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Amigas Íntimas (04)

en Lésbicos

Amigas Íntimas

04

Cumplimos 13 años. Un día jueves durante las vacaciones salimos al cine a ver un drama que nos dejó llorando como unas Magdalenas. Después de eso fuimos a mi casa para comer algo. Una mesera de la cafetería nos dijo de Diana se había ido a pasear con su novio y que mamá se fue con ellos. De seguro fueron a ver cosas de su boda, pues se iban a casar. Por otro lado también pudieron planear ir a algún motel y armar un trío, quién sabe. No le dimos mayor importancia y nos fuimos a ver tele.

Estuvimos comentando sobre la película, en especial de la escena de sexo que nos recordaba mucho a nosotros. Lo que pasó es que el protagonista creía que su novia lo estaba engañando por lo que cuando se acostaron, más parecía una violación solapada como las que teníamos nosotros con Allan y Mike. Hablamos de lo mucho que se parecía la manera como el muchacho tomó a su novia, con la forma como lo hacían con Cindy y conmigo.

Seguimos hablando y nos fuimos a mi cuarto pues en la tele no había nada bueno y yo le quería enseñar algo a ella. Era una chumpa nueva que me había comprado, a ella le pareció muy bonita. En eso clavó sus hermosos ojos verdes oscuros, como una selva tupida en los míos. Me miró por unos momentos, buscando la manera de empezar a hablar.

Lucy, además de Diana y tu mamá, ¿has tenido relaciones con el resto de nuestros amigos?

Con todos no.

¿Con quiénes?

Solo con los más cercanos… ya sabés quienes son.

¿Y qué se siente?

¿Qué se siente qué?

Acostarse con amigos cercanos…

Pueeeess… es raro al principio, pero luego no… si se maneja bien les agarrás mucha confianza después y pueden probar muchas cosas.

Mmmm…

¿Por qué la pregunta?

Por nada. – me respondió poniéndose roja como un tomate.

¿No será que querés participar?

¡No, no!… ¡No! – me respondió más roja todavía; que conste que se lo dije bromeando – Bueno… si…

¡Qué! – ahora era yo la que cambiaba de color, solo que me puse pálida.

Que, pues… mirá… una es de carne también… y tú y yo pues… somos muy apegadas… es que no sé como decírtelo…

¿Decirme qué?

Que… creo…

…-… – nos quedamos calladas por un momento.

Lucy, creo que me gustan las mujeres…

¿Cómo así?

Tú… tú me gustás mucho Lucy…

Nos quedamos calladas sin saber qué hacer o qué decir. Pero la que tenía que decir algo era yo, no podía dejar que ella se sintiera humillada o bruscamente rechazada, aunque, por otro lado, también me gustaba.

A mi también me gustás mucho Cindy…

¿De verdad?

Si Cindy, de verdad.

Lucy…

¿Qué?

Tengo ganas de acostarme contigo… – ¡me cagué!

¡¡¿QUE QUÉ?!!

Es que Lucy… tu y yo somos muy unidas, nos sabemos todo de nuestras vidas… a veces me he puesto a pensar cómo sería si tu y yo llegáramos a tener relaciones… sos linda, la verdad, y… creo que… si tu también querés… pues… yo… yo aceptaría…

Pues… pues… pues… si… creo que si hay tensión sexual… pero… pero… ¿estás segura?

Mirá, lo he pensado bien… y creo que si… de todas maneras podemos seguir siendo amigas después. Me viste teniendo sexo con Mike, que era un degenerado, y yo te he visto con algunos de tus amigos y con tu mamá y tu hermana…

Si, si…

¿Entonces?

¿Entonces? Pues démosle… pero… ¿y si te sentía incómoda?

Te lo digo…

…y paramos, vaya.

Si, si, por supuesto.

Tímidamente, muy tímidamente, Cindy se acercó y se sentó sobre mis piernas. Me abrazó por el cuello y yo pasé mis brazos alrededor de su cintura. Y muy, muy despacio, nuestros rostros se fueron acercando, y su boca buscando a la mía. Nos fundimos en el beso más cálido y tierno que nunca había tenido, sus labios eran suaves, y a la vez firmes. Un minuto después nuestras lenguas se atrevían a salir en busca de la otra, enlazándose en una caricia fraterna en mi paladar o en el de ella.

Nuestras respiraciones fueron acelerándose y nuestros corazones a latir con mayor rapidez. Mis manos empezaron a acariciar su espalda y su cuerpo se empezó a relajar en mis manos. Cindy, poco a poco se iba abandonando en mi y yo en ella.

Antes de darnos cuenta ya estábamos acostados en mi cama, uno a un costado del otro, entrelazados en un abrazo delicioso, con nuestros labios dispuestos a no separarse jamás. Sin darnos cuenta nuestras manos recorrían nuestras espaldas, acariciándolas suavemente, queriéndonos dar la mayor cantidad de ternura posible. Cindy era una mujer tan cálida, tan especial, ese Mike de verdad que perdió mucho cuando ella lo dejó.

Rodamos sobre mi cama, nos detuvimos de repente y quedamos frente a frente, mirándonos a los ojos con nuestros labios a menos de un palmo de distancia. Su carita ruborizada se veía tan hermosa.

