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El Legado (12: Decadencia)

en Dominación

El Legado XII

Decadencia:

I

A veces me pongo a pensar en el poder que tengo. A veces me pongo a pensar en qué sería de mi vida sin el, si nunca lo hubiese obtenido. A veces reflexiono sobre el ser el nieto de Emilio Medina. Alejandra, mi hermana, también lo hace. Nuestras vidas son tan distintas de lo que una vez fueron, y distan tanto de lo que una vez quisimos.

Me encontraba recostado sobre la cama. Sonia estaba a mi lado, con la mirada perdida en la blancura del techo. Ida, ausente, prisionera de mi hechizo, pero afortunadamente para ella, no de mi maldición. Quedaba poco tiempo, debía actuar rápido.

Sonia… – le dije, ella volteó a verme despacio - ¿Qué quiere tu amo conmigo?

…,… – ella dudó un poco antes de contestar – Su poder.

¿Mi poder? ¿Y por qué le interesa tanto mi poder?

Para dominar… – se quedó callada, aun traba de luchar contra mi dominio – dominar a las personas y apoderarse de sus almas…

Ya veo… el cree que estoy drogado, ¿cierto?

Si.

¿Qué tipo de droga están usando?

Una hecha por Rosa.

¿Cuál?

No tiene nombre.

La diseñó solo para mí, ¿verdad?

Si.

No quiero que les digás nada de esto, ¿está claro? Ellos no deben saber que ya no estoy drogado.

Pero…

¿Pero qué? – le pregunté clavándole mis negro ojos, con toda la frialdad del mundo. Ella calló, pude notar que su pene volvía a crecer.

Nada amo…nadie sabrá nada…

Todo debe seguir como si nada, según el plan del machetero, ¿está claro?

Si amo.

Decime, ¿qué va a hacer conmigo ahora?

Le va a decir que quiere trabajar junto a usted, que así nada lo podrá detener. Le ofrecerá el alma de miles de mujeres, riqueza y poder.

Pero siempre estaría bajo su dominio.

Si amo.

¿Por qué trajo a Alejandra?

Por puro morbo. Le excita ver a 2 hermanos teniendo sexo.

¡Maldito!

Por eso me tiene a…l – calló.

¿Qué ibas a decir?

Nada amo… nada…

Sonia, quiero saberlo.

Yo… yo… yo soy el hermano menor de Carlos… del amo… me llamo Mario…

Me quedé estupefacto. El era Mario Torres, hermano de Carlos Torres, el Machetero. ¡Qué tipo tan degenerado! Sonia me contó que después de la muerte de su padre, su hermano tomó el mando. Como no quería compartir la herencia, se las arregló para desaparecerlo, y qué mejor manera que convertirlo en mujer. Desde los 13 cambió si identidad al de una mujer, tierna y muy femenina. Rosa la trató con no sabe qué, y desarrolló senos y caderas, y sus rasgos se hicieron muy finos. Y desde entonces, es esclava sexual del Machetero, su mano derecha. Tenía 19 años, y su hermano 26.

La verdad, las confesiones de Sonia no tenían por qué sorprenderme tanto, después de todo lo que había visto en la noche anterior.

II

Marta, Eloisa la "Tragasables" y Tonina, las perras del Machetero, se encontraban arrodilladas frente a mí. Las 3 cargaban un consolador prendido entre el sexo. Se les notaba excitadas pues de su vulva manaba abundantes fluidos y se les notaba sudorosas.

Puede tomar lo que quiera señor Medina, sírvase con confianza. – me dijo solícita Sonia, yo no me levanté ni hice nada.

El señor Salvador es un poco tímido aparentemente. Sonia, ¿por qué no le das un poco de confianza?

¡Pero qué está pasando aquí! – gritó la vieja, rompiendo su silencio por fin.

Rosa por favor, no es el momento…

¿Y cuando lo va a ser?

Rosa…

¡Nada! ¡Na-da! ¿No se dan cuenta de quién es el hombre que tienen sentado enfrente?

Rosa por favor…

¡Es el nieto del ladrón de almas!

Yo sé quién es…

¡Hay que amarrarlo!

¡Rosa ya basta!

¡Amárrenlo! ¡Amárrenlo! ¡Amárrenlo! ¡Amárrenlo!

