miprimita.com

Entre caperucitas y lobos (Cap 5: El problema)

en Amor filial

La tarde con Dani y sus amigos había sido intensa; no estoy muy acostumbrada a salir a tomar cervezas tan temprano y Lucho se reía de mí, porque pedía coca cola Light con las connotaciones que eso conllevaba. Llegué a casa pasadas las cuatro de la tarde y me metí en mi habitación tras comprobar que mi padre dormía en el salón. Me di una reparadora ducha y me coloqué el short que uso para estar en casa y me tumbé en la cama con mi portátil para ver alguna película hasta que el sueño me venciera. Como he dicho, habían sido horas muy intensas y, aunque Dani parecía querer jugar a provocarme, yo trataba de aparentar normalidad ante la sonrisa pícara de Carmen. Puede que el miedo a  las alturas ganara por goleada a la emoción de lanzarse en el tobogán.

Al colocar mi pantalón sobre el respaldo de la silla, para que no se arrugara demasiado, la caja de preservativos cayó al suelo y sonreí al recordar la espontaneidad de Carmen; me maldecía a mi misma por haber pensado en algún instante de mi vida que una chica con ese carácter podía ser una pelandusca (palabra muy utilizada por mi tía Gertru). Un zumbido del teléfono y, por supuesto, mensaje de whatssapp de Dani.

-          Hola, peque. ¿estás ya en casa?

-          Sí, voy a descansar un poco. No estoy acostumbrada a estos desfases horarios.

-          Lo siento, no he querido incomodarte con mis amigos…- contestó Dani apesadumbrado.

-          No me incomodas, primito. Carmen ha sido todo un descubrimiento.

-          Espero que no te haya contado muchas cosas malas de mí.

-          ¿Crees que hay algo malo que pueda decirme?

-          No, nada de lo que diga puede ser malo, porque será verdad. Y las cosas que una persona hace durante su vida no admiten discusión aunque no nos sintamos orgullosos de ellas.

-          ¿Y te sientes orgulloso de que hicimos anoche?- pregunté sin saber porqué diablos hice referencia a esos momentos.

-          Sólo me sentiré orgulloso si no afecta a mi relación contigo.- escribió para, después, estar un buen rato escribiendo y borrando sin enviar mensaje alguno.- Tengo ganas de verte.

Tuve que releer tres veces ese mensaje por la extraña sensación que causó en mí. Una estúpida sonrisa iluminó mi cara y supe que Dani estaba tan perdido como yo. Estábamos al borde de un precipicio, porque en unos días se marcharía y esto no era un cuento de hadas. Él se marchaba a vivir a otra ciudad y no había posibilidad de mantener una relación con cierta continuidad. Por primera vez en mi vida, analicé las cosas como si no las viera desde fuera; la capacidad de análisis de una persona se desvirtúa cuando tratas de entender lo que otros harían en tu lugar. Ni Carmen, ni Ali, ni mi hermana María podían tomar esta decisión por mí.

Sé perfectamente que ellas sólo buscan mi felicidad, pero lo de lanzarme a un tobogán esperando un mullido cojín de algodón abajo era de una irresponsabilidad absoluta. Me pongo en la piel de un torero que salga a realizar una faena al ruedo; sabe perfectamente que su vida corre peligro, que ese toro lucha por su supervivencia y que no hace ningún mal defendiéndose. Pero es imposible que uno de los dos salga dañado. ¿Hasta qué punto es satisfactorio sentir placer por el dolor de otro? ¿Dani sabía que este juego podía hacerla sufrir? Era el momento de decidir…

-          Yo también tengo ganas de verte.- escribí, convencida de lo que decía.

-          Crees que estamos locos, ¿verdad?- contestó mi primo, con un primer signo de debilidad.

-          ¡Cállate ya! Es hora de dejar de lado los miedos y hacer lo que nos apetezca, porque puede que dentro de un tiempo me arrepienta de no haberlo hecho.

-          ¿Hacer qué?- contestó Dani con otra pregunta, quizás interesado en leer bien claro lo que quería decir para no dar lugar a malentendidos.

-          No huir, por ahora. Afrontar que quiero pasar unos días contigo sin importarme nada más. Me gustas y debo decírtelo, ya te dije que lo de anoche no lo hago con cualquiera.

-          ¿Estás dispuesta a  hacer locuras?

-          Miedo me das…

Tras unos segundos de incertidumbre, sin que dijera nada, unos leves golpecitos sonaron en la ventana de mi habitación. ¡No puede ser! ¡Este tío está loco! Corrí hacia la ventana para evitar que nadie en la calle lo viera y  la abrí encontrándome a Dani a centímetros de mí.

-          Pero, ¿se puede saber en qué estás pesando?- dijo sin poder evitar una sonrisa.

-          ¿Por qué no lo discutimos dentro? Alguien podría verme.

-          Eres un…

-          ¿Lobo?- bromeó Dani mientras entraba en mi habitación a través de la ventana.

Corrí las cortinas para que no pudiera verse nada desde el exterior y, cuando me giré hacia él, me encontré con un inesperado beso en mis labios. Suave, eterno… Cerré los ojos mientras sus manos acariciaban mis hombros.

-          Lo siento, tenía ganas de verte.- dijo como tratándose de una súplica.

-          Pero mi padre está durmiendo en el salón, si se despierta y nos pilla, te va a matar.- decía mientras volvía a besar sus labios.

¿Por qué esa sensación al tenerlo cerca? ¿A qué se debía que mis sentidos se nublaran y sólo quisiera besarlo y hacerlo mío?

-          Me encanta tu culo.- dijo junto a mi oído mientras sus manos atrapaban mis glúteos y  pegaba mi vientre a su torso.

-          Dani, dios. ¿Qué estás haciendo?- dijo con un hilo de voluntad.

Sus labios se perdían por mi cuello y, con pequeños mordisquitos, parecía torturarme con altísimas cotas de placer.

-          Demasiada cerveza, tenía ganas de Coca Cola Light…- añadió mientras me levantaba en vilo, haciendo que mis piernas rodearan su espalda.

Nuestras lenguas se desataron en un profundo y húmedo beso que parecía querer que nos fundiéramos el uno con el otro. Mordía mis labios con ansia, sus manos apretaban mi culo y unos leves gemidos contenidos salían de garganta.

