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Verdades que duelen (Parte 2 de 2)

en Hetero: Primera vez

            La persiana a medio cerrar dejaba entrar los rayos del sol; Esther se despertó incomoda por la sensación de claridad en su habitación, lo que unido a que eran más de las once de la mañana hicieron que se levantará, estirando los brazos para desperezarse. Estaba cogiendo ropa interior para darse una ducha, cuando sonó el sonido de recibir un mensaje en el móvil; sonrió pensando que sería Pablo para quedar con ella, aunque era extraño que la llamara por las mañanas, que las dedicaba siempre por completo a irse a los billares con sus amigos. Al mirar el móvil, vio que el mensaje era de su hermano:

“Siento mucho como me puse ayer, hermanita. Pero hay verdades que duelen… Estoy en el parque con mis amigos y con Luca, por si quieres pasarte”

            Su hermano era muy borde cuando se enfadaba, pero super tierno al disculparse; no le pillaba de improviso que le mandara mensajes al móvil después de una discusión. Pero lo de “hay verdades que duelen” la descolocó un poco. ¡Bah!, pensó, se habrá levantado un poco rarito el niño.

            Por otro lado estaba la insistencia de su hermano en que se produjera el encuentro entre Luca y ella. ¿Se lo habría pedido su amigo?; no, más bien tenía toda la pinta de ser una forma de alejarla de Pablo. Cogió sus braguitas que había dejado sobre la mesilla para mirar el sms del móvil y se dirigió, por fin a la ducha. Nada como una reconfortante ducha para despejarse un poco y afrontar el día con fuerzas; llamaría a su amiga Carmen y le pediría disculpas por haberla dejado plantada anoche… Al recordar eso, le vino a la mente el asunto de la grabación de su encuentro con Pablo; menos mal que su hermano lo recuperó. Pero eso no quedaría así, Pablo encontraría a quien la había grabado y le daría una lección; pensó incluso que el hecho de que su hermano hubiera recuperado el móvil, fuera una buena forma de unir a los dos hombres más importantes de su vida.

            Salió de la ducha secándose el pelo con una toalla, mientras con otra envolvía su cuerpo; llegó a su habitación y puso música para distraerse mientras se vestía. Estaba desnuda cantando la canción de Shakira que sonaba en su equipo, cuando volvió a escuchar el sonido de un mensaje en el móvil. Se acercó a la mesa riendo al pensar que o era el pesado de su hermano, que esperaba una respuesta, o Pablo que se había decidido a mandarle un mensaje… Pero cuando se aproximó a la mesa se dio cuenta que el móvil que había recibido el mensaje era el teléfono que su hermano había recuperado. Leyó el texto de la pequeña pantalla iluminada: “1 mensaje recibido de Blete”

            - ¿Blete?- pensó Esther en voz alta, sorprendida porque ese era el apodo con el que llamaban a Pablo sus amigos.

            Le temblaban las manos cuando le dio al botón para leer el texto del mensaje que su novio había mandado a ese móvil desconocido:

“kabron  ayer t estuv sperando xra q m pasaras el video x el msn. Stamos en los billares, te stoy sperando pa verlo,XD”

            Esther dejó caer el móvil sobre la cama sin saber que decir; su novio sabía que los habían grabado. Volvió a leer el sms, como si no creyera lo que veía, y rompió a llorar desnuda sobre su cama. Sacó fuerzas de flaqueza para ver el video al completo, cosa que la noche anterior no tuvo valor de hacer. Observó detenidamente el video hasta observar como, efectivamente, Pablo miraba en algunos momentos al lugar donde estaba la cámara.  Su tristeza se convirtió en rabia cuando fue consciente de que su novio la había traicionado para reírse con sus amigos.

            Se vistió con unos vaqueros desgastados una camiseta de tirantes verde y se recogió el pelo, aún húmedo, en una coleta; se preocupó de pasar el video desde el móvil robado a su móvil y después borró el archivo original. Salió de su casa dando un portazo y escuchando de fondo las reprimendas de su madre desde la cocina.

            En menos de diez minutos estaba en la sala de billar donde Pablo solía estar con sus amigos. Cuando entró, su novio estaba punto de tirar con el taco preparado; el primero amigo en verla se acercó para saludarla con un aire chulesco, típico en aquella pandilla:

            - Hola, Esther… Que guapa estás hoy…- dijo cogiéndola del hombro, mientras la chica no aminoraba la marcha en busca de su novio.

            - Cállate capullo…- contestó secamente Esther, propinándole un codazo en las costillas que hizo que el chico retirará el brazo.

