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Verdades que duelen (Parte 1 de 2)

en Hetero: Primera vez

(Por petición de una amiga lectora, afronto mi primer relato en la categoría “Hetero: primera vez”. Espera estar a la altura de los relatos que he leído y de la imaginación de esta amiga…)

 

            - No, por favor… Para… Pablo, por favor…- decía Esther tratando de quitarse de encima a su novio, que subiendo la falda trataba de meterse entre sus piernas.

            - Venga, por favor… Déjame… Tendré mucho cuidado…- decía su novio desesperado con una gran erección y unos gestos que denotaban de todo menos cuidado.

            - Te he dicho que… ¡No!- gritó Esther sacándose de encima a Pablo con mucho esfuerzo.

            - Vale… Perfecto- protestó el chico muy contrariado mientras se situaba de rodillas a escasos metros de ella.

            - No te enfades por favor… Sabes que te quiero, pero me cuesta mucho trabajo dar ese paso.

            -  Joder, he dicho que ya está no pasa nada…- la cortó su pareja a la vez que medio se incorporaba.

Con el condón puesto, Pablo comenzó a masturbarse furiosamente con los ojos desorbitados mirando a su novia, que permanecía con la falda casi en la cintura y las tetas fuera de las copas del sujetador. Esther lo miraba un poco triste, pero dejaba que su novio acabase de calmarse de la misma forma que hacía otras veces; en menos de dos minutos, entre sonoros suspiros y con la cara desencajada, Pablo comenzó a correrse en el preservativo, mientras sobaba las tetas de su pasiva novia.

- Vamos a volver a la fuente.- espetó su molesta pareja, mientras marchaba fuera de aquellos matorrales del parque.

            Esther se quedó unos instantes sola, viendo como su novio se alejaba rumbo a la fuente, lugar donde siempre se reunían con sus amigos y que habían abandonado hace un rato, para estar un momento a solas.

            A sus 17 años, quizás no fuera lo atrevida que eran muchas de sus amigas que presumían ya de una larga carrera en el terreno sexual… Ella, no sabe bien si por la educación recibida y por el miedo al momento en sí, seguía virgen lo que era motivo de múltiples peleas con su novio, Pablo. Los primeros meses fueron fáciles de llevar; Pablo era comprensivo con ella, sabiendo que le entregaba algo muy importante, aunque nunca dejó de ser brusco. Y es que era normal porque Pablo a sus 19 años sí presumía de haber estado con otras chicas, y algunas de ellas eran amigas de Esther, además de ser uno de los tíos más populares del barrio.

            Mientras se abotonaba la camisa y se colocaba sus pechos dentro del sujetador, Esther trataba de enjugar sus lágrimas pues se sentía mal por no ser capaz de complacer a su novio en ese sentido. Se levantó y se dirigió a la fuente donde la pandilla al completo estaba celebrando un botellón con la música de un coche a todo volumen y con bebidas alcohólicas suficientes para tumbar a un regimiento de infantería.

            Cuando Esther se acercó a sus amigas, la recibieron entre aplausos como si viniera de hacer algo que en realidad no había hecho, pero eso era lo de menos para ella… Su amiga Carmen le sirvió un vodka con naranja, la bebida favorita de ambas, mientras con una simpática sonrisa se acercaba a ella.

            - ¿A que viene esa cara? ¿tan malo ha sido?- preguntó cogiéndose del brazo de la compungida Esther.

            - Ni malo ni bueno… Simplemente, no ha sido…- le confesó con las lágrimas a punto de brotar de sus ojos.

            - ¿Cómo?- preguntó sorprendida su mejor amiga con una sonrisa dibujaba en sus labios. Ella era de las pocas personas, aparte de su novio claro, que sabía que aún era virgen.

            - ¿Tú también te ríes de mí?- dijo Esther muy triste mirando la cara de su amiga.

            -  Ey, ey… No lo pagues conmigo, que sabes que siempre estaré a tu lado… Me rió por Pablo; su orgullo de macho tiene que estar herido.- decía, simpática, Carmen.

