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Amigas Íntimas (05 - Final)

en Lésbicos

Amigas Íntimas

05

Cindy y yo continuamos saliendo como amigas, pero ahora algo era diferente. Ya no me miraba como antes, ni yo a ella. Después de nuestro primer escarceo amoroso, en mi habitación, había crecido la tensión sexual. Era imposible que siguiéramos viéndonos como antes, ya no podíamos.

Cuando nos encontrábamos ella se sonreía y se ruborizaba, las palabras le faltaban y sus ojos brillaban alegres reflejados en los míos. Por mi parte me ocurría lo mismo, pero por mi mayor experiencia lo podía sobrellevar mejor. Lo cierto es que las 2 estábamos a la espera de ver qué hacía la otra. Yo vi la señal cuando ella rechazó una invitación a salir del muchacho más guapo de su escuela, solo porque yo la invité a ver películas a mi casa. Todas las chicas nos moríamos por ese muchacho. El siguiente paso debía ser mío.

Por esos tiempos mamá Scout acababa de comprar un carro para ayudarnos en la posada. El, de verdad, era el yerno perfecto. Sincero, caballeroso, dedicado y responsable, siempre dispuesto a lo que se necesite con tal de tener bien a su amada novia. Diana también estaba que babeaba por el, razón por la que abandonó su proyecto de regresar a Guatemala y quedarse para siempre en Belice, en donde el trabajaba con su padre. El carro era un pick up 4x4 Toyota Hilux usado pero en muy buen estado.

La llevé a comer a la cafetería y después por un helado. Luego regresamos a mi casa y pusimos la película, era una de aventuras que, la verdad, yo no esperaba ver. Ella tampoco aparentemente, pues se comportaba con esa coquetería inocente e inconsciente con la que actuamos las muchachas cuando estamos con un amigo al que nos sentimos atraídas. No es solamente nuestro amigo entonces. Quizá para ellos seamos solo amigas, pero para nosotras es una cita de hecho, pues aunque no intentemos conquistar al chico, sin darnos cuenta intentamos impresionarlo o atraerlo a nosotras. Ya saben, cosas como juegos de luchitas en donde, sin querer, casi nos sometemos; miraditas furtivas que siempre terminan con rubor en nuestras mejillas cuando el se percata; un trato rebosante de dulzura y delicadeza; estar siempre listas para decirle que si a él si necesita de algún favor; y esa confusión exquisita que sentimos cuando tenemos que tragarnos los celos porque se dan cuenta que nuestro "amigo" saluda efusivamente a otra niña…

Así eran las cosas con Cindy. Yo también me sentía así, y la celaba constantemente con sus amigos del colegio, con los míos y hasta con sus amigas. Por supuesto, siempre en plan de broma, pero en el fondo el reclamo era verdadero. Estábamos convirtiéndonos en los personajes de telenovelas cursis y de programas de TV tontos en donde se nota a leguas cuando los 2 se atraen, se quieren, se desean, pero que, en honor de la amistad, no se pueden amar. Pero ese no era nuestro caso por completo.

Lucy, ¿te gusta ver el amanecer?

Si, es bonito.

¿Y el atardecer?

También… me agradan los colores.

Ya son como las 5:30, ¿querés acompañarme a ver el amanecer a orillas de la playa?

Mmmm… vaya, está bueno…

Apagamos la video y le dije a mamá que íbamos a salir un rato por allí. Caminamos un poco y llegamos al lugar. Nos sentamos en la arena y nos quedamos viendo al horizonte. Pero las miradas furtivas no cesaron y constantemente estábamos mirándonos. Ese día ella tenía puesto un vestido muy lindo, de algodón y muy suave. Floreado, con tiras arriba y una falda hasta 3 dedos sobre la rodilla. Diadema que sostenía las trenzas que se acababa de hacer. Zapatillas celestes y un ligero y discreto maquillaje en la cara. Estaba divina.

Yo me había puesto una pantaloneta de lona que tenía desde hacía tiempo, por lo que me quedaba un poco corta y muy ceñida. Me puse una blusa blanca de tirantes, con escote en V y hasta el ombligo. Zapatos tenis sin medias. También me maquillé discretamente. Era obvio que las 2 íbamos a una cita, no a una reunión con una amiga.