            Muchos de los amigos de Pablo se quedaron flipados, porque nunca habían visto a Esther con esa actitud con ninguno de ellos; de hecho ninguna de las chicas de la pandilla se había portado así con ellos. Pablo se giró y dejando el taco sobre el tapete verde de la mesa de billar se acercó a su novia:

            - Nena, ¿qué haces aquí?- le preguntó con una sonrisa en los labios y aproximándose para besarla.

            ¡PLAF! La sonora bofetada retumbó en todo el local, haciendo que los amigos y los desconocidos miraran la escena, algunos con sorpresa y otros con indisimulada gracia.

            - Eres un hijo de puta…- dijo Esther aguantando las lágrimas para no demostrar debilidad ante el que hasta hace media hora era su chico.

            - Pero, ¿qué te pasa ahora?- protestó Pablo llevándose la mano a la cara

            Esther se echó mano al bolsillo de atrás de su ceñido vaquero y sacó el móvil robado, lo puso sobre la mesa de billar y mirando a Pablo le dijo fuera de sí:

            - La próxima vez que un amigo tuyo quiera una porno que se la descargue de Internet o, al menos,, que intente no perder el móvil…

            - ¿Qué dices? ¿Quién?- dijo Pablo haciendo el sorprendido y enfadado.

            - No me tomes por gilipollas, Pablo…- respondió Esther, volviendo a coger el móvil de la mesa y buscando el mensaje mandado por su novio al dueño. Después le entregó el móvil y, sin esperar respuesta por parte de él.

            - Blete,- masculló con sorna- no te quiero ver más en mi puta vida.

            Salió de la sala de billares atrayendo la mirada de todos los presentes. En cuanto salió por la puerta, toda su mascara de chica dura se derrumbó, rompiendo a llorar amargamente. “Hay verdades que duelen”; ahora entendía la frase de su hermano y su actitud.

            No sabía hacía donde caminar; estuvo dando vueltas por todo el barrio, tratando de calmarse, con un ataque de ansiedad que no la dejaba respirar… Tenía miedo de ir a su casa, porque sabía que su madre la conocía perfectamente y la interrogaría. Sus pasos la llevaron hacia el parque donde estaba su hermano; se limpió cualquier rastro que denotara que había estado llorando porque lo que menos necesitaba es un “te lo dije” de su hermano Javi.

            En el parque vio desde lejos a su hermano que le devolvió la mirada, yendo a su encuentro separándose del grupo. Al acercarse Javi, no pudo aguantar más y volvió a llorar. Su hermano la abrazó fuerte entre sus brazos; no hubo reproches, ni reprimendas, solo un tierno abrazo entre dos hermanos.

            - Ya está, nena… No quiero que llores, ¿vale?- dijo cogiéndola de la barbilla.

            - Tenías razón; fue Pablo el que…

            - Chissst… No quiero saberlo. Todo queda entre nosotros y déjame a mí todo lo referente a ese subnormal.

            - No, Javi, por favor… No quiero que te acerques a él. Promételo…

            Su hermano esquivaba su mirada incomodo. Tomó aliento y mirando los ojos llorosos de Esther le prometió que no iría en busca de ese desgraciado.

            - Anda, sécate las lágrimas y vente a tomarte una cerveza… Bueno, mejor una Coca-cola, enana- rió su hermano tratando de calmar a Esther..

            - Idiota…- contestó la chica rodeando por la cintura a su hermano y acercándose al resto del grupo.

            La pandilla de amigos de Javi, eran todos conocidos por ella; amigos del instituto, algunos de ellos habían compartido clase con ella, y en definitiva nadie extraño. Javi, se acercó a una nevera que llevaban con hielo para coger una lata de cerveza y dársela a su hermana, que aún estaba un poco cortada por la situación. Cuando poco a poco se iba haciendo con el grupo y, por un momento, olvidaba lo ocurrido ayudada por los abrazos y risas de su hermano, lo vio llegar al parque con otro chico con una bolsa con más bebida. Era Luca. El chico la miró sorprendido y Esther casi puede asegurar que se sonrojo al verla.

            Luca miraba a su amigo Javi como reprochándole que no le hubiera avisado que su hermana estuviera allí; pero hacía un rato que Esther no “estaba” allí. Miro de arriba abajo a Luca con disimulo. El chico había cambiado bastante en esos nueve meses. Ya no quedaba nada de ese chico imberbe y canijo con el que se había enrollado en el pasado; estaba embutido en una camiseta estrecha que marcaba un muy torneado cuerpo de gimnasio, con el pelo un poco de punta y con un piercing en la ceja izquierda. Sus ojos verdes, eran los mismo de hace casi un año y una barba de tres días perfilaba su cara, dándole aspecto de un chico mayor de los 20 años que tenía.

            - Hola Luca…- rompió el hielo Esther con una sonrisa en los labios que no sabía muy bien de donde nacía.

