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El primero en... (Morir: Capitulo 10. Final)

en Hetero: General

Creí que en ese fin de semana iba a perder la cordura, si es que me quedaba alguna después de toda la historia con Esteban… No me podía creer que el destino, eso que mi padre aseguraba que no existía, me tuviera guardado, por segunda vez, la misma jugarreta. ¿De verdad era culpa de los hombres el tratarme así? ¿No podía ser que la culpa fuera mía que, como aseguraba mi hermana, sólo me fijaba en cabrones para iniciar relaciones?

            Aquel viernes, me tragué el poco orgullo que me quedaba y fui a llamar al piso de Pedro; quería, de una vez por todas, decirle que había escuchado su plan con Maribel… No quería más promesas incumplidas, porque se marchaba para no volver y no quería que me mintiera de nuevo.

            Pero llegué demasiado tarde y ya no había nadie en su piso… Además cometí el grave error de meter las llaves de su piso en el buzón cuando lo escuché hablar con Maribel. Cualquier vínculo que tuviera con mi Gendo estaba roto y, como siempre, gran parte de la culpa era mía por no ser capaz de expresar mis sentimientos. Me da igual que me abandone pero que sepa que lo amo.

            Ese primer día lo pasé encerrada en casa; por mucho que me llamaba Miriam al teléfono, que para más tortura me había regalado Pedro, le dije que no tenía ganas de salir. Ella se ofreció a ir a mi casa a dormir pero, la verdad, no estaba yo para muchas charlas esa noche. De hecho, en tan solo un fin de semana, atravesé las cinco fases del duelo.

1ª fase: Negación

En mi cabeza solo bullía la idea de que Pedro no había podido mentirme; todo tenía que ser un maldito malentendido, porque mi Gendo no es así… Nunca ha tenido un mal gesto conmigo y eso que, como dice él, soy muy gruñona cuando me llevan la contraria. No sé por qué, en ese instante sonreí al recordar algunas de las “peleas” que habíamos tenido y que consistían en yo dando voces y él riendo y esquivando mis golpes entre risas…

No, no y no… Me negaba a aceptar que un hombre que había basado toda nuestra corta relación en una fluida comunicación; que fue capaz de contarme todo lo relativo a Maribel casi en nuestra primera cita – cuando yo tardé casi dos semanas en confesarle lo de Esteban y nunca contándole lo mal que lo pasé.- huyera de esa forma sin darme explicaciones.

Tenía que estar soñando, y era una de las peores pesadillas que había sufrido en mi vida… Escuchaba el zumbido de mi telefono móvil, con las llamadas tanto de Miriam como de Carla, pero estaba como ausente, adormecida y sin poder de reacción. Ninguna de esas llamadas era de la persona que yo necesitaba escuchar: Pedro. Acabé apagando el móvil, con tal de aislarme aún más en mi burbuja, donde nadie pudiera dañarme… Cuando despertara todo volvería a ser como antes.

Traté de localizarlo, conectándome de madrugada ya que no podía dormir, al Messenger. Cómo al principio de conocernos en nuestro juego, me puse en “desconectado”, para evitar las interrupciones de los demás en nuestras charlas. Pero Pedro no estaba allí… Suspiré de desesperación imaginando una nube negra sobre mi cabeza a punto de descargar una tormenta y cambié mi subnick por una frase de un libro que siempre me había llamado la atención y que a Pedro le encantaba: “la Sombradel viento”.

“Quiero saber que te vas y no que huyes”

Y es que esa frase parecía haber estado escrita para ese momento en el que me encontraba; mi corazón necesitaba saber que Pedro se había marchado de verdad por trabajo y no porque estuviera huyendo de mí… No era posible que él me hiciera eso, me negaba a creer que, por segunda vez, alguien decidiera que no era lo bastante buena para formar parte de su vida.

Justo a los pocos minutos de cambiar el subnick, vi conectarse  a mi hermana y, gracias a dios que estaba en “modo Ninja” como me gustaba decir a estar simulando estar desconectada, porque lo que menos ganas tenía en ese momento era escuchar una bronca de Maya al saber porque estaba en ese estado de animo.

2ª fase: Ira

            Sentada en el sofá con las piernas pegadas al pecho y hecha un ovillo, mientras veía programas de tele tienda que era lo único que echaban a esas horas en televisión… Mi mente seguía divagando en las razones que habían llevado a Pedro a hacer eso… ¿Qué había hecho yo para merecerme ese trato? Ya me empezaba a dar igual que se hubiera ido o hubiera huido… Me había destrozado el corazón y no se había parado a pensar en mis sentimientos. ¿Por qué cojones tenía yo que disculpar esa actitud egoísta por su parte? Vosotros diréis que trató de explicarse y yo no lo dejé… ¡Y una mierda! ¿Qué me iba a explicar?

            “Lo siento nena; follas de vicio, eres una persona estupenda pero me voy a Barcelona que estoy mejor sin ti”.  O mucho mejor: “Me has entretenido bastante, pero ha vuelto Maribel y espero que entiendas que no puedo renunciar a intentarlo de nuevo con ella”

            Sí, mejor que no le hubiera dejado explicarse porque corría el riesgo de quedarse sin pelotas… Ahora, cosas del destino, estaba muy cabreada y golpeaba llorando de rabia los cojines de mi sofá. Por un momento, pensé que afortunadamente no tenía las llaves del piso de Pedro porque perfectamente lo hubiera destrozado.

            Me dí cuenta que estaba harta de ser el saco de golpes de la gente; harta de ser manipulada por los hombres y de ser tan estúpida, como decía mi hermana, de entregarme al mil por cien cada vez que me enamoraba. Maya tenía razón, pero también estaba harta de escuchar consejos de todo el mundo que se creía mejor que yo.

            Vino a mi memoria el descubrimiento de la anotación sobre los horarios y la petición de dos billetes… ¡Dos putos billetes!

-                          Por favor, Nat… ¿Cómo soy tan gilipollas para seguir pensando que se ha ido solo?- me dije a mi misma en voz alta.

Estrellé el mando a distancia contra la pared haciendo que saltaran las pilas y quedará desarmado en el suelo. Creo que mis ataques de furia me declaraban un arma de destrucción masiva para cualquier aparato electrónico que hubiera a mi alcance: hace un mes mi móvil, ahora el mando a distancia.

Después, flashes de la conversación entre Pedro y Maribel que pude escuchar en el portal de la casa…

“Lo que más echaba de menos de ti es que eres capaz de todo por tu mujer…”.

¡Será zorra! ¿Qué echabas tú de menos? Has vivido tu vida hasta que te has aburrido y has decidido volver para jodérmela a mí.

“Hay trenes que no hay que dejar escapar, aunque tengas que dejar otros en el camino”

Bonita frase de Pedro para explicar que pensaba darme la patada en el culo y destrozarme, con tal de buscar su felicidad. ¿Dejarme en el camino? A ti te daba igual dejarme en la cuneta, con tal de volver con tu pelirroja del alma.

