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Beatriz (08)

en Erotismo y Amor

Beatriz 08

La abuelita preparó el almuerzo, no quiso comer, no tenía hambre para nada. Estaba muy triste, sintiéndose más sucia que nunca. Apenas en la mañana había sido violada por su médico de toda la vida, don Andrés, y lo había disfrutado. Tanto, que al volver a su casa, caminando automáticamente como una zombi, ¡terminó teniendo sexo con Maritza!… otra vez.

Ella estaba desesperada y ya no sabía qué hacer. Pero primero hagamos una recapitulación. Hasta ahora han leído 8 capítulos de esta historia, el primero, se desarrolló el día sábado, en el que ella sorprendió a Hilda y a Sonia teniendo relaciones sexuales. El domingo sorprende a Gisel, prostituyéndose con Raúl, con Carlos enfrente. Por la noche se quedó cuidando a Maritza, que estaba enferma (cuya madre tenía un turno de noche en su trabajo), terminando en una gigantesca sesión de sexo con ella. Y todo eso hasta llegar a este día miércoles, en el que, por pedir ayuda profesional, termina siendo violada por su médico. Definitivamente le habían pasado demasiadas cosas en tan solo 5 días.

Señora, ¿está triste?

Si… un poco…

¿Por qué?

Porque si… me han pasado algunas cosas malas…

¿Cómo yo?

No, tu no sos ninguna cosa mala.

Pero he hecho cosas malas con usted…

Si pero no fueron solo tu culpa… es que… no, nada…

Cuénteme…

La abuelita estaba tan triste y con tanta necesidad de desahogo, que terminó por contarle a la niña todas sus penas.

Es que, hoy fui con mi doctor para ver si tengo algo malo… y me violó… y me gustó… – se lo dijo casi llorando.

¡¿La violó?!

Si… y mientras lo hacía me dejé llevar… como cuando lo hago contigo, que ninguna de las 2 sabe en dónde está o que está haciendo…

¡Ah!, ya, entonces le pasa lo mismo que a mi…

¿A ti te ha pasado también criatura?

Si señora…

Contame…

Ya le conté, me pasaba con mi papá… y ahora con usted…

Si nena, perdoname, no sé qué es lo que me pasa…

¡Pero a mi no me molesta!

¡¿Cómo?!

Mmmm… – la nena bajó la cara, estaba avergonzada – usted se va a enojar mucho conmigo.

¿Por qué?

Por lo que le voy a decir…

¿Y qué me vas a decir?

Es que… a mi me gusta mucho chuparle… chuparle… chuparle su cosa…

¡¿Cómo?!

Es que… tiene buen sabor…

¡Maritza!

Mire señora, estoy enamorada de usted… – Bea se puso pálida – usted es la persona más buena que he conocido, y a la que le tengo más confianza… yo sé que las 2 somos mujeres, pero eso a mi no me importa, importaría si mi vida hubiese sido un poco normal. No quiero separarme de usted, y quisiera seguir así por toda mi vida.

Beatriz se quedó muda, pálida como una idiota, no sabía qué hacer ni qué decir. Pero afortunadamente para ella, la salvó la campana.

Escuchó que alguien entraba por la puerta, seguido por una voz de hombre que no conocía. Se puso de pié para ver de quién se trataba. Vio de reojo a Gisel entrar a su habitación seguida por alguien. Era demasiado alto y robusto como para tratarse de Carlos, así que salió a ver de qué se trataba.

Llegó a su puerta, seguida por Mari, y se puso a ver por la cerradura. ¡Otra vez la puta de Gisel con un cliente! Estaba mamándole la verga, de rodillas, completamente desnuda, sujetando un pene moreno y venoso con una mano, lamiéndolo y chupándolo apasionadamente. Su otra manita estaba hundida hasta el fondo de su sexo, acariciándolo con fuerza, buscando llegar a la cima del placer.

El tipo levantó a Gisel del pelo con brusquedad, lo que alarmó a Beatriz, pero nuevamente apareció la misma cara de tremendo placer que la muchachita parecía tener al estar, virtualmente, colgada de sus dorados cabellos, enredados en las manos de ese salvaje, como cuando la vio coger con Raúl. Gisel, dejaba sus brazos colgando y dejaba caer su peso, para sentir el jalón sobre su cuero cabelludo con más fuerza.

De una fuerte bofetada, el tipo la tiró sobre la cama. Y cuando ella levantó su cabeza, tenía cerrado uno de sus hermosos ojitos, pero una enorme sonrisa en sus labios.

Don Braulio, ¿viene encendido hoy? - ¡Don Braulio!, Bea lo conocía.

Como una brasa, mi adorada puta de mierda…

Si… una puta asquerosa de mierda…

¿Le gusta a la puta que la trate mal?

Siiiii… lastímeme Braulio, lastímeme, que para eso estoy…

Y Braulio le trabó 4 buenas bofetadas a la quinceañera, que gimió y se quejó, pero sin quitar la sonrisa nunca. Entonces, el tipo colocó su pene en la rosada entrada de amor de la muchacha, y se la empezó a coger como un loco. Cada embestida la sacudía de pies a cabeza, hacía chirriar la cama y se escuchaba como un aplauso fuerte.

Bea estaba sin poder creer lo que estaba viendo, era increíble, no le parecía posible que una persona pudiera sentir tal placer siendo maltratada de esta manera. Braulio la agarraba de los senos y se los apretaba con mucha fuerza, como queriendo arrancárselos. Asimismo le pellizcaba con saña los pezones, lo que hacía que ella gimiera de dolor. Pero aun así trataba de hacer el menor ruido posible para no llamar la atención de nadie más en la posada.

