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Mi Madre

en Amor filial

Mi Madre

Bueno, no les voy a hablar de como soy, solo les digo que tengo 20 años, soy un tipo normal, estudiante, y de buen aspecto. También les diré que me llamó Ricardo, para guardar mi verdadera identidad. Mi madre con sus 38 años está muy bien puesta, es una hermosa mujer con un lindo cuerpo. Mi padre es una figura ausente en mi casa. Se la pasa trabajando casi todo el tiempo. Labora en una firma petrolera extranjera cuyo nombre no diré. Tiene un puesto gerencial relativamente alto, por lo que reside en Brasil más o menos 7 meses al año. Y cuando nos viene a visitar, se la pasa con sus hermanos y amigos, dejando a mi madre y a mi hermana en un segundo plano. Es cierto, debo admitir que económicamente estamos muy bien, a mi familia no le hace falta nada material, él es un excelente proveedor. Vivimos en una opulenta casa en una cuidad costera de mi país, que solo les diré que es caribeño. Tengo auto propio y estudio en una excelente universidad. Y aunque tuve la oportunidad de irme al extranjero, preferí quedarme cerca de mi madre. Tampoco puedo decir que sea un tipo repulsivo, más bien es agradable y educado. Aún así, yo no siento mayor afecto por él. Tiene a mi madre casi abandonada a pesar de que es una mujer hermosa y totalmente enamorada y entregada al. Y lo que es peor, en Brasil tiene una amante, si no es que varias, y cuando viene aquí se la pasa conquistando otras mujeres. Ni siquiera trata de esconderlo de mamá, como un macho que se jacta frente a su hembra de que puede tener más. Así pues, que se quede con sus hembras, pero a mi madrecita me la respeta.

Ella, como les había dicho antes, es una mujer muy hermosa y totalmente entregada a su marido, quien hace lo que quiere con ella, hasta este verano. Sin mas preámbulos aquí les relato la historia.


Como les dije antes, soy un tipo normal. Mido 1 metro 75, tengo cabello castaño y no soy feo, si bien no soy guapo. Vivo solo con mi madre pues mi hermana de 23 estudia en una universidad en Europa y cada día parece más europea. Apenas si nos habla. Me la paso entre la universidad, mis amigos y mi casa. No tenía novia en ese momento porque la última me engañó y me hirió bastante, así que no quería saber de mujeres por el momento. Mi padre se encontraba de visita por unos días, apenas una semana. Mi madre había esperado su llegada con ansias desde hace tiempo. Había planeado volver a prender la llama de la pasión en su matrimonio otra vez. Pasó como 4 meses en el gimnasio en un estricto y duro régimen para adelgazar pues estaba bastante pasada de peso. Consultó a un dermatólogo para mejorar su cutis y se pintó el pelo de un tono un poco más claro que el suyo. Todo esto era nuevo y emocionante para ella, ya que era una mujer recatada y tímida. La verdad quedó hecha una beldad. Su cabello claro hacía un bello juego con sus ojos miel y su piel blanca y rosada. Las libras que perdió, más su mejorada masa muscular le quitaban como 10 años de encima. Se casó con mi padre cuando cumplió los 18 y ese mismo año tuvo a mi hermana por lo que tenía 41. Pero ahora aparentaba estar apenas sobre los 30. Sus senos, que siempre habían sido grandes, se miraban duros y firmes y de sus nalgas se había ido la celulitis y se veían paraditas, duras y firmes. Aunque ahora se miraba menos alta. Ella medía 1 metro con 69. Cuando se casó tenía el aspecto de una modelo. Mi papá la fue a sacar del internado de señoritas al que asistía para hacerla de el. Les confieso que se casó de emergencia, y esto es algo que siempre ha acomplejado a mi hermana, a quien llamaré Marta.

Pues bien, mi madre estaba muy emocionada ya que creía que le podía dar un rumbo nuevo a su matrimonio. La pobre estaba muy equivocada. A mi padre solo le interesaba jugar y divertirse, por lo que enseriarse con su matrimonio no le parecía del todo bueno.

Nene, dime la verdad. ¿Crees que me veo bien?

Mami, estás preciosa. De verdad estás muy linda.

Esta ocasión es muy importante para mí...

Si, lo sé.

...tu papi y yo no hemos estado muy cerca últimamente así que...

¿Cómo se puede estar cerca de alguien que vive miles de kilómetros lejos?