-          Nuria…- dijo mientras me dejaba sobre mi cama.

-          ¿Qué?- contesté con un susurro de voz.

-          Te voy a follar.

Ya no me importaba nada, ni el hecho de que mi padre estuviera durmiendo en el salón a pocos metros de mi habitación. Era como si nada de lo que hubiera alrededor supusiera un impedimento para lo que deseaba hacer. Con la habilidad increíble, me despojó de la camiseta y quitó el sujetador. Su boca atrapó uno de mis pezones, mientras mi mano acariciaba el enorme bulto que escondía su pantalón.

-          Me encanta que hagas eso.- gemí al notar sus dientes morder con suavidad mi pezón derecho.- Dámela.

Tiré de su pantalón, abrí el botón y la cremallera para que su durísimo miembro saltara como un resorte. Comencé a masturbarlo a la vez que él se afanaba en hacerme levantar el trasero para despojarme de mi short y mi braguita. Antes de darme cuenta estábamos formando un 69, donde mi primito volvía a devorar mi coñito con ganas y yo jugaba con mi lengua en su glande. La devoré hasta el fondo, siendo una peculiar forma de acallar los gemidos que se me pudieran escapar.

Tenía que cerrar los muslos cuando la lengua de Dani golpeaba de forma rítmica mi clítoris y unos corrientes de placer cruzaban mi columna; estaba al borde del orgasmo y aparté a mi primo.

-          ¿Qué pasa?- dijo mi primo, con el pantalón aún puesto y la polla mirando al techo.

Yo, por toda respuesta y totalmente desnuda, me levanté y me acerqué a mi pantalón para alcanzar la caja de preservativos.

-          Me gustan los hombres de palabra y me has dicho que me ibas a follar.

Coloqué el preservativo a mi primito, mientras no paraba de besar su abdomen y lamía su ingle. No voy a exagerar, como pasa en muchísimos de estos relatos en los que los chicos tienen una enormidad de pene; Dani tenía un buen miembro, pero tampoco una monstruosidad. Podría decir que era devorable. Trató de incorporarse pero lo forcé a que quedara boca arriba, para yo subirme a horcajadas sobre él.

-          Hoy mando yo, ¿entendido?- dije posando mi dedo sobre los labios.

-          Siempre lo has hecho, aunque no te des cuenta.

Atrapó mi dedo con su boca y comenzó a chuparlo con gula. Mis caderas se movían rozando su polla por mi sexo sin llegar a la penetración; agarré su miembro y lo pasaba por la entrada de mi coñito para, incorporándome un poco, empezar a sentarme sobre ella, clavándomela hasta el fondo. ¡Dios que sensación de sentirme llena!

-          Joder, que caliente.- dijo Dani echando la cabeza hacia atrás.

-          Despacio, ¿vale? Déjame disfrutar de esto.

Mi boca buscó la suya e inicié un leve vaivén de mis caderas, follándome a mi primo; cerré los ojos y podía sentir cada centímetro de esa caliente barra de carne entrando en mi interior. ¡Que locura! Mi padre durmiendo en la habitación de al lado y su hijita querida echando un polvo y disfrutando como pocas veces en su vida.

Las manos de Dani volvieron a afianzarse en mi trasero, ayudándome en la cabalgada y haciéndola más intensa. La cama empezó a hacer ruido y yo me asusté.

-          Dani, cuidado. Hace mucho ruido el colchón.

Él me miró con una de sus medias sonrisas y, en ese instante, supe que planeaba algo. Se levantó de la cama, sin sacar su verga de mi interior y, con mis piernas cruzadas en su espalda comenzó a follarme con fuerza. Yo mordía su hombro para evitar gritar y él bufaba en mi oído tratando de controlar la excitación. Mis pechos pegados a sus pectorales y sus manos amasando mi trasero como si de una pieza de arcilla se tratara.

-          Dani… Me corro… Me voy a correr…- dije entre susurros con mi boca lamiendo el lóbulo de su oreja.

Él aumentó el ritmo como si quisiera provocar mi orgasmo lo antes posible. Cuando las paredes de mi vagina comenzaron a contraerse por la llegada de aquella corrida, mi primito dio dos pasos y me apoyó contra el escritorio que había en mi habitación; agarrándose a mis caderas, comenzó una salvaje follada que hizo que mi orgasmo se multiplicara por diez, mientras mis tetas se sacudían con violencia… Dos embestidas más y Dani se quedó quieto sobre mi; puedo asegurar que noté su leche llenar el condón por la fuerza con la que salió.

-          Corto…- dijo entre jadeos mi primo, mientras me besaba con ternura.

-          Pero intenso.- sonreí sin dejar de acariciar su espalda.

En ese momento, unos leves golpes en la puerta nos sacaron de nuestro particular limbo.

-          Nuria, ¿estás dormida?- escuché la voz de mi padre que, gracias a dios, siempre pedía permiso para entrar.

-          No, papá…- dije nervioso mientras trataba de inventar alguna excusa convincente.

Tenía que aguantar la risa de ver a mi primo, con el condón lleno de leche aún puesto y los pantalones por los tobillos, andando como si fuera un pingüino.

-          Estoy haciendo ejercicio y ahora voy a la ducha…- me excusé a la vez que me colocaba el short y la camiseta todo lo rápido que podía.

-          Está bien.- afirmó mi padre, poco convencido por las extrañas explicaciones.- ¿Puedo pasar?

-          Ehhh, sí…- dije sabiendo que si me negaba mi padre se podía enfadar, porque nunca me había importado que entrara.

Mientras la puerta se abría, miré asustada para comprobar que Dani había desaparecido de mi vista. ¿Dónde diablos se había metido? Mi padre entró y me observó en silencio.

-          Estás sudando, para que te estás esforzando con el ejercicio.

-          Sí, papá. Ya sabes que María se empeña en que cuide mi línea.- contesté encogiéndome de hombros.

-          Estás estupenda, niña. Nunca debes querer ser alguien que no eres.- soltó mi padre, provocando que me sorprendiera porque él nunca había sido de frases de ese tipo.

-          ¿Qué ocurre, papá?- dije, mientras miraba con pavor la camiseta de mi primo que estaba tirada junto a mi cama y la caja de preservativos abierta sobre la mesilla, justo a la espalda de mi padre que no parecía haberse percatado de ello.

