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Los imposibles también existen (6: Apariencias)

en Amor filial

            El agua escurría por la pintura  negra metalizada del flamante BMW i8, mientras Iván se afanaba en retirar la espuma con aquella manguera del jardín; su nuevo trabajo a las ordenes de Salieri era extraño pero al menos lo había sacado, por el momento, de los lugares turbios y del trafico de drogas. Tenía que admitir que los primeros días se sintió un poco desubicado cuando le ordenó ir a hacer la compra del periódico, acompañar a su mujer al gimnasio o lavar alguno de sus coches… Pero, bien pensado, su vida había cambiado para mejor y eso había repercutido en su vida privada con un acercamiento a Sonia más que evidente. Algunas miradas sensuales, gestos determinados, caricias inesperadas…

            - ¿Sabes que manda lavar este coche una vez cada dos semanas, pero nunca ha salido del garage?- escuchó la voz de Meredith a su espalda.- Así es mi esposo, capaz de renunciar a disfrutar de alguna de sus posesiones con tal de no dejar que la vean.

            - Pues a ti te deja salir bastante, Ana. Quizás no seas una de sus mejores posesiones.- sonrió el chico con picardía.

            - ¡Maldito cerdo!- soltó la mano Ana, la mujer que se hacía llamar Meredith, para golpear a Iván que sujetó su muñeca con facilidad.

            - No seas así, sólo bromeo. Además algo me dice que a ti te da igual lo que piense él de ti. ¿De verdad te gustaría ser como este coche y estar encerrada aquí?

            - Bueno, digamos que tenemos un trato mercantil más que un matrimonio. Sus gustos sexuales son tan oscuros como sus negocios y yo soy su objeto de deseo.

            - Eres su capricho como yo soy el tuyo.

            - No, su capricho es el dinero, sea como sea. Ser más rico, más poderoso, más influyente.

            - La verdad es que muchos saben su nombre pero nunca ha sido investigado.

            - Deja de pensar en utopías. En este mundo no ganan los buenos, Iván; aquí no prospera el que no sea capaz de machacar al otro… A veces es mucho más seguro estar a la izquierda del diablo que a la derecha del Padre, ¿entiendes?

            - ¿Y en qué lugar me deja eso? ¿Estoy entre las piernas de la que está a la izquierda del diablo?

            Meredith se encogió de hombros con una sonrisa extraña.

            - Si te soy sincera, últimamente estoy un poco perdida con las decisiones de mi marido.- dijo la mujer mientras se acercaba al chico y acariciaba su polla sobre la tela del pantalón.- Parece que tiene una fe increíble en ti.

            - ¿Celosa?

            - ¿Yo? No cariño, preocupada. Por muchas habladurías que hayas oído, no soy yo quién se cansa de los tíos que traigo. A mi me encanta follar…- dijo la mujer mientras sacaba la polla del pantalón corto del chico y comenzaba a pajearlo.

            - No me había dado cuenta.- ironizó el muchacho mientras suspiraba por el rápido movimiento de su mano.

            - Y a él le encanta mirar como me follan, pero nunca lo había hecho el primer día; y le encanta que los tíos sean sumisos conmigo, sin embargo ahora le gusta verme humillada por ti.

            - A ti también te encanta que yo te domine, ¿verdad?- dijo Iván echando a Meredith sobre el capó del coche y bajando el pantalón hasta sus tobillos con el culo ofrecido.

             Se puso de rodillas tras ella y comenzó a comerle el coño desde atrás con gula. El gemido de la mujer llenó toda la cochera mientras sus pechos se pegaban a la mojada chapa del coche.

            - ¡Jodeeeer! ¡Sigueeee!- decía Ana, abriendo su culo.

            La lengua de Iván pasaba del coño al culo con una velocidad endiablada, mientras el sexo de la mujer empapaba toda su cara. Las piernas de ella flaqueaban al notar un dedo del chico que jugaba en la entrada de su culo.

            - ¡Cómemelo, así cabrón!- gritaba desesperaba la mujer.- ¡Fóllame, no aguanto más! ¡Dámela!