¡Rosa ya basta dije! – bufó Torres, poniéndose de pié y mostrando en todo su esplendor su metro con 78 que medía – Si volvés a decir una sola palabra, ¡anciana de mierda!, te vas a arrepentir toda tu vida… además, para evitar esos problemas estás vos… ¡Y yo soy el Machetero! Que no se te olvide vieja estúpida, ¡El Machetero!

Rosa se puso de pié indignada. Era como un niño malcriado y maleducado que se enoja porque una de sus rabietas no funcionó. Se dio la vuelta se salió del salón. Torres llamó a Sonia y le dijo al oído "que Mauro la siga… no quiero que haga estupideces". Sonia salió del salón.

Señor Medina, le suplico pase por alto este penoso incidente. En realidad mis colaboradores no son así de maleducados, pero es que usted no es una visita ordinaria. Bueno, no hay justificación para su comportamiento, así que le vuelvo a pedir disculpas… pero bueno, volvamos en lo que estábamos. ¡Marta!, enseñale al señor Medina lo buena que sos.

Marta se puso de pié. Su cara estaba deformada por la lujuria, que seguramente mantenía de día y de noche inducida por el Machetero. Ella se acercó contoneando su delgado y esbelto cuerpo. Legó hasta mi entrepierna y se comenzó a restregar contra ella. Sheny se enceló y le pegó un fuerte empujón que casi la hace rodar. Recordemos que ella era prostituta y estaba acostumbrada a las peleas.

Creo que su esclava no solo está mal educada, sino que también es impertinente. ¡Intervenir en el placer de su amo! Pero bueno, creo que así le agrada a usted señor Medina, así que, pueees… démosle gusto. ¡Tragasables!

La Tragasables se puso de pié y se acercó hasta Sheny. La tomó de un brazo y me la arrancó, llevándosela al centro del salón. Allí se le tiró encima. La Tragasables le sacaba más de 10 cm. a mi Sheny, que apenas medía 1.63, y era mucho más corpulenta. No le costó mucho dominarla. Yo traté de ponerme de pié y ayudarla, pero Javier me sujetó de los hombros. En mi estado tan sedado no pude hacer mucho.

No se preocupe, no le hará daño. Lo que verá a continuación es mi versión de la lucha en lodo femenina, je, je, je.

La Tragasables sujetó a Sheny de las muñecas y se las puso por la fuerza tras su espalda. Con una cuerda que Torres le lanzó, amarró las muñecas de mi mujer, inmovilizándola. "¡Salva!, ¡Salva!" gritaba, pero yo no podía ir en su auxilio. De hecho, no podía hacer nada.

Sonia regresó y vio a Sheny bajo la otra mujer. Comprendió lo que estaban haciendo, y las dejó continuar. Torres le hizo una señal, y se acercó a las 2 perras que quedaban y las comenzó a acariciar. Ellas respondieron besando y lamiendo su vestido. La travesti se dirigió a Tonina y le comenzó a acariciar la cabellera, el cuello. Se agachó un poco y atrapó sus senos grandes, los acariciaba y estrujaba. Susurró algo al oído de Marta, y volvió a dirigirse hacia mí, poniéndose a acariciar mis partes.

Mi pene comenzó a responder sin mi permiso, era un bulto bastante visible bajo el pantalón de manta, color crema, con el que había amanecido. Torres se dio cuenta de eso, y le hizo una seña a Sonia, que ahora se acercó a mí. Tonina se fue con su amo. Mientras, la Tragasables se encontraba restregado su sexo en la cara de una Sheny que luchaba por resistirse, por tratar de huir, al mismo tiempo que le metía una grueso vibrador encendido entre la vagina.

¡Qué sensación! Marta abrió mi pantalón y me sacó la verga, metiéndose sus 17 cm. a la boca enteros. De verdad que era muy buena chupando. Su técnica era una mezcla perfecta de fuerza de succión y caricias linguales. Se metía mi garrote hasta el fondo, y después lo iba sacando poco a poco. Mientras, Tonina también le hacía una mamada al Machetero.

