miprimita.com

Entre caperucitas y lobos (Cap 3: ¿Jugamos?)

en Amor filial

            - ¿Me puedes explicar como has llegado de escribirle para rechazarlo a invitar a Dani a salir con tus amigos?- me preguntaba mi hermana María mientras observaba como me terminaba de vestir con mis vaqueros preferidos y una camisa verde a medio abotonar.

            - No ha sido idea mía.- dije con una verdad a medias.- Nos encontramos a Ali cuando paseábamos y le invitó a salir con nosotras. ¿Cómo voy a decirle que no?

            Por mis rápidos movimientos y la actitud mediante la cual evitaba mirarla a la cara, mi hermana sabía perfectamente que le estaba ocultando algo. Aún así no hizo ningún amago de sonsacarme información porque sabía que podía causar que me arrepintiera de la cita como la vez anterior.

            - No te vas a poner esos viejos pantalones…- dijo con un hilo de voz.

            - ¿Cómo dices?

            - ¡Qué ni en broma voy a dejar que te pongas esos pantalones descoloridos en la cita con Dani!

            - ¡Te he dicho que no es una cita! ¡No seas pesada!

            - ¡Por dios, Nuria! No te estoy pidiendo que te lo folles…- dijo mi hermana con expresión de hartazgo.- Sólo es un chico que se interesa por quedar contigo; trata de ser amable.

            - ¿Y qué tiene que ver la amabilidad con que no pueda ponerme mis pantalones favoritos?- gruñí, haciendo que María pusiera los ojos en blanco.

            - ¿Tus favoritos? ¡El famoso sentido de la moda de mi hermana Nuria! ¡Versace se está peleando por conseguir sus servicios como asesora!- gritaba poniéndose de pie en la cama y bromeando.

            - Sólo vamos a salir en pandilla a tomar algo, no habrá nada raro. Sabes que no voy a permitir que la cosa se tuerza.

            - ¿Ni un besito?

            - No.

            - ¿Ni una mamadita?- dijo María simulando una felación.

            - ¡NOOOO!- le grité lanzándole un cojín.

            No pude evitar comenzar una pelea de cojines con mi hermana, hasta que los golpes de mi padre a la puerta nos hicieron saber que estábamos haciendo demasiado ruido

            - ¡Nuria, María! ¡Parad de hacer el tonto que os vais a hacer daño!- nos riñó mi padre desde atrás de la puerta.- Tu tío ha llegado y vamos a ver el futbol, salid que está aquí vuestro primo Dani.

            Las dos nos miramos sorprendidas porque no nos habíamos dado cuenta de la hora que era.

            - Ya está aquí tu novio.- bromeó mi hermana mientras me daba un azote en el culo.

            - Eres una…- traté de alcanzarla mientras salía de mi habitación huyendo.

            Me miré por última vez al espejo, para atusar mi pelo como si pudiera darle algún arreglo a mi complejo de Mafalda; salí al salón para observar como mi hermana bromeaba con mi primo Dani y éste reía divertido con las ocurrencias de María.

            - Aún es muy temprano, podemos ir a la cocina mientras Jorge viene, ¿no?- replicó mi hermana que, por supuesto, no estaba dispuesta a perderse el encuentro entre la “pareja”, como ella decía.

            - ¡UYYY!- gritó mi padre por la oportunidad que Leo Messi acababa de desaprovechar, mientras mi tío se tapaba la cara desesperado.

            Debo hacer un inciso para decir que si hay algo que mi padre adore sobre todas las cosas es el futbol y, especialmente, el F.C. Barcelona; hasta el punto de que siempre ha dicho que si una de nosotras hubiera sido un varón, nos habría llamado Johan, por el inefable entrenador holandés creador del Dream Team.

            Mi primo Dani miraba con cara de circunstancias la pantalla, como si no le gustara lo que ocurría en ese campo de futbol; mi hermana lo miró divertida y, tras darle un golpe en el hombro le dijo:

            - ¡No me digas que no eres del Barça!- sonrió mientras mi primo negaba con la cabeza.- ¡Bufff! Pues empiezas mal en la familia… No serás del Madrid, ¿verdad?

            - No, hasta en eso ha salido raro el chico.- interrumpió mi tío.- Es del Atlético de Madrid.

            Segundo inciso del relato… Si hay algo que odie mi padre más que al Real Madrid, es al Atlético de Madrid; siempre dijo que eran unos desgraciados que vivían de dar lástima y que no se esforzaban por ganar nunca a los madridistas y, en cambio, siempre sacaban algo positivo de los barcelonistas… Mi padre lo miró con la cara pálida y mi tío rompió a reír a carcajadas por su reacción.

            - ¡Anda! ¡Vamos a la cocina antes de que te descuarticen!- rió mi hermana agarrando a Dani del brazo.

            Comencé a pensar que, si no supiera que María estaba recién casada, podría pensar que estaba tratando de ligar con mi primo… O eso o yo estaba sintiendo celos de esa cercanía que yo no era capaz de conseguir por mi estúpida cabezonería.

            - Lamento dejarte en manos de mi hermana, pero con la boda todo se ha torcido un poco.- sonrió mi hermana mientras me daba un ligero codazo en las costillas.

            - Lo entiendo y no te preocupes, creo que hemos llegado a un acuerdo.- contestó Dani clavando su mirada en mí que no pude evitar desviarla.

            - ¿Un acuerdo?- replicó María arqueando las cejas.

            - Sí, ella desactiva las defensas del escudo anti-misiles para ser amable conmigo y yo destrozo al primer chico que trate de aprovecharse de ella.

            - ¿Ah si?- preguntó mi hermana.

            - ¿Ah sí?- repetí yo con cara de circunstancias.- No recuerdo haber llegado a ese acuerdo.

            - Supongo que estarías gruñendo y no te enteraste.- bromeó Dani, provocando que me pusiera roja de la vergüenza mientras María reía a carcajadas.

            - ¡Vaya! ¿Esto es una conspiración contra mí?- dije arrugando la nariz.

            - Bueno, cuéntanos algo de ti, primito. ¡No sabemos nada! ¿Tienes novia?- soltó María que no estaba dispuesta a que Dani se escapara sin confesar.

            Dani me miró con una sonrisa, sorprendido por la pregunta de mi hermana; yo, para variar, me limité a sonrojarme mientras jugaba con mi cabello para aplacar los nervios.

            - Pues no, no tengo; y además estás recién casada, así que lo nuestro no es posible.- sonrió mi primo dejando perpleja a mi hermana, lo que puedo asegurar que no es nada fácil.

            ¡Dani 1, María 0! Me empezaba a caer bien este chico, tenía la extraña capacidad de llevar al límite a todos los que le rodeaban pero con un aura de tranquilidad que lo hacía deseable. ¿Deseable? ¿Qué diablos estaba pensando?

            - Es broma, prima. No tengo novia y si te digo la verdad, tampoco es una de mis prioridades.- dijo Dani apretando la mano de mi hermana que recuperó poco a poco la compostura.

            - ¿Alguna truculenta historia de amor que haya roto ese corazoncito?- sonrió María mirando a los ojos del chico que en ningún momento se sentía incómodo con el interrogatorio.

            - ¡María, ya está bien!- interrumpí tratando de ayudar a Dani.- No tienes que contestar, es el clásico interrogatorio de mi hermana.

            - Tranquila, no me molesta.

            - ¿Entonces?- insistió María con los ojos entornados.

            - Que no me moleste no quiere decir que vaya a contestarte…

            ¡Señoras y señores! ¡Dani 2, María 0! Tuve que levantarme a la nevera para evitar reírme en la cara de mi hermana

            - Oye, ¿qué hacéis aquí todavía? ¿No salimos?- dijo Jorge que acababa de entrar en la cocina, impecablemente vestido.