            - No te rías de él… Es mi novio…- espetó Esther, visiblemente molesta.

            - Mira, a mi no me gruñas… Ya sabes lo que pienso de ese payaso; es un chulo de discoteca que te trata como un trozo de carne. Tú eres mucho más que esos dos pedazos de tetas que tienes…-

            Esther guardó silenció durante un minuto, sabiendo que quizás su amiga tenía mucha razón.

            - Pero el me respeta… Sabe esperar…

            - ¿Qué sabe esperar?- preguntó incrédula su amiga.- Lo primero que ha hecho al llegar, ha sido enseñar a sus amigos el condón lleno de semen para echarse unas risas.

            La pobre chica se quedó atónita al escuchar esas palabras de la boca de su amiga. No podía creer que su Pablo hiciera creer a sus amigos que se la había follado en aquellos matorrales.

            - Y no es la primera vez… Para sus amigos, él lleva follándote casi desde el primer día; eso de las cosas más bonitas que saben de ti. No eres la única que aparenta no ser virgen, Esther…

            Se bebió lo que quedaba de copa de un sorbo y se levantó dirigiéndose al círculo de amigos, donde estaba Pablo.

            - Pablo, ¿puedo hablar contigo un momento?- dijo simulando una sonrisa para no llamar la atención de la pandilla.

- Vaya, ya quiere otro, jaja…- escuchó susurrar a uno de los amigos de su novio, en aquel circulo.

- Si, claro…- se levantó su novio con  unos síntomas  más evidentes de embriaguez que cuando había estado con ella en aquellos matorrales.

La pareja se alejó unos pocos metros hasta un lugar más escondido fuera de las miradas de sus amigos.

- Pablo, ¿tú has enseñado el condón a tus amigos diciendo que me has follado?- le dijo molesta la chica.

- Bueno, solo era una broma… Juan decía que no era capaz de traerle una prueba del polvo… Jaja.- reía su novio mientras la miraba.

- Pero, tío… Delante de todos… ¿Sabes lo que pensaran todos de mí?

- No piensan nada, joder… Tú eres la primera que no dices a todo el mundo que eres virgen, ¿qué mas te da?- decía enfadado.

- Coño, porque una cosa es no decirlo y otra, que todos tengan pruebas fisiológicas de que hemos estado follando allí detrás.

- Jajaja…

- ¿Se puede saber de que te ríes, capullo?- decía Esther mostrando un enfado monumental.

- Me gustas mucho cuando te enfadas…-le decía su novio, abrazándola.- Vamos, solo ha sido un juego; además la culpa ha sido tuya por dejarme a medias…

Pablo era experto en darle la vuelta a la tortilla, haciéndola sentir culpable. Era como decía su amiga Carmen “un macho dominante de la manada”, y tenía que aparentar llevar el control de todo lo que le rodeaba.

-Vamos nena, no te enfades, joder… Mira como me has puesto- le decía poniéndole la mano sobre su abultado paquete.

- No me puedo creer que, discutiendo como estamos, pienses en eso…- decía ella sin quitar la mano del bultazo que marcaba el pantalón de aquel chaval.

- Venga, Esther, porfa… Chúpamela un poquito…- le rogaba su novio moviendo su mano sobre su oculta polla.

Esther por toda respuesta se puso de rodillas, abriendo el cierre del pantalón de su chico; la polla saltó como un resorte ante sus ojos. El sexo oral sí que lo había probado en muchas ocasiones; de hecho, era una de las formas de mantener a raya a su impulsivo novio. Comenzó a pajear aquel tronco duro mientras miraba hacía arriba a su novio, mordiéndose el labio inferior.

- Uff… Esto sí que te gusta, ¿eh putita?- le dijo Pablo mientras le empujaba de la nuca al encuentro de su rabo.

Aquella polla entró en su boca y ella empezó a mamar con sonoras chupadas; era una buena come pollas o al menos eso le había dicho él, cosa que la ponía al mismo tiempo orgullosa y celosa, por saber que aquella preciosidad había estado en la boca de otras personas.

