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El Regalo de Cumpleaños (1)

en Orgías

El Regalo de Cumpleaños I

Estoy tan adolorida… ese trío de putos que contraté anoche me dejaron abierta, aplanada y moreteada. Me dieron como una piñata con sus garrotes soberbios. Pero valió la pena (obviamente) pues me dejaron muy bien servida y muy satisfecho a mi marido. Así me gusta la gente, que sepan hacer su trabajo y no se conformen con dejarlo a medias y mediocremente.

Verán, ayer fue el cumpleaños de Rubén, y yo quise celebrarlo como a el le gusta, siendo atropellada por varios camiones monstruo, je, je, je. Le debieron ver la cara que puso cuando salimos del restaurante y recogimos a los 3 putos en una esquina del camino. Los ojos se le abrieron desmensuradamente e inmediatamente su verga se puso dura, seguramente si otra cabecita se decía que me iban a dar palo bien duro, je, je, je… espérenme un momentito…

Bueno, ya regresé. Lo que pasa es que Rubén me llamó y me dijo que me iba a llevar a cenar en la noche, que me arreglara bonito que iba a ser una velada muy buena. Ya me imagino a qué se refería con "buena"… me pregunto, ¿qué pareja irá a invitar esta vez? O tal vez sea solo uno de sus amigos que gusta poseerme… ¡mmmm!, un trío no me caería nada mal… pero bueno, voy a regresar a contarles lo que les interesa.

Fueron 3 prostitutos los que contraté. Los contacté por medio de uno de ellos, Mario. El es un tipo moreno, de raza negra, que Rubén me llevó una vez a la casa para un aniversario. El me gusta mucho por la rudeza que tiene, el tamaño y dureza de su pene (19 cm.) y su aguante. Mide 1.96 mt. Además es un tipo confiable y bastante profesional. Le dije que necesitaba a 2 hombres más para esa noche, que estuvieran como a las 9 de la noche. El me dijo que no habría ningún problema que los conseguiría y que allí estarían puntuales.

Me las arreglé para deshacerme de los niños, que se fueron a una fiesta de 15 y luego dormirían en la casa de uno de sus amigos. Y a mi nena, ella se fue a la casa de una de sus amiguitas. Así, calculé fría y milimétricamente el tiempo que estuvimos en el restaurante para llegara tiempo a traerlos.

Cuando los vi parados en la esquina, se me erizaron los pelos. Debo decir que por un momento me asusté, pero la emoción de saberme seguramente violada por 3 garañones me calentaron mucho. Uno de los amigos de Mario era un tipo moreno alto, 1.86 mt., corpulento y musculoso, no tanto como Mario pero si bastante. Vestía un pantalón negro muy ceñido, botas negras y una camisa negra también pegada. El otro era un muchacho que resultó tener 16 años. Era blanco y bonito, medía 1.72 mt., y era medianamente musculoso, más bien delgado. Aunque me gustaba y lo encontraba guapo, no me gustó para la noche porque parecía amanerado, como puto gay. Se llamaban Jairo y Jimmy respectivamente.

Cómo dije antes, a mi marido se le paró… el corazón en cuanto los vio, y de solo pensar en todo lo que me harían y en la manera en que me dejarían se debió mojar todo. Apenas si podía manejar bien de regreso a nuestra casa, pues Jimmy y Jairo me estaban manoseando toda. Naturalmente esto se dio porque decidí irme en el sillón trasero con ellos, mientras Mario ocupaba el del copiloto.

Fue maravillosa la manera en que esos 2 ilustres desconocidos mes tocaron y me metieron mano en todos los rincones de mi cuerpo. Jairo era tosco, pasaba sus manotas sobre mis senos, por encima de mi blusa. Esa noche llevaba una blusa blanca de seda, bajo un elegante saco gris, con falda del mismo color por encima de las rodillas. Mis brasier, de color blanco con encaje, se podía apreciar fácilmente debajo de mi blusa, y como era una talla más pequeño de la que yo debería usar, hacía parecer a mis senos como más grandes, a pesar de que no son pequeños en absoluto.

