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Lorena

en Amor filial

Somos un matrimonio, yo Abel, tengo 35 años y mi mujer Sara, mi sumisa, 32, llevamos nueve años casados y poco después de la boda comenzamos con juegos bdsm hasta llegar a la actualidad, donde Sara es una autentica sumisa y esclava sexual.

Lo que deseo relatar comenzó cuando mi hermana me solicito si su hija Lorena podía vivir con nosotros para su último de secundaria y tener así más fácil el acceso a la universidad. Esta petición era porque vivían en otra ciudad.

No me gusto la idea por los inconvenientes que representaría para la relación con mi esclava, pero al mismo tiempo tampoco podía negarme en principio.

Opte por llamar a mi sobrina y hablar con ella. No era la situación que ella prefería, pero que su madre había sido tajante o en casa de los tíos o no había nada que hacer.

Le dije que antes de dar una respuesta definitiva me gustaría que pasara un fin de semana en casa y ver que le parecía y si estábamos de acuerdo le diría a su madre que se podía quedar en casa.

Fui a recogerla a la estación de autobuses. Esta esplendida. Vestía una camiseta de tirantes y un pantaloncito corto que cuando me fije dejaba ver las cachas del culo.

Antes de ir a casa, la lleve a tomar un refresco ya que deseaba hablar antes con ella.

Nos sentamos en una mesa y la puse en antecedentes de la relación que mantenía con mi esposa. Ni que decir que alucino.

Tras escucharme en silencio, cuando termine, me dijo:

-Lo que me has contado me ha rayado pero me has tratado como un adulto, así que por lo menos tengo que vivirlo durante estos dos días y luego decidimos.

-Perfecto –conteste, me pareció madura para su edad- ahora voy un momento al baño y nos vamos a casa.

Telefonee a mi sumisa para decirle la llegada de Lorena y darle instrucciones. Nos fuimos a casa.

Al abrir la puerta, mi esclava estaba de rodillas, desnuda, beso mis pies y luego los de nuestra  sobrina, vi como esta se echaba un poco para atrás.

Fuimos al salón y la perra camino detrás de nosotros.

-Guarda las cosas de Lorena.

Por mi parte la enseñe la casa. Solo teníamos un dormitorio montado.

-Si decides venir, este será tu cuarto –le dije mostrándole una habitación- aunque habrá que adecuarla.

-Vale tío.

-Estos días tendrás que dormir en el sofá o  si lo prefieres con nosotros en la cama de matrimonio.

Nos dispusimos a cenar. La mesa estaba preparada para dos. Nos sentamos.

-¿Y la tía? -pregunto Lorena-

-Ella se encargara de servirnos.

Sara trajo las bandejas con la comida, sirvió los platos y se arrodillo en los dos. Estábamos en silencio. Para romper el hielo dije:

-¿No crees que para su edad, tu tía, tiene un buen cuerpo y con una bonita figura?

Lorena se puso colorada y balbuceo un sí. Aproveche para darle a Sara un trozo del pescado que estábamos tomando.

-Se mantiene así –proseguí- porque la obligo a ir todos los días a un gimnasio y porque cuido de su alimentación. Solo cenara lo que nosotros le demos y tiré otro trozo al suelo.

Sara fue a cuatro patas a por él y lo cogió directamente con la boca, como la perra que era. Luego volvió a su punto de partida. Su cara lo decía todo, estaba humillada y avergonzada, pero puedo afirmar que su vagina estaba empapada.

Mi sobrina le tendió la mano con algo de comer que no vi. Sara se lo quito con la lengua. Cuando termino, Lorena, comento que le había hecho cosquillas.

Sin decir nada me levante y puse un trozo de comida en el pie de Lorena. Me senté de nuevo y ordene a la perra que comiera. La chica esta colorada y comenzó a sonreír.

-Aquí me hace mas cosquillas que antes.

-Usa tu fantasía si quieres que cene.

Le dio varias veces de comer, además de las mías, casi al final comió tanto como nosotros.

Mientras que Sara se ocupo de retirar la cena y fregar los platos, mi sobrina y yo nos sentamos a ver un poco la televisión.

-¿Quieres que salgamos a tomar una copa?

-¿Los tres? –preguntó-

-Claro.

Le dije a la perra que íbamos a salir que se vistiera. Lorena estaba con una camiseta y un vaquero. Nada apropiado. Espere a que viniera su tía. Estaba espectacular. Se había puesto un vestido negro, que le llegaba a medio muslo y dejaba ver bastante pecho.