            - Hola…- dijo un poco superado el chico.- no sabía que estuvieras aquí.

            - Si quieres, me voy.- dijo simpática, Esther.- ¿No me vas a dar dos besos?

            - Si, claro…

            El chico se acercó a ella y, con la mano en su hombro como queriendo mantener la distancia, la besó en las dos mejillas y se retiró otra vez. Esther se sentía ofendida por la distancia que guardaba su antiguo novio con ella, pero por otra parte orgullosa por lo nervioso que lo ponía. La mañana pasó muy rápido para todos entre cervezas, bromas y risas. Luca se relajó bastante y entabló conversación con Esther, contándole que había venido a casa de sus padres a pasar las vacaciones pero que volvería la capital para seguir con sus estudios; le quedaban tres años  para terminar la carrera y que le había venido muy bien el cambio de aires.

            - Ya lo veo.- dijo Esther mirándolo de arriba a abajo.- Pero que muy bien…

            Luca volvió a sonrojarse y Esther sonreía picadamente, porque había olvidado lo que era llevar las riendas en la conversación con un chico. Javi la avisó de que era hora de irse para casa que ya era la hora del almuerzo. Se levantó y, acercándose a Luca, le dijo:

            - Espero que nos veamos este verano, ¿no?

            - Si, claro… Este pueblo no es tan grande.- sonrió Luca

            Los dos hermanos se encaminaron hacia las afueras del parque, uno al lado del otro, cogidos del brazo.

- Tu amigo me está mirando ahora que le he dado la espalda, seguro.- dijo Esther muy segura de sí misma.

Javi miró hacia atrás viendo como su amigo miraba a su hermana descaradamente mientras no hacia ni caso a la conversación que le ofrecía otro chico de la pandilla.

- Que hija de puta, ¿cómo lo sabias?- rió Javi mirando a su hermana.

- Me parece que, al final, te voy a tener que dar yo lecciones a ti sobre mujeres, jaja.

                                      *

Las siguientes dos semanas pasaron entre quedadas con el grupo de los amigos de su hermano, Luca incluido, y largas conversaciones con su amiga Carmen. Por las noches no solía salir, por miedo a encontrarse con Pablo que los primeros días la bombardeaba a mensajes pero que en la ultima semana había dejado de hacerlo porque, según su amiga Carmen se había liado con Sonia, otra de las chicas de la pandilla.

Esther le estaba contando, aquella tarde, por MSN  a Carmen de su reencuentro con Luca; de lo que había cambiado, de lo encantador que era con ella, aunque distante y que se estaba dando cuenta que no le importaba nada lo que Pablo hiciera.

- ¿Has borrado ya el video de tu móvil?- peguntó de forma inquisidora su amiga

- Pues… No… No lo he borrado.- dijo sabiendo la reprimenda que le esperaba.

- Pues eso es lo primero que tienes que hacer; pasar de Pablo para siempre; borrar cualquier cosa que te recuerde a él y, porque no, darle más confianza a Luca. ¿Por qué no sales una noche con la pandilla e tu hermano?

- Me lo ha dicho un montón de veces Javi, pero no sé…

- Mira voy yo contigo, si quieres. Tu hermano es muy mono…

- Vete a la mierda,  zorra. Serás…

- Jajaja, vale vale… Anda dile a tu hermano que esta noche salimos de caza con ellos y te vienes a mi casa y nos vestimos juntas.

Salió de su habitación para ir a la de su hermano. Con braguitas, porque había suficiente confianza y hacía mucho calor, y una camiseta que no tapaba mas debajo de su ombligo, entró sin llamar en la habitación de su hermano, donde se oía el ruido del televisor y esa dichosa consola que lo traía loco todo el día.

- Javi, esta noche…

Se quedó parada en el marco de la puerta como un tonta al ver que el que estaba en la habitación de su hermano, con el mando de la consola en la mano, era Luca. No llevaba puesta camiseta y llevaba un pantalón corto de futbol; su pecho depilado, sus abdominales marcadas y sus brazos musculosos, casi le hacen que se le abra la boca. El chico por su parte sí que no evitó mirarla con la boca abierta; pero es que la chica iba en bragas.

- Joder…- gritó Esther saliendo del dormitorio corriendo hacia su habitación.

Le contó a Carmen lo que había pasado y Carmen le puso la cam solo para reírse de ella en su cara. Estaba totalmente abochornada cuando su hermano entró en la habitación, también sin camiseta.

- Nena, me ha dicho Luca que has ido a buscarme…

- ¿Cómo coño se te ocurre meter en tu habitación a Luca sin avisarme?- decía Esther avergonzada echandole la bronca a su hermano que sonreía.