Se formó una orgía alucinante. Me perdí en los vapores de mi lujuria, agrandada por mi conciencia medio noqueada. Pronto me encontraba acariciándole la cabellera a Marta. Sonia se había puesta tras de ella, pasándole las manos sobre sus nalguitas desnudas, meneándole el consolador que traía dentro de su sexo. Pasaba su lengua sobre un ano, lamiéndolo e intentando metérsela adentro. Mientras frente a mí, fui testigo de cómo Sheny se empezaba a rendir. Me veía feliz y bien atendido, por lo que seguramente dejó un poco por un lado su inicial resistencia y ahora ella misma recibía los genitales de la Tragasables con la boca abierta y la lengua fuera.

Sonia dejó el culo de marta después de sacarle profundos suspiros y jadeos de placer, y se acercó a mi paloma. Abrió la boca y sacó la lengua, y la misma Marta le llevó a ella mi miembro ensalivado. Sonia también era muy buena mamando, aunque su técnica no era tan estilizada como la de la perra, ni como la de Tonina, que realmente parecía una pusa siendo perforada cada vez que introducía la maciza tranca de su amo entre su cavidad bucal.

Sonia, mostrale tu truquito al señor Medina, je, je, je…

Sonia se puso de pié, ruborizada, y se comenzó a despojar de su ropa. Dejó caer lentamente su atuendo al suelo, quedando solo en ropa interior. Traía un bonito conjunto de brasier y calzoncito negro de encajes, muy sensual. Su cuerpo era delgado y muy delicado, como de una niña. Me convencí que no debía tener más de 20 años.

Lentamente se empezó a despojar del brasier, mostrando un par de chiches blanquecinas, pequeñas, pero muy bien formadas, con sus pezones paraditos y un poquito más oscuros. Las acariciaba tomándolas entre sus manos y restregándolas, estaba muy excitada, pero seguía con su expresión avergonzada. Entonces se sacó el calzoncito… ¡un pene!

III

"Toc, toc, toc", alguien estaba tocando a la puerta. Esta se abrió, era Javier, que se quedó afuera mientras su amo, El Machetero entraba.

Espero no interrumpir nada. – dijo cortésmente, ingresando completamente a la habitación. Sonrió complacido al verme acostado al lado de Sonia, abrazándola, desnudos los 2. Había vuelto a mi estado normal antes de que llegara, no quise correr riesgos. – Solo venía a ver qué tal había dormido Salvador… creo que no pasó frío alguno durante la noche, je, je, je… Sonia, por favor, retirate que necesito platicar a solas con el señor Medina. – Sonia se levantó y se fue, caminando lo más normal que podía, pues su culito seguía lastimado. Tomé también la precaución de ponerle su calzoncito otra vez para que no se notara nada. - ¿Sonia? – volvió a decir el machetero.

Si, si… ¿si amo…?

¿No te habrás olvidado de preparar el salón?

¡Oh no amo!, no… ¡Enseguida se lo preparo! – y la muchacha salió en camino, con gesto de zombi y mirada perdida.

¡Le dio duro anoche! – me dijo el tipo.

…,… – no le contesté fingiendo estar muy lento.

Amo, aquí está Mauricio. – notificó Javier

Por favor, que entre… – Mauricio entró al cuarto con su pesado cuerpo, jalando una cadena en cuyo extremo traía a Sheny.

Aquí está la perra amo. – dijo.

Salvador, después de la gran fiesta que tuvimos anoche, su perra dejó de resistirse con tanta tenacidad, y, déjeme decirle, he encontrado que posee un potencial altísimo. El tamaño de sus tetas, la pronunciación de sus caderas, su complexión relativamente atlética… aunque se podría trabajarla un poco en ese aspecto… su piel suave, su cara armoniosa… es una perra muy pero muy buena, se podría hacer mucho con ella.

