta a la que el corazón le latía desbocado.

-                          Voy a emitir, o sea voy a conectar la web cam para que me vean.

-                          ¿¿Qué vas a hacer qué?? ¡Tía que estás en mi habitación!

-                          ¿Quién va a conocer tu habitación? Además no voy a enseñar la cara…

-                          Pero tienes las tetas al aire, tía… ¡Estás loca!

-                          ¡Venga, Marta! Siempre has sido mucho más atrevida que esto… ¡Si entraste en la habitación de tu hermano a espiar su ordenador!

Marta calló porque su amiga tenía razón; el morbo de saber hasta donde era capaz de llegar y qué relación tenía todo aquello con su hermano, la mantenía intrigada.

-                          Está bien, pero yo no pienso salir…

Merchu activó la cam, mostrando su simplemente su boca y, por supuesto, sus maravillosas tetas; en menos de dos minutos ya había más de cincuenta personas chateando con ella.

-                          Si te registras, los demás pueden verte y chatear contigo; no necesariamente todos tienen que tener la cam funcionando, sino que simplemente entren a mirar.

-                          ¡Tía, que te vas a escuchar!- susurró nerviosa Marta.

-                          He quitado el audio, no oyen nada de lo que hablamos. ¿Puedes leer desde ahí lo que ponen? Ahora le voy a dar al audio, ¿vale?

Marta asintió mientras notaba como sus pezones se endurecían; saber que todo lo que pasara en esa habitación iba a ser observado y escuchado por cientos de personas de todas partes la ponía caliente. Pero más aún saber que su “tímido” hermano había participado…

-                          Hola sala, ¿qué tal estais?- dijo Merchu para inmediatamente recibir decenas de mensajes en su ventana de chat.

Desde “hola, guapa ¿Cómo estás hoy?” “Te echábamos de menos, nos tienes abandonados” y alguna chica “Barbarella, nena donde te metes” hasta algunos más bestias como “Joder, menudas tetas tienes para comértelas”, “enséñame el coño que estoy a punto de correrme” o “¿quieres verme? Tengo una polla de24 cm”

Marta leía sorprendida, dándose cuenta que Merchu era una persona muy conocida en esa página web. Tambien observó que la gente daba una especie de monedas ficticias y el marcador de Barbarella iba subiendo. ¿Pagaban por eso? No entendía nada.

-                          No es dinero de verdad; cuando te registras te dan 100 monedas para gastar cada día y se las puedes dar a la cam que más te guste. Quien consiga al final del día más monedas gana un premio. Pero la verdad yo nunca he buscado eso…

“Hey, ¿Quién hay contigo ahí?” preguntó uno de los amigos de Barbarella

-                          Pues es una amiga mía, que le estoy enseñando como va esto, pero es un poco tímida.

Ahí fue cuando todo se desató un poco; Marta asistía atónita a las peticiones continuas de los invitados a esa sala a que se mostrara a la cam… Ella aguantaba la mirada de Merchu que se mordía un labio y provocaba aún más a los chicos.

-                          Chicos, ¿queréis que mi amiga os enseñe las tetas? Eso vale por lo menos llegar hasta las cinco mil monedas, ¿no?

Una avalancha de monedas sorprendió a las dos chicas que sonrieron ante las ganas que despertaba en los chicos el hecho de ver a dos chicas juntas ente la cam. Merchu se acercó a ella saliendo del ángulo de visión de la cámara, ante las protestas de algunos chicos.

-                          Mira Marta… Te desean, quieren verte… No te pueden tocar, pero se masturban pensando en ti. Y no saben, siquiera, quien eres.

-                          Eres una…

-                          ¿Depravada? ¿Puta? ¡Vamos, amor! Te has metido más pollas en la boca que dedos tienes en las manos… Tienes los pezones durísimos y notó como sudas de la excitación… ¡Hazlo!

Merchu volvió a ponerse delante de la cam, mientras leía las provocativas palabras de sus visitantes. Miraba a Marta que seguía fuera del angulo de visión respirando de forma agitada.

-                          Sí, sí, siempre hago lo que prometo…- dijo Merchu mirando a la pantalla, sin  mostrar sus ojos como siempre.- Vamos, Alice, te están esperando…

Ese fue el bautismo de Marta, con el nombre elegido por Merchu escogido de un videojuego al que la amiga de su hermano Mario era adicta: Alice Madness… Marta se puso delante de la pantalla, mostrando sus pechos y leyendo de repente tantas burradas como no creía que podría leer.

-                          ¿Os gusta mi amiga?- dijo Merchu mientras se situaba justo detrás de ella, pegando las tetas a su espalda y agarrando las de Marta con ambas manos.- Diles “hola”, Alice no seas maleducada…

-                          Ho…Hola…- susurró Marta, respondiendo al nombre con el que la había bautizado su amiga

“Joder que tetas” “Haced un bollo” “Hola Alice quiero ver tu coño…” Muchas frases que salían en la pantalla, mientras Merchu se acercó al oido de Marta y le dijo:

-                          Ahora ya estás dentro, Alice…- susurró en su oído Merchu.- Ahora está en tu mano descubrir un día a Nexxus.

-                          ¿Ne… Nexxus?- dijo Marta aunque podía sospechar a que se refería.

-                          Tu hermano Mario, cariño…- dijo mientras pulsaba un botón del teclado y un mensaje salía en la pantalla.

           “El emisor ha cortado la transmisión”

Merchu se levantó y se puso la parte de arriba del bikini que estaba sobre la cama de Marta… La chica estaba aún impresionada por la puerta que había abierto y por descubrir que su hermano iba diez pasos por delante de ella.

-                          Merchu, ¿por qué haces esto? Yo no…

-                          Porque odio la hipocresía y estabas empezando a serlo conmigo… Está en tu mano seguir con el juego, no tienes porque entrar más en esa página.

-                          No entiendo lo de la hipocresía…

-                          Pues cariño está bien claro: estás loca por tu hermano y, créeme, él lo está por ti… Y sí, en el amplio sentido de la palabra.

Marta abrió los ojos como platos, como si el hecho de escucharlo en otra persona en lugar de en su cabeza le convenciera de que era verdad. Pero, ¿Mario también lo estaba?

-                          Es un juego peligroso y tendrás que ir con cuidado, pero sabes que puedes confiar en mí.- dijo Merchu mientras se dirigía a la puerta de la habitación.

-                          Merchu, ¿te puedo pedir dos favores?- dijo Marta mirando a su amiga a los ojos y haciendo que ésta se girara para verla.- Ayúdame a registrar a Alice en esa página.

-                          ¡Esa es mi niña!- gritó Merchu abrazando a su amiga.- ¿Y el otro favor?

-                          ¿Quieres venir conmigo a un concierto de Limbo, esta noche?- dijo Marta con una pícara sonrisa mientras mostraba dos entradas.

(CONTINUARÁ)

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