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La Despedida de soltera

en Amor filial

A mis 34 años retomaba de nuevo mi vida; acababa de conseguir el divorcio tras siete años de infeliz matrimonio con el hombre equivocado. Puedo decir ahora, con total conocimiento de causa, que me anuló como persona, y eso era una cosa que me decía mi familia. Yo siempre había sido una mujer independiente con mi titulo de enfermería, que nunca llegue a ejercer después de las practicas porque mi entonces marido se negaba a que yo trabajara fuera de casa. La única felicidad que me había dejado mi vida era mi pequeña hija de cinco años, Victoria que, gracias a dios, se parece bastante más a mi que a su padre.

Me instalé temporalmente en casa de mis padres mientras buscaba un apartamento al que mudarme, idea que no gustaba nada a mi padre que insistía en que me quedara a vivir con ellos; pero eso chocaba de nuevo con mi recién recuperada independencia. Mi madre si que me animaba a retomar mis viejas amistades, visitar a mi hermano Fran, de 27 años que vivía en Ibiza, o a salir más con mi hermana Sonia, de 32 años y felizmente casada, la que me hizo olvidar mis problemas de forma rápida... A veces, es fácil borrar de tu vida una etapa que no te ha aportado nada. La cosa es que, sin trasnochar y sabiendo que mi hija quedaba en buenas manos con mi madre, comencé a salir tanto con mi hermana como con antiguas amigas que nunca me dieron de lado y no puedo decir que me fuera mal; me lo pasé muy bien y tuve algún que otro escarceo con hombres "sin nombre".

Si yo he dicho que antes de casarme era independiente, el que se lleva la palma en la familia es mi hermano. Fran se fue a Ibiza a trabajar a los 22 años en contra de la opinión de mi padre, que como suponéis a estas alturas era la persona más chapada ala antigua de la familia... Aunque a su favor hay que decir que en esta decisión, casi todos, le dábamos la razón, ya que nos parecía una locura que con solo 22 años, pensase en irse a Ibiza a "buscarse la vida", recién acabada la carrera de Turismo. Y digo casi todos, porque mi madre apoyó su decisión, cosa que le costó más de una bronca con mi padre. Pero bueno, la cosa se fue relajando con el paso del tiempo y, sobre todo, con las invitaciones veraniegas que mi hermano hacía a mis padres. De hecho, tras la primera de ellas, la opinión de mi padre sobre mi hermano cambió radicalmente: que si era un chico responsable, que teníamos que ver el duplex que tenía en Ibiza, que conocía a gente muy influyente... Mi hermana y yo nos reíamos de lo fácil que era hacer cambiar de opinión a mi padre, que dentro de ese cascarón de cascarrabias, tenía un corazón inmenso.

Mi visita se hacía esperar porque ni encontraba la fecha, ni me apetecía mucha dejar a mi hija atrás que había comenzado ya el colegio; pero se presentó la oportunidad en la despedida de soltera de una amiga; Inma era una de las chicas de la pandilla que nos juntábamos desde el instituto, y unas de las pocas con las había mantenido el contacto durante mi matrimonio. Se casaba con su novio de toda la vida, un empresario de bastante dinero y un poco mayor que ella, que disponía de capital suficiente para darle todos los caprichos a su prometida. Así pues, la despedida de soltera decidió celebrarla en Ibiza con un grupo de ocho amigas entre las que me incluía... Su futuro marido no sabía lo zorrita que era su prometida y a lo que iba ésta a Ibiza. Vamos , Diana, vente con nosotras que es la ultima fiesta que nos vamos a dar me decía para convencerme.

La verdad que si la despedida hubiera sido en otro sitio con total seguridad no habría ido, pero el hecho de que en la isla viviera mi hermano y el tiempo que llevaba sin verlo, me hizo aceptar la proposición. Así que lo llamé informándole de mi visita:

 ¿Diga?- me contestó la misma voz juvenil de siempre.

 Fran, soy Diana...

 Ey, hermanita, ¿que tal?

 Todo bien, enano- le tranquilice con el apodo que le teníamos puesto mi hermana y yo desde pequeño.- era para decirte que voy a ir a Ibiza a una despedida de soltera...

 Ja, ja, ja... ¿A una despedida de soltera? ¿Otra vez te casas? ¿No has aprendido con el tontorrón de tu ex?

 Que no, idiota... Que quien se casa es mi amiga Inma, y la despedida es en Ibiza; era para hacer por verte, solo vamos tres días y podríamos quedar...