- Bueno, no creo que le haya desagradado lo que ha visto, jaja.

- Serás cerdo…- continuaba enfadada la chica.

- Bueno vale, vale… Lo siento.- se disculpaba Javi, casi sin aguantar la risa.- ¿Qué ibas a decirme?

- Te iba a decir que mi amiga Carmen y yo íbamos a salir con vosotros esta noche… Pero ahora no me da la gana; me muero de la vergüenza.

- Venga, anda… No me digas que porque Luca te haya visto durante un segundo en bragas…- dijo, pero viendo la cara de su hermana, añadió.- Bueno como veas… Jaja

Javi salió del cuarto y Esther volvió a su conversación con Carmen que bromeaba sobre el torso desnudo de su hermano que había visto por la cámara. Volvieron a llamar a la puerta de su habitación.

- ¿Qué quieres ahora, pesado?- dijo aún avergonzada Esther.

- Soy yo, Luca…- dijo entrando el amigo de hermano; esta vez al menos llevaba la camiseta puesta.

Esther se encogió en la silla tratando de taparse las piernas todo lo posible. Luca la miraba desde la puerta sin atreverse a entrar.

- Siento mucho haberte asustado, Esther…- se disculpó el chico.

- No es culpa tuya, pero es que no esperaba que fueras a estar tú y me has visto con estas pintas.

- Oye, no estás nada mal con esas pintas- dijo Luca mirando al suelo de la habitación, en la frase más atrevida desde el reencuentro.

- Deja de decir tonterías, anda… No pasa nada, de verte no estoy enfadada contigo.

En un  gesto que Esther no esperaba, Luca comenzó a acercarse a ella que, incomoda, seguía tratando de taparse acurrucada en aquella silla de oficina frente al ordenador. El chico estaba de pie ante ella; Esther miraba hacia arriba, con las rodillas pegadas a su pecho para ocultar su semidesnudez.

- Me gustaría mucho que esta noche, salieras con nosotros…-dijo mirándola a los ojos, para después marcharse de la habitación sin decir una palabra más.

Esther se quedó observando la puerta, sintiendo como el corazón le latía con fuerza; volvió su mirada hacia la pantalla del ordenador, donde podía ver a su amiga Carmen por la cam.

- Déjate de historias, coge una mochila algo de ropa y vente para mi casa…- protestó Carmen escribiendo en el MSN.

- No sé, es que…

- ¿Todavía estás ahí?- dijo antes de cortar la comunicación.

Esther se quedó pensando; momentos después se levantó y abriendo el armario, empezó a decidir que ropa se iba a llevar a casa de Carmen.

                                   *

            Llegaron a la puerta de aquel pub donde su hermano solía ir los fines de semana; Esther vestía un pantalón vaquero corto minúsculo que resaltaba su bonito trasero y un top con escote palabra de honor de color morado; su amiga Carmen llevaba una falda de tablas de cuadros tipo colegiala y una camisa abierta con un camiseta de tirantes debajo.

            Comenzaron a buscar a la pandilla por la sala, desde su posición en la entrada, porque no les habían dicho que iban y no sabían si estarían allí. Carmen le dio con su codo en el brazo para indicarle por gestos, por el alto volumen de la música, que había visto a Javi y sus amigos. Se acercaron a la zona del grandísimo pub donde estaban, muy cerca de una zona de sofás.

            Esther se sorprendió de ver a Luca tomando una copa y hablando con una chica sentados en el sofá. Sintió celos, una sensación a la que no estaba acostumbrada por lo absurda que era en su relación anterior con Pablo. Carmen ya estaba hablando con Javi y con otro de los amigos, mientras Esther estaba en tierra de nadie, tratando de buscar hueco en alguna conversación; se acercó a su hermano, cogiéndolo del brazo y sonriéndole. Éste le pasó una copa a la vez que le daba un tierno beso en la mejilla.

            - Vaya, has venido…- escuchó la voz de Luca detrás suya.

            - Sí, pero como estabas ocupado, no he querido molestarte- contestó Esther con gesto orgulloso.

            Luca se limitó a sonreír abriendo esos ojazos verdes que hacían que a Esther le temblaran las piernas.

            - Estás muy guapa… Mejor que esta tarde.- dijo Luca con una sonrisa en los labios.

            - Que estúpido eres…- sonrió la chica dejando su enfado a un lado.

            Para Esther fue una noche increíble; la confianza con Luca fue creciendo en un juego de seducción sin dar ninguno de los dos el paso. Los silencios entre algunas frases, las miradas sutiles y no tan sutiles… Toda hacía que la chica estuviera como en una nube. Bailaron y bebieron hasta bien entrada la madrugada.

