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Depravación (1)

en Dominación

Mmmm… es mucho más linda y tierna que en las fotos… excelentes condiciones y aparenta muy buena salud.

Su salud está garantizada mi señora, se le practico un examen médico completo antes de presentársela a usted.

Y supongo que estuvo presente Joaquín, sabe que no confío mucho en terceras personas para estas labores tan delicadas.

Por supuesto señora, vi cada paso que se dio en los exámenes.

Me agrada, siento un gran potencial en esta perra. Tuvo una excelente idea en traerla antes de que le hicieran algo más.

Gracias señora.

Me voy a quedar con ella… por favor Joaquín, vea todos los detalles de la compra con… ¿es su padre? ¿Su propio padre la está vendiendo?

Así es mi señora…

Vea que sea bien tratado, quien sabe y tiene más hijos e hijas en estas mismas condiciones.

Como usted guste señora…

Y tráeme a Christy…

¿A Christy? ¿Está segura?

Si, creo que lo mejor es que se vayan conociendo desde el principio…

Como usted mande señora…

El anciano que me había llevado hasta esa casa, luego de sacarme de ese horrible bar, se retiraba, dejándome sola, encadenada a la pared, frente a esa mujer tan fría, tan imponente, tan intimidante…

Estaba desnuda, tan solo cubierta por un extraño corsé de cuero, negro, lleno de hebillas y de argollas. Abajo traía una tanga, también de cuero negro, que por el material sentía que me irritaba y escocía, yo siempre utilizaba bragas normales, de algodón. Mis muñecas y tobillos llevaban también muñequeras de cuero con sus respectivas hebillas. Y un grueso collar de perro en mi cuello completaban mi escaso atuendo.

Todavía no podía creer que mi padre, mi propio padre, me hubiese vendido a estos degenerados. Y todo por tratar de ser buena hija, todo por intentar sacarlo de aquella asquerosa cantina de mala muerte a la que siempre se va a meter en cuando un poco de dinero le cae en las manos. El es un borracho sucio, siempre lo fue, desde que tengo memoria. Y desde que recuerdo nos hacía la vida imposible.

Mamá mantenía grandes moretones en la cara, fruto de las continuas golpizas que ese infeliz le daba. Mi hermano mayor se acostumbró a estar en la calle desde muy pequeñito, ya anda en muy malos pasos. Y mi hermanita, Dios mío, la encontré con mi padre, debajo de su cuerpo, llorando en silencio mientras era violada… como era desde hacía varios años ya.

Por eso fue que me sacó de la casa, por eso fue que me llevó por la fuerza a ese bar, por eso me iba a subastar, porque yo siempre era la que lo detenía de hacernos más daño, porque era siempre yo la que evitaba que el entrara a la casa cuando llegaba borracho, era yo la que no dejaba que mamá le abriera en esas condiciones. Estaba harto de mi, siempre lo estuvo…

Aquel anciano estaba presente cuando mi padre, luego de propinarme una golpiza frente a todos esos hombres repugnantes, me desnudó sobre una mesa, gritando como un loco que quien daba más por mi cuerpo, que era un virgencita a la que nadie había tocado. ¡Pretendía venderme por 50 quetzales! ¡Maldito! Y entonces, ese afable anciano, poniéndose de pié, ofreció mucho más, muchísimo más… pero a cambio de mi vida.

Bueno esclava, quiero que me pongas atención pues lo voy a decir solo una vez. Desde el día de hoy no eres más que mi esclava, mi sierva, y tu existencia no tiene más objeto que mantenerme satisfecha, prodigarme todo el placer que yo desee de ti y complacerme en todo cuanto yo te pida. – no le respondí nada, solo bajé la cabeza – Así me gusta, sumisa, con la cabeza baja y la mirada al suelo, que es a donde pertenecés ahora. Porque vas a perder toda tu dignidad, toda tu voluntad, toda tu vida… solo estoy yo para ti ahora, nada más. Tanto así, que ni siquiera me voy a preocupar de saber tu nombre, pues de ahora en adelante no sos más que la pera, la cerda, la puta o como yo te quiera llamar. Recordá siempre que fue tu propio padre el que te vendió a mi, el que te iba a alquilar como la más baja y barata de las putas. Es un gran honor que pasés a formar parte de mi estable de perras.

Mi señora, aquí está Christy…

Gracias Joaquín…

Entró entonces una niña preciosa, de no más de 11 o 12 años (a propósito, yo cumplía 15 ese día). Su piel era muy blanca, su cabello castaño claro, sus ojos azules. Vestía solo una larga túnica blanca, que le cubría hasta las rodillas. Además, un collar negro como el mío y muñequeras de cuero. Caminaba despacio, trabajosamente, sin dejar de temblar ni un momento.

