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Solos en casa (Cap 2: ¡Tequila!)

en Amor filial

         Marta se estaba duchando y, la verdad que, le hacia falta para despejar todas esas ideas que tenía en la cabeza. Seguía sin dar crédito a todo lo que había descubierto de su hermano; esa foto de Merchu en su habitación, ¿quería decir que su hermano había estado con las otras chicas de las fotos? No podía ser, porque eran más de siete…

-         ¡Siete! ¡Madre mía con mi hermanito!- seguía repitiéndose Marta bajo el agua de la ducha, aclarándose ya el jabón.

         Salió liada en una toalla y  se sentó en la taza del wc, una vez seca, para comenzar a maquillarse, mientras de fondo se escuchaba la música en la habitación de Mario.

         El chico se acababa de poner los pantalones vaqueros y, tras ponerse el desodorante, se colocó la camiseta negra de los Broncos de Denver de futbol americano que le encantaba. Agitaba la cabeza al ritmo de la canción El mundo en pausa está de Hamlet, uno de sus grupos favoritos. Trataba de evadirse de la situación que había vivido con su hermana; una sonrisa se dibujaba en su cara al recordar la cara que puso Marta, cuando le levantó los siete dedos de la mano… Esa chica tan segura de sí misma, se había quedado blanca y petrificada ante la información que le había dado.

         Cogió su teléfono móvil y llamó a David para confirmar todo; la verdad que se fiaba de sus amigos, porque ninguno se atreverá a dar ningún paso con su hermana. A parte estaba la cuestión de que dudaba mucho que Marta pasara de esos juegos picantes a enrollarse con ninguno de ellos… Al pensar eso se sintió mal, porque esa “ley no escrita de confianza” la había roto él con algunas amigas de su hermana.

-         ¡Hey, tío! ¿Qué tal?- contestó David.- Me pillas saliendo de mi casa, he quedado con éstos para tomar algo y después ir para tu casa.

-         ¿Quién viene al final?- se interesó Mario, para saber a que atenerse.

-         Pues todos y Brau…- aclaró David.

        Mario sabía que cuando decía todos se refería a todos los del grupo de música, donde eran cinco… Se conocían desde hace muchos años, aunque no tantos como David y él que eran los menores del grupo, y salían juntos a todos lados. De hecho, muchas veces compraban sus botellas y se iban al local de ensayo a beber mientras tocaban, porque todos eran tan poco sociales como Mario.  Pero Brau era diferente; no pertenecía a la banda pero siempre iba con ellos a los pocos conciertos que habían tenido hasta ahora; era el chico más lanzado de todos ellos y solía tener éxito relativo con las chicas.

-         Bueno, pues nos vemos en un rato… Comprad hielo si podéis, ¿vale?- dijo Mario

-         Ok, tío… Nos vemos en un rato.- se despidió David por el telefono.

        Mario estaba, después de todo, hasta impaciente de que llegara la fiesta. Sobre todo desde ese acceso de sinceridad que había tenido con su hermana; la cara que Marta había puesto cuando le habló de su vida sexual, le encantó: desconcertada y, juraría que, hasta celosa… Sonreía al pensar en la imagen que vería su hermana al encontrarlo maturbÁndose; no le daba vergüenza, de hecho se consideraba un tío con unas miras muy amplias en el tema del sexo. Y se dio cuenta que, en ese campo tenía más poder que su hermana… ¿Quería jugar con él? Todo se vería con el tiempo…

        Sonó el timbre de la puerta a la vez que Marta salía vestida con una camiseta amplia que dejaba a la vista una pequeña parte de sus braguitas, pero maquillada; los ojos de Mario fueron disimuladamente a esa parte de la anatomía de su hermana. Ya no tenía que disimular ese deseo contenido; le gustaba el cuerpo de su hermana y ella lo sabía. Si seguía mostrándolo sin esconderse es porque tampoco le desagradaban las miradas de su hermano pequeño.

-         Mario, porfa… Serán mis amigas, ¿te importa abrir mientras termino de vestirme?

-         Ya sabía que no ibas a ayudar a colocar las cosas…- dijo riendo Mario, mirando el trasero de su hermana al pasar por su lado.

-         ¡Hey! Cada vez te cortas menos con las miradas, ¿eh?

-         Que sea diabético no quiere decir que no pueda mirar el escaparate de una pastelería.- dijo el chico, ganándose un golpe en el hombro de su hermana.

-         Anda, ábreles la puerta y les pones algo de beber, ¿vale?- dijo Marta entrando en su habitación.

       Se apoyó en la puerta por dentro y puso su mano en el pecho para escuchar lo acelerado que estaba su corazón; esa sensación extraña de morbo y placer que experimentaba con las miradas de su hermano. ¿Qué había pasado en su cabeza en unas horas? Nunca se había preocupado por ese enano y ahora la traía por el camino de la amargura. Además estaba guapísimo: con esos vaqueros menos anchos de lo acostumbraba llevar y una camiseta ancha de “no sé que” equipo de futbol americano.

      De repente, en su cabeza apareció la imagen de Merchu que venía a la fiesta y a la que su hermano le abriría la puerta; una sensación indomable de celos la dominó… Estaba dispuesta a que las miradas de su hermano siguieron siendo para ella, aunque una de sus siete amantes estuviera en la fiesta. Abrió el armario y cogió una minifalda de volantes y encaje de tul de color blanco y un top de tirantes también de color blanco, que mostraba su ombligo y su vientre plano y que, debido al color, hacían parecer sus pechos más grandes aún. Se miró al espejo y sonrió ante la perspectiva de la cara que pondría su hermano al verla así. ¿Sus amigos? Se sorprendió al pensar que prefería las miradas de Mario a las de sus amigos.

      Mario llegó para abrir la puerta de la entrada y allí estaban las amigas de su hermana; Sara lo saludó con un beso en la mejilla, porque era la que desde hace más tiempo lo conocía. Llevaba unos short vaqueros que dejaban poco a la imaginación y una camisa solo cerrada por los botones centrales mostrando un generoso escote; su pelo rubio recogido en una coleta alta, que le ayudaban a parecer más alta.