            El chico no se lo pensó y bajó también sus pantalones a los tobillos para ensartarla de un soberano pollazo hasta los huevos. Comenzó a follarla como si la vida le fuera en ello, como si quisiera demostrar en cada embestida quién llevaba el control de la situación. El coño de Meredith atrapaba su polla como si estuviera hecho a medida y se empapaba a medida que la follada se hacia más intensa. Fue un polvo violento, salvaje, vacío de sentimientos…

            - ¡Me corro, me corrooo!- gritó la mujer mientras sus piernas temblaban por la llegada del orgasmo.

            Él se limitó a gruñir y sacar su polla del interior de Meredith para correrse sobre su espalda, manchando su camiseta.

            - Joder, comienzo a pensar que me usas cuando quieres… Y debería ser al revés.- sonrió la mujer llevando sus dedos a la espalda e impregnándolos de la caliente leche del chico.

            - Tú me provocas y, al fin y al cabo, follarte es uno de mis deberes.

            - Me voy a dar una ducha… Cuando acabes con el coche, sube. Mi marido te está esperando.

            - Como quiera que te folle delante de él, no sé si podré.

            - Tranquilo, ya lo has hecho.- sonrió Ana, señalando una cámara de seguridad.- Él sabe todo lo que ocurre a su alrededor, no lo olvides.

            Iván miró la cámara y se sorprendió a sí mismo haciendo un saludo militar mientras sonreía. Como había pensado antes, este trabajo era una de las cosas más extrañas que le había pasado en su vida.

            Sonia esperaba a su hijo a la salida del colegio; había conseguido que su nueva jefa le ayudara a conciliar sus obligaciones de madre soltera con su trabajo. Aún así los días que no podía, Luigi se ocupaba de todo aunque tuvo que reunirse con la directora del centro para certificarle que ese chico destartalado, con rastas y aspecto despistado estaba autorizado a recoger al menor. Cuando Edu salió, corrió a los brazos de su madre que lo abrazó con cariño. Se había dado cuenta de cuales eran las prioridades en su vida, por mucho que Luigi le insistiera en que debía salir un poco y disfrutar. Ella disfrutaba de ese enano y lo pasaba mal cuando se alejaba de él. ¿Y su primo Iván? Bueno, eso era diferente; se habían acostumbrado a un extraño equilibrio donde se acercaban y se alejaban como una polilla a su fuente de calor. A eso ayudaba la cambiada actitud de su primo que, en ese nuevo trabajo suyo del que nada hablaba, no tenía que trasnochar salvo contadas ocasiones… Por otro lado, eso dificultaba el hecho de dormir juntos porque la relación comenzaba a pasar los límites permitidos.

            - Hola, Sonia.- escuchó la voz de Rubén justo detrás suya; la chica puso los ojos en blanco antes de girarse porque la insistencia del chico era encomiable pero asfixiante.

            - Hola, nene, ¿qué haces aquí?

            - Nada, me dijo Luigi que hoy no trabajabas y quería decirte si te gustaría venir al cine.

            - Lo siento, Rubén.- se disculpó Sonia tratando de poner distancia.- Pero quiero aprovechar el día para pasarlo con Edu.

            - Podemos ir a comer a Macdonalds juntos, ¿quieres Edu?

            El crío, por supuesto, asintió con una gran sonrisa y Sonia se vio obligada a aceptar. Camino de la hamburguesería, el silencio reinaba en una incómoda situación hasta que Rubén lo rompió:

            - Oye, Sonia… Quería hablar contigo porque creo que últimamente estás rara conmigo. Sé que puedo ser un poco pesado pero puede que me equivocara contigo.

            - ¿Te equivocaras?- repitió la chica un poco confusa.

            - Sí, Luigi me ha abierto un poco los ojos y me ha hecho ver que la actitud que tenía contigo es un poco agobiante. Lo siento…

            - No tienes porqué sentirlo. Pero yo traté de explicarte que, en este momento, no podía meterme en ninguna relación.

            - No tienes que darme explicaciones. Hoy quedamos como amigos y pasamos un buen rato con Edu y ya está.- dijo Rubén con una apacible sonrisa mientras cogía a la chica por los hombros.

            Los tres entraron en el Burger e hicieron su pedido, tratando de convencer al crío de que tres hamburguesas y cuatro raciones de patatas fritas era demasiada comida para él. Se sorprendió de lo que Rubén la hacía reír con sus mil ocurrencias y contando anécdotas de su amistad con Luigi. Pero más se sorprendió, al ver que en ninguna de esas anécdotas aparecía su primo Iván.