-Lorena creo que deberías cambiarte para ir más a tono con una noche de fiesta.

-Tío no he traído casi ropa, no pensaba en ir de marcha este fin de semana.

-Seguro que tu tía te puede dejar algo más apropiado.

Se marcharon las dos. A su regreso vi que mi sobrina se había puesto un top rosa y una minifalda a juego, lucía un vientre plano y precioso, sus pechos también se dejaban ver algo más, no estaba mal dotada, pero nada exagerado como a mí me gustan.

Los ojos le brillaban y su cara esta aun colorada. Me encantaba que sintiera tanta vergüenza.

Me levante y metí la mano debajo del vestido de mi mujer, un poco de teatro, ya que sabía que no llevaba bragas. Lo tiene prohibido.

-Así me gusta, perra –dije mirando a mi sobrina- sin bragas.

Luego me acerque a Lorena y la susurre:

-Me encetaría que tú también fueras sin bragas –era una prueba-

No dijo nada, pero tampoco hizo nada. Mi mujer se acerco y le dijo algo al oído, no sé qué seria ya que no estaba dentro del guion que yo había previsto.

-Vale –oí decir a Lorena-

Se quito el tanga que llevaba de forma hábil, evitando mostrar más que lo que mostraba con la minifalda. Le pedí la prenda y me la metí en el bolsillo. Estaba mojada.

Fuimos a un garito de moda, luego les lleve a otro un poco más reservado, era de ambiente liberal donde se hacía intercambio de parejas.

Sara lo conocía, pero a Lorena evidentemente no. Sentados en una mesa, me dedique a los mismo que mi sobrina, observar al resto de gente y a observarla a ella.

Se sorprendía de todo lo que veía. Parejas o tríos bailando. Algunos discretamente se metían mano. Tan pronto estaba roja como estaba blanca.

Sara me pidió permiso para ir al baño.

Cuando nos quedamos solos me dijo:

-¿Hasta para ir al baño, la tía, te pide permiso?

-Cuando no estamos en casa, si.

-¿Qué te parece este sitio? –proseguí-

-Sorprendente –me contesto- Había oído hablar de sitios así, pero no me lo imaginaba, está muy bien decorado, pensaba en algo más cutre.

Cuando volvió su tía, las indique que deseaba que bailaran para mí. Salieron a la pista aunque la niña no quería termino accediendo.

Mi mujer comenzó a arrimarse y a rozarse con Lorena. Luego le puso una mano en el culo. Yo no quitaba ojo, observando ya que me había propuesto que ese fin de semana mi sobrina fuera mía, mejor de forma voluntaria.

Cuando considere que ya estaría lo suficientemente calentorra, nos fuimos a casa.

Al llegar me lleve una decepción, ya que mi sobrina opto por dormir en el sofá. Sara y yo nos fuimos al dormitorio. Deje la puerta abierta.

Nos desnudamos y le dije a mi mujer que me comiera mi semi erecta verga. Me preocupe de hacer ruido para que con suerte mi sobrina lo oyera y se animara. Yo miraba de vez en cuando a la puerta.

Luego le dije a Sara que se montara en mi polla y me follara lentamente. No debí decirle nada ya que por natural era bastante escandalosa cuando jodiamos.

Al cabo de un rato, por fin, la vi apoyada en el cerco de la puerta. Le indique a mi sumisa que me mamara la verga.

Lorena no dejaba de mirar y por debajo de su camiseta se perdía su mano. Seguimos así un rato.

Hice señas a mi sobrina para que se acercara. Comenzó a caminar pero se detuvo. Dudaba, normal. Espere un poco y la volví a invitar. Llego al borde de la cama y su tía  le dijo:

-Recostaste, estarás más cómoda.

Mi mujer ya sabía lo que tenía que hacer. Incremento la velocidad de la succión y no tarde mucho en correrme en su boca.

Separo su cabeza y abrió la boca, enseñándonos el semen en su boca. Luego se lo trago y volvió a enseñarnos la boca vacía.

-Límpiala –ordene-

Lo hizo con un esmero especia.

Lorena no aguanto más y se corrió como una autentica perra caliente, entre gritos de placer.

Al cabo de unos minutos pregunto:

-¿La tía no se corre?

-Contesta la pregunta –le dije-

-Lo hare cuando mi amo quiera.

-Lorena –la inquirí- te ha gustado ¿verdad?

-Claro tío, empecé cuando oía los gritos de mi tía, luego al verla encima de ti ya no puede contenerme y comencé a tocarme.

-¿Te ha gustado?