-         Bueno, ¿dónde está tu hermana?- dijo Sara, mientras el chico saluda a las otras chicas.

-         Pues está arriba, vistiéndose…- dijo mientras besaba, con dos besos en las mejillas, a las demás amigas de su hermana.- Ya mismo baja.

      Elisa, que fue a la segunda que saludó, no tenía el cuerpo de su hermana ni de Sara; era bastante más bajita que ella y de formas más redondas pero lo suplía la ser la amiga más guapa de Marta, con diferencia. Unos ojazos negros que hipnotizarían a cualquiera y unos labios gruesos, dignos de una diosa; siempre estaba acomplejada y era presa de interminables dietas… Mario la conocía poco, solo de haberla visto un par de veces con su hermana, pero siempre había pensado que no tenía nada que envidiar a ninguna de sus amigas; tenía esa timidez, quizás por inseguridad, que tanto gustaba los chicos.

      Por ultimo, Merchu… venía espectacular y, algo le decía, que tenía que ver con que sabía que él iba estar en la fiesta. Una falda de tablas de colegiala roja y negra, que sabía que era una prenda que le daba muchísimo morbo, y una camisa blanca anudada sobre el ombligo; un modelo muy parecido a de Britney Spears en el videoclip de Crazy. Pero Merchu no tenía nada que ver con la cantante americana… Llevaba el pelo teñido de reflejos caoba y esos ojos verdes que la hacían parecer una vampiresa; sus amigas se reían por sus extraños gustos siniestros, sin llegar a ser una de esas góticas que tanto odiaban. Su afán por la brujería y los fantasmas le hacían gracia a Sara y  Marta.

      La sonrisa malévola de la chica antes de recibir los dos besos de ese chico, con él que había traspasado limites que nunca hubiera imaginado, hizo que Mario le diera los dos besos en las mejillas de forma más fugaz que a Elisa. Nadie se dio cuenta del gesto entre los dos chicos, porque nadie podía pensar que había habido algo entre ellos; nunca habían tenido relación anterior, ni su hermana los había presentado…

-         ¡Vaya! Estáis muy guapas… Creo que mis amigos van a morir de un infarto.

-         ¿Tus amigos?- dijo Sara, acercándose al hermano pequeño de su amiga; una cosa es que fuera coto reservado por el parentesco con Marta, y otra muy distinta que no pudiera disfrutar jugando con él.- O sea, que a ti no te gustamos.

-         Yo no he dicho eso…- dijo el chico cogiendo de la cintura a Sara.- Pero tú me das miedo…

-         ¿Ah sí? – dijo Sara muy segura de su capacidad para desarbolar a Mario, mientras Merchu sonreía disimuladamente, porque sabía perfectamente quien estaba jugando con quien.

-          Voy a preparar unas copas para vosotras, ahí está la música… Podéis poner lo que queráis.

       Mario fue a la cocina para preparar las copas de las amigas de su hermana, pero no pasó ni un minuto cuando Sara, lo siguió guiñándole el ojo a sus amigas… Elisa negaba con la cabeza con una sonrisa en los labios, sabiendo que su amiga tendría la poca vergüenza de tontear con el hermano de su mejor amiga en su propia casa.

-         Como baje Marta y los pille se acabó la fiesta…- dijo la chica muy preocupada.

-         No lo infravalores… Mario no caerá…- dijo Merchu con una mano en la pierna de su amiga.- ¿Qué música pongo?

-         No sé, Juan Magán o algo así…- dijo Elisa, que miraba sorprendida a Merchu por su defensa a ultranza de Mario, más aún conociendo como conocían a la indomable Sara.

       Sara entró en la cocina muy despacio mientras Mario estaba de espaldas colocando cuatro copas en la encimera de la cocina; se quedó en el marco de la puerta observando al chico. No sabía lo que le atraía de ese chaval, quizás el morbo de que fuera el hermano de su mejor amiga o, lo más seguro, el hecho de descubrir, por un comentario de unas amigas, que era todo un seductor: era como darse cuenta de que algo insignificante, de repente, tiene importancia al ser poseído por otro.

-         Así que te doy miedo…- sonrió asustando a Mario que no la esperaba y casi tira la botella de ron que llevaba en la mano.

-         Más bien respeto.- dijo el chico sin mirarla, mientras servía las copas.

-         Vaya, suena bien… Causo miedo o respeto.- dijo Sara acercándose al muchacho, que seguía sin mirarla.

-         ¿Qué prefieres?

-         Pues no sé, quizás el miedo… Es como una sensación de superioridad, ¿no? Temer algo que te puede dañar; eso; de por sí, causa respeto. Pero en ti, hay algo que me intriga… Cómo alguien que guarda secretos: eres algo más que ese niño bueno que aparentas ser…- dijo Sara mientras se sentaba en la encimera, al lado de Mario, enseñando las preciosas piernas que no cubría el short.

-         ¿Quieres saber una cosa graciosa?- dijo el hermano de Marta, haciendo que Sara asintiera curiosa.- Cuando te pregunté lo que preferías, me refería si querías ron, vodka o whisky… Pero me ha gustado tu explicación.

         La chica se quedó asombrada por el corte que el muchacho le había dado; Mario, viendo la reacción de la amiga de su hermana, puso la mano en una de sus piernas y apretó a modo de carantoña. Echó dos copas de ron con cola y le ofreció una de ellas a Sara que la cogía con cara de pocos amigos.

-         ¿Quieres saber otra cosa?- dijo la chica frunciendo el entrecejo.- De la seguridad a la soberbia hay un paso muy corto… Y tú estás en el límite.

-         Yo no soy soberbio…

-         ¿No? Estás tratando de jugar conmigo, dándotelas de importante…

Mario se sentó a su lado en la encimera, mientras la música de Juan Magán sonaba en el salón; no sabía porqué pero el simple hecho de sentarse a su lado hacia que Sara se pusiera nerviosa.

-         ¿Eso piensas? ¿Que me las estoy dando de importante? Has entrado con la intención de ligar conmigo en la cocina; tú eres experta, como mi hermana, en este juego… Os gusta seducir, provocar, ¿verdad?- dijo el chico mirando a Sara a los ojos.

