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Abnegada Esposa, Madre y Puta (II)

en Intercambios

Abnegada Esposa, Madre y Puta

II

Me encuentro sentado frente a mi computadora, con el programa de Word abierto, pero no se bien qué poner. Se bien lo que mi esposa les contó en un relato que mando hace algunos días… creo que lo tituló "Abnegada Esposa, Madre y Puta", un título de lo más elocuente para describirla.

No se qué poner, así que volteó la vista para preguntarle, pero ella está acostada en la cama, hablando por el teléfono con no se quien. Debe ser un hombre que la está convenciendo con palabras dulces y frases prefabricadas gastadísimas para lograr acostarse con ella. ¿Quién será esta vez? Espero que sea un macho salvaje que la trate de lo peor. ¡Grrrrrr!… me excita.

El último tipo con el que se acostó fue con un caballero que conocimos por chat. Resultó ser un empresario bastante adinerado. Se la llevó a un hotel 5 estrellas y se la cogió en la habitación nupcial. Debo admitir que me decepcionó un poco cuando la vi, pues no se miraba magullada ni adolorida, más bien feliz y satisfecha. Bien por ella.

Bueno, debo pedirles disculpas, aun no presento. Mi nombre es Rubén Gordillo. Creo que ya me conocen, si leyeron el relato que mi esposa mando hace algunos días. Tal vez la recuerden (deberían si leyeron dicho relato), su nombre es Gloria Manrique de Gordillo.

Pues bien, recién esta tarde me enteré de la ocurrencia de la linda de mi esposa. Aparentemente el nuevo amiguito de mi esposa resulta atractivo para ella, pues se está tocando su cosita muy coquetamente. Sabe que la estoy mirando y le gusta provocarme así. Se preguntarán como fue que terminamos viviendo de esta manera tan… pongámosle libertina. Me parece que Gloria ya se los había contado, pero tal vez les guste leerlo de mi pluma.

Verán ella y yo siempre tuvimos una vida matrimonial de lo más normal. Y como un matrimonio normal, permitimos que nuestra relación cayera en el tedio de la rutina diaria que, alimentada con mi simpleza y poco romanticismo, y el carácter fuerte y dinámico de ella, un poco insoportable a veces, terminó en un divorcio virtual. Nos amábamos pero no nos soportábamos.

Fue en la fiesta de 15 de una sobrina donde todo cambiaría para siempre. Gloria y yo discutimos de una manera muy fuerte, usamos las palabras más duras que sabíamos que harían pedazos al otro. Ella se sintió ofendida y, en un arranque de dignidad de una niña malcriada (como es ella), se dio la vuelta y se fue a meter a un bar. Allí bebió más de la cuenta. Ella nunca lo ha querido aceptar por orgullo, pero en realidad estaba borracha cuando pasó todo esto.

Pues bien, resulta que un caballero de origen árabe la abordó y le sacó conversación, con el único objetivo de sacarle después otras cosas. Cuando yo llegué a buscarla al bar, la vi abordando un elevador con el tipo ese abrazándola y tocándola. Ella se percató de que la vi, y casi se muere del susto, pero por alguna razón no paró. Al principio pensé que era solo para hacerme sentir mal, pero había algo más profundo en ello. Yo por mi parte me puse furioso, pero a lo lejos había una mórbida sensación en mí, en la que en ese momento no reparé.

Bueno, no es mi estilo la minuciosiedad para describir situaciones, por lo que iré al grano. Subí después de ellos y tardé unos minutos en encontrar su habitación. Cuando lo hice, me di cuenta que estaba entreabierta, por lo que apenas empujé un poco para poder ver en el interior. Lo que vi me estremeció. El árabe ese (después me dijo que se llamaba Salid) le estaba metiendo su verga en la boca a mi mujer casi forzándola. Tuve la intención de lanzármele encima y molerlo a golpes, pero algo me paró. Me di cuenta de que tenía una erección impresionante bajo mi pantalón, lo que me turbó y confundió pues… ¡era mi esposa la que le estaba chupando la verga a otro por Dios Santo!