-          Nada, pero la verdad que la visita de tu tío me ha hecho abrir los ojos… Quizás soy demasiado conservador contigo.

Yo abrí los ojos como platos porque podía esperarme cualquier cosa de mi padre menos que cuestionara la forma de educarnos que había tenido que, por otro lado, no me parecía para nada conservadora.

-          No seas tonto, papá. Estoy orgullosa de cómo nos educaste a María y a mí; gracias a eso somos como somos.

-          No me refiero a cuestiones de educación, Nuria.- dijo mientras se disponía a sentarse en mi cama y a tropezar con la camiseta de Dani que estaba en el suelo.

Mi cara era un poema esperando el desenlace, cuando una mano surgió de debajo de la cama y escondió la camiseta. ¿Cómo demonios había llegado a esconderse allí? Casi se me escapa una carcajada al imaginar a mi primito con los pantalones por los tobillos y escondido bajo la estructura de la cama.

-          ¿De qué te ríes?- preguntó mi padre.

-          Nada, me hace gracia la conversación, papi. ¿Qué es eso que te ha dicho el tío para que pienses en estas cosas?- dije mientras me sentaba a su lado en la cama.

-          Bueno, hablamos de muchas cosas además de ver fútbol y películas antiguas. Me ha servido de apoyo para explicarle algunas cosas sobre vosotras; no sé si me entiendes, pero la ausencia de tu madre hace que yo tengo que afrontar algunos temas en los que no me siento cómodo.

Desde debajo de la cama, Dani comenzó a acariciar mi tobillo lo que casi me provoca un infarto. ¿A qué estaba jugando este idiota? ¡Cómo mi padre lo descubriera, Jack el Destripador iba a ser Santa Claus comparado con él!

-           Es Daniel…- dijo mi padre provocando una tensión tanto encima como debajo de la cama, al levantarse de ella como un resorte.

-           Papá, yo…- me excusé tratando de apaciguar lo que yo creía una tormenta por habernos descubierto.

- Es un buen chico y eso me ha abierto los ojos.- soltó mi padre y creo que el oxigeno volvió a mis pulmones.- Digamos que no se ha criado en las mejores condiciones, con una familia desestructurada y compaginando trabajos duros con sus estudios; sin embargo, es un buen chico que siempre ha sabido respetar a su padre y comprender que la vida es algo más que un tobogán por el que tirarse.

Me hizo gracia que hiciera referencia a un tobogán, tras la conversación mantenida con Carmen. Cuestión de matices. “Un buen chico” decía. Si supiera que ese “buen chico” se acababa de follar a su hija justo en la cama donde se había sentado de nuevo.

-          Papá, pero nosotras sabemos respetarte y tampoco creo que haya que subir a Dani a los altares.- razoné aguantando la risa; mi primo me pellizcó el tobillo y yo lancé una patada hacia atrás, con disimulo, que impactaría en la mano del intruso.

-          La llegada de Jorge a la familia me ha abierto los ojos; con el tiempo me arrepentí de la desconfianza que he tenido todo este tiempo. Porque tu tío me ha hecho entender que no sois tontas, que vosotras elegís a alguien que os conviene y os quiere… Y oponerme a eso es arriesgarme a perderos por mi cabezonería.

-          Pero siempre está bien que estés al quite por si fallamos en la elección.- traté de matizar la tortuosa culpa que parecía echarse mi padre a sí mismo.

-          ¿Tú? ¿Equivocarte?- sonrió arqueando las cejas- Eres la chica más responsable que conozco y me enorgullezco de que seas mi hija; eres cabezota como yo, pero con el corazón de tu madre. Pero tiendes a pensar antes de sentir… Y en este caso, el orden de los factores si altera el producto.

-          Te quiero, papá.- dije abrazándolo y dándole un fuerte beso en la mejilla.

-          ¡Anda no seas pelotas! Me voy a casa de tía Gertru que vamos a cenar juntos con tu tío. ¿Por qué no llamas a Dani y que venga a casa a ver una película contigo?

Si no conociera a mi padre, pensaría que está tratando de emparentarme con el primito que se escondía bajo la cama.

-          Sí, papá. Eso haré. Se quedó tomando algo con sus amigos.

-          Está bien, te quiero princesa.- dijo besándome la frente y saliendo de mi habitación.

Durante unos segundos, la habitación quedó en un silencio sepulcral como si esperásemos que se rompiera una burbuja que nos devolviera a la realidad:

-          ¡Vaya! Parece que no le caigo mal a tu padre. ¿Has oído? Soy un buen chico…- escuché a mi espalda a mi primo que se ponía la camiseta.

-          Creo que todo el mundo se está volviendo loco en esta casa…- dije sin comprender la actitud de mi padre que, por otro lado, no podía decir que me desagradara.

-          Entonces, ¿me vas a invitar a ver una película?

-          Pues sí, podemos invitar a Carmen y a Lucho.

La cara de mi primo cambió como si eso le provocara un gran disgusto; no pude aguantar la risa y lo golpeé en el pecho.

-          ¡Es broma, tonto! Pediremos unas pizzas y nos quedamos solos.- le dije mientras rodeaba su cuello con mis brazos y lo besaba tiernamente en los labios poniéndome de puntillas.

-          ¡Ey! Me has besado, sin pensarlo… Sin analizar las consecuencias de este hecho pueda causar en el devenir de la humanidad.- ironizó mi primo mientras yo ponía los ojos en blanco.

-          Eres un…

-          Lobo… Y este lobo tiene hambre.- dijo con una ración de su media sonrisa que me hacía temblar.

-          Vale, prepararé algo para merendar y… ¡Ey!- corté la frase cuando mi primo me agarró de la mano para acercarme a él.

Sus manos atraparon de nuevo mi trasero –iba a ser verdad que le gustaba- y devoró mi boca con deseo mientras me hacía caminar hacia atrás. Llegué hasta apoyar mi espalda con el escritorio.

-          Creo que tienes un problema de fetichismo con este dichoso mueble.- bromeé en los pocos segundos que nuestras lenguas se separaron.

Él no hablaba, actuaba por impulsos. Me agarró de la cintura y me hizo dar la vuelta y apoyarme en la mesa, quedando mi trasero a su disposición.

