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Mi Perrita Faldera

en Amor filial

Mi Perrita Faldera

 

¿Eso es todo joven?

Mmmm… no, ¿cuánto cuesta el collar azul que tiene en la repisa?

17 quetzales con 50 centavos.

Déjemelo ver… Ummm… no tiene uno un poco más pequeño, es que… "ella" tiene el cuello delgado.

Si tengo, este rosado es más pequeñito.

Si, este está mejor, gracias. Me lo llevo.

La dependienta de la tienda de mascotas, una agradable gordita de cara redonda y voz melosa, metió todo lo que había comprado ese día. Comida para Fido, el perro de mi mamá, comida para mis canarios y finches, vitaminas para reptil (tengo una tortuga muy bonita) y una collar para perro rosa… para mi madre.

Así es mi amigo, le compré un collar de perro a mi madre, y no sabe lo alegre que se puso cuando se lo probó. Como no está acostumbrada a recibir regalos, esto la llenó de alegría. Se lo puso de inmediato y comenzó a caminar con el como acostumbra, en 4 patas, parando bastante su colita.

Bueno, ahora querrán saber más de esto, ¿o no? Después de todo, ¿quine se mete a un portal de relatos eróticos si no quiere leerlos? Y más aun, ¿quién escribe uno sin que desee que lo lean. Pues bien, ese día mi madre me había ido a despertar como acostumbraba. Era viernes, pero no me tocaba llegar a la empresa, que como es mía puedo elegir a mi voluntad mis horarios. Llegó avanzando lentamente en 4 patas. Sus senos grandes colgaban a un ritmo cadencioso e hipnótico a pocos centímetros del suelo. Mi abuelo la obligó a operárselos, por lo que los tiene realmente grandes.

Si, dije mi abuelo. Verán, esta es una historia larga y complicada y ahorita no tengo ganas de contarla, tal vez otro día. Solo les diré que el era una tipo sucio y pervertido que hizo las barbaridades más grandes con su familia, menos conmigo, pues ya había planeado que yo fuera su único heredero.

Pues bien, como iba diciendo, ella llegó gateando hasta mi cama. Yo dormía en una de las orillas con la cara al borde de la almohada. Ella me la comenzó a lamer, a lengüetazos cortos y suaves, como una perra que limpia a su cachorro recién nacido. Mi madre siempre ha sido muy cariñosa conmigo. Pues bien, me fui despertando lentamente en medio de sus lamidas, que sabían a menta pues siempre se lavaba la boca antes de, incluso, hablarme. Esas eran las reglas que mi abuela había impuesto hacía tanto tiempo. Eran las 7 a.m.

Mamá es una mujer muy bella. Además de sus senos grandes tiene un culo de lo mejor, paradito y duro, con una ano muy elástico (por el uso frecuente) y resistente y una rajita de los más linda. Rubia y de ojos azules, 1.66 mt. de altura, muy bella. Sus medidas son 93, 63, 91. Como le hecho cremas de belleza, su cara se ha rejuvenecido, aunque todavía aparenta los 36 que tiene.

Ella jamás había tenido una vida normal, nunca. Desde que nació mi abuela la convirtió en su perrita faldera. La sacaba a pasear al jardín y la hacía dormir en una casa para perros, y abusaba de ella como se le daba la gana. De hecho, yo soy hijo de mi abuelo, por lo que también soy hermano de mi madre, pero prefiero sentirme su hijo pues mi abuelo me caía mal.

Pues bien, como les decía. Me despertó a tiernos lengüetazos. En cuanto abrí los ojos, me topé con los suyos bajados del cielo. Me encanta despertarme y tener de inmediato una vista tan bella. Me sonrió y casi imperceptiblemente me dijo "bebe". Delicadamente fue levantando mis sábanas para llegar hasta mi verga, medio dormida y perezosa. Metió su carita entre mis frazadas, y a suaves lengüetazos despertó mi miembro de su profundo sueño, que casi por si solo, sacó su cabeza roja por el agujerito urinario de mi bóxer. Ella lo comenzó a besar.

Abrí un poco las piernas para facilitarle el trabajo, y me despojé de las frazadas para ver bien. Ella me sonrió. Comenzó a chupármelas sin usar las manos. Me calentó tanto… en una momento dado me senté en la orilla y la tomé del pelo, y así, a modo de rienda, fui controlando la velocidad de la felación. A mamá le encanta esto, pues disfruta de ser sometida, jamás ha vivido de otro modo. Y yo desde que la conocí, me envolvió el placer malsano de someter y cogerme como un loco a mi propia madre. Después de todo soy hijo de mi abuelo.