Pero lo más extraño de todo fue que esa sensación no me dejó moverme para nada, solo me dejó quedarme callado observándola. Debo decir que la chupaba bastante mal, pues nunca antes lo había hecho, pero esa visión me calentó como una turbina. Además el tipo, como dije antes, casi la estaba forzando, pues la tenía fuertemente agarrada del cabello y así se la metía por la boca. Fue casi como si se la cogiera por allí. Y creo que la sensación de verla siendo poseída contra su voluntad me calentó un poco más.

Pero no calenté tanto como cuando la comenzó a poseer. Y cuando ella me vio, y puso esa cara de terror que jamás podré olvidar, sentí que mi pene explotaba bajo mi pantalón. Ese árabe realmente le daba con todo a mi esposa. Cada penetración se escuchaba como bofetadas. Su pene enrojecido la taladraba con saña y sin compasión, y ella no hacía más que gemir como una perra en celo. En realidad no se si gemía o lloraba. Yo creo que ambas.

El tipo la poseyó una eternidad. La penetraba como una salvaje y la insultaba, la trataba de puta, mujerzuela, perra sucia, en fin, como la más vil de todas las mujeres. Y lo más extraño es que eso me excitaba, y aparentemente también a ella.

En cierto momento, el tal Salid la tomó del cabello y la jaló hacia el, puso su pene hinchado en su boca y la obligó a abrirla. Entonces eyaculó con furia sobre ella. Debo confesar que casi tuve un orgasmo cuando vi eso. Gloria recibió una considerable cantidad de semen en la boca, primero con asco y luego ya no, incluso con un poco de imperceptible avidez. No puedo sacarme de la cabeza la visión de ella con esos gruesos goterones blancos resbalar lentamente sobre su barbilla, frente y mejillas. Es una imagen nítida la que tengo de sus labios brillosos de fluidos masculinos y de la comisura de sus labios, por donde escapaban delgadas líneas de esperma fugitivo de su boca y lengua. ¡Y el sabor que tenía horas después que la besé!

Pues bien, así fue como vi aquella escena, y así es como la recuerdo. Pero no crean que nos fue tan fácil hacer el cambio de un matrimonio reprimidamente conservador y aburrido, a ser una pareja voluptuosa y sexualmente muy caliente. No amigos, no fue fácil. Después de esa experiencia, ella y yo casi terminamos peleando otra vez. Si no fuera por la turbación que sentíamos, hubiéramos recurrido a los gritos y maldiciones. Pero pasado el tiempo, no se como, logramos, mediante un gran esfuerzo, hablar con total sinceridad de lo que había ocurrido en aquella fiesta.

Después de eso vinieron muchas otras aventuras, muchos otros hombres y mujeres y muchísimas experiencias nuevas que recordamos con sumo regocijo. Como, por ejemplo, un hombre que conocimos en una feria ganadera. Habíamos decidido ir a ese evento para ver qué podía conseguirse mi mujer. Y para tal efecto iba vestida y preparada. No llevaba ropa demasiado provocativa, mucho menos vulgar. No queríamos que se viera como una prostituta en ese evento. Más bien como una elegante y sensual dama.

Traía un pantalón café, no se de qué tela, no me pregunten (soy analfabeta en cuestiones de ropa), ceñido que demostraban con gracia sus enormes glúteos, firmes y apetecibles al tacto; y unas piernas esbeltas y e igualmente firmes. Una pequeña tanguita que, por supuesto, se notaban perfectamente bajo el pantalón completaba el conjunto. Arriba, traía una blusa blanca de escote redondo, más bien discreto, pero con un sostén suave sin piezas de metal que dejaban tambalearse libremente sus 2 hermosos y generosos senos, 2 masa de carne blanca que hacen mis delicias en las noches… y de muchos otros. Zapatos bonitos, elegantes y discretos. Y debo agregar que la blusa, por lo delgado de la tela, se prestaba a transparentarse cuando se interponía entre el sol y el observador. Gloria iba como una cazadora muy bien armada.