            Mi hermana encontró en su marido la vía de escape ante el apabullante merecido que le estaba dando Dani por bocazas. Le dio un ligero beso en los labios y se agarró de su brazo.

            - ¿Qué tal la cita?- preguntó Jorge con una naturalidad que casi me hace escupir el trago de agua fría que estaba tomando.

            - Pues duró quince minutos, me llamó idiota, me gruñó un par de veces y volvimos a casa…- resumió Dani haciendo que me sintiera como una estúpida.

            - ¿Solo dos veces te gruñó? ¡Chico, eres un privilegiado!- dijo Jorge mientras dejaba a mi hermana para acercarse a mi.

            Me miró a los ojos mientras agarraba mi barbilla buscando mi mirada; me guiñó un ojo y me besó en la mejilla.

            - ¿Cómo estás, cuñadita?- dijo el marido de mi hermana en un gesto que nunca se había permitido. ¿Qué le pasaba a todo el mundo?

            - ¿A qué hora habéis quedado con Ali?- dijo María.

            - Dentro de una hora, en la plaza del Velouria.

            - ¡Madre mía! ¿Aún sigue abierto ese pub?- se sorprendió Jorge que no solía salir mucho por las noches desde que conocía a mi hermana.

            - Vamos, nos da tiempo a tomarnos una cerveza, juntos.- dijo mi hermana con una evidente sonrisa.

            No me preguntéis porqué pero, en ese momento, miré a Dani que con un sutil gesto con la mirada clavada en mí, negó con la cabeza. Y como si me hubiera transmitido un mensaje por telepatía, acepté su petición.

            - No, hermanita. Dani y yo vamos a tomar algo solos si no os importa.

            Creo que en la cocina se escuchaban hasta el goteo del grifo del fregadero del silencio que provocó mi frase.

            - Creo que los extraterrestres han abducido a mi hermana y han dejado una copia imperfecta.

            - Pues a mi me gusta esta copia.- sonrió Dani mientras le daba un beso en la mejilla a María y estrechaba la mano de Jorge.- ¿Por qué no nos vemos luego en Velouria?

            El joven matrimonio se miró entre sí con evidentes gestos de sorpresa, pero con una sonrisa en la cara. ¿Por qué se empeñaban todos en querer emparentarme? Creo que la principal misión en la vida de mi hermana y mi cuñado en los últimos años había sido buscarme pareja. Y, bueno, Dani era mi primo y un chico con el que podría hablar; me sentía fatal por usarlo, pero mientras él estuviera aquí no tendría que preocuparme por el acoso de esos dos.

            - ¿De verdad piensas salir con esos pantalones?- dijo mi hermana arqueando las cejas.

            - A mí me encantan.- añadió Dani provocando un nuevo silencio en la cocina. Plic, plic… La gota del fregadero.

            - Ay, dios…- murmuró mi hermana, mientras no podía evitar sonreír.

            - Nos vemos en Velouria a las once y media.- dijo Jorge, mientras cogía una cerveza de la nevera y nosotros salíamos de la cocina.

            Dani abrió la puerta justo delante de mí para dejarme paso en un gesto de caballerosidad; caminamos unos metros, en el más absoluto silencio, hasta la plaza donde tomamos aquel primer refresco.

-          ¿Por qué has dicho que querías que fuéramos solos?- pregunté sin dejar de mirar al frente.

-          Porque tú me lo has pedido.

-          ¡Pero si yo no he abierto la boca!- dije con una leve sonrisa.

-          ¿No es verdad que me lo has pedido sin decirlo? A veces los gestos dicen más que las palabras. La primera vez que nos vimos me dijiste que debía ser más observador.

-          ¡Vaya! ¡Te acuerdas!- exclamé golpeando su hombro en una de esas “caricias” poco femeninas que mi amiga Ali tanto me reprochaba.

Mi primo se detuvo en la misma mesa de  la misma terraza justo en el mismo bar donde tuvimos nuestro primer desencuentro; me miró con una pícara sonrisa y me invitó a sentarme.

-          ¿Volvemos a empezar?- sonrió mientras retiraba la silla como una invitación.

-          Sinceramente creo que nunca lo hicimos…- repliqué mientras tomaba asiento.

-          Tienes razón, pero es una forma de hablar; yo ya sé como eres y sabré andarme con cuidado.

-          ¿Ah sí? ¿Y cómo soy?

-          Tu escudo anti-misiles… Hay temas que es mejor no tantear contigo, porque te los puedes tomar como una amenaza. El hecho de que te des a conocer a la gente no implica que estas usen esa información en tu contra.

-          No pienso eso, pero hay mucha gente en la que he confiado y me han decepcionado.

-          Por supuesto, y habrá muchos más. Pero eso no significa que debas encerrarte en una jaula.- dijo Dani acariciando mi mano en un gesto que me puso la piel de gallina.- Ni tú, ni yo, ni nadie golpea más fuerte que la vida; pero no importa lo fuerte que golpeas sino lo fuerte que pueden golpearte… Y lo aguantas mientras avanzas, hay que soportar sin dejar de avanzar.

-          Eso es de Rocky Balboa… Es una frase de la película.- sonreí sorprendiendo a mi primito con mi memoria cinéfila.

-          ¿Ves? Ya te dije que esa clase de películas tenían moralejas…

           El camarero se acercó y pedimos nuestras consumiciones; él pidió una cerveza y yo una Coca Cola Light. Comenzaba a sentirme a gusto con ese chico, porque hacía por entenderme sin tratar de impresionarme. Es difícil encontrar a un chico que no hable de sus bíceps, de su equipo de fútbol favorito o que fanfarronee de lo buena persona que es. Me di cuenta que no sabía nada sobre su vida, sólo lo que mi hermana María había conseguido sonsacarle.

-          Y si abro la jaula para dejar entrar a un lobo feroz, ¿me morderás?- solté en un alarde de provocación que me llegó a sorprender a mi misma.

-          Bueno, creí que decías que era caperucito.- dijo Dani dándole un largo sorbo a la cerveza.- Dime tres cosas que odies en una persona.

Arqueé las cejas ante el extraño cuestionario del chico de eterna sonrisa. Trataba de conocerme de la forma más extraña del mundo.

-          Es mucho más fácil conocer a una persona por las cosas que odia que por las cosas que adora.

-          Bueno, pues… Odio que traten de controlar mi vida como si fuera una estúpida.- dije inclinándome sobre la mesa como si contara un secreto.- Odio esa maldita manía de esta sociedad de que una chica para ser plena debe tener una relación estable con un chico. Odio las rastas en el pelo, parece que el pelo está sucio. Odio los piercings en los hombres; odio las mentiras para quedar bien y…

-          ¡Hey, hey! ¡Dije tres!- bromeó mi primo que volvió a hacer que me sonrojara.

-          Lo siento me dejé llevar.- sonreí con vehemencia, para cambiar de tema radicalmente.- ¿Y quién eres tú? Quiero decir que no sé nada de ti; cualquier referencia a tu pasado, como mi hermana, ha sido esquivado.

-          ¿Qué quieres saber? ¿Si tengo novia? Vaya, primero una cita y ahora me dices que si tengo novia…

           Arrugué la nariz ante las continuas bromas que Dani me gastaba; era como si fuera totalmente imposible mantener una conversación seria con él. Pero, sin saber porqué razón, eso me encantaba ya que le quitaba importancia al hecho de estar sentada con un chico contándole cosas que nunca había contado.

-          Debo ser sincero contigo, no soy un buen chico- dijo con una extraña sonrisa-. Si esperas al clásico caballero andante que protege princesas y que cuida de la mujer como un valioso tesoro.

-          Vaya, ¿debo asustarme por eso?

-          No sé- se encogió de hombros- Creo que es algo positivo que trate de ser claro contigo; eres mi prima al fin y al cabo y no quiero tener ningún malentendido.

