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La visita de mi sobrino (2)

en Amor filial

La mañana transcurrió con normalidad hasta la hora del almuerzo; yo podía observar las miradas cómplices de Sonia hacia su primo. Sin embargo, los ojos de Rafa parecían de vez en cuando escrutarme, buscando quizás alguna pista que le indicara si yo había escuchado algo la noche anterior. Yo, por supuesto, desviaba mi mirada porque ya de por sí, me ponían nerviosa sus preciosos ojos verdes, como para que encima leyera en mi mirada mis sentimientos.

A mediodía, salimos a almorzar, como he dicho a otro restaurante, pagado por Rafa; se empeñaba en que mientras él estuviera allí, yo no iba a entrar en una cocina a ensuciar mis "preciosas manos". La verdad que el ambiente del almuerzo fue muy relajado y divertido; me hizo olvidar totalmente las imágenes de la noche anterior de mi sobrino follando con mi hija... Hubo risas, bromas, y momentos muy tiernos en los que Rafa nos recordaba momentos vividos con mi esposo, que tanto Sonia como yo desconocíamos. Se reafirmaba mi idea de que Rafa era para mi difunto marido como el hijo que nunca tuvo.

Después de la copiosa comida, nos dirigimos a un bar en la playa para tomar un café oyendo el romper de las olas, porque mi sobrino ansiaba ese sonido que, por supuesto, no tenía en su pueblecíto jiennense. Gabriel, el novio de mi hija, llamó y aunque mi hija trataba de darle largas, fue Rafa quien insistió en que viniera. A mí me entró la risa, porque veía a mi hija con la cara desencajada de no ser que pretendía su querido primo después de haberse acostado con ella. Yo sí lo sabía: era tan golfo como su tío Rafael. Rafa me tenía cogida la mano y me acariciaba los nudillos con sus fuertes dedos; yo sentía un reconfortante escalofrío que me hacía desear que esa caricia nunca acabase.

  • Bueno, y esta noche ¿que vamos a hacer?- preguntó ansiosa, Sonia, mirándonos con los ojos brillantes.
  • No se, ¿que te apetece hacer?- le replicó Rafa, pareciendo retarle a decir lo que verdaderamente deseaba. Mi hija se echó a reír.
  • Pues la verdad que no lo se... Ayer me lo pase muy bien, me encantó toda la noche.- decía mi hija, jugando con dobles sentidos, sin saber que yo lo sabía todo.
  • Sí, a mi también me encantó primita,- sonrió mi sobrino, haciendo que mi hija lo mirara fijamente.- pero no es cuestión de hacer todos los días lo mismo, ¿no?

Yo estaba disfrutando de ese juego que se tenían ambos; me fascinaba la tranquilidad con la que exponía sus opiniones Rafa en contraste con la pasión con la que lo hacía mi hija.

  • ¿Y tú que dices, tita?- me preguntó Rafa, sacándome de mis pensamientos.
  • Que voy a decir... Que la parte en la que participé, también me encantó...- dije sin pensar los dobles sentidos que también podían sugerir esa afirmación.- me refiero a que la cena fue genial y que me divertí mucho con vuestras bromas, que estáis locos.

Mi hija pareció no percatarse de la situación comprometedora en la que me había metido, pero mi sobrino me miró con media sonrisa en la boca y me cogió fuerte la mano.

  • Esta noche la acabas conmigo- me dijo mi sobrino, lo que provocó que yo abriera los ojos como platos.- osea, que no voy a dejar que te vayas sin tomarte una copa con nosotros. Tienes que hacer mas vida social y es bueno que conozcas bien a tu yerno.

Rafa levantó la mano, saludando a Gabriel que acababa de entrar en la cafetería señalándole donde estábamos...El chico se acercó y se sentó a la mesa al lado de mi hija que lo recibió con un buen morreo en los labios; ¿querría poner celoso a Rafa?, cosas de niñas que a sus diecinueve años se había quedado deslumbrada por la polla de primito.

  • Bueno "primo"- le dijo Rafa a Gabriel de forma simpática y posando su enorme brazo musculoso sobre el hombro de mi yerno.- Estamos planeando lo de esta noche. ¿Mañana trabajas?
  • No, no trabajo, jeje... Hoy pienso llevarte de marcha hasta que te hartes de Alicante.- dijo emocionado el cornudo.
  • No, hoy quiero cambiar un poco... ¿Conoces algún sitio donde se pueda bailar salsa?. Tendrías que ver bailar a tu suegra.- sonrió con confianza Rafa.
  • Si, claro, algo así conozco, no te preocupes. Si quieres quedamos esta noche y ya decidimos las opciones.- aclaró Gabriel, que debido a la gran empatía de mi sobrino, se portaba como si lo conociera de toda la vida.