No seas injusto. Tu papá es un hombre bueno y trabaja mucho. Verás que las cosas mejorarán... tu papi y yo estaremos más juntos de ahora en adelante... tal vez hasta se quede más de la semana, ¿quién sabe?

Cuando llegó al aeropuerto y vio a mi madre se quedó con la boca abierta. No le gustó ver a su propiedad bien arregladita porque cualquier otro podía venir y tratar de "rayar en su cuaderno". Fue una gran decepción para mi madre esa bienvenida. Las ilusiones que se había hecho quedaron casi echas pedazos por el saludo tan frío y distante que mi padre le dio. A mi me cayó remal. No sé que me molestaba más, si la indiferencia de mi papá o el hecho de que mi madre se hubiese esmerado tanto en arreglarse para él. Incluso tenía puesto un baby doll, de esos transparentes. Tenía que ser nuevo porque ella no acostumbraba a usarlos. Me di cuenta que lo traía porque vi el empaque en el bote de la basura. Esa noche se fue de juerga con sus hermanos y sus amigos, dejando a mi madre sola y triste en casa. La quise consolar, pero ella insistió en que me fuera a dormir, que ella quería esperar despierta la llegada de su maridito.

Un ruido me despertó. Alguien estaba en el cuarto de mi mamá. Quise levantarme y tocarle a la puerta para ver si todo estaba bien. Pero entonces recordé que mi padre estaba de parranda así que asumí que se trataba de el. Los ruidos continuaban. La curiosidad y los celos me carcomían el alma. No pude más. Decidí ver a través del armario. Mi cuarto había pertenecido a mi hermana, pero cuando ella se fue a estudiar, lo tomé yo. Me gustaba porque compartía su armario con el de mi madre. Se podía ver a través de las puertas de madera con diseño de persiana. Entré y lo que vi casi me da ganas de vomitar. Allí estaba mi padre. Por la cara pude darme cuenta que se encontraba borracho. Se hallaba semidesnudo sobre mi madre, desnuda. La penetraba violentamente sujetándola del cabello y de su seno izquierdo, apretándolo como si se le fuera a escapar. Mugía como un toro apareándose. Ella parecía ahogar sus gemidos por temor a que la escuchara yo. La expresión de dolor en su rostro me decía que no lo estaba gozando, más bien que le dolía, pero aun así le rodeaba las caderas con sus piernas como la mujer entregada y abnegada que era. Tuve la intención de salir en su cuarto y detener aquello, pero pensé que lo único que lograría sería avergonzarla. Entonces quise regresar a mi cuarto, pero algo me detuvo. Pude notar como en una fuerte erección mi miembro trataba de salirse de mis pijamas. Me sentí aturdido. Mi padre borracho pasaba sobre mi madre como un salvaje y yo me excitaba con ello.

Las penetraciones fueron tan fuertes que se escuchaban como aplausos. Una y otra vez le sacaba y le volvía a meter la paloma dentro de su delicada rajita rosada. La cama se mecía al compás de los movimientos. La cabecera se estrellaba contra la pared causando un gran estrépito. Y la cara desfigurada de mi mamá por el dolor terminaba de pintar el cuadro de lo que bien podía ser considerado una violación. Y mi pene cada vez se ponía más duro, más grande. Siempre me había sentido orgulloso de sus dimensiones que, aunque no pasaban de estar dentro del promedio, siempre dejaron bien servidas a todas por las que había pasado. Pero esta vez era distinto. Me lo saqué solo para ver como estaba, y lo que vi me impresionó. Estaba rojo, muy rojo, y palpitante. La cabeza parecía el cono de un hongo y las venas amenazaban con estallarse. Además estaba como 2 o 3 cm. más largo de lo normal. Y yo sentía una calentura como nunca la había sentido. Sentía asco de mi mismo por calentarme viendo a mi papá cogiéndose a mi mamá. Pero así era y ya no tenía la voluntad de retirarme.