-          Dani, ¿qué vas  a hacer?- dije con la voz perdida por la excitación.

-          Chisssst…- escuché por toda respuesta, mientras sus pulgares agarraban la goma de mi short y lo bajaba hasta los tobillos.

-          ¡Dioooooos!- gemí clavando mi cabeza en los papeles que había sobre mi escritorio, al sentir la lengua de mi primito en mi sexo.

Me lo comió. Y cuando digo que me lo comió, es que me lo comió. Allí hincado de rodillas detrás de mi, su lengua chupó, lamió y mamó cada rincón de mi coñito, mientras sus dedos jugando a penetrarme o a acariciar mi clítoris. Mis piernas flaqueaban y, cualquier intento de incorporarme, era cortado de raíz por Dani que acariciaba mi espalda sin dejar de realizar el mejor sexo oral que había recibido en mi vida. Nunca creí que el nivel de excitación pudiera llegar a esos límites, pero tuve que aullar de placer, cuando su lengua tocó mi ano. No podía evitarlo. Pensé en lo que María contaba sobre lo que ese tal Grey hacía con Anastasia: llevarla a unos extremos que la hacían perder el contacto con la realidad.

El primer orgasmo me llegó como una oleada de placer que arrasa con la arena de la playa; un auténtico tsunami que provocó que cayera de rodillas delante de él. Dani siguió besándome la espalda, como si todo formara parte de un ritual; después perdí el contacto corporal con él pero los ojos entrecerrados, por la avalancha de sensaciones, me impedían seguirlo con la mirada. Cuando pude mirar hacía atrás, observé a mi primito que terminaba de colocarse un condón y volvía a acercarse a mí.

-          ¿Quieres matarme?- dije con un hilo de voz, aún temblorosa.

Él no hablaba, solo me usaba como una muñeca que se dejaba llevar en brazos de su amante. Pero no había rudeza en sus gestos, eran como continuas caricias que hacían que mi cuerpo respondiera con una total disponibilidad. Me levantó cogiéndome de la cintura y volvió a colocarme con el pecho sobre el escritorio, ofreciéndole el trasero… La penetración fue suave pero profunda; aguanté la respiración el tiempo que noté sus testículos pegados a mi sexo. Quietos. Con su polla dentro mía, como si ese hubiera sido su sitio siempre. Me besó la espalda el cuello y comenzó a mover las caderas muy despacio. Cada penetración parecía durar siglos, pero arrancaba un leve gemido que salía desde mi alma. Nunca me habían follado así. No era deseo, era pasión. Dani gemía en mi oído mientras iba subiendo lentamente el ritmo; pasó las manos bajo mi vientre y me incorporó sin deshacer nuestra penetración. Sus manos se perdían en mis pechos y su boca mordía mi cuello. No pude evitar gemir más fuerte, ya que mi padre se había marchado.

-          Fóllame… Síiiii… Dani…- decía con palabras entrecortadas y con mis manos hacia atrás rodeando su cuello.

Él agarró mi cuello y me hizo mirar hacia un lado, donde encontré nuestro reflejo en el espejo de pie que había en mi habitación; nunca me había visto a mí misma, pero un torbellino de morbo se desató en mí al ver nuestra imagen. Sus caderas se movían acompasadamente y sus ojos se clavaban en los míos a través del espejo.

-          Creo que no voy a parar de follarte en estos cinco días…- susurró en mi oído, mientras sus embestidas empezaron a hacerse más fuertes.

Mi cuerpo volvió a apoyarse contra el escritorio y Dani se aferró a mis caderas para comenzar a follarme de forma intensa y profunda. Sentía un calor que iba subiendo como si de un cohete se tratara. Casi  diez minutos sin disminuir el ritmo que me hicieron estar a punto de correrme de nuevo.

-          Nuria, me corro… Diooooos…- escuché su voz y fue como un pistoletazo de salida a la mayor corrida de mi vida; cada latigazo de semen que notaba llenar el preservativo, se contraía mi coñito como si quisiera ordeñar hasta la última gota.

Yo no podía hablar y me agarré al escritorio, que tendría que cambiar porque jamás podría volver a concentrarme en mis estudios en él. Retiró mi pelo y beso mi cuello.

-          Creo que no podemos estar solos, es demasiada tentación.- sonreí mientras empujaba su pecho para que saliera de mí.

-          Creo que estoy dispuesto a soportarlo.- dijo con cara de demonio, pero mirada de ángel.

-          ¡Eres un peligro!

-          No, soy un buen chico… Lo ha dicho tu padre.- volvió a sonreír.

-          Voy a darme una ducha y ahora decidimos que película descargamos.- dije mientras me desnudaba del todo y caminaba hacia la ducha.

-          Perfecto, yo iré recogiendo este desastre.- dijo señalando el estado en el que habían quedado los papeles del escritorio.

Entré en el baño y me miré al espejo. Por primera vez en mucho tiempo, una enorme sonrisa adornaba mi rostro. Sin remilgos, sin consecuencias amargas. Ese tobogán me había traído un vértigo tan emocionante como placentero. Y todo se lo debía a Dani, el chico que desaparecería de mi vida en menos de una semana… Daba igual, ni ese fugaz pensamiento era capaz de amargar mi nube. Mi hermana María diría: “Es lo que tiene estar bien follada” Así, a lo bestia.

El agua caliente de la ducha me hizo cerrar los ojos y disfrutar de una paz interior que me permitía escuchar los latidos de mi corazón.

-          Yo he recogido la habitación y tú aún estás así…- escuché la voz de mi primo.

Observé su torso desnudo de nuevo y esos pantalones que empezaban a estorbarme.

-          ¿Sabes? Ahora quién tiene hambre es caperucita…- dije mientras le indicaba con el dedo índice que se metiera conmigo en la ducha.

A la mañana siguiente, había quedado con Ali en la plaza pero antes debía pasar por el hotel a recoger a Carmen. Me apetecía que se conocieran mi angelito y mi pequeño demonio. Mi padre llegó tarde y, a pesar de que insistió en que Dani se quedara a dormir –en la habitación vacía de María, por supuesto-, mi primo se marchó a su casa. Había disfrutado de una noche espectacular donde el desbordante y continuo deseo se mezclaba con momentos de ternura como sus suaves cosquillas en mi cabello mientras veíamos la película.