 Así que me traes amiguitas, ¿eh?. ¿Y se casa tu amiga Inma? Bufff pobre marido, va a parecer un Miura. Encantado de recibirla, jeje- rió tan golfo como siempre.

 Ni hablar, Fran. Hacer por vernos nosotros, que no me fío yo de estas leonas.- le reñí con la boca pequeña. Mi hermano siempre había sido un chico muy guapo y mi amiga Inma siempre había jugado a tirarle los trastos, desde que entraba en mi casa y él tenía 17 años.

 Bueno, vaaaale... Pero no me harás el feo de no quedarte unos días ¿no?... Venga hermanita, por una vez que puedes escaparte, podrías estar una semana aquí en mi casa.

 No puedo, enano... Marta está con el colegio y no me gusta dejarle a mamá esa responsabilidad.- le protesté poniendo como excusa a mi hija.

 Anda ya, Diana, no me pongas excusas tontas,sabes que mamá no va a poner problemas en quedarse con Martita

Así trató de convencerme hasta que sacó de mi un "lo intentaré" que por la forma de celebrarlo se lo tomó como un "sí". Algo normal, teniendo en cuenta que desde que era pequeño, siempre había sido el ojito derecho de las mujeres de la familia.

Cuatro días después, ya estábamos preparadas las ocho amigas para salir rumbo a Ibiza desde el aeropuerto de Barajas. La fiesta comenzó desde que subimos al avión, con las ganas de fiesta que teníamos todos y que me fueron contagiando poco a poco. Por supuesto, Inma ya iba hablando de los morenazos ibicencos que quería probar y de la fiesta que nos íbamos a pegar; la primera parada en el hotel para descansar y prepararnos para la hora de la cena que es cuando empezaría lo bueno. Según ella, estaba todo preparado de antemano. Yo les dije, que como mi hermano vivia en la isla que aprovecharía para visitarlo y descansaría allí.

 ¿Fran vive aquí?- preguntó babeando Inma- Vaya, vaya... El enano se independizó, ¿eh?

 Si, pero ni se te ocurra acercarte, jaja... Tú a tus ibicencos y deja a mi hermano en paz.- le dije bromeando pero dejando claro la advertencia.

Cuando llegamos al hotel, dejamos nuestras cosas allí y mientras ellas se preparaban para descansar yo llamé aun taxi indicándole la dirección que me había dado mi hermano. El taxi me llevo a una zona residencial, con casitas adosadas blancas y junto al mar. No me podía creer que mi hermano viviera en una de esas casas. Abandoné el taxi aún absorta por la impresión, y cogí el móvil para llamar a mi hermano, mientras el guarda jurado de la entrada de la zona residencial -un cuarentón de barriga prominente y bigote grasiento- me miraba de arriba a abajo... La verdad que el short que llevaba dejaba poco a la imaginación y la camisa cruzada y desabotonada dejaba ver buena parte de mis grandes pechos – talla 95- que eran uno de los mayores reclamos para los machos en celo. Supongo que mi pelo rubio y mis gafas de sol que tapaban mis ojos, me dieron pinta de extranjera ya que el tío, creyendo que no entendía ni una palabra dijo en voz baja:

 Joder con la guiri de los cojones , le daba polla hasta que se hartara de Ibiza.- mientras se sobaba el paquete.

Tras dos toques, cogió el teléfono mi hermano que al decirle que estaba en la puerta de la urbanización, colgó directamente para venir a recogerme. A los pocos minutos ya estaba en la puerta y saludando al asqueroso guarda se acercó a mí.

 Hola hermanita, ya era hora de que te dignaras a presentarte...- dijo mi hermano muy contento y causando el estupor del guarda de seguridad que se metió en su garita, puesto que no podía esconderse bajo tierra, que seguro lo hubiera hecho de haber tenido la mínima oportunidad.

El abrazo de mi hermano me pilló de sopetón, levantándome del suelo con fuerza. Fran había cambiado mucho; sus espaldas eran mucho más anchas, ya no era ese niño que cuidamos cuando eramos más jóvenes, era un hombretón muy apuesto que seguro que triunfaba entre las guiris, por eso me tomó el guarda por uno de sus ligues. Sus ojos verdes y su pelo corto alborotado; su piel moreno que lo hacían parecer un mulato y su barba de tres días... Dios santo, si no fuera por su voz y porqué había contestado al teléfono, no lo hubiera reconocido.