 “No hay vuelta atrás. El viernes empezamos una nueva vida; primero iremos arreglar todo con la familia y después, si todo sale bien, por fin juntos de nuevo y para siempre…”

Me sentía asqueada de haber siquiera imaginado que era algo importante para ese idiota… Hace menos de 24 horas estaba follándome y corriéndose en mi boca y, ahora decía que quería empezar una nueva vida con esa estúpida modelo de tres al cuarto, cuyo futuro estaba más cerca de la barra de un club de alterne de carretera, cuando sus tetas, dejaran de desafiar las leyes de la gravedad.

“Bueno me voy, tengo que preparar la maleta y todo.”

Mas claro el agua, y delante de mis propias narices… En ese momento, en el sofá de mi casa, lamenté no haber tenido la valentía de salir y arrancarle los pelos a tirones… Sonreí al imaginar a Maya en una situación así; tendríamos que ir a visitarla a la cárcel por homicidio en primer grado.

“Sabes que para él siempre has sido como un hijo. En el fondo está muy orgulloso de que hayas sido capaz de afrontar tus miedos.”

La última frase que recordaba refiriéndose a D. Ramiro… ¿Siempre has sido como un hijo? Le has comido el culo durante un año a ese hijo de puta y no has recibido ni una felicitación a cambio. ¿Orgulloso de que afrontes tus miedos? ¿Qué miedos, zorra? ¿El miedo a que te dieran ganas de follarte a cualquier otro, sin importarte una mierda Pedro? Bueno, se lo merecería… Ojala Maribel engañara a Pedro en su “nueva vida” y lo destrozara hasta el punto que se sintiera como yo me sentía en ese momento.

3ª  fase: negociación

 

            Estaba casi amaneciendo cuando me fui a la cama; me había preparado una tila y me había tranquilizado un poco… ¿Qué ganaba yo con perder la compostura y destrozar mi piso? Nada… Pero, al menos, me podía permitir un día de relajación sin tener que escuchar los absurdos consejos de nadie. Me lo merecía, porque había llegado a la conclusión de que en la vida, primero está uno mismo, después uno mismo y, si sobra algo, pues para uno mismo…

            Me fui quedando dormida por el efecto de la tila – las dos píldoras de valeriana también ayudaron algo- y borré de mi cabeza cualquier recuerdo doloroso, porque me merecía un poco de descanso… El día siguiente sería duro, porque no podría evitar ya el contacto con el exterior. ¿Qué esperaba? ¿Qué Miriam tratara de consolarme o una terapia de silencio para tratar de no tocar el tema?

            Se me cerraron los ojos, sin llegar a ninguna conclusión…

4ª fase: depresión

            Al despertar me hundí un poco más en la miseria de verme sola en aquella cama grande… Pocas veces había dormido Pedro en ella, porque preferíamos su piso, pero el hecho de ver ese hueco en mi cama me provocó una  gran desazón.

            Esa había sido la cama donde me masturbé por primera vez para él… Desde la ventana hacía donde dirigí la mirada, Gendo me observaba y se masturbaba mientras yo jugaba con mi coñito… En esa cama, también, habíamos echado ese gran polvo durante nuestra primera cita oficial y planeada: aquella cena de “gala” organizada en mi casa y donde Pedro me hizo de cenar y yo le correspondí con un strip tease.

            A mi lado, en la mesilla de noche, aún estaba aquella vela perfumada cuya cera derretí sobre el pecho de mi amante… Ya no habría más noches así; ya no me entregaría a nadie de esa forma, porque esa noche me di cuenta que estaba profundamente enamorada de él… Y esa noche fue la primera vez que él me dijo lo que tanto ansiaba escuchar de sus labios: “te quiero”

            Me levanté de la cama y me dirigí, como un zombie a la ducha. El agua sobre mi cuerpo desnudo me espabiló lo suficiente para que un terrible llanto se apoderara de mí; me senté en la placa de ducha dejando caer el agua sobre mí y llorando sin parar de forma pausada… No sé ni cuanto tiempo estuve en la ducha, pero al cabo de un buen rato, me incorporé y me lié en el albornoz que usaba en casa de Pedro y que ahora estaba en mi baño, de donde nunca debía haber salido…

            Mirándome al espejo, me di cuenta del aspecto tan horroroso que tenía; los ojos rojos de tanto llorar, las bolsas bajo los ojos de la falta de sueño y mis labios resecos de falta de hidratación… Estaba harta de todo eso, e iba a terminar con esa tortura; abrí el cajón del baño y saqué las tijeras… Me miré fijamente al espejo y sonreí con una mueca espantosa, mezcla de pena y resignación.

            Y, lo hice… El chasquido de las tijeras y el lavabo se llenó…

5ª fase: aceptación.

            … De pelo; casi la mitad de mi cuidada melena fue cayendo en el lavado. Los tijeretazos se repetían uno tras otro y eran como descargas de energía en mi ánimo… Una pequeña sensación de paz inundaba mi pecho mientras destrozaba una de las partes de mi cuerpo que más adoraba Pedro… ¿Venganza? Pues la verdad que no, porque sería estúpido vengarse dañándose a una misma, ¿verdad?

            Creo más bien que era una forma de romper con ese sentido de duelo que me embargaba desde hace demasiadas horas. Me sequé y, desnuda totalmente, me dirigí al salón para poner música… Encendí el móvil y encontré casi veinte llamadas perdidas de mis amigas y de mi hermana. Era una sensación agradable saber que seguía importándole a alguien…

            Era hora de aceptar la realidad y saber que Pedro ya no volvería y que mi vida tendría que seguir… Sería difícil, lo sé, pero poco a poco tendrá que saber que mi camino no acababa en él y que, quizás, no merecía tantas lágrimas como seguramente me habría dicho mi hermana pequeña.

            Decidí llamar a Miriam, más para tranquilizarla que para cualquier otra cosa, y  no paraba de caminar por el salón escuchando música y tratando de reparar el mando a distancia, victima de mi ataque de furia.

-                          ¿Qué coño pasa contigo, tía? Nos tenías preocupadas…- contestó Miriam al telefono sin saludar siquiera.

-                          Hola, Miriam… Buenos días, ¿eh?

-                          ¿Buenos días? ¿Tú has visto que hora es? ¿Ahora te has levantado?- seguía gruñendo mi amiga.

En ese momento miré el reloj que había en la cocina y pude ver que eran casi las tres y media de la tarde… Es verdad que me había acostado casi a las siete de la mañana, pero no era consciente de las horas a las que me había despertado.

-                          Bufff, me tomé unas pastillas para dormir y parecen que han hecho efecto…

-                          ¿Qué te ha hecho efecto, cabrona? ¡Madre mía! ¿Y para que te tomas pastillas para dormir?