-          Vale, lo has conseguido, ahora estoy asustada- arqueé las cejas con desconfianza.

-          A ver, me he portado mal con alguna chica. He sido de los que sienten y se arrepienten; de los capullos que no dudan en prometer el cielo cuando solo pueden dar un infierno.

           En ese momento de la conversación, escudriñé a aquel chico con la mirada como si tratara de averiguar el secreto que escondía. Agarré lentamente mi vaso y le di un sorbo para aclarar mi seca garganta.

-          ¿Le has hecho daño a alguna mujer?- pregunté con miedo atroz a su posible respuesta.

-          ¿Físico? ¡No! Jamás se me ocurriría pegar a una mujer, pero hay formas de hacer daño a personas que nada tienen que ver con golpearla.

-          ¿Y te sientes orgulloso de ello?

-          Por supuesto que no.

-          ¿Pediste perdón?

-          Demasiadas veces, hasta que las palabras “lo siento” perdieron su significado. A veces comprendes que es mejor alejarse de una persona para no dañarla.

-          Eso es de cobardes…

-          Nunca dije que fuera un valiente.

           Se hizo un incómodo silencio mientras nos mirábamos a los ojos. No sé en qué instante comprendí que era mejor no seguir por ese tortuoso camino. Me sirvió para no idealizar a ese perfecto chico que parecía confesar que había sido un autentico cabronazo.

-          Prefiero no saber.

-          De acuerdo- dijo con gesto apesadumbrado que me sorprendió; puede que llevará tiempo esperando a contarle eso a alguien.- ¿Vamos a ese pub que decía tu hermana?

-          Velouria… Vale, pero allí estarán todos mis amigos.

-          ¿Y amigas? ¿Estará Ali?

           Creo que Dani debió notar como me sonrojé sin saber el motivo; la simple referencia a un posible interés por otra mujer me incomodó. ¡Vamos, Nuria! ¿En qué estás pensando?

-          ¡Ni se te ocurra jugar con mi amiga Ali! No permitiré que le hagas daño.

-          Yo pensaba en sacarle información sobre ti, ningún interés sexual por ella, te lo prometo- dijo mostrando un extraño gesto con su mano abierta con los dedos corazón y anular separados.

-          ¿Qué es ese gesto?- reí a carcajadas ante la niñería de mi primo.

-          ¿Nunca has visto Star Trek? Es la forma que tienen de saludar unos viejos amigos míos lo usan. Es un juramento.

-          Prefiero que no jures.- dije mientras me agarraba de su brazo para comenzar a caminar.

          Sentí que Dani se descolocó por mi cariñoso gesto y se puso tenso. ¡Una pequeña victoria para Nuria! Llegamos a la puerta del concurrido pub donde algunos de mis amigos se sorprendieron  al verme llegar acompañada de un desconocido. De entre la muchedumbre, surgió Ali como una leona que esperaba su presa para ponerse frente a nosotros.

-          ¡Vaya! Al final te ha convencido para salir…- le dijo Ali a  mi primo con una sonrisa de complicidad.

-          Más bien ha sido al revés; fui yo quién logró que aceptara salir. Tienes una amiga muy rarita.

-          No lo sabes tú bien.

-          ¡Ey! ¡Estoy aquí delante! Os estoy oyendo- protesté provocando las carcajadas de ambos- ¿Has visto a mi hermana?

-          ¿La recién casada va a venir?

-          Eso dijo.

-          Bueno, vayamos dentro a tomar algo, ¿no?- dijo Ali mientras cogía la mano de Nuria.

           El pub es uno de los locales de moda de nuestra ciudad, aunque supongo que impresionaría poco a Dani, acostumbrado a las enormes discotecas de su particular ciudad del pecado. Sonreí al imaginarme a mi primo tratando de ligar en algunas de esas macro discos, mientras bailaba al ritmo de alguna estúpida canción dance. Velouria era otro tipo de sitio, con música de los 90 y más rock y pop que otra cosa.

-          ¿Te gusta? No es muy grande, pero es lo que hay.- dijo como si tratara de disculpar la sencillez de aquel pub. Estúpido, ¿verdad?

-          Tiendes a justificar todo lo que hay alrededor tuya, no es una buena forma de impresionarme.- me dijo al oído para que lo escuchara sobre la incesante música, ya dentro del pub.

-          ¿Impresionarte?-  dije mientras me alejaba de él, para evitar el escalofrío que había notado al sentir su voz tan cerca.- ¿Estás acostumbrado a conquistar mujeres con esa táctica tan estúpida?

           Dani arqueó las cejas, a la vez que dibujaba una sorpresiva sonrisa en sus labios; negó con la cabeza como si desaprobara mi respuesta y se marchó a pedir algo a la barra. Justo en ese instante, sentí un fuerte cogotazo de Ali que me miraba con cara de circunstancias:

-          ¿Qué he hecho?- protesté frotándome el cabello.

-          Eres una espantamoscas… Te empeñas en alejar a todo bicho viviente de ti.

-          Tengo mis razones, ¿no crees?

-          ¿Sigues pensando en ese capullo? Esto es la vida real, Nuria. Ya está bien de que un tío, al que nunca llegaste a ver en persona, marque el resto de tus relaciones afectivas.

-          Pero, ¿qué dices? Eso no tiene nada que ver. Simplemente prefiero ser precavida y no colgarme del primero que pase por delante de mis ojos. Sobre todo cuando confiesa que no es precisamente un ángel con las mujeres.

-          ¿Eso te ha dicho?- rió Ali, que no se podía creer la sinceridad de mi primito del alma- Pero, ¿quién ha hablado de colgarse de nadie? Sólo te digo que es tu primo, que trates de ser amable porque el chico se lo está currando para caerte bien. Vale, es un poco bromista y te tira los tejos, pero no es nada que pueda impedir que paséis unos días fabulosos.

           La miré como si lo que me estuviera diciendo fuera una autentica locura, siendo lo mismo que yo pensaba. ¿Por qué me empeñaba en complicar las cosas con un tío que perdería de vista en unos días? Dani me tiraba los tejos indirectamente -o eso parecía- pero no pasaba ese límite de tío baboso. Odio las promesas incumplidas y la falta de agallas en los sentimientos, a eso se refería Ali con lo de aquel chico que nunca había llegado a conocer en persona. Un chico que conocí por Internet al que dejé sobrepasar la coraza con una inusitada facilidad para que un día, sin más, desapareciera.

-          Te he pedido una cerveza, la verdad que no sé qué sueles tomar…- dijo Dani ofreciendo el botellín helado de cerveza.

           Me encogí de hombros mientras agarraba la bebida y le daba un trago; me percaté del gesto de Dani que miró a Ali como si quisiera que le explicara mi actitud. Mi amiga también se encogió de hombros provocando que mi primo sonriera.

-          Sois tremendamente comunicativas, jaja.

Nuevo sorbo a la cerveza para no soltar una de mis frases de destrucción masiva.

-          Dice Nuria que le has confesado que no eres un santo con las mujeres.- dijo Ali con una parsimonia devastadora.

-          Vaya, mi primita te lo cuenta todo.- dijo echándome una mirada cómplice.

-          No lo sabes tú bien… Todo, todo.

-          Lo tendré en cuenta.- contestó Dani dándome un sorpresivo beso en la mejilla que me pilló desprevenida.

           A partir de ese instante, traté de relajarme y disfrutar de la agradable compañía; no solía ser una persona que se sintiera cómoda en ese tipo de sitios, supongo que las miradas inquisidoras de otras mujeres me sacaban de mis casillas. Extraño, ¿verdad? La actitud pasota con los chicos hacía que se sintieran más amenazadas porque creaba más interés en ellos. Por un momento pensé en lo que ocurriría si asumía una actitud de total entrega a mi primo. ¡Nah! Demasiado complicado.