Entonces el se detuvo. Sacó su pene de su interior y, tomándola del brazo derecho, le dio la vuelta sin importarle las débiles y dulces protestas de su esposa. Pude ver su baby doll roto en el suelo. El debe haber llegado a poseerla por la fuerza. La puso boca abajo, totalmente pegada a la cama. Ella le abrió las piernas dándole libre acceso. Él le agarró las nalgas y se las sobó con fuerza, como tratando de arrancárselas. Se tomó la paloma y la restregó por todo el sexo de ella, mientras le introducía los dedos. La exprimía para embarrarla de sus secreciones. Y ella se dejaba como una mascotita mansa que se deja acariciar por su amo. Me impresionaron las dimensiones de mi papá. No le calculé menos de 20 cm. de largo, sin mencionar el gran ancho que demostraba. De pronto, y sin decir agua va, la penetró nuevamente, arrancándole un quejido ahogado por la almohada. Ella tenía la cara contra la almohada. Otra vez las penetraciones fueron furiosas y violentas. Sus manos se apoyaban sobre los omoplatos de mamá, dejándole ir todo su peso encima. Sin darme cuenta comencé a masturbarme. Las secreciones seminales salían a borbotones de mi pene. Era la masturbada más rica que me había hecho nunca.

Estaba tan caliente, tan excitado, que no me di cuenta de cuando mi madre volteó la cara y me vio a través de un pedazo roto de la persiana. Tuvo que darse cuenta de que me estaba masturbando por la expresión de mi cara. Un frío helado me recorrió por la espalda cuando vi sus ojos miel, muy abiertos y con una expresión de angustia, clavados en los míos. No supe qué hacer. Aparentemente ella tampoco. No quiso interrumpir a mi padre porque si el se daba cuenta de que los estaba observando se iba a poner furioso conmigo, y mi relación con el no era buena. Pero tampoco quería que la viera, humillada, ser utilizada cono un objeto erótico. Y lo peor fue que justo en ese momento me vine. Eyaculé como un desesperado. Aquel inmenso placer del deseo y la sorpresa de verme atrapado in fraganti funcionó como el mejor de los afrodisíacos. A pesar de que atrapé bastante de mi semen con la mano, mucho fue a parar al piso y a la puerta del armario. Luego sentí miedo y no atiné más que a escabullirme hacía mi cuarto y meterme en la cama, mientras ella continuaba siendo sodomizada por mi papá.

A la mañana siguiente me sentí de lo peor, como la basura más asquerosa del mundo y el ser más vil que hay. ¿Cómo pude masturbarme calentado por la imagen de mi madre siendo poseída por mi padre? No lo podía entender. Aun desde mi cama logré escuchar, pocos minutos después de que me acosté, los bramidos de placer de mi padre eyaculando todo su furor en mi madre. Y lo primero que pensé fue "¡Qué gozada se acaba de dar el viejo!". Y lo peor era la vergüenza que sentía por haberme dejado ver por mamá. Esa mañana me levanté temprano y me fui directo al gimnasio, a pesar de que aun no estaba abierto. Desde mi celular llamé a mis amigos para invitarlos a ir a la playa, con la excusa de que quería parrandear como nunca. La verdad es que no quería llegar a mi casa para no ver la vergüenza en los ojos de mamá. Solamente fuimos a la playa porque ellos todavía debían ir a la universidad. Llegué en la noche a mi casa. Mi papá me echo bronca por no haber llamado en todo el día, y mi madre ni siquiera me vio a los ojos. No porque estuviera molesta, sino por la pena que sentía. Y yo me sentí aun peor.

Las cosas cambiaron desde ese día. Cada vez que me encontraba como mi madre no podía dejar de verle los senos y el trasero. Cada vez que la veía mi pene se crecía. Y por mi padre comencé a sentir un gran sentimiento de envidia y antipatía. Cada noche que mi padre estuvo con nosotros, casi por inercia, me paraba de mi cama, entraba al armario y me ponía a espiar lo que estaban haciendo. Y siempre mi madre se daba cuenta. Sin embargo nunca hizo nada. Jamás me regaño por ello. Solamente me dejaba ver. Por supuesto la resaca moral del siguiente día era horrible. Ya no podía verle la cara después de haber tenido una gran relación y una gran confianza madre e hijo.

Así los vi por 3 días. Vi a mi padre hacer lo que le vino en gana de mi madre. La puso en posiciones diversas, algunas de las cuales me parecían verdaderamente desagradables. Lo escuché mugir, gritar y maldecir de la excitación y del deseo. Y vi a mi madre dejarse utilizar como un juguete, sin protestar nunca. Solo fueron 3 días porque los demás mi padre los pasó de farra o con sus amantes. Pero a pesar del corto tiempo me di cuenta de que deseaba a mi madre como un loco. Y ella me deseaba a mí también pero no lo sabía.