            - ¿Nunca has tenido relación con Iván?- preguntó la chica tratando de saber más sobre esos años perdidos de su primo.

            - Bueno, tu primo es un tío muy raro; digamos que Luigi es el único que tiene la virtud de comprenderlo. Es como si viviera en una burbuja y no se dejara tocar.

            Sonia escondió una sonrisa al pensar en esas pocas noches en las que durmieron juntos y en las que Iván se limitaba a rozar su piel con suavidad. Nunca había reconocido a su primo en las descripciones que todos hacían de él. Porque, hasta en su puesto de trabajo, un compañero parecía conocerlo y tuvo la misma reacción que tuvo Rubén cuando lo supo.

            - Me dijiste que vendía cocaína, ¿sabes si sigue haciéndolo?- preguntó Sonia bajando la mirada por miedo a la respuesta.

            - Ni idea, aunque es verdad que ya no suele ir por el Sunset

            - Eso es buena señal, habrá encontrado otro trabajo.

            - Sonia, creo que aún no entiendes cómo va el mundo de la noche. En estos negocios en los que anda tu primo hay dos posibles cambios.- dijo el chico con una media sonrisa.- Como en las grandes empresas, o asciendes o eres despedido… Y, créeme, en estas cosas el despido no consiste en una amable carta de agradecimiento.

            - ¿Crees que está en peligro?

            - No tengo ni idea, tu primo siempre ha tenido ese halo de misterio.

            - Es como si os diera miedo.

            - ¿”nos diera”?- preguntó Rubén.

            - Sí, un compañero de trabajo también puso mala cara al saber que era la prima de Iván.

            - De esos temas sabe más Luigi que yo; digamos que tu primo trabaja en Sunset y eso no es decir poco. No es un camello de poca monta…

            - Joder, me da pánico pensar en esas cosas.

            - No te acerques a él, Sonia. Te lo pido por favor.- dijo Rubén cogiendo la mano de la chica.

            - ¿Pero qué dices? ¡Es mi primo!

            - Lo sé, no me refiero a que no lo quieras, sino a que no te involucres en sus negocios.

            - Está alejándose de ellos…- dijo la chica pensando en que ya no trabajaba en Sunset.

            - No le han partido las piernas, no le han dado una paliza… Quiere decir que no tiene la carta de despido, o sea que…

            - Ha ascendido.- razonó la chica con preocupación.

            Entonces empezó a tener sentido muchas cosas de ese extraño cambio; sus horarios, que ya no trabajara en Sunset, aquel lujoso coche que lo recogió hace una semana…

            - Tengo que hablar con él, tiene que tener mucho cuidado.

            Rubén se encogió de hombros con resignación; comenzaba a pensar que la actitud de Sonia respecto a su primo no era de simple interés familiar. Ante eso, poco podía hacer.

            Tras una larga espera, observó a la pareja salió del Macdonalds con el crío dando saltos y jugando con un pequeño regalo de una promoción. No sabía como la gente joven podía comer esas carnes  de dudosa procedencia… Pero eso no le preocupaba ahora, lo que realmente lo tenía desconcertado era la identidad de ese chico que acompañaba a la mujer. Se atusó lo larga coleta y se encendió un cigarro, mientras seguía observando desde la ventana de su automóvil. Esta labor de vigilancia no era una investigación oficial, pero había algo que no le gustaba de todo esto. Ese asunto del muchacho que casi se había convertido en la mano derecha de Salieri no le gustaba un pelo… Sabía que traería problemas. Y a grandes problemas, drásticas soluciones.

            - Te he traído un helado.- dijo su compañero Braulio que acababa de entrar en el coche.

            - Joder, te he dicho mil veces que estando de servicio no se come.- gruñó Ricardo a su orondo compañero de patrulla.

            - Creo que te estás tomando esto como algo personal; ¿qué hacemos vigilando a esa chica?

            - Nada pasa por casualidad, y esa chica tiene algo que ver con el pájaro.

            - Yo creo que le estás dando más importancia a ese chico al que llamas pájaro. Y no hay razón para perseguir a su novia o lo que sea esa chica. No ha hecho nada delictivo.- decía Braulio con la boca llena de helado.