La traía encadenada del cuello, con las manos esposadas a un eslabón de esa larga cadena. Sus oscuros pezones se encontraban hinchados, inflamados, habían sido muy maltratados durante la noche aparentemente. De cada una de sus argollas de plata colgaba una pesa de una cuerda blanca. Traía un apretada faja gris de cuero que le reducía exageradamente el tamaño, ya de por sí estrecho, de su cintura. De esta faja salían 4 correas negras que aseguraban un pene negro dentro de su sexo, excesivamente grueso (talvez 6 cm. de diámetro), que, conectado a una batería colgada de la faja, vibraba muy fuertemente, demasiado talvez. Su sexo chorreaba gruesos goterones de fluidos. En su ano también había un objeto intruso, era una cuerda blanca que salía del interior de ese delicado orificio. Caminaba trabajosamente sobre unos zapatos de tacón de aguja, muy altos, mucho, más de 13 cm. Estos estaban amarrados con correas a hasta sus tobillos. Seguramente era para evitar que tratara de huir.

Mauricio hizo que se arrodillara frente a mi cama. Yo me incorporé un poco, me senté. Sentí el impulso de arrancarle la cabeza a ese maldito del Machetero, pero me contuve, no era el momento, no sabía dónde tenían a mi hermana. Sheny se veía mal. Su pelo estaba recogido en una cola de caballo. Tenía unas ojeras muy pronunciadas y su mirada estaba como perdida, triste, patética, desesperanzada. Su espalda, muslos y nalgas tenían largas marcas rojas, seguramente la habían azotado. En su boca traía un aparato que no conocí sino hasta ese día. Era un artefacto metálico que tenía aditamentos que ella mordía, pero por más que quisiera no podía cerrar la boca, de manera que siempre la trajera muy abierta. El artefacto se ataba a su nuca mediante un arnés.

Desde mi posición le podía ver la boca, estaba llena de semen. Ella traía semen sobre toda su cara, en cuello, y tenía un poco salpicado sobre sus senos. Sudaba mucho y respiraba jadeante. Su corazón estaba muy acelerado.

Le ordené que no se tragara el semen… y no se ha tragado ni una sola gota, je, je, je. Ya debe estársele secando, pues lleva más de 6 horas allí.

¡Más de 6 horas! Eso era una barbaridad, no habían dejado dormir ni un minuto a mi Sheny en toda la noche, la estuvieron violando repetidamente, como locos, como degenerados… ¡Y YO NO PUDE HACER NADA POR LA GRAN PUTA!

La orgía de anoche, fue un bacanal, ¡una hecatombe de sexo! La Tragasables tiró a Sheny al suelo, después de amarrarle las muñecas a su espalda. Eso ya lo saben ustedes. Por más que lucho, mi mujer no pudo con esa mujerona que era la Tragasables. Esta se puso a abusa impunemente de ella. Poniéndose de rodillas sobre su cara, comenzó a restregar su sexo sobre su cara. Después de unos minutos, la feroz resistencia inicial fue derrotada, y Sheny sacó su lengua y emprendió lameteos a su captora.

Mientras todo eso pasaba, Sonia y Marta me chupaban la verga. Tonina hacía otro poco con el Machetero. Javier solo observaba desde atrás.

Me fui excitando mucho. Mi estado aturdido no me permitía oponer gran cosa. De hecho, el aturdimiento dejó salir un poco de la lujuria que habitaba en mí, no de la lujuria normal, no. Salió esa lujuria enfermiza que formaba parte del poder de mi maldición, me dejé llevar.

Poco tiempo después, Sonia se encontraba sumergida entre mis piernas mamándome muy rico, mientras la perra de Marta estaba acostada boca arriba bajo el sexo de la primera, chupándole su pequeño, pero paradito y rígido pene. Entonces Carlos Torres chasqueó los dedos y Sonia se puso de pié agitada, dirigiéndose solícita a los pies del amo. Todos pararon su labor, expectantes, temeroso. Mi sopor y era tanto que no pude escuchar lo que hablaron.

Tonina dejó el pene de su amo y vino hacia mí. Sonia jaló a Marta de la mano y se la llevó con Torres. La Tragasables se siguió masturbando con Sheny, que la chupaba ávidamente. Tonina me besó apasionadamente, estaba desesperadamente caliente. Me ofreció su sexo para que sacara el consolador que tenía allí metido, lo hice. Acto seguido montó sobre mi pene y me comenzó a cabalgar.

Sonia había salido de la habitación, regresando minutos después con uno que no conocía, que resultaría ser Mauricio. Traían una especie de cortina, que pusieron con unos biombos. La luz detrás de la delgada tela la hacía traslucir.