-                          Se ha ido Pedro…

-                          ¿Cómo que se ha ido?- preguntó Miriam que no sabía nada de la historia.

-                          Se ha marchado a Barcelona supongo… Tenía dos billetes reservados y lo escuché hablar con Maribel…

-                          ¿Qué dices, tía? Eso no puede ser…

-                          Pues sí, y ya que yo lo estoy aceptando no me jodas dándome esperanzas…

-                          Joder, ¡qué cabrón! ¿Qué le escuchaste hablar con Maribel?

-                          No, de verdad Miriam… No quiero hablar de eso, ¿vale? Ahora quiero tranquilidad que ya he pasado una noche bastante jodida como para…

-                          ¿Tranquilidad?- me interrumpió mi amiga que ya amenazaba terremoto.-Esta tarde nos vamos de compras y luego salimos a quemar la ciudad que hoy es sábado.

-                          ¿Ves? Por eso no quería llamarte; no tengo ganas de eso…

-                          Cariño, no he pedido tu opinión… Salimos y punto. Esta tarde sobre las seis estoy en tu casa.- me dijo colgando el teléfono y dejándome cortada.

Me miré en un espejo que había en el salón, y vi la pinta horrorosa que tenía con la melena llena de tijeretazos irregulares, la cara de sueño que seguía ahí… Sonreí al pensar la cara que pondría Miriam cuando viera el estropicio que me había hecho en la cabeza. Había que resignarse y acepta mi nueva realidad y, desde luego, si necesitaba  a alguien que me ayudara a salir de ese pozo… La persona perfecta era Miriam.

                        ***********************

-                          ¡¡¡Hostia!!! ¿¿Qué te has hecho en el pelo, loca??- gritó Miriam nada más abrirle la puerta.

-                          Nada, un cambio de look…- dije riendo y mucha más tranquila.

-                          ¿A eso lo llamas cambio? ¡Pero si pareces la muñeca de una loca!

-                          ¡Ey, tía! No te pases…- dije mientras la dejaba pasar.

-                          Bueno, prepara ropa y tus cosas… Que nos vamos de comprar y habrá que ir a la peluquería que te arreglen eso.- dijo señalando mi estrafalario cabello.

Mientras yo preparaba una mochila y cogía dinero, observé que Miriam se limitaba a mirar el piso y guardar silencio bailando con la música que aún seguía puesta, mientras cogía el mando a distancia remendado con cinta adhesiva.

-                          ¿No vas a preguntar nada?- dije un poco descolocada de su actitud.

-                          Tú me dijiste que no querías hablar y lo respeto; cuando necesites hablar, aquí estaré…- dijo abrazándome.- Pero ahora lo que necesitas es unas cervezas, una tarde de compras y un corte de pelo… ¡Qué me estás dando lastima de ver la que te has liado!

Y eso es lo que hicimos… Nos fuimos de compras, probándonos toda clase de ropa entre risas, como si fuéramos las protagonistas de un videoclip musical. La verdad que Miriam sabía animarme y provocó que me riera más que en los últimos días.  Lo único que Miriam me dejó elegir fueron unas nuevas converse de color rojas que me enamoraron nada mas verlas…Por unas horas, olvidé totalmente todo lo relativo a Pedro, aunque me venía abajo cada vez que veía algo que me recordara a él.

Cuando me sentó en el tocador de la peluquería para arreglar el desaguisado, resoplé del miedo que tenía a ver una tijeras que yo no pudiera controlar porque, los últimos años de mi vida, me había dedicado a cortar las puntas para sanear y poco más. Pero los planes de Miriam eran otros y le iba dando ideas  a la joven peluquera… Las dos parecían disfrutar con mi cabeza como campo de investigaciones.

            Salimos de la peluquería y al mirarme en el espejo casi no me reconocía; mi pelo que antes llegaba hasta la cintura, no pasaba ahora de los hombros… Una raya en un lado para descargar el flequillo sobre mi cara y ondularlo un poco, basándolo en el peinado de Dianna Agron , la que interpreta a Quinn Fabray en la serie Glee; acabaron  dándole un baño de color para hacerlo un poco más castaño que el color chocolate natural de mi cabello… ¡Hasta se empeñó Miriam en que me hicieran una manicura con spa!

            Llegamos a casa de Miriam cargadas de bolsas y su madre nos miraba con cara sorprendida, mientras su hija hablaba con Luisa por teléfono para quedar esa noche.

-                          Vaya, Natalia… ¡Que guapa estás!

-                          Muchas gracias, Carmen.

-                          ¿Va todo bien con ese chico?- dijo la madre de Miriam con un sorprendente sexto sentido, aunque nada difícil de adivinar que algo pasaba por lo apesadumbrado de mi rostro.

-                          Bueno, digamos que no tuve mucha paciencia y él tampoco supo corresponder.

-                          No te preocupes, eres joven y habrá dos mil…

-                          Dos mil nada más que esta noche…- dijo Miriam que acababa de cortar la comunicación con Luisa y cogía a su madre por los hombros, agitándola.- ¡Que nos vamos de fiesta!

Nos metimos en su cuarto y nos duchamos las dos; preparamos la ropa entre todo lo que nos habíamos comprado y me acordé de llamar a mi hermana Maya, a la que no había devuelto las llamadas y podía estar preocupada.

-                          ¿Nat? ¿Cómo estás? Me tenias preocupada…- dijo Maya al coger el teléfono.

-                          Nada, todo bien… No te preocupes.

-                          Pero ese nick que tenías en Messenger; ¿qué ha pasado con ese chico?

-                          Ya no hay ningún chico, Maya… Estoy bien. Supongo que me precipite y creí que era la persona indicada, pero huyó…

-                          ¿Cómo que huyó?

-                          Se ha ido con una ex novia a Barcelona; ya sabes que dos tetas tiran más que con carretas.

-                          Bueno, no te precipites en sacar conclusiones…- dijo mi hermana dejándome anonadada de que defendiera a Pedro, sin conocerlo.

-                          Maya, ¿tú estás enferma? No me puedo creer que estés defendiendo a un tío que me ha dejado.

-                          Bueno… Ehhh… Quiero decir que no tomes decisiones drásticas, que te conozco.- aclaró un poco.- ¡Yo no defiendo a nadie! No sabes lo a gusto que me quedaría dándole un guantazo.

Esa reacción sí era más lógica de la irascible de mi hermana pequeña; de hecho, por un momento, me dio por pensar en un enfrentamiento entre Pedro y ella… Sería divertido ver como Pedro reía las broncas de Maya, si todo hubiera funcionado; definitivamente tendrían una relación familiar, cuanto menos, pintoresca.

-                          Ya vale, Maya… No sirve de nada enfadarse; he sido estúpida pero ese hombre me gusta mucho y no me apetece que hablemos mal de él.

