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El Regalo de Cumpleaños (2)

en Orgías

El Regalo de Cumpleaños II

Me senté sobre la cama. Si recuerdan mi relato anterior, estaba cubierta de semen y sudor, con la piel brillosa y enrojecida. Mi vulva sigue sudando la gota gorda y mis pezones parece que quieren explotar. Estoy tan caliente que hubiese hecho lo que los putos me hubiesen pedido. Era el cumpleaños de Rubén mi marido, como recordarán, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera por verlo feliz ese día.

Bueno señora… ahora viene la segunda parte… – me dijo Mario con los ojos brillándole de la lujuria. Jairo se hallaba detrás de el con la misma expresión de pervertido. Me estaba poniendo nerviosa.

¿Qué me van a hacer? – pregunté tratando de sonar lo más melosa que pudiera, para que no se dieran cuenta de mi nerviosismo.

Bueno… es solo que a Jimmy no lo trajimos para que nomás viera. – me respondió. – Ábrale la bragueta, y chúpele la verga señora… allí verá para qué lo trajimos.

Jimmy se acercó a mí. Ese lindo putito de 16 me gustaba mucho, aunque parecía gay. Le abrí la bragueta y le saqué su pene. No me pareció nada del otro mundo. Me lo metí en la boca y lo empecé a mamar. Poco a poco fue creciendo entre mis dientes, hasta que ya no cupo más. Lo saqué de mi interior y me quedé estúpida. ¡Esa cosa le medía más de 23 cm! ¡Y era tan gruesa que no los podía rodear con mi mano!

¡Qué cosa tan maravillosa tener un pene de esos en la mano! Tan solo los había visto en las fotos del Internet, pero jamás en vivo y mucho menos a unos centímetros de mis labios. Era espectacular. Pero, ¿qué pasaría cuando me tratara de penetrar… ¡me partiría a la mitad! Volteé a ver a mi marido, y este miraba estupefacto ese enorme falo, con la sonrisa en los labios y la excitación muy visible en la verga. "¡Tiene tres piernas le pisado!" exclamó, sacándole la risa a Mario y a Jairo. Yo lo volteé a ver de nuevo, segura de quererlo dentro de mí. Mi marido estaba caliente de imaginarme taladrada con ese enorme mástil, y eso me excita a mí, así que pues me dije "labios a la obra".

Me puse a recorrer ese monumento con mis labios, le daba besitos y lo lamía con suaves y cortos lengüetazos. Me entretuve en la cabeza un buen rato, recorriéndola, ensalivándola y lamiéndola como a un helado de sombrillita. Era un hongo grande, intensamente rosado que se enrojecía más y más a cada trazo de mi apéndice gustativo. Con mis manos acariciaba sus huevos, los sobaba en círculos con suavidad. También pasaba furtivamente las yemas de mis dedos alrededor de su esfínter anal pues me pareció que eso debía gustarle. Y estaba en lo cierto, pues el cerraba sus ojos y se dejaba llevar por el placer que mis hábiles manos le daban. Mientras, mi marido no perdía detalle de lo que ocurría.

Mario y Jairo se pusieron detrás de mí, y me comenzaron a manosear. Metían sus manotas entre mis piernas, sobaban mis senos y los restregaban, me tocaban el culo. Y yo, seguía encendida como una brasa, caliente como un volcán, esa era una de las cogidas más ricas que me habían dado. Mis vagina sudaba sus flujos con desesperación, y palpitaba en busca de una nueva verga que la perforara y la hiciera sentir, mientras a mi me hacía gritar.

Le seguí chupando la verga a Jimmy. El muchacho jadeaba y sudaba. Ya se había desnudado, mostrándome un par muy hermoso de huevos. Rosados, redondos, grandecitos, y lo más lindo de todo, lampiños. Jimmy estaba totalmente depilado. Traté de meterle un dedo entre el ano y este entró con facilidad, sacándole un profundo suspiro al putito. Si, definitivamente el era gay.

Seguí con la mamada. Había puesto mi cuerpo hacia el frente, levantando un poco mis caderas para que las manos de Jairo y de Mario maniobraran con total libertad. Se me metían entre los pliegues jugosos y chorreantes de mi vulva. La abrían, la hurgaban hasta el fondo. Alguno de ellos encontró mi clítoris y lo empezó a sobar. Lo movía en círculos y me lo estiraba un poco. ¡Estaba que me moría! Y más todavía cuando un rico cosquilleo comenzó a crecer en el interior de mi vagina, y se esparcía por oleajes por todo mi vientre, estallando un delicioso orgasmo que sentí gimiendo y gritando con el inmenso glande de Jimmy entre mi boca. Fue maravilloso.