Papá regresó a sus labores como si nada. Su despedida de mamá fue una de sus sesiones de "masturbación acompañado" que tanto le encantaba practicar con mi madre, y de mí con su clásico "espero que te portes bien cabrón". Fue una gran decepción para mamá. Parecía haber perdido la fe en él, en ella misma y en su matrimonio. Cayó en una profunda depresión. Y yo no podía hacer nada. No me atrevía a abordarla y preguntarle lo que le pasaba. Me daba una gran vergüenza. Hasta mis amigos se dieron cuenta de que algo pasaba en mi casa. Antes los llevaba siempre. Asaltaban mi heladera y se comían toda la deliciosa comida que mi mamá siempre mantenía allí. A ella le fascinaba que la gente apreciara sus talentos, y uno de ellos era en la cocina. Pero ahora ya no los llevaba. Y mis sentimientos hacia ella también habían cambiado. Ahora sentía una gran atracción sexual por ella. Y la tensión entre los dos era muy grande.

Sin embargo cierto día yo me encontraba en mi cuarto cuando ella entró en él. Estaba leyendo una revista. Me tomó por sorpresa y me asustó su súbita llegada. Estaba hecha un mar de lágrimas. Con un puchero en la boca me dijo en vos suplicante:

¡Nene!, no me abandones tú también.

Me levanté y nos fundimos en un abrazo. Ella estaba tristísima. Sentía que nunca había sido más que un juguete para mi padre. Que su vida no servía de nada. Que su matrimonio estaba acabado. Que ella no había sido suficiente mujer para él. Sollozaba como una chiquilla sobre mi hombro empapándome la playera. Se aferraba a mi cuello y hundía la cara sobre mi pecho. Yo le acariciaba la espalda tratando de consolarla. Necesitaba tanto del abrazo de un hombre... y yo fui ese hombre.

Nuestro abrazo poco a poco dejó de ser fraternal y se fue convirtiendo en un intercambio de afecto y de caricias. Para cuando nos dimos cuenta, ella estaba sentada sobre mis rodillas y yo sobre la cama. Llevaba puesto un viejo pantalón de tela café, que ahora le quedaba grande; también traía una blusa deportiva blanca bastante ceñida, de las que usa para ejercitarse, que también le queda grande desde que bajó de peso. Precisamente por esto, además de que ella es de senos grandes, se formaba un escote bárbaro que, desde mi posición, me brindaba una panorámica muy buena.

Sus ojos miel se clavaron en los míos, y aquella tensión comenzaba convertirse en una súbita subida de la temperatura del cuarto. Los ojos de mi madre jamás me habían parecido tan bellos como ahora. Ni ella me había parecido tan mujer antes. No pude resistirme por más tiempo y le estampé un sonoro beso en los labios. Rápidamente separé la cabeza avergonzado de mi acción, y ella bajó la mirada por un instante, pero luego la volvió a subir. Aquella mirada triste había dado paso a una que nunca había visto en mi madre. Una mirada que solamente la contemplé en el pasado, cuando con una ex novia o una aventurilla pasajera llegamos a ese punto de donde no hay retorno. Ese punto donde ya el sexo es el único camino a seguir... su mirada era de deseo.

Ella acercó sus labios a los míos y los unimos suavemente, en un largo, tímido y tierno beso. Sentía como si aquella fuera la primera vez que besaba a una mujer. Y realmente lo era. Mi madre era mucho más mujer que el montón de chiquillas con las que me había acostado antes.

Poco a poco ese tierno beso fue evolucionando en algo un poco más apasionado. La velocidad aumentó lenta pero constantemente. Primero, tímidamente traté de introducir mi lengua dentro de la boca de mamá. No sabía si ella quería así que lo hice muy despacio. Ella me correspondió, y recibió mi lengua con la suya, a la que acaricié lenta y suavemente. Nunca había besado labios así. La sensación es indescriptible. Un par de labios y una lengua muy cariñosos, que aparentemente jamás habían sido besados con ternura antes. La ternura era una virtud bastante lejana a mi padre. Y el había sido el único hombre en la vida de mi madre.

