Cuando se quedaron solas la madre de Lidia la abrazo y le dio varios besos en la cara.

-Bienvenida a nuestro mundo –le dijo- Te estás adaptando bien, te gustara y serás feliz.

Lidia se apretó contra su madre, era la primera vez que estaban solas desde que empezó su nueva vida. Quería preguntarla muchas cosas.

Pareció que noto su ansiedad de saber cosas.

-Tranquila hija. Ya tendremos tiempo de hablar. Ahora tenemos cosas que hacer como dijo tu padre. Lo primero dúchate.

La acompaño al baño. Lidia entro en la bañera y vio que su madre no se iba.

-¿No me dejas sola mientras me ducho? –Preguntó.

-Tu padre quiere que te vigile –respondió- por si tienes malas tentaciones.

-Teme que me masturbe, ¿no?.

Comenzó a ducharse.

-No lo hagas nunca si no tienes permiso para ello,–dijo la madre- Nuestros cuerpos son de ellos y eso incluye los orgasmos. Ellos dicen cuando y como nos corremos.

No dijo nada. Se ducho rápidamente. Aunque tenia orden de estar desnuda en casa y eso la excitaba, quería intimidad para ciertas cosas. Claro que penso en masturbase en la ducha pero no sabia si se iba atrever. Ya no lo sabría.

Una vez seca y con una toalla en el pelo, su madre, le indico que se sentara en el bidet.

-Mira hija –dijo- es fundamental la depilación. Tu padre y tu hermano que esta aprendiendo de él,  solo quieren que tengamos el pelo de la cabeza.

-Mamá –la interrumpió- hace ya tiempo que me depilo las piernas.

-Lo sé, pero no lo haces con el vello púbico, quieren el coño y el culo sin pelo, Lidia.

Le comento que la iba a enseñar como debía hacerlo, para que en lo sucesivo lo hiciera sola.

De un armario saco unas tijeras, jabón y una cuchilla de afeitar. Con las tijeras le recorto todo lo que pudo el vello. Luego enjabono la zona y se la afeito. La informo que ella sola tendría que hacerlo frente a un espejo o quizás con un espejo de mano, hasta que con el tiempo lo haría sin necesidad de verlo. La hizo ponerse de pie y repitió la operación con el poco vello que tenia en culo.

Le puso polvos de talco en la zona rasurada y comprobó que estaba toda mojada, penso que su hija era una chica fácilmente excitable y muy caliente.

Hizo que se mirara en un espejo. Su sexo depilado dejaba ver unos bonitos y cerrados labios vaginales. No pudo resistirlo y aunque no estaba programado comenzó a masturbar a su hija. Si ya estaba caliente eso la podría a tope pero desde luego que no iba dejar que se corriera. Pasaba el dedo por el borde de los labios, rozaba el clítoris, de vez en cuando, lamía la punta del dedo, diciéndole que sabia muy bien.

Luego la llevo a su dormitorio, se desnudo y se acostó en la cama marital. Lidia pensaba que su madre a pesar de sus cuarenta años, mantenía un bonito cuerpo.

Su madre la llamó para que se acostara junto a ella. Comenzó a besarla y acariciarla. Lidia respondió a las caricias. Estaba muy caliente y la perra de su madre también. Se puso encima de ella y comenzó a frotar su vagina sobre el coño de su hija. Luego hizo que la comiera hasta que se corrió en la boca de Lidia, mientras que está seguía en castidad.

Pasó un rato, hablaron de temas relacionados con su sumisión a su marido e hijo, a su padre y hermano. Lidia sintió la sensación de que no le decía todo, no la mentía pero no le contaba todo.

La madre toco un timbre de la pared, al poco, apareció Lola que hacia las veces de doncella, cocinera y algo más. Tendría unos 50 años y estaba sobrada de peso. No era nada atractiva, penso Lidia.

-Digame señora –dijo Lola- mirando a las dos mujeres desnudas.

No era la primera vez que eso ocurría, penso Lidia.

-Como va la comida –preguntó-

-Ya esta preparada –contestó-

-Entonces si te apetece, hay una jovencita que tiene hambre.

Lola sonríe. Lidia no entendía el juego de palabras. Se acerca a la cama, se quita las bragas y a horcajadas pone su coño peludo en la boca de la chica, mientras que dice que es de bienaventurados dar de comer al hambriento.

Lidia sabe que no tiene salida, aunque no le apetece nada, tiene que hacerlo. Al acercar su boca nota que huele a orines, encima es una guarra, no le gustaba. El olor del coño de Lola la desagradaba y la enfrío, además de la incomodidad de tanto pelo, ni siquiera se lo recortaba un poco la guarra. . Lo hizo rápidamente, cumpliendo como debe hacerlo una esclava.

Cuando se quedaron solas la madre y la hija, Lidia se acurruco junto a su compañera de sumisión y comenzó a besarla y con caricias. Su madre la dejó hacer. Viendo que no era reprimida prosiguió jugando con su lengua en la vagina de su madre. Así me quito el asqueroso sabor de Lola, penso.

Se hizo la hora de comer, bajaron para esperar la llegada de sus amos. Una vez sentados a la mesa el padre pregunto:

-¿Qué tal habéis pasado la mañana?

La madre hizo un detallado relato de lo sucedido, con sus impresiones personales.

-¿Por qué no te gusto la presencia de Lola? –Pregunto Juan a su hermana.

-No importa lo que me guste –dijo la joven- Me habéis dicho que tengo que hacer lo que se me ordena.

-Buena respuesta para una esclava –tercio su padre- Pero además de tus dueños somos tu familia y cuando te preguntemos algo es por que queremos saber tu opinión, aunque luego no sirva para nada.

-Como digas papá –respondió Lidia- No me gusto su olor, sentí nauseas y tiene tanto pelo que es desagradable lamerle.

-Ya sé un buen castigo para ti –dijo su hermano-

Todos se rieron, todos menos Lidia, penso que prefería unos azotes antes que comer a Lola.

Cuando terminaron de comer, se retiraron a sus habitaciones para dormir la siesta.

La madre comenta a su marido que la niña es buena y pero que tenia que pulirla

-Lo sé –respondió-

-Solo una cosa, es caliente, muy caliente, no la tengas mucho tiempo a dieta, dale orgasmos y será una gran sumisa.

-Eso también lo sé amor –dijo mientras besaba a su esposa- Tenemos dos buenos hijos.

Continuara