- Esto lo tendrás siempre que quieras, mi amor…- dijo sacándose la polla de la boca.

- No se puede comparar, pero por ahora me conformo.- gemía con aires de superioridad al tener a su novia de rodillas comiéndole el rabo.

Esther aceleró el ritmo de la mamada mientras con su otra mano apretaba aquellos huevos, duros como piedras. Pablo comenzó a soplar anunciando su inminente corrida y, moviendo las caderas, le follaba la boca, provocando algunas arcadas a la chica que aguantaba estoicamente.

- Joder, me corro… Me corro en tu bocaaaahh- gemía a la vez que le tapaba la nariz para obligarla a tragar, cosa que sabía que no le gustaba a Esther.

Ella, con la polla en la garganta y sin posibilidad de respirar, tuvo que tragar una buena parte de aquella espesa leche, lo que le provocó un ataque de tos. Sacándose la polla de la boca, casi llega a vomitar con las lágrimas saltadas.

- Joder, Pablo… Sabes que eso no me gusta… Cof, cof…- decía la chica aún de rodillas.

- Vamos, mujer… No es tan malo; además acabará gustándote…

Después de limpiarse lo mejor que pudieron, volvieron a la pandilla donde quedaban ya menos gente; incluso su amiga Carmen se había marchado, lo que la hizo sentir culpable por dejarla sola. Pablo la llevó en la moto hasta la esquina de su casa, porque ni sus padres aprobaban que saliera con aquel conflictivo chico, ni mucho menos que montara en moto con él. Al acabar de empezar las vacaciones de verano, su horario de llegada era más tarde de lo normal, así que no había problemas en llegar porque sus padres ya estarían acostados.

Subió a su habitación, quitándose los zapatos para no despertar a sus padres, y se puso el pijama para ponerse a ver algunas páginas en Internet. El sonido de unos nudillos golpeando la puerta de su dormitorio la sacó de su distracción. Su hermano Javi entró en la habitación, con ropa de calle aún puesta. A sus 19 años era un chico muy normal, nunca se metía en líos, lo que le daba el papel a ella de hija rebelde de la familia; aunque había mucha confianza entre ellos, porque en más de una ocasión Esther había cubierto alguna trastada de su “angelical” hermano.

- Te he visto llegar… ¿Sigues con ese capullo de Pablo?- dijo sentándose en la cama de su hermana, mientras ella seguía en la silla del ordenador.

- Pasa, ponte cómodo…- le dijo con ironía ante las libertades que se había tomado Javi.

- Ya sabes lo que pienso de ese tío… Es un chulo…

- Es mi novio…- le cortó su hermana para que no siguiera por ahí.

Sabía que las cosas entre Pablo y su hermano nunca se arreglarían porque venía de hace un par de años, por una pelea en la que ella tuvo mucho que ver.

-         Te he visto… - dijo secamente su hermano mirando al suelo.

Por un momento, la tranquilidad que trasmitía Esther se quebró; se giró muy despacio en la silla del ordenador, mirando a su hermano con los ojos como platos.

- En el parque… Te he visto.- repitió su hermano confirmando sus más temidas sospechas.

- Joder, Javi, joder… Que asco, ¿que coño haces espiándome?- explotó Esther acercándose a su hermano y cogiéndolo de la camisa casi llorando.

- Que no te estaba espiando, tía estaba meando detrás de un árbol, cuando escuché un ruido… Me asomé y eran una pareja; se la estabas chupando, ¿no?

- Pero por dios, Javi…- lloraba amargamente su hermana- ¿Por qué mirabas?

- Joder, tía, no sabía que eras tú… De hecho no soy un mirón, sólo vi las siluetas, no sabía que eras tú.- trataba de tranquilizarla su hermano mayor con las manos en sus hombros, mientras ella se alejaba.- Te lo juro por la abuela…

Esther sabía que el juramento por su abuela recientemente fallecida hace menos de un año, era algo muy importante para ellos; nunca se mentían pero si se juraban de ese modo sabía que no había lugar para dudas.

- Entonces, ¿como sabes que era yo?- decía Esther limpiándose las lágrimas.