Mami, ya estoy aquí… ¡ZAP! – una tremenda bofetada le volteó la cara – ¡Perdón mi ama!

Esclava, te presento a Christina, ella está por la mitad de su proceso para convertirla en esclava. Te lo diré solo como aclaración y para que comprendás completamente lo que te he dicho antes, ella era mi hijo Christian, al que he convertido en mujer… quien ya no es más que mi esclava. – no lo podía creer, no podía creer tanta degeneración y tanta crueldad – Te voy a mostrar la manera en que esta insignificante criatura responde a mis órdenes… Christina, enseñale a la nueva esclava lo que traes debajo de la túnica. – pero la pobre y lastimera criatura no9 atinaba a hacer más que llorar en silencio y temblar, el ama montó en cólera por lo que consideró una terrible falta de respeto – ¡No sos más que una perra estúpida Christina! No me digás que no me vas a obedecer…

Si mi ama… ahora lo hago…

¡Entonces hacelo ya, cosa estúpida! – de un fuerte jalón, el ama le arrancó la túnica, que quedó hecha tiras en el suelo - ¡Perra estúpida, te voy a enseñar a obedecer inmediatamente cada una de mis órdenes! Hacerme eso frente a mi nueva esclava… obviamente te merecés un castigo!

De una fuerte patada la obligó a ponerse de frente contra el frío muro de piedra, con las manos apoyadas sobre este y el culo en pompa. El ama sacó entonces un fuete de unos 40 cm, hecho de rígidas tiras de cuero, lista para descargar su ira y frustración sobre el trasero de quien, de haber llevado una vida normal, habría sido su propio hijo.

Christina llevaba debajo de la túnica una especie de chaleco de cuero negro (al ama le gusta mucho el color negro, es para que no podamos sentirnos felices muy a menudo), con las muñecas esposadas al collarín, de manera que siempre la debía llevar pegadas a la garganta. Sobre el chaleco traía un cinturón delgado, que transportaba un extraño artefacto, metido dentro de una funda de tela.

Seguramente ese aparato mantenía funcionando los otros 2 artilugios por medio de cables eléctricos y transmisores. Uno de ellos era un grueso vibrador, zampado hasta el fondo de su ano, el otro una especie de funda de plástico transparente que producía vacío y vibraba, adentro de la cual estaba su pene. La verdad es que no sabía mucho de esas cosas, si no es que nada, pero me imaginé que todas esas cosas servirían para mantener a esa pobre criatura excitada continuamente.

El ama le comenzó a dar fuertes azotes en las nalgas, dejándole terribles líneas rojas sobre toda su superficie. Christina gritaba a cada latigazo, se estremecía cuando la fusta tocaba sus suaves carnes, me imaginaba lo que le habrían hecho ya, y peor, lo que me haría a mi.

El ama se me acercó y me liberó las muñecas, luego me dio mi primer orden.

Esclava, quiero que terminés de desnudar a esta criatura, quiero que le saqué todos los instrumentos que tiene insertos dentro de su ano y sobre su pene, con mucho cuidado pues son bastante costosos. Luego, arrodillada, le harás una felación hasta que acabe dentro de tu boca. – después de haber visto de lo que era capaz, decidí obedecerla ciegamente para ganarme su favor, así que de mi boca solo salió un nervioso "inmediatamente ama".

Mientras la desnudaba, me di cuenta que tenía senos, de tamaño entre pequeños y medianos, pero ya muy bien formados y bastante firmes. ¿Lo habrá operado? ¿O será que le tiene en algún tipo de tratamiento de hormonas? La segunda posibilidad me pareció la menos acertada, pues también pude ver que tenía una tremenda erección. ¿Cómo era posible eso, en esa situación y luego de tanto maltrato.

Cerré los ojos, tenía ganas de vomitar, de llorar, de salir corriendo gritando, pero no me atreví a nada, tan solo a tomar suavemente ese pene de buenas dimensiones con los labios y empezar a chupar. Nunca lo había hecho antes, aquello me dio un asco terrible, pero podía más el miedo que sentía por esa mujer, así que decidí hacerlo lo mejor que pudiera.

Empecé a mamarlo con más fuerza, metiéndomela dentro de la boca tanto como podía, lamiendo lo que podía y sacándola después en medio de un fuerte jalón. Christina se movía erráticamente, podía sentir como estaba gozando de mi mamada, ante la atenta y escrutante mirada de nuestra ama, que no perdía detalle de mi desempeño.

Mmmm… excelente técnica, aunque algo precipitada y ansiosa, lo que quiere decir que no tiene experiencia… Joaquín, ¿está tomando nota de todo cuanto digo? – se me había olvidado la presencia del anciano mayordomo.

