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El Semental de las Mayén (10)

en Amor filial

El Semental de las Mayén

X

Ya había quedado claro que nuestra táctica había funcionado con Beto. Ahora debíamos pasar a la acción, a una acción más agresiva, pero igualmente sutil. No sabíamos si tendríamos la sangre fría de Rosario, pero ciertamente debíamos probar. Nos encontrábamos reunidas nuevamente en el cuarto de mamá, a punto de iniciar otra de nuestras sesiones de práctica. Platicábamos acerca de nuestros próximos movimientos.

Ahora más que nunca debemos ser agresivas y más cuidadosas. – dijo mama.

Si. – le respondimos todas.

Creo que debemos hacer lo que Rosario le dijo, estar allí para guiarlo a el y mostrarle las cosas de la vida, y no solo para seducirlo. Y es que la verdad es que aunque nos convirtamos en sus amantes, siempre seguiremos siendo sus tías… o su madre. Siempre tendremos que guiarlo, siempre.

Tal y como habíamos hablado al principio. – añadió Blanca.

Si, así es. Yo solo quiero lo que sea mejor para mi nieto… creo que todas coinciden en ello también.

Si. – les respondimos todas.

Esa mañana volvimos a hacer el amor como locas entre todas, con la diferencia de que la víctima del sacrificio fue Bertita. Ella siempre dirigía las acciones y se le olvidaba meterse a jugar también. A nosotras también se nos olvidaba ponernos a jugar con ella también, así que decidimos que esta vez ella sería el objetivo de todos nuestros mimos.

Mama y Rosario se pusieron en el centro con ella. Berta creía que le tocaría otra vez hacérselo a Rosario, pero se sorprendió cuando mamá la tomó de los senos por atrás y la comenzó a besar en la espalda. Luego, Rosario se le acercó y selló sus labios con los suyos. Mientras tanto, blanca y yo nos besábamos apasionadamente.

Ese día le chupamos el sexo las 4 a Berta. Primero una por una, arrancándole un orgasmo cada vez. Luego, de dos en dos, llegando hasta pasarle la lengua entre mama. Rosario y yo, mientras Blanca se sentaba sobre su boca. Dejamos a Berta seca y pegada a las chamarras. Mientras nosotras nos fuimos a hacer el oficio de la casa, ella se quedó tirada casi inconsciente en la cama el resto de la mañana, muerta del cansancio que tanto placer le produjo.

Nuestros hijos llegaron después, a la hora de siempre. Almorzaron y después se fueron a hacer sus cosas cada uno por su lado. Ingrid tenía la piñata de una amiguita, así que Rosario se fue con ella. Blanqui tuvo que ir a la escuela de Julia para hablar con la orientadora acerca de la conducta de su hija. No era la primera vez que acudía con la orientadora por esta razón. Marisol pidió permiso para ir a pasear con unas amigas, Eleane la acompañó, así que solo nos quedamos en la casa, Berta, mamá, Beto y yo.

Mi hijo andaba pensativo y meditabundo, seguramente por las cosas que Rosario le dijo el día anterior. Yo quería acercarme y decirle que también yo estaba allí, para el, pero no me atreví. Mientras, el continuaba deambulando por allí. Mi madre también se percató de ello, y le habló cuando se topó con el en la cocina.

¿Por qué tan pensativo Betito?

¿Ahh?… ¿Yo?… ¿Qué?… no, nada…

Mmmmm, saber ni qué patoja le estará quitando el sueño a mi niño.

No, ninguna abuelita, ninguna.

Mejor vení a ayudarme a recoger estos juguetes que la chinita dejó tirados. – Ingrid es la chinita, así le decimos de cariño.

Mama se agachó para recoger carritos de supermercado, y con ella Beto. Pero ni bien se había agachado, no pudo menos que quedársele mirando al pronunciado escote que mi madre tenía en la blusa, que gracias a que ella es más, mucho más, que exuberante, se veía increíble. Yo la vi de lejos y me enojé por no haber pensado en eso antes, ¡qué bruta!