-                          O sea me dices que te deja por otra, que se larga de la ciudad y tú lo sigues queriendo. ¡Nunca vas a cambiar!

-                          No sé lo que quiero, pero seguro que odiarlo no… Es un sentimiento que, por ahora, no me cabe hacia él.

-                          Vamos, que tienes otro Esteban.

-                          ¡Ni hablar, Maya! No te consiento que compares a Pedro con Esteban; no le llega ni a la suela del zapato… Se me pasará y punto; además, ¿no has dicho que no saque conclusiones precipitadas?

-                          Vale, sí… En el fondo sé que siempre harás lo mejor, Nat. Te quiero mucho y sé que ese tío tiene que ser importante para ti si lo defiendes así en tan poco tiempo.

-                          Muchas gracias, Maya… De verdad que no te reconozco.

-                          ¡No me provoques!- dijo riendo.

-                          Vaaale, pesada… Te dejo que hemos quedado para salir.

-                          Ok, pásalo bien… Pero no vayas a hacer locuras por despecho…

-                          Jajaja, vale. Un beso.

-                          Adiós, hermanita…- dijo antes de cortar la comunicación.

Me quedé de pie en mitad de la habitación mirando el móvil como si estuviera totalmente hipnotizada por él; Miriam, que estaba poniéndose una falda que dejaba muy poco a poco a la imaginación, me miró:

-                          ¿Qué te pasa?- me preguntó abrochando la falda por el lateral.

-                          Creo que a mi hermana la ha poseído un ángel.- dije muy seria

-                          ¿Queee? Jajajaja… Un ángel, dice… Jajajaja.

-                          Yo me entiendo…- dije yo contagiada por la risa de Miriam.

******************

            La noche estaba siendo muy divertida, porque las chicas hacían verdaderos esfuerzos titánicos para alegrarme cada vez que una sombra de tristeza asomaba en mi cara… Estuvimos en una coctelería que le encantaba a Luisa, que esa noche había renunciado a la compañía de Dani con tal de salir “sólo con chicas”… Reía diciendo que eso le había alegrado más a él que a ella, porque conociendo todas como conocíamos al amigo de Gonzalo, sabíamos que no se quedaría en su casa encerrado… Era la parte buena de no buscar una relación formal: Luisa era feliz y él lo era también… Perfecto, ¿no?

            Durante la primera parte de la noche que estuvimos en bares y pubs, antes de ir  a alguna discoteca, algunos grupos de chicos se acercaron; la verdad que Miriam hacía porque se acercaran  pero más con vistas a que nos invitaran a copas, cosa que a mí no me gustaba nada.

            Supongo, de todas formas, que la mente humana juega malas pasadas y que uno de los chicos me mirara tímido desde la barra, hacía que me sintiera bien… Recordé la cantidad de aventuras que tuve, tratando de olvidar a Esteban y como el resultado no fue el esperado, porque ni olvidaba a Esteban ni los chicos escogidos eran, la verdad sea dicha, muy buenos en la cama.

            Cuando llegamos a la discoteca, ya estábamos un poco contentas y al último grupo de chicos no nos los quitábamos de lo alto… Miriam no paraba de invitar a chupitos a Luisa y a Carla mientras yo prefería beber menos vaya que me diera la llorera tonta por emborracharme demasiado.

-                          Estoy a dos minutos de olvidarme de Gonzalo…- bromeó Miriam que miraba a uno de los chicos de la pandilla mordiéndose el labio.

-                          Bueno, oficialmente no tenéis nada.- la animó Luisa.- ¿Tú que dices, Nat?

-                          La verdad que hoy no estoy para dar muchos consejos de ese tipo. Haz lo que quieras.

-                          Lo peor de todo es que el tío está buenísimo, pero hay algo que me impide hacerlo.

-                          Estás colgada por Gonzo, nena- rió Luisa señalando a Miriam.

-                          ¿Y qué pasa? Jejeje… Cómo dice mi madre, que se sea diabética no quiere decir que no se puede ver el escaparate de la pastelería.- dijo Miriam sin dejar de mirar al chaval, que charlaba con los amigos en la barra.

-                          Pues yo que quieres que te diga… Como soy libre como el viento.- sonrió Luisa acercándose al grupo de chicos.

-                          ¡Hija de puta!- dijo Miriam riéndose con Carla.

-                          ¿Sabes lo que te digo? Que me da igual tus lloreras pero yo a ti te emborracho hoy…- dijo Carla cogiéndose de mi brazo y llevándome a la barra.

Miriam nos acompañó con un gesto sonriente; sabía perfectamente que este momento iba a llegar, y mis amigas no iban a permitir que estuviera toda la noche cruzada de brazos en un rincón. Con una simple señal, Carla hizo al camarero que se acercará y pusiera una tabla de chupitos; ¡al menos había allí doce chupitos de tequila! ¡Y éramos tres personas! Joder, empezaba a arrepentirme de aceptar el desafío de Carla

-                          ¿Tú estás loca? ¿Me quieres emborrachar o matar?- dije un poco asustada.

-                          Joder, con la lesbiana… - bromeó Miriam dándole un beso a Carla en la mejilla.

-                          ¡Venga chicas! Es un juego, vamos a divertirnos…

-                          ¿Un juego? Miedo me das…

-                          El juego de las preguntas, jajaja…- dijo Carla.- Se hace una pregunta sexual y la que lo haya hecho pues bebe.

-                          ¡Oye, ese juego me gusta!- dijo Miriam cogiendo uno de los vasos de chupito.

-                          Pero, Carla… Tú… O sea…- dudé en decir lo que pasaba por mi cabeza.

-                          Ya lo séeee… Que por ser lesbiana no habré hecho muchas cosas…- dijo Carla con una risa.- Pero, estamos aquí para que bebas tú, ¿no?

Las tres reímos a carcajadas por la ocurrencia de Carla; la verdad que aunque al principio no tenía muchas ganas de fiesta, poco a poco me iba acostumbrando a ocupar la cabeza en otra cosa… Ya tendría tiempo mañana de volver a pensar en Pedro y la pelirroja que se lo follaba en Barcelona.

-                          Empiezo yo, ¿vale?- dije entrando en el juego y tratando de llevar la voz cantante.

-                          ¿Por qué?- protestó Miriam frunciendo el entrecejo.

-                          Porque este juego es una encerrona para emborracharme, al menos que parta con ventaja.- me defendí con una sonrisa.

-                          Lo veo justo.- dijo Carla, dándome la razón y provocando la mirada de Miriam.

-                          Bueno, ¿preparadas?- dije mientras mis dos amigas asentían.- ¿te has comido alguna vez un coñito?

Por supuesto, Carla bebió su chupito de inmediato y Miriam, tras dudar unos instantes, cogió el primero y se lo tomó de un sorbo; reímos Carla y yo mientras nuestra amiga se quejaba de que era trampa.