Entonces el Machetero se puso de pié y caminó atrás de la cortina, seguido por Marta que iba gateando como una verdadera perra. Sonia fue por la Tragasables, que llevó consigo a mi Sheny. Mauricio volvió a salir de la habitación y regresó con David y Marcos, unidos por una cadena sobre sus cuellos, desnudos y con la verga parada. Entonces inició el tormento de Sheny Marroquín…

La luz estaba dispuesta a propósito para que yo viera todo lo que pasaba entre sombras. Vi como ponían de pié a una mujer, de senos grandes, no muy alta, tenía que ser Sheny. Un hombre alto y pesado la tenía sujeta desde atrás, Mauricio. Sonia le colgaba las pesas de sus pezones, mi mujer empezó a gemir de dolor. Me llamaba. Yo quería ir por ella, pero no me podía mover bien, caí al suelo. Tonina se me subió encima otra vez y siguió cogiéndose con mi pene. Y Sheny continuaba gimiendo.

¡Salvador! ¡Salvador! por favor amor… ¡Salvame!

Entonces cayó. Vi a Sonia colocarle el bozal, y de ese momento en adelante solo escuché jadeos, gemidos y sonidos guturales, gritos y palabras indescifrables.

Vi que la colocaron sobre una mesa para violarla. La penetraron entre 2, uno por su ano y el otro por su vagina, mientras un tercero la cogía con fuerza por la boca. Ella se revolvía y lloraba del dolor. El Machetero solo me gritaba desde atrás de la cortina:

¡Salvador, su perra está gozando! ¡Ja, ja, ja, ja!… ¡Oiga como gime la perra! ¡Óigala Salvador, Óigala!

¡MMMMRRRGFFFF! ¡AAAHHH! ¡AAAHHH! ¡SALRERRAWWWWWGGGG… ¡AAAAHHHHHGGGG!

No pude hacer nada por ella, nada. Al final, el denso lívido vaporizado que flotaba por la habitación me intoxicó a mí también. Abracé a Tonina y me la cogí de lo lindo, sentado sobre el suelo. Ella rebotaba una y otra vez sobre mi tranca, hasta que notó que estaba a punto de terminar. Se bajó de mí y se puso en 4, con la cabeza frente a mi pene. Eyaculé rabiosamente sobre su cara hasta que no quedó ni una gota.

Se puso de pié y fue con su amo. "Ya terminó amo" le dijo. Torres mandó a Javier por mí. Este me levantó y me llevó hacia mi habitación cuidando de no hacerlo con brusquedad para que su amo no se enojara.

¡Alto! – gritó el Machetero - ¡se me estaba olvidando algo! – salió de detrás de la cortina totalmente desnudo, con la verga tiesa y sudando – Javier, llevá al señor Medina a las mazmorras, aun hay una sorpresa que quiero que vea.

Si mi amo. – dijo Javier.

Sonia, por favor, andá con Mauro, que le diga a Rosa que el señor Medina va hacia las mazmorras y que se prepare… que prepare al "Pelado". Y tú, andá a preparar a la señora Zúñiga… je, je, je, je…

La señora Zúñiga… ¡ese es el apellido de casada de mi hermana! ¡Maldito! ¡Maldito! ¡Maldito! Sonia se adelantó, a pasos veloces y totalmente desnuda. Pasé por la puerta y volteé a ver. Contemplé los ojos de Sheny, llorando mares, casi saltársele de las órbitas. Estaba de rodillas, con el bozal metálico en la boca y las manos atadas tras su espalda. La Tragasables se encontraba detrás de ella, con un cinturón del que salía un pene negro gigantesco, de más de 10 cm. de diámetro. Se lo enterraba lentamente en su sexo, dejándola sentir los bodoques redondos y la superficie rugosa de esta. Mi Sheny moría cada vez que le dejaba ir ese aparato, y gritaba como si la estuvieran descuartizando, que casi era eso. Se la enterraba de golpe, y la sacaba lentamente. El Machetero sonreía enfermo, David, Marcos y Mauricio miraban con perversión; Tonina y Marta se masturbaban frenéticamente en el suelo. "¿Qué podría ser peor?" me pregunté, sin saber que lo más horrible estaba por venir…

CONTINUARÁ…

Gran Jaguar

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