Beto estaba boquiabierto mirando las tremendas tetas de su abuela, mientras esta recogía "inocentemente" los juguetes de su nieta. Miraba sus senos mecerse libremente bajo la delgada tela de la blusa, de hecho se mecían con demasiada libertada, como si… ¡si! Alberto peló los ojos más todavía cuando se dio cuenta de que ella no traía sostén. Esas 2 hermosísimas chiches que me amamantaron flotaban libremente, colgando de su pecho.

Mi bebé estaba embelesado mirando. Eran 2 rosados pedazos de carne, que a pesar de contar con 59 años no habían perdido su extraordinaria espectacularidad. Tan distraído estaba que no se percató de cuando mi madre fingió pillarlo. Ella se quedó inmóvil mirándolo, complacida en su amor propio. Cuando Beto se dio cuenta, ¡ja!, prácticamente se le fue el alma. Una cosa era ver a su tía que casi lo trataba como su igual, pero otra era ser capturado in fraganti por la abuela, mirándola maliciosamente. Es que en mi Guatemala se tiene un gran respeto por las abuelitas especialmente.

El no sabía donde meter la cara, estaba más rojo que un tomate de la vergüenza. Entonces, mama decidió jugársela como lo hizo Rosario.

¿Te gustan Beto?

… ¡!… – Beto no podía ni tragar saliva.

Te pregunto porque estabas tan embelezado mirándolas que… creí que te gustaban mucho y te iba a invitar a tocarlas.

… ¡!, ¡!, ¡!, ¡!,…

¿Me vas a salir con que no se te antoja?

¡Siii! ¡claro que no!… ¡Sos mi abuelita!…

Si, yo se Beto, pero como te vi tan interesado en ella, pues pensé que tal vez querías tocarlas.

¡No, pedón anbuelita, va a pasr otra vez!… – mi pobre hijo ni siquiera podía hablar bien.

Ay no te preocupés, eso no importa. Sos joven y se te entiende… además, ya se lo mucho que te gusta espiarme amor…

… ¡!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!… – otra vez se supo más rojo que un tomate, era obvio que su abuela se refería al episodio de la ducha.

Te volviste a poner rojo… perdoname, no quería que te pusiera así, lo que pasa es lo que ya te dije, pensé que quería tocar o ver algo más, así que por eso te dije eso… pero de todas maneras quiero que sepás que no importa lo que querrás ver o tocar, me lo podés pedir a mi sin ningún problema, ¿oíste?

… -------… – Beto estaba ido, como en otro mundo, ante tal ofrecimiento.

¿Beto, me oíste mijo?

… ----…

¿Beto?

… si… si… te oí…

A bueno.

La abuela siguió recogiendo las cosas de Ingrid como si nada, mientras Beto se quedaba pensando en las palabras que acababa de escuchar. Era muy parecido a lo que le dijo Rosario.

Abuelita, ¿te puedo preguntar algo?

Si mijo, andá.

¿De verdad no te importa que te mire desnuda?

De verdad, no me importa.

Pero, ¿por qué?

Por que sos mi único nieto hombre y te quiero con toda mi alma. De verdad que sos el único hombre que conozco que es bueno y responsable, y que no anda jugando con los demás. Además, quiero que te convirtás en una hombre de bien, y para ello quiero que conozcás las cosas a través de nosotras, para que te podamos guiar.

Pero, ¿eso no les da así como ñáñaras?

No, si nosotras te cambiábamos el pañal. Además, cómo te queremos, todas esas cosas no importan.

Mmmmm… ya… es que… Rosario me dijo lo mismo ayer.

¿Si? Ya lo habíamos hablado desde hacía bastante.

Si, me dijo. Ella ayer me enseñó sus senos… hasta me hizo tocarlos.

¿De verdad? – preguntó mama fingiendo no saber - ¿Y te gustaron?

Si, pero me sentí raro.

Eso es normal. ¿Tenés ganas de tocarme los míos?