-                          O sea, que fue mutuo, ¿no?- dije sonriendo.- No era broma lo que me dijiste.

-                          Eres una cabrona…- dijo Miriam sonriendo.

-                          ¡Oye, que estáis hablando de mí! ¿No?

-                          Pues claro, idiota… No suele acostarme con la primera tía que se cruza en mi camino.- dijo dando un golpe en el hombro a nuestra amiga.- Bueno, me toca…

-                          Miedo me das…- dije en voz alta.

-                          Ahí va… ¿Te has follado a algún profesor de la universidad?

Lo soltó como una bomba mientras me sonreía; la muy hija de puta me había dejado en evidencia delante de Carla, porque la cara que tuve que poner me delató… No es que a esas alturas quisiera ocultar muchas cosas, pero… La cosa es que Miriam me miraba con una sonrisa en los labios y, lo que más me desconcertó fue, que Carla también me miraba como si solo esperara de mí que bebiera… Bien, podía haber pasado por alto la pregunta y luego ajustar cuentas con Miriam… ¡Que cojones!, cogí el vaso de chupito y me bebí el contenido de un sorbo.

-                          ¡Se lo ha bebido la tía!- reía a  carcajadas Miriam sin dejar de señalarme.

-                          ¡Lo sabía! Sabía que había algo entre Pedro y tú…- dijo Carla cogiendo de los hombros a Miriam y refiriéndose a mí.

-                          ¿Ah sí?- pregunté con una sombra de tristeza en la cara.- ¿Y eso por qué?

-                          Bueno chica, se veía a la legua la tensión sexual entre vosotros y…- dijo dejando la frase sin acabar.

-                          ¿Y…?

-                          Supongo que el hecho de veros follar como animales en el aula de dramaturgia, me dio una ligera pista, jajajaja…

-                          ¿¿Quéeee?? ¿Nos viste?

-                          Sí, pero sólo el principio…- dijo riendo y con Miriam doblada de la risa.- Vi salir a Gonzalo de la clase y creí que estabais ahí todas.

-                          Madre mía, que locura… Nos podía haber visto alguien.- dije escondiendo la cara entre mis manos.

-                          Sí, sí… Lo que tú digas, pero te gustó esa pseudo violación

-                          Me corrí como una perra…- me sorprendí diciendo.

-                          ¿Sabéis lo que os digo?- dijo Miriam levantando el tono de voz.- Que está bien que nos hayamos comido un coño, que está bien que nos ponga el morbo de follar casi en público… Tenemos que disfrutar que la vida son dos días y ya ha pasado uno; y, ahora, ¡que le den por culo al juego y nos bebemos los chupitos!

Todas estuvimos de acuerdo y nos bebimos los tres chupitos que nos quedaban a cada una, sin hacer una sola pregunta; después Carla insistió en que pidiera una copa con ella a medias, porque Miriam, que había tomado dos cócteles antes de la discoteca, estaba lo suficientemente perjudicada. Pedí un cosmopolitans y Carla lo pagó

            Empezó a sonar una canción que me fascinaba, Aerodynamic de Daft Punk, y agarré de la muñeca a mis dos amigas para llevarlas a la pista de baile, a la vez que Carla hacía equilibrios para no derramar el combinado; fue como una descarga de adrenalina que me hizo levantar el ánimo de repente… La pista de baile se me hacía pequeña para moverme, bailar y contonearme con Miriam acompañándome. El contoneo de nuestros cuerpos al ritmo de los sintetizadores del tema, tenían que estar poniendo enfermos a más de uno de los chicos que empezaron a rodearnos.

            Mientras Carla se disculpó para ir al servicio, porque supongo que no estaba cómoda en esa situación, mis ojos se posaron en el mismo chico que vi en la coctelería; estaba allí en la barra con los amigos que estaban con él… Me dí cuenta en que me recordaba mucho a Pedro, por su cabeza rapada, por sus ojos pequeños pero vivaces y su cuerpo cuidado. Eso me hizo sonreír, por lo que me había marcado aquel hombre en tan solo unos meses.

            Bailé con Miriam en una escena típica de Instinto Básico y sin dejar de mirar las dos al chico; sentía esos cosquilleos que sientes con el juego de la provocación y las miradas, no solo de él, sino del resto de sus amigos me hacían sentir deseada. ¿Qué estaría pasando por la mente de esos chicos? Recordé las veces que había hablado de esto mismo durante nuestro juego cuando sólo éramos Rei y Gendo… Como Pedro me decía que le gustaba que yo fuera deseada por otros, que si alguna vez había imaginado las burradas que dirían… ¿Conocéis amateur.tv? Muchas noches emitía sabiendo que Gendo me estaba mirando desde el otro lado de la pantalla, aunque nunca hacía ninguna barbaridad, pero podía ver escritos los deseos de esos chicos pensando en mi cuerpo.

            ¡Joder! Pedro, Pedro, Pedro… ¿Me estaba volviendo loca? ¿Todo pensamiento me llevaba a él? Tenía que hacer algo para sacarlo, al menos por esa noche de mi cabeza… Y, como si un ángel hubiera escuchado mis plegarias, aquel chico se estaba acercando a mí y me sorprendí nerviosa:

-                          Hola, me llamó Raúl… Llevó un rato mirándote y…- dijo el chico con una seductora voz pero bastante torpe a la hora de ligar.

Justo a mitad de frase mi vista dejó de mirarlo a él, para fijarme en una figura que bailaba al fondo de la discoteca… Una espectacular pelirroja, de sobra conocida por mí, que metida en unos vaqueros que le marcaban un trasero de infarto bailaba con un chico, dejándose besar en el cuello… Sin poder creérmelo, empecé a caminar hacia donde estaba ella para cerciorarme de que no estaba equivocada y que mis ojos no me jugaban una mala pasada…. No, era ella; Maribel bailaba con otro chico contoneándose y casi dejándose follar por él en mitad de la pista de baile.

Como si una torre de naipes se hubiera desmoronado en ese instante, los pensamientos se amontonaban en mi cabeza… ¿Qué hacía ella aquí? ¿No estaba en Barcelona con Pedro? Porque Pedro estaba en Barcelona, ¿no?... ¡Dios mío! ¡Estaba sólo en Barcelona! No había huido con ella; ¿sería verdad lo que me dijo del curso de fin de semana? Pero yo había oído esa conversación con ella, donde ella decía que tenía que preparar la maleta… Y había visto lo de los dos billetes; ¿se habría arrepentido a última hora y lo habría abandonado de nuevo?

Tenía ganas de hablar con ella y preguntarle, pero por un momento, tuvo una gota de sentido común y me dí la vuelta para dirigirme a donde estaba Miriam.

-                          Está ahí.- dije con la respiración agitada.

-                          ¿Quién está ahí, Nat?

-                          Maribel. Maribel está ahí con otro tío… ¡No está con él! No está en Barcelona.