Caminamos por allí y dejamos que se exhibiera frente a todos los presentes. Gloria llamaba la atención de todos los rancheros que se hallaban cuidando sus reses. Uno en particular se miraba especialmente interesado en mi esposa. Era un joven, de una finca de la costa sur cuyo nombre no recuerdo (Palmira, La Palmas, todas se llaman iguales) que se encontraba tranquilamente parado en una esquina. A ambos nos gustó pues se miraba grande, fornido del trabajo constante en los campos; mirada iracunda y calculadora, fugitiva de mis ojos cuando miraba cerca de el. Además, no se miraba como un fino niño hijo de una papá finquero, que lo que más conoce de la finca son los todoterreno de papi y el chalet a la par del río. Este muchacho se veía duro, indómito, tan salvaje como el toro que se hallaba a su lado.

¿Te gusta amor?

Mmmm… está cuadrado.- a Gloria le gusta el tipo ejecutivo: inteligente, limpio y presumido.- ¿Será que me dará una paliza?

Yo creo que si.

Bueno amor, dejame entrar en acción entonces.

Paseamos unos minutos más, y la dejé en la exposición, totalmente sola. Yo me fui a la casa. Me llamaría en cuanto consiguiera algo, para avisarme donde estará y con quien. Siempre hace esto pues no es muy seguro quedarse con un total desconocido. A la media hora me dijo que el tipo ya la había invitado a una cerveza. Era justo como a mi gustan lo hombres para ella, rudos, machos, malhablados y toscos. Estaba seguro que la dejaría casi escaldada.

Me dijo que irían a un motel de la zona 10, uno que ella ya había usado antes y que conocía muy bien. Bonito, lujoso, y sobre todo seguro. Me explico, me gusta que un animal arrastre a mi esposa, la tome como a un trapo sucio y la deje abierta y adolorida, pero no que le hagan daño. Aunque coja con cualquiera, ella aun es una dama.

Pero bueno, el tipo resultó ser lo que yo pensaba y mucho más. La poseyó como un desesperado, como si jamás fuese a tener relaciones sexuales otra vez. Camino al motel la fue toqueteando y metiéndole la mano por todos lados. En cuanto entraron a la habitación, tiró su camisa y a jalones desnudo a Gloria. Ella estaba muy excitada, pues la tarde prometía mucho.

Solo la poseyó en la pose tradicional, el arriba y ella abajo, pero le dio tan duro que ella hasta moreteadas tenía las partes interiores de sus muslos. Según mi esposa, su falo no era la gran cosa, pero si muy duro y firme, y el muchacho tenía una resistencia proverbial. Le dio, como dicen lo mexicanos, "duro y tupido", no la dejó descansar ni un minuto durante más de una hora.

Yo subía a su cuarto en cuanto ella me llamó, 2 horas después de iniciar el encuentro. La encontré despatarrada sobre la cama, con las piernas abiertas, cubierta en sudor y con el abdomen lleno de semen. Emilio, que así se llamaba su amante improvisado, se lo había hecho 4 veces. Primero ella le hacía una felación para endurecerle su miembro, que estuvo duro prácticamente todo el tiempo, y luego le abría las piernas para recibirlo. El eyaculaba luego sobre su vientre, y toda la ceremonia se repetía. No obstante la potencia del muchacho, Gloria estaba decepcionada por la poca imaginación que tenía. Aun así estaba contenta, y yo por ella.

Bueno amigos lectores, como verán, somos muy liberales en cuanto a sexo se trata. Pero no es solo ella la que lo practica con otras personas, yo tengo a Dalila, una prostituta que se ha convertido en una de mis amantes más recurrentes, entre otras. No muchas, no voy a pretender engañarlos, aparentando ser todo un Don Juan.

Así que hasta aquí llega este relato, espero que les haya gustado. Seguramente en el futuro les mandaremos más, pues tenemos mucho qué contar. Por lo pronto quiero preguntarle a Gloria con quién estaba hablando, pues esa sonrisita pícara que tiene ella en su cara ahora, me indica que es alguien deseado por ella. Ojalá sea bueno. Por ahora, yo seré quien tenga una noche de pasión, pues también mi linda esposa luce bastante estimulada. Hasta la próxima.

P.D.: Gloria les dice "¡Hola!"

Gran Jaguar

Pueden hacer sus comentarios sobre este relato al mail de abajo. Con gusto los leeré y trataré de contestarles.

hardstone@soloadultosweb.zzn.com

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