Por fin, terminó la hora del café y nos dirigimos caminando por la playa hasta casa. En todo el camino, Rafa llevaba la mano sobre mis hombros y yo echada en su pecho para resguardarme de la brisa que corría ala orilla del mar. Llegamos los cuatro al portal de casa, donde Gabriel y Sonia se despidieron hasta la noche porque iban a descansar un poco a su piso.

  • Bueno, mamá... Esta noche nos vemos y espero que no te arrepientas a ultima hora.- me riñó mi hija, dándome un beso en la mejilla.
  • Tranquila, Sonia. No pienso dejar que se arrepienta. De hecho ponte guapa esta noche porque tu madre va a estar radiante.- contestó mi sobrino mientras abrazaba a su prima muy fuerte y le apretaba la mano a su novio.

La verdad me sentía afortunada por tener a una hija que se desvivía por hacerme feliz y ahora, un sobrino que no me dejaba ni un instante a solas, para que pensará demasiado en el pasado. Aunque él mismo era una representación del pasado; de mi pasado. Subimos al piso los dos y a la vez que Rafa se sentaba en el sofá en silencio, yo me dirigía a la cocina a coger un par de cervezas; había tomado una determinación: si era verdad que Rafa sabía que los había visto, tendría que cantarle las cuarenta haciendo el papel de madre ofendida. Así me dirigí al salón y me sorprendió que él empezara la conversación:

  • ¿Sabes, tita?. No me gusta ese tío para Sonia.- dijo muy seguro de si mismo, echado sobre el respaldo del sofá con los brazos detrás de la nuca, lo que hacía aún más ancha su espalda.
  • ¿Que tío?- respondí con otra pregunta, aún sabiendo que se refería a Gabriel.
  • Gabriel, su novio... No me gusta, hazme caso tita.

Entonces decidí soltar el bombazo, dándome igual las consecuencias que pudieran tener mis palabras en la relación con mi sobrino.

  • Pero, a ver... ¿Tiene que ver algo el que te acostaras ayer con tu prima Sonia, con que el chico no te caiga bien?- solté mirándolo fijamente a los ojos para no perderme detalle de su reacción.
  • ¿C...Como?- tartamudeo Rafa, que se levantó del sofá sin saber muy bien que hacer.- Tú, ¿nos viste?
  • Claro que os vi, Rafa... Y te digo más, no so monté un escándalo, porque tenía que hablar contigo antes. ¿En que pensabas, cariño? ¿Sabes lo que has hecho? Has abierto una puerta que quizás no puedas cerrar. Y ahora me vienes, juzgando al chaval como mala persona, habiéndote follado tú a su novia.- le recriminé haciéndome la dura.

Él esbozó una sonrisa de culpabilidad y agachó esos ojazos verdes al suelo.

  • ¿Se puede saber de que te ríes, Rafa?- le pregunté ahora sí un poco molesta.
  • Lo siento, tita... Me ha hecho gracias que usaras la palabra "follar".- se disculpó

Se me escapó al risa, ante su observación. No se como lo hacía este ángel, pero me era totalmente imposible enfadarme con él.

  • Mira tita... Se que lo he hecho mal, y trataré de arreglarlo, pero te aseguro que mi opinión sobre su novio no tiene nada que ver con que follara con mi prima. Ayer estuvimos un rato a solas, él y yo, y no paraba de presumir de sus aventuras, de sus ligues cuando Sonia no está. Es un putero y no me gusta.
  • Ah y por eso te acostaste con ella, ¿no?- le reñí yo con los brazos en jarra.
  • Bueno, algo así... Llegamos muy bebidos los dos, ella muy cariñosa conmigo y yo con las palabras de ese tío en mi cabeza... Lo siento, no se lo que me pasó. Te aseguro que esa no era mi intención. - aclaró acercándose a mí y cogiéndome de la cintura.

Sentía su aliento en mi cara. Mi pecho pegado al suyo. El silencio se apoderó de la estancia, proporcionándome un morbo increíble. Me quedé colgada por un segundo esos ojazos verdes y tuve que desviar la mirada.