En el hall del hotel ya estaba Carmen esperándome y con una cara de curiosidad que creo que podría ver hasta un topo a kilómetros de distancia.

-          ¿Y bien?- dijo nada más tenerme a su alcance.

-          Hola, Carmen, ¿qué tal? “Muy bien, gracias. Dormí divino”- bromeé ante su profunda conversación.- Anda, vamos.

Caminamos hacia la plaza y Carmen me sometía a un interrogatorio que yo evitaba con continuas evasivas.

-          He quedado con mi amiga Ali, creo que te caerá bien… Es como tú, una persona peculiar…

-          ¿Peculiar? ¿Qué significa eso? Eso es como cuando le dices a un chico que es simpático, y significa que es feo.

-          ¡Estás loca!- reí a carcajadas ante la ocurrencia de mi amiga.

-          ¡Vamos! Seguro que alguna vez te han presentado a un chico y has dicho: “Uy, que simpático”. ¡Feo!

-          Bueno sí, pero cuando digo peculiar me refiero a que tenéis una particular forma de ver la vida; sois distintas en muchas cosas pero os llevaréis bien.

-          Seguro, Lucho siempre dice que no entiende cómo le puedo caer bien a la gente.

Nos dirigimos al bar dónde habíamos quedado con Ali pero, antes de llegar detuve a Carmen.

-          Oye, tienes que hacerme un favor…- dije poniendo cara de niña buena.

-          Claro, dime.

-          ¿Puedes entrar en la farmacia y comprar preservativos? Es que siempre me ha dado vergüenza.

-          ¿Cóooomo? ¿Ya has acabado la caja de ayer? ¡Pero si tenía ocho!- dijo Carmen con un gesto de sorpresa y morbo que le provocaba una pícara sonrisa.

-          No sé, supongo que el tobogán era tan emocionante que me tiré varias veces…

-          ¡Varias veces! ¿Ocho veces?- decía Carmen que observó como me ruborizaba.

-          No gasté ocho, pero quedan pocos y creo que quedan muchos días de tobogán.

-          ¡Esa es mi niña!- dijo Carmen mientras entraba en la farmacia.

No sólo había roto totalmente mi forma de actuar con los chicos, sino que había confesado secretos que jamás se me hubiera ocurrido compartir con una chica que conocía de dos días.

-          Oye, te doy un consejo…- dijo Carmen al salir de la farmacia y entregarme otra caja de ocho preservativos.- Baja el ritmo o se la plastificas; te saldrá más barato.

Llegamos, por fin, a la terraza del bar donde había quedado con Ali sin parar de reír por las bromas de Carmen sobre el particular maratón de sexo que habíamos mantenido Dani y yo. Ali se levantó cuando llegamos y me saludó con un beso en la mejilla:

-          Ali, esta chica es Carmen. Es amiga de mi primo Dani.- dije presentándolas.

Como suponía, Ali la saludó de forma correcta pero sin demasiada efusividad. Ella era más dada a conocer a las personas antes de aparentar una falsa cordialidad; una actitud que le había supuesto más de un malentendido. Pero, no sé porqué, sabía que Carmen no tendría ningún problema con eso.

-          Tú eres la chica peculiar. Pues llevas razón, fea no es…- soltó Carmen, haciendo que Ali arqueara las cejas sin entender mientras yo rompía a reír a carcajadas.

-          No le hagas caso, Ali. Está loca.- disculpé a la novia de Lucho.

-          Perdón, no he empezado con buen pie.- se disculpó también la chica.- Yo me llamo Carmen… Nuria me ha hablado de ti, me ha dicho que tenemos en común que somos dos mujeres peculiares.

-          ¡Anda, mira que lista! Eso es como llamarnos feas.

-          ¿Ves?- sonrió Carmen continuando la broma.

-          ¡Ya está bien! ¿Veis? Por ésto sois peculiares… Sois capaces de sacarme de quicio en segundo.- dije entre risas contenidas.

-          Bueno, a lo que vamos. ¿Qué tal con tu primito?- soltó Ali, cuya curiosidad podía más que la sutileza ante la presencia de Carmen.

Conozco a Ali desde hace años y sé perfectamente que ninguno de sus gestos es en vano; lanzó esa pregunta más para ver la reacción de Carmen que la mía, para así comprobar el grado de conocimiento del asunto tenía mi nueva amiga. Puede que se sintiera celosa de que hubiera compartido mis secretos con la amiga de Dani. Sin embargo, Carmen siguió en esa línea de “brutal sinceridad” y, ni bajó la mirada ni me miró simulando sorpresa.

-          Oye, vaya culito tiene el camarero, ¿no?- dijo como si no le interesara el tema lo más mínimo.

Por supuesto, las dos miramos a ese camarero que, por su gesto, se percató de la mirada lujuriosa y se acercó para ver que deseábamos tomar. Tomó nota de nuestro pedido y se marchó, volviendo ese incómodo silencio entre nosotras tres.

-          ¿Y bien?- volvió a insistir Ali con una sonrisa que denotaba que ya sospechaba que desconocía algo.

-          Pues aquí tu amiga, ha follado más esta noche que nosotras dos juntas en la última semana.- confesó Carmen que me hizo ruborizar.

-          ¿Te lo has calzado?- preguntó Ali, incrédula porque sabía perfectamente mi actitud con los hombres.

-          Se lo ha calzado, cepillado, echado por lo alto, tirado, follado…- enumeró Carmen diversas formas de decirlo.

-          Da igual cómo lo diga, lo importante es que lo ha hecho.

-          No, si me refiero a qué ha hecho todas y cada una de ellas. Aquí tu amiga es un maquina.

Yo no me podía creer todo lo que Carmen estaba soltando y mi cara era un poema por la vergüenza que estaba pasando. Ali era peculiar por sus reacciones ante cosas así; una cosa era que me animara a intimar con mi primo y otra muy distinta que me acostará con un tío al que conocía de menos de una semana.

-          Y, ¿qué vas  a hacer ahora?- dijo con un leve tono de voz.

Carmen pareció entender que aquella conversación implicaba algo más, y prefirió guardar silencio. Esperó a que el camarero del lindo trasero trajera su cerveza y se limitó a escuchar mi respuesta.

-          Pues no lo sé, supongo que disfrutar el momento.- dije encogiéndome de hombros.