-         ¿Tratas de hacerme sentir mal con eso?- dijo la chica con una sonrisa en los labios.

-         No, no es un reproche solo es la confirmación de lo que hacéis… No os puede sonar a insulto, si es una cosa que os gusta hacer.

-         ¡Vaya! No me digas que tú eres uno de esos que crees que somos unas calientapollas.

-         Yo no pienso eso… Eso lo piensan los qué creen que os tienen en el bote y después no llegan a hacer nada.

-         O sea que tú crees que si puedes llegar a hacer algo…- dijo la chica mirándolo con una sonrisa.

-         Yo no he dicho, sólo digo que puedo aguantar sin abalanzarme sobre ti.

-         Interesante…- dijo la chica girándose hacía él.- ¿Quieres probar?

-         ¿Qué sugieres?

-         Fácil, acerco mis labios a los tuyos y tienes que aguantar sin que te den ganas de besarme… Pero, tienes que ser sincero; si te dan ganas de besarme tienes que hacerlo o decírmelo.

-         Y si te beso, ¿qué pierdo?

-         Perderás…

-         Vale, pero, ¿el qué?

-         No sé, me lo tendré que pensar…

-         ¿Y si gano?- decía el chico que ya acercaba los labios a los de Sara.

-         Eso no va a pasar…- decía la chica a la que se le estaba acelerando el pulso.

-         Podré pedirte lo que quiera también, ¿no?

-         Teniendo en cuenta que no vas a ganar, sí… Me podrás pedir lo que quieras.

-         Vale…- dijo Mario cuando la boca de ambos estaban ya a escasos centímetros.

           Los dos chicos se callaron, se miraban a los ojos y sonreían; pero la mirada de Sara se iba a esos labios carnosos del chico, a esa perilla que adornaba solo su barbilla y esa media sonrisa que lo hacía tan inocente y seguro de sí mismo a la misma vez.

          Marta bajó de la planta de arriba escuchando la música muy alta en el salón; vio a Elisa y a Merchu mirando los cds de música y los archivos de música que había en el disco duro externo que Mario había colocado en el salón… Los ojos de la chica fueron directamente a Merchu, y tenía unas ganas locas de echarle en cara lo de su hermano. Pero no podía hacerlo porque, supuestamente, ella no sabía nada.

-         ¿Qué pasa? ¿Os aclaráis con la música?- sonrió la chica.

-         Sí, sí… Todavía no lo hemos roto.- rió a carcajadas Elisa tocando los botones del equipo de música.

-         Vaya, estás espectacular…- dijo Merchu mirando a su amiga.- ¿Quieres ligar con algún amigo de tu hermano?

-         Nunca se sabe…- dijo la chica cogiendo de la cintura a su amiga.- Quizás quiero ligar contigo.

       Merchu se quedó cortada por la aproximación de su amiga; las otras dos amigas se pusieron a reír con descaro.

-         Lo que le faltaba a Marta… Que le gustaran las tías.- dijo Elisa, mientras seguía enfrascada en su papel de dejay oficial de la fiesta.

-         No creas, tengo buenas referencias de mi Merchu.- dejó caer Marta mientras cogía del culo a su amiga, que se sorprendió pero en ningún momento pareció preocuparse.

         Era imposible que Marta supiera nada, porque Mario no se le ocurriría contarle esas cosas a su hermana… Pero entonces, ¿a qué venía esa indirecta? Trató de tranquilizarse pensando que podía ser una simple broma de su amiga y que, el hecho de reaccionar de forma extraña, podía despertar curiosidad.

-         No te preocupes que, el día que me falte un chico, te lo digo y probamos.- dijo mirando a Marta que sonreía.

-         ¿No han llegado aún los amigos de mi hermano?

-         No, ya sabes… Hombres, estarán bebiendo antes de venir…- dijo Merchu sentándose en el sofá.

       Marta miró las piernas de la amante de su hermano y pensó, para sí misma, que las suyas eran mucho más bonitas. Pero no podía negar que su hermano tenía buen gusto… En su vida hubiera pensado que aquel chico reservado y tímido podía llegar a liarse con una tía como Merchu.

-         Oye, ¿y mi hermano?

-         Con Sara…

-         ¿Cómo que “con Sara”?

-         Llevan un rato en la cocina… Iban a traer unas copas, pero ya conoces a Sara…- dijo Merchu provocando que a Marta le cambiara la cara.

       Merchu sabía que esa información desesperaría a su amiga y era una especie de venganza, por sí el comentario de antes había ido para molestarla; porque Marta se fiaba de cualquiera menos de Sara… Por la cabeza de Marta, pasaron mil imágenes de cómo Sara jugaba con los tíos a su antojo para ridiculizarlos. Pensó que, hasta cierto punto, no podía evitar que una amiga suya se enrollase con su hermano; pero sí que su amiga jugase a ese juego de provocación con su hermano. ¿O Sara había sido otra de las siete? ¿Por qué sentía ese ardor en el pecho cuando pensaba en que alguna chica se relacionaba con su hermano? Eso no eran celos de hermana… Fue directa hacía la cocina, esperando encontrarse lo peor.

-         ¿Por qué le has dicho eso?- dijo en voz baja Elisa a Merchu.

-         Bueno, siempre es divertido ver a esas dos leonas discutir…

-         ¡Qué hija de puta!- rió Elisa sentándose al lado de Merchu en el sofá.

      Marta entró en al cocina dando un buen golpe en la puerta, para interrumpir alguna escena que no quisiera ver. Sara y Mario se separaron, en un momento, porque su jueguecito de aproximar sus bocas seguía… La hermana de Mario los miró en silencio un momento y trató de disimular el gesto de desagrado con una sonrisa forzada.

-         ¿Os parecerá bonito? Las chicas esperando las copas y vosotros aquí de charla.- sonrió Marta, que había visto como las caras de los dos chicos se separaban al entrar ella.

      ¿Se estaban besando? Por un momento, sintió que tenía ganas de arrancarle la cabeza a Sara… ¿Cómo coño se atrevía a liarse con su hermano y en su casa?