La temperatura continuaba creciendo mientras pasaba el tiempo en mis brazos. Con ella el deseo y la excitación se hacían mayores también. Y, naturalmente, nuestros cuerpos reaccionaron a ellos. Los besos eran entonces fuertes, largos y profundos. Ella pegaba su pecho al muy y restregaba sus senos contra mí. Sus ojos cerrados se entreabrían a veces dejando ver sus ojos en blanco por la excitación Yo la besaba con furia y con pasión. Nunca más iba a permitir que mi padre la utilizara como a una objeto, como a un animal. Mordía suavemente sus labios y acariciaba su paladar con la lengua, a lo que ella respondía con temblorosos suspiros. Pero ya no bastaba. Esa posición ya no era suficiente, necesitábamos más cercanía, más calor. Sin separarse de mi boca se bajó de mis rodillas y se volvió a sentar en ellas, pero esta vez de frente con las piernas abiertas de manera que nuestros genitales se vieron de frente por primera vez. Pude ver una mancha oscura en su entrepierna. Estaba tan excitada que ya se había mojado. Se restregaba una y otra vez contra mi pantalón. Estoy seguro de que ella podía sentir el bulto bajo mi pantalón, así como yo podía sentir su vagina dilatada. Su respiración se había acelerado bastante. Era entrecortada e irregular.

La presencia inquietante de sus grandes senos me indujo a acariciarlos. Los rozaba suavemente con las yemas de los dedos. Se los masajeaba con delicadeza y ternura. Ella respondió separándose de mi boca, en una clara indicación de que quería que me los tragara. La complací. Llevé mi boca hasta sus pezones para besarlos por sobre la blusa. Estaban tan firmes y rígidos. Totalmente erectos. Y sus senos eran espectaculares. Tan duros y suaves a la vez. Entonces los tomé con las dos manos y los apreté contra mi boca, al tiempo de que ella me sujetaba la cabeza para pegarla aun más. Bajé una mano y la introduje entre su pantalón, quería sobarle las nalgas. Eran grandes, suaves, duras y firmes. Entonces la tomé del trasero, la cargué, di la vuelta y me tiré con ella cobre la cama, de manera que quedé encima de ella. Quería Ya no podía más. Estaba dispuesto a consumar de una maldita vez todo mi deseo y ardor...

Un súbito ruido nos asusto. Era alguien tocando la puerta. Quedé sobre mi madre con las manos sobre su trasero. Ella abajo de mí con sus manos rodeándome el cuello. Ninguno se atrevía a moverse. Tan solo escuchamos a Julia, nuestra mucama, abrir la puerta y saludar a alguien. Por las risas pude averiguar que se trataban de mis amigos. Llegaron a verme de improviso.

Si, el joven creo que está en su cuarto. En este instante le aviso que llegaron…

No Julita, no se preocupe. Nosotros subimos a saludarlo.

E inmediatamente salté de encima de mamá, y ella salió corriendo hacía su cuarto a través del armario. Yo me arreglé la camisa y traté de peinarme. Pero había una obvia mancha oscura sobre mi pantalón, en el área de los genitales. Eran las secreciones de mi madre. Tuve que quitarme el pantalón a 100 por hora y lo lancé en el armario, al tiempo en que buscaba con desesperación otro. Justo en ese momento entraron al cuarto. Eran José, Fernando y Emilio, mis amigos de toda la vida.

Ricardo, órales carnal, ¿qué te pasa?

¿A mí...? nada, nada.

Es que esa tu carita de "esfuerzo" y tu camisita arrugada… ¿A qué tienes a alguien escondido en tu armario?

¡Qué! Estás loco José.

Si José, estás loco. Acuérdate que del otro lado está el cuarto de su mamá...

Así es- dije yo.

Yo más bien creo que Ricardo "tomó la justicia con su propia mano".

Todos se destornillaron de la risa por la ocurrencia de Emilio. Yo también tuve que unirme a las carcajadas para disimular la situación. Habían llegado para sacarme al cine. Yo no quería ir. Obviamente prefería quedarme con mi madre y terminar lo que se había quedado a medias. Pero cuando fingí ir a decirle a ella que me iría al cine, ella me recibió en su bata blanca y me dijo que lo mejor es que me fuera con ellos. Me sentí rechazado, pero al momento comprendí que era lo mejor. Además mis amigos querían levantarme el ánimo que perdí desde que mi padre nos visitó. Ellos eran personas en los que siempre podía contar. Cuando me preguntaron que era lo que me estaba pasando, me inventé una excusa que no era del todo mentira. Les dije que, al parecer, mi madre ya había perdido toda esperanza de salvar su matrimonio y que eso la tenía muy triste. Ellos, sabiendo del gran amor que le prodigaba a mi madre, asumieron que eso, más la posible separación de mis padres, era lo que me tenía tan frío y distante.