          Cantamos algunas canciones que pinchaba el dj, mientras me sorprendía de los gustos musicales tan cercanos que teníamos tanto Dani como yo. Creo que bebí otras dos cervezas más, lo que puede asegurar que es muchísimo para mi; reí a carcajadas cuando mi primo obligó a Ali a bailar con él. A pesar de su reticencia, parecía que mi amiga aprobaba la actitud del visitante lo que complicaba las cosas para mí. Ningún chico podía acercarse a mí sin la pertinente aprobación de mi mejor amiga pero, sí conseguía pasar el corte, ya tenía una aliada en la conquista.

-          ¿Bailas?- me preguntó mi primo mientras me ofrecía su mano.

-          ¿En serio? ¡Ni loca!- protesté mientras negaba enérgicamente con la cabeza.

-          Es que si te quedas sentada toda la noche en ese taburete no podré ver tu trasero.

-          ¡Hey! ¡Qué bien que aún estéis aquí!- saludó mi hermana que llegaba junto a Jorge, su flamante marido.- ¿Qué tal, primo? ¿Está siendo muy borde contigo mi brujita?

-          ¡Nah! La tengo en el bote… Aunque me está costando emborracharla.- dijo Dani señalando los botellines vacíos de cerveza.

-          ¿Mi hermana está bebiendo?- sonrió María tapándose la boca en un gesto de asombro.

-          ¡Enseñándole cosas buenas!- bromeó Jorge echando la mano sobre el hombro de Dani.

           El grito de Ali al ver a mi hermana creo que sonó en todo el pub, atrayendo la miraba de no pocos curiosos. Las dos saltando como locas mientras se abrazaban, como si fueran dos colegialas. Por cosas como éstas son por las que siento vergüenza de salir con mi hermana.

-          Veníamos a proponeros un plan- dijo Jorge, dejando de lado a mi hermana que, entre risas, parecía poner al día a mi amiga Ali.

          “Los planes de Jorge” Perfectamente podía ser el título de una película de humor absurdo. Las ocurrencias de este personaje eran míticas, aunque siempre tratara de hacer las cosas con sentido común. Por un momento imaginé un plan que uniera a Jorge y a Dani y comencé a reír a carcajadas por la ocurrencia.

-          Y, ahora, ¿de qué se ríe?- dijo Dani mirando a mi cuñado.

-          Ah, es bipolar. No te preocupes.- bromeó Jorge encogiéndose de hombros- Tu hermana y yo habíamos pensado que os vinierais a nuestro nuevo piso esta noche a dormir; tenemos bebidas y podemos preparar algo para comer. Hay juegos de meses, videoconsola…

Dani me miraba fijamente con una sonrisa.

-          ¿Qué miras?

-          Tú decides.- dijo con mucha convicción- Lo único malo es que la visita de mis amigos se ha adelantado a mañana y tendré que ir a recogerlos. Pero allí estarás a salvo, estarás sentada en un sofá y no podré mirarte el culo.

-          Touché- sonreí y besándolo en la mejilla, venciendo todos mis reparos para darle una lección.

-          Bebe más de una cerveza, elogias su trasero, te besa en la mejilla… Tío, que has hecho con mi cuñada.- añadió Jorge muy serio haciendo que riéramos a carcajadas.

          Pero esa frase sin aparente malicia despertó en mí, una extraña sensación. Era verdad; me estaba dejando llevar sin esfuerzo porque estaba muy a gusto en su compañía.

-          ¿Os ha contado Jorge nuestro plan? – dijo María que venía con Ali de la mano.

-          Sí, y vamos a ir.- dije con total seguridad, lo que provocó un silencio en el que, si no fuera por la estridente música, se hubieran escuchado el sonido de las cigarras.

-          Yo prefiero quedarme, parejitas- dijo Ali, guiñándole un ojo a mi hermana lo que me confirmaba a todas luces que me dirigía a una encerrona.

Justo al pasar junto a Dani, me susurró al oído:

- Me debes un baile, acuérdate.

Salimos del pub tras despedirnos todos de mi amiga Ali y convenciéndola de quedar mañana para tomar algo en la mañana. Los chicos iban caminando delante charlando de sus cosas, mientras mi hermana permanecía en silencio a mi lado como si esperara que yo iniciara una confesión:

-          ¡Cállate!- solté nerviosa por sus continuas miradas y su media sonrisa.

-          ¡Pero si no he dicho nada!- volvió a sonreír María que sabía sacarme de quicio tanto con sus silencios como con sus pesadas charlas.

-          Pero lo estás pensando…

-          Tienes que admitir que, aceptar venir a mi casa con Dani, me sorprenda. Sobre todo cuando sigues insistiendo en que no tienes ningún interés en él.

-          Simplemente, Ali me ha abierto los ojos para darme cuenta de que es una persona que vale la pena conocer y dejar de lado mis prejuicios con los hombres por culpa de aquel capullo de Internet.

-          Tranquila, vamos a tomar unas pizzas, una cerveza y pasar un buen rato.

-          ¿Y papá? Como se entere de que duerme bajo el mismo techo que Dani, aunque sea nuestro primo…

-          Papá ya le he dicho que ibas a dormir en mi piso, para que mañana me ayudaras con la maleta del viaje de novios. La tía Gertrudis le ha dicho que Dani volvió a casa hace un rato…

-          ¿La tía nos cubre? ¿Esto es una conspiración para que me líe con él?

-          No, en realidad la tía está cansada de la sobre protección a la que papá te tiene sometida.

           Puede que tuviera algo de razón porque mi padre, desde el fallecimiento de mi madre, había hecho su vida en torno a nosotros; sin buscar rehacer su vida quizás por miedo a lo que nosotras pensáramos. Eso había hecho que su sentido de la responsabilidad llegará a ser un poco asfixiante, algo que tampoco le reprochaba pues no pedía nada fuera de lo común. Que no llegásemos tarde y que tuviésemos cuidado con los chicos porque que el cerebro de las chicas estaba un poco más arriba que el de ellos.

-          ¡Vaya! ¡Bonito piso!- exclamó Dani, justo cuando Jorge abrió la puerta dejándolo pasar.

          La verdad que María había sabido sacar partido, con la ayuda de Jorge, del viejo piso de la abuela de éste. Sus padres se lo cedieron cuando la mujer se fue a vivir con ellos; el hecho de que fuera una comunidad antigua de tan sólo cuatro vecinos, hacía que fuera un barrio muy tranquilo. La casa, de muros anchos y muy acogedora, creaba un halo de intimidad que siempre me había agradado en mis anteriores visitas. Reía al pensar la cara que pondría la viejita al ver la decoración de mi cuñado. Posters de películas de ciencia ficción y su particular colección de comics americanos…

-          Mira, Jorge es de los tuyos- sugerí a mi primo- Le gustará Star Trek como a ti

-          A mí no me gusta Star Trek, solo es un gesto aprendido de unos amigos.- aclaró Dani repitiendo ese gesto que usaba para certificar sus promesas.

-          ¡Bah! A mí tampoco me gusta Star Trek, ¡pero tienes que ver mi colección de comics y miniaturas!- exclamó mi cuñado mientras agarraba del brazo a mi acompañante y lo llevaba a su habitación.

           Mi hermana se encogía de hombros dando a entender que poco podía hacer por cambiar las rarezas de su marido; al fin y al cabo, era el único vicio que tenía y María se lo permitía porque era muy ordenado.

-          ¿Quieres otra cerveza?- dijo mientras caminaba hacia la cocina.

-          Sí, creo que me hará falta…- suspiré a la vez que mi nerviosismo iba en aumento; comencé a percatarme de que podía estar enviando señales equivocadas a mi primo.

Cogí la cerveza que me ofreció y le di un tremendo sorbo.