 ¡Por dios, Fran!, como has cambiado...- exclamé cuando pude poner pies en el suelo.

 Mucho tiempo libre y mucho gimnasio, hermanita- me dijo mientras me rodeaba con sus fuertes brazos por los hombros y me conducía dentro de la zona residencial

Mientras llegamos a la puerta de una preciosa casa adosada de color blanco con un jardincito, nos estuvimos poniendo al día de nuestras vidas, ya que en nuestras llamadas de teléfono no teníamos tiempo de contarnos confidencias. Me contó que no se arrepentía de haberse ido a Ibiza, aunque nos echaba de menos a la familia, pero que como veía la vida le iba muy bien. Trabajaba en una agencia de modelos, ademas de haciendo "recados" a algunas personalidades de la isla; me dijo que me quedara en su casa a lo que me negué, puesto que iba a la despedida de soltera y volvería muy tarde. Me invitó a comer en un restaurante dentro de la propia zona residencial, donde continuamos la charla entre dos buenos platos de pasta, que mi hermano sabe que es mi plato favorito.

 Bueno hermanita, me alegro mucho de tenerte por aquí, ¿por qué no te quedas más días?- me pidió a la vez que acariciaba mi mano, tan suavemente que un escalofrío recorría mi espalda.

 N... No puedo, Fran- le contesté tratando de recuperar la compostura- la niña está sola con mamá y...

 Vamos, no digas tonterías... Además, ha sido mamá quien me ha llamado para que te convenza de que te quedes una semana para desintoxicarte de la península.

 ¿Que mamá ha hecho qué...?- grité sorprendida, provocando las miradas curiosas de muchas mesas de alrededor, lo que me provocó un ataque de vergüenza, mientras mi hermano se reía aguantando la carcajada.

 Mira, Diana...- me dijo mi hermano, mirándome muy serio y cambiando totalmente la expresión de los ojos.- Sé que lo has pasado mal con el tema del divorcio y mamá me dijo que estabas un poco perdida y que no le gustaba verte así. Sabe que siempre has tenido confianza conmigo; tú siempre me aconsejabas cuando yo era un niñato con sus primeros amores... Deja que te ayude yo a ti ahora. Es lo justo, ¿no?

La convicción de Fran en sus palabras me parecieron una barrera difícil de saltar; la verdad, que en mi interior, sabía que necesitaba despejarme unos días para pensar y la isla era un sitio ideal para hacerlo; así que tras unos minutos de silencio durante los cuales los hermosos ojos verdes de Fran no dejaban de observarme, asentí.

 ¿Eso es un "sí"...?- me preguntó emocionado mi hermano.

 Sí, enano... Me quedaré contigo una semana; pero está noche tenga la despedida de soltera y estaré hasta muy tarde fuera porque...

No me dejó terminar, porque sus labios chocaron con los míos, dándome un fuerte beso que me sorprendió. Su mano agarraba mi nuca forzándome a seguir con ese contacto. Cuando se separó busqué aire para recuperarme de la sorpresa y la vergüenza que había palidecido mi cara. Y, sobre todo, nerviosa, por sentir que con ese simple y parental beso, había mojado mis bragas como hacía tiempo no me pasaba.

 No sabes como me alegro de que te quedes, hermanita- relataba mi hermano sin darle importancia al besazo que me había soltado en los morros; siempre habíamos tenido mucha confianza pero nunca hasta estos limites,- Esta noche, yo también trabajo en la discoteca así que, ¿porque no os pasáis a tomar una copa por allí?

 No sé lo que tendrás estas preparado, pero conociendo a Inma, supongo que cualquier guarrada...- traté de bromear, quitándole importancia al beso.

 Bueno, vamos a mi casa, que me tengo que duchar... Te daré unos pases VIP por si os queréis llegar a la disco donde trabajo y te llevo al hotel.

Así nos dirigimos caminando y siguiendo charlando por el camino. Cuando llegamos asu casa y abrió la puerta me quedé anonadada, pues la decoración y la casa en sí, era aún más espectacular por dentro que por fuera. La entrada daba directamente a un enorme salón con suelo de tarima flotante, donde un gran sofá con chaisse longe y un televisor de no menos de 50´ presidía la estancia. A la izquierda y conectada mediante una cocina americana y una puerta tipo salón del oeste, estaba una cocina que disponía de electrodomésticos que ni yo misma sabía que existían. Y al fondo, unas puertas correderas que daban a una enorme habitación con una cama de 2x2 y un vestidor de casi 10 metros cuadrados. Fran cogió ropa del vestidor y se fue al baño que había en la misma habitación mientras me decía que echara un vistazo ala plata de arriba que es donde estaría mi dormitorio.