            - Cualquier cambio en las rutinas de Salieri debe ser investigada; llevo cinco años de mi vida investigando a ese hijo de puta. Y si este chico está acercándose a él, créeme que no es para nada bueno. Algún trabajo le habrá encargado.

            - Pues lo hemos visto comprarle el periódico y llevar a su mujer al gym… Intrigante.- dijo el gordo con cierto sarcasmo.

            - Calla y come.- dijo Ricardo mientras con su cámara réflex hacía fotos a la pareja y al crío.

            Cuando Luigi llegó a la esquina de la calle vio a esos tres chicos en el portal de su casa; parecían buscar a alguien si bien no era la clase de personas que podían tener relación alguna con él y, mucho menos, con Iván que nunca se atrevería a dar su dirección a ninguno de los chicos a los que pasaba coca… Trató de hacerse el despistado y entrar en su casa sin llamar la atención, por lo que pudiera ocurrir.

            - Oye tío, ¿vives aquí?- dijo el más joven de los tres chicos, de aspecto jovial con unas gafas de sol sobre su cabeza y una camisa de cuadros ceñida a un cuerpo de gym.

            - Pues sí.- dijo Luigi mirando al extraño grupo con desconfianza.

            - Estamos buscando a una chica que viene con un crío, se llama Sonia.- dijo el mayor de los tres chicos un poco harto de la tranquila actitud de su amigo.

            - No tengo ni idea, no paro mucho en el bloque, pero que yo sepa no hay ningún niño aquí. Eso se nota, ¿no?

            - ¿Estás seguro?- dijo el mismo hombre acercándose hasta quedar a centímetros de la cara de Luigi.

            - ¿Me estás amenazando, matón?- sonrió Luigi mientras sacaba un porro ya hecho de su bolsillo, lo encendía y echaba el humo en la cara del agresivo chico.

            - ¡Perroflauta de mierda!- le insultó el chico tratando de golpear al amigo de Iván.

            El otro chaval, que había mostrado una actitud más amable, se interpuso para calmar a su compañero y lo alejó de un empujón.

            - Perdona a mi amigo, pero es importante para él. Si nos dices que no hay niños en el bloque pues te creemos.

            - ¿Por qué tendría que mentir?- se encogió de hombros el muchacho mientras daba otra calada.

            - ¡Esa hija de puta habrá abandonado al niño!- gritó el otro muy alterado, mientras lo sujetaba el tercer individuo.

            - ¡Cállate!- replicó el negociador para volver a centrar su atención en Luigi.- ¿Conoces a Iván? Un chico alto, fuerte con el pelo moreno…

            - Llevo poco tiempo aquí, pero alquilé un piso vacío; puede que fuera el antiguo inquilino porque con esa descripción no conozco a nadie en el bloque.

            - Está bien, espero que no me estés mintiendo.- sonrió el chico.- O mi amigo te sacará las tripas.

            El grupo de chicos se alejó ante la atenta mirada de Luigi que permaneció en el portal observándolos; las cosas se empezaban a complicar y el motivo de ello no era el trabajo de Iván como él hubiera pensado. La razón era Sonia y, sin saber porqué, sintió más temor aún.

            Iván llegó a aquella pequeña sala que servía siempre de despacho a Salieri; el hombre permanecía de pie mientras un sastre tomaba medidas para arreglar un elegante traje hecho a medida. El chico carraspeó para que su jefe se percatara de la presencia.

            - ¡Ah, Iván, estás aquí! ¡Arghhhh!- gritó el hombre dando un sonoro cogotazo al hombre que estaba arrodillado ante él.- ¡ten cuidado, me has pinchado!

            - Señor, si no deja usted de moverse…

            Otro sonoro cogotazo y se hizo el silencio en la habitación donde el sastre continuó trabajando e Iván trataba de aguantar la risa.

            - Sé que pensarás que es mucho más cómodo ir a una tienda de alta costura y comprar un Armani, un Versace… ¡Putos italianos! ¡Están acabando con el gusto de este país!- gritó Salieri, visiblemente molesto, mientras el sastre sonreía ahora.- La vida es cuestión de confianza; este hombre es hijo del sastre que atendía a mi padre… Confianza, Iván, confianza…

            - Lo sé, pero la confianza hay que ganársela.- replicó Iván tratando de aparentar normalidad.