El tipo le daba fuertes nalgadas, la abofeteaba y le daba violentas palmadas en los senos, pellizcándoselos y tratando de arrancarlos. Al fin terminó aquella violenta cogida, el hombre empezó a gemir, saco su pene del interior adolorido de la muchachita, le quitó el condón, y eyaculó sobre su vientre y pecho, gruñendo como el animal que era.

Beatriz estaba atónita, no sabía qué pensar, y menos cuando vio que el tipo caminó sudando como una puerco hasta donde se encontraba su pantalón, tomó su billetera, y sacó varios billetes que le dejó caer sobre el pecho a la nena, que ya había perdido su cara de placer enfermo.

No creí que fueras un puta tan degenerada, pero sos la más sucia que he visto… tomá, te lo ganaste… Ah, y decile a tu padrote que ya tiene cliente nuevo.

Si… yo le digo a Carlos…

¡Carlos!, a Beatriz ya no le quedaban dudas de que Carlos era el padrote de Gisel ¡Y Gisel!, tampoco le quedaban dudas de que Gisel era una prostituta.

Se fue con Mari sin que las oyeran, directo a la sala a ver Tv. Se les olvidó de lo que estaban hablando momentos antes.

Al rato, se oyó la puerta otra vez, era Carlos que regresaba quién sabe de dónde. Se metió a su cuarto. Como a la hora llamó a Bea.

¡Doña Beatriz!… ¡Doña Beatriz!… – era la voz de Carlos la que la llamaba.

¿Si Carlos?

Venga… es que Gisel se me puso mala…

Beatriz se puso de pié de donde estaba sentada y salió rápidamente. Encontró a Carlos cargando a Gisel que se veía bastante mal, pálida, sin fuerzas, casi desmayada. La llevaron a su cuarto y se quedaron con ella un rato. Al poco tiempo la muchacha empezó a mejorar.

Ya se está poniendo mejor Carlos.

Si, si…

¿Qué fue lo que le pasó?

Pues… veníamos en la calle y ella se empezó a poner aguada hasta que se cayó al suelo.

Si, si, ya veo este moretón que tiene en la cabeza… ¿se la golpeó muy fuerte?

No, no, todavía la pude detener así que el golpe no fue tan duro.

¿Ella ha estado mala?

No viera, ha estado bien… de seguro se le bajó la presión…

Si eso pudo ser…

Bueno, yo tengo que irme, se la encargo señora. – y el muchacho, fresco como una lechuga, se largó, dejando a Bea y a Mari con la enferma.

¡Qué patojo tan infeliz!… su mujer está mala y el se va como si nada…

Si, el es malo… – agregó Mari.

Cuando Gisel ya estaba mejor, Bea le preguntó algo que ella presentía, como buena mujer que era.

Gisel, ¿ya te sentís mejor?

Si señora, gracias…

¿Estás esperando? – la pregunta hecha a quemarropa tomó por sorpresa a la muchacha, que no atinó que decir, por lo que al final lo tuvo que aceptar – ¿Cuánto llevás?

2 meses.

¿Por eso te fuiste de tu casa?

¿Cómo sabe que me fui de tu casa?

Porque Carlos no se ve de más edad que tu, y tu parecés una niña bien, muy educada y demasiado fina como para ser de escasos recursos. Y como vivís aquí, pues la única alternativa es que te hallás ido de tu casa.

Nuevamente Gisel tuvo que aceptarlo, y terminó contándole su historia. Había conocido a Carlos en el colegio, uno muy caro de la ciudad capital. Se hicieron novios, y a los 4 meses ella ya estaba embarazada. Como sus padres querían que lo perdiera, decidió irse con su novio, al que amaba profundamente.

¿Cómo podés amar a alguien que te prostituye?

¡El no me prostituye!

Claro que si… te he visto… vi como Braulio te agarraba como a una piñata y luego te pagaba… y el sábado te acostaste con Raúl, ¡con Carlos enfrente!

¡¿ Y usted qué tiene que estar mirando lo que no le importa…

¡Pues si me importa, porque mi casa no es para hacer esas cosas!… además niña, el solo te está usando…

¡No me está usando y los 2 lo decidimos así!

¿Por qué?

¡Por el dinero!… ¡Uno no vive del aire!

¿Y el de qué trabaja?

…-… – Gisel ya no pudo responder.

Mmmm, ya veo, el no trabaja…

Si trabaja…

¡De tu padrote!

…-… – nuevamente no le pudo responder, los ojos se le llenaron de lágrimas, no estaba acostumbrada a que alguien le ganara en una discusión.

Si, si, mucho te quiere el patojo…

¡Pues aunque usted no me lo crea, así es! ¡Vieja puta!

¡¿Cómo te atrevés?!

¡Si, la vimos salir desnuda el día en que esta estúpida de aquí se puso mala! ¡Y luego cómo berreaba! ¡Se ve que usted no es más que una gran puta asquerosa!

¡¡ZAP!!, mi abuelita le trabó un soberano trancazo en la cara a la muchachita grosera esa, la dejó callada y con la boca abierta.

No seré más puta que tu… y a Mari me la respetás, estúpida…

Salió del cuarto con Mari y dejó pasmada y sola a Gisel. Por la noche, ella se fue con su novio quién sabe a donde, sin siquiera pagarle un solo día de alquiler a Bea. Eso no era bueno, no le convenía perder inquilinos. Pero por otro lado, era mejor, con Hilda y Sonia tenía suficientes degenerados en la casa.

Y Mari la veía con amor, sentía que ella había salido a defenderla y eso le gustaba mucho. Y la mirada de Bea no era muy diferente. ¿será que ya estaba aceptando ser una puta caliente?

CONTINUARÁ…

Gran Jaguar

Pueden mandarme los comentario y sugerencias que tengan de esta historia a mi correo electrónico gran_jaguar@terra.com, gracias.

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