Nos quedamos contemplando el horizonte, que ya se comenzaba a vestir de carnaval para despedir el día, tomadas de la mano. Eso no era raro, es común ver niñas de nuestra edad tomadas de la mano. Cindy se recostó sobre mi hombro, yo le pasé el brazo atrás de su espalda y la abracé, me puse a acariciarle el cabello. Nuestras vistas se cruzaron, era imposible estar allí solamente viendo sin hacer nada más, la tensión entre los 2 era muy grande ya. Pero nos contuvimos pues estábamos en la calle, en una playa transitada.

Los colores engalanaron el horizonte y pronto la noche empezó a caer. A mamá no le gusta que esté en la playa por la noche, así que regresamos. Caminamos tomadas de la mano un buen trecho hasta que aparecieron más personas. Entramos a la casa, Diana había salido con su novio, mamá estaba hablando con unos turistas bien buenos en la cafetería, seguro termina la noche a su lado.

Llegamos a la salita y volvimos a poner la película, ya no nos interesaba de hecho. La tensión y el calor eran ya mucho, así que le dimos rienda suelta a nuestros deseos. Nos cercioramos que mamá no estuviera y, tímidamente, me fui acercando a mi amiga, que cerró los ojos y entreabrió los labios esperando los míos. La besé con ternura, apenas rozando su piel. Podía sentir su respiración serena en mi cara, mientras ella pegaba su cuerpo junto al mío cada vez más. Yo la jalé hacia mí tomando delicadamente su barbilla.

Lentamente el beso se hizo más fuerte, más profundo, más audaz. Íbamos a ver una película, pero ¡al diablo la película! Nos quedamos fundidas en un beso largo y muy hermoso, un beso que habremos de recordar por siempre. Cuando nos separamos, ella se ruborizó, la película había terminado y la noche ya caía sobre nuestras cabezas.

Niñas, a cenar… – llamó la señora de la limpieza; si mamá no estaba en el comedor con nosotras, era seguro que se quedaba con algún turista.

Mejor vamos a cenar… – me dijo Cindy.

Vamos… pero después seguimos… – le dije con ojos lujuriosos.

Cenamos y, en efecto, mamá no se apareció y nadie sabía en dónde estaba, solo que había salido acompañada de 2 clientes. "¡Bien!" me dije para mí.

Terminamos y subimos de regreso. Cindy no soltó mi mano para nada.

Cindy, ¿A qué hora vienen por ti?

A ninguna…

¿Cómo así?

Que no me van a avenir a traer.

¿Y…qué vas a hacer?

Me quedaré a dormir en tu casa. – me dijo abrazándome del cuello y mirándome a los ojos con picardía.

¿No te regañaron?

No… pero yo no tengo ganas de irme… ¿te acordás de lo que estábamos haciendo cuando casi nos agarra tu mamá?

Si, si… ¡muy bien!

Pues quiero terminarlo.

¿Cómo? ¡¿Todo?!

Si, todo. De mi lado sigue todo en pié.

Del mío también…

¿Vamos?

¡Vamos! – nos besamos apasionadamente.

Cindy me besó, amontonándome en una esquina de la salita familiar. Me tomó de la mano y la llevó a uno de sus pechos, tan hermosos y suaves. Comenzó a moverla sobre este, por encima de sus senos cubiertos por el vestido que llevaba. Cerró un poco los ojos, solo un poco, y dejó caer hacia atrás su cabeza, lo que aproveché para besar su cuello. Un minuto después me soltó la mano y me dejó seguir por mi cuenta. Mi otra mano se unió a la caricia y tomó una de sus carnosas nalguitas.

Noté como sus pezones se pusieron duros y me concentré en ellos, pellizcándolos con mucha suavidad, jalándolos y amasándolos. Esto me era relativamente sencillo pues ella tenía un bracier muy delgado. Noté como su respiración se aceleraba, como empezaba a moverse, a restregarse contra mi cuerpo, como su rostro se enrojecía. Yo también me estaba calentando mucho, mucho.

De improviso ella me jaló hacia el asiento y se tiró en el, jalándome a mí para quedar con mi cuerpo sobre el de ella. Desde allí me vio con cara de calenturienta y se abrió de piernas sonriendo con picardía y atrapándome entre ellas. Metida entre sus piernas (vestidos ambos, aclaro) empezamos a practicar lo que se conoce como arrope. Un arrope es una simulación de una relación sexual. La pareja retoza vestida, pero se toca por todos lados y sus cuerpos se mueven buscando el máximo rozamiento entre sus partes nobles. Pues a ella la encantó ese juego, y pronto los besos buscaban devorarse a la otra.