-                          Pero habla con ella… Pregúntale… ¡Me dijiste que escuchaste que se iban juntos!- me decía Miriam cogiéndome de los hombres casi más nerviosa que yo.

-                          ¡Ya no sé ni lo que escuché!- dijo apesadumbrada.- Lo único que sé es que quiero que nos vayamos, por favor.

-                          Vale, vale… Vámonos, cariño- dijo Miriam de forma comprensiva.

Nos despedimos de Carla que entendió todo lo que pasaba, y dijo que ella se quedaría a cuidar de Luisa que estaba bastante entretenida comiéndole la boca a uno de los chicos. Justo cuando nos dirigíamos a la puerta, el chico que se había presentó antes me tocó en el hombro.

-                          Hola, ¿te vas?

-                          Sí, lo siento, Pedro, pero me tengo que ir… Es una emergencia, lo siento de verdad porque…

-                          Raúl…

-                          ¿Qué?

-                          Me llamo Raúl.- dijo sonriendo el chico.- Me has llamado Pedro.

Mi cara palideció porque ya no sabía ni lo que decía; con un gesto nervioso miré al chico que me seguía mirando con esa sonrisa donde mezclaba comprensión y admiración:

-                          Márchate y dale la enhorabuena a ese chico… Tiene mucha suerte.- dijo soltándome el hombro.

-                          Gra…Gracias.- dije aún más sonrojada y saliendo corriendo de la discoteca con Miriam detrás.

Volví a llorar mientras Miriam me consolaba; Pedro no estaba con Maribel, pero tampoco estaba conmigo…

                                   ********************

            Me despertó en casa de Miriam el sonido de mi teléfono móvil; palpé aún con los ojos cerrados para mirar en la pantalla el indicador de la llamada entrante: ¿Maya? ¿Mi hermana llamándome dos días seguidos? Me desperté asustada pensando que podía haber pasado algo.

-                          ¡Maya! ¿Qué pasa?- dije muy asustada.

-                          Buenos días, hermanita… Le avisa su servicio de despertador marca Canales.- rió Maya al otro lado de la línea.- ¿Dónde estás?

-                          Buff, me quedé a dormir en casa de una amiga, porque ayer salimos…

-                          Ah, vale…Es que he estado en el piso de la abuela y no había nadie…

Durante unos segundos no reparé en sus palabras, hasta que en mitad de la nebulosa del sueño, le encontré sentido a lo que mi hermana pequeña me estaba diciendo.

-                          ¿Qué has estado donde?- grité despertando a Miriam que dormía a mi lado.

-                          Bueno, he estado y estoy… Aquí sentada en el portal con la maleta; ¿no puede venir tu hermana a verte?

-                          ¡Madre mía, Maya! Me encanta…- dije alborozada por la alegría.- Voy para allá.

Me vestí corriendo, con unos vaqueros nuevos comprados ayer y las all stars converse rojas, y avisé a Miriam de que me marchaba que mi hermana estaba esperándome en mi piso; la pobre Miriam casi no podía hablar derrotada por el sueño a pesar de ser las 12 de la mañana… Demasiado había hecho quedándose en vela casi toda la noche aguantando mis quejas y mis llantos. Le di un beso en la mejilla y la dejé dormir mientras yo salía de su habitación y me despedía de su madre para salir disparada hacia mi casa,

No sé que me impulsaba a tener tantas ganas de ver a  Maya; supongo que la situación emocional en la que me encontraba me hacía querer refugiarme en ella… Ya lo hice con lo de Esteban y sabía que nunca me defraudaría. Además, con su actitud en la llamada del día anterior me demostró que estaba comprensiva y que podría plantearle mis dudas. Decirle que había descubierto que Pedro no estaba con otra.

Era como decirle un “¿lo ves? No es tan malo” Pero es que ni yo misma sabía si era bueno o malo… Si el hecho de estar solo en Barcelona era por voluntad propia o porque Maribel había vuelto a jugar con él… Da igual, por primera vez quería contarle todo a Maya, porque quizás me serviría que ella me dijera cosas detestables de Pedro.

Llegué a mi portal en un tiempo digno de un record olímpico y allí estaba ella… Maya sentada en el portal con una maleta y mirándome con una sonrisa.

-                          Te quiero, te quiero, te quiero…- dije abalanzándome sobre ella.

-                          ¡Ay! Relájate, que me haces daño…- se quejó como siempre pero con una pequeña sonrisa.

-                          Tengo tanto que contarte… Pero, ¿qué haces aquí?

-                          Bueno, me dejaste preocupada por teléfono y quería saber que tal estabas…- dijo evitando mi mirada, supongo que avergonzada.

-                          Vamos al piso y te pones cómoda, ¿vale?- dije abriendo el portal.

-                          Vale, ¿pero estás bien? Te veo muy contenta… No harías ninguna burrada anoche, ¿no?

-                          Noooo… Estoy contenta por tenerte aquí. ¿Sabes? Tenías razón en que saqué conclusiones equivocadas con ese chico… No se ha ido con su ex novia

-                          ¿Ah no? ¿Y donde está?- dijo con los ojos abiertos como platos.

-                          Bueno, él si está en Barcelona, pero su ex está aquí sola…

-                          Pero bueno eso no significa nada; sigue sin estar aquí y habiéndose largado.

-                          Sí, pero me he dado cuenta de que me da igual… No sé si volverá o no; pero lo amo, Maya… Y tardaré en olvidarlo, porque me ha dado en unos meses mucho más de lo que ningún hombre me ha dado nunca.

-                          Nat, ¿no te estás pasando?- dijo situándose al lado de la puerta mientras yo la abría y entrábamos en el piso.

-                          Quizás, y te juro que lo odio por haberme dejado, pero no puedo evitar amarlo… Es superior a mí. Me trató mal y te juró que ahora mismo lo mataría con mis propias manos.

-                          ¿Sí?- sonrió Maya divertida con esa imagen.

-                          Pues sí…- dije con un aire triste.- Lo echo de menos, Maya.

Ella me abrazó mientras me besaba en la mejilla;  después me preguntó que donde estaba su habitación y llevó allí su maleta… Me estuvo contando que había vuelto en el mismo bus que Gonzalo y que lo había encontrado súper cambiado. Yo sonreí porque sabía perfectamente que esa milagrosa metamórfosis, venía por mi amiga Miriam. Me alabó mi nuevo corte de pelo que, por supuesto, no le dije a que había sido debido.

Estuvimos charlando y poniéndonos al día durante casi dos horas en los que hablamos de Fernando, de papá y de mamá y, por supuesto, de Pedro… Ella se fue a la ducha mientras yo me sentaba en el wc para seguir charlando, mientras se duchaba. Cuando salió, mientras se vestía con un pijama, yo me fui al salón y puse música.