-          ¡Madre mía, Nuria! ¿Eres tú?- preguntó Ali con una sonrisa enorme- Perdona, pero ese actitud me desconcierta en ti.

-          Supongo que a mí también me desconcierta. Pero hay algo que me impulsa a hacerlo. Me gusta estar con él, me encanta cómo me habla, cómo me trata, cómo me hace el amor…

-          Pero sabes a lo que te enfrentas, ¿verdad? Siempre te he admirado porque has sido una chica muy consecuente de sus actos.- dijo Ali, que ya ejercía el papel de pequeño angelito.

-          Parece que no te gusta demasiado mi forma de actuar- dijo preocupada por si estaba haciendo algo mal porque, para mí, la opinión de Ali era muy importante.

-          ¡No es eso! ¡Me encanta! Pero te conozco desde hace años y sé cómo te implicas en estas cosas. Y resulta que para salirte de tu camino, has elegido el mayor desafío de todos. Es tu primo y además se marcha en unos días.

-          Lo sé pero, por ahora, no me preocupa eso. O, al menos, prefiero no pensarlo.

-          Pues es tiempo de que empieces a pensarlo…- dijo Carmen mientras daba un sorbo a su cerveza.

-          ¿En qué quedamos?- dije algo enfadada.- Me decís que trate de vivir la experiencia, con el lógico cuidado pero sin preocuparme de las connotaciones morales que conlleva y ahora me dices que comience a preocuparme.

Carmen dejó su cerveza sobre la mesa y, como si se preparara para dar un discurso, cambió su postura cruzando los dedos de las manos.

-          Nuria, no te conozco tan bien como te conoce Ali. Y nunca me habrás oído recriminarte connotaciones morales cómo tú dices. Porque creo firmemente que la moralidad de una persona va más allá de con quién comparta su cama; la inmoralidad es  hacer daño a alguien, siendo conciente de ello. Es usar a una persona en beneficio propio, sin importarte lo que esa persona pueda sentir. Pero Ali ha dicho que eres una persona consecuente con tus actos…

-          Sí, normalmente lo soy.- dije aplacando un poco mi ira, porque entendía que no pretendían atacarme.

-          Pues no has dicho que te encanta como te folla, has dicho que te encanta como te hace el amor.- dijo Carmen.- Y eso es muy distinto.

-          ¡Es solo una forma de decirlo!

-          De acuerdo, sólo te pongo sobre aviso. No es igual aunque lo parezca.

-          Te lo agradezco.- ironicé sacando la lengua para quitarle seriedad a la conversación y volver a nuestras banales charlas.

Pero Carmen tenía toda la razón, “hacer el amor” es muy distinto a “follar”. Las implicaciones que eso conlleva podían cambiar mi forma de afrontar mi relación con Dani; y es que, poco a poco, me iba convenciendo de que el camino que había cogido era el correcto, para bien o para mal.        

El resto de la mañana la pasamos de charlas sobre moda, música y formas de afrontar la vida y no podía evitar reírme ante lo distinta que eran Ali y Carmen. Mi vieja amiga había vivido pocas relaciones pero lo suficientemente intensas para poder opinar sobre lo que los desengaños podían afectar. Carmen, en cambio, era una aventurera que presumía sin rubor de haber conquistado a casi todos los tíos que se proponía sin importarle la opinión de nadie.

-          En ese sentido, las más machistas somos las propias mujeres.- aseguraba Carmen, defendiendo su forma de ver la vida.- Un hombre que se folla a muchas tías, se dice que es como una llave maestra que abre cualquier puerta. Sin embargo, una mujer es una puerta que se abre con cualquier llave, ¿entiendes? Me parece denigrante en ese sentido.

-          Pero entiendo que la sociedad no vea bien esa clase de comportamientos.- aseguró Ali.

-          Pues yo no entiendo esos remilgos, chica. Hablamos de personas sin relación alguna que les apetezca pasar un buen rato practicando sexo. Tomando sus medidas de protección, por supuesto.

-          ¿Le has sido infiel a Lucho?- pregunté con cierto temor de no escuchar la respuesta que esperaba.

-          Nunca. Entiéndeme, Lucho es el hombre de mi vida; nadie me ha dado más que él y decidí entregarme a él más allá del sexo… Bueno, además folla de puta madre.

-          ¿Nunca has sufrido un desengaño? ¿Nunca te has enamorado de otro y te ha fallado?- preguntó Ali, buscando algún resquicio de duda en los razonamientos de Carmen.

Carmen sonrió levemente cómo si recordara un secreto que llevaba demasiado tiempo oculto.

-          Sí, hubo un chico que me hizo sentir algo distinto. Pero sabía que no era para mí y ahora es uno de mis mejores amigos.

-          ¿Cómo sabías que no era para ti?- pregunté con curiosidad para aclarar mis dudas sobre Dani.

-          Fácil, sabía perfectamente que estaba enamorado locamente de otra persona. Pero, bueno, me lo follé, algo es algo.- sonrió encogiendo los hombros y provocando las carcajadas de Ali que comenzaba a disfrutar en compañía de este personaje de mujer.

-          Este no es el caso, creo.- dije poniendo como ejemplo mi problema con Dani.

-          No, en este caso el problema es tuyo. Disfruta de lo que estás viviendo si te está haciendo un bien. Y, cuándo creas que te puede hacer un mal, tendrás que decidir.

-          ¿Decidir?

-          Entre echarte a un lado o tratar de cambiar esa relación por algo más.

Tras almorzar con Carmen y Ali, me dirigí a casa de mi tía Gertru dónde esperaba encontrar a Dani; tenía la necesidad de verlo y hablar con él.  Sabía, según mi hermana María, que había estado toda la mañana jugando a fútbol con Lucho y con Jorge y que, ahora, había ido a tomar una ducha y descansar en casa de mi tía. Me planté ante la puerta de la casa y me sorprendí a mi misma, colocándome bien la ropa antes de llamar al timbre. Abrió la puerta mi tía y no pude evitar la estúpida sonrisa cómo si me sorprendiera que ella estuviera allí.

-          Nuria, ¿estás bien?- dijo mi tía que me miraba perpleja por mi reacción.- Pasa anda.