            - No creas, con el tiempo desarrollas un sexto sentido para analizar personas. Eso de mirar el brillo de los ojos, la postura regia y los gestos seguros… Todo mentira, son apariencias. La verdadera medida de valor de una persona es su adaptación a las situaciones en las que está en inferioridad.

            - No entiendo nada.- dijo Iván con los ojos abiertos.

            - ¡Da igual! Quiero que te hagas un traje. En la confianza no es importante la apariencia, pero en los negocios sí. Para muchos de esos estúpidos, el miedo y el respeto son proporcionales a la calidad del traje que llevas.- sentenció para, con un leve toque en el hombro del sastre, llamar su atención.- Ya está bien por hoy.

            El hombre ayudó a desnudarse a Salieri, que volvió a envolverse en su confortable bata. Después, abandonó la sala dejando a su jefe con aquel chico que hablaba con tanta familiaridad.

            - Me estoy haciendo viejo, chico…- dijo el hombre mientras suspiraba al dejarse caer sobre el sofá.- Y en este tipo de negocios eso es malo, porque algunos estúpidos lo ven como síntoma de debilidad.

            - No creo que usted esté viejo…

            - Primera norma: no me hables de “usted”- dijo Salieri cortando la conversación.

            - Bueno, está bien. No creo que estés viejo; controlas un imperio…

            - ¿Y eso crees que es bueno? ¿Lo quieres? ¡Te regalo mi imperio!- bromeó el hombre mientras abría el mueble bar para coger su inseparable botella de whisky.

            - Si te digo la verdad no estoy muy interesado en este mundo…

            - ¿No quieres dinero, lujos, mujeres…?- enumeró el traficante mientras llenaba de hielo el vaso y lo mojaba con el carísimo whisky.

            - No quiero ofenderte, pero yo solo veo problemas, droga, miedos…

            Salieri se echó a reír con grandes carcajadas dando un sorbo al vaso; miró al chico asintiendo con la cabeza. Iván miró hacia el suelo sin saber si había hecho algo malo.

            - ¿Ves? A esto le llamo yo confianza. A que tengas los santos cojones de decirme eso.- sonrió el hombre mientras ponía la mano en el hombro del chico.- Me refiero a que soy viejo para vivir en esta jaula de oro; mi vida requiere un contínuo estado de alerta… Controlas todo o mueres por nada. Nunca delegas en nadie, porque piensas que nadie puede hacer el trabajo mejor que tú. Hasta ahora…

            - No te entiendo.

            - Tú…

            - ¿Yo? Debes de haberte equivocado, yo no sé nada de negocios…

            - Te enseñaré.

            - Pero estoy intentando salir de este negocio, no entrar en él.

            - Y yo quiero que me ayudes a transformarlo en lo que creas conveniente.

            - ¿Algo legal?

            - Bueno… La frontera entre lo legal y lo ilegal está en la cantidad de sobornos que seas capaz de pagar.

           

            El chico cogió uno de los vasos vacíos que había en el mueble bar y, con un gesto, pidió a Salieri que le echara whisky. Lo bebió despacio pero de un solo trago; después puso un gesto horrible al pasar el líquido por su garganta y sacudió la cabeza con un escalofrío.

            - ¿Por qué yo?

            - Por lo que acabas de decir.- dijo Salieri que volvía a sentirse en el cómodo sofá.- Ves problemas, droga y miedos; esa es la actitud, si no temes no eres precavido.

            - No sé, esos hombres armados, distribuir droga a grandes cantidades…

            - No te preocupes por eso; sólo te pido que me des la oportunidad de enseñarte cosas. Aunque no lo creas, sé mucho de ti. Veo unas aptitudes en ti, porque la gente te respeta y nunca has usado la violencia.

            - Trabajar en Sunset trae esas consecuencias…

            - No, tú has hecho que Sunset sea eso, sin actitudes de matón pero firmeza. La modestia es tan absurda como la vanidad. Hay una gran diferencia entre orgullo y vanidad. Orgullo es estar seguro de lo que eres, vanidad es querer que los demás estén convencidos de lo que pretendes ser.

            - Muy filosófico…

            - Creo que lo leí en una revista.- sonrió el hombre.- Y, ahora, nos vamos…

            - ¿Dónde?

            - Quiero enseñarte en que consistirá tu entrenamiento. Pero antes hay que comprarte un traje…

            - Apariencias…- susurró Iván

            - Apariencias, sí señor.- repitió Salieri con la mano de nuevo en el hombro del chico.