-          Despaaaaacio.- me advirtió María que hacía las veces de hermana mayor, cuando yo perdía el norte.- Te gusta, ¿verdad?

-          Es evidente, pero prefiero no pensar en ello y pasar una noche divertida.

          Debo admitir que sí fue una noche muy divertida, con Jorge haciendo de perfecto anfitrión y riendo a carcajadas con sus ocurrencias mientras contaba anécdotas que, a veces, avergonzaban a  María. ¿Podéis creer que sentía un poco de envidia de ver como mi cuñado se desvivía por mi hermana? Nunca había sido un pasota, pero parecía como si el hecho de haberse casado hubiera elevado a mi hermanita a los altares.

-          ¿Cuántas cervezas llevas tomadas, Dani?- preguntó ella, mientras mi primo se partía de risa con Jorge.

-          Pues… Cuatro en el pub y tres aquí.- aseguró mi primo tras pensar unos instantes.

-          Lo suficiente borracho para soportar uno de mis interrogatorios, ¿verdad?

-          ¡Ay, dios!- sonrió Jorge tapándose la cara.

           Yo, en cambio, observaba a Dani que me devolvía la mirada como si me pidiera permiso para aceptar. Yo me encogí de hombros con una enorme sonrisa.

-          Soy poco comunicativa, ¿recuerdas?

-          Está bien, aceptó.- asintió muy convencido.

-          No sabes lo que haces.- rió Jorge que conocía perfectamente a su esposa y es que, cuando María, se ponía a preguntar era capaz de averiguar hasta tu grupo sanguíneo.

           Como si de un juego se tratara, María sacó una baraja de poker y la barajó para situarla sobre la mesa.

-          Las instrucciones son muy fáciles. Coges una carta, si es trébol te preguntaré sobre tu pasado; si es corazón sobre sexo. Si es diamante sobre curiosidades. Y si es picas sobre gustos. Son cinco preguntas.

-          Pero, entonces no tengo escapatoria…

-          ¡Claro que sí!- dijo Jorge, mientras se levantaba y se dirigía al mueble bar.- Si no quieres contestar a alguna de las preguntas, deberás tomar un chupito de esto.

            La botella de tequila quedó sobre la mesa y mi primo sonrió como si creyera que aquel supuesto castigo era una bendición. De nuevo, esa media sonrisa que me hizo estremecer.

-          Jugaré con una condición… Si contesto a las cinco preguntas seguidas, tú deberás concederme una petición- le dijo a mi hermana.- Sin escapatoria ni chupito.

-          ¿Las cinco preguntas seguidas?- dijo María con cierta preocupación.

-          ¿Tienes miedo? Creí que eras más atrevida…- soltó Dani provocando las carcajadas de su marido.

-          Está bien…

           Mi hermana comenzó a barajar las cartas y las situó sobre la mesa pequeña alrededor de la cual estábamos sentados.

-          Una mano inocente- pidió María, mientras todos mi miraban.

-          ¿Por qué soy yo la mano inocente?- protesté con una ligera sonrisa.- Vaaaaale.

           Corté la baraja por la mitad y Dani se apresuró a elegir una carta. Corazón. ¿Sexo? ¡Ohh, vamos! ¿En serio? Me ruboricé como si fueran a mi a quién fueran a  hacer la pregunta. Pero conociendo a mi hermana, estaba segura que Dani bebería un chupito.

-          Sexo, ¡genial!- dijo María frotándose las manos- ¿Preparado?

-          Para sexo, siempre.- inquirió arqueando las cejas.

-          A ver… ¿Qué es lo más raro que has hecho en el sexo?

-          Déjame pensar… Creo que lo más raro puede ser hacerlo con un hombre.

            Jorge escupió la cerveza que estaba bebiendo, mientras mi hermana abría la boca como un besugo y yo palidecía más, si eso era posible.

-          ¡Es broma!- dijo riendo a carcajadas.- Aunque me acabo de dar cuenta que sois un poco retrógrados.

-          No, no… Verás…- trataba de justificarse mi hermana; a mi no me importa lo que cada uno haga en su cama, pero me sorprendió la respuesta.

-          ¡Que cabrón! ¡Que susto me ha dado!- decía Jorge mientras tosía por el efecto de la cerveza regurgitada.

           Yo seguía pálida porque, he de ser sincera, la homosexualidad era algo que no entraba dentro de mis parámetros. Es decir, como dice mi hermana, respeto profundamente a quién elige su condición sexual y no creo que deba tener ninguna discriminación por ello. Pero eso no quiere decir que pudiera entender la atracción de un hombre por un hombre o una mujer por una mujer.

- Bueno, no has contestado a la primera pregunta…- dijo mi hermana, evitando que Dani cambiara de tema.

- Pues no sé, ¿lo más raro? Un trío con dos mujeres o practicar sexo duro rozando el límite.

- ¿A qué llamas “rozar el límite?- preguntó María con curiosidad.- ¿Algo así como el protagonista de 50 Sombras de Gray?

- Eso ya es otra pregunta de sexo y, que yo sepa, yo has sacado otra carta de corazones.

            Me ruboricé de nuevo, al imaginarme por un momento a mi primo en plena sesión de sexo, como si el protagonista de ese libro se tratara; encima tenía la referencia de mi primo Dani vestido con traje, desde el día de la boda. ¿Desde cuándo me había vuelto yo tan imaginativa?

-          Segunda pregunta.- anunció mi hermana, sacándome de mis ensoñaciones sexuales.- La mano inocente…

           Cogí otra carta y se la entregué sin mirar a Dani que le dio la vuelta con lentitud… Corazón. Sexo.

-          ¡Venga ya!- grité sin pensar, y es que las posibles respuestas de mi primo comenzaban a ponerme nerviosa.

-          Voy a empezar a pensar que no eres una mano inocente, ¿eh?

-          Bueno, pues ya sabes la pregunta.- dijo María con una enorme sonrisa- ¿A qué te refieres con “rozar el límite”?

-          Yo pienso que, en el sexo, los límites los pone cada uno. Las personas son como la Coca Cola… Las hay Light o Zero, que prefieren suavidad. Normales con cafeína, que suben un poco la intensidad… O están las Coca Colas que se mezclan con alcohol, depende de los grados

-          Y tú te mezclas con alcohol, supongo.- dijo María.

-          Con el mejor whisky escocés, parece.- rió Jorge que demostraba una vez tras otra que no era de la clase de chicos que sintiera rivalidad por otros hombres.

-          No cambies de tema, primito. ¿Qué has hecho?

Dani me miró de nuevo con la media sonrisa “a medida para Nuria” y agarró la mano de María.

-          Atar, amordazar, inmovilizar con fuerza…- decía Dani mientras yo tragaba saliva y mi hermana mantenía los ojos abiertos como platos.- Usar la cera de velas, agarrar del cabello.

-          Joder, me estoy poniendo cachondo hasta yo.- soltó Jorge provocando las carcajadas de todos y ayudando a relajar la tensión sexual del momento.

Mi hermana me miró de reojo sin decir nada, como si no se esperara que ese chico tan afable escondiera esos secretos tan oscuros.

-          Primita, no te despistes. Tercera pregunta. Pero ahora que la coja Jorge, no me fío de la mano inocente.- sonrió Dani, mientras yo le contestaba sacándole la lengua.

Jorge sacó la tercera carta y… Trébol. Suspiré aliviada de que no fuera un Corazón porque aquello se estaba empezando a desmadrar.

-          Trébol es pregunta sobre pasado.- confirmó María mientras Dani asentía.- ¿Con cuántas mujeres has estado?

Yo me tapé la cara con las manos, porque mi hermana se empeñaba en el terreno sexual como si nada más le importara. ¿No había más preguntas? No sé, ¿has tenido perro? ¿Cuál es tu color favorito?

-          Esa me la sé- rió mi primo.- Con seis mujeres.