Mmmmm… no se abuelita… no se…

Mirá amorcito, si querés nos vamos a mi cuarto y allí te los enseño todo lo que querrás y hasta los vas a poder tocar bien para que los conozcás mejor.

Si, pero…

Ya te dije que solo me los tenés que pedir. Así que, pues, si querés, están a tu disposición.

Beto asintió tímidamente con la cabeza, y acto seguido enfilaron hacia el cuarto de mamá. Se metieron dentro y cerraron con llave. Yo corría a ver qué podía oír, y si podía ver. No pude ver nada, así que fui a la cocina a buscar a Berta para contarle. Ella salió corriendo de allí emocionada. ¿Será que mi madre podría hacer algo más con Beto que un simple toqueteo?

No pudimos ver ni oír nada, y como buenas mujeres que somos nos moríamos de la curiosidad. Pero no pudimos enterarnos sino hasta que mama nos contó la mañana siguiente. La interrogamos entre todas.

¡¿Y entonces te vio desnuda completa mamá?

Si, me vio sin nada de ropa.

¿Y que hizo?

Nada, solo se puso rojo que se quedó mirando. Pero si hice que me tocara.

¿Qué te tocó?

Pues la chiches, las nalgas, mmmm, casi todo.

¿Y por abajo?

No, allí no… es que el estaba muy chiviado y no quise chiviarlo más.

Si, mejor así.

Bueno, en resumen, esto fue lo que pasó después que entraron al cuarto:

Bueno amor, decime lo que querés que haga.

Esteeeeeemmmmm… no se abuelita… – contestó rojito de la vergüenza con toda la ingenuidad del mundo.

¿Querés verme algo?

… si…

¿Qué me querés ver?

Mmmm… los senos… – mamás se quitó la blusa lentamente, dejando a la vista de su nieto si imponente par de chichotas.

¿Te gustan?

…s-…s-si… mucho…

¿Las querés tocas?

Si… – mama le tomó las manos y las puso sobre sus mamas, un escalofrío recorrió su espalda, un espasmo de placer.

¿Te gustan? Sobámelas un poquito. – Beto le obedeció de inmediato, restregándoselas torpemente – así amor… Mmmm, ¡qué rico! ¿Te gusta a ti?

Si abuelita…

Qué bueno… ¿querés ver más de mí?

Si… – mamá se separó un poco de su nieto y se comenzó a sacar la falda que traía y ¡oh, sorpresa!, tampoco tenía puesto calzón, su matorral de pelos saltó antes la mirada atónita de mi hijo.

¿Te gusta Beto?… ¿Beto?

… ¡! (gulp)… – Alberto tragaba saliva y respiraba aceleradamente, ya era obvia la erección bajo su pantalón, pero mamá prefirió ignorarla sabiamente.

Beto, ¿te gusta?

S… ssss… sim…

¡Qué bueno amor! ¿querés tocarme?

Beto se le acercó despacio, y le puso las manos sobre los pechos a su abuela. Los comenzó a sobar suavemente. Mi madre estaba muy caliente ya, pero se esforzaba en disimularlo.

Mi hijo continuó masajeando suavemente los senos a mi madre. Ella le susurraba al oído "qué bien lo hacés… sos muy bueno". Rápidamente se dio la vuelta y tomó las manos de su nieto ara dirigirlo en las caricias. Hizo que le acariciara las nalgas, los muslos, las piernas, el vientre, los senos, etc. En fin, todo aquello que se pudiera tocar. Solo sus genitales no los tocó, esto porque ella pensó que no sería prudente a estas alturas.

Esa fue la primera vez que mi hijo Alberto vio totalmente desnuda a una mujer de carne y hueso, mucha más carne que hueso… y carne de la mejor calidad como lo es la de mi madre. No pasó de eso, el solo la tocó y la vio como Dios la trajo al mundo. Ya resultaba obvio que mijo estaba listo para otras cosas, para que nosotros avanzáramos un poco más. Y yo ya no iba a desperdiciar otra nueva oportunidad, no señor…

CONTINUARÁ…

Gran Jaguar

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