-                          No puedes estar sin música, ¿no?- dijo ella llegando al salón y mirando la hora en la cocina.

-                          No mires la hora… Se puede poner música, los vecinos no se quejan; es temprano.

-                          Ya, ya…- dijo mirándome con ternura.- Ah, tengo algo para ti…

-                          ¿Sí? Ya te ha dado mamá algo para traerme, seguro.

Ella se perdió en su habitación y volvió con un sobre que me entregó; yo lo miré con sorpresa sin saber muy bien que podía ser.

-                          ¿Papá te ha dado dinero para mí? Siempre me lo ingresa en la cuenta…- dije mientras abría el sobre.

Una llave cayó del sobre y me quedé blanca al ver que se trataba de la llave de casa de Pedro; miré petrificada a Maya que me miraba con una sonrisa y cruzada de brazos.

-                          Maya… ¿Qué…Qué es esto?- dije tartamudeando.

-                          Creo que hay algo más dentro del sobre, ¿no?

Busqué dentro y había una hoja de papel doblada… La abrí muy despacio y reconocí de inmediato la letra de mi profesor de Literatura Aplicada.

“Creo que has perdido esto, porque no quiero pensar que lo dejaste a    propósito… Sé que odias que siempre lo diga todo con notas escritas, así que… ¿Por qué no usas tu llave y vienes a buscarme?”

-                          ¿Te vas a quedar ahí sentada?- me dijo Maya.- Ve a buscarlo…

-                          Maya… ¿Tú…Tú sabes algo de esto?- seguí tartamudeando y señalando el papel.

-                          Te lo he dado yo, ¿no? Pero ya vale de charlas… Pedro te espera…

Me levanté como si estuviera en un sueño; le dí un fuerte abrazo y salí corriendo hacia la puerta con la llave en la mano… Me acerqué a la puerta de Pedro temblando y metí la llave para abrir.

Entré y allí estaba él, de pie apoyando su trasero en el respaldo del sofá; me miraba con gesto serio y yo correspondía con un gesto igual aunque estaba deseando de saltar a sus brazos… Y lo peor de todo es, que el hijo de puta estaba guapísimo con unos vaqueros desgastados que me volvían loca y una camiseta gris. Pero seguía teniendo muchas dudas en todo esto. ¿Y si Maribel lo hubiera abandonado y yo fuera una segunda opción? ¿O si de verdad viniera para decirme que tenía que marcharse para siempre? Pero todo se volvía más confuso con la última pregunta: ¿qué tenía que ver Maya en todo esto?

-                          Hola, diosa.- dijo convirtiendo su seriedad en una sonrisa.

-                          ¿Hola? ¿esa es toda tu explicación?- dije perdiendo un poco los estribos y rompiéndola distancia entre nosotros para darle un guantazo que le cruzó la cara.- Me has dejado aquí sola y muerta de miedo… Te he perdido sin haberte tenido nunca; sé que tu vida quizás no está a mi lado… Pero quería verte para decirte que te amo, que siento mucho haberlo hecho, pero me he enamorado de ti…

-                          Duele…- dijo acariciándose la mejilla restándole importancia a mi bronca como siempre.

-                          ¡Pedro! ¿Por qué te has ido? ¿Y por qué has vuelto? ¿Maribel te ha vuelto a abandonar?

-                          ¿Maribel? ¿Qué tiene que ver ella en esto?

-                          ¿Qué que tiene que ver? Los billetes eran dos… Te vi hablar con ella; ¿me vas a decir que los billetes no eran para irte a Barcelona con ella?

-                          Madre mía, tienes una imaginación prodigiosa…

-                          ¡Pedro, no me tomes por tonta!

-                          Eran para Gonzalo y para mí.- dijo muy tranquilo.

-                          ¡No me mientas!- dije haciendo el amago de golpearlo otra vez, pero me agarró la muñeca a tiempo.- Gonzalo estaba en mi pueblo…

Él se limitó a sonreír y a apretarme la nariz, en un gesto que sabía que me ponía muy nerviosa.

-                          ¿Quién te ha dicho que yo he estado en Barcelona?- dijo con esa sonrisa que me volvía loca.

-                          ¿Has estado en mi pueblo con Gonzalo?

-                          Y con Maya…

-                          No entiendo nada…- dije sin saber que decir y dándome cuenta de los errores que había cometido. “Conclusiones precipitadas” como decía mi hermana pequeña.

-                          Lo que no entiendes es que, hace tiempo, te elegí a ti.- dijo sacando una pequeña caja de su bolsillo.

Yo miraba con la boca abierta esa caja que él agitaba en su mano con una sonrisa; creo que el tiempo se detuvo y el aire faltaba en mis pulmones, cuando él empezó a hablar:

-                          Primero me parece que me tendré que acostumbrar a que las hermanas Canales me den guantazos…- dijo sonriendo para, de repente, ponerse serio.- Es verdad que me voy a Barcelona; me han hecho una oferta de allí y conseguí la recomendación de D. Ramiro… Pero no concibo mi vida sin ti, quiero que vengas conmigo y que empieces tu futuro junto al mío… Por eso fui al pueblo a hablar con tu padre…

Ante mis ojos abrió la pequeña caja donde brillaba un pequeño diamante de corte princesa engarzado en un anillo de platino que llenó de luz la habitación.

-                          Cásate conmigo, mi Rei

Como era de suponer yo estaba, totalmente bloqueada,  con esa furia que había acumulado en mí creyendo que se había largado con Maribel para “comenzar una nueva vida”. Aunque, claro, no contaba con el pequeño detalle de cierto anillo que alguien agitaba en mi cara.

¡A quien quiero engañar! Estaba feliz… Quería gritar, bailar, ¡casi levitaba! Y fue en ese instante que ya no dudé mas; en mi cabeza solo estaba Pedro, él era mi futuro, simple y sin más. Todos los errores, los malentendidos, los celos absurdos que casi me llevan a perder lo que más he amado en mi vida.

Vi en sus ojos todo el amor que me tenía; es increíble lo que pasa en una cabeza en un par de segundos y ¿saben? Jamás volvería a encerrarme en mi vida, la coraza desapareció para siempre, si es que había quedado algo después del primer beso que un día me dio.