            En un momento de la noche, la mano de Luca acarició la mejilla de Esther que se encogió del cosquilleo que ese gesto provocó en su espina dorsal. El chico se acercó al oído de se acompañante y le susurró:

            - No quiero que creas que eras una tía cualquiera para mi… Así que esta noche no voy a hacer nada que…

            No pudo terminar la frase, porque fue Esther la que, agarrándose a su cuello con ambos brazos, le dio un húmedo beso en los labios; sus lenguas se entrelazaron y los fuertes brazos de Luca rodearon la cintura de Esther para acercarla hacia su cuerpo. La chica pudo sentir en su vientre desnudo la incipiente erección de Luca, lo que la hizo ronronear de forma inaudible.

            - ¿Se puede saber que coño haces?- escuchó un voz conocida justo al lado de ellos.

            Se separaron sorprendidos mientras una mano cogía de la muñeca a Esther. Era Pablo con gesto enfadado,  intentaba arrastrar a Esther cogida del brazo al otro lado de la pista. La chica miraba suplicante a Luca que, impasible, miraba la escena con gesto consternado y los brazos pegados el cuerpo. Pablo llevó a Esther a empujones hasta la puerta del local; al llegar a la salida, la chica consiguió liberarse de la presa de su ex novio. ¡Plaf! El guantazo de Esther a Pablo sonó en toda la entrada de la discoteca. Los amigos del chico que estaban en la puerta rieron ante la segunda bofetada que le daba Esther.

            Pablo se echó la mano a la cara y irritado al escuchar la risa de sus amigos, devolvió el guantazo, con mayor fuerza, a la chica que cayó al suelo por el golpe.

            - Ni se te ocurra volver a pegarme, zorra.- le gritó acercando su cara, con un tremendo pestazo a alcohol a ella.

            De entre el grupo de gente que estaba congregada alrededor viendo la escana, se abrió paso su hermano Javi, fuera de sí:

            - Que coño haces, payaso…- gritó dándole un empujón que desplazo a Pablo tres metros, estando a punto de caerse.

            Dos amigos del chico agarraron a Javi para inmovilizarlo. Pablo volvió a acercarse a él y, con la ventaja de tener a su victima indefensa, le dio un fuerte puñetazo en el estomago que hizo que Javi se doblara como una alcayata.

            - ¡Déjalo, hijo de puta!- gritó llorando Esther de rodillas, tratando de levantarse.

            Pablo volvió la vista a su ex novia y, poniéndole un pie en el hombro, la desequilibró de nuevo haciéndola caer al suelo; después regresó a enfrentarse a Javi, que seguía agarrado por sus dos amigos. Cuando se disponía a darle un puñetazo, Pablo fue agarrado por la camiseta y separado de su victima. Como un muñeco de trapo, lo giraron 360º para darle un fuerte puñetazo en la cara que lo tumbó en el suelo. Era Luca, que totalmente desbocado, se sentó sobre el pecho de Pablo; comenzó a descargar, uno tras otro, violentos puñetazos en la cara de Pablo que sollozaba tratando de taparse la cara entre sus antebrazos.

            Pasados unos dos minutos, Luca se levantó y se dirigió hacia los dos chicos que agarraban a su amigo Javi;  asustados, los amigos de Pablo, por la paliza que había recibido su amigo que seguía en el suelo, soltaron a Javi para auxiliar al ex novio de Esther.

            Luca sujetó a Javi que estuvo a punto que caer al suelo, que lo miró con gesto agradecido e incorporándose se acercó a su hermana, que lloraba en el suelo.

            - Ya está preciosa, ya ha pasado…- le decía Javi, haciéndole un hueco entre sus brazos.

            Los ojos llenos de lágrimas de la magullada Esther buscaron los de Luca que miraba la escena desde unos metros de distancia. Esperaba que el chico se acercara a ella para consolarla pero, en lugar de eso, dio media vuelta y se marchó entre la gente, con su camiseta manchada de sangre.

                                                           *

            Dos días después, Esther seguía preocupada y decepcionada por no haber recibido ninguna llamada de Luca. De hecho su magullado hermano Javi también estaba enfadado con su amigo, por no hablar con él y ni siquiera llegarse al parque, donde quedaban siempre, desde el día de la pelea.

            Tumbada en su cama, con sólo unas braguitas y una camiseta corta de pijama puesta para dormir, le venían a la cabeza las imágenes de la pelea y de cómo Luca había llegado en ayuda de su hermano; nunca imaginó que Luca pudiera reaccionar así en la forma de pegarle a Pablo. Según había oído por el barrio, su ex novio tenía la nariz rota.