-Si –dijo en voz baja-

-¿Qué es lo que más te ha puesto? –pregunto Sara.

-Todo, tía.

-Pero algo te habrá hecho más efecto, digo yo –contesto mi sumisa-

Lorena se puso colorada y bajo la vista. Empecé a imaginar el motivo.

-Venga, dilo –insistió Sara-

-Es algo sucio, asqueroso diría yo –dijo-

-Venga…

-Lo del semen, tía.

-Bueno es lo que desea mi amo.

-Lorena –tercie yo- ya que nosotros estamos sin ropa, me gustaría que tú también estuvieras sin ella.

-¿Me mandas que me desnude?

Qué más quisiera yo que mandarla y que ella obedeciera. En su lugar le dije:

-Solo te digo lo que me gustaría, hacerlo depende de ti.

Miro a su tía que la sonrió.

-Vale –y se quito la camiseta-

¡Qué pechos!  No excesivamente grandes, del tamaño ideal para mi gusto. Me moría de ganas de tocárselos y besarlos.

-Espero que te quedes a dormir con nosotros, la cama es mucho más cómoda que el sillón.

-Sí, claro.

La hicimos sitio en medio de los dos. Sara le fue dando conversación, que fue derivando a temas sexuales. Yo intervenía poco ya que pensé que entre mujeres, se soltaría más fácilmente. Resulto una excelente decisión. La chica cogió confianza y contestaba rápidamente y sin tabúes.

Nos enteramos que no tenía ni había tenido novio ya que sus padres eran bastante controladores, además los estudios no le dejaban mucho tiempo. Salvo algún beso y algún tocamiento de pechos no había tenido más contactos con chicos. Vivía en un pueblo pequeño y ninguna de las chicas querían crearse fama de facilonas. Era virgen.

Eso hizo que me replanteara un poco la estrategia que seguía. Aproveche que fue al baño y hable con mi mujer. A su regreso le pregunte:

-¿Te gustaría tener nuevas experiencias, aprender cosas?

-Supongo que sí, tío.

-Quiero que Sara te masturbe.

-¿Una mujer?

-Una mujer no, tu tía, mi sumisa.

-Tú solo tienes que dejarte hacer –intervino Sara- y hacer lo que te apetezca. Si algo no te gusta, me lo dices y ya está.

Me acerque, casi rozándole, a su cara. Le bese en la mejilla y luego le roce los labios, vamos le di un pico. Como no se aparto continúe con un beso, pero a pesar de mis intentos no abrió la boca. Ya la abrirá.

-Vale, me dejo hacer por la tía, pero ella tiene también que correrse.

-Dejare que tenga todos los orgasmos que quiera, pero dependerá de ti –conteste-

-¿Cómo que depende de mí?

-Ya lo veras.

Sara se acomodo entre las piernas de Lorena y comenzó con besos por su cara, cuello, bajo hasta los pechos. Lamió los pezones. Sus manos acariciaban el joven cuerpo adolescente.

La sumisa sabía hacerlo bien, al poco tiempo la sobrina comenzó a suspirar. Continuo con jugando con su lengua, el vientre, los muslos y por fin llego a la vagina. Jugó un rato con los labios vaginales, les paso un dedo y me lo enseño. Estaba mojado y no dude de deleitarme con el juvenil flujo.

Sara comenzó a masturbar a la sobrina. Comenzó a gemir. Yo estaba con la verga dura y me la acariciaba. Mi perra lamia con fricción el coño de la niña, sobre todo el clítoris.  Mi mujer estaba gozando con esa vagina. Volví a besar a Lorena, esta vez sí entre abrió los labios. Metí mi lengua y respondió al beso.

Se corrió con espasmos y dando grititos entre los gemidos, el mejor orgasmo de su vida, seguro.

Quedo en la cama con cara de placer, los ojos cerrados, parecía casi angelical.

-No hace falta preguntarte –dije-

-Joder, joder –contesto aun con la respiración agitada-

Se incorporo un poco.

-Ahora la tía  tiene que correrse –me inquirió-

-Ya sabes que depende de ti.

-No sé cómo, tío.

-Me gustaría que me hagas lo mismo –dijo Sara- si mi amo da permiso.

-Yo ya di el permiso –conteste- y depende de ti Lorena.

-Quiero que se corra, pero no sé si sabré hacerlo.

-Ella te guiara.

Se tumbo encima de Sara y comenzaron a besarse. Unos buenos morreos con lengua y recordando lo que había hecho su tía comenzó a bajar sobre su cuerpo. Llego a los pechos. Mi perra tiene unas tetas grandes y con unos pezones que no desmerecen en tamaño. Se los lamio.