Así que tomé el anillo, me lo coloque en mi dedo anular de  la mano izquierda, lo abrace de forma tierna mientras sus brazos rodeaban mi cintura y susurre en su oído:

-                          No…- provocando su sorpresa y desconcierto para luego llevarme la mano a la cara, acariciar el dichoso anillo y en una, no tan perfecta imitación de Gollum de El Señor de Los Anillos, decirle – Mi tesoroooooo…

Pedro me miró torciendo el gesto desaprobando que no me tomara esas situaciones en serio;  es como si fuera necesario para él escuchar el “sí” de mi boca, como si no se lo creyera hasta que no le mostrara que estaba dispuesta a empezar mi vida con él, sin miedos, sin corazas, sin pasados… Pero cuando estaba preparado para echarme un bronca y mandarme a la mierda – o a la esquina como yo solía decirle-, no tuvo tiempo de reaccionar,  porque yo ya me había arrojado a sus brazos y lo estaba besando. Lo besé con mucha pasión, como si no lo hubiera besado en meses y no en días. Como si fueran necesarios sus labios para sellar ese compromiso… Era el mejor de los “si” que le podía ofrecer…

                              ******************

Acaricié su espalda y no puede evitarlo: extrañaba su trasero, así que baje mis manos y lo acaricié mientras él sonreía dejándose hacer. Mi mano entró bajo su camisa con mi flamante anillo de compromiso en ella y comencé a desvestirle… Segundos eternos como si fueran meses, porque lo tenía  allí, con el pecho desnudo. Bajé mis manos y desabroché su cinturón; él me dejaba hacer y yo encantada porque esa noche prometía ser mas que especial… Y es que, Pedro era mío.

Cuando le tuve desnudo frente a mi, me arrodillé y comencé a acariciar su miembro… Suavemente mi mano subía y bajaba, sintiendo la dureza de aquella polla palpitar en mi mano.  Abrí mi boca y sentí el sabor de esa polla que me volvía loca y que me llenaba tanto física como emocionalmente.

-                          Devorable- sonreí sacándola un instante de mi boca mientras él sonreía por mi comentario.

Creo que a estas alturas de la historias ya sabéis que me vuelve loca mamar ese trozo de carne que adoraba; pero más adoraba amar a Pedro todo lo que mi cuerpo me permitiera…. Mientras su polla entraba y salía de mi boca, con mi lengua le daba  pequeñas caricias en su frenillo y luego chupaba su glande,  y sentí como, después de un buen rato, mi Gendo se tensaba… Pero no era tiempo todavía de dejarlo explotar.

Me levanté y empecé a desnudarme, mientras él me miraba suplicante… Allí estaba mi prometido que, en cuanto me vio desabrocharme el pantalón vaquero era tanta su gana de mi, que me arranco la ropa…

-                          ¡Que manía tienes con destrozar mi ropa!- me quejé bromeando.

-                          La última vez fuiste tú quien reventaste los botones de mi camisa.- contestó mientras acunaba con sus manos mis pechos y sentí su boca en uno de mis pezones.

            Con solo su aliento y yo estaba más que húmeda… Su boca en mis pechos y su mano entrando en mi braguita, acariciando mi monte de Venus. Me llevo al sofá -a ese sofá donde nos entregamos la primera vez- y sonreí…

Me recostó, hizo que abriera mis piernas y, con sus labios, empezó a recorrer mi entrepierna, besando y jugando con su lengua en el interior de mis muslos y me hacía desesperar.

-                          Por favor… Pedro…Ummm- suspiré y él supo, inmediatamente, lo que quería.

Suavemente con su lengua recorrió de arriba a abajo mi raja. Era una delicia, sentir esa lengua en mi clítoris, para luego sentirme penetrada por ella. Pequeños golpecitos en mi coñito con su lengua, que me hacían enloquecer y morderme la mano para no gritar de forma desesperada.

Subió para besarme, y si hay algo que mi prometido hace que me vuelve loca es eso: besarme y sentir mi  propio sabor en sus labios. Es como si un eterno orgasmo se hubiera apoderado de mí.

Supongo que, a esas alturas, mi Gendo estaba como yo, porque sentí su polla entrar en mi… Tenerle dentro y mirar sus ojos me hizo comprender que así estaba destinado a ser, con el dentro de mí para siempre… Ojala se detuviera el tiempo en ese instante en donde dos personas se fusionaban y se convertían en una sola…Me sentí completa.

El deseo irrefrenable que teníamos acumulado por la tensión de ese fin de semana nos hizo explotar y, mientras el ritmo de sus embestidas iba en aumento, yo movía un poco mis caderas, y sentía el aliento de mi Gendo en el cuello. Mis piernas cruzaban su espalda como las agujas de un reloj y mis dientes marcando su hombro y haciendo gemir en mi oído… De repente, un corrientazo recorrió mi espalda… Era la señal, mi orgasmo estaba próximo.

-  ¡Mi amor ahhhg! Me corro… Cariño…Umm… Me corro.- dije ya sin evitar mis escandalosos gemidos.

- ¡Córrete conmigo, diosa!

Los dos explotamos en un “AHHHH!!” al unísono; y sentí su leche llenando mi coñito y mi útero… Y su polla y sus piernas mojadísimas por mi brutal corrida que me dejó deshecha… Echaba tanto de menos desfallecer entre sus brazos.

El día se nos juntó con la noche amándonos, y deseando que nunca amaneciera… Una, dos, tres veces… No sé las veces que hicimos el amor, porque a pesar de la intensidad de nuestro deseo sabía perfectamente que estábamos haciendo el amor, aunque se derramara en mi boca o lo hiciera en mi trasero.

Su cuerpo, ese divino tesoro, que un día deseé que fuera mío y que ahora era mi propiedad; porque así me sentía: su dueña…

- Sabes que no pienso casarme contigo mientras no te crezca el pelo como antes.- bromeó reparando en mi corte de cabello, cuando yo creí que no lo había hecho.

- Pues tardará en crecer, así espero que sepas esperar sentado.- dije mientras sonreía apoyando la cabeza en su pecho.

- O ponerte extensiones…- dijo él sonriendo y viendo mi cara de enfado.- ¡Es broma cariño! Estás guapísima…

Me volvió a besar y nuestras lenguas de nuevo se entrelazaron; su aliento en mi cara, sus manos en mi trasero y mis tetas pegadas a su pecho… Un paraíso personal en los limites de una cama.

            - Te extrañé mucho, mi Gendo.

            - Ya no lo harás nunca más, mi Rei…- me dijo cogiendo mi mano para mostrarme el anillo que llevaba puesto.

            - Pedro… Yo no quiero ir de luna de miel; ¿y si nos encontramos a un asesino en serie que mata parejas de recién casados?- bromeé haciendo referencia a la trama de la novela que hizo que nos conociéramos.

            - No te puedes tomar nada en serio, ¿verdad?- gruñó pellizcándome el trasero desnudo.

            - ¿Perdona? Has empezado tú diciendo que no te casabas conmigo por el corte de pelo.

            - Bueno, tienes razón.- dijo besándome de forma dulce en los labios.- ¿Sabes una cosa? Si vamos de luna de miel y hay un asesino en serie, como tú dices, no soportaría ver que te hicieran nada… Quiero ser “el primero en morir”

(FIN)

 

This is the end

Beatiful friends

This is the end

My only friend, the end

Of our elaborate plans, the end

Of everything that stands, the end

No safety or surprises, the end

I´ll never look into your eyes…again

                                   (The end- The Doors 1967)

           

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