            Unos pequeños golpes sonaron en la ventana de su habitación. Ella asustada se acercó al cristal de la ventana, asomándose echando la cortina a un lado. Allí abajo, en la oscuridad del jardín, estaba Luca tirando piedrecitas al cristal de su habitación. Al verlo, cualquier duda sobre él quedo en un segundo plano; no pudo sino esbozar una sonrisa nerviosa al ver allí abajo a su chico. Porque para ella, Luca era su chico.

            - ¿Qué haces aquí?- dijo feliz Esther mirando desde arriba.

            - Tenía que hablar contigo…- contestó el chico  con la voz quebrada.

            - Pero, ¿cómo quieres que hablemos así?- dijo desde la ventana, señalando la distancia entre los dos.

            - ¿Me dejas subir?- le dijo Luca ante la incredulidad de Esther.

            - Pero como vas a…-espetó Esther que no llegó a terminar la frase, cuando comenzó a ver a Luca escalar entre la pared de su casa y un árbol pegado a la fachada.

            En menos de dos minutos y con Esther con la boca abierta en el centro de su habitación, Luca entraba por la ventana.

            - Estás loco… Te podías haber matado…- susurró Esther.

            - Que solo es una planta, no es un rascacielos.- dijo simpático Luca pero con algo de tristeza en sus ojos.

            Se hizo el silencio durante unos segundos, en los que estaban uno frente al otro guardando un par de metros de distancia. Luca no fue capaz de mantenerle la mirada a la chica que tenía delante; Esther pensaba que seguía siendo el mismo chico vergonzoso que conocía hace un año y medio.

            - Vaya, parece que te has empeñado en verme en bragas, ¿no?- dijo la chica tratando de romper el hielo y estando como estaba, de nuevo en ropa interior, ante aquel chico. Sólo había una diferencia, esta vez no hacía ningún ademán de taparse.

            - ¿No estás enfadada conmigo?- balbuceó Luca sin dejar de mirar al suelo.

            - Bueno, la verdad es que un poco sí… ¿Por qué no me has llamado en estos dos días? ¿Por qué te fuiste así el sábado?

            El muchacho se sentó sobre su cama, apesumbrado; ella se sentó a su lado también y, con un gesto tierno le acarició la mejilla.

            - Me fui porque no me gustó que me vieras así; yo no soy así, además fui un cobarde al dejar que ese tío te sacara de la discoteca de esa forma.- comenzó a hablar el chico aludiendo a la escena del pub con Pablo.

            - Si te digo la verdad me sorprendió que te quedarás allí parado mirando como me sacaba…- dijo con su mano en la mejilla de Luca aún.- Pero más aún me sorprendió cuando llegaste a ayudar a mi hermano. Madre mía, que forma de dar hostias a Pablo, jaja.

            Por un momento, debido al comentario de Esther, parece que Luca se relajó un poco y sonrió. Esos ojos verdes miraron a Esther y ella no pudo resistirse a acercarse y besarlo suavemente en los labios.

            - Quiero estar contigo, Esther… Me gustas mucho, y está vez no dejaré que nada ni nadie te separe de mí- dijo Luca, separándose de ella para mirarla a los ojos.

            - Bueno tenemos todo el verano para que nadie te separe de mi…

            - No, nena… Por eso he venido a estas horas… Mis padres quieren que me vaya mañana al apartamento de la ciudad donde estudio.

            Esther se quedó muda de repente; buscó algún atisbo de broma en el gesto de Luca, pero no encontró nada.

            - Pero, ¿por qué? Queda un mes y medio para que empiece tu curso en la facultad, ¿no?- dijo la chica agarrando del brazo a Luca.

            - Si, pero los padres de Pablo me han denunciado y mis padres prefieren que ponga tierra de por medio, para evitar males mayores.

            - ¿Ese capullo te ha denunciado? Será…

            - Chisst, no pierdas tiempo con él, ¿vale?- dijo Luca cortando a la chica.- Mis padres no están enfadados, bueno mi madre un poco, pero creen que hasta que salga el juicio y eso, es una tontería tentar a la suerte.

            - Pero no es justo… Tú te vas fuera y él se queda con sus amigos de cervezas en el parque.

            - Bueno, pero tiene la nariz rota… Y yo no…- dijo Luca sonriendo en un gesto de chulería que hizo reír a Esther.- Bueno, pues ya que está todo aclarado, me puedo ir, que no quiero que tus padres me denuncien también.

            - No están. Están cenando fuera; sólo está mi hermano.

            -  ¿Y por qué me has dejado subir por la ventana?- la miró sonriendo.

            -  Pero si me ha dado tiempo a decir nada, cuando ya estabas haciendo el mono…- rió Esther abrazándose a Luca.

            El abrazo duró unos minutos en los que la pareja no dijo ni una sola palabra. Luca se levantó de la cama y se dirigió de nuevo a la ventana.