Jairo se fue todo el camino manoseándome las chiches, las sobaba y restregaba con las palmas de sus manos, mientras me besuqueaba. Yo le correspondía a sus besos pues sabía que eso agradaría mucho a mi marido. Del otro lado, Jimmy besaba mi cuello, con mucha ternura, mientras acariciaba mis piernas, subiendo paulatinamente por mis muslos hacia su destino obvio, mi sexo. De verdad les digo, me pusieron muy, pero muy, caliente.

Las caricias de Jimmy eran mas suaves y tiernas que las de Jairo, y desde el principio me di cuenta de que Jairo era tan duro y salvaje que Mario, y que Jimmy era suave y tranquilo. Lo de Jairo me gustaba, también lo de Jimmy, pues después de una montada muy fuerte siempre es bueno una suavecita llena de besos y caricias.

Llegamos a la casa, y sin mediar palabras, Jairo me comenzó a despojar de mi ropa, mientras que Rubén se bajaba rápidamente para abrir el portón de la casa. Mario mientras tanto me volteaba a ver preguntándome: ¿Le parece bien la gente que le conseguí para hoy? Era una pregunta muy necia y tonta, era obvio. Pero no se lo pude decir porque la lengua de Jairo buceaba entre mi boca.

Para cuando Rubén regresó al carro, me encontró sin el saco, sin la blusa, y con el brasier abierto, con mis senos al aire. Jairo se aferraba a estos y los chupaba con fuerza, tratando de sacarles lecho digo yo. Jimmy restregaba vigorosamente mi vagina, haciendo que me mojara y sacándome los primeros suspiros de placer.

Entré a la casa en los brazos musculosos de Mario. Me depositó sobre el sillón de la sala y me comenzó a besar. Mi marido se me quedaba viendo visiblemente excitado. Jairo y Jimmy llegaron a participar en la fiesta.

¿No va a participar jefe? – le preguntó la voz ronca de Mario.

Mmm… no se… ¿qué decís amor?

No sé, lo que tu digás está bien… hoy yo soy tu regalo de cumpleaños.

Creo que solo voy a ver…l – y sus ojos brillaron de una manera extraña, solo notoria para mi, que soy su esposa y lo conozco muy bien. Se perfectamente lo mucho que le gusta ver mientras me cogen, eso lo excita y a mi también.

Le lancé una mirada felina a mi marido y me concentré solamente en la cogida que me iban a dar. Mi marido gozaría con solo verme. Mario siguió besándome con furia. Jairo me metía mano del otro lado. Mientras Jimmy, el solo le limitaba a ver y tocarme, pues casi no lo dejaban participar.

Pronto me encontré totalmente desnuda. Mario se abrió la bragueta del pantalón y sacó su enorme embutido negro listo para la acción. Me lo metí entre la boca y le di una gran mamada, casi no me cabía ese aparato. Sentí otro pene que me estaba tocando una mejilla. Era Jairo que se lo había sacado y esperaba su ración de lengua y saliva, y yo se la di con gusto. Jimmy por su parte me ponía boca arriba sobre el sillón y me empezaba a lamer el sexo. Ese muchacho era un excelente chupapusas.

Imagínese como estaba yo. Boca arriba, con un negro desnudo, grande y musculoso, con una verga hermosísima e introduciéndola entre mi boca; a mi lado de pié Jairo, también desnudo y con un físico impresionante, metiéndome la suya entre la boca para que la mamara también; y del otro lado Jimmy que se zambullía entre mis piernas chupándome con vehemencia la cuca. ¡Era increíble!

Pronto llegué a mi primer orgasmo. Me convulsioné como una babosa con sal, apretando la cabeza de Jimmy con mis piernas y contra mi sexo, mientras los enormes penes de Mario y de Jairo ahogaban mis gemidos y ruidosos suspiros de inmenso placer. Ellos siguieron allí a que les chupara la verga.

Jairo tomó el sitio de Jimmy, quien se fue a sentar a un sillón quién sabe por qué, y apuntó su pene a mi entrada. "¡Si!" me dije en mi interior pues me moría por que me penetraran. Preparen, apunten ¡fuego! Jairo me clavó de un solo empellón su enorme paloma. Suspiré profundamente con la verga de Mario entre la boca, que ahogó mis gemidos de placer, como mujer cagando ladrillos, cuando Jairo me empezó a dar con lujo de fuerza y agresividad. Mientras mi marido se masturbaba en el sofá. Me encanta ser la protagonista de las fantasías calenturientas de mi esposo.