Entré en aquella casa que tan bien conocía como si fuera la primera vez que lo hiciera. ¿Os podéis creer que mi nivel de paranoia hacía que hasta distinguiera el característico olor de Dani?

-          ¿Vienes a buscar a Dani?

-          ¿Eh? Sí… Sí.- tartamudeé intentando buscar alguna excusa.- Me ha contratado como guía turística, como mi hermana está ocupada con los preparativos del viaje…

-          Está bien, te vendrá bien salir de la rutina.- dijo con una pícara sonrisa como si pudiera desvelar los secretos que guardaba con una solo mirada.- Quizás encuentres novio…

-          ¿Có…Cómo?- dije mirando con los ojos como platos a mi tía.

-          Nada, mi niña. ¿Recuerdas nuestra conversación el día de la boda? Estas cosas no se buscan, aparecen… Así es el corazón.

-          Pero tía, yo no…

-          Chisst, cállate. No digas nada y sólo haz lo que debas.- dijo acariciando mi rostro con suavidad.- Y ahora, lo siento, acabo de recordar que debo salir a hacer unas compras urgentes que me van a llevar muchísimo tiempo…

La miré con cara de estupefacción. ¿Por qué toda mi familia parecía ponerse de acuerdo para que me acostara, una y otra vez, con Dani?

-          Imagina que existe una línea imaginaria que siempre te cuidas de no cruzar. Por miedo, por respeto o por simple elección personal… No renuncies a cruzarla porque, con el tiempo, se acabaran las oportunidades.- dijo con un leve gesto de pena.

-          Estáis locas…

-          ¿Quién?

-          María, tú… Todas estáis empeñadas en…

-          ¡Cállate! No quiero saberlo, sino no lo sé no tengo porqué impedirlo.- sonrió mi tía con suficiencia.-Volveré en dos horas.

-          Tres horas.- añadí con convicción.

Mi tía Gertru me miró con sorpresa y se tapó la boca como si hubiera dicho una burrada.

-          Bendita juventud…- dijo mientras salía por la puerta de la casa.

Tuve que aguantar la risa al ver salir a mi primo de la ducha y entrar en la habitación dónde yo le estaba esperando; él todavía no se había percatado porque venía con una toalla secándose la cara, mientras otra, anudada a su cintura, cubría su desnudez. Yo me había tomado la licencia de desnudarme y vestirme con una de sus amplias camisetas para esperarlo sentado en la cama.

-          ¿Qué haces aquí?- dijo Dani dando un tremendo salto por el susto.

-          Tenía ganas de verte…- dije cruzando las piernas para enseñar buena parte de mis muslos.

-          Pero, ¿y la tía Gertru?

-          ¿Por qué no te callas y te acercas a mí?- dije con una sonrisa y le indicaba con el dedo índice que se acercara.

Como un autómata, Dani se acercó a mí para situarse ante los pies de la cama; yo permanecía sentada y, sin dejar de mirarlo a los ojos, desaté el nudo que sujetaba la toalla para que ésta cayera al suelo. Su miembro, ya con una considerable erección, apareció ante mis ojos. No perdí el tiempo y abarqué todo su grosor con mi mano para empezar a masturbarlo.

-          Ya sabes que me encanta que me lo pidas…- susurré mientras él se mordía el labio.

-          Cómemela, primita.- dijo con esa media sonrisa de la que ya era oficialmente adicta.

Y la engullí como si no hubiera un mañana. Lamí hasta la base para volver a  meterla en mi boca; me arrodillé ante él y mi lengua pasó desde los testículos hasta su glande, provocando un hondo gemido de mi primo que agarraba mi cabello con cierta fuerza. Me gustaba dominarlo y tenerlo a mi merced; porque, a pesar de parecer que estaba sometida, era yo la que llevaba el control. Él se dedicaba a gemir y mirarme a los ojos cuando yo los levantaba. Chupé aquel objeto de deseo del que me había vuelto adicta. Con la necesidad imperiosa de que fuera mía cada momento del día.

            - Creo que podría acostumbrarme a esto.- dijo entre intermitentes jadeos.

            - Quédate conmigo y lo tendrás cada mañana al despertar…- solté sin pensar muy bien lo que decía.

            Un rubor se apoderó de mis mejillas y traté de ocultarlo mamando de nuevo su polla. Volvía a traicionarme el pequeño demonio que llevaba dentro, como cuando confundí “hacer el amor” con “follar”. Mi primo no dijo nada, sólo sonrió y me pareció ver un brillo especial en su mirada. Se agachó y, agarrándome de las axilas, me ayudó a levantarme. Me hizo levantar los brazos, para quitarme esa camiseta que ya estorbaba. Una vez desnudos los dos, quiso tumbarme en su cama pero conseguí evitarlo, haciéndolo girar para que cayera él.

-          Hoy mando yo, ¿algún problema?- sonreí mientras subía sobre él a horcajadas.

-          Ningún problema…

Agarré su erecto miembro y lo acerqué a la entrada de mi coñito. Estaba mojadísima pero me tomé mi tiempo para clavármela como un cuchillo en mantequilla hasta llegar al fondo. Un gemido escapó de mi garganta y quedé quieta sobre él con mis manos en mis pechos. Dani se limitaba a mirarme mientras yo rotaba mis caderas sin permitir salir un solo centímetro de su verga de mi interior.

-          Dani, cierra los ojos…- dije pasando la yema de mis dedos por sus párpados.- Hoy solo quiero que sientas. Que me sientas.

-          Nuria, no me he puesto condón…- me recordó mi primito.

-          Cállate, por favor. Sólo siénteme.

Él cerró sus ojos y yo, apoyando mis manos en sus pectorales, hice lo mismo. Dicen que la ausencia de un sentido hace que los demás se intensifiquen. Y el tacto de su polla abrazada por mi coñito me estaba llevando al éxtasis. El aroma de su piel, que tanto me había obnubilado al entrar en la casa, se multiplicaba por diez. El sonido de nuestros gemidos entremezclados en una sinfonía de placeres encontrados amenazaba por derribar los muros de mi cordura. Y, por fin, el sabor de sus labios, que atenacé con mi boca, me supo al mejor de los manjares.

-          Me voy a correr…- susurré muy cerca de su boca, para morderla, mientras él dejaba escapar un gruñido de placer.

-          Yo… Estoy a punto…

-          Hazlo, Dani. Déjame sentirte mío por una vez… Córrete dentro de mí, lléname con tu leche.

