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La Despedida de soltera (2)

en Amor filial

        El grupo de mujeres estábamos desbocadas por las calles de Ibiza, tanto que algún agente de la ley nos llamó la atención, provocando el abucheo de la jauría de lobas que íbamos; parece que la idea de ir a la discoteca para la que tenía invitaciones había calado entre las invitadas a la despedida de soltera. Después del desahogo sexual que nos habíamos dado apetecía ir a bailar. Inma iba agarrada a mi cintura cantando una canción de Amaral, mientras reía visiblemente afectada por los dos o tres cócteles que se había tomado ya.

        - Oye Diana, cariño. ¿Quién te ha dado esas invitaciones?- preguntó Verónica, una de las primas de Inma.- Menuda confianza has cogido con el stripper

        - Mujer, es que el hecho de que se te corran en las tetas une mucho, jaja- aclaró Inma entre las risas de las acompañantes a la vez que interrumpía su cantinela.

        - Sois unas zorras celosas… Pero me las dieron en la puerta del local antes de entrar- mentí para no levantar sospechas.

        Llegamos a la puerta de la discoteca, justo al lado del parque náutico; la fachada de color blanca hacía destacar, más aún, el cartel luminoso en el que ponía “Es Paradis Terrenal”. En la puerta del establecimiento, aparte de una cola impresionante de gente esperando entrar, había dos fornidos tíos con traje de chaqueta, gafas de sol  - cosa absurda siendo cerca de las tres de la madrugada- y un auricular en su oído izquierdo. Un poco insegura, me dirigí hacia uno de ellos, que me miro de arriba abajo con total indiferencia, sujetando las invitaciones en la mano derecha. El armario hecho hombre, las cogió con un gesto rápido, quitándomelas de las manos, para consultar algo por un pequeño micro que llevaba en su muñeca y esperar instrucciones por su auricular. Tras unos minutos de espera, que se hicieron eternos con Inma sobándome mi culo para ponerme nerviosa, el hombretón nos dijo:

        - Pasad por aquí, seguid ese camino y hay otra entrada a la izquierda. Sois invitadas VIP.

        - ¡¡Chicas!! ¡¡ Somos VIP!!- gritó Inma al escuchar la frase, provocando el bullicio de todas las mujeres que nos acompañaban.

         Siguiendo las instrucciones del portero de discoteca, llegamos a la puerta que daba acceso a la zona VIP. Al entrar, empezamos a escuchar el sonido ensordecedor de la música de la discoteca a todo volumen, poniéndose algunas de las chicas directamente a bailar en aquella sala en la que habría unas cincuenta personas más como mucho. Yo no paraba de buscar a mi hermano Fran con la mirada, pero de momento no lo veía. La sala, como he dicho, era un recinto cerrado, separado del resto de la discoteca y que solo se comunicaba con ella, por la puerta por la que habíamos entrado, y que daba al exterior, y por unas escaleras grandes que llegaban a la sala común de la discoteca, que estaba a la vista de todos los invitados VIP, por medio de unos grandes ventanales. Este zona era lo suficientemente grande como para albergar unas 150 personas, así que estábamos bastante desahogadas.

         Nos sentamos en unos sofás que había al fondo de la sala con unas mesas en medio, mientras algunas bailaban y ya buscaban pollas solas que llevarse a la boca. Lo que ya os he dicho antes: mucha puta en esta familia. Sonia, Verónica y yo nos sentamos en uno de los sofás y charlábamos sobre lo increíble que estaba siendo la noche, pero yo no me podía quitar la imagen de mi hermano Fran corriéndose sobre mis tetazas… La excitación que sentía me tenía desbocada y, sin que ni siquiera ella lo esperará, cogí del cuello a Inma dándole un buen muerdo en la boca, metiendo mi lengua en busca de la suya que no tardó en juguetear conmigo.

        - Joder, ¡como os pasáis!- rió Verónica viendo la escena al lado nuestra.- Al final le vais a coger gusto a esto de zorrear, ¿eh?.

        - No, mujer, pero hemos dicho que lo que pasa en Ibiza queda en Ibiza, así que a disfrutar.- aclaró Inma mientras había dejado de besarme y sobaba las tetas de Vero, por encima de su blusa.