-          No está mal, jeje.- añadió Jorge sonriendo.

-          ¿Cómo que no está mal?- lo miró de forma acusadora María.- ¿Con cuantas has estado tú?

-          ¡Ey! Yo no estoy jugando a las cartas.- contestó su marido provocando de nuevo las risas de los demás.

Seis mujeres. Las ideas se agolpaban en mi cabeza. ¿Cómo serían esas mujeres? ¿Tendrían algo en común? Seguro que altas, con un cuerpazo. ¡Bah! No sé porque me complicaba la vida, cuando ahora Dani me comía con la mirada.

-          Cuarta pregunta…

-          Te quedan dos, primita. Creo que debes empezar a plantearte que tendrás que aceptar mi petición.

María arrugó la nariz en forma de disconformidad; siempre se salía con la suya y estaba a punto de perder. Además estaba jugando muy fuerte con las preguntas, así que se arriesgaba a que Dani se vengara después con su petición.

-          Diamante. Curiosidad.- dijo María tras sacar ella misma la carta.

-          ¿Cuál es tu color favorito?- me adelanté yo, tratando de evitar así alguna pregunta fuera de tono de me queridísima hermanita.

-          El mismo que el tuyo, el verde.- dijo Dani guiñándome un ojo.

-          ¿Cómo sabes eso?- pregunté con perplejidad.

-          Hay que saber observar. El vestido que llevabas el día que te conocí era verde; la camisa que llevas puesta es verde y la funda de tu teléfono móvil es verde.- explicó señalando  el smartphone que había dejado sobre la mesa.

-          Joder, cuñadita. Tiene que saber hasta de que color llevas las bragas.- bromeó Jorge mientras yo me ruborizaba y le lanzaba un cojín del sofá.

-          ¡Ni se te ocurra!- amenacé a mi primo con el dedo índice por si se atrevía a sugerir el color de mi ropa interior.

Los dos chicos comenzaron a reír a carcajadas; parecía que habían congeniado bien y eso me sacaba de quicio porque significaba que Jorge había encontrado un cómplice perfecto para hacerme rabiar.

-          Ejem, ejem…- tosió María de forma teatral para llamar nuestra atención.- Lo siento, primito, pero la pregunta que ha hecho Nuria no vale.

-          Lo suponía.- decía Dani, mientras Jorge se levantaba a por otras cervezas y recogía los platos de la pizza.

-          ¿Llevas boxer o slips?- preguntó mi traviesa hermana, que me estaba dejando anonadada por la naturalidad con la que preguntaba por ciertos temas sin que su marido se enfadara.

-          ¿Ahora mismo? Nada.- contestó muy tranquilo para coger al vuelo una de las latas de cerveza que le lanzaba Jorge desde la puerta de la cocina.

-          ¿Nada?- preguntó Marta que, por primera vez en la noche, se ruborizó.

-          Plan comando se llama eso… Preparado para la guerra.- añadió su marido para volver a sentarse en el sillón.

-          Última pregunta, María.- dijo Dani, llamándola por su nombre para darle más gravedad al asunto.- Piénsala bien o perderás…

Mi hermana barajó las cartas con energía, pero mi primo agarró la baraja y las apartó a un lado.

-          Para que veas que soy bueno contigo, y como sé que vas  a perder, te dejo elegir el tema. Pero intenta que sea lo más comprometido que se te ocurra o perderás.

María esbozó una sonrisa que me aterró, porque esa pequeña cabecita suya era capaz de las maldades más perversas cuando le picaban el orgullo.

-          ¿Te han dado ganas de follarte a alguna de las tías que has visto esta noche en Velouria? Recuerda que debes decir la verdad.

Dani llamó con el dedo a mi hermana para que se acercara como si quisiera confesarle un secreto, aunque todos lo escucháramos.

-Sí, me han dado ganas de follarme a alguien que he conocido… Está en esta habitación… Y no está casada.

Mi cuñado Jorge se levantó como un resorte dando voces como un energúmeno, como si su equipo favorito hubiera marcado un gol decisivo.

-          ¡Jaque Mate! ¡Hoyo en uno! ¡Bingo! Goooooool

A esas alturas os puede asegurar que yo estaba tratando de comprobar si mi corazón seguía latiendo. ¡Menuda burrada había soltado el lobo! Que quería follarme, así, sin más. Como quién pregunta por el tiempo. Mi hermana se dejó caer sobre el respaldo del sillón, porque creo que tampoco esperaba que Dani contestara eso.

- Creo que ahora me debes una.- dijo mi primo que seguía con esa pasmosa tranquilidad que empezaba a desesperarme.

María se limitó a encogerse de hombros, aceptando su derrota.

-          Mi petición es que dejes que esto lo arreglemos entre caperucitas y lobos.- dijo señalándonos a nosotros mismos.

Mi hermana me miró como si me pidiera permiso para dejarme a solas con Dani; si debo ser sincera, estuve a punto de decirle que me llevara a mi casa, pero no veía a mi primo capaz de abalanzarse sobre mí.

-          Vamos a la cama, cariño. Tu hermana estará bien, Dani está bromeando, ¿verdad?- dijo Jorge con seriedad en la primera muestra de protección que le noté en mucho tiempo.

-          Claro, estoy bromeando. De hecho, creo que lo mejor es que me vaya a casa. Mañana llegan unos amigos míos y quiero ir a recogerlos a la estación de autobuses.

-          No…- me escuché decir a mi misma, como si mis labios dieran voz a los pensamientos que cruzaban mi cerebro.- Quédate.

María me miró con los ojos abiertos como platos y yo asentí para tranquilizarla; me levanté y le di un beso en la mejilla.

-          Tranquila, María. Solo hablaremos; soy más cazadora que caperucita…- le dijo guiñando un ojo.

Estaba aterrada ante la idea de quedarme a solas con Dani, pero no quería darle la impresión de que trataba de huir de él. Había prometido desconectar el escudo especial anti-misiles. Así, Jorge agarró de la mano a su mujer y se marcharon a su habitación, mientras ésta le hacía a Dani un gracioso gesto, señalándose los ojos, de que estaría observando.

-          Son mayorcitos, no te preocupes. La hermana menor eres tú, ¿recuerdas?

Los dos entraron en la habitación de matrimonio dejando la sala en un absoluto silencio; yo miraba a Dani que, por primera vez, desviaba la mirada.

-          No pretendía asustarte. Solo bromeaba.

-          O sea, que no es verdad que has pensado en follarme…

-          No, o sea sí… Pero, ya sabes que… Joder.

No pude evitar reír a carcajadas ante otra de las famosas encrucijadas en la que mi primo se había metido. Di unos ligeros golpes al sofá para que se sentara a mi lado. Él se acercó y parecía un cordero camino del matadero que un lobo. ¡Cómo había cambiado el cuento!

-          Te mentí. Sí te miraba como mujer desde el primer momento, Nuria. Me has encantado desde que te vi fumando en aquel jardín del salón de celebraciones.

-          Tú también me gustas, pero esto es bastante más complicado de lo que parece.

-          Supongo que sí, solo quiero que me prometas algo… Déjate llevar, disfrutemos de estos cuatro días juntos. Y no hablo de sexo, sino que seas como has sido hoy. Borra ese miedo que tienes por el daño que te han hecho; dicen que lo más fascinante del amor es el cortejo.

-          ¿Amor?- dije arqueando las cejas- ¿Eso te funcionó con las otras seis?

-          Jajajajaja, eres dura de roer, ¿eh?- rió mi primito.- Ninguna de las otras seis eran mi prima. Esto también es nuevo para mí; no me veas como un lobo, solo relájate y disfruta. Ni un enfado, ni un reproche. Esta noche me ha encantado. ¿Un chupito?