Dejé que me la chupara por varios minutos. Entonces me puse de pié de improviso, y tomándola del pelo me la llevé a su recámara, acomodada para que durmiera allí. Toda ella esta alfombrada, para que no se lastime o se raspe las manos y rodillas cuando camine por allí, y para que no le de frío cuando se eche en el suelo. En un rincón tiene una casita para perro, grande y cálida que yo mismo le mandé a construir. Dentro de ella hay una canasta grande con un almohadón de plumas de ganso, que es donde duerme. Su plato de comida y el de agua están en el otro extremo de su habitación.

Me situé en el centro, con la verga de fuera y tiesa como un leño. Mamá comprendió de inmediato y volvió a llevársela a la boca. Ella es muy buena en este tipo de cosas. Juega con mi pene entre su boca sin utilizar para nada sus manos. Lo succiona rica, al tiempo que lo mueve por toda su cavidad oral usando su lengua. Y pone una cara… lo ojos entreabiertos, con una sonrisa pícara y disimulada, y una mirada de orgullo. Si, ella se enorgullece de mi virilidad y de ser mi esclava.

Me la chupó por un rato más, hasta que estuve a punto de terminar. Entonces me separé de ella y la llevé a la pared, donde había una cadena colgada de un aro en el techo. Le puse su viejo collar de cuero, y a este la cadena, de manera que su cabeza quedara en el aire, y su cuerpo, en 4 todavía, tuviera que permanecer recto, con los hombros y su trasero bien paraditos. Me encanta tenerla en esta posición.

Comencé a pasarle los dedos sobre su rajita, muy rosada y siempre lista para ser cogida. Le hundía 2 dedos adentro, y se los sacaba lentamente, seguro de rozar su clítoris en el acto. Ella cerraba los ojos y se dejaba llevar, como mi abuelo le había enseñado hasta el cansancio. Pronto comenzaba a lubricarse y sus jugos manaban como miel de su sexo. Y su cara transmitía un placer inmenso. A mi me gusta mucho llevarla al orgasmo antes de poseerla, pues me encanta verla y escucharla gritar del placer que le estoy dando.

Rápidamente mamá llegó a su orgasmo, su primero. Se convulsionó como una loca, llevándose una mano a uno de sus senos bellísimos mientras se sostenía con la otra y casi quedaba colgando del cuello. Su respiración se hizo muy rápida, muy agitada, al tiempo que de su garganta salían gemidos rasposos de placer que empezaban silenciosamente y terminaban en gritos que se escuchaban por toda la mansión.

Entonces me dejé de contener. Me quité el bóxer, me arrodillé a la altura de su sexo, y le metía de un solo golpe mi verga hinchada y sobreexcitada. Le comencé a dar con todo aprovechando la lubricación que había conseguido, que ahora aumentaba hasta casi chorrear sobre el suelo, cayendo a veces en gruesos goterones cristalinos. Ahora mamá también empujó sobre mi verga, enterrándosela más todavía, gimiendo y gruñendo como la perra que era… mi perra.

La estuve poseyendo como por 15 minutos hasta que mi orgasmo se sintió próximo. Le saqué mi miembro de su interior y me puso frente a ella. Con su cara me sonrió tiernamente y agradeciéndome eso, pues ella (y no solo ella) considera el recibir mi semen en su boca como un honor, pues se trata de mi virilidad… y no que más pendejadas que mi abuelo le enseñó a ella y a otras mujeres de las que hablaré otro día.

Me masturbé frente a ella vigorosamente hasta que me derramé en fuertes chorros que se estrellaron contra su cara. Mis corros cayeron sobre sus ojos y frente, resbalando lentamente hasta llegar a su boca, donde eran ávidamente sorbidos por su lengua y labios todo lo que ella podía. El resto caía en su barbilla, precipitándose al suelo después. Ella bajaría a lamerlos en cuanto yo la soltara.

Pues bien amigo lector, eso que me pasó esta mañana, me ha pasado en muchas otras. No en todas con mi madre, también con algunas otras familiares y no familiares, pero eso se los cuento luego. Ahora tengo que ir a darle su collar nuevo, estoy seguro que se sentirá muy feliz. Pero antes tengo que ver qué es ese ruido que se escucha en el cuarto de mi hermanito. De seguro llevó a alguno de sus muchos macho para que lo montasen como locos y verdaderos salvajes, como a el le gusta. Tengo que llegar en silencio y con sigilo, pues si me ven me invitan a participar, y no estoy de ánimos para cogerme a mi hermano de 12 hoy. Hasta la próxima.

Gran Jaguar

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