        - Buenas noches, señoritas…- nos interrumpió el camarero, que no resultó ser otro que mi querido hermano Fran.- Os traigo un obsequio de la casa.

        Soltó en la mesa tres copas de cava y una botella con hielo. Abriendo la botella, de la que salió mucha espuma manchándome el escote y sirviendo las copas.

        - Vaya, parece que hoy la has tomado con mis tetas, ¿no?- le dije sonriendo, provocando que se ruborizará por primera vez delante mía desde que llegué a Ibiza. Con ese comentario, Inma se fijó en el camarero y lo reconoció como el stripper que antes se había follado.

         - ¡¡Pero si es mi niño guapo!! Joder, chaval menuda polla tienes… ¿Por qué no te quedas con nosotras a tomar algo?- le pidió mientras le sobaba el paquete, provocando algo parecido a celos en mí.

         - Déjalo, tía. El chico tendrá que trabajar, que no se gana el sueldo de servir a zorras como tú- le dije medio en broma, pero con un fondo de resentimiento, por querer acaparar algo que consideraba mío.

         Este comentario mío que denotaba una cierta molestia por las atenciones de Inma a su persona, pareció darle confianza a mi hermano, que volvió a recuperar el control de la situación:

        - Bueno, realmente no soy camarero; soy relaciones públicas del local, o sea mi trabajo es estar con los invitados.

        - O sea que tú lo haces al revés: primero me follas y luego me invitas a copas…- aclaró Inma, provocando las carcajadas de los tres.

         Yo mientras estaba como ausente, porque aún estaba un poco fuera de lugar, superada por la situación; tratando de volver a engancharme a esa situación de laissez faire a la que nos habíamos entregado en Ibiza. Inma me hizo a un lado para que mi hermano se sentara entra nosotras para inmediatamente empezar a sobar los musculosos muslos de mi hermano que llevaba un pantalón pirata como “uniforme” de trabajo.

        - Oye y el resto de tus amigos, no trabajaran aquí, ¿no?- bromeó Verónica, demostrando que lo que seguían buscando era follar por todos los medios.

        - No te preocupes, prima… Que mi nene tiene polla para follarnos a las tres y seguir empalmado.-continuó con la broma Inma.

        - No, no trabajan aquí. Pero en el momento que queráis, los llamamos y nos vamos a otro lado.

        - Pues ve cogiendo el teléfono, nene… Que no me voy de esta isla, sin que esta futura casada se la folle tu amigo el mulato.- sentenció Verónica.

        -Vale iré a llamarlos por teléfono y le diré que vais para donde me digan que están, ¿vale?- se levantó mi hermano dejando un gran vacío a mi lado- Yo tardaré un poco más, mientras me escapo. Después iré en vuestra busca.

        - Perfecto, nene…- Inma también se levantó dándole un morreo a mi hermano mientras le sobaba el paquete.- No te enfadarás porque me folle a tu amigo, el mulato, ¿no?

        - Por supuesto que no, con una condición… Que me dejes tú a mi que me folle a tu amiga- le dijo mirándome a mí.

        La sangre se heló en mis venas, y los jugos se desbordaron en mi tanga; mi hermano proponiendo follarme y mis amigas sin enterarse del parentesco siquiera.

        - Jajaja, que cabrón… No has tenido bastante conmigo, ¿eh?- dijo Inma entre risas- Pues me parece justo el cambio, pero no sé si ella querrá lleva un ratito muy cortada.

         En ese momento se rompieron todos los límites que me había puesto por un momento. Ya no me importaba una mierda, si era mi hermano; de hecho, quería que fuera mi hermano y que me follara. Así que, levantándome y cogiéndolo de la mano dije:

        - Pues si estaba cortada se me acaba de pasar, nena… Viéndote sobar este paquete,- agarrando a mi hermano la polla sobre el pantalón.- me han entrado unas ganas tremendas de follármelo ahora mismo.

         - Di que sí, ¡esa es mi niña!- exclamó Inma mientras me daba otro muerdo de antología.- Anda, perderos por ahí y desahogaros.