Tendida boca arriba sobre el sofá, Jairo continuó penetrándome violentamente. Su pene no era tan largo como el de Mario, pero si bastante grueso, casi tanto como el de el. Es delicioso sentir como un candente y duro pedazo de carne te llena por completo la vagina forzando un poco sus paredes y el fondo, estirándolos, es una sensación deliciosa que solo una mujer que ha sido penetrada de esta manera conoce. Sobre mi cara, Mario se sostenía su largo y gordo garrote negro, frotándose la cabeza con los dedos, mientras yo le chupaba los huevos, también muy grandes y gruesos. Pasaba mi lengua sobre estos, acariciándolos con una mano, pues con la otra me sostenía al sofá para no caer ante los potentes golpes de cadera de Jairo, quien bufaba como un toro. Yo gemía ruidosamente, diciéndole "¡Dame más duro papá, más duro…!". Sin embargo eso no se entendía pues tenía la boca llena.

Rubén seguía en el sillón masturbándose enérgicamente. Me habría gustado alquilar una pauta también para que el se entretuviera, pero no tenía tanto dinero, a pesar de que conocía a 2 o 3 que nos daban descuento y que eran muy buenas.

Me siguieron cogiendo esos 2 machos durante un buen rato. El sudor cubría mi cuerpo por completo. No habían dejado de darme duro, no me dieron ni un minuto de piedad, mientras yo me preguntaba "¿cuándo me van a penetrar los dos juntos?". Mario cambió de lugar con Jairo después de que este llegó al orgasmo, y me comenzó a penetrar con su monstruoso aparato al tiempo que el segundo me dio su pene en la boca para que le limpiara el semen que entre gruñidos y gimoteos sonoros había escupido de la cabeza de este. Yo se lo chupé tan bien como podía, saboreando su esperma con deleite, enviándole sucias y pervertidas miradas furtivas de placer y lujuria. Rubén llegaba a su primer orgasmo entre sus manos. Me moría de gana por ir a limpiarle esa deliciosa leche.

El negro bate del otro puto me taladraba en lo más profundo de mí ser. Me agarró de las caderas y me puso en 4, mientras Jairo se sentaba y me ofrecía otra vez a su miembro comenzando a crecer. El negro me volvió a dar duro, tomándome fuertemente con sus manotas de las caderas mientras mis senos rebotaban colgando en el aire.

Después fue Jairo el que me trepanó el sexo, nuevamente, por detrás. Mario se puso de rodilla frente a mi y me introducía su animal entre la boca, cogiéndome por allí, ahogando mis intensos gemidos que clamaban por piedad, pero entre líneas rogaban por más. Jairo me dio durísimo también, pero ya se le notaba cansado, no iba a durar mucho. Pero para mi suerte, Mario es un prostituto muy profesional y ya estaba preparado para esa vicisitud con otra dinámica.

Mario me sentó en el centró del sofá. Jaló mis caderas y las puso al borde de este al tiempo que me abría de piernas. En esa posición, Jairo apuntó con su arma a mi interior y se dejó ir de lleno, penetrándome violentamente. Uno, dos, tres golpes de caderas, cuatro y cinco, muy duros y bien puestos todos, y le cedía el lugar a Mario, que me la metía de igual manera, me daba hasta 6 o 7 caderazos, y se quitaba para dejar entrar a Jairo. Después venía nuevamente el turno de Jairo, y después el de Mario, y el de jairo nuevamente, y Mario, Jairo, Mario, Jairo, Mario, etc. Yo ya no era más que el compartimiento húmedo y ligoso, chorreante de fluidos y sudor, donde esos 2 garañones metían su instrumento de placer y se masturbaban a gusto. El papel de la mujer dueña de ese compartimiento había disminuido, simplemente porque lo importante allí era ese compartimiento, no yo. Eso me calienta y se que a mi marido también. El no dejó de acariciar su falo ni un instante, buscando su segundo orgasmo con ansiedad.