            Los dos reían al abrir la puerta de casa, bromeando sobre las ocurrencias de Edu; Sonia y Rubén  habían pasado un día genial, aunque la chica se sentía egoísta por aprovecharse de los sentimientos del muchacho. Por mucho que tratara de convencerla de que buscaba una sincera amistad, sabía perfectamente que era un intento de ir acercándose poco a poco a ella… Recordó una frase de su hermana Carmen que le decía: “los hombres son tercos y no suelen admitir un no por respuesta, pero las mujeres nos empeñamos en no elegir al adecuado. ¿Era Rubén el adecuado? ¿Quizá se había empeñado en inventarse un mundo alrededor de su primo Iván?

           

            - ¿Dónde habéis estado?- preguntó Luigi, sentado en el sofá con un gesto serio que llegó a asustar a la pareja.

            - Hemos estado en el Macdonalds y después fuimos a un parque infantil con Edu.- dijo Rubén, mientras Sonia miraba confundida a su compañero italiano.

            - A partir de ahora quiero saber donde estáis en cada momento y con quién, ¿queda claro?- dijo el chico mirando con firmeza a la sorprendida chica.

            - ¡Ey, tío! ¿Qué coño te pasa? ¿No te fías de mí?- se quejó Rubén frunciendo el ceño.

            - Déjanos solos, Rubén. Tengo que hablar con Sonia.- dijo Luigi con un leve susurro.

            - Pero, ¿de qué va todo esto? ¿Ahora te vas a convertir en defensor de la moral?- gruñó el amigo de Luigi.

           

            Sonia agarró del brazo a Rubén con suavidad y le indicó con un gesto de la cabeza que se marchara; el chico suspiró volviendo a tener claro cuál era su lugar y cuál debía ser su actitud. Besó la mejilla de la chica y se marchó, no sin antes echar una mirada de reproche al italiano… El silencio se apoderó de la habitación y Sonia mandó al niño a su habitación; sabía que algo había pasado, porque esa actitud no era normal en Luigi. Entonces, una idea pasó por su cabeza como si fuera un disparo a quemarropa…

            - ¡Iván! ¿Le ha pasado algo a Iván?- dijo la chica arrodillándose ante Luigi.

            - No, tranquila, todo está bien con tu primo. El problema es tuyo…

            - ¿Mío?- preguntó Sonia cambiando la actitud asustado por una inusitada sorpresa.

            - Siéntate…- musitó el chico dando golpecitos en el sofá, junto a él.

            La chica se sentó tragando saliva; ¿era posible que Luigi fuera a recriminarse su amistad con Rubén?

            - ¿Quién sabe que estás aquí?

            - ¿Cómo dices?

            - Hoy han venido a buscarte unos chicos y te conocían perfectamente.

            - ¿A casa?

            - Estaban en el portal preguntando por una chica llamada Sonia que venía con un crío. Nena, ¿quién sabe que estás aquí?

            - Nadie, no sé quién puede buscarme. No conozco a nadie en la ciudad.

            - No hablo de la ciudad, hablo del pueblo. Edu tiene un padre, ¿no? Esos tíos no parecían muy amigables.

            Sonia se quedó pálida ante la insinuación de su amigo. Ella había escapado del pueblo por temor a lo que, la familia del padre de su hijo, pudieran hacer. Los Gallardo eran los dueños de casi medio pueblo, terratenientes ostentosos que conseguían aquello que se proponían con el beneplácito de un alcalde más entregado a la vida contemplativa que a hacer política justa. Andrés, el padre de Edu e hijo menor del patriarca de la familia Gallardo, era la oveja negra de la familia en el sentido de que no hacía nada de provecho. Ya se decía en el pueblo que la llegada de drogas de diseño y cocaína a las discotecas de la comarca llevaba la marca del pequeño de los Gallardo. El nacimiento de Edu era un problema para la familia porque, a pesar de que no lo había reconocido, el chico sabía perfectamente que era su hijo y, por tanto, un heredero válido.

            - ¿Andrés está aquí? ¡Dios mío! ¿Qué he hecho?- sollozó la muchacha superada por la situación.

            - ¿Es el padre de Edu? Relájate y explícamelo todo…- dijo Luigi abrazando a su amiga.