Subí las escaleras de caracol que había junto a la puerta de la cocina, y comencé un pequeño tour por las tres habitaciones que había arriba. Una era una habitación con una cama normal y un armario empotrado en una de sus paredes; la otra, un aseo con placa de ducha muy grande y una mampara de cristal grandisima; la ultima era otra habitación que tenia un pequeño sofá y muchos muebles por medio, parecía una especie de alacena. Cuando terminé de ver toda la casa bajé las escaleras y entré en la habitación de mi hermano que estaba abierta.

 Es preciosa la casa, enano... Dan ganas de quedarse aquí para siempre, ja ja.- bromeé a la vez que me sentaba en la cama.

 Pues quedate si quieres; te traes a tu hija y perfecto, todo...- me dijo desde el baño.

La puerta del baño esta abierta, y por el reflejo del espejo del vestidor me llegaba la imagen de mi hermano afeitándose mientra se miraba en el espejo del lavabo. Él no podía verme, pero me sorprendí a mi misma, observándole el trasero desnudo, ya que no llevaba nada puesto; la ropa con la que me había recibido no hacía justicia al cuerpazo que había debajo. Un espalda ancha con unas dorsales muy marcados y un culo prieto y respingón, totalmente depilado. Dos tatuajes adornaban su anatomía por detrás, la única parte de su cuerpo que podía ver: unas pequeñas alas de ángel en su espalda y una Estrella de David justo encima de su culito.

Me incorporé de la cama rompiendo el contacto por miedo a que me sorprendiera mirando su cuerpo, pero mis piernas temblaban d el excitación; tuve que respirar hondo para volver en mí. Seguí hablando con él, mientras se vestía en el baño, ya dándole la espalda para no caer en la tentación de volver a mirar. Era mi hermano y me ponía cachondísima, ¡dioooos!. Las sensaciones de morbo que sentía por el parentesco hacían que mi excitación llegara a limites insospechados...

Sentí su mano en mi hombro y me giré saliendo de mis pensamientos libidinosos; Fran estaba tras de mí con un pantalón de lino blanco muy ancho y una camisa blanca de mangas largas recogidas a sus codos y esa sonrisa de blancos dientes que coronaban sus ojos verdes.

 Ya estoy listo, ¿nos vamos?- me dijo, volviendo a cogerme de los hombros mientras nos dirigíamos a la cochera. Abrió un armario y me dio un casco que yo cogí con desconfianza, porque me daban mucho miedo las motos, desde un desafortunado accidente con mi ex.

 Enano, sabes que me dan mucho respeto las motos... No sé...

 ¿Desconfías de tu hermano menor?- me espetó como si estuviera ofendido pero sin borrar esa sonrisa de sus labios. Me puso él mismo el casco semi integral y me lo abrochó, para después acariciarme la nariz, para tranquilizarme.

Se subió él primero a la moto, una Yamaha V-Max de color negro preciosa. Después subí yo que, al llevar los muslos desnudos por el short, entré en contacto con su trasero guardando por un momento la respiración; él puso su mano en mi muslo y lo acarició para volver a tranquilizarme, aunque yo estaba cada vez más nerviosa, y no era precisamente por la moto sino por sus caricias. Arrancó la moto y salimos rumbo al hotel, yo agarrada muy fuerte a la cintura de mi hermano; mis grandes pechos estaban aplastados contra su espalda y seguro que el podía notar su volumen pegado a él. El estar tan pegada a él, me hizo aspirar el perfume que llevaba lo que hizo sentirme aún mejor. Si digo la verdad, no recuerdo las conversaciones tontas que tuvimos por el camino, ya que en cada semáforo que parábamos, Fran se giraba para hablarme mientras me acariciaba el muslo; no sé si lo hacía con alguna doble intención pero yo estaba excitadísima.

Llegamos a la puerta del hotel, donde nos despedimos con un suave beso en la mejilla. Me hizo prometerle que lo llamaría esa noche para que fuéramos a la discoteca después de las "guarradas de mis amigas". Yo entré en el hotel sin mirar atrás para no volver a verlo, porque la situación era ya lo suficientemente embarazosa para mí como para que notará el rubor de mis mejillas y mis pezones marcados en mi blusa. Subí a mi habitación, que no compartía con nadie, al ser impares las invitadas y me tumbé en la cama, mirando al techo.