-         Por fin bajó la mujer más guapa de toda la casa…- dijo Mario, bajando de la encimera y acercándose a su hermana para besarla en una mejilla y decirle al oído.- Nunca haría nada con ella, no te enfades…

      En ese momento sonó el timbre de la puerta anunciando que los amigos de Mario ya estaban aquí por lo que el chico cogía dos botellas y se dirigió al salón.

-         Ya están estos aquí, voy a abrirles… Llevad lo demás, ¿vale?- dijo el chico pasando por al lado de su hermana.- Sara, guapa, lleva mi copa para allá…

-         Vale…- dijo la chica bajándose de la encimera y cogiendo las dos copas.

    Marta cogió las botellas que quedaban y esperó a que su hermano saliera de la cocina, para ponerse en el camino de Sara.

-         ¿Qué coño hacías?- le reprochó a Sara.

-         ¡Hey! No estaba haciendo nada…

-         ¿Lo estabas besando?

-         ¡Nooooo! Sólo estábamos jugando… Nunca haría eso, tía. ¿Por quien me tomas?

-         No quiero juegos con mi hermano, ¿de acuerdo? Hay mil tíos ahí fuera. Mi hermano ni tocarlo.

-         Vaya, me he enrollado con novietes tuyos y no te has puesto así.- rió Sara besando en los labios a Marta, en un gesto que siempre hacían para disculparse.

-         Vale, lo siento… Pero, entiéndeme: es mi hermano, no quiero que lo putees…

-         Marta, ha sido tu hermano en que ha empezado el juego… Ese chico es un rompe bragas, te lo digo yo…- dijo Sara sonriendo.

-         ¿Él ha empezado el juego?

-         Sí, ¿y quieres saber una cosa? Me ha ganado, sino llegas a aparecer le hubiera comido la boca…- dijo la chica echando a correr hacia la puerta riendo.

-         ¡Serás…!- dijo Marta golpeando a su amiga en el hombro, creyendo que Sara estaba bromeando para enfadarla.

       Pero Sara no bromeaba, porque sabía que había perdido: no sabía que fuerza de atracción tenía ese chico, tan desaliñado, en comparación con los tíos con los que se enrollaba… Pero sus palabras, sus gestos, su trato para con ella, le habían hecho casi caer y romper esa distancia corta que los separaba. Pero bueno, él no sabía nada y ella no pensaba confesárselo.

      Mario llegó al salón justo cuando Elisa estaba abriendo la puerta a sus amigos… David, Lucas, Jesé, Karlos y, por supuesto, Brau…

-         ¡Mira lo que traigo, Mario! ¡Tequilaaaaa!- gritó Brau pasando por al lado de Elisa.

-         Eres un cabrón…- dijo Mario con una pequeña sonrisa.

-         Un momento…- dijo el chico, lanzando la botella a David que la cogió al vuelo con dificultades, y girandose hacia Elisa, cogiéndola de la mano, se la besó.- Lo primero es lo primero… Mademoiselle…

        La chica se ruborizó porque no estaba acostumbrada a ese tratamiento por parte de los hombres; pero Brau era un chico especial… La antítesis de Mario: crápula, conquistador, chistoso.

-         Hoy beberás tequila, lo sabes, ¿no?

-         Siempre vas a  estar recordándome eso, ¿verdad?- rio Mario, abrazando al loco de su amigo.

-         Sabes que sí… Hola Merchu.- saludó el chico, besando a la chica en los labios con cariño.

-         Hola Brau… ¿has conseguido que te inviten a una fiesta bajo techo?

-         ¡Sí! ¡Muy locos! ¿verdad?- decía el chico que se fijaba en Marta y Sara que acababan de salir de la cocina.

El chico fue a pasar por al lado de Mario que lo agarró del codo, parándolo en seco y haciendo que Brau lo mirase sorprendido.

-         Primera norma de la casa: mis cosas no se tocan y mi hermana es mía, ¿vale?

-         Entendido, tío…- sonrió el chico acercándose a Marta para saludarla con dos besos.

       Marta lo saludó intentando guardar las apariencias, porque esa frase de su hermano la había descolocado: “mi hermana es mía”. Posesivo, irracional… Le encantó ese arrebato tan racial en su pequeño hermano.

-         Aquí traigo el hielo…- dijo Karlos que enseñaba la bolsa.

-         Nosotras te ayudamos a preparar las copas…- dijo Merchu, levantándose del sofá y atrayendo las miradas de David a sus piernas.

       Los amigos del grupo de Mario comenzaron a preparar las copas, mientras sonaba la música, charlando con Elisa y con Merchu que, para sorpresa de Marta, no prestaba ninguna atención a su hermano.

        En el otro lado de la sala, David hablaba con Mario, mientras Brau bromeaba con Sara… Marta estaba, un poco, en tierra de nadie; miraba la escena de Sara dejándose querer por ese personaje que era Brau y a sus amigas ya bailando con Lucas y Jesé, que reían ante la nula capacidad de Karlos para llevar un ritmo coherente. Al final, se fijó en su hermano que la miraba con ternura y alargó su mano para llamarla. Se cogió a su mano y Mario la agarró de la cintura para acercarla a él, mientras hablaba con David. Ese gesto tan simple para él, también le había encantado a Marta, que se preguntaba porqué gestos que antes no eran nada para ella, la hacían sentir ahora así…

     ¿Eran estos los juegos que antes hacía con su hermano y que se estaban volviendo en su contra ahora? ¿Qué había provocado que Mario cambiara tanto su actitud con ella cuando antes evitaba cualquier contacto fisico?

-         ¡Hey, Marta! Tienes que escuchar esto…- dijo Sara acercándose cogida de la mano de Brau.- ¡Vamos! Dile lo del tequila…

-         ¿Se lo has contado?- protestó Mario, pero riendo.

-         No es tan malo.- añadió David, sumándose a la broma.- Lo malo que ahora sabrán tu kryptonita.

     Marta seguía sin entender nada y miraba desconcertada a Mario, que negaba con la cabeza para que no se preocupara…

-         Resulta que a tu hermanito no le hace falta viagra, se toma un par de chupitos de tequila y ¡boom!- dijo Sara con una sonrisa y haciendo cosquillas a Mario.