Cindy…

¿Si, Lucy?

¿Hasta dónde vamos a llegar hoy?

Pueeessss… no sé…

Es que… no quiero hacer algo que tú no deseés…

Lleguemos hasta donde tú querrás…

Le sonreí, me parecía sumamente tierna su forma de ser tan entregada, me sentí en deuda con ella.

Volvimos a besarnos. Despacio empecé a subir su blusa, ella traía una roja, de tirantes, con brasier sin tirantes, pantalón de lona blanco y zapatillas azules muy lindas. Tenía el pelo suelto. Yo tenía puesta una blusa blanca corta que dejaba mi ombligo destapado con una camisa azul de botones encima; pantalón de lona azul y tenis blancos. Llevaba el cabello agarrado en una cola, que Cindy no tardó en zafar alborotándolo.

Cindy, que se encontraba aferrada a mis labios, adivinó lo que quería y estiró sus brazos hacia arriba para facilitar la salida de su prenda. La dejé con un bonito sostén blanco, con una moñita color crema en el centro, me pareció muy bonito. Ella volvió a pegarse a mis labios, intercambiando ese beso por unos minutos hasta que me separé para dirigirme a sus senos.

Mike me mordía la chiches… ay te portás un poco más delicada Lucía.

No te preocupés.

Bajé a sus senos y los comencé a besar por encima de la tela de su prenda íntima, y arriba de esta, en donde estos nacían. La caricia le encantó a mi amiga que empezó a respirar con mayor rapidez y profundidad, abrazaba mi cabeza con sus manos y me la apretaba en contra de sus senos, acariciando y alborotando mi cabello.

Pronto la hube despojado del sostén, y me quedé observando esas chichitas tan preciosas que a mi tanto me gustaban. Entonces bajé la cabeza y me aferré a ellas, mi boca no quería soltar sus pezones ni mi lengua dejar de lamerlos. Cindy gemía quedamente y jadeaba sin hacer ruido, sentía su corazón latir a toda marcha y la temperatura de su cuerpo empezó a subir.

Me animé a meter una mano entre sus piernas y a ponerme a restregar su sexo por encima de su pantalón. La caricia, creo yo, le pareció de otro mundo y la hizo gemir más duro, al tiempo que trataba de serrar sus piernas para apresar entre ellas mi mano. Pero como yo estaba acostada encima de ella, en medio de sus extremidades inferiores, no pudo hacerlo.

Ya había hecho antes sexo con mujeres, pero nunca como este. Cindy, a pesar de tener ya experiencia, era muy inocente, y actuaba como tal. Sus piel era tan suave, y sus caricias tan nuevas, tan recientemente descubiertas. Mike era un salvaje, así que nunca pudo despertar en ella la pasión necesaria para conseguir aflorar estas deliciosas manifestaciones de ternura que yo estaba gozando.

Empecé a bajar despacio por su vientre, entreteniéndome un rato en su ombligo con el que jugué con la lengua. Mientras acariciaba una de sus tetas con una mano y con la otra sobaba su sexo. Vi su cara y tenía los ojos entrecerrados, en blanco total. Y entonces, despacio, muy despacio, comencé a desabrochar su pantalón, y se lo empecé a bajar. Unas bonitas bragas blanca de bordes rosas empezaron a ver la luz, y mi calentura subió, creo que hasta empecé a sudar.

En eso oímos la voz de mamá…

¡Mierda! ¡Oímos la voz de mamá y la magia acabó! Acababa de regresar con Diana y me estaba buscando. Me quité de encima de Cindy y salí corriendo del cuarto, traté de recuperar toda la serenidad que me fue posible y de verme lo más normal que me era posible, pero mi tez enrojecida y sudorosa decías algo muy diferente.

Mamá solo me quería saludar. Ella, Diana y su novio Scott hicieron una cara de picardía y de de burla cuando me vieron tan agitada. Seguro creyeron que tenía a alguien en el cuarto. No me quedé a que me preguntaran y regresé a la habitación. Cuando llegué, Cindy estaba viendo la tele en la salita familiar, visiblemente agitada y preocupada.

Lucy, ¡casi nos miran! – me dijo en un susurro.

No, ella estaba afuera todavía…

Así no podemos estar… me asusté mucho…

Si, si, yo sé pero…

Lucy, ya no me quiero acostar contigo hoy, – ¡mierda! – ya se me bajó todo.

Pe… pe… pero… pero Cindy…

Está muy peligrosa la cosa…

No, de verdad… pero… es que…

Además, creo que está pasando muy rápido… o… no sé… no sé…

Querés que vayamos más despacio… eso es fácil y se puede hacer…

Pero… pero…

Y si te da tanto miedo que mi familia nos pueda ver, podemos buscar los momentos.

¿Si?

Bueno, solo si todavía querés hacerlo…

Me vio directo a los ojos, sonrió y me dijo que sí… pero eso se los continuaré contando después, y, como siempre, si tienen comentarios que hacerme (que no sean decirme que soy una degenerada), pueden hacerlos a mi correo electrónico gran_jaguar@terra.com. Gracias.

Gran Jaguar

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