Entramos al cine a ver una comedia romántica. Qué conveniente. En el camino pasamos a recoger a Marilú, la novia de Emilio; a la de Fernando, nuestra amiga Sandra; y a otra de nuestras mejores amigas, Sofí, quien traía una acompañante pare mi, su amiga Raquel. La película estuvo bien. Y después la cena en un restaurante de comida rápida también. Pero yo quería regresar a mi casa. Me preguntaba si mi madre aun querría más. Si le habría gustado lo que hicimos. Incluso si no se habría arrepentido. No lo sabía.

Me fueron a dejar temprano, porque yo no me quise ir a bailar con ellos. Me quedé estático en la puerta de entrada. Mil cosas pasaban por mi mente. Tomé una decisión. Di la vuelta y corría hasta la farmacia de la esquina. Compré un condón. Regresé corriendo a mi casa y después de tomar valor y aire, entré y me dirigí rápidamente hacía el cuarto de mamá. Entré buscando su calor, pero no estaba allí. Eso me desanimó muchísimo.

Me di la vuelta y me dirigí a mi cuarto cabizbajo. Abrí la puerta, y fue como si la luz volviera a mis ojos. Allí estaba ella, vestida únicamente con su camisón morado, acostada en mi cama y viéndome con ojos lascivos. Sin pensarlo dos veces, y sin mediar palabras, me fui directamente hacia ella, la abracé y la besé profundamente. Nuestras lenguas se encontraron nuevamente y volvieron a compartir nuestras salivas. Le sobé las nalgas y los senos, y le saqué el camisón. La visión de ese cuerpo hermoso me puso los pelos… y la paloma de punta. Esta me medía como 20 cm. de la excitación.

Lo siguiente que supe de mi fue que estaba sentado al borde de la cama, y mamá arrodillada frente a mi. Mi miembro se hallaba en su boca. Me lo chupaba tan rico, con tanto cariño y tanta pasión. Debo reconocer que no me esperaba eso de ella, pero fue una grata sorpresa. Yo le acariciaba la espalda, el cabello y los senos. Le pellizcaba los pezones, cosa que la volvía loca. Obviamente yo le devolví el favor. Y ella acostada boca arriba en la cama con las piernas abiertas, me ofrecía acceso directo a su intimidad, a la que yo me comí con la boca. Le chupé el clítoris hasta asegurarme que tuviera su primer orgasmo. Sus suaves y finos gemidos se convirtieron en gritos de placer, en los que me imploraba que la penetrara y la convirtiera, de mi madre a mi mujer.

Recuerdo perfectamente el calor de su vagina cuando entré en ella. Era un órgano tan suave, tan flexible y elástico. Estaba tan caliente que se me olvidó por completo el condón. Me rodeó con las piernas mientras me la cogía despacito para que acelerara el ritmo. Así que le metí el acelerador y apliqué un ritmo de a 100 por hora. La cama se estremecía a cada una de mis embestidas. Y mamá pedía más. Gemía como gata en celo. Sus senos se estremecían al ritmo de la cama, y eran como un aliciente para mí de continuar.

Finalmente, cuando yo ya estaba a punto de venirme, ella me quitó de encima y, tomándome de las caderas, me jaló hasta su cara, donde derrame mis chorros de semen. Le manché toda la cara y le inundé la boca. Jamás había eyaculado en la boca de nadie. Después ella quedó acostada a la par mía. Dormimos hasta la mañana siguiente en la que ya no nos levantamos como madre e hijo, sino como hombre y mujer. Mi padre ya no era nada para ella.

Pues bien, desde entonces yo paso más tiempo en mi casa, cogiendo con ella por supuesto. Aún no se divorcia porque no andamos muy bien económicamente. Nadie sabe de esto, nadie. Y aunque sabemos que gozamos de un amor prohibido, es lo más increíble que nos ha pasado en la vida.

FIN.

Gran Jaguar

Si alguien quiere hacerme algún comentario sobre mi historia, o simplemente platicar conmigo, puede mandarme un E-mail a esta dirección electrónica: gran_jaguar@terra.com.

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