-         Sólo fue una vez… Sois muy exagerados…

-         Sí, sí, exagerados…- dijo Brau.- Los gritos de la chica se escuchaban en toda la sala… ¡Que manera de follar!

      Todos los presentes, incluidos los que estaban bailando, estaban pendientes de la conversación.

-         ¿Quieres un chupito, guapo?- bromeó Sara con la botella en la mano.

-         A mi hermano no le hace falta nada de eso para destrozarte en una cama…- le defendió Marta, provocando que todos los amigos aullaran alentando el enfrentamiento.

      Mario miró con sorpresa la reacción de su hermana, y sonrió apretando su cintura a la que seguía agarrado. Siguieron con las bromas y bailando con la música… Karlos y Jesé protestaban las elecciones de música de Merchu y, sobre todo, Elisa. David se liaba un porro al lado de Mario, mientras Marta ponía dos copas más. La verdad que la fiesta, se desarrolló con tranquilidad con una charla amena de todos y las bromas absurdas de Brau que, cada vez, parecía tener estar más obnubilado por Sara, que miraba sonriendo a Marta.

      Marta, por su parte, trató de separarse un poco de su hermano y hacer por conocer a sus amigos; nunca había tenido relación alguna excepto con David, al que sí conocía de haberlo visto por casa… Se acercó a donde estaba Merchu, que charlaba con Karlos y Jesé, y se sentó a su lado en el sofá. Los ojos de Karlos, un chico muy noble pero algo bravucón, se clavaron en el escote de Marta, que sonría de forma disimulada, tratando de recuperar la personalidad que la actitud de su hermano había subyugado.

-         Mira Marta, Karlos se está quejando de que esto no es música.- dijo Merchu mientras escuchaba canciones de Shakira.- ¡Lo dice un tío que aporrea la batería!

-         Vaya, ¿tú tocas con mi hermano?

-         Lo que me deja tocar…- bromeó Karlos haciendo que Jesé riera.

-         ¡No seas tonto! Limbo se llama el grupo, ¿no?- dijo Marta interesada en averiguar cosas de la parte oculta de la vida de su hermano.

-         La primera ni tocarla que es de mi hermana… La segunda es la mía y, cuidado, que no quiero tener que matarte…- escuchó decir a su hermano.

Cuando levantó la cabeza, vio que se dirigía a Lucas y Elisa que subían por las escaleras cogidos de la mano… Mientras Brau y Sara aplaudían la osadía de los chicos que eran los más cortados de las respectivas pandillas.

-         ¡Joder! ¡Lo que me faltaba! Con lo caliente que estoy y los que follan son otros…- soltó Merchu haciendo que, no sólo Karlos y Jesé abrieran los ojos como platos, sino también Marta.

-         ¡Nena! Qué te los vas a cargar de un infarto…- dijo Marta , con una sonrisa, viendo la cara de los chicos.

-         ¡A esta edad no dan infartos!- dijo Merchu señalando el sofá para que Jesé se sentara a su lado.

       Marta miraba sorprendida a su amiga, porque podía esperar esos juegos de Sara, pero Merchu siempre había sido menos lanzada con los chicos; por eso, le dejó alucinada que fuera ella la que se había acostado con su hermano… Por supuesto, los chicos no se hicieron rogar y se sentaron uno a cada lado de las dos chicas.  Se percató de la actitud de Jesé con Merchu; como la miraba con disimulo a los ojos y sonreía de forma nerviosa al estar a su lado. Marta miró de reojo a su hermano, que miraba la escena con curiosidad. Algo le decía que no era Merchu la que le provocaba era cara de mal humor. Sonrió como si estuviera orgullosa de hacer sentir esas cosas en su hermano.

       Recordó una frase que le dijo su amiga Sara un día: “Hay dos formas de provocar a un chico que te gusta: con caricias y cariños leves o con celos” Se sorprendió porque llevar a cabo eso, implicaba aceptar que se sentía atraída por su hermano Mario.

-         Oye, ¿cómo es que no sabía nada de que mi hermano tuviera un grupo?

-         Si te sabes el nombre del grupo…- dijo Jesé con curiosidad por saber a donde llevaba esa conversación.

-         Lo he visto en una foto de su ordenador…- soltó Marta, haciendo que por primera vez, Merchu se pusiera nerviosa, porque sabía de la existencia de “otras” fotos más comprometidas.

-         Pues no sé porque no te he dicho nada; pero vamos llevamos menos de tres meses. ¿Tampoco sabías que tu hermano tocaba la guitarra electrica?- sonrió Karlos.

-         Sí, yo sabía que tocaba la guitarra con David, pero me ha sorprendido lo del grupo.

-         Yo sí lo sabía…-dijo Merchu sonriendo.

-         ¡Claro, tú has venido a algún ensayo!.- aseguró Jesé.

      “¡Será zorra!” pensó Marta al darse cuenta la de cosas que Merchu le había ocultado en los últimos meses; había ido a ensayos del grupo de su hermano y no le había dicho nada… Se daba cuenta de que todas parecían saber más cosas de Mario que ella misma, y eso llegaba a molestarle. ¿Cómo había estado tan ciega para no darse cuenta como Merchu se acercaba a su hermano?

-         Pues como te he dicho, no tenía ni idea de que teníais un grupo… Además esa música no me gusta.

-         Bueno, a mí tampoco me gusta esto, pero siempre es bueno cambiar de ambiente, ¿no?- dijo Karlos.- Pero eso puede tener solución, mañana… ¡Augh!

      Jesé dio un codazo en el costado a Karlos que hizo que el chico se quejara y lo mirara, pidiéndole que guardara silencio; Marta miró la escena, empezando a entender porque nunca había sabido nada… ¿Era un pacto de silencio?

-         ¿Por qué le pegas ese codazo? - dijo Marta a Jesé que no sabía como salir del embrollo y miraba para el suelo.

-         Por nada…

-         ¿Cómo que por nada? ¡Ven aquí!- dijo Marta cogiendo de la mano a Jesé y saliendo al jardín interior.