Me levanté a los pocos minutos y me desnudé para meterme en la ducha. El agua caía sobre mi cuerpo, al cual iba enjabonando como una autómata, porque mi mente estaba puesta en mi hermano, ese enano que se había convertido en un tío capaz de poner cachonda ala mujer más frígida del mundo. Sin pensármelo dos veces, empecé a acariciarme hasta llegar a mi coñito que empecé a masturbar con movimientos circulares y ayudándome de la presión del agua de la ducha. Deslizándome por la ducha hasta caer de rodillas, machacándome el clítoris hasta alcanzar uno de los orgasmos más fuertes de mi vida; me quedé deshecha, sentada en el suelo de la placa de ducha y, sin poder evitarlo, comencé a llorar desconsoladamente. ¿Cómo podía sentir esa atracción por mi hermano? ¿cómo podía haber tenido tan clara su imagen mientras me masturbaba?. Me sequé y me tumbé en la cama, quedando dormida en un instante. Demasiadas emociones fuertes para mí.

Cuando me desperté cerca de dos horas después, me volvía duchar, cogí mi ropa y me fui a la habitación de Inma, donde habíamos quedado todas para prepararnos y vestirnos. Nos maquillamos, nos probamos mil modelos y nos echamos mil piropos. Íbamos de "guerra" y la verdad que los modelitos de todas no tenían desperdicio. Yo acabé con una falda muy por encima de la rodilla de color gris y una camisa que marcaban mis generosos pechos y que Inma me desabrochó hasta lograr el efecto de escaparate para mi canalillo.

Salimos a cenar a un restaurante de lujo y ya desde entonces la miradas de los camareros y nuestras risas y bromas, nos confirmaron que esa noche iba a ser grande. Yo me propuse olvidarme por una noche de lo que pasaba con Fran, para centrarme en lo que parecía una noche muy prometedora. Tras muchas bromas y alguna que otra copa, Inma le pidió el teléfono a los dos camareros para llamarlos más tarde. Justo después, nos dirigimos a una sala de strippers que tenía contratada una de las amigas de la novia, para disfrutar de un espectáculo privado. La sala era grande con unos sillón pegados a todas las paredes y una barra donde nos atendía un chico moreno muy guapo con el torso al aire y una pajarita puesta.

Primero salió un chico vestido de policía que con música seductora nos puso a cien... Sus roces con las invitadas despertaron más de un agarrón fuerte de su bultazo; porque ¡menudo bultazo calzaba el chaval!. Sin saber muy cuando se perdió el control, la polla del chico ya estaba fuera del tanga siendo sobaba por dos pares de manos. Verónica, una de las primas de la novia, se la llevó a la boca sin más preámbulos. La chupaba con gula y ansía, y esa polla no paraba de crecer, hasta alcanzar más de 20 cm. ¡No había visto yo una polla igual en mi vida!

Las demás chicas mirábamos asombradas y riéndonos de la espectacular mamada; de los sonoros chupeteos que Vero daba en los huevazos de ese chico, que parecía estar acostumbrado a ese trato por parte de la clientela. El "policía" pasó por delante de todas que sobamos su enorme verga. Cuando llegó a mí, comencé a masturbarlo como hipnotizada por el tamaño de ese rabo, que palpitaba en la palma de mi mano. Cuando escuché gritos en la sala, vi de reojo que otros dos chicos entraban en la sala, igual de buenos que el primero y comenzaban a desnudarse.

El hecho de que las chicas estuvieran distraídas con el "ganado nuevo" me hizo olvidar un poco mi vergüenza. Sólo quedaba a mi lado una de las primas de Inma – no sé que genes tendrían esa familia, pero eran de lo más putas que yo he visto en mujeres- que con la polla aún en mi mano empezó a chuparla; he de admitir, que ahí el vicio me pudo, y me lancé a chupar esa polla a medias con la fulana que tenía al lado. Mamaba polla con furia, me sentía una puta y me gustaba... Mis jugos caían por entre mis piernas como si hubiera abierto un grifo y llegué a un orgasmo aún más fuerte que el de la tarde cuando mi compañera empezó a sobar mis tetazas por encima de la blusa.