Asentí mientras pensaba en lo que me había dicho. ¿En qué momento estábamos? Primero había dicho ante mi hermana que había pensado en follarme, ahora que tratáramos de disfrutar sin miedos de estos cuatro días. El chupito de tequila apareció ante mis ojos y me lo bebí sin pensar.

-          ¡Puarghh! ¿Cómo os puede gustar esto?- dije señalando la botella que había sobre la mesa.

Mi primo sonrió mientras sacaba un chicle de menta y me lo ofrecía. Quité el envoltorio y me lo metí en la boca, suavizando el sabor de tequila.

-          ¿Y qué pretendes que hagamos?- dije, quedándonos enganchados.

-          Por lo pronto, era mi último chicle, ¿me dejas probarlo?

Y con esta advertencia, se acercó muy lentamente a mí que no movía un músculo, entre la incredulidad y el deseo. ¿Así de fácil era todo? ¿Dejarse llevar sin pensar en consecuencias? Todos mis desmanes filosóficos quedaron silenciados por el beso. Un señor beso. Sus suaves labios rozaron los míos y pensé que había deseado que ocurriera desde que lo conocí. Su lengua rozó la mía y sentí una autentica descarga eléctrica que recorrió mi espina dorsal. Mis manos se posaron en sus hombros, para pasarlas alrededor de su cuello. Abrí los ojos para observar los suyos cerrados, con una expresión de deseo que me exigía aferrarme a esa boca, mientras se erizaba el rubio vello de mis brazos.

Muy lentamente fuimos separándonos con una sonrisa tonta, habíamos roto ese invisible muro que nos separaba. No sabía muy bien que ocurriría ahora pero ¿a quién le importaba? Me había dejado llevar y me había encantado.

-          ¿En qué piensas?- dijo con un tono que denotaba más nerviosismo del que pretendía demostrar.

-          Pues que no vas a ganar para chicles si tienes que darme uno cada vez que quieras besarme…

-          ¡Vaya! Después dices que soy yo quién no me tomo nada en serio.- frunció el ceño.

-          Mira, Dani. Si me padre se entera de esto nos mata; yo no soy una chica como las que tienes acostumbrado a llevarte a la cama, soy especial. Y no lo digo por creerme alguien maravilloso, digno de alabanza, sino porque tengo una serie de miedos. No soy una cualquiera, ni quiero que tengas esa impresión.

-          Nada de sexo, Nuria.- dijo mi primo con una seriedad como hasta hora no le había escuchado.- Cuándo te digo que te dejes llevar, me refiero a que hagas lo que te apetezca, no a que cruces límites que vayan en contra de tus principios. No te voy a recriminar que me frenes.

-          Eres un sol, aunque no dejes de mirarme el trasero.- sonreí mientras me levantaba y notaba sus ojos clavados en mi culo.- Ya es hora de dormir.

Me hizo gracia ver al orgulloso Dani, con cara apenada sentado en aquel sillón, como si fuera un perrito abandonado, mientras yo me dirigía al cuarto de invitados. Se tumbó en el mullido sofá y volví a sentir esa distancia de respeto que tanto me gustaba. Entre en la habitación y me cambié de ropa para colocarme la ropa cómoda que mi hermana me había preparado, un short y una amplia camiseta de mi cuñado; de repente, cuando iba a abrir las cobijas de la cama, una fijación asaltó mi mente y volví a salir:

-          Oye, creo que tienes razón en algo- dije desde la puerta de la habitación-. Voy a hacer lo que me apetezca… Y, hoy, no me apetece dormir sola.

Creo que, como si de un arco iris de emociones se tratara, mi primo pasó de la estupefacción a la sorpresa para llegar a la alegría. De perrito abandonado a juguetón en décimas de segundo. Lo único malo es que estaba metiendo un lobo en mi cama. Entramos en la habitación, yo quité los cojines de adornaban la cama y abrí las cobijas; me tumbé y al darme la vuelta me encontré con mi primo con el torso desnudo.

-          Joder…- se me escapó haciendo que él sonreirá divertido.

-          Tranquila me dejaré, el pantalón.

-          Sí, porque no llevas boxer.- reí a carcajadas por el mal rato que estaba pasando.- Anda entra aquí.

Dani entró en la cama, guardando las distancias, con su amplio pantalón puesto. Yo me coloqué de lado, apoyando la cabeza en la almohada y mirando fijamente; él parecía evitar mi miraba aunque a veces observaba de reojo mi reacción.

-          Estás más nervioso que yo, ¿por qué no me miras?- dije divertida de llevar el control de la situación.

-          Me pones nervioso.- recalcó mi primo, mientras se situaba de lado mirándome de frente.

Un incómodo silencio. “Sólo lo que te apetezca”. Me quemaba su mirada y mi sexo se humedecía; comencé a frotar mis muslos muy despacio y…

-          Dani, no tendrás otro chicle de menta, ¿verdad?- sonreí con ojos de niña buena.

Y todo se desató, mi primo se acercó a mí y me besó con ansia, con el desbordado deseo que provoca lo prohibido y las ganas contenidas. Sus dedos se enredaron en mi cabello y me pegó a su cuerpo, porque toda mesura había perdido sentido. Un sordo jadeo escapó de mi garganta cuando sus labios y su lengua bajaron a mi cuello… Mis manos amasaron la musculatura de su espalda mientras su pecho desnudo se aplastaba en mi amplia camiseta; podía notar su poderosa erección palpitando en mi vientre.

- ¿Tienes condón?- dije sin pensar, porque parecía decidida a cruzar esos límites que me había impuesto.

- Chisstt, cállate, ¿vale? Confía en mí.

Volví a cerrar los ojos mientras notaba que sus manos entraban bajo mi camiseta y acariciaban mi espalda. ¡Este tío sabía cada una de mis zonas erógenas como si tuviera un plano! Me hizo levantar los brazos para sacarme la camiseta y besó mi hombro derecho para, con los dientes bajar el tirante de mi sujetador. Siempre me había avergonzado desnudarme delante de un chico, por mucha confianza que tuviera, pero la penumbra de la habitación y la excitación que sentía, convirtió una leve protesta en un prolongado gemido cuando sus manos amasaron mis pechos sobre la fina prenda de encaje. Con una habilidad que me sorprendió, desabrochó el cierre para hacer desaparecer la parte superior y casi muero al notar su boca en uno de mis pezones; lamió la aureola mientras me dolían de lo duros que estaban. Comencé a respirar de forma airada cuando se colocó entre mis piernas y empezó un movimiento de fricción de su miembro, cubierto por el pantalón, con mi short. Profundo, acompasado, como si fuera una suave marea que mece un barco entre las olas…

Su boca pasaba de un pecho a otro; mordía, lamía, chupaba y volvía a morder… Mis uñas se clavaban en la tersa piel de su espalda y lo hacían gruñir. ¡Dios mío! Me estaba volviendo loca y aún no había comenzado. Levantó su cara y me miró a los ojos con su media sonrisa; no pude evitar morderme el labio.

-          Sigue…- susurré, presa de la excitación.

¡Y vaya si siguió! Clavé mi miraba en el techo, centrándome en las sensaciones que Dani me trasmitía; cada espasmo de mi cuerpo, cada temblor de mis piernas cuando su lengua volvió a mis pechos y continuó el camino hacia el ombligo que convirtió en un pozo de deseo. Mis manos agarraron su cabeza rapada para que continuara en ese lugar, porque tenía que controlar los tiempos si no quería correrme en ese mismo momento. Sus fuertes manos abandonaron mis pechos y, sin dejar de nadar con su lengua en mi ombligo, sus pulgares agarraron la cintura de mi short y lo bajaron junto a las braguitas.

-          ¡Blancas!- exclamó bajo las sábanas.

-          ¿Qué?

-          Tus braguitas son blancas, no lo adiviné, ¿recuerdas?