Las caricias pasaron a mayores y yo empecé a subir su vestido, descubriendo su delicado calzoncito blanco y poniéndome a sobar su sexo por encima de este. Ella no puso pero alguno, de hecho le encantaba, pero un ruido nos asustó. Nos sentamos rápidamente y vimos que era solo el viento que había cerrado una puerta. Me paré y cerré la ventana. Me enojé porque pensé que el encanto se había roto, pero Cindy tenía otros planes.

Volteé y la busqué, pero no estaba, me extrañó eso así que la fui a buscar. Vi la puerta de mi cuarto entreabierta y fui a ver allí. Y ¡oh, sorpresa!, Cindy me esperaba sin el vestido y completamente desnuda, sentadita sobre el borde de mi cama y mirándome con lujuria.

Entendí el mensaje (habría tenido que ser muy idiota para no hacerlo) e ingresé a mi habitación cerrando la puerta detrás de mí. Parada frente a la puerta, me despojé de mi blusa y dejé caer mi pantalón, luego bajé mi calzoncito. Caminé coquetamente hacia ella, meneando las caderas y avanzando cadenciosamente. Me paré a un palmo de su cara y la dejé tocar mi cuerpo. ¡Qué rico sentir sus manitas acariciando mis partes! Lo hacía con muchísima delicadeza, temerosa de hacerme daño.

Comenzó a pasar sus deditos sobre los labios mayores de mis genitales, una caricia que me encantó, me mojé inmediatamente. Ella notó la humedad, y continuó con lo labor buscando que me encharcara de verdad, y lo consiguió. Se puso a lamer mis tetitas, bajando hacia mi ombligo, luego una poco más abajo. Entonces hizo algo que no me esperaba y que me sorprendió mucho: acercó mi cuerpo jalándome de las nalgas e intentó ponerse a lamerme la vulva desde allí.

Me quedé muy sorprendida, no me esperaba eso de su parte. Ya había pensado en hacerle sexo oral a ella, pero no pensé que Cindy, espontáneamente, decidiera hacerlo por ella misma. Nunca esperé ver esa noche la cálida y húmeda lengua de mi mejor amiga acariciar los delicados pliegues de mi intimidad.

De repente paró súbitamente y me volteó a ver muy sonrojada, completamente chiviada.

¡Ayudame mensa! – me dijo ruborizada.

Así vas bien… así vas bien… – ¡iba muy bien!

Pero… chomp, chomp… no sé… chomp… no sé si succionar o acariciar… chomp, chomp…

Mirá, es importante hacer las dos cosas… Mmmmmm…

¿Te… chomp, chomp… te está gustando?

Ssssiiiii… pero mirá, si te quedás solo acariciando va a faltar un poco de succión… aunque las caricias de la lengua son deliciosas…

¿Y si solo chupo?… chomp… chomp…

Eso se siente bien, pero faltarán las caricias entonces y se sentirá muy frío todo. Lo mejor es combinarlos…

Pero yo no sé bien como hacer eso…chomp, chomp… el imbécil de Mike me decía que era una estúpida mamando, y que por eso… chomp, chomp… que por eso el me tenía que coger por la boca también… chomp, chomp… y mamar una… chomp, chomp… una vulva no es igual… chomp, chomp…

Mike era un idiota, no le hagás caso… la cogida bucal es otro tipo de sexo oral, no le hagás caso… lo que deberías hacer es divertirte mientras lo hacés, jugueteá conmigo sin lastimarme, mové mis partes… ¡sin doblarlas, sin doblarlas!… solo divertite con mi cuerpo, pensá que es un chupete de sabores a…

…Mmmm… chomp, chomp… ssslurrrrppp…

…¡Ooohhhh! Si, esa chupada estuvo muy buena… voy a hacer algo, esperame…

Empujé a Cindy y la hice acotarse sobre la cama. Luego se colocó sobre su cara, que brillaba por mis fluidos lubricantes, y se senté suavemente sobre su boca. Ella continuó, se puso a juguetear con mis labios mayores y menores y con mi clítoris como le dije, y, en efecto, el resultado fue muy bueno. Me preocupaba un poco que alguien y nos pudiera ver en estas faenas, pero el calor y la excitación que sentía hicieron que me olvidara del asunto.

Cindy me chupaba la chochita como una hambrienta, ya había tomado confianza y parecía hasta divertirse con eso, definitivamente le encantó hacerlo. Me pude dar cuenta que tenía un gran potencial como mamadora, pues tenía una lengua excelente para tal efecto. Esta es muy móvil, y si aprendía a usarla lograría un nivel alto de placer.