  • Rafa, ¿que haces?- le dije rompiendo su abrazo.- Eso no esta bien.
  • ¿El qué, tita? ¿Abrazarte?- me contestó él con una sonrisa llena de picardía.
  • No... Ya sabes a lo que refiero, Rafa...
  • Si, sé a lo que te refieres... No te preocupes, no haré nada que no me pidas que haga.- respondió muy seguro de sí mismo.

Yo no pude menos que sonreír ante su contestación; este chico tenía mucho rostro y la verdad que eso me gustaba. Estaba dándole pie a sus insinuaciones, y sabía que jugaba con fuego, pero parecía como si el hecho de haberlo visto con Sonia hubiera despertado un instinto que llevaba tiempo dormido en mi: el de la competitividad. Me giré y me dirigí a mi cuarto diciéndole que iba a cambiarme y que descansaríamos un poco, antes de arreglarnos para la noche. El volvió a caer sobre el sofá como siempre hacía y puso la televisión tras quitarse la camiseta.

Yo abrí mi armario y me iba a poner un pantalón cómodo y una camiseta vieja de estar en casa que perteneció a mi marido, pero tras mirarme en el espejo, algo hizo un chasquido en mi cabeza, y me quite el pantalón, dejándome solo la camiseta que me tapaba un poco por encima de las rodillas. ¿Quiere jugar? Pues vamos a jugar pensé para mí, mientras me deshacía también del sujetador. Mis pechos, algo caídos, se marcaban en la camiseta dejando poco ala imaginación. La verdad tenía pinta de zorra, pero me encantaba sentirme atractiva para un joven como mi sobrino. Me dirigí al salón con paso firme, deseando ver la reacción de Rafa, pero cuando llegué mi sobrino dormía plácidamente, tumbado a lo largo del sofá con su torso desnudo y su mano derecha metida dentro del pantalón acariciando su polla que lucía un gran tamaño.

La decepción primera, de verlo dormido, dio paso a una curiosidad por los movimientos de su mano; parecían automáticos, porque él dormía, pero el bulto que marcaba su calzón era impresionante. Yo solo había visto en mi vida el miembro de mi marido, pero puedo asegurar que esto no era normal, por tamaño. Me senté en el sillón de al lado sin perder de vista ni un momento el espectáculo; debo admitir que empecé a excitarme, sentía como se me mojaban las bragas y como mis pezones se pusieron duros, marcándose aún mas en mi camiseta de verano. Mi mano se dirigió también a mi sexo y empecé a acariciarme por encima de la ropa interior, ¡me estaba masturbando a centímetros de mi sobrino!. Sabía el peligro que corría y la vergüenza que pasaría si él despertaba y me pillaba en esa situación, pero el morbo era increíble, tanto como el tamaño de su polla.

Desplacé la braga a un lado, y sin complejos, me masturbaba suave, rozando el clítoris, sintiendo como descargas eléctricas en la boca del estomago. La excitación hacía que cada caricia provocara un orgasmo diminuto, hasta que arqueando la espalda me corrí, mordiendo un cojín para no hacer ruido. Después, me dispuse a dormir en el sillón, pero me subí la camiseta hasta dejar a la vista, buena parte de mis muslos y mis bragas... No pensaba renunciar, a pesar del sueño, a provocar a mi sobrino.

Tuve un sueño increíble, en el que mi sobrino me acariciaba, me follaba con la mirada, y yo le pedía que me hiciera suya, que me devorara entera. Notaba su lengua en mi coño y como jugaba con mi clítoris; creo que ni su tío llegó a hacérmelo tan bien. Me corrí no se cuantas veces en el sueño, deseando que se hiciera realidad. Había traspasado el limite, el deseo que sentía era real y no podía evitar que en mi mente se agolparan las imágenes de la fuerte espalda de mi sobrino, mientras bombeaba a mi hija, deseando ser yo ella. Desperté como una hora después totalmente mojada, me incorporé sobre mis codos y vi que mi sobrino no estaba; noté algo en el tobillo y cuando miré vi que mis bragas estaban bajadas y enrolladas en uno de mis tobillos y mi coño totalmente expuesto.

Me levanté del sillón temblando y pensando que el sueño había sido más real de lo que pensaba: mi sobrino me había comido el coño mientras dormía. La excitación dio paso a un sentimiento de culpa de vergüenza; no se porqué, no lo culpaba a él por haberse aprovechado de mi mientras soñaba, sino a mí por haberle provocado... Todo esto era parte de el amor que sentía por ese chico o de el deseo que se hiciera realidad lo que había sentido en mi cabeza.