-          Diooosss, ¡cállate! ¡Eres…! ¡Ahhhh!- gemí cortando mi reprimenda al sentir sus labios sobre mi monte de Venus.

Besó mis muslos y, no sé que punto tocó, que hizo que mis piernas se abrieran como un resorte. Se entretuvo en besar los alrededores de mi sexo, sin prisa, con una parsimonia que no me causaba ninguna ansiedad sino un delicioso vértigo. “Hazlo, hazlo, hazlo” repetía dentro de mi cabeza y sentí un ligero mareo que me hizo arquear la espalda cuando, de una profunda lamida, recorrió todo mi coñito. Se ayudaba de sus dedos para abrir y perfilaba con su lengua los contornos de mi vagina, como si de un pintor frente a un lienzo se tratase.

-          Dani…- susurraba mientras mis caderas acompañaban el movimiento de su cabeza que se perdía entre mis muslos.

Un pequeño mordisquito en la parte interna de mi muslo que me hizo ponerme en tensión y un nuevo lametón en mi coñito que provocó una tremenda exhalación. Me martirizaba en esa fina línea entre lo perverso y lo suave.

-          Dani, yo soy de Coca Cola Light…- dije tartamudeando como si quisiera poner un límite que no pudiera cruzar.

-          Tranquila, Nuria… Sólo lo que te apetezca, ¿recuerdas?

Y siguió devorando mi sexo para comenzar a introducir uno de sus dedos. Me estaba follando y llevándome al cielo y solo estaba usando su boca y sus manos. Me ruboricé al pensar lo que podía ocurrir cuando… Abrí los ojos como platos al notar la yema de un dedo acariciando mi ano, pero no lo introducía. Solo jugaba ahí mientras sus labios ya habían atrapado mi clítoris. Una corriente eléctrica pareció recorrer mi columna con ese gesto, y un primer orgasmo provocó que me mordiera el labio para no gritar hasta notar el metálico sabor de mi propia sangre. Él bebió de mí, tragó como si un elixir se tratara y se recreo con suaves besos sobre mi coñito.

Subió el sendero de mi vientre besándome con ternura hasta mirarme a los ojos con su boca brillantes por mis flujos.

-          Me encanta tu sabor…

-          ¿Qué me has hecho? Ufff- pude decir mientras trataba de recuperar la respiración.

-          Lo que me apetecía hacerte…

-          ¿Y tú? – dije señalando el tremendo bulto que escondía su pantalón.

-          Ya ha habido bastante por hoy, no te preocupes. Sabré esperar. Vamos a  dormir.

Y me abrazó en cucharita, como si fuera lo más normal del mundo. Y me acurruqué como si fuera lo que hubiera deseado. Creo que si él era un lobo y yo caperucita, el cuento había cambiado mucho.

(CONTINUARÁ)

Mas de kiosquero

Compañeros de piso. Capítulo uno.

Compañeros de piso (Prólogo)

Entre caperucitas y lobos (Cap 5: El problema)

Entre caperucitas y lobos (Cap 4: El tobogán)

Los imposibles también existen (6: Apariencias)

Los imposibles también existen (5: El principio)

Los imposibles también existen (4: El capricho)

Los imposibles también existen (3: La pecera)

Entre caperucítas y lobos (Cap 2: ¿Un lobo?)

Entre caperucítas y lobos (Cap 1: La boda)

Solos en casa (Cap 9: Simplemente, Marta)

Solos en casa (Cap 8: Miedos y costumbres)

Solos en casa (Cap 7: ¿Lo sabías?)

Solos en casa (Cap 6: Día de convivencia)

Solos en casa (Cap 5: Un, dos, tres... Emitiendo)

Solos en casa (Cap 4: De conciertos y confesiones)

Solos en casa (Cap 3: La creación de Alice)

Solos en casa (Cap 2: ¡Tequila!)

Solos en casa (Cap 1: ¿Que me estás haciendo?)

El principe de los picaros (Cap 14: Desenlace)

El principe de los picaros (Capitulo 13: ¿Dónde?)

El principe de los picaros (Cap 12: Desastres)

El principe de los picaros (Capítulo 11: Daños)

El principe de los picaros (Cap 10: Decisiones)

El principe de los picaros (Cap. 9: Determinación)

El principe de los picaros (Capítulo 8: Desdicha)

El principe de los picaros (Capítulo 7: Dudas)

El principe de los picaros (Capítulo 6: Dolor)

El principe de los picaros (Capítulo : Doctrina)

El principe de los picaros (Capítulo 4: Dilema)

La calma y la furia

El principe de los picaros (Capítulo 3: Deseos)

El principe de los picaros (Capítulo 2: Desafio)

El principe de los picaros (Capítulo 1: Destino)

El principe de los picaros (Prólogo)

El primero en... (Epilogo)

El primero en... (Morir: Capitulo 10. Final)

El primero en... (Arriesgar: Capitulo 9)

El primero en... (Huir: Capítulo 8)

El primero en... (Confesar: Capitulo 7)

El primero en... (Sucumbir: Capítulo 6)

El primero en... (Perder: Capítulo 5)

El primero en... (Leer: Capítulo 4)

El primero en... (Descubrir: Capítulo 3)

El primero en... (Jugar: Capítulo 2)

El primero en... (Fantasear: Capítulo 1)

El primero en... (Conocer: Prólogo)

Regreso a casa (epílogo)

Regreso a casa (capítulo 12: Soluciones)

Regreso a casa (capítulo 11: Pasado y futuro)

Regreso a casa (capítulo 10: Grilletes del alma)

Regreso a casa (capítulo 9: Consecuencias)

Regreso a casa (capítulo 8: El error)

Regreso a casa (capítulo 7: Verónica)

Regreso a casa (capítulo 6: La consecuencia)

Regreso a casa (capítulo 5: Encuentros)

Regreso a casa (capítulo 3: Conociéndose)

Regreso a casa (capítulo 4: Ante todo, sinceridad)

Regreso a casa (capítulo 2: Volver a sentir)

Regreso a casa (capítulo 1: Prólogo)

El curso (y 4)

El curso (3)

El curso (2)

El curso (1)

Pequeño hermano mío: Y vivieron felices.(Epilogo)

Pequeño hermano mío: Viviré para hacerte feliz

Pequeño hermano mío: Tú y yo es nosotros

Pequeño hermano mio: Por ahora...

Pequeño hermano mío: El tiempo no todo lo cura...

Pequeño hermano mío: Dudas

Pequeño hermano mío: Cuando el rio suena...

Pequeño hermano mio: Cosquilleo

Pequeño hermano mío: Carmen, ¡cuentamelo ya!

Mi querido vecino

Reencuentros y recuerdos (y 3)

Reencuentros y recuerdos (2)

Reencuentros y recuerdos (1)

Verdades que duelen (Parte 2 de 2)

Verdades que duelen (Parte 1 de 2)

Miradas (Parte 2 de 2)

Miradas (Parte 1 de 2)

Mi hermanazo Marcos (El final del final)

Mi hermanazo Marcos (Jugando con fuego)

Mi hermanazo Marcos (la historia sigue...)

Breves historias de morbo: Vacaciones de verano

Breves historias de morbo: Al salir de trabajar

Mi hermanazo Marcos (el desenlace)

Mi hermanazo Marcos (2)

Mi hermanazo Marcos

Despedida de soltera (y 3)

Vacaciones en Tenerife (3 y fin)

Vacaciones en Tenerife (2)

La Despedida de soltera (2)

Vacaciones en Tenerife

La Despedida de soltera

Infiel con mi cuñada (2)

La visita de mi sobrino (2)

La visita de mi sobrino

Conquistando a mi tia (el desenlace)

El encuentro (Conquistando a mi tia 3)

Conquistada por mi sobrino

Infiel con mi cuñada

Conquistando a mi tía