Si señora, no pierdo detalle.

Bien… como decía, es obvio que no tenía experiencia, lo que hace que su desempeño sea más impresionante todavía… ¡Mmmm, su técnica de garganta profundo promete mucho!

¡Ooohhhh! ¡Mi ama, ella chupa muy bien!

¿Cómo lo sentís Christina?

Puedo sentir su garganta con la punta de mi pene… ¡¡AAHH!!

 

Es cierto, el miedo me estaba haciendo dar una demostración soberbia, pero algo estaba pasándome también, de repente aquello ya no me parecía tan asqueroso, de repente podría decir que hasta lo empezaba a disfrutar… ¡mierda!

Esclava, empuñá una mano… si, así… – me dijo mientras tomaba mi mano empuñada de la muñeca – ahora quiero que la metás, ¡aquí!…

¡¡¡AAAAAYYYYY!!! – gritó Christina cuando sintió mi puño abrirse paso con violencia dentro de su ano, empujado por la fuerza del brazo de nuestra ama.

¡¡A CALLAR PERRA QUE LO ESTÁS DISFRUTANDO!!, ¡ahora quiero que lo movás de arriba abajo con fuerza esclava o te las verás conmigo después!

Hice exactamente lo que ella me ordenó, comencé a mover mi brazo como si se tratara de un pene, un pene enorme que entraba y salía del ano de la pobre de Christina, que no paraba de gemir y sollozar, entre el placer y el dolor, esa extraña senda en la que yo también me tendría que acostumbrar a vivir por el resto de mi vida… si es que era aun mía.

 

Muy a mi pesar tengo que reconocer que aquello ya no me resultó desagradable o asqueroso en lo más mínimo, era como si ya me hubiese resignado a ser eso, un simple cosa de placer… que estaba sodomizando a otra simple cosa de placer.

Christina necesita más entrenamiento, aun es muy indisciplinada… y lo que es peor, aun es demasiado impertinente y rebelde, ella debe obedecerme como si en ello se le fuera la vida… porque en realidad, así es. – mientras decía eso, de reojo logré ver que el ama tenía una enorme paleta en la mano, de esas de madera forradas de cuero… negro también – Vamos a ver qué tan profundamente podés mamar esclava…

En cuanto el ama descargó el primer golpe sobre su trasero, ella empujó con muchísima fuerza hacia delante, clavándome su dura tranca hasta casi la mitad de mi garganta. La infeliz gritó con fuerza, y lo volvió a hacer cuando recibió el segundo azote, y nuevamente su tremendo falo se hundió hasta dejarme casi sin respiración. Yo no me atrevía a empujarla, temía la reacción de mi ama, temía que se enojara conmigo. Además, en medio de mis piernas, un intenso cosquilleo comenzaba a aparecer, creciendo a cada nueva embestida de la pelvis de la otra esclava, fustigada por su propia madre.

Como verás esclava, Christina es una esclava nata, nacida solo para recibir dolor y devolver placer… por eso es que todavía la conservo. Date cuenta que a cada azote que le doy, su pene se pone más rígido, más duro, sus venas laten con mayor fuerza. Ella se excita con el dolor, con la humillación, sentirse como una puta sucia, como un objeto de uso sexual la hacer arder… así te tendrás que volver tu…

Sus palabras finales estaban de más, pues ya me estaba convirtiendo así, pues a cada azote que le daba mi excitación sexual crecía. Con mi mano libre pude constatar que mi vagina estaba empapada, con un fuerte hormigueo que me recorría entera, desde mi sexo hasta mi pecho, haciendo que mis pezones incluso me llegaran a doler. Y esa mano, ya no la pude sacar de mi sexo…

Y finalmente, tras un último azote, bastante fuerte, Christina alcanzó el clímax. Un fuerte chorro fue a dar directamente contra mi garganta, intenté evitar respirar para no ahogarme, al mismo tiempo que le metía más a fondo el brazo entre el ano, lo que motivó que su acabada fuera mayor. Fueron chorros y chorros, su semen no me cupo y se me salía por las comisuras de los labios, pero yo estaba decidida a tragar todo cuanto pudiera, porque de verdad que esa esperma me supo a manjar. No sé como fui a parar así, si yo nunca tuve siquiera pensamientos demasiado libidinosos, estaba muy ocupada cuidándome de mi padre, y cuidando a mi familia de el.

Estoy impresionada, francamente impresionada esclava… ¡y mira el charco que tenés debajo de tu sexo peludo! Sos una perra, una perra viciosa… tenés mucho potencial, demasiado potencial…

Continuará…

Gran Jaguar.

Pueden mandarme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico, así como también sugerencias, con gusto las leeré, gracias.

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