            - ¿A qué hora te vas?- dijo Esther con los ojos vidriosos apunto de llorar.

- Me iré a mediodía. Antes me pasaré por el parque a despedirme, pero contigo quería hablar antes y no se me ocurrió otra cosa que venir aquí.- dijo el chico mirando a su novia de arriba abajo observando, esta vez sí, su semi desnudez.

Esther se percató de la mirada de Luca y, mordiéndose el labio inferior, rió por dentro. Después muy despacio, levantó sus brazos quitándose la camiseta del pijama que llevaba, quedándose solamente en braguitas, con sus tetas al desnudo.

- ¿Qué…? ¿Qué haces…?- susurró Luca con nerviosismo y mirando hacia todos lados como si alguien pudiera verlos en la soledad de aquella habitación.

- Convencerte para que te quedes un rato más…- dijo mientras se acercaba a él con paso decidido.

- No tienes que hacer esto…- balbuceó Luca a la vez que Esther desabrochaba los botones de la camisa del chico.

Comenzó a besar su torso desnudo, desde el cuello hasta las abdominales marcadas. Se detuvo un momento jugueteando con la lengua en su ombligo mientras Luca echaba la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y dejando escapar un gemido. Esther se dedicó a desabrochar el cierre del pantalón de su novio, sin dejar de jugar con su ombligo; los boxer del chico dejaban entrever la tremenda erección que sufría, lo que hizo sonreír a Esther que ya estaba de rodillas ante él.

Sacó la polla fuera del pantalón saltando como un resorte y comenzó a pajearla mientras lo miraba a los ojos con cara de vicio. Luca miraba desde arriba a su novia mientras suspiraba ante sus caricias, hasta que notó la humedad de la boca de Esther en su polla. La chica comenzó a chupar muy despacio aquel duro miembro, jugando con su lengua en el tronco. Su cabeza comenzó a bajar y a subir, cada vez con más ritmo, mientras su novio se desprendía por completo de su camiseta.

- Para, nena… Si sigues me voy a correr…- dijo Luca cogiendo a Esther por las axilas para levantarla.

En pocos segundos, se quitó por completo la ropa y cogiendo en brazos a Esther la llevó a la cama. Metió la cabeza entre sus piernas y, echando las braguitas a un lado, comenzó a lamer muy suave su coñito.

- Ummmmm, Lucaaahhh…- gimió la chica tapándose la cara con ambas manos.

El chico como si la voz de su chica le hubiera dado fuerzas, comenzó a lamer más rápido, mientras agarraba el culo con sus fuertes brazos. El primer orgasmo de Esther llegó como una oleada, desde sus pies hasta su cabeza y acabando en su coñito en un mar de jugos que su novio tragaba como un sediento.

Luca subió besando sus muslos, su ombligo y sus pechos, donde jugueteó con una mano, mientras la otra se perdía en la intimidad de su coñito. La lengua de Luca provocaba pequeñas descargas de placer cada vez que lamían sus erectos pezones y ella apretaba los labios para no dejar escapar un grito de desahogo. Llegó hasta su cuello y después su boca, donde se fundieron en un tremendo morreo. Notó el contacto de la polla de su novio en la entrada de su vagina y, por un momento, hizo además de cerrar las piernas. Luca separó la cara de su novia para mirarla a los ojos; ella le devolvió la mirada asustada, pero no vio ninguna muestra de enfado o reproche en los ojos de su pareja.

- Esther, no hace falta que lo hagas; tenemos mucho tiempo…- susurró el chico en el oído de su pareja.

- Hazlo…- contestó Esther con la voz tomada a la vez que abría sus piernas de forma casi imperceptible.

Luca comenzó a entrar en el coñito de su novia; avanzaba lento hasta que encontró algo de resistencia. En ese instante, besó a Esther metiendo la lengua en su boca y empujó un poco más. Esther sintió un pequeño dolor punzante y un ligero escozor que le hizo morder el labio de su novio; un ligero sabor a sangre impregnó su boca, pero Luca ni siquiera se quejó. Se quedó quieto un momento con la mitad de su sexo metido en su novia.

Poco a poco, sin dejar de besarla y acariciar su cara, comenzó a mover sus caderas, muy suave provocando gemidos en la chica. Una ligera molestia dejó paso a una sensación de placer que no había conocido nunca. Sus piernas se cruzaban tras la espalda de Luca que entraba y salía de ella.

- Ummm, que bueno, nene… Ahhhh…- susurraba entre gemidos Esther.

- ¿Te ha dolido mucho?- preguntó temeroso el chico.

- Cállate y sigue… Ummmm… Follándome…- decía la chica agarrándose al culo de Luca.