            - ¡Quieren quitármelo, seguro!- lloraba la chica con su cara pegada al pecho de su amigo.

            - ¡Ey, tranquila! No va a pasar nada, ¿de acuerdo? No estás sola.- trataba de calmarla el italiano acariciando su cabello.- Tienes que explicarme algunas cosas… ¿Te escapaste sin decirle nada al padre.

            - ¡Él nunca reconoció a Edu! ¡Me violó, Luigi!

           

            El chico se quedó boquiabierto ante la confesión de la chica; uno de esos cerdos que estaban en el portal había violado a Sonia y él no sabía nada. Entonces, ¿por qué la buscaba ahora?

            - ¿Y ahora ha cambiado de opinión? ¿Por qué?- preguntó el chico tratando de entender.

            - La familia de Andrés son gente muy importante en el pueblo, puede que sean los dueños de casi la mitad del pueblo. No les interesa que haya un posible heredero fuera de la familia.

            - Joder, esto parece Falcon Crest…- bromeó Luigi gaáandose una dura mirada de la chica.- Lo siento, continúa…

            - Ahora querrán quitármelo, querrán criarlo ellos.

            - Eso es una tontería, no te pueden quitar a tu hijo así como así.

            - ¡Tú no los conoces!

            - A ver, Sonia… Esa familia será muy importante en el pueblo pero estamos en la capital y se requiere una serie de intervenciones judiciales para reclamar la custodia.

            - ¡Se han podido inventar de todo sobre mí para decir que soy una mala madre!- volvió a llorar la chica.- Y puede que tengan razón, ¿cómo se me ocurre traer conmigo un niño tan pequeño, arrastrándolo a una vida como ésta?

            - No digas eso, Sonia.- gruñó Luigi.- Eres una buena madre y valiente. Has luchado tú sola por salir adelante. Aquí el cobarde es ese hijo de puta que no se ha hecho cargo de su hijo en tres años, así que no vuelvas a decir que eres una mala madre.

            - Eso da igual, si se empeña en demostrar que no soy capaz de mantener a mi hijo me lo quitará.

            - Las cosas no son así, creo que esto es más bien un ataque de cuernos porque cree que alguien te está haciendo feliz… Ese rollo de matón de pueblo no sirve aquí. No te asustes, ¿vale? Lo superaremos juntos…

            La chica se tranquilizó en brazos de su compañero de piso sabiendo que, aunque fuera complicado, de todo podrían salir juntos.

            - No quiero que le digas nada de esto a Iván.- dijo Sonia mirando a los ojos de Luigi.

            - ¿Estás loca? Tiene que saberlo, eres su prima.

            - Luigi, si Iván se entera que Andrés está aquí, habrá pelea… Y es una pelea que no podrá ganar.

            - Creo que para afrontar esto, debemos estar unidos. Iván, Rubén, yo…

            - No, por favor…- rogó la chica con lágrimas contenidas en los ojos.

            En ese instante la puerta del piso se abrió e Iván entró con una funda de plástico donde traía un elegante traje. Sonia se apresuró a secarse las lágrimas mientras Luigi se recomponía.

            - ¿Dónde vas con ese traje, tío? Vale más pasta que tú, seguro.- bromeó Luigi, tratando de desviar la mirada de Iván que se había fijado en los ojos hinchados de su prima.

            - ¿Qué ha pasado? ¿Sonia?- dijo Iván dejando perpleja a la chica que no sabía como salir del embrollo.

            - Lo siento, Sonia… Se lo tengo que decir.- soltó Luigi encogiéndose de hombros y mirando a su amigo.- Me has pillado, Iván. Le he dado de fumar marihuana a tu prima y se ha puesto a toser como una loca…

            Sonia respiró tranquila mientras los dos amigos reían a carcajadas. Luigi tenía la extraña cualidad de hacer que todos creyeran lo que decía.

            - Primita, te he dicho mil veces que no fumes de la mierda que te da este hombre.- reía Iván.

            - ¿Me vas a decir dónde coño vas con ese traje?- cambió de tema el italiano que manejaba los tiempos con soltura.

            - Spaghetti, mi nuevo trabajo es cuestión de apariencias.- dijo el chico mientras se dirigía a su habitación.

            Tanto Luigi como Sonia se miraron entre sí, sin entender a lo que se refería el chico. La chica se acercó a su compañero de las rastas y le dio un abrazo muy sentido.