Tras el tremendo orgasmo, me levanté para valorar la situación, mientras mi amiga se hacía dueña completamente de aquel pollón. Yo hace un rato que había perdido el contacto con la realidad, porque allí había ya cuatro chicos montando una orgía con las invitadas. Uno estaba sentado en el sofá, mientras Verónica lo cabalgaba como una bestia; sus gemidos tenían que oírse desde Menorca. Otro recibía en su rabo, las atenciones de las bocas de dos invitadas y mientras le comía el coño a una tercera. La ultima de las invitadas estaba en la posición del misionero recibiendo los pollazos de un mulato semental que con las piernas a sus hombros la machacaba con fuerza. Por ultimo, busqué con la mirada a Inma que estaba en el otro extremo de la estancia y la encontré a cuatro patas siendo follada por el último de los chicos. Un chico de espaldas anchas, hombros marcadísimos y... ¡unas alas de ángel tatuadas en la espalda con una Estrella de David encima de su culo!. Mi mirada se cruzó con la suya y, efectivamente, era mi hermano Fran follándose a una de mis mejores amigas delante de mis ojos. Volvió a sonreír como lo hizo en su casa ya mi me temblaron las piernas.

Me dí la vuelta, tras dedicarse una pícara sonrisa; parecía que mi amiga Inma no lo había reconocido, puesto que si no me habría armado un buen escándalo. Me dirigía uno de sus compañeros y empecé a morrearme con él, mientras una de las amigas le comía la polla... Me saqué las tetas de la blusa, que saltaron como dos globos, sin perder de vista, en ningún momento, a mi hermanito que penetraba con fuerza a Inma mientras su mirada me buscaba con ansía.

Me subí la falda hasta la cintura y echando el tanga aun lado empecé a masturbarme mientras me acercaba a donde estaba Fran e Inma. Los ojos de mi hermano eran un poema, parecía que ahora era él quien estaba nervioso y apunto de perder los papeles; se detuvo agarrado a las caderas de Inma, que trataba de recuperar el aliento del ritmo brutal que la excitación había hecho que mi hermano follara.

 ¡No te pares, tío! ¡que estoy a punto de correrme otra vez!- le dijo girando al cara a modo de protesta; esta guarra era capaz de aguantar todo lo que le metiesen.- Diana, cariño. Acercate a mí.

A esas alturas, yo había perdido todo atisbo de vergüenza y me acerqué a mi amiga. Me tumbé directamente delante de ella abriendo las piernas. Fran comenzó de nuevo a follarse a la "novia" mientras ésta, sin pensárselo dos veces, acercó su boca a mi coño, y empezó a devorarmelo. Creo que en menos de dos minutos alcancé dos orgasmos; con los ojos fijos en la cara de mi hermano y con la boca abierta, lamiéndome los labios mientras le miraba de arriba a abajo.

 ¡Joder!, ¡me corrooooooo!- gritó Inma despegando los labios de mi coño mojado.

 ¡Yo taaambien!- gimió Fran sacando la polla del coño de Inma y acercándose a donde estaba yo tumbada.

De pie junto a mi, que lo esperaba sobándome las tetazas. Agitó su pollón dos veces y, con un gran gemido, empezó a soltar una catarata de leche que cayó a borbotones sobre mis pechos. Yo alcancé otro orgasmo al sentir el semen caliente de mi propio hermano escurriéndose por mi cuerpo. Inma, sin perder un momento, se abalanzó sobre mis tetas chupando la lefa que caía sobre ellas, dejándolas brillantes mientras yo jadeaba, cerrando los ojos. Inma se puso encima mía dándome su lengua en mi boca, la que yo acepté con ganas. Un morreo de antología; nunca había pensado en tener un "rollo" con una mujer, pero este día en mi cabeza parecía haber un "vale todo" escrito.

Cuando abrí los ojos, Fran se había marchado al igual que casi todos los chicos. Nos vestimos todas y riéndonos nos dispusimos a salir a la calle a continuar la fiesta en alguna discoteca. Entonces, sonó un mensaje en mi móvil:

"Esta noche estaré en la discoteca por si queréis pasaros o si, te espero esta noche en casa... te quiero. Fran"

 Oye, chicas...- interrumpí las conversaciones, sacando de mi bolso las invitaciones que mi hermano me había dado por la tarde.- ¿Os apetece llegaros a una disco que me han dado pases VIP?

Las risas contagiosas de todas, denotaban las ganas de fiesta que aún teníamos; así que, hacía la discoteca de mi hermano nos dirigimos...

¿Continuara?

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