       Marta miró como a su hermano, que veía la escena desde lejos totalmente, le cambiaba la cara al ver a su hermana salir con otro chico. “Con cariños suaves o con celos” volvió a repetir la frase de Sara en su cabeza, que aplaudía junto a Brau… De todas formas, la idea de Marta no era enrollarse con Jesé, sino sacarle toda la información que podía. El pobre iba como un cerdo camino del matadero, sin saber muy bien que hacer: Mario lo mataría y él no había provocado nada. Pero cuando iba detrás de ella, cogido a la mano, y veía el culo de la hermana de su amigo marcado en esa minifalda de volantes y tul… Parecía que empezaban a  importarle poco las consecuencias.

-         Déjala… ¿Qué coño haces?- dijo David, sujetando a Mario del brazo cuando se disponía a salir detrás de su hermana.

-         ¿Qué coño hago yo? ¡Qué coño hace Jesé!- dijo Mario, mirando a David mientras Marta ya había salido al exterior.

-         Pues, sin que te enfades, creo que se va a hacer el coño de tu hermana…- río el chico, tratando de calmar a Mario que estaba apunto de perder los papeles por la broma de David.- ¡Vale, vale! Pero, si no recuerdo mal, ella es la hermana mayor y era Marta la que llevaba casi a rastras a Jesé… Además, tengo una mala noticia: creo que tu hermana no es virgen, ¿eh?

      Mario no podía enfadarse por la forma de hablar de David, porque siempre había sido así; y era una de las cosas que más le gustaban de ese tío: que siempre era claro y conciso, sin dobleces de ningún tipo.

-         Tómate una copa conmigo y cálmate… Te va a explotar una vena y no podrás tocar mañana.- dijo el chico causando la risa de Mario.- Y si quiere follar, que folle…

      El chico sonrió de manera forzada porque no sabía porque, de repente le sentaba tan mal que su hermana estuviera con otro… Bueno, si lo pensaba bien, siempre le había molestado; era superior a sus fuerzas enterarse de los tíos con los que Marta de había enrollado… Ninguno parecía ser suficiente bueno para ella; Marta se merecía a alguien infinitamente mejor: que la quisiera, que la cuidara, que le gustara por algo más que por esas tetas y ese culo… ¿Él? Esa idea apareció en su mente y se le secó la garganta. ¿Qué estaba pensando? ¡Estaba enfermo!

-         Dame esa copa…- dijo Mario alargando la mano para coger la copa de whisky con cola que David, acababa de preparar.

     Marta salió al jardin donde estaba la piscina y se sentó en un balancín que había al fondo; la zona estaba bastante iluminada porque no quería que el chico albergara esperanzas.

-         Quiero hablar contigo, ¿vale?- dijo la chica, dando toques en el balancín para que Jesé se sentara a su lado.

El chico, el más tímido de los amigos de su hermano con diferencia, se sentó mientras en su cabeza daban vueltas las imágenes de la paliza que Mario podría darle si se acercaba a su hermana.

-         Mira, Marta… Eres una tía espectacular pero yo no…

-         ¿Me estás rechazando? Qué yo sepa no he pedido nada.

-         Lo sé, pero tu hermano es amigo mío y yo no quiero líos con él…

-         ¡Vaya! No te preocupes no busco eso... Si no lo sabrías. No vamos a follar, sólo quiero hablar contigo.- dijo Marta, mientras el chico abría los ojos como platos.

Él, a sus dieciocho años, sí era virgen y la simple idea de follar con Marta, una de las tías más buenas del barrio, le puso la polla como un hierro debajo de sus pantalones; pero en su cabeza solo había la imagen de otra persona

-         Además ya sé que a ti quien te gusta es Merchu…

-         ¿¿Quéee??- dijo el chico deteniendo el balanceo que había iniciado Marta.

-         No te preocupes no pienso decir nada, pero son cosas que las mujeres nos damos cuenta… Cómo la mirabas en el salón.- dijo la chica poniendo la mano en la rodilla de Jesé, que seguía alucinado.

-         Yo no he dicho que eso sea verdad.- le defendió Jesé.

-         Tampoco has dicho que sea mentira… Pero eso no es lo que quería hablar contigo…Quiero que me cuentes porque le has dado el codazo a Karlos…- dijo la chica mientras tocaba sus piernas desnudas y el chico no sabía donde mirar.

Siempre se le había dado bien usar las armas de mujer para conseguir información… Un poco de piernas, dos roces con la mano y un par de besos y ¡conseguido!

-         Bueno, tu hermano nos dejó claro que nada de invitaros al concierto.

-         ¿Concierto? ¿Qué concierto?

-         Mañana tocamos nuestro primer concierto, es un concurso…

-         ¿Cómo? ¡No entiendo la manía de que no quiera que sepa nada de ese grupo!

-         Bueno, tu hermano se oponía a que nos presentáramos al concurso… Dice que llevamos poco tiempo y que deberíamos esperar más.

-         Mi hermano, como siempre, tan inseguro… Siempre nervioso para los exámenes y lo aprueba todo…- dijo Marta, que notaba que cada día estaba más orgullosa de su hermano.

-         Nos dio su consentimiento para tocar, con la condición de que no se lo dijéramos a mucha gente… - sonrió Jesé, mirando a la puerta nervioso por si aparecía Mario y se pensaba algo que no era.

-         Sí, pero a Merchu bien que la dejó ir a un ensayo…- dijo la chica algo molesta porque su hermano hubiera permitido ir a su amiga, lo que quizás quería decir que le importaba más de lo que creía.

-         Bueno, eso no es así… A Merchu la invité yo, pero parece que no funcionó muy bien el plan.

-         Entonces ¿se avergüenza de que os veamos tocar?

-         La verdad que no lo sé, puede que sí… Si te digo la verdad, conmigo no habla mucho… Más con Brau y David. ¿Por qué no le preguntas a ellos?- dijo el chico que ya parecía más calmado y cómodo, al ver que su amigo seguía dentro de la casa sin presuponer nada.

-         Tranquilo, la puerta del jardín está abierta; mi hermano no va a pensar nada raro, ¿vale? Sólo quería saber… - dijo Marta como si adivinara el pensamiento de Jesé.- Además sabe que si quisiera hacer algo contigo te habría llevado a mi habitación.