Decidí empezar a arreglarme y al pasar por delante del baño, escuché el agua de la ducha. La puerta estaba entreabierta y, sin poder remediarlo, me asomé. Mi sobrino estaba en la ducha y se masturbaba sin percatarse de que yo estaba allí mirando por la rendija. ¿O si? ¿Me estaba devolviendo la provocación de antes? ¿Pretendía ver si yo tomaba la iniciativa, como había hecho él?. Todas estas preguntas se agolpaban en mi cabeza, mientras veía su mano, subir y bajar por su enorme polla que, ahora sí, estaba ante mis atónitos ojos. Tuve que cruzar las piernas, para calmar la punzada que me dio en mi coño nada mas verla.

Me fui a mi cuarto y allí, cerrando la puerta y apoyándome en ella, me metí la mano en mi chorreante coño y me masturbe furiosamente, hasta alcanzar un placentero orgasmo. Era la cuarta vez que me masturbaba desde que Rafa estaba en casa y llevaba meses sin hacerlo antes de su visita. Aquello era enfermizo. Me desnudé frente al espejo, me miré desde todos los ángulos; me sentía atractiva, los piropos de mi sobrino parecían hacer maravillas en mi auto-confianza. Me envolví en una toalla para ir al cuarto de baño para ducharme, cuando escuché la puerta de mi habitación abrirse. Me giré sobre mis talones, sabiendo lo que me esperaba, y lo encontré a menos de dos metros de mí: mi sobrino. No hablaba, solo me miraba de arriba a abajo. Alargó su mano muy lentamente y desató el nudo de mi toalla, dejándola caer en el suelo.

Allí estaba yo desnuda, mirando a mi sobrino que parecía, esperar algo de mí; quieto y retándome con su picara mirada. En contra de lo que creía, la excitación le ganó la partida a la vergüenza ; también lentamente, desaté el nudo de su toalla que cayó y dejó a la vista su enorme y hermoso miembro erecto. Ahora si podía juzgarlo, mi nao, como un autómata y como si estuviera hipnotizada, agarró su polla; comprobé su dureza en mi mano y empecé a acariciarla. Él sólo me miraba, sin decir una palabra, me dejaba hacer a mi antojo.

Me puse de rodillas y, sin pensármelo, empecé a besar su polla; daba lametones alrededor de ese tronco, besaba la punta, mientras mi sobrino dejaba escapar unos tímidos suspiros. Traté de meterme en la boca el enorme capullo, forzando la comisura de mis labios; su sabor era bueno, saldo, pero muy bueno.

  • Uff que bien lo haces, tita...- dejó escapar Rafa, rompiendo el silencio que inundaba la habitación.

Yo saqué su polla de mi boca y poniendo un dedo en sus labios, le dije que guardara silencio. No quería palabras, solo quería sentirlo... Me apoderé de nuevo de su miembro y, esta vez sí, conseguí introducir algo más en mi glotona boca. Mamaba con ansía, como si fuera la ultima polla que me fuera a llevar a la boca. Sus suspiros se convirtieron en gemidos, mientras una de mis manos amasaban sus huevos como si quisiera sacar todo el jugo que guardaban. Si no supiera que es imposible, juraría que su miembro creció un poco más dentro de mi boca.

Rafa me cogió por las axilas haciéndome levantar y me plantó un morreo de impresión; su lengua inundó mi boca, jugando con la mía. Yo agarré su nuca, a la vez que sus fuertes brazos se cerraban alrededor de mi cintura. No quería que esto acabara nunca. Era suya, total e irremediablemente suya. Me fue haciendo caminar hacía atrás, manteniendo el contacto de nuestras bocas, hasta que tropecé con la cama cayendo sobre ella. Él me miro desde arriba y yo, sumisa, abrí mis piernas como invitación. No se lo pensó dos veces, y metiendo su cuerpo entre mis piernas, noté como directamente su polla buscaba el camino para entrar en mi gruta.

Sentir esa polla penetrarme, me hizo poner los ojos en blanco y expulsar todo el aire de mis pulmones. Sus envites era lentos pero muy duros, sintiendo como me llegaba muy adentro, a pesar de que no metía la polla en su totalidad. Estábamos abrazados, con su boca en mi oído oyendo sus jadeos. Volvimos a besarnos, sintiendo los chapoteos de su herramienta en mi coño. A mi, me nacía un orgasmos brutal desde lo más profundo y el que parecía saberlo, bajaba el ritmo, así me tuvo durante diez minutos, en los que el placer me estaba matando por dentro con ese orgasmos que no explotaba.