- Eso trató de decirte… Cuando me iba, escuché unas risas y eran dos tíos escondidos en unos matorrales al lado y grababan con un móvil; esperé escondido y cuando se separaron se lo quité a uno de ellos.

La cara de Esther era un poema; no sólo su hermano la había visto casi, chupar una polla sino que otros desconocidos la habían grabado en móvil. Su hermano muy despacio sacó el móvil de su bolsillo y se lo entregó con el video en pausa. La visión no era muy buena pero, desde luego, eran Pablo y ella; gracias a dios, no se veía la cara, porque habían grabado desde su espalda para que no los viera.

- ¿Hasta donde has visto el video?- le preguntó a su hermano dejando correr la reproducción.

- Hasta que he visto que era ese capullo de Pablo… Créeme no me apetece ver como se la chupan a ese subnormal.- le decía Javi, mirándola a los ojos y sin muestras de estar mintiendo.- De hecho creía que se la estaba chupando otra tía… Creí que tenía una prueba de cómo te ponía los cuernos para que te dieras cuenta de lo cabrón que es…

Esther seguía mirándolo avergonzada; tenía mucha confianza con su hermano y eso que se habían distanciado un poco cuando ella cortó con su amigo Luca, para liarse con Pablo. Ese fue el motivo de aquella pelea entre Pablo y él;  Luca y su hermano se distanciaron porque su amigo sintió que Javi se ponía de parte del nuevo novio de su hermana. Su amigo se había marchado a estudiar fuera a principio de curso y Javi no había podido arreglar las cosas. Pero nunca reprocharía a su hermana eso…

- Pero cuando venía hacia casa y te he visto en la esquina bajándote de su moto, he visto que llevas la misma ropa que la chica del video… Joder, Esther casi me muero…

- Gracias por recuperar el móvil… Pablo encontrará a esos tíos y se van a enterar.- dijo Esther muy segura de ella misma y tratando de tranquilizar ahora a su hermano.

Pero Javi se levantó como un resorte y la miró con desden desde los pies de la cama.

- Desde luego, eres más tonta de lo que pareces…- y se marchó de la habitación muy molesto.

Antes de salir se giró para decirle a su hermana, mirando hacia el suelo.

- No le digas a tu matón que yo te he dado el móvil; de hecho no le digas que lo tienes, dile que te lo han dicho… Ah, otra cosa, tenía ganas de verte para decirte que Luca ha vuelto…

Esther seguía sin entender la reacción de su hermano, mientras éste se iba de su habitación; y ahora estaba el otro problema: Luca. Ese chico siempre había sido especial para ella; lo conocía desde pequeña, porque siempre había sido amigo de su hermano desde la infancia. Entraba en su casa desde pequeño y fue su primer amor platónico.

Al final un día llegaron a enrollarse, nada sería para ella. Su hermano al principio no lo llevó nada bien por el hecho de que su amigo se hubiera aprovechado de su hermana pequeña: siempre había sido muy protector con ella. Pero el modo de tratarla lo convenció hasta el punto de no oponerse a la relación, pero siempre pedía que con él delante fueran discretos; cosas de hermanos… Todo se torció cuando apareció en su vida, Pablo. Suponía, que el hecho que uno de los chicos más guapos y más conocidos del instituto se fijara en ella, hizo que rompiera su relación con Luca.

Nunca hubo un reproche por parte de Luca, también porque tanto el carácter como el cuerpo de él, no tenía nada que hacer contra su nuevo novio. Pero por lo visto si se enfadó con su hermano Javi, porque le ocultó que se había estado viendo con Pablo. Javi se puso triste porque entendía que su amigo se enfadara, pero no era capaz de tirar piedras contra el tejado de su hermana.

Pero ahora Luca había vuelto y, no sabía porqué, un cosquilleo recorrió su estomago. Esther se quedó dormida con el móvil robado en la mano.

(Continuará. Sé que aún no ha pasado nada importante, pero la segunda y última parte será más… jugosa)

Dedicado a Katheriin…

 

           

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