-         ¿Llevas a muchos tíos a tu habitación?- preguntó riendo Jesé, que empezaba a caerle simpático a Marta, a pesar de casi no conocerlo.

-         La verdad que sí, y están enterrados aquí detrás, cuando los pilla mi hermano.- bromeó Marta haciendo que Jesé se pusiera tenso.

La chica estalló en carcajadas ante la inocente reacción del amigo de su hermano, que empezó a reír también; ella pensaba que a Jesé le hacía falta un poco de maldad para conquistar a Merchu, pero le apasionaba el reto de ayudarlo porque nunca había hecho de celestina.

-         Es más fama que otra cosa; no hagas caso a todo lo que oyes de mí…- dijo Marta sonriendo a su nuevo amigo.

-         La verdad que no he oído nada de ti… Bueno, David decía que estabas muy buena y eso sí es verdad.- dijo el chico, viendo como Marta le sonreía con esa afirmación.- ¡No me mires así! ¡Mirame! Soy un tío de dieciocho años casi sin experiencia y tú eres una tía de veintitrés que es u autentico bombón.

-         Gracias…- dijo la chica, pellizcando la mejilla del chico como si fuera una abuela.- Pero me refiero a las cosas que dicen de nosotras…

-         Te repito que no he oído nada; ¿crees que alguien tendría huevos para decir algo de ti, delante de tu hermano?

-         Yo creo que no es para tanto, es bastante inofensivo.

-         Menos cuando bebe tequila…- replicó Jesé haciendo la mímica de una erección considerable.

Los dos chicos volvieron a reír a carcajadas por la ocurrencia de Jesé, miró al chico y se puso un gesto tierno.

-         ¿Sabes? Te valoras muy poco… Lo primero que nos gusta a las tías es un tío con confianza en sí mismo… No un chulo o un prepotente…

-         Como Brau…- dijo el chico poniendo un ejemplo de prepotente.

-         ¿Ves? Es un buen ejemplo… Yo nunca me enrollaría con un tío como Brau. No es prepotente, pero si el clásico graciosillo.

-         Pues parece que a tu amiga Sara le gusta…

-         Sara pertenece a otra especie… No entra en la catalogación de “chica normal”- dijo Marta poniendo los ojos en blanco al recordar las burradas que había visto hacer a su amiga.- Bueno, a lo que íbamos… Tienes que ser más confiado en tus posibilidades, eres un buen chico… Tendrás que esforzarte para llevarte al huerto a alguien como Merchu.

-         Pues lo llevo claro…Tampoco es tan importante, me gusta pero como muchas otras.

-         ¡Claaaaaaro! Por eso la invitaste a un ensayo, por eso no le quitas ojo de encima y, por eso, no te has separado de ella en toda la noche.

-         Estás buenísima y encima eres lista…- susurró Jesé mirando a los ojos a Marta.

-         Yo te puedo ayudar a acercarte a ella…- dijo Marta que veía la posibilidad de matar dos pajaros e un tiro: ayudar a Jesé y quitarse a Merchu de su camino.

-         ¿Y qué ganas tú con eso?

Marta paró unos segundos a reflexionar, porque no sabía muy bien que ganaba ella con eso. ¿De verdad estaba dispuesta a seguir con ese juego tan extraño que había empezado con su hermano? Sentía a Merchu como su enemiga, pero ¿eso por qué? Trató de auto convencerse de que sólo trataba de descubrir más cosas de su hermano, aunque a estas alturas ya no podía negarse a sí misma que le iba encantando lo que descubría

-         Nada, sólo que tú y yo seamos amigos y que me ayudes a conocer más a mi hermano…

Jesé respiró hondo y se levantó del balancín; metió la mano en el bolsillo de atrás del pantalón y sacó tres entradas para el concierto y se las entregó a Marta.

-         Yo no te he dado nada, ¿vale? Pero tendrás que llevar a Merchu.

Marta sonrió y le dio un tierno beso en la mejilla, mientras cogía las entradas de la mano de Jesé… Las miró con una sonrisa y después miró a Jesé:

-         Trato hecho…

Entraron en la casa y siguieron todos con la fiesta; Marta estuvo más sociable que antes de la conversación con Jesé y los dos amigos se miraban de vez en cuando como si guardaran algún secreto… Mario se había dado cuenta de esas miradas, pero seguía bebiendo con David y charlando de cosas relativas al concierto del día siguiente.

-         Se ha acabado la bebida.- dijo Brau, acercándose a Mario.- Sara y yo hemos pensado en que salgamos a tomar la última a algún lado, ¿no?

-         Yo no creo que salga, mañana es el concierto y no tengo ganas de emborracharme mucho…

-         Tío, relajate un poco… Todo saldrá bien, nos has hecho ensayar mil veces las canciones…- dijo David, que mostraba así su conformidad con la idea de Brau.

-         No, gracias… Además estoy hecho polvo, mis padres me despertaron temprano para que les ayudara a cargar el coche y estoy muerto…- dijo Mario, poniendo una excusa convincente.

-         Bueno como quieras… No te pajees mucho esta noche, que dicen que cada vez que te corres bajas un tono…- rió David mientras se alejaba de él.

-         ¡Hey, tíos! Nos vamos a tomar la última a la calle, ¿Quién se apunta?

Todos se apuntaron alborozados por el efecto del alcohol, pero Marta estaba pendiente de su hermano que recogía el salón entre las bromas de sus amigos que lo llamaban cobarde y dormilón. Mario se fue hacia la cocina mientras todos cogían sus cosas y se marchaban. La verdad que no le vendría mal quedarse a solas un rato y descansar en su habitación viendo alguna pelicula… Pero eso sería después de recoger, porque Marta se habría ido con ellos y, por supuesto, no recogería nada.

La puerta de la cocina se abrió unos minutos después y entró su hermana Marta, con las pocas cosas que quedaban en el salón; se había cambiado de ropa y traía un pijama que era una invitación al pecado. Una camiseta de tirantes semitransparente, que marcaba sus tetazas y un pantalón cortísimo suelta que no hacía justicia al precioso culo que tenía.