           Sin esperar un solo minuto, Fran cogido de mi mano me fue llevando entre la gente hacía el fondo de la sala, donde había una pequeña puerta. La abrió con una llave que llevaba al cuello y entramos en una sala a oscuras. Encendió la luz y me dí cuenta que estábamos en una sala pequeña con un sofá y unos televisores de vigilancia. Cerró la puerta con el talón y directamente empezó a comerme la boca, metiendo su lengua hasta mi paladar.

          - Voy a follarte, hermanita…- me decía mientras abría apresuradamente los botones de mi blusa, dejando mi sujetador al aire.

          - Ya estas tardando en hacerlo, Fran- le contesté desabrochando el botón de su pantalón y bajando la bragueta.

          Me cogió en brazos antes de que pudiera bajarle el pantalón y me echó en el sofá, remangando mi falda en mi cintura y situándose entre mis piernas, y arrancando mi tanga de una forma animal. No éramos personas, sino dos bestias deseando de calmar nuestras ansias de sexo salvaje. El hecho de que quien estuviera entre mis piernas fuera mi hermano pequeño, hizó que en el momento en el que empezó a comerme el coño, me corriera en menos de veinte segundos.

            - AHHHHMMMM FRAAAAN MMMM- grité dejando salir todo el aire de los pulmones en una corrida bestial.

            - Así, Diana, córrete en mi boca, me lo pienso beber todo.

            Yo agarraba del pelo a mi hermano, separándolo un momento de mi húmedo coño… Mirándolo a los ojos suplicante, como pidiéndole que pusiera freno a todo esto, que yo ya no podía. Por toda respuesta, mi hermano, mirándome también a los ojos, se situó a mi altura y poniendo su polla en la entrada de mi agujero, me penetró despacio pero sin pausa.

            - MMMMMMHH-suspiré al sentir esa caliente barra de carne entrando en mi vagina.- ¡Fran, dios santo que polla tienes!

            - ¿Te gusta, Diana? Es toda tuya, quiero follarte el resto de mi vida.

            - Calla y sigue dándome, me estas matando de gusto, enano

            El sonido de sus huevazos chocando con mi culo era un constante chapoteo por los fluidos que se escurrían desde mi coño hacía mis muslos. Sus puñaladas ardientes me llegaban al útero y me hacían llegar al límite de las sensaciones. Pronto sentí que me venía el segundo orgasmo y arañándole la espalda, me corrí. Mi hermano, agarrándome de las caderas, consiguió girar sobre sí mismo situándome encima suya mientras quedaba sentado en el sofá. La penetración se hizo más profunda y me quedé quieta por un momento, con la boca abierta en busca de aire. Tras unos instantes, le sonreí y comencé a cabalgarlo como una amazona.

            - Ufff, que bueno Diana… Eso es, fóllame… Así harás que me corra pronto.

            - ¿Te gusta lo que te hace tu hermanita, cabrón?

            - Si, mucho, mi vida es increíble… Estoy a punto de irme, nena, no aguanto

            Como respuesta a su anuncio, aceleré mis arremetidas contra su polla, gimiendo y gritando como una zorra desbocada.

            - ¡Córrete dentro, cariño! ¡Lléname!- le pedí entre sollozos que anunciaban otra corrida bestial.

           Entonces noté como se tensaba su cuerpo por un momento y, de repente, comencé a notar unos tremendos chorrazos de leche caliente en mi interior, como si me estuvieran meando dentro. Me corrí de nuevo al notarlo y nos tranquilizamos nos dos. Acariciándole el pelo sin sacarme esa polla del coño que seguía echando lefa en mi coño.

            -Así, mi amor… Préñame, mi vida. Échame todo dentro, hermano…

           Apoyada en su pecho y con los ojos cerrados, sin separar nuestros sexos llenos de semen y fluidos vaginales, escuchamos a nuestra espalda:

            -¿Hermanos? Joder, que fuerte…

           Inma estaba de pie en la puerta de la habitación de vigilancia observando la escena y con una gran sonrisa en la cara.

 ¿Continuará?

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