Un nuevo gemido me anunció que mi primo se iba  correr en mi coñito sin barrera alguna. Y justo en el instante que sentí su primer latigazo de semen en mi interior me corrí como nunca lo había hecho. Grité, gemí, casi lloré sintiendo cada una de las andanadas de leche caliente que llenaban mi vagina. Me incorporé para mover con fuerza mis caderas y, por fin, abrí mis ojos para encontrarme con sus implorantes ojos de deseo. Fueron unos segundos eternos tras los cuales caí derrotado sobre su pecho, sin que su polla saliera de mi interior.

-          Ha sido… Ha sido… Maravilloso…- dije tratando de recuperar el aliento.

Mi primo guardaba silencio mientras su respiración se iba controlando poco a poco. Sus manos acariciaron mis costados y mi espalda mientras besaba tiernamente mis labios.

-          Creo que tenemos un problema, Nuria…

-          Tranquilo, primito, mañana tomaré la píldora y no pasará nada.

-          Eso no es lo que me preocupa.

-          ¿Entonces?

-          Lo siento, pero creo que me he enamorado de ti.

(CONTINUARÁ)

Mas de kiosquero

Compañeros de piso. Capítulo uno.

Compañeros de piso (Prólogo)

Entre caperucitas y lobos (Cap 4: El tobogán)

Entre caperucitas y lobos (Cap 3: ¿Jugamos?)

Los imposibles también existen (6: Apariencias)

Los imposibles también existen (5: El principio)

Los imposibles también existen (4: El capricho)

Los imposibles también existen (3: La pecera)

Entre caperucítas y lobos (Cap 2: ¿Un lobo?)

Entre caperucítas y lobos (Cap 1: La boda)

Solos en casa (Cap 9: Simplemente, Marta)

Solos en casa (Cap 8: Miedos y costumbres)

Solos en casa (Cap 7: ¿Lo sabías?)

Solos en casa (Cap 6: Día de convivencia)

Solos en casa (Cap 5: Un, dos, tres... Emitiendo)

Solos en casa (Cap 4: De conciertos y confesiones)

Solos en casa (Cap 3: La creación de Alice)

Solos en casa (Cap 2: ¡Tequila!)

Solos en casa (Cap 1: ¿Que me estás haciendo?)

El principe de los picaros (Cap 14: Desenlace)

El principe de los picaros (Capitulo 13: ¿Dónde?)

El principe de los picaros (Cap 12: Desastres)

El principe de los picaros (Capítulo 11: Daños)

El principe de los picaros (Cap 10: Decisiones)

El principe de los picaros (Cap. 9: Determinación)

El principe de los picaros (Capítulo 8: Desdicha)

El principe de los picaros (Capítulo 7: Dudas)

El principe de los picaros (Capítulo 6: Dolor)

El principe de los picaros (Capítulo : Doctrina)

El principe de los picaros (Capítulo 4: Dilema)

La calma y la furia

El principe de los picaros (Capítulo 3: Deseos)

El principe de los picaros (Capítulo 2: Desafio)

El principe de los picaros (Capítulo 1: Destino)

El principe de los picaros (Prólogo)

El primero en... (Epilogo)

El primero en... (Morir: Capitulo 10. Final)

El primero en... (Arriesgar: Capitulo 9)

El primero en... (Huir: Capítulo 8)

El primero en... (Confesar: Capitulo 7)

El primero en... (Sucumbir: Capítulo 6)

El primero en... (Perder: Capítulo 5)

El primero en... (Leer: Capítulo 4)

El primero en... (Descubrir: Capítulo 3)

El primero en... (Jugar: Capítulo 2)

El primero en... (Fantasear: Capítulo 1)

El primero en... (Conocer: Prólogo)

Regreso a casa (epílogo)

Regreso a casa (capítulo 12: Soluciones)

Regreso a casa (capítulo 11: Pasado y futuro)

Regreso a casa (capítulo 10: Grilletes del alma)

Regreso a casa (capítulo 9: Consecuencias)

Regreso a casa (capítulo 8: El error)

Regreso a casa (capítulo 7: Verónica)

Regreso a casa (capítulo 6: La consecuencia)

Regreso a casa (capítulo 5: Encuentros)

Regreso a casa (capítulo 3: Conociéndose)

Regreso a casa (capítulo 4: Ante todo, sinceridad)

Regreso a casa (capítulo 2: Volver a sentir)

Regreso a casa (capítulo 1: Prólogo)

El curso (y 4)

El curso (3)

El curso (2)

El curso (1)

Pequeño hermano mío: Y vivieron felices.(Epilogo)

Pequeño hermano mío: Viviré para hacerte feliz

Pequeño hermano mío: Tú y yo es nosotros

Pequeño hermano mio: Por ahora...

Pequeño hermano mío: El tiempo no todo lo cura...

Pequeño hermano mío: Dudas

Pequeño hermano mío: Cuando el rio suena...

Pequeño hermano mio: Cosquilleo

Pequeño hermano mío: Carmen, ¡cuentamelo ya!

Mi querido vecino

Reencuentros y recuerdos (y 3)

Reencuentros y recuerdos (2)

Reencuentros y recuerdos (1)

Verdades que duelen (Parte 2 de 2)

Verdades que duelen (Parte 1 de 2)

Miradas (Parte 2 de 2)

Miradas (Parte 1 de 2)

Mi hermanazo Marcos (El final del final)

Mi hermanazo Marcos (Jugando con fuego)

Mi hermanazo Marcos (la historia sigue...)

Breves historias de morbo: Vacaciones de verano

Breves historias de morbo: Al salir de trabajar

Mi hermanazo Marcos (el desenlace)

Mi hermanazo Marcos (2)

Mi hermanazo Marcos

Despedida de soltera (y 3)

Vacaciones en Tenerife (3 y fin)

Vacaciones en Tenerife (2)

La Despedida de soltera (2)

Vacaciones en Tenerife

La Despedida de soltera

Infiel con mi cuñada (2)

La visita de mi sobrino (2)

La visita de mi sobrino

Conquistando a mi tia (el desenlace)

El encuentro (Conquistando a mi tia 3)

Conquistada por mi sobrino

Infiel con mi cuñada

Conquistando a mi tía