Quedé más encharcada que una calle sin alcantarillas durante una lluvia torrencial de invierno. La cama se empapó y yo sudaba como un cerdo. Mario y Jairo me dieron sus manos en la cara, me la embarraron de mis propios jugos y me los dieron para que los chupara. Les limpié las manos ávidamente, saboreando mi sabor agridulce. Mientras, no dejé de pajear a Jimmy ni un instante, que sudaba la gota gorda por el inminente orgasmo que se acercaba.

Por fin el monstruoso falo estalló en mi cara sin previo aviso. Una espesa esperma se estrelló contra mi frente, escurriéndome por toda la cara en un chorro fuerte y largo. Dos chorros más vinieron después, lo que yo traté de atrapar entre mi boca. Cada chorro era largo y abundante, y salía con gran velocidad y fuerza del meato de ese hermoso pedazo de carne enrojecido. Quedé con la cara totalmente embarrada. El semen me escurría por los cachetes, la frente, los labios, por todos lados. Se me salía por la comisura de los labios, pues no me di abasto para atraparlo todo entre mío boca.

Y Rubén me miraba rojo de la excitación. Su pene estaba a punto de reventar así que me acerqué a el y lo introduje entre mi boca. Pocos segundos después estalló en ella brindándome ese dulce néctar que es mío cada noche, y que tanta felicidad me ha dado.

¡Muy bien, muy bien! Usted es una gran puta doña Gloria. – me dijo Mario – Pero todavía no se acaba, yo se que usted es una yegua de carreras largas.

Tomó a Jimmy de los hombros y lo hizo recostarse sobre la cama. Su pene seguía inmenso a pesar de que ya había perdido un poco de su dureza. Jimmy se recostó sobre lo amplios almohadones y quedó casi sentado.

Señora, por favor, proceda… – me dijo Mario, tendiéndome la mano hacia el falo de Jimmy.

Caminé hacia la cama, me subí a ella y gateé felinamente hacia el. Mi pusa seguía chorreante y ansiosa de palo. Tomé su pene entre mis labios otra vez, y procedí a lamerlo y chuparlo como lo había hecho antes. Mientras, el pene de Jairo separaba mis labios mayores y se disponía a entrar. Me atravezó de un empellón y me comenzó a dar bien duro, como a mi me gusta. Su pene entraba y salía de mi interior provocando un ruidoso sonido de chapoteo, así de húmeda estaba. Mario se quedó un poco atrás observando nada más.

Un momento después, luego de darme duro, sacó su pene de mi vagina y lo enfiló a mi culo. "¡Qué rico!" me dije, una montada anal no que caía nada mal en esos momentos. Lubricada como estaba, Jairo me hincó su amical de un solo golpe, sacándome un alarido de dolor, que después se convertiría en gemidos de placer, uno tras otro. Agarrándome del pelo, me penetraba salvajemente.

Mario tomó el lugar de Jairo, y me ensartó en el culo su gordo animal sin siquiera humedecerlo un poco. Volví a gritar de dolor, pero el hizo caso omiso de eso y me siguió montando sin compasión. Y yo gemía y gritaba por piedad, aunque en el fondo me gustaba.

Sus 19 cm. de carne dura entraban y salían taladrando mi pobre anito sin piedad de mis gritos, que aunque me dolía, yo empujaba más todavía para que me entrara hasta el fondo. Mis intestinos estaban totalmente llenos. Entonces me dijo: "monte a Jimmy" y yo lo obedecía encantada, aunque con un poquito de temor porque jamás había cabalgado sobre un pene de esas dimensiones.

Me incorporé, cuidando de nos sacarme la herramienta de Mario, y poco a poco me fui sentando sobre el bate de Jimmy. Primero la cabeza hizo presión sobre mis labios mayores, hasta que logró entrar. Luego se deslizó dificultosamente por todo el canal de mi vagina hasta que llegó al final. Ya estaba totalmente empalada, y apenas me cupo solo la mitad. Entonces Mario ordenó "¡duro Jimmy!" y me comenzaron a coger con brutalidad.

Lloré, grité, gemí, suspiré y jadeé, pidiendo piedad, que pararan, pero exigiendo más, que me agarraran más duro. Jairo me embutió su verga entre mi boca para que la chupara, y yo lo hice, entre sollozos y gemidos de perra gozando le chupé la paloma.

Pasé mucho tiempo allí empalada entre esos 2 portentos de hombres. No me dieron tregua ni por un segundo. Y Rubén, feliz de verme vejada y reducida a un objeto con hoyos húmedos en que se podía meter una verga y obtener gran place. Estaba feliz de verme allí, gimiendo como una gran puta, pidiendo más palo, recibiéndolo en cada agujero de mi cuerpo y gozándolo como una loca.