Mario y Jairo me gozaron así por un buen rato. Creo que fue durante demasiado tiempo, porque lo que resulta novedoso y refrescante en un momento, en exceso puede resultar ser aburrido y tedioso también. Al final, simplemente dejé que me disfrutaran, usándome como un objeto. Sin embargo fingí un poco de placer porque, aunque a mi marido le gusta que me utilicen así, también le gusta que yo lo gocé, y a eso el le da una gran importancia.

Por fin, los 2 hombres se pusieron de pié y se quitaron sus condones. Se pusieron a masturbarse frente a mí, apuntando con sus potentes aparatos a mi cara. Yo abrí la boca y me quedé a la expectativa esperando a que me inundaran con sus jugos. Y finalmente lo hicieron. Entre gritos de victoria y roncos gruñidos de placer, largaron grandes cantidades de semen que se estrellaron contra mi cara, frente, cuello y pecho. Logré atrapar un poco con la boca y me lo tragué de inmediato. Rubén mientras tanto gimoteaba loco de placer pues estaba terminando otra vez.

Quedé chorreada, magullada y toda sudada. Mario y Jairo todavía se exprimieron sus penes sacándoles hasta las últimas gotas, que cayeron en una larga línea directo sobre mi lengua, que yo sacaba de mi boca muy abierta. Luego ambos se sentaron junto a mí.

Me quedé con las piernas abiertas, mirando a mi marido, jadeando. Le tiraba besos y dejaba que me contemplara así, con la vagina abierta y enrojecida, lamiendo el semen que resbalaba por mi cara, brillosa de fluidos y sudor, excitada y saciada, sucia y usada, vilipendiada, andrajosa, obscena… sucia. Dejé que Mario y Jairo me exhibieran ante el como un trofeo de guerra, tocándome impudorosamente (léase metiéndome mano), limpiándome el semen de los pechos, frente, cara y cuello, para pasármelo por los labios y la boca, restregándome los dedos y embarrándome con el, sin dejarme tomarlo con la boca hasta que a ellos no se les daba la gana meterme los dedos en ella.

El juego no había terminado aparentemente. Ellos no me dejaban pararme. Yo quería ir donde Rubén y limpiarle la verga, pero los tipos no me dejaban, me sujetaban de los hombros, y me jalaban bruscamente cuando yo trataba de ponerme de pié. Me seguían tocando de una manera obscena, metiéndome los dedos entre la vagina y jugando con el esperma sobre mi piel. También me besaban agarrándome del cabello y jaloneándome con el. Yo les seguía el juego. Estaba desconcertada, pero caliente. Ese tipo de trato de gustaba aunque en el fondo temía que se hubiesen tomado muy en serio el juego.

Espero que la señora haya quedado bien servida. – me dijo Mario – Yo se que cobro caro, pero valgo cada centavo que se paga por mí. Esto fue solo la primera parte, lo mejor viene ahorita.

Me tomó del brazo y me paró bruscamente. Sus ojos brillaban de lujuria y excitación, su pene se había puesto duro otra vez, y yo prefería perderme en ese delicioso calor del sexo. Era el cumpleaños de mi marido y yo quería que se lo pasara de maravillas. Sabía que la cogida que me habían pegado le había encantado, y también sabía que Mario siempre había resultado ser confiable y muy eficiente, así que simplemente me dejé.

Me llevó casi a rastras a nuestra habitación, al tiempo que le pedía cortésmente a mi marido que nos acompañara. Jairo y Jimmy vinieron detrás de el. Que pasara lo que fuera, que yo iba a estar con las piernas abiertas como una perra y chorreando como la más sucia de las putas. Total, los contraté desde un principio para que me dieran la mejor montada que pudieran, y para que me trataran y usaran como se les diera la gana. Más semen derramado sobre mi cara, ¿qué más da, si eso es lo que me gusta?

CONTINUARÁ…

Gran Jaguar

Espero que les haya gustado este relato. Cualquier opinión cualquier sugerencia que deseen hacer para la parte final del relato, pueden hacerla al correo de abajo.

hardstone@soloadultosweb.zzn.com

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