  • Pídemelo, tita...- me dijo él mientras seguía bombeando alternando el ritmo de alto a bajo.
  • Ah, Q...Que... Ah, ah, ah- gemía yo con palabras entrecortadas.
  • Dime que quieres correrte, que quieres que te folle- me susurró al oído sobando mis tetas y mordiendo mi cuello.
  • Si...Si... Fóllame, cariño... Ahhhh; necesito correrme, dámela... Ah, ahh- le imploré con unas ganas tremendas de ser destrozada por su polla.

Entonces, Rafa subió mis piernas a sus hombros y de un golpe me la metió hasta los huevos. Empezó a marcar un ritmo brutal haciendo que sus huevos chocaran con mi culo.

  • Dios santooooo... Siiiiiii.... Fóllame duro, Rafa. Que buenoooo!
  • Estaba deseándolo, tita... Toma, toma polla...- gritaba mi sobrino a la vez que sus caderas machacaban mis ingles.
  • Me voy a correr... Mi vida... Me corro.- gemía fuera de mí sintiéndome taladrada por su enorme polla.- Aaaaaaahhhhhhhhhhhh

El orgasmo que tuve me rompió por dentro. El hecho de retardarlo tanto, como había hecho rafa, hizo que fuera diez veces más intenso de lo que había sentido en mi vida. Me corrí a mares llenando la cama y sus huevos con mis jugos. Quedé deshecha encima de la cama, viendo como mi sobrino sacaba su pollón de mi coño, y se incorporaba cogiendo la toalla y acercándose a besarme en la boca. Despues se alejó hacía la puerta, con su miembro aún erecto.

  • Cariño, ¿aún no te has corrido?- le pregunté recuperando poco a poco el aliento.
  • No, tita, no pasa nada... Esta noche terminamos, ¿vale?- sonrió guiñándome un ojo- Ahora vete a la ducha que llegamos tarde y no quiero hacer esperar a Sonia.

No sé como diablos lo hacía pero su dote de mando me guiaba como una muñeca; me levanté de la cama, tras algunos minutos, y aún me temblaban las piernas. Me fui hacía la ducha cogiendo la toalla del suelo; él estaba saliendo en ese momento de la ducha y nos cruzamos, acariciando mis pechos y dándome otro beso con lengua que me supo a gloria. Terminamos los dos de arreglarnos, aconsejándome mi sobrino sobre mi indumentaria un poquito más atrevida que de costumbre. Iba con una blusa celeste desabotonada, hasta dejar a la vista buena parte de mis pechos, y una falda de tubo ,justo por encima de la rodilla, que marcaba mis caderas, que quizás sea lo más bonito de mi cuerpo.

Rafa, con un pantalón blanco de lino y una camisa roja, estaba espectacular. Se puso a mi lado mirando nuestro reflejo en el espejo. Me cogió el culo provocando un respingo en mí que me hizo estremecer.

  • Rafa, cariño...Esto no está bien.- dije mirándolo a través del reflejo.
  • ¿Por qué no tita?. Nos queremos y pasamos buenos ratos, nuestra relación no va a cambiar. Seguro que mi tío prefería que estuvieras conmigo antes que con cualquier otro.- Dijo y cogiéndome de la barbilla dándome un suave beso en los labios.
  • Por favor, no le digas nada a Sonia...- le supliqué.
  • No te preocupes tita, este es nuestro secreto. Y deja de preocuparte que estas guapísima...- me volvió a besar suavemente.

Sonó el portero automático y él se acercó a contestar sin perderme de vista y comiéndome con los ojos.

  • ¿Si?... Ah, Sonia ya bajamos; es que tu madre ha tardado mucho en decidirse sobre... Lo que se iba a poner. Bajamos.

Colgó el telefonillo y mirándome me tendió su mano, abriendo la puerta e invitándome a salir. Bajamos en el ascensor sin soltarnos un instante, apurando las caricias.

  • Tita, esta noche quiero que provoques a Gabriel, así veras que tengo razón...- me dijo antes de abrir la puerta del portal.

Mi cara debía ser un tempano de hielo cuando escuché esa frase, y sin poder reaccionar mi encontré ante mi hija y Gabriel.

  • Hola mami, Que guapa estas... ¿Te pasa algo?- me decía mi niña, mientras yo no dejaba de pensar en que era una muñeca en manos de mi amado sobrino.

CONTINUARA

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