El muchacho se sorprendió por la contestación de su novia y sonrió; cogió las piernas de la chica y las puso sobre sus hombros e, incorporándose un poco, volvía a meter su polla hasta el fondo. Empezó a penetrarla con un poco más de fuerza y velocidad.

- Joooooder…- gritó Esther sintiendo los huevos de su chico hacer tope con su culo.

- ¿Quieres que vaya más lento?- dijo con una media sonrisa en sus labios

- ¿Quieres dejar de pedir permiso para todo?- contestó excitada.

Luca giró en la cama, dejando a la chica encima suya; agarrándola del culo comenzó a hacerla moverse sobre aquella dura polla. Esther estaba encima suya mientras Luca, casi incorporado, besaba y chupaba con ansia aquellas maravillosas tetas.

- Luca… Qué bueno es estoooo…Ummm… Nene, me voy a correeer, dios…

El chico aceleró sus movimientos, aunque Esther ya seguía el ritmo por si sola. Sacaba casi toda la polla para volver a dejarse caer y clavársela por completo. Sus gemidos ahogados por la boca de su novio, llenaban la habitación, sin importarle que su hermano estuviera en la habitación de enfrente.

- Ahhhh, nene… Ya, yaaaaa, me corrooooo…- gimió profundamente la chica abrazándose a Luca y quedándose inmóvil sobre él, manteniendo aquella polla dentro de ella.

En unos segundos, Luca salió de ella dejándola sobre la cama; comenzó a masturbarse apuntando hacia los pechos de su novia que, casi sin respiración, sonreía mirándolo.

- Nena… Me viene… Uffff- jadeó profundamente para empezar a correrse sobre las tetazas de su novia.

Los borbotones de leche salieron disparados hacia el cuerpo de Esther. Uno, dos, tres y hasta cuatro. Sobres las tetas de la chica, el abdomen e, incluso, algunas gotas sobre su barbilla.

- Madre mia… Como me has puesto- sonrió Esther mientras con un dedo recogía los restos de su barbilla para llevárselos golosamente a la boca.

Luca, por toda respuesta, se tumbó a su lado besándola en lso labios sin importarse llenarse de su propio semen.

Esa noche hicieron el amor dos veces más, hasta cerca de las cuatro de la mañana que Luca, volvió a salir por la ventana, porque los padres de Esther ya habían llegado.

                                               *

Hacía cerca de tres semanas que Luca se había marchado; su ausencia no fue tan traumática para Esther, porque no había día que no hablara con él por móvil o por webcam. De hecho había descubierto las facilidades del cibersexo con su pareja y no había noche que no se vieran antes de irse a la cama.

Aquella noche se fue a la cama, disgustada porque su chico le había dicho que ese día le era imposible conectarse. Hablaron por el móvil pero para ella eso ya no era suficiente.

Su hermano se reía de ella, porque una vez hechas las paces con su amigo. La llamó desde su habitación y la chica, algo molesta, se levantó de su cama.

- ¿Qué quieres, pesado?- inquirió la chica mirando con una sonrisa en los labios a su hermano, al que desde el asunto de Pablo se sentía mucho más unida.

- ¿Te acuerdas de la frase que te dije aquella vez cuando me fue enfadado de tu habitación?

Esther se sorprendió porque no sabía a que venía eso a estas alturas; pero, por supuesto que se acordaba.

- “Hay verdades que duelen…”; claro que me acuerdo, ¿por qué?

- Falta completar esa frase… “Y mentiras que reconfortan”

Esther se quedó en mitad del pasillo sin saber que hacer, mientra su hermano volvía a su habitación y cerraba la puerta. Se dio media vuelta y se dirigió a su habitación; entró aún pensando en qué querría decir su hermano. Cerró la puerta y al levantar la vista, allí estaba él. Luca sentado sobre el umbral de la ventana de su dormitorio.

- Hola, guapa, sorpresa…- dijo con su bonita voz y esos ojazos verdes mirandole de forma tierna.

-¡Luca!- gritó Esther corriendo a abrazarle y casi haciendo que caigan los dos por la ventana.

- Siento haberte mentido, diciendo que no podrías hablar conmigo esta noche…

- No te preocupes…- decía Esther sin parar de besarlo.- Hay mentiras que reconfortan…

                                   (FIN)

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Compañeros de piso. Capítulo uno.

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Entre caperucítas y lobos (Cap 2: ¿Un lobo?)

Entre caperucítas y lobos (Cap 1: La boda)

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Solos en casa (Cap 6: Día de convivencia)

Solos en casa (Cap 5: Un, dos, tres... Emitiendo)

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Solos en casa (Cap 3: La creación de Alice)

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Regreso a casa (epílogo)

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