-         ¿Qué… Qué haces aquí?- tartamudeó Mario que ya no podía negar que miraba a su hermana con ojos de deseo.

-         No sé, creo que es mi casa, ¿no?- dijo Marta, mientras dejaba los vasos en el fregadero.

-         Creí que te habías ido con ellos…

-         Me apetecía quedarme con mi hermanito.- dijo Marta sentándose en una silla de la mesa de la cocina.- Deja eso y siéntate conmigo un rato, ¿no?

        El chico se secó las manos con un paño y se sentó en la silla sin atreverse a mirar a su hermana, para que no notara su alterado estado.

-         Quiero que juguemos a las preguntas.- dijo la chica divertida por tener a su hermano contra las cuerdas.

-         ¿Otra vez? Ya te dejé preguntarme…- se defendió Mario.

-         Esta vez será diferente. Te dejaré preguntarme; ¿no hay nada que quieras saber de mí?

-         Puede ser…

-         Vale, esta son las normas… La respuesta solo serán “sí” o “no”. Y para decir “sí” tendremos que beber un chupito de tequila.- dijo acercando la botella y dos pequeños vasos.

        Ya estaba totalmente seguro; no eran imaginaciones suyas, su hermana estaba tonteando con él. Y, lo peor, es que le encantaba…

-         Está bien…- dijo el chico cogiendo los vasos y llenándolos de esa bebida que lo hacía ponerse tan caliente.- Pero empiezo yo con las preguntas, es lo justo…

-         ¡Vaaaaale, pesado! Empieza…- dijo la chica apoyando los codos en la mesa y dejando ver a Mario buena parte de sus tetas.

-         ¿Te has enrollado con Jesé ahí fuera?- preguntó Mario, esperando la reacción de su hermana.

        Ella cogió el vaso de chupito y lo acercó a su boca, sacó la lengua como si fuera a probar la bebida. Pero, rápidamente, lo dejó sobre la mesa otra vez.

-         No, no me he liado con él.- dijo dejando confundido a Mario, que notaba que le había gustado mucho saber que su hermana no había estado con otro esa noche.- ¿Me toca?

        Mario asintió por toda respuesta, esperando la pregunta de Marta que, no sabía porqué, suponía por donde iría y que tendría que ver algo con Sara y la escena de la cocina.

-         ¿Te has follado a Merchu?- soltó Marta, dejando a Mario petrificado y ella con una sonrisa de superioridad.

       El chico no alcanzaba a saber como su hermana se había enterado de eso; Merchu no podía haberle contado eso, porque no la veía capaz de romper ese pacto que tenían… Aún así, Mario se bebió el primer chupito mientras algo ardía en el interior de Marta. Era la confirmación tácita de algo que ella ya sabía.

-         Te toca…- retó Marta que estaba segura de que no había nada que pudiera abochornarla.

-         ¿Te lo ha dicho Merchu

Marta rió ante la habilidad de su hermano para encontrar un resquicio por el que pudiera beber, pero no lo conseguía.

-         No, ella no me dijo nada.- dijo Marta y viendo como Mario sonreía.- ¿De qué te ríes?

-         Sabía que ella no contaría nada, pero sigo sin saber como te has enterado…

-         Subestimas a tu hermana… ¿Seguimos?- replicó la chica y el chico volvió a asentir.- Empezamos a calentar la cosa, quiero saber cosas de mi hermanito. ¿Te has corrido en la boca de alguna chica?

       El chico bebió otro chupito y sacudió la cabeza con los ojos cerrados, al notar el alcohol en su garganta.

-         Me vas a emborrachar…- rió mientras llenaba de nuevo el vaso.

-         Yo en cambio estoy seca…- bromeó Marta para picar a su hermano.

-         ¿Me dejas preguntar cosas como esa?- dijo Mario cada vez mas animado por los chupitos unidos a las copas que antes había bebido.

-         Que yo sepa no te he puesto limites…

-         ¿Te has tragado la lefa de algún tío?

        Marta bebió tras encogerse de hombros; era evidente que su hermana tendría experiencia en algunas de esas cosas, pero el hecho de confirmarlo hizo que la polla de Mario se endureció en sus pantalones.

-         ¿Estás bien? Te has quedado callado…

-         Lo… Lo siento, es que todo esto me está…

-         ¿Calentando? Venga la última pregunta y podrás irte a tu habitación.

-         De acuerdo la última…

-         ¿Te vas a hacer una paja esta noche?

        Mario cogió el vaso y se bebió mirando a los ojos a su hermana; ya le daba todo casi igual, porque su casi embriaguez le impedía guardar las distancias que mantendría sin el alcohol.

-         ¿Sabes?- dijo Marta levantándose de la mesa para dirigirse a la salida de la cocina.- Me encanta todo lo que sé de mi hermanito. Prométeme que será siempre así.

-         Te lo prometo que lo intentaré, aunque sigue sin parecerme moral.

-         ¿Moral? Hermanito, la moralidad está en el corazón de cada persona, que no te impongan unos condicionantes sociales o sexuales. ¿qué hay de malo en que hablamos de sexo?

-         Nada, supongo… Pero yo…- decía Mario mientras sus ojos se iban al cuerpo de su hermana, cuya camiseta de pijama marcaba sus pezones erectos.

-         Buenas noches, hermanito… Y no dejes la puerta abierta mientras te haces esa paja, vaya que alguien te vea- dijo la chica saliendo de la cocina, mientras sentía los ojos de su hermano clavados en el culo.

        Subió las escaleras pensando que ya no era el inocente juego que llevaba con otros tíos; estaba seduciendo a su hermano, quería tenerlo para ella… Se dio cuenta que ese día se masturbó no pensando en Merchu siendo follada, sino en que su hermano era quien la follaba… Entró en su habitación sonriendo al pensar que su hermano se iba a hacer una paja en la habitación de al lado… Y pensaría en ella, para correrse.

        No lo pudo evitar y su mano volvió a entrar en sus braguitas cuando escuchó la puerta de su hermano cerrarse; sabía que se estaría masturbando al otro lado de ese muro y la idea la calentaba… Ella también se estaba masturbando pensando en él…

(CONTINUARÁ)

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