Me cambiaron de posición. Mario se recostó sobre los almohadones conmigo sentada sobre su pene, y Jimmy me penetró por enfrente. Y este cambo lo hicieron son dejar de penetrarme, y mucho menos sacándome sus vergas. Ese cambió potencializó las embestidas del muchacho, que tomaba envión a cada golpe de caderas que me daba. Su arma me entró más profundamente, me estiraba forzando terriblemente las paredes de mi vagina. Me estaban partiendo en 2 ese par de sementales.

Cambiaron de posición nuevamente. Mario se masturbó sobre mi boca y la llenó de una abundante carga de semen mientras gemía como un toro su placer. Jairo vino a ocupar su lugar dándome su arma para que la se la chupara. Al mismo tiempo, Jimmy me ponía de costado, acostada sobre la cama y descansando sobre mi lado derecho. Mis piernas las cruzó al frente, quedando yo en posición fetal. Así, Jimmy comenzó a hacer presión sobre mi ano.

Me asusté muchísimo, nunca había tenido algo así entre el culo. Mi marido se puso inquieto, preocupado que me hiciera daño, que me desgarrara el esfínter del ano, presto a detenerlo todo ante la primera señal de alerta. Pero, aunque temerosa, no quise proferir quejas ni mostrar mi obvio miedo, no quería arruinarle la fiesta de cumpleaños a mi marido. Así que dejé que Jimmy continuara encaminando a su pene por mi camino. Jairo no dejó de cogerme la boca ni un segundo.

Lo más difícil fue su gruesa cabeza, pues su hongo era demasiado grande y amplio. Trató y trató varias veces, hasta que lo logró ensartar, mientras yo gemía y pujaba cada vez que lo sentía presionando por invadirme. Después de ese punto, el pene entró, muy apretado y con dolor, pero entró. Viéndome suya sin remedio me comenzó a dar duro, metiéndomela y sacándola entera sus 23 gruesos cm. me barrenaban sin piedad.

Fue una cogida terrible. Lloré y grité perdiendo el control de mi misma, pero a la vez le pedía más

¡Aahhgg!, no puedo. ¡No puedo! ¡No puedo, me va a matar!… ¡Aahhgg! ¡Aahhgg!… ¡Dale más duro cerote! ¡Partime en 2! ¡PARTIME EN 2! ¡Aahhgg! ¡Aahhgg! ¡Aaaayyyyy!…

Me tuvo para el todo lo que quiso, me taladró todo lo que quiso, y lo gozó, de eso estoy segura. Al final, me sacó su inmenso animal, y eyaculó en mi cara. Me dejó ciega de tanto semen. Jairo se puso de pié e hizo lo mismo, se masturbó sobre mi cara.

La orgía duró casi toda la noche, y no pararon sino hasta que cada uno me había cogido unas 3 veces más. Es admirable la resistencia de esos hombres. Yo ya no pude ver mucho más después de que Jimmy y jairo eyacularan en mi cara, pues su semen cayó sobre mis ojos y no me dejaron limpiarme. Pero luego me cogió Mario nuevamente, y después Jimmy, y Jairo, y Mario y Jairo, y Jimmy y Mario, y Jairo y Jimmy, etc.

Me dejaron tirada en el piso de mi cuarto, con la cara cubierta de semen, ciega, la boca también la tenía repleta. Y condones tirados por todos lados. Los mulas no pudieron ver un bote de basura que se hallaba allí mismo. Respiraba aceleradamente y jadeaba. Ya no tenía ni fuerza para levantarme después de tan tremenda cogida y de alcanzar el clímax tantas veces. Llena de moretones, con marcas de sus manotas y muchos chupones sobre el cuello y senos. Maltrataron mucho mis senos, mis pezones se me inflamaron y me dolían.

Mi vagina me ardía y creo que estaba un poco hinchada, pero no tanto como mi ano, que de verdad me ardía. Me dolía cagar por una semana. Y era para menos después de recibir en esas 2 cavidades a 3 impresionantes penes en repetidas ocasiones, uno de ellos parecía de caballo.

Me reprendí al siguiente día de no haberles dicho que tomaran nuestra cámara de video para grabar la cogida, habría sido un video muy, pero muy caliente, tal vez el más caliente de todos los que tenemos. Bueno amigos, hasta aquí llega este relato. Está de más que les diga a que mi esposo le encantó ese regalo. Me lo agradeció por mucho tiempo. Y aunque quedé hecha una ruina, disfruté ser montada por esos 3 hombre intensamente. Nos vemos luego.

Fin.

Gran Jaguar

Pueden hacer sus comentarios de este relato al correo de abajo. Gracia.

hardstone@soloadultosweb.zzn.com

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