El placer que la muchachita me daba era bárbaro, sentía que iba a explotar en su boca y yo no quería eso, temía que le fuera a dar asco y que no quisiera repetirlo otro día. Comencé a sudar y estallé en un delicioso orgasmo que ella se bebió. Pero ni se inmutó, solamente continuó mamando.

Cindy dejó de mamar, se me quedó mirando a la cara y yo a la de ella. Me sonreía pícaramente, muy ruborizada como una niña que fue encontrada haciendo inocentes travesuras por sus padres. Me encantaba la manera en que le brillaban los labios y la cara, impregnados con mis fluidos lubricantes y de su saliva. Ella me miraba a mí y a mi sexo, creo que estaba muy orgullosa.

Lucy, ¿te gustó?

Si, muchísimo…

Me acosté a su lado, empecé a acariciarla y un frote entre sus piernas, sitio que estaba muy mojado. ¡Qué rico! Ella me dio un gran placer y lo menos que podía hacer yo era devolvérselo. Estaba dispuesta a devolverle placer por placer, hacerla termina a toda costa. Su carita dibujó una sonrisa pícara y socarrona, y yo la jalé hacía mi y le planté un profundo beso, sorbiendo un poco mis propios jugos. Nuestras lenguas empezaron a hacerse el amor y nuestros labios a fusionarse. ¡Qué besos los que nos dábamos!

La abrí de piernas y me arrodillé entre ellas, zambullendo mi cara entre el mar de sus jugos, que brillaban desafiantes sobre su mojadísimo sexo. Pasé la lengua en una larga lamida, despacio y fuerte para que la sintiera. Cindy suspiró hondamente, nunca le había hecho esta caricia antes, era completamente nueva para ella.

Atrapé su clítoris con mis labios y me puse a acariciarlo, pegándole suaves mordiscos que ella sintió en el alma, pero no como dolor. Simultáneamente introduje un dedo entre su canal del amor, hurgando hasta el fondo de este, buscando su punto G con prisa. Cindy empezó a moverse y a menearse sobre las sábanas, parecía una lombriz sobre el cemento, me gustó mucho.

Y al final ya no pudo resistir más el clímax que le llegaba como un camión dispuesto a atropellarla. Pegué mi boca a su vulva todavía más y le metí la lengua lo más profundo que pude. "¡Luciiiiaaaaaa!" gritó y alcanzó el orgasmo violentamente, estremeciéndose y aferrándose de las sábanas con las garras, tratando de ahogar sus gemidos para no llamar la atención. Cindy se chorreó y sus secreciones cayeron a borbotones y me las tragué.

Quedamos hechas un desastre, con nuestros sexos chorreando y nuestras caritas cubiertas de secreciones vaginales, que resbalaban por nuestros cuellos y pechos, mojando mi manta. Quedamos jadeando y sudando, observándonos con ojos de amor, en silencio, temerosas de romper la magia de ese momento. En cierto momento, Cindy rompió ese silencio.

Huele raro… – dijo ella oliéndose las secreciones de su cara.

Huele a mujer… – le respondí yo, haciéndome la seria como ella, rompimos en carcajadas.

Fue increíble… gracias…

Gracias a ti también Cindy… sos muy buena, muy buena…

Tu también…

Nos quedamos sobre la cama por un rato, abrazadas y sin decir nada. Entonces ella me volteó a ver con ojos de "quiero más". Mamá llegó y me preguntó si estaba durmiendo. Le dije que si, que Cindy se quedaría a dormir. Nos dijo buenas noches y se metió a su cuarto, gracias a Dios cerró la puerta atrás de ella. Puso el radio, venía acompañada.

Bueno Lucy, aquí me tenés desnuda todavía.

Yo también estoy desnuda.

No nos vaya a dar frío.

Pues eso se puede arreglar…

Nos metimos debajo de las sábanas y nos besamos apasionadamente. Esa sería una noche larga que no olvidaré jamás, nunca. Desde entonces Cindy y yo nos volvimos amantes, cogíamos cada vez que podíamos. Con el pasar de los años ella empezó a participar en mis juegos sexuales que tenía con amigos y amigas. Y con el pasar del tiempo se convirtió en la mujer de mi vida. Miren, me gustan lo hombres, pero predominantemente soy lesbiana. Así que, pues, Cindy ha sido mi compañera desde hace mucho, mucho tiempo… el gran amor de mi vida…

Si tienen comentarios que hacerme, pueden hacerlos a mi correo electrónico. Gracias.

FIN.

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