            - Gracias, de verdad. Muchas gracias por no decirle nada.

(CONTINUARÁ)

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Solos en casa (Cap 2: ¡Tequila!)

Solos en casa (Cap 1: ¿Que me estás haciendo?)

El principe de los picaros (Cap 14: Desenlace)

El principe de los picaros (Capitulo 13: ¿Dónde?)

El principe de los picaros (Cap 12: Desastres)

El principe de los picaros (Capítulo 11: Daños)

El principe de los picaros (Cap 10: Decisiones)

El principe de los picaros (Cap. 9: Determinación)

El principe de los picaros (Capítulo 8: Desdicha)

El principe de los picaros (Capítulo 7: Dudas)

El principe de los picaros (Capítulo 6: Dolor)

El principe de los picaros (Capítulo : Doctrina)

El principe de los picaros (Capítulo 4: Dilema)

La calma y la furia

El principe de los picaros (Capítulo 3: Deseos)

El principe de los picaros (Capítulo 2: Desafio)

El principe de los picaros (Capítulo 1: Destino)

El principe de los picaros (Prólogo)

El primero en... (Epilogo)

El primero en... (Morir: Capitulo 10. Final)

El primero en... (Arriesgar: Capitulo 9)

El primero en... (Huir: Capítulo 8)

El primero en... (Confesar: Capitulo 7)

El primero en... (Sucumbir: Capítulo 6)

El primero en... (Perder: Capítulo 5)

El primero en... (Leer: Capítulo 4)

El primero en... (Descubrir: Capítulo 3)

El primero en... (Jugar: Capítulo 2)

El primero en... (Fantasear: Capítulo 1)

El primero en... (Conocer: Prólogo)

Regreso a casa (epílogo)

Regreso a casa (capítulo 12: Soluciones)

Regreso a casa (capítulo 11: Pasado y futuro)

Regreso a casa (capítulo 10: Grilletes del alma)

Regreso a casa (capítulo 9: Consecuencias)

Regreso a casa (capítulo 8: El error)

Regreso a casa (capítulo 7: Verónica)

Regreso a casa (capítulo 6: La consecuencia)

Regreso a casa (capítulo 5: Encuentros)

Regreso a casa (capítulo 3: Conociéndose)

Regreso a casa (capítulo 4: Ante todo, sinceridad)

Regreso a casa (capítulo 2: Volver a sentir)

Regreso a casa (capítulo 1: Prólogo)

El curso (y 4)

El curso (3)

El curso (2)

El curso (1)

Pequeño hermano mío: Y vivieron felices.(Epilogo)

Pequeño hermano mío: Viviré para hacerte feliz

Pequeño hermano mío: Tú y yo es nosotros

Pequeño hermano mio: Por ahora...

Pequeño hermano mío: El tiempo no todo lo cura...

Pequeño hermano mío: Dudas

Pequeño hermano mío: Cuando el rio suena...

Pequeño hermano mio: Cosquilleo

Pequeño hermano mío: Carmen, ¡cuentamelo ya!

Mi querido vecino

Reencuentros y recuerdos (y 3)

Reencuentros y recuerdos (2)

Reencuentros y recuerdos (1)

Verdades que duelen (Parte 2 de 2)

Verdades que duelen (Parte 1 de 2)

Miradas (Parte 2 de 2)

Miradas (Parte 1 de 2)

Mi hermanazo Marcos (El final del final)

Mi hermanazo Marcos (Jugando con fuego)

Mi hermanazo Marcos (la historia sigue...)

Breves historias de morbo: Vacaciones de verano

Breves historias de morbo: Al salir de trabajar

Mi hermanazo Marcos (el desenlace)

Mi hermanazo Marcos (2)

Mi hermanazo Marcos

Despedida de soltera (y 3)

Vacaciones en Tenerife (3 y fin)

Vacaciones en Tenerife (2)

La Despedida de soltera (2)

Vacaciones en Tenerife

La Despedida de soltera

Infiel con mi cuñada (2)

La visita de mi sobrino (2)

La visita de mi sobrino

Conquistando a mi tia (el desenlace)

El encuentro (Conquistando a mi tia 3)

Conquistada por mi sobrino

Infiel con mi cuñada

Conquistando a mi tía