-Mordisquéalos –oí que decía Sara, entre suspiros-

Yo estaba a mil por hora con el espectáculo. Le dije al oído que las masturbara con los dedos.

Obedientemente, mi sobrina, bajo la mano y comenzó a frotar el clítoris de su tía. Quiso seguir bajando con la boca. Le sujete la cabeza suavemente señalándole los pezones. Entendió. Sara gemía.

-Muérdelos –dijo la perra-

Lorena comenzó a morder los pezones.

-Fuerte, sin miedo.

¡Qué perra!

-Métela los dedos en el coño –dije-

Lorena le metió un dedo mientras que seguía masturbándola.

No tardo mucho en tener el primer orgasmo. Gracias a la sobrina esa noche se lo iba a pasar muy bien.

Aun no se había recuperado cuando agarro por el pelo a Lorena y bajo su cabeza al sexo.

-Ahora méteme dos o tres dedos, como si me follaras –dijo Sara- y por favor come mi coño.

Lorena lo hizo. Se la veía con cierta torpeza, pero eso también tiene su encanto y si no que se lo pregunten a mi mujer.

Se corrió otras dos o tres veces, no estoy seguro, todas en la boca de la joven.

Tras un pequeño tiempo de descanso en el que las dos mujeres se lo pasaron entre besos comencé a acariciar a mi sobrina. Se giro y me pregunto:

-¿Me vas follar?

-La pregunta es ¿me vas a dar tu virginidad? –respondí-

-Sí –contesto en voz baja-

-No te he entendido Lorena.

Carraspeo.

-Mi virginidad es tuya, tío.

Nos besamos y comencé a preparar el asalto. No quería esperar, sabía que no se iba a echar para atrás y yo estaba muy excitado. Hacerlo con Sara le había puesto mucho, estaba empapada. Lamí su coño, mas por placer que por necesidad. La lleve dos veces al punto de no retorno pero pare a tiempo. Mi mujer mientras tanto la acariciaba, besaba y mordisqueaba sus pezones. Lorena estaba como loca.

Aparte a mi perra, la chica entendió y se tumbo boca arriba separando las piernas. Me puse encima de ella. Mi polla jugaba en sus labios, resbalando por ellos. Sara le subió las piernas. Apunte a la entrada. Fui penetrando despacio. No tenía por qué ser traumático. Era delicioso sentir como sus paredes vaginales se iban separando lentamente y acomodando a mi verga.

De pronto tope con su himen. La bese metiendo la lengua. Cuando más entretenida estaba con los besos di un golpe de riñones, no muy fuerte,  rompiendo la protección de su vagina. Se dio cuenta y la escuche decir por fin.

La bombee con calma y en unos minutos se corría como una autentica perra. Me separe y Sara ocupo mi lugar besando y acariciando el juvenil cuerpo.

Mande a la perra que se pusiera a cuatro patas y que se abriera las nalgas. Yo la estaba lubrificando el ano.

-Mira sobrina.

Se acerco y vio como le metía dos dedos ensalivados en el culo. Lorena parecía hipnotizada, no quitaba los ojos de las nalgas de su tía, imaginado lo que iba a pasar.

Apoye la punta de mi pene en el ano de Sara y de un solo golpe le metí la mitad. Gimió. De un segundo golpe entro toda. Comenzó el mete saca. Lorena seguía mirando.

Sara comenzó a masturbarse a lo que la joven respondió quitándole la mano y diciendo:

-Yo me ocupo.

Fui regulando ya que no quería vaciarme. Mi perra se corrió de nuevo entre gemidos. Hacía tiempo que no se corría tantas veces en una noche.

Sin darle descanso hice que me comiera la verga. Sara invito a Lorena a que la acompañara, según las instrucciones que tenía. Mi mujer con el glande en la boca y la lengua de mi sobrina recorriéndome la polla y lamiendo mis huevos. Una delicia.

Le hice la seña convenida a Sara. Inmediatamente se intercambiaron las posiciones. Faltaba poco para correrme y quería hacerlo en la boca de Lorena.

Apreté su cabeza contra mí y comencé a descargar. Se atraganto un poco pero fue sumamente placentero.

Cuando se aparto nos enseño el semen en su boca, como había hecho su tía. Se lo trago y abrió de nuevo para ver la boca vacía.

Han pasado ya casi ocho años de esta historia, Lorena termino sus estudios